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SARAH BERNHARDT.

Sarah Bernhardt nació el 23 de octubre de 1844 en el nº 5 de la calle École de Medecine, París. Su


nombre real era Rosine Bernardt. Su madre era una mujer de religión judía, de origen holandés y
llamada Julie Bernardt, alias Youle. Se ganaba la vida como prostituta de lujo junto con su
hermana, Rosine Bernardt. Julie tuvo varias hijas más: en abril de 1843 tuvo dos niñas gemelas que
fallecieron a las dos semanas. Tras Sarah, tuvo a Jeanne (fecha de nacimiento desconocida) y a
Régine en 1855, que falleció de tuberculosis en 1873. Todas fueron hijas de padres distintos y
desconocidos. Sarah Bernhardt nunca supo quién era su padre biológico, aunque se cree que era el
Duque de Morny, medio-hermano de Napoleón III.

Sarah pasó los primeros 4 años de su vida en Bretaña al cuidado de una ama de cría. La primera
lengua que Sarah conoció fue el bretón y es por esta razón que al iniciar su carrera teatral, adoptó la
forma bretona de su apellido: Bernhardt. En esta época sufrió un accidente que muchos años
después le acarrearía graves problemas de salud. Cayó por una ventana rompiéndose la rodilla
derecha. Aunque sanó sin problemas, la rodilla le quedó delicada para siempre y en 1914 a causa de
una dolorosísima inflamación de esa misma rodilla tuvieron que amputarle la pierna derecha. Tras
el accidente, su madre la llevó consigo a París donde permaneció dos años. A punto de cumplir 7
años ingresó en la Institución Fressard un internado para señoritas próximo a Auteuil. Permaneció
allí dos años. En 1853 ingresó en el colegio conventual Grandchamp, cercano a Versalles. En este
colegio participó en su primera obra teatral, "Tobías recupera la vista", escrita por una de las
monjas. También aquí fue bautizada e hizo la primera comunión. El ambiente místico del colegio le
hizo plantearse el hacerse monja.

Tras abandonar Grandchamp a los 15 años, su madre trató de introducirla en el mundo galante para
que se ganara la vida como prostituta de lujo. Pero Sarah, influenciada por su educación conventual,
se negó repetidamente a ello. Julie Bernard tenía un salón en su piso parisiense donde se reunían sus
clientes. Entre ellos estaba el hermanastro de Napoleón III, el duque de Morny. Morny aconsejó que
Sarah se inscribiera en el Conservatoire de Musique et declamation. Gracias a los contactos del
duque, Sarah entró sin dificultad en 1859. En 1861 ganó un 2º premio en tragedia y una mención
honorífica en comedia. Finalizados sus estudios en el Conservatorio, entró, de nuevo gracias a los
influyentes contactos de Morny, en la Comédie-Française. Debutó el 11 de agosto de 1862 con la
obra "Iphigénie" de Jean Racine. Su fuerte carácter le atrajo problemas con sus compañeros lo que
provocó que abandonara la Comédie por primera vez en 1863. Tres semanas más tarde fue
contratada por el Teatro Gymnase donde hizo 7 pequeños papeles en distintas obras. Actuó por
útima vez el 7 de abril de 1864 con la obra "Un mari qui lance sa femme". Ese mismo año conoció a
uno de los grandes amores de su vida, Charles-Joseph Lamoral, príncipe de Ligne. Inició una
apasionada relación con él, hasta que quedó embarazada y el príncipe la abandonó. El 22 de
diciembre de 1864 dio a luz a su único hijo, Maurice Bernhardt. Sin un oficio y habiendo fracasado
momentáneamente en el mundo del teatro, siguió los pasos de su madre convirtiéndose en una
cortesana de lujo. Sarah no abandonó su actividad como cortesana hasta que su carrera teatral se
hubo afianzado con éxito y pudo mantenerse sólo con el trabajo que le reportaba el teatro.

