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Los primeros estudios fueron realizados fundamentalmente por médicos, los que
comenzaron a aportar elementos que posibilitaron sentar las bases posteriores para llegar
a la definición de esta entidad.
Así, aproximadamente en el año 500 AC., el griego Alemaeón de Grotón aludió que el
órgano del cuerpo donde se captaban las sensaciones, se generaban ideas y permitía el
conocimiento, era el cerebro; su idea con algunos desaciertos, pero con la agudeza de
descubrir la importancia de dicho órgano.
Años más tarde, Hipócrates, retomó y desarrolló esta idea y opinó que los desórdenes
mentales eran resultado de enfermedades del cerebro e intentó explicar de forma
coherente todas las enfermedades a partir de causas naturales e hizo mención de la
Anencefalia y de otras malformaciones craneales asociadas al Retraso Mental.
Antes de desarrollar este trabajo, es preciso recalcar que las personas con retraso mental
tienen un mayor riesgo que la población general de sufrir abusos fiscos, sexuales, o
robos, entre otros (Williams, 1995), teniendo esto una gran importancia como psicólogos y
como trabajadores de la salud mental y la integridad de las personas.
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Retraso Mental (RM): Generalidades
Concepto:
Se ha tomado como definición de Retraso Mental (RM) a los datos aportados por la OMS
y por Comisiones Internacionales dedicadas exclusivamente a esta patología. Todas las
definiciones coinciden en varios puntos que denotan la clara inclinación estadística de sus
diagnósticos. De este modo, si seguimos las definiciones planteadas por los manuales
estadísticos diferenciales el concepto diagnóstico del retraso mental (RM), está
constituido por bajo CI y déficits adaptativos, y fue desarrollado por la Asociación
Americana de Retraso Mental en 1992, y en la DSM-IV dentro de los Trastornos de inicio
en la infancia, niñez y adolescencia. Actualmente se enfatiza la idea de que el retraso
mental no es una característica innata de un individuo, sino el resultado variable de la
interacción entre las capacidades intelectuales de la persona y el ambiente, es decir, la
concepción actual se ajusta a un modelo biopsicosocial.
De este modo, se observa que para esta concepción del Retraso Mental, sería una
limitación general para el desenvolvimiento corriente (FEAPS. 2001) y se caracterizado
por un funcionamiento intelectual o cognitivo significativamente inferior a la media (criterio
estadístico), que tiene lugar junto a limitaciones asociadas en dos o más de las siguientes
áreas de habilidades adaptativas: comunicación, cuidado personal, vida en el hogar,
habilidades sociales, utilización de la comunidad, autogobierno, salud y seguridad,
habilidades académicas funcionales, ocio y trabajo (Joan J. Muntaner).
Según el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Metales (DSM-IV) citado por
Vallejo Ruiloba, es justamente la capacidad intelectual inferior a un promedio establecido
con un CI aproximado de 70 o inferior y que se acompaña con limitaciones adaptativas
igualmente descriptas por Muntaner.
Tenemos que remontarnos al año 1921 para encontrar la primera edición de su manual
sobre la definición del retraso mental (realizado junto con el Comité Nacional para la
Higiene Mental). Desde aquella primera edición se han publicado nueve más (1933, 1941,
1957, 1959, 1973, 1977, 1983, 1992 y 2002), siendo la actual, vigente desde 2002, la
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décima edición. Podríamos hablar de que cada década de nuestro siglo ha contado con la
influencia de uno de estos manuales clasificatorios y, con cada nueva edición de los
mismos, la definición iba puliéndose y enriqueciéndose en matices. Con ello queremos
evidenciar que, lejos de tratarse de trabajos que anulaban a los inmediatamente
anteriores, se trataba de una tarea en la cual los manuales anteriores servían como base
y punto de partida para una mayor y mejor comprensión del retraso mental que iba
ganando en claridad, amplitud y delimitación. (AAMR, Verdugo, M.A. y Jenaro, C.)
Sólo dos años después (1959) la quinta edición incluye otro notable avance en el
concepto, la introducción formal de un criterio de conducta adaptativa en la definición.
