Está en la página 1de 1

Autobiografía: “Mi paso por jardín de infantes”

Mi biografía escolar comienza en una escuela público “Dr. Eliseo Cantón” en San Isidro un barrio
de San Miguel de Tucumán.
Recuerdos los primeros días como muy angustiosos, a pesar de que mi hermana comenzaba
conmigo, el separarme de mi madre creaba en mi un agobio irremediable, pero poco a poco me fui
acostumbrando, aunque nunca llegué a llorar ni a patalear, como otros niños que había en mi clase,
porque mi mamá me decía que la tarde pasaría pronto, así poco a poco me fui acostumbrando hasta
que llego el punto que me encantaba ir al jardín. Para entrar a clase nos
disponíamos en filas, íbamos todos con nuestro delantal correspondiente, en el cual teníamos
nuestro nombre bordado, cada uno tenía un archivador y ahí colocábamos nuestros trabajos.
Mi sala estaba dividida en rincones, en uno teníamos las cosas para dibujar, para jugar con plastilina
y pintar, otro rincón era el de la lectura, en el nos sentábamos a leer, un rincón de ciencias, en otro
teníamos los juguetes con un baúl grande donde los guardábamos.
Mi maestra se llamaba Alejandra, era una chica bastante joven, nos trataba con mucho cariño y
siempre nos cantaba una canción y nos contaba algún cuento, los primeros días en los que
estábamos todos muy “asustados”, recuerdo que realizábamos dinámicas de grupo en las que
jugábamos entre nosotros y así me fui familiarizando con mis compañeros. Éramos una clase muy
unida, aunque entre nosotros había algún que otro grupo, siempre jugábamos todos juntos.
Recuerdo que todos los días la profesora nos animaba a escribir nuestro nombre y yo siempre
miraba mi archivador e intentaba copiarme un poco de lo que veía. Aprendimos a leer con un libro
que enseñaba las letras, una vez al día, la profesora nos llamaba a su mesa uno por uno para leer con
ella únicamente. Todos los días salíamos al patio, a la parte trasera de nuestro edificio, en cuya
pared, había dibujada una gran selva con animales, allí jugábamos a “color color”, así poco a poco
fuimos aprendiendo los colores y los animales. Para aprender a contar utilizábamos unas bolitas,
la profesora nos iba explicando poco a poco y dándonos y quitándonos bolitas, a su vez lo escribía
en la pizarra y nosotros íbamos interpretándolo.
Recuerdo mucho los castigos, en los que la maestra nos ponía apartados del grupo y sentados en una
mesa, allí pasábamos un ratito hasta que nos calmábamos y volvíamos a nuestro sitio. En los
recreos, salíamos al patio y jugábamos a las escondidas, también a la mancha, y las niñas siempre
terminábamos jugando a las cocinitas y a juegos relacionados con las tareas domésticas y las
mamás. Los niños en cambio siempre jugaban a juegos de deporte y nunca vi en los profesores
ninguna intención de que cambiásemos los papeles.

También podría gustarte