Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Por otra parte, era característico del sistema inquisitivo consagrado en Código de
Enjuiciamiento Criminal que los aspectos fundamentales del proceso penal estaban
bajo la responsabilidad de una sola persona que era el juez. Era el juez quien iniciaba
el juicio, investigaba en el sumario (fase de la investigación de los hechos que se
realizaba casi en secreto y a espaldas del propio acusado), dirigía el debate en el
plenario (fase en que, teóricamente, el acusado podía enterarse de su situación) y,
finalmente, sentenciaba.
Además de esto, en el Sistema Inquisitivo el juicio se desarrollaba de manera escrita
principalmente, debido a que, la escritura dominaba la totalidad de los actos, lo cual
anulaba el aspecto humano y sensitivo que debe regir todo proceso penal. Por otra
parte, Morales, (2006:7); consideraba que se debía observar que: “el Sistema
Inquisitivo es propio de los países que se corresponden con el autoritarismo,
completamente contrarios a la democracia”.
En lo que respecta a este tenor la autora Yincón (2000:45-46) afirma que “al estar la
justicia penal sustentada en el modelo inquisitivo, el acceso a ella era de carácter
selectivo, con lo cual se intensificaba la desigualdad de los ciudadanos ante la
aplicación de la justicia penal”. Aunado a ello, el sistema inquisitivo se caracterizó
por la inobservancia de la normativa en su práctica lo que condujo a un total irrespeto
en lo que a la defensa del imputado se refiere, sumado al hecho de que era una
justicia extremadamente lenta y dependiente de los órganos de la policía judicial que
decían actuar como órganos auxiliares de la administración de justicia.
Ahora bien, con la adopción del modelo acusatorio, tras la promulgación y posterior
entrada en vigencia del Código Orgánico Procesal Penal (C.O.P.P.).Venezuela se
adapta a las formas modernas de administrar justicia, de esta manera lo expresaba
Yincón, (2000:42): “la justicia se constituye fundamentalmente en un importante
valor de orden social y político, garantizado y reconocido por el Estado de Derecho
en la medida en que se cumplan los principios de libre acceso a la jurisdicción,
transparencia, igualdad, independencia, celeridad, eficacia, así como todos aquellos
axiomas que traducen ideales democráticos”.
Este nuevo instrumento penal adjetivo venezolano, recoge una serie de garantías
jurídicas cuya finalidad principal es asegurar el respeto de los derechos humanos de
las personas que se hallen bajo proceso judicial y en concordancia con los
compromiso internacionales que sobre esta materia el estado Venezolano había
venido asumiendo a través de la suscripción de pactos y tratados internacionales y
que debían pasar a formar parte el ordenamiento jurídico interno.
Por lo tanto, Morales, (2001:127) indicaba que: “el Código Orgánico Procesal Penal
prevé al establecer una serie de principios y garantías procesales, aquellas situaciones
en las cuales pudiera estar en juego el respeto de los derechos humanos de las
personas procesadas ante una actuación determinada”.
Así mismo El Código Penal adjetivo Venezolano de finales del siglo pasado
(C.O.P.P.), plasmó en sus normas un conjunto de principios y garantías judiciales
esenciales reconocidas internacionalmente, que pudieran avalar un proceso penal
justo, no sólo para el imputado sino también para la víctima: la participación
ciudadana en la administración de justicia, la autonomía e independencia de los
jueces, la garantía de ser juzgados por jueces naturales, la presunción de inocencia, el
principio de afirmación y respeto de la libertad y, en fin, toda una serie de derechos
que perfilan el sistema acusatorio venezolano como principista y garante efectivo de
los Derechos Humanos.
Con la publicidad, se extingue uno de los elementos más nocivos que presentaba el
sistema inquisitorio presente en el Código de Enjuiciamiento Criminal como lo era
el secreto sumarial, que permitía la confección del hecho punible sin ningún
conocimiento por parte del entonces indiciado.
Es por ello, expresa Morales, (2006: 12) que: “la oralidad en el sistema acusatorio
cuya significación radica en que la misma, garantiza la transparencia durante el
desarrollo del juicio, debido a que las partes del proceso pueden conocer de manera
directa lo que se decide en su contra; además garantiza seguridad jurídica a las partes,
pues sólo podrán apreciarse las pruebas que sean incorporadas en la audiencia oral y
pública”.
En otro orden de ideas, hay que mencionar que en lo que respecta a las pruebas, el
Código de Enjuiciamiento Criminal, establecía taxativamente cuáles eran las pruebas
y el valor que cada una tenía, cercenándose la libre interpretación a través de la sana
critica que podía hacer el juez de cada una de las pruebas. Mientras que en el sistema
actual, se rige por el método de la sana crítica que como su nombre lo indica le
permite al juez tener la libertad suficiente para analizar el valor y el alcance de cada
una de las pruebas.
Bajo este tenor, hay que acotar que con la llegada del C.O.P.P. se implantó la
posibilidad de los modos alternativos para la resolución del conflicto, alternativa no
prevista en el Código de Enjuiciamiento Criminal.
Por tanto, con el pase del sistema inquisitivo al sistema acusatorio, el Estado
venezolano ha buscado dignificar el juzgamiento del ciudadano en conflicto con la
ley penal, al mismo tiempo que este nuevo sistema le ha abierto a la victima la
posibilidad de ser oída y de ser respetada. También se ha buscado con la instauración
del C.O.P.P. que exista imparcialidad en el debate claridad y celeridad en el mismo y
que jueces puede vigilar correctamente la aplicación de la pena entre otros aspectos.