Tres años más tarde, en 1867 debutó en el Teatro del Odéon con "Las sabihondas" ("Les femmes
savantes") de Molière. Ahí empezó su verdadera carrera profesional. Participó en muchos montajes
teatrales, alternando la vida teatral con la vida galante. La fama le llegó repentinamente en 1869 con
"Le Passant" de François Coppée, una obra en verso de un solo acto. Sarah, además, hizo por
primera vez en esta obra un papel masculino, el del trovador Zanetto. Repetiría más veces haciendo
de hombre en varias obras más: Lorenzaccio, Hamlet y L´Aiglon.
En 1870, durante la Guerra Franco-Prusiana, habilitó el Odeón como hospital para convalecientes,
donde cuidó con dedicación a los heridos de guerra. En 1871 el improvisado hospital tuvo que ser
cerrado por problemas de salubridad.

Tras la derrota francesa y la caída de Napoleón III, muchos intelectuales exiliados por estar en
contra del emperador pudieron regresar a Francia, entre ellos Victor Hugo. El regreso de Hugo fue
trascendental en la vida de Bernhardt ya que el escritor la eligió para protagonizar el reestreno de su
obra Ruy Blas. Bernhardt además protagonizó otra obra de Hugo: "Hernani". "Ruy Blas" la
encumbró a cotas de éxito inimaginables. Regresó a la Comédie-Française como una gran estrella y
allí afianzó su repertorio y sus múltiples registros como actriz.

El estilo de actuación de Bernhardt se basaba en la naturalidad. Detestaba profundamente las viejas


normas del teatro francés donde los actores declamaban histriónicamente y hacían gestos
sobreactuados. Rompió con todo lo establecido profundizando en la psicología de los personajes.
Estudiaba cada gesto y cada entonación del texto que debía decir buscando la perfección natural sin
que se notara ningún tipo de artificio. Destaca en su arte que representando siempre a grandes
heroínas de tragedia o reinas, siempre huyó de la sobreactuación y de la afectación. Son famosas sus
escenas de muerte, en las que en vez de según sus propias palabras, "ofrecer toda una retahíla de
patologías" tales como estertores, toses, gemidos agónicos, profundizaba en el acto de morir desde
el punto de vista psicológico y sentimental.

A parte de su profesión de actriz, se interesó por la escultura y la pintura, llegando a exponer en el


Salón de París varias veces, entre los años 1874 y 1896. Recibió distintos premios y menciones
honoríficas en ambas disciplinas. Escribió también tres libro: su autobiografía titulada "Ma double
vie", "Petite Idole" y "L´art du Théâtre: la voix, la geste, la pronontiation".

Bernhardt se especializó en representar las obras en verso de Jean Racine, tales como "Iphigénie",
"Phédre" o "Andromaque". Destacó especialmente, entre muchas otras, en "La Dame aux
Camélies", de Dumas hijo, "Théodora", de Sardou, "L´Aiglon", de Edmond Rostand, "Izéïl", de
Silvestre y Morand, "Macbeth", de Shakespeare, "Jeanne D´Arc" de Jules Barbier...

En 1879 realizó su primera salida de Francia, concretamente a Inglaterra donde estuvo 6 semanas
haciendo dos representaciones diarias y obtuvo un éxito rotundo. Al llegar al país fue recibida
espectacularmente, lo que indica que su fama había cruzado las fronteras de Francia. Esta primera
visita conoció a un joven escritor llamado Oscar Wilde. Años más tarde, en 1893, Bernhardt
aceptaría representar su obra "Salomé". También, ese mismo año, Sarah fue ascendida a "Socio
Pleno" de la Comédie-Française. Los "Socios Plenos" son la jerarquía más alta de esta institución.

