Entrevista
Victoria
Camps
La escritora, doctora en Filosofía
y catedrática de Ética, Victoria
Camps, r ecibe a A ndalucía
Educativa en su despacho en el
Consejo d el A udiovisual d e
Catalunya. La profesora catala-
na nos habla de las virtudes ciu-
dadanas en la educación y en
los medios de comunicación de
masas; de jóvenes y de las in-
quietudes que generan; y del
nuevo papel de la mujer en su
lucha por mayores cuotas de
igualdad.
Su libro sobre las Virtudes
Públicas se ha convertido en un
referente de cómo mejorar nues-
tra salud democrática.
Cuando publiqué ese libro, la
idea se entendió más como las
virtudes de quienes se dedican a
la política, que como virtudes ciu-
dadanas en general. Hay cosas
muy elementales como el respeto
a los padres y madres, a los
compañeros y compañeras; la
buena educación, que son fun-
"Hay cosas muy elementales como
el respeto a los padres y madres;
la buena educación, que
son fundamentales para
hacer la vida más agradable."
damentales para hacer la vida
más agradable. En Barcelona,
hay en estos momentos una pro-
funda reflexión sobre fenómenos
muy relacionados con el civismo
en el espacio público.
Tampoco estaría mal en estos
momentos mayores dosis de ci-
vismo en el discurso político y me-
diático.
Sí, hay un discurso cada vez más
crispado que incita al odio, a des-
calificar, a tener adversarios.
También leemos ciertos textos con
tintes xenófobos. Todo ello de-
muestra que vivimos en una so-
ciedad muy individualista que
busca el éxito del placer y en la
que no se piensa en los demás.
Quizás falte un mayor compromi-
so de la escuela y la familia en la
formación de valores de convi-
vencia.
La educación ya no está tutelada
por la religión como antes y es
mucho más laxa que en otras
épocas. Se piensa más en trans-
mitir conocimientos que en for-
Nº 54 Abril de 2006 37
 Entrevista
mar personas. El problema para
mí es quién se hace cargo de la
educación en valores. Es una so-
lución a medias lo que se ha he-
cho hasta el momento. De ahí
que ahora se plantee una asig-
natura de educación para la
ciudadanía; pero creo que la
formación es más que eso y que
la tiene que transmitir la escuela
al completo. Todas las democra-
cias liberales tienen pendiente lo
de formar a la ciudadanía.
Este país ha tenido que hacer
frente a un desarrollo económi-
co muy intenso en muy poco
tiempo, y es posible que hayan
primado más los valores mate-
riales e individuales.
El individualismo por sí solo no
es malo, y tiene que ver con el
valor de la libertad que es el
menos discutido, pero tiene
también su perversión. El respe-
to a la libertad de los demás
implica tener en cuenta otros
valores, como la responsabili-
dad; a más libres, más respon-
sables. La responsabilidad pa-
rece que es de muchos pero no
nuestra; la responsabilidad es
un valor que no se inculca, co-
mo no se inculca el sentido de
la convivencia. Pero son valo-
res que no hay que esperar
que se enseñen. Hay que pro-
ponerse trasmitir esos valores y
ni los medios ni el discurso po-
lítico lo hacen y el niño o la ni-
ña no los reciben directamente.
Usted habla de educar para en-
contrar un sentido a la vida,
cuando se ha demostrado que
tener dinero y consumir no hace
felices a los individuos.
El dinero es muy importante pe-
ro seríamos muy egoístas, si nos
quedamos sólo con esos valores
que genera la economía de con-
sumo que poco o nada tienen
que ver con el concepto de per-
sona y humanidad que tradicio-
nalmente se ha ido pensando, ya
que vivimos en comunidad. La vi-
da pública como la vida privada
necesitan de contravalores que
detengan la presencia absoluta
de los valores económicos.
Se produce una pérdida de refe-
rentes al pasar de un sistema
educativo autoritario a otro de-
mocrático. Parece que educar
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"Yo creo que es muy fácil
no educar. El alumnado no espera
que el profesor o la profesora
sea un igual sino que le enseñe
cosas. Es necesario recuperar un
cierto sentido de la autoridad"
bien es muy difícil pero hacerlo
mal es muy fácil.
Yo creo que es muy fácil no edu-
car. Una cosa es proponerse en-
señar matemáticas y otras edu-
car enseñando matemáticas. El
alumnado no espera que el pro-
fesor o la profesora sea un igual
sino que le enseñe cosas. Es ne-
cesario recuperar un cierto sen-
tido de la autoridad. No es bue-
no el modelo de profesorado
autoritario pero la familia y los
docentes deben hacerse respe-
tar por su alumnado y eso hace
necesario un cierto sentido de la
autoridad que no se consigue
autoritariamente.
Hay cierto desánimo en la co-
munidad educativa que quizás
no se corresponde con la ca-
pacidad objetiva del sistema.
Tendríamos que reconocer el in-
menso avance que en el ámbito
educativo se ha producido en
España desde 1970. Estamos
mucho mejor teniendo en cuenta
de donde venimos. El cambio en
la educación ha sido muy impor-
tante y muy rápido. Ha significa-
do un trastorno para todo el siste-
ma; con alumnado de todo tipo;
con estructuras familiares con
déficit. Ésta es una de las causas
de nuestro fracaso en la escuela.
Es un cambio que nos está cos-
tando mucho y que no hemos
acabado de asimilar, de asumir
y gestionar bien. Si la totalidad
de niños y niñas tienen que pa-
sar por la misma educación es
lógico que no tengan las mismas
actitudes, quizás haya que di-
versificar, quizás una formación
profesional un poco antes.
