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Mitos

El cosmos.

El cosmos yanomami está formado por cuatro capas que yacen horizontalmente y
relativamente cerca una de la otra. Las capas se comparan a un "plato": ligeramente curvo,
redondeado, delgado, rígido y con una superficie inferior. En estas regiones suceden hechos
misteriosos y estan habitadas por espíritus. La capa superior se llama "DUKU KÄ MISI"
en ella han ocurrido muchas cosas que han "caido" a la capa inferior. No tiene un papel
muy importante en la vida de los yanomami. La capa siguiente, llamada "HEDU KÄ
MISI" es parecida a la Tierra. Su capa superior es invisible, tiene árboles, cultivos, aldeas,
animales y plantas y en ella viven las almas de los difuntos. Todo lo que existe en la tierra
existe también en este nivel. La superficie inferior de esta capa es el cielo que ve el
yanomami. El yanomami vive en la capa que se llama "HEI KÄ MISI", nivel que se creo
cuando un pedazo de "hedu kä misi" se rompió y cayó. Finalmente está la capa inferior
llamada "HEI TÄ BEBI", zona casi yerma en la que vive una variante de yanomami;
caníbales despiadados que capturan las almas de los niños y se los comen.
Los orígenes

Se explican a través del mito de "La sangre de la Luna". Una vez una gente creyó que era la
sangre de la Luna. La Luna fue un hombre malo que comió a su hija. La gente buena
disparó al cielo y le flechó el pecho. De las gotas de la sangre de la Luna vienen los fieros
yanomami. Las mujeres se originaron a partir de una fruta llamada "wabu". Un hombre
arrancó una fruta e inmediatamente se convirtió en una mujer, esta mujer engendró
abundantes hijas que a su vez tuvieron descendencia, por eso existen gran número de
yanomamis.

El hombre jaguar

El jaguar es una bestia temida que mata y come a los hombres. Es un diestro cazador
comparado al guerrero yanomami. El jaguar se convierte en un hombre que devora a los
yanomami (canibalismo).

 
El dueño del fuego.

Leyenda yanomami. Venezuela.

Cerca de donde nace el Orinoco vivía el Rey de los caimanes llamado Babá. Su esposa era una
rana grandota y juntos, tenían un gran secreto ignorado por los demás animales y los hombres.
Estaba guardado en la garganta del caimán Babá. La pareja se metía en una cueva y amenazaban
con la pérdida de la vida a quien osara entrar, pues decían que dentro había un dios que todo lo
devora y sólo ellos, reyes del agua, podían pasar.
 
Un día la perdiz, apurada en hacer su nido, entró distraída en la cueva. Buscando pajuelas
encontró hojas y orugas chamuscadas, como si el fuego del cielo hubiera estado por ahí. Probó las
orugas tostadas y le supieron mejor que cuando las comía crudas. Se fue aleteando a ras del suelo
para contarle todo a Tucusito, el colibrí de plumas rojas. Al rato llegó el Pájaro Bobo y entre los tres
urdieron un plan para averiguar cómo hacían la rana y el caimán para cocer tan ricas orugas. Bobo
se escondió dentro de la caverna aprovechando su obscu;ro plumaje. La rana soltó las orugas que
traía en la boca al tiempo que Babá abría la suya, que era tremenda, dejando salir unas lenguas
rojas y brillantes. La pareja comía las orugas sin percatarse de Bobo, tras lo cual, se durmieron
satisfechos. Entonces, Bobo salió corriendo para contarles a sus amigos lo que había visto.
 