Tras su espectacular éxito en Inglaterra decidió hacer su primera gira americana. Partió a los
Estados Unidos el 15 de octubre de 1880. El éxito fue total. Bernhardt haría repetidas giras por los
Estados Unidos (sus famosas "Giras de despedida") y también recorrió toda América del Sur,
llegando a actuar en Brasil, Perú, Argentina, Chile... Viajaba en tren y en barco y llegó a cruzar el
Cabo de Hornos. En Estados Unidos su éxito era tal que le habilitaron un tren con siete vagones de
lujo llamado "Sarah Bernhardt Special" y era de uso exclusivo de la actriz. Sus giras llegaron
también a Australia y visitó las islas Hawái y las Islas Sandwich. Actuó en Egipto y en Turquía.
También recorrió Europa, actuando en Moscú, Berlín, Bucarest, Roma, Atenas. En su periplo, actuó
no sólo en grandes teatros si no también en teatros de ínfima categoría.
Bernhardt tuvo una agitada vida sentimental, en la que destacan nombres como Gustave Doré,
Victor Hugo, Jean Mounet-Sully, Jean Richepin, Philippe Garnier, Gabriele D´Annunzio, Eduardo,
Príncipe de Gales, entre otros. Se casó una sola vez, con un oficial griego llamado Jacques Aristidis
Damala. Damala era hijo de un rico armador y era adicto a la morfina. Nació en El Pireo en 1842.
Bernhardt se casó con él el 4 de abril de 1882 y fue un matrimonio tempestuoso. Sarah intentó
convertir en actor a Damala, pero fracasó. La actriz le impartió clases de actuación y le dio el papel
de Armand Duval en "La Dame aux Camélias". Se eran infieles mutuamente y un día Damala,
abrumado por el éxito de su mujer, por las constantes burlas de los actores de la compañía de
Bernhardt y la mala relación con Maurice Bernhardt, se alistó en la Legión siendo destinado a
Argelia. Meses más tarde regresó con Sarah. Las separaciones y reconciliaciones fueron continuas
hasta que Sarah decidió irse de gira por todo el continente americano en 1887 y Damala ya no la
acompañó. Era la separación definitiva. Permanecieron casados hasta la muerte de Damala por los
efectos secundarios de abuso continuado de morfina en 1889, a la edad de 42 años. Bernhardt le
enterró en Atenas y adornó la tumba con un busto tallado por ella misma.

Sarah Bernhardt fue también la primera actriz-empresaria del mundo del espectáculo. A raíz de una
relación muy tensa con el director de la Comédie-Française, Perrin. Bernhardt rompió su contrato y
dimitió como "Socio Pleno" el 18 de marzo de 1880. La Comédie pleiteó contra ella ganando el
juicio. Sarah Bernhardt tuvo que renunciar a su pensión de 43.000 francos que hubiera tenido de
pensión si hubiese permanecido un mínimo de 20 años en la Comédie y además se la condenó a
pagar 100.000 francos de multa. La actriz nunca llegó a pagar la multa. Tras su esplendorosa
primera gira americana, que le había hecho ganar una gran fortuna, Bernhardt arrendó el teatro
Porte-Saint-Martin en 1883. En este teatro produjo y actuó en obras como "Frou-Frou" y "La Dame
aux Camélias", entre otras. Durante sus giras, el teatro permanecía abierto y se estrenaban obras
continuamente con distinto éxito comercial. Bernhardt no dudaba en apoyar el teatro de vanguardia,
así que además de repertorio clásico, en el Porte-Saint-Martin se estrenaban obras de nuevos autores
que rompían con el teatro tradicional. Tras unos años, Bernhardt arrendó del Théatre de la
Renaissance, donde representó muchas obras de éxito. En 1899 arrendó por 25 años el enorme
Theâtre des Nations, único teatro donde acturaría en Francia durante los últimos 24 años de su vida.