En primer lugar sería La Única instancia. No tendría sentido que el tribunal superior
revisara con base en la lectura de antecedentes, la apreciación de la prueba rendida
ante un tribunal colegiado que la ha presenciado directamente.
Ahora bien, de conformidad con los artículos 22 y único aparte del 512 de la
Ley Adjetiva penal, están contemplados los sistemas que debe utilizar el juez al
valorar las pruebas que se presenten dentro del proceso penal, con lo cual el juez tiene
libertad para apreciar las pruebas, pero debe explicar las razones que lo llevan a tomar
la decisión.
El momento en que hay que darle el necesario soporte racional al juicio que se realice
sobre dicha prueba.
El primer aspecto sobre la prueba (aspecto subjetivo) no es controlable, ni en
apelación, ni en amparo, pero no porque la convicción del Tribunal tenga un carácter
libre y absoluto, sino porque, sencillamente, sería imposible entrar a enjuiciar el
sentido íntimo que el juzgador le ha dado a una determinada actitud; a las
manifestaciones ante él realizadas por el acusado, un testigo, un perito, facultativo o
experto, de acuerdo a esa inmediación que se manifiesta al estar en contacto directo
con las pruebas cuando se está realizando el juicio oral. El juez tiene la libertad para
apreciar las pruebas, pero debe explicar las razones que lo llevan a tomar esa
decisión, bien sea condenando o absolviendo.
Es claro, entonces, que una cosa son los sistemas de libre convicción razonada y legal
o tarifado, y otra el método de la sana crítica en la cual debe aplicarse las reglas de la
lógica para llegar a una conclusión, método éste que debe emplearse en los dos
sistemas aludidos.
El artículo 44 (ahora 24) de la Constitución, dispone que en los procesos penales las
pruebas ya evacuadas se estimaran, en cuanto beneficien al reo conforme a la ley
vigente para la fecha en que se promovieron.
Aplicar el sistema legal o tarifado para este asunto es lógico, puesto que la causa se
sustanció a través de un sistema inquisitivo escrito. Sería violatorio del principio de
igualdad, si habiéndose buscado y realizado las pruebas a través del sistema
inquisitivo, que impide la defensa durante tales operaciones, tomándose el Estado a
través de la policía todas las prerrogativas del sumario y practicando las pruebas a la
espalda de los procesados, luego, en el plenario se le dé total libertad al juez, para
apreciar o valorar dichas pruebas a través del sistema de la libre convicción. Por un
lado el Ejecutivo a través de la policía practica las pruebas en el sumario, sin control
alguno, y por el otro, el Poder Judicial a través de los tribunales, aprecian dichas
pruebas sin las garantías del control legal. Esto, sin duda alguna, violenta el principio
de la igualdad que debe prevalecer en todo juicio puesto que el Estado, a través de
dos de sus órganos, se atribuye todas las funciones del proceso, relegando la defensa
a una función meramente formal.
Conclusión
Una de las conquistas más importantes para la justicia venezolana fue la instauración
del sistema oral, en el cual la fase preparatoria se limita a pesquisar y precisar las
pruebas a presentar en una audiencia que debe ser oral y pública. Esta característica
trae consigo la inmediación, la identidad del juzgador, la contradicción, la
concentración y la publicidad, garantías sin las cuales no se podría hablar de debido
proceso.
Caso en el cual cuando estaba en vigencia del Código de Enjuiciamiento Criminal, el
sumario y la actividad sumarial era lo fundamental en el sistema inquisitivo, sumario
que se convirtió en la médula del proceso penal. El proceso penal a su vez se dividió
en dos etapas: el aludido sumario y el plenario, así que teóricamente quien era
procesado y su defensa, que no podían actuar durante el sumario por su condición de
secreto, actuarían entonces en la segunda etapa: en el plenario. Pero sucede que los
que tuvimos experiencia práctica en relación a este sistema, constatamos que el
plenario era una etapa totalmente inútil, llena de formalismos vacíos.
Se decía, sobre todo por aquellos que abogaban por simples reformas al Código de
Enjuiciamiento Criminal en vez de su erradicación total, que esta falla en el plenario
se debía a la incompetencia de los operadores del proceso. No, la inutilidad del
plenario obedecía a la ideología dominante que hacía del sumario la fase principal de
todo el proceso. Sus notas de secreto y de estar en manos exclusivas del Estado
(principalmente del órgano policial) limitaba en forma grave el derecho a la defensa.
Respondía al antiguo esquema de fortalecer la función de instrucción con una
injerencia enorme del Poder Ejecutivo (con sus policías). De esta manera era doble el
riesgo, así como lo comenta Zaffaroni, (1986, 156) “se lesionaba el derecho de la
defensa y se desequilibraban los poderes del Estado republicano a favor del Poder
Ejecutivo, y en detrimento obviamente del Poder Judicial”.
Por otra parte y gracias a la entrada en vigencia del Código Orgánico Procesal Penal y
de esa necesidad de devolverle a la justicia penal su sentido democrático, el proceso
penal se ha venido construyendo no como un simple modelo de represión, sino como,
un conjunto de reglas, que preservando las garantías procesales, le permitan al juez
conocer la verdad de los hechos, y aplicar las normas que correspondan, según la ley
y el derecho. Toda esta situación que se ha venido narrando fue lo que impulso a la
legislación procesal venezolana a sustituir ese sistema de enjuiciamiento totalmente
inquisitivo.
Bibliografia
ROSELL, J. (2007). Las Desventuras del Copp. Instituto de Estudios Jurídicos del
Estado Lara. Barquisimeto.
LEYES