Al día siguiente se pusieron a maquinar cómo arrebatarle el fuego al caimán sin quemarse ni ser la
comida de los reyes del agua. Tendría que ser cuando éste abriera la tarasca para reír. En la tarde,
cuando todos los animales estaban bebiendo y charlando junto al río, Bobo y la perdiz colorada
hicieron piruetas haciendo reír a todos, menos a Babá. Bobo tomó una pelota de barro y la aventó
dentro de la boca de la rana, que de la risa pasó al atoro. En el momento que el caimán vió los
apuros que pasaba la rana, soltó la carcajada. Tucusito, que observaba desde el aire, se lanzó en
picada, robando el fuego con la punta de las alas. Elevándose, rozó las ramas secas de un enorme
árbol que ardió de inmediato. El Rey caimán exclamó que si bien se habían robado el fuego, otros
lo aprovecharían y los otros animales arderían, pero Babá y la rana vivirían como inmortales donde
nace el gran río. Dicho esto, se sumergieron en el agua y desaparecieron para siempre.
 
Las tres aves celebraron el robo del fuego, pero ningún animal supo aprovecharlo. Los hombres
que vivían junto al Orinoco se apoderaron de las brasas que ardieron durante muchos días en la
sequedad del bosque, aprendieron a cocinar los alimentos y a conversar durante las noches
alrededor de las fogatas. Tucusito, el pájaro Abobo y la perdiz colorada se convirtieron en sus
animales protectores por haberles regalado el don del fuego.
 

LENGUAS

kamijə-ny sipara ja-puhi-i


1sg-ERG axe 1sg-want-DYNAMIC
'Yo quiero un/la hacha'

Incorporado:

kamijə-ny ja-sipara-puhi-i
1sg-ERG 1sg-axe-want-DYN
'Yo quiero [esa], el hacha'

Las frases relativas se forman con un sufijo relativizador al

hombre-ERG tapir matar-REL comer-COMPL


'el hombre que mató el tapir lo comió'

El Sanuma posee además un pronombre relativo ĩ.

[editar] Sintaxis

 Tipología lingüística. Tipológicamente las lenguas yanomamas tienen un orden


básico SOV, fuertemente sufijantes, y predominantemente con marcaje de núcleo
con algunos rasgos de marcaje de complemento sintáctico. Desde el punto de vista
morfológico son lenguas altamente polisintética.
 Alineamiento morfosintáctico. Las lenguas yanomamas tienen un alineamiento de
tipo ergativo-absolutivo lo que significa que el sujeto de un verbo intransitivo se
trata análogamente al paciente objeto de un verbo transitivo, mientras que el sujeto
agente se marca de manera diferente mediante caso ergativo. La marca de caso
ergativo es -ny. El verbo tiene marcas de concordancia con sujeto y objeto.

[editar] Véase también


O

Los tejidos blandos (chinchorros, hamacas, bolsos,


bandas porta-bebé, vestidos y guayucos

CERAMICA: TAPARAS
Los yanomami presentan una especial importancia etnográfica por el hecho de ser
un pueblo indígena que ha logrado vivir en armonía con su ambiente, que respetan la
naturaleza, que no producen basura, que no contaminan y que son autosuficientes.

Forman parte de los últimos reductos humanos que continúan viviendo según los dictados
de los pueblos prealfabetizados. Actualmente se encuentran seriamente amenazados por la
globalización y la transculturación. Esto es debido a los fenómenos clásicos de la invasión
colonial: conversión religiosa, asimilación de roles inferiores respecto a una cultura
superior y despoblación por las enfermedades que los colonizadores llevaron consigo. Al
no poder combatir con eficacia ninguno de estos factores, su estilo de vida tradicional
puede verse irremediablemente afectado en menos de una década si no se toman las
medidas necesarias.

Alrededor de 20.000 individuos que integran los yanomami viven desperdigados por la
selva tropical, en aldeas separadas por muchos kilómetros de tierra deshabitada. Alrededor
del 70 por ciento de esta población ocupa el sur de Venezuela, mientras el resto se
distribuye por zonas adyacentes a Brasil, en concreto en una zona que comprende parte del
estado de Roraima y del Amazonas.

Las comunidades Yanomami se concentran en la zona de la cuenca del río Mavaca, en los
afluentes del Orinoco, en la Sierra Parima

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