Su vida familiar no fue sencilla. Tuvo una relación tensa y distante con su madre, Julie. Su
progenitora nunca fue una madre cariñosa e interesada y ese hecho hizo que Sarah siempre buscase
su aprobación y su cariño. Julie Bernard sentía predilección tan sólo por su hija Jeanne y descuidó
totalmente la educación de su hija menor, Régine. Sarah Bernhardt sentía predilección por su
hermana pequeña Régine y cuando logró ser independiente se la llevó a vivir consigo para alejarla
de la madre y de las intenciones de ésta de convertirla también en cortesana. Lamentablemente a
causa del abandono afectivo que sufrió y del ambiente del piso de su madre, Régine se convirtió en
prostituta a los 13 años. Falleció a los 18, en 1873, a causa de la tuberculosis. Su otra hermana,
Jeanne, también fue cortesana durante una época y siempre que tenía necesidad de dinero. Para
apartarla de la mala vida, Bernhardt se la llevó consigo con su compañía y la acompañó en varias de
sus giras americanas y europeas. Era una actriz mediocre, pero hacía pequeños papeles y vivía una
vida de lujo junto a su hermana. Se sabe que sufrió crisis de neurosis a causa de su adicción a la
morfina y que estuvo ingresada en el hospital de La Pitié-Salpetrière en París bajo cuidados del
doctor Jean-Martin Charcot. En cambio, el hijo de Sarah, Maurice, siempre estuvo muy unido a su
madre. Vivió siempre a su sombra, malgastando auténticas fortunas en el juego, en viajes y en una
vida regalada.

El siglo XX empezó con un gran éxito, "L'Aiglon", de Edmond Rostand. La obra fue estrenada el
15 de marzo de 1900 y obtuvo un éxito triunfal sin precedentes. Sarah hizo 250 representaciones de
"L'Aiglon" y tras esto, hizo otra gira a Estados Unidos para representarla. En Nueva York
representó la obra en el Metropolitan Opera House y cosechó un enorme éxito. Probó suerte
también con el recién nacido cine. En 1900 filmó "Le Duel d'Hamlet", haciendo ella de Hamlet. En
1906 rodó "La Dame aux Camélias", con Lou Tellegen, su amante de aquel momento, haciendo de
Armand Duval. Bernhardt cuando la vio se horrorizó y mandó destruir el negativo, que
afortunadamente todavía existe. Rodó también "Elisabeth, reine d'Anglaterre", dirigida por Louis
Mercanton. En 1913 filmó "Jeanne Doré", dirigida por Tristan Bernard. Esta película se considera la
mejor rodada por Bernhardt y donde se puede observar mejor su arte interpretativo. La película se
conserva en la Cinématèque de Paris.

En 1914 le fue concedida la Legión de Honor. En 1915 la rodilla de su pierna derecha, la misma
que se había fracturado de niña, había llegado a provocarle dolores insoportables. Para peor, durante
una de sus interpretaciones de la obra dramática "Tosca", la misma que Puccini hizo triunfar en el
género operístico, en la última escena, cuando la heroína se lanza desde un barranco, no se tomaron
las medidas de seguridad pertinentes; Sarah se lanzó, y se hirió la pierna. Aunque hacía ya varios
años que padecía molestias constantes, durante el año 1914 fue empeorando hasta que no hubo otro
remedio que amputar en febrero de 1915. Una vez recuperada de la amputación y ya empezada la
Primera Guerra Mundial, la actriz decidió hacer una gira tras las trincheras francesas haciendo
actuaciones para animar a las tropas. Organizó varias giras con su compañía y recorrió toda Francia.
Aun con la pierna amputada, Sarah Bernhardt siguió actuando. Recitaba monólogos, poemas o
representaba actos famosos de su repertorio de obras en las que no debía estar de pie. Siguió
también participando en películas tras la guerra. Su salud fue empeorando hasta sufrir un gravísimo
ataque de uremia que estuvo a punto de matarla. En 1922, vendió su mansión en el campo de Belle-
Ile-en-Mer, donde había rodado años atrás una película-documental sobre su vida. Cuando le llegó
la muerte estaba rodando una película, "La Voyante". El rodaje se estaba realizando en su casa, en
el Boulevard Péreire, puesto que la actriz estaba ya muy delicada de salud. El 15 de marzo de 1923,
tras rodar una escena, quedó totalmente agotada hasta que se desmayó. Nunca se recuperó. Once
días más tarde, el 23 de marzo, fallecía en brazos de su hijo Maurice.