Parece que en el mundo de la
educación juzgamos las dificul-
tades antes de intentar com-
prenderlas, buscamos culpa-
bles, antes de estudiar las cau-
sas del problema.
Leyendo los resultados del infor-
me Pisa que parece ser aquél en
el que todos nos miramos, es
Finlandia el país que mejor pa-
rado sale, a pesar de ser un pa-
ís pequeño. En España podría-
mos aprender de ellos ya que
tenemos la educación muy des-
centralizada. Habría que ir allí a
ver cómo y por qué la carrera de
docente es de las más solicita-
das; tienen un gran prestigio y
no cobran más , además no hay
menos alumnado que aquí.
También es verdad que tene-
mos una generación de jóvenes
que ahora dirigen el tejido pro-
ductivo más preparados que
nunca, a pesar de las inquietu-
des que genera su educación.
Es cierto que tenemos a la ju-
ventud más formada que hemos
tenido nunca. Son la mayoría
pero una minoría que no se co-
rresponda con ese modelo es la
que hace más ruido, pero obvia-
mente hemos progresado mu-
cho. La adolescencia es ahora
una etapa muy larga que se co-
rresponde con un sector muy
consumista que crea rivalidades
con las personas adultas. Una
de las cosas, en la que hemos
actuado mal es que los hemos
sobreprotegido demasiado.
Hay cierta sensación de que se
está condenando a los jóvenes a
un ocio pasivo.
Pero los medios y sobre todo la
televisión pierden atractivo entre
los jóvenes. A la gente no le in-
teresa tanto la política y a los

medios tampoco se les puede
pedir demasiadas profundida-
des; a veces les pedimos más de
lo que pueden dar. La televisión
pública debería ser más pública
y buscar menos la rentabilidad
económica. Y esto todavía no se
ha planteado.
Cambiando de tema, el discur-
so de la igualdad entre hom-
bres y mujeres se abre camino
en la sociedad pero todavía se
leen algunas frivolidades que
indican reticencias por parte de
los hombres.
No se puede frivolizar sobre la
igualdad y menos con cierta
violencia todavía muy entroni-
zada en la sociedad. Al hom-
bre quizás le cuesta encontrar
su lugar y quizás no hemos
pensado que ante un cambio
de modelo, el hombre tiene un
lugar diferente.
Se ha avanzado mucho en lo
más fácil como son los cam-
bios legislativos pero no han
cambiado las mentalidades y
actitudes. Las mujeres siguen
trabajando menos fuera de ca-
sa y todo el trabajo del cuida-
do de cualquier miembro de la
familia sigue recayendo sobre
ellas.
Quizás falte todavía camino
por andar en lo que representa
el feminismo
Efectivamente, el feminismo no
es un asunto de mujeres sino
de interés común y no hemos
conseguido universalizar la
causa feminista. Por otra parte,
hay seguramente ciertos valo-
res que son más femeninos por
lo que se han desarrollado
"Que la pluralidad no nos
lleve al enfrentamiento, sino
que seamos capaces de ver
lo que nos une y no lo
que nos separa."
más, como el valor del cuida-
do. Ya no es sólo la atención a
los hijos e hijas sino también a
los padres y madres y son
grandes valores que deberían
reconocerse socialmente.
Para ir terminando, ¿el conflicto
parece instalarse en nuestra cul-
tura, es así?
Hay que dejar de pensar en
culturas en conflicto, que se
enfrentan. Lo de sociedades
plurales es más ambiguo pero
yo tomaría la máxima de con-
vertir lo plural en uno; que la
pluralidad no nos lleve al en-
frentamiento, sino que seamos
capaces de ver lo que nos une
y no lo que no separa. La dife-
rencia es buena, pero hay que
valorar aquello que nos une.
Finalmente, el anuncio de ETA
de dejar las armas representa
una derrota del totalitarismo y
un avance para la cultura de-
mocrática.
La violencia es lo que confunde
al ser humano con la animali-
dad más baja. Que sea el lo-
gos, el lenguaje, lo que nos
lleve a comunicarnos repre-
senta un avance considerable.
Hay que seguir con el discurso
de las virtudes. Hace algunos
años sonaba raro eso de las
virtudes públicas, pero a mí me
pareció un concepto importan-
te. Se trata de hacer la vida
más agradable, colaborar y
ser mejores ciudadanos y ciu-
dadanas.
José Ramón Martínez.
Barcelona
Entrevista
PERFIL
HUMANO
Mujeres y
virtudes privadas
Le recuerdo a la profesora
Victoria Camps la historia que
circulaba en Barcelona durante
los años de la dictadura para
quienes llegábamos de fuera:
en esta ciudad el aire que se
respira es igual para todas las
personas. Sólo existe una con-
dición: el respeto. Con esas
premisas, muchas personas
encontraban en esta ciudad el
aire de tolerancia y libertad
que se les negaba en otros lu-
gares. De respeto, educación y
ciudadanía, Camps ha refle-
xionado toda su vida, como
una forma de alcanzar la ple-
na ciudadanía.
Sus obras enfatizan el carácter
positivo de virtudes femeninas
generadas por siglos de exclu-
sión y cree en la particular ca-
pacidad de las mujeres para
transformar la política y las
concepciones del trabajo y
ocio. La mujer ha vivido más
cercana a las personas cons-
truyendo una serie de valores
que Victoria Camps ha defini-
do como los del cuidado. Por
ello defiende la necesidad de
que valores como la concilia-
ción, el diálogo y el pragmatis-
mo venzan a las actitudes vio-
lentas y agresivas.
Para la escritora, la educación
es un laberinto necesario que
recorremos a lo largo de nues-
tra vida, desde la infancia hasta
la vejez, defendiendo una edu-
cación para ser personas, para
encontrar un sentido a la vida.
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