Junto con la elevación del límite de CI a una desviación típica de la media
(aproximadamente un CI de 85), al cual se renunciará en la edición siguiente, supone el
cambio hacia las nuevas concepciones, donde el desempeño personal ya no se ubica
exclusivamente en el rendimiento ante pruebas estandarizadas y una etiología
determinada, sino que comienza a tenerse en cuenta la capacidad personal de adaptarse
a las condiciones que le impone el medio en que se desenvuelve. Podríamos hablar de
que se imprime un carácter "ecológico" a la definición del retraso mental. Desde este
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momento podemos hablar de que la definición está "casi a punto". En posteriores
ediciones sólo habrán matizaciones terminológicas (se añade el término
"significativamente" en la frase "funcionamiento intelectual general inferior a la media"), se
da un carácter "orientativo" al límite del CI que puede complementarse con otras
evaluaciones clínicas poniendo el CI de 75 como barrera) o se amplía el límite de edad
para la aparición del proceso etiológico detonante de los 16 a los 18 años. (AAMR,
Verdugo, M.A. y Jenaro, C.)
Es Vallejo también quien cita a los aportes realizados en 1992 por Luckasson y cols., de
la AAMR que amplían el concepto de Retraso Mental con una serie de aportaciones
fundamentales que van a suponer un cambio de paradigma:
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Descripción Clínica del RM:
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Retraso Mental – CIE 10:
F7x.1 Con deterioro del comportamiento importante que requiere atención o tratamiento
Para un diagnóstico definitivo debe estar presente un deterioro del rendimiento intelectual,
que da lugar a una disminución de la capacidad de adaptarse a las exigencias cotidianas
del entorno social normal. Los trastornos somáticos o mentales asociados tienen una gran
repercusión en el cuadro clínico y en el rendimiento. La categoría diagnóstica elegida
debe, por tanto, basarse en la evaluación de la capacidad global, al margen de cualquier
déficits de un área o de una capacidad concreta. A continuación, y a modo de una guía
que no debe ser aplicada de una manera rígida debido a los problemas de la validez
transcultural, se mencionan los cocientes intelectuales (CI) correspondientes a cada
categoría. Estas son divisiones arbitrarias de un espectro complejo y no pueden ser
definidas con absoluta precisión. El CI debe determinarse mediante la aplicación
individual de test de inteligencia estandarizados y adaptados a la cultura del enfermo. Los
test adecuados deben seleccionarse de acuerdo con el nivel de funcionamiento individual
y las invalideces concretas adicionales, por ejemplo, por tener en cuenta posibles
problemas de la expresión del lenguaje, sordera y otros defectos físicos. Las escalas de
madurez social y de adaptación aportan una información suplementaria siempre y cuando
estén adaptados a la cultura del enfermo y pueden completarse con entrevistas a los
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padres o a las personas que cuidan a estos enfermos y que conocen la capacidad del
enfermo para la actividad cotidiana.
Los individuos afectos de retraso mental leve adquieren tarde el lenguaje, pero la mayoría
alcanzan la capacidad de expresarse en la actividad cotidiana, de mantener una
conversación y de ser abordados en una entrevista clínica. La mayoría de los afectados
llegan a alcanzar una independencia completa para el cuidado de su persona (comer,
lavarse, vestirse, controlar los esfínteres), para actividades prácticas y para las propias de
la vida doméstica, aunque el desarrollo tenga lugar de un modo considerablemente más
lento de lo normal. Las mayores dificultades se presentan en las actividades escolares y
muchos tienen problemas específicos en lectura y escritura. Sin embargo, las personas
ligeramente retrasadas pueden beneficiarse de una educación diseñada de un modo
específico para el desarrollo de los componentes de su inteligencia y para la
compensación de sus déficits. La mayoría de los que se encuentran en los límites
superiores del retraso mental leve pueden desempeñar trabajos que requieren aptitudes
de tipo práctico, más que académicas, entre ellas los trabajos manuales semicualificados.
En un contexto sociocultural en el que se ponga poco énfasis en los logros académicos,
cierto grado de retraso leve puede no representar un problema en sí mismo. Sin embargo,
si existe también una falta de madurez emocional o social notables, pueden presentarse
consecuencias del déficit, por ejemplo, para hacer frente a las demandas del matrimonio o
la educación de los hijos o dificultades para integrarse en las costumbres y expectativas
de la propia cultura.