Su entierro fue multitudinario: unos 150.000 franceses acudieron a despedirla. Fue inhumada en el
cementerio parisino de Père-Lachaise.

A pesar de ser llamada "La divina Sarah" por su carácter excéntrico y caprichoso, Sarah Bernhardt
trabajó en innumerables proyectos teatrales demostrando un carácter perseverante, una gran
profesionalidad y dedicación a su arte.

“Hay cinco clases de actrices: las buenas, las malas, las regulares, las grandes actrices y… Sarah
Bernhardt“.
Mark Twain
Sarah Bernhardt. Fotografía de W. & D. Downey. Londres 1904
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Sarah Bernhardt interpretó el papel de Pelléas a los 60 años de edad.


Su pareja en el papel femenino de Mélisande fué Madame Campbell, de 39 años.

Se la recuerda como una de las mejores actrices de todos los tiempos.

El estilo de actuación de Bernhardt se basaba en la naturalidad.


Detestaba profundamente las viejas normas del teatro francés donde los actores declamaban
histriónicamente y hacían gestos sobreactuados.
Sus actuaciones se centraban en el estudío de la psicología de los personajes que interpretaba. Fué
también la primera actriz-empresaria del mundo del espectáculo.
Recordamos algunos aconcimientos de su intensa vida.

Una mujer atractiva dentro y fuera del escenario.

Era alta y muy delgada. Su cabello era de color rubio oscuro y sus ojos eran azul cobalto.

Dicen que poseía una presencia hipnótica.

Su padre murió cuando ella tenía 13 años, después su madre -actriz- la deja a cargo de su tía y unos
amigos para dedicarse a su trabajo. Este hecho marcó a la actriz que nunca más quiso saber de su
madre.

Sarah Bernardt tuvo un caracter fuerte y a los dieciséis años consiguió modificar el recital que tenía
que dar en la audición por una de La Fontaine, “Les Deux Pigeons” con el que logró su objetivo de
entrar en el Conservatorio, donde siempre dejo claro sus puntos de vista antagónicos a los métodos
de sus profesores.

A pesar de su gran seguridad y fortaleza de caracter, toda su vida sufrió miedo escénico. Cuando
tenía un estreno importante o se sentía bajo presión le daban ataques de pánico escénico. Sus
ataques de pánico la hacían actuar con nerviosismo y poniendo una voz aguda, pero cuando llevaba
un rato ya en escena, el pánico cedía.

Destaca en su arte que representando siempre a grandes heroínas de tragedia o reinas, siempre huyó
de la sobreactuación y de la afectación. Son famosas sus escenas de muerte, en las que en vez de
según sus propias palabras, “ofrecer toda una retahíla de patologías” tales como estertores, toses,
gemidos agónicos, profundizaba en el acto de morir desde el punto de vista psicológico y
sentimental.

A parte de su profesión de actriz, se interesó por la escultura y la pintura, llegando a exponer en el


Salón de París varias veces, entre los años 1874 y 1896. Recibió distintos premios y menciones
honoríficas en ambas disciplinas.

Escribió también tres libros: su autobiografía titulada “Ma double vie“, “Petite Idole” y “L´art du
Théâtre: la voix, la geste, la pronontiation“.

Sarah Bernhardt fue también la primera actriz-empresaria del mundo del espectáculo. En el año
1892 habló con Oscar Wilde para que le escribiera a ella una obra. El resultado de esto fue Salomé
pero mientras ensayaba su papel el Lord Chamberlain prohibió la obra. Sarah se fue a Paris y allí,
en 1899, fundó el Teatro Sarah Bernhardt.

Fue una acérrima defensora de Alfred Dreyfus en el lamentable Affaire Dreyfus, apoyando también
abiertamente a Émile Zola en su célebre artículo-denuncia J´accuse donde se denunciaba que el
oficial judío Dreyfus era la cabeza de turco de un complot en el seno del ejército y víctima de un
exacerbado antisemitismo.

