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Cronica Con El Barro Hasta Las Rodillas
Cronica Con El Barro Hasta Las Rodillas
Eran las 6:30 de la mañana de aquel jueves, una suave brisa recorría
el par de calles que conforman la vereda de San Marcos, a escasos 30
minutos de Santa Ana. Esperábamos algún vehículo que nos llevara
hasta Colombia. De repente los campesinos aparecían poco a poco y
se apostaban al borde de la vía principal, cargaban cajas, bultos,
quizás de aliño o de frutas, también los resultados del ‘hornijo’, es
decir, pan, cucas, biscochos… y otros productos que comercializan u
obsequian en el pueblo. Era curioso, el que iba saliendo se hacía cada
vez más arriba del otro, como para asegurar su puesto en el primer
carro que bajara.
Ellos más que nadie saben lo que cuesta llegar a Colombia o salir de
Santa Ana y sus veredas. Aquella mañana la incertidumbre se
apoderaba de todos porque la noche anterior cayó una pequeña
llovizna. La lluvia, aunque es indispensable para sus cultivos, es la
peor enemiga para su transporte. Cuando llueve los terrenos se
deslizan y taponan las carreteras, o estas mismas se hunden.
Pasaron unos pocos minutos después de las siete, cuando una
camioneta roja apareció. La conducía Oscar, un joven cercano a los
24 años de edad, más adelante descubriríamos que era un experto al
volante. El viaje era ameno para aquellos que acostumbran a bajar al
pueblo, pero magnífico para quienes visitaban por primera vez
aquella zona. El paisaje era formidable.
Es que Santa Ana es otro San Agustín, sólo que al otro extremo del
Huila y completamente desconocido. Jairo Chamorro, el presidente de
la Junta de Acción Comunal de la inspección asegura que ellos tienen
más cantidad de estatuas que en San Agustín, aunque en éste último
sean de mayor tamaño y bien conservadas. Los campesinos han ido
encontrando en sus fincas estatuas, herramientas de caza, algunas
piezas en oro, cerámicas con grabados muy finos. Tiempo atrás los
pobladores tomaban las estatuas talladas en piedra como
herramienta para sacarle filo a los cuchillos.
‘A cruzar el río’
¡Vuelve y juega!