Incluye:
Debilidad mental.
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Oligofrenia leve.
Morón.
El CI está comprendido entre 35 y 49. En este grupo lo más frecuente es que haya
discrepancias entre los perfiles de rendimiento y así hay individuos con niveles más altos
para tareas viso-espaciales que para otras dependientes del lenguaje, mientras que otros
son marcadamente torpes, pero son capaces de participar en relaciones sociales o
conversaciones simples. El nivel de desarrollo del lenguaje es variable, desde la
capacidad para tomar parte en una conversación sencilla hasta la adquisición de un
lenguaje sólo suficiente para sus necesidades prácticas. Algunos nunca aprenden a hacer
uso del lenguaje, aunque pueden responder a instrucciones simples. Algunos aprenden a
gesticular con las manos para compensar, hasta cierto grado, los problemas del habla. En
la mayoría de los que se incluyen en esta categoría puede reconocerse una etiología
orgánica. En una proporción pequeña pero significativa están presentes un autismo
infantil o trastornos del desarrollo, los cuales tienen una gran repercusión en el cuadro
clínico y en el tipo de tratamiento necesario. También son frecuentes la epilepsia, los
déficits neurológicos y las alteraciones somáticas, sobre todo en los retrasos mentales
moderados, a pesar de lo cual la mayoría pueden llegar a ser capaces de caminar sin
ayuda. Algunas veces es posible identificar otros trastornos psiquiátricos, pero el escaso
nivel del desarrollo del lenguaje hace difícil el diagnóstico, que puede tener que basarse
en la información obtenida de terceros.
Incluye:
Imbecilidad.
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Subnormalidad mental moderada.
Oligofrenia moderada.
Tanto el cuadro clínico, como la etiología orgánica y la asociación con otros trastornos son
similares a los del retraso mental moderado, siendo lo más frecuente en este grupo unas
adquisiciones de nivel más bajos que los mencionados en F71. Muchas personas dentro
de esta categoría padecen un grado marcado de déficit motor o de la presencia de otros
déficits que indica la presencia de un daño o una anomalía del desarrollo del sistema
nervioso central, de significación clínica.
Incluye:
Oligofrenia grave.
El cociente intelectual en esta categoría es inferior a 20, lo que significa en la práctica que
los afectados están totalmente incapacitados para comprender instrucciones o
requerimientos o para actuar de acuerdo con ellas. La mayoría tienen una movilidad muy
restringida o totalmente inexistente, no controlan esfínteres y son capaces en el mejor de
los casos sólo de formas muy rudimentarias de comunicación no verbal. Poseen una muy
limitada capacidad para cuidar sus necesidades básicas y requieren ayuda y supervisión
constantes.
Incluye:
Idiocia.
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Subnormalidad mental profunda.
Oligofrenia profunda.
Esta categoría debe usarse sólo cuando la evaluación del grado de retraso intelectual es
especialmente difícil o imposible de establecer mediante los procedimientos habituales
debido a la presencia de déficits sensoriales o físicos, tales como ceguera, sordomudez, y
en personas con trastornos graves del comportamiento e incapacidad física.
En estos casos hay evidencia de un retraso mental, pero con información insuficiente
como para asignar al enfermo una de las categorías anteriores.
Incluye:
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Retraso Mental – DSM-IV:
Si contrastamos los métodos utilizados para definir los niveles de gravedad del retraso
mental del DSM-IV y la CIE-10, encontramos que ambos difieren ligeramente. La CIE-10
define a los niveles con puntos de corte exactos, mientras que el DSM-IV se caracteriza
por un mayor grado de flexibilidad al relacionar la gravedad del trastorno con el CI,
formando un espectro solapado y teniendo en cuenta el nivel de adaptación del individuo.