Sus condiciones como actriz eran excepcionales, tanto que llegó incluso a representar el papel
masculino de “Hamlet” a los 70 años y es la única actriz en la historia que ha triunfado a la vez en
los papeles de Ofelia y de Hamlet.
Sarah Bernhardt fué galarnonada con la Legión de Honor, la más conocida e importante de las
condecoraciones francesas, en 1914.

A pesar de haber sufrido la amputación de una pierna en el año 1915 tras un accidente, siguió
actuando hasta un año antes de su muerte. El 26 de marzo de 1923 fallece la célebre actriz Sarah
Bernhardt a los 79 años. Mas de 150.000 personas participaron del cortejo hasta el cementerio, al
lado de su mayor admirador Marcel Proust. Su cuerpo descansa en el cementerio Le Pere Lachaise
de París.

Sarah Bernhardt tiene una Estrella en el Paseo de los Famosos (Walk of Fame de Hollywood), en
el nº 1751 de Vine Street.

• Actualmente se exponen en el Museo de Luxemburgo de París algunas de sus joyas en la


exposición dedicada a René Lalique, creador de la “joya moderna” , cuya obra fascina a
profesionales y a coleccionistas. Sarah Bernhardt contribuyó a poner en valor las creaciones de
joyería de Lalique, ella lucía a menudo sus joyas.

Curiosidades

Su cabello era de color rubio oscuro y sus ojos eran azul cobalto.

Protegió y encumbró al pintor y cartelista Alphonse Mucha, cuyos trabajos fueron punto de
referencia del Art Nouveau francés. Mucha, de origen checo, no sólo le hizo los carteles anunciando
las obras de teatro de Bernhardt sino que también le diseñó vestuario, joyas y la decoración del
Théâtre de la Renaissance. También fue solicitado por muchas empresas y comerciantes para que
les diseñara los anuncios de sus productos en revistas y periódicos. El estilo y los diseños de Mucha
en publicidad fueron imitados hasta la saciedad por muchos dibujantes y empresarios de la época.

Fue una acérrima defensora de Alfred Dreyfus en el lamentable Affaire Dreyfus, apoyando también
abiertamente a Émile Zola en su célebre artículo-denuncia J'accuse donde se denunciaba que el
oficial judío Dreyfus era la cabeza de turco de un complot en el seno del ejército y víctima de un
exacerbado antisemitismo.

Siempre tuvo muy mala suerte en los juegos de azar. Tanta, que algunos jugadores supersticiosos no
la querían tener cerca en la mesa de juego cuando Bernhardt jugaba en los Casinos de Montecarlo o
Niza.

Es cierto que Sarah Bernhardt poseía un ataúd y que solía dormir dentro de él. Existe la leyenda de
que se lo compró un amante aficionado a lo macabro, pero la realidad es que lo compró ella misma,
ya que sentía una fascinación especial por los temas fúnebres. Llegó incluso a dejarse fotografiar
metida en un ataúd y haciéndose la muerta. Las fotografías se comercializaron y tuvieron un gran
éxito. Hoy en día todavía se pueden encontrar en mercados de antiguo o en colecciones privadas.

Toda su vida sufrió miedo escénico. Cuando tenía un estreno importante o se sentía bajo presión le
daban ataques de pánico escénico. Afortunadamente para ella, el tipo de miedo que sufría la hacía
actuar con nerviosismo y poniendo una voz aguda. Cuando llevaba un rato en escena, el pánico
cedía.
Una vez teniendo que representar Hamlet en Edimburgo, la compañía de Bernhardt se encontró que
el vestuario no había llegado a tiempo y tuvieron que representar la inmortal obra de Shakespeare
vestidos con faldas escocesas.

Le gustaban los animales y llegó a tener, en distintas épocas de su vida, un león, un tigre, loros, un
mono llamado Darwin, un cocodrilo y varios perros.

