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En el Señor de las Moscas, se sitúa en tiempos de la II Guerra Mundial, un avión se estrella

contra una isla paradisiaca. Este avión transportaba decenas de niños británicos de entre
los seis y los once años, y tras el accidente, ningún adulto sobrevive, con lo que los niños
han de buscarse la vida por sus propios medios, y establecer una sociedad provisional a la
espera de un rescate por parte de “los mayores”.

Los niños se comportan tribalmente al verse extraídos violentamente de las represiones de


la civilización. Su pulsión de muerte será mayor y su tótem sagrado y aterrador será el
Señor de las Moscas (sobrenombre de Belcebú), una cabeza de un jabalí muerto, cuya
sangre es el exquisito festín para las moscas.

 La historia comienza cuando en la isla desierta, los niños empiezan a organizarse y a
colaborar entre sí. Civilizada y democráticamente, eligen un líder, Ralph, para que se
encargue de cuidar la fogata que será la forma en que los encuentren y los rescaten.

      Ralph descubrirá que Piggy, el muchacho gordo y de anteojos que la mayoría rechaza es
todo un intelectual, y es con su consejo que intenta gobernar a su grupo con sabiduría y
con verdadero sentido común, estableciendo las prioridades según las condiciones
actuales.

    Sin embargo, la paz no podía durar demasiado. Jack es un niño carismático y valiente que
decide que lo más importante es jugar y cazar, y que pensar en formas de llamar la atención
para ser rescatados no tiene sentido, pues el mundo de los adultos, ese mundo del que han
sido maravillosamente extraídos está lleno de represión. Su verdadera búsqueda es la
libertad.

    Estas dos fuerzas se enfrentan y la tensión va aumentando hasta que Ralph y Piggy se
convierten en las víctimas de una tribu hambrienta y enfurecida, manipulada por Jack, y son
transformados en verdaderas piezas de caza.

    Es una alegoría de nuestra sociedad y de nuestra naturaleza, para comprobar que el ser
humano en libertad total desarrolla instintos salvajes y cae en el caos y la anarquía, es tal
vez una posición muy pesimista, que se puede discutir, pero que sin duda hace reflexionar.
Por otro lado, el miedo se va apoderando de los habitantes de la isla: los más
pequeños gritan. Pesadillas, sueños entrecortados, un temor indefinible frente a
las fuerzas ciegas de la naturaleza, frente a la soledad. Se habla de una bestia
que se esconde entre los árboles de la selva: de una bestia que sale del mar
inmenso, que disipa toda esperanza de salvación.

Perdería encanto contar aquí cómo termina la historia, y a qué se debe el título del
libro; pero a medida que avanza la historia, la acción aumenta dramáticamente y
desemboca en un final que nos obliga a reflexionar y a preguntarnos cuáles fueron
las causas reales de la transformación de este grupo de niños londinenses. ¿La
naturaleza humana nos orilla a regirnos por nuestros instintos?

En un mundo donde las normas son quebrantadas y los valores morales se


tergiversan por carecer de una aplicación práctica, este grupo de niños se enfrenta
a su propia naturaleza, misma que, ante una circunstancia diferente y repentina,
los transforma radicalmente. Durante la violenta disputa por el poder se confrontan
interiormente cada uno de los personajes. Reflexionan y se plantean
temerosamente hasta qué punto se debe jugar con la muerte en un orden social
diferente y en constante crecimiento.

El señor de las moscas es una de las novelas clásicas de la literatura inglesa.


Cuando comiences a leerlo te atrapará rápidamente; pero no olvides que lo más
importante es la interpretación que tú hagas. Trata de adivinar la intención del
autor, eso es fundamental.

El señor de las moscas también está disponible en video, solicítalo en el videoclub


que frecuentes. La película también es maravillosa.

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