Diagnóstico:
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Las personas con retraso mental suelen presentar incapacidades adaptativas más que un
CI bajo. La capacidad adaptativa se refiere a cómo afrontan los sujetos efectivamente las
exigencias de la vida cotidiana y cómo cumplen las normas de autonomía personal
esperables de alguien situado en su grupo de edad, origen sociocultural, y ubicación
comunitaria particulares. La capacidad adaptativa puede estar influida por distintos
factores, entre los que se incluyen características escolares, motivacionales y de la
personalidad, oportunidades sociales y laborales, así como los trastornos mentales y las
enfermedades médicas que pueden coexistir con el retraso mental. Probablemente las
ayudas terapéuticas pueden mejorar más los problemas de adaptación que el CI
cognoscitivo, el cual suele ser un atributo mucho más estable a lo largo del tiempo.
Es útil recoger pruebas del déficit de la capacidad adaptativa a partir de una o más
fuentes fiables independientes (p. ej., evaluación del maestro e historia médica, evolutiva
y académica).
F79.9 Retraso mental de gravedad no especificada [319]: es una categoría que puede
utilizarse cuando exista una clara presunción de retraso mental, pero no sea posible
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verificar la inteligencia del sujeto mediante los tests usuales (p. ej., en individuos
excesivamente deficitarios o no cooperadores, o en el caso de los niños pequeños).
Etiología de la Enfermedad:
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Las causas biológicas del retraso mental son las más prevalentes. Podemos resumir en
las siguientes tablas las causas descriptas por Rodríguez y De Pablo-Blanco (2004).
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Tabla 4: Trastornos deteriorantes con errores congénitos del metabolismo
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nacimiento, el trauma obstétrico y la isoinmunización Rh pueden causar lesión cerebral.
Normalmente, el nacimiento prematuro a no ser en los casos extremos (menos de 28
semanas de gestación o menos de 1500 g).
Seguido, se ponen algunos ejemplos de síndromes que cursan con retraso mental (RM)
citados por Vallejo Ruiloba:
Según Miró y cols. (2004) es una aneuploidía humana que se caracteriza usualmente por
la presencia de un cromosoma adicional completo en el par 18. También se puede
presentar por la presencia parcial del cromosoma 18 (trasladación desbalanceada) o por
mosaicismo en las células fetales. Fue originalmente descrita por John H. Edwards en la
Universidad de Wisconsin, sus resultados fueron publicados y registrados en la literatura
pediátrica y genética en el año 1960..
Según Miró y cols. (2004) es una enfermedad genética que resulta de la presencia de un
cromosoma 13 suplementario. El cariotipo da 47 cromosomas y sirve de diagnóstico
prenatal por amniocentesis o cordiocentesis sobre todo si los padres optan por el aborto.
Se trata de la trisomía menos frecuente, descubierta en 1960 por Patau. Se suele asociar
con un problema meiótico materno, más que paterno y como el síndrome de Down, el
riesgo aumenta con la edad de la mujer. Los afectados mueren poco tiempo después de
nacer, la mayoría a los 3 meses, como mucho llegan al año. Se cree que entre el 80-90%
de los fetos con el síndrome no llegan a término.
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tema. Aproximadamente entre el 20 y el 40% de los varones con síndrome de frágil X
presentan características del trastorno autista. Alrededor de un tercio, tienen anomalías
neuroendocrinas (aumento de la línea base de LH y FSH, disminución de testosterona,
embotamiento de TSH siguiendo a una infusión de TRH); en las hembras se observan
tasas elevadas de fertilidad y embarazos múltiples. En las mujeres (que están
parcialmente protegidas por el hecho de tener dos cromosomas X), un estado portador
puede ser asintomático, o estar asociado a retraso mental leve o a trastornos del
aprendizaje. Es uno de los síndromes más significativos dentro del retraso mental. (Miró y
cols., 2004; Salvador y Rodríguez-Blázquez, 2001).
Síndrome de Turner:
Síndrome de Klinefelter:
Síndrome de Williams:
Síndrome de Prader-Willi:
El síndrome de Prader-Willi (SPW) es una alteración genética descrita en el año 1956 por
los doctores suizos Andrea Prader, Alexis Labhart y Heinrich Willi en nueve pacientes que
presentaban un cuadro clínico de obesidad, talla baja, hipogonadismo, criptorquidia y
alteraciones en el aprendizaje tras una etapa de hipotonía muscular pre- y posnatal,
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dando la impresión de una lesión cerebral severa. (Miró y cols., 2004; Salvador y
Rodríguez-Blázquez, 2001).
