LOS DIOSES RECOSTADOS
..Por todas partes las estatuas de Budha, de Lord
Buda... Las severas, vertcales, carcomidas estatuas,
con un dorado como de resplandor animal, con una
disolucién como si el aire las desgastara... Les brotan
en las mejillas, en los pliegues de la tinica, en codos
‘yombligos y boca y sonrisa, pequefas maculas: hongos,
porosidades, huellas excrementicias de la selva... O
bien las yacentes, las inmensas yacentes, las estatuas
de cuarenta metros de piedra, de granito drenero, péli-
das, tendidas entre las susurrantes frondas, inespera-
das, surgiendo de algin rincén de ta selva, de alguna
circundante plataforma... Dormidas 0 no dormidas,
alli evan cien aios, mil ais, mil veces mil ais:
ero son suaves, con una conocida ambigidedad metate-
rrena, aspirantes a quedarse y a irse... Y esa sonrisa
de suavisima piedra, esa majestad imponderable hecha
sin embargo de piedra dura, perpetua, a quién sonrien,
‘a quiénes, sobre la tierra sangrienta?... Pasaron las
‘campesinas que huian, los hombres del incendio, los
‘guerreros enmascarados, los falsos sacerdotes, los de-
Vorantes turistas... Y se mantuvo en su sitio la estatua,
lainmensa piedra con rodillas, con pliegues en la tinica
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de piedra, con ta mirada perdida y no obstanteexisten-
‘ey enteramente inkumana y en alguna forma también
Jumana, en alguna forma o en alguna contradicein
‘statuaria,siendo y no siendo dios, siendo y no siendo
Piedra, bajo el granizo de las aves negras, entre el
aleteo de las aves rojas, de las aves de 1a selva
De alguna manera pensamos en los terribles Cristos
esparioles que nosotros heredamos con llagas y todo,
con piisulas y todo, con etcatrices y todo, con ese
olor a vela, a humedad, a pieca encerrada que tienen
las iglesias... Es0s Cristas también dudaron entre ser
hombres y dioses... Para hacerlos hombres, para apro-
sximarios mas a tos que sufren, alas parturientas y a
los decapitados, a los paraliticos y a tos avaros, «@
la gente de iglesias y a la que roded las iglesias, para
‘hacerlos humanos, fs estatuarios fos dotaron de horr-
pilantes lagas, hasta que se convirié todo aguello
en la religion del suplici, en el peca y sujre, en et
ro pecas y sufres, en el vive y Sufte, sin que ninguna
escapatoria te librara... Aqut no, aqui fa paz llegé
4 la piedra... Los estatuarias se rebelaron contra los
ctinones del dolor y estos Budhas colosales, con pies
de dioses giganies, tienen en el rosiro una sonrisa de
piedra que es sosegadamente humana, sin tanto sufr-
imiento... ¥ de ellos mana un olor, no a habitacién
‘nuerta, no a sacristiay telaraias, sino a espacio vege:
tal a rifogas que de pronto caen huracanadas, con
pluonas, hojas, polen de la infnia selva.
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