De joven, durante una época en que necesitaba dinero, posó desnuda para el fotógrafo Nadar. Posó
muchas veces, tanto en fotografías eróticas como artísticas, para este fotógrafo al que la unió una
gran amistad. Más tarde, ya famosa, protegió y posó para el hijo del fotógrafo que había seguido los
mismos pasos profesionales que el padre.

Fue la primera actriz en representar (en diferentes ocasiones) tanto el papel de Hamlet como el de
Ofelia.

Oscar Wilde escribió Salomé para que ella la interpretara y Sigmund Freud, después de verla actuar
en Théodora de Sardou sucumbió ante sus encantos y durante años, una fotografía de la actriz era la
que recibía a los pacientes en su consultorio.

MANUAL SOBRE EL ARTE DEL TEATRO

Este manual sobre el arte del teatro (que en realidad son más bien las Memorias personales de
Sarah Bernhardt) se divide en tres partes. Las dos primeras tienen que ver con las potencialidades
que debe desarrollar todo actor y actriz que se precie de serlo.

En primer lugar para Sarah Bernhardt resultaba esencial que el actor / actriz posea o desarrolle una
serie de CUALIDADES FÍSICAS como son la memoria, un cuerpo bien proporcionado, saber
modular la voz, la pronunciación (que al actor se le entienda hablando) y el gesto (adecuado con el
personaje interpretado).

En segundo lugar, el actor / actriz debía hacer gala, en su opinión, de una serie de CUALIDADES
MORALES, esenciales para ejercer adecuadamente su profesión: ser unas personas instruídas, saber
elegir el papel, tener voluntad y constancia ante las adversidades, representar su personaje con
naturalidad y poseer sensibilidad.

El Documento Audiovisual en la red.

El pasado se olvida; el pasado se pierde en el olvido. Recordamos la grandeza, nos quedamos con
los resultados; el recuerdo se vuelve un grupo de imágenes vagas que se nos cuenta del éxito, del
gusto por algo o alguien; imágenes vagas de los escándalos y de lo que fue explosivo en las
generaciones pasadas. Los detalles se pierden en el fluir de la vida. Sólo los documentos son claros,
Foucault lo sabía, aquél poeta que ejercía como filósofo creía en ellos, era la única manera de asirse
a una realidad que se pierde en la interpretaciones, en las calificaciones y los juicios.

El arte de la actuación, en algún momento sólo parte del teatro (un arte efímero), está llena de
documentos intangibles... o inexistentes. Algunos hablan de lo que vieron, algunos critican lo que
veían, algunos dan consejos sobre su juicio a lo visto, algunos dibujaron poses extraordinarias,
cómicas, icónicas. Sin embargo hasta nuestro siglo XX los documentos teatrales de occidente no
tenían movimiento alguno.

Nuestras tradiciones escénicas mantenían únicamente en el Ballet la posibilidad de transmisión de


una puesta en escena completa, ninguna otra manifestación teatral sin embargo no podíamos definir
con claridad la forma de actuar esa puesta en escena. Nuestro teatro era una tradición que se perdía
cuando moría la memoria del espectador. Sólo le quedaban las palabras y los dibujos.

La actuación, el arte de la actuación, tiene un documento válido hasta la llegada del fonógrafo y de
la cámara de cine; es entonces que el teatro y la actuación como tal pueden ser documentados
directamente en la acción y en el movimiento, y mantenerlos como tal; es entonces que podemos
hablar con mayor seguridad de cómo es que actuaban los grandes de principios o mediados del siglo
XX porque fueron grabados, filmados, videograbados, y podemos asegurar entonces que son
documentadas las grandes estrellas de hoy y serán documentadas los grandes de la escena en el
futuro.

Es cierto el comentario de que “nada será como el teatro en vivo”, que “un video no suplirá la
escena”, pero la pretensión no es suplir el teatro y su viveza, sino exponer el documento que
muestra fria y claramente la técnica de la obra creadora, una serie de movimientos corporales y
sonidos emitidos por el artista y que conforman en su conjunto “su actuación”.

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