Síndrome de Angelman:
Síndrome de Lesch-nyhan:
Es un trastorno hereditario que afecta la forma como el cuerpo produce y descompone las
purinas. Las purinas son parte normal del tejido humano y ayudan a formar la constitución
genética del cuerpo. También se encuentran en muchos alimentos diferentes (University
of Washington School of Medicine; Briones y Girós, 2004; Garber, 1991).
Hidrocefalia:
El término hidrocefalia se deriva de las palabras griegas hidro que significa agua y céfalo
que significa cabeza. Como indica su nombre, es una condición en la que la principal
característica es la acumulación excesiva de líquido en el cerebro.
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Trastornos conocidos que pueden cursar con retraso mental:
Autismo:
El bebé autista puede pasar desapercibido hasta el cuarto mes de vida; a partir de ahí, la
evolución lingüística queda estancada, no hay reciprocidad con el interlocutor, no
aparecen las primeras conductas de comunicación intencionadas (miradas, echar los
brazos, señalar...).
Parálisis Cerebral:
Si bien como vemos existe una gran cantidad de patologías hereditarias, prenatales,
perinatales y posnatales, también es preciso aclara la existencia de factores
psicosociales:
Tabla 5: Determinantes psicosociales del Retraso Mental (adaptado de Rodríguez y De Pablo-Blanco, 2004)
Prevalencia:
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La tasa de prevalencia de retraso mental actual varía en función de las definiciones
utilizadas, los métodos de evaluación empleados y la población estudiada. Según la APA
(2000) se ha estimado en aproximación un 1%. El cambio de criterios diagnósticos
utilizados incorporando los factores de adaptación, así como el desarrollo de técnicas de
diagnóstico precoz, y la mejora de las condiciones de vida en muchos países, han
contribuido a la disminución del porcentaje de personas afectadas por el retraso mental,
que la OMS estima actualmente en aproximadamente 1,5% de países con economía
consolidada y un 4% en países no desarrollados (Salvador y Rodríguez-Blázquez, 2001).
Comorbilidad:
Los trastornos emocionales más frecuentes de la población con retraso mental según
Rodríguez-Sacristán y Buceta (1998) son:
Depresión:
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las actividades lúdicas habituales, así como una vivencia poco motivadora y más lenta del
transcurso del tiempo. Su origen es multifactorial, aunque hay que destacar factores
desencadenantes tales como el estrés y sentimientos (derivados de una decepción
sentimental, la contemplación o vivencia de un accidente, asesinato o tragedia, el
trastorno por malas noticias, pena, y el haber atravesado una experiencia cercana a la
muerte). También hay otros orígenes, como una elaboración inadecuada del duelo (por la
muerte de un ser querido) o incluso el consumo de determinadas sustancias (abuso de
alcohol o de otras sustancias tóxicas) y factores de predisposición como la genética o un
condicionamiento educativo.
Ansiedad:
La ansiedad (del latín anxietas, 'angustia, aflicción') es un estado que se caracteriza por
un incremento de las facultades perceptivas ante la necesidad fisiológica del organismo
de incrementar el nivel de algún elemento que en esos momentos se encuentra por
debajo del nivel adecuado, o -por el contrario- ante el temor de perder un bien preciado.
La ansiedad tiene una función muy importante relacionada con la supervivencia, junto con
el miedo, la ira, la tristeza o la felicidad. En la actualidad se estima que un 20.6% o más
de la población mundial sufre de algún trastorno de ansiedad, generalmente sin saberlo.
Psicosis:
Demencia:
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La demencia puede afectar el lenguaje, la comprensión, habilidades motoras, memoria de
corto plazo, la capacidad de identificar elementos de uso cotidiano, el tiempo de reacción,
rasgos de la personalidad y funciones ejecutivas.
Áreas de afección:
Los criterios diagnósticos del RM no incluyen ningún criterio de exclusión, por lo tanto el
diagnