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Es una corriente artística no racional, una de las vanguardias de los primeros años del siglo

XX, que se basa en una rebelión contra las normas y la lógica. Se origina en el año 1916 en
un hotel de Zurich de la mano del poeta Tristan Tzara, en el que coinciden gentes de lo más
variopinto, como artistas de vanguardia, exiliados políticos, desertores, etc. Es el
movimiento de ruptura más radical del arte contemporáneo, ya que niega el valor del
propio arte. En su fundación confluyen la decepción ante la situación mundial, el
desencanto personal de una serie de pintores escasamente considerados y el deseo de
llevar a la pintura la destrucción que asolaba Europa.

Con Dada entramos en el terreno de lo irracional y lo ilógico. Las armas de los dadaístas
fueron la gratuidad de los actos, el humor, el valor del azar, la provocación y el escándalo,
negando el valor del arte como un objeto valioso, ya que cualquier cosa puede convertirse
en objeto artístico. Niegan la belleza de las obras de arte, consideradas como eternas, son
contrarios a los valores universales, defendiendo lo espontáneo y lo aleatorio, pero sobre
todo la individualidad absoluta del artista.

Marcel Duchamp, fue un pintor dadaísta francés, que desde Nueva York reivindica lo
absurdo de sus creaciones, como expresión de un estado de ánimo negativo frente a la
destrucción de la Gran Guerra. Fruto del desencanto personal ante la política absurda de los
países beligerantes, Duchamp, lo mismo que otros artistas dadaístas, toma como modelo el
lema de Bakunin que, en el campo artístico defendió la teoría de que “la destrucción
también es creación”.

Duchamp defiende que es necesario “desaprender” a pintar y difunde sus teorías del “ready
made”, es decir dar a conocer los objetos encontrados, objetos corrientes y vulgares,
elevándolos a la categoría de los objetos artísticos por propia voluntad. Utiliza objetos
cotidianos, como botelleros, urinarios, chocolateras, etc., para descontextualizarlos y
elevarlos a categoría de obra de obra de arte. En la obra escultórica llamada “La fuente”,
nos presenta un urinario del revés, un objeto utilitario cotidiano, cuya peculiaridad es
colocarlo en un contexto especial, en un museo. Supone una clara ruptura con el arte
tradicional, en clara sintonía con sus teorías irracionalistas.

Cuando en 1917, Duchamp presento en el Primer Salón de los Independientes de Nueva


York su urinario de loza bien colocado al revés, consiguió crear un emblema histórico, pues
muchos artistas surrealistas posteriores, empezaron su carrera imitando este tipo de
acciones de ready made, buscando al igual que Duchamp provocar un escándalo entre los
espectadores. En realidad, el artista, no crea un estilo, sino que adopta una actitud
espiritual, aunque no debemos olvidar que en su afán por llamar la atención y provocar,
llego a poner bigotes a la Gioconda, ya que la provocación es consubstancial al dadaísmo.
Tal vez el valor que el movimiento aporta a la historia del arte es el cuestionarse que es el
arte en todo momento, haciendo que el artista constantemente se replantee este aspecto,
interrogándose a si mismo y al resto de la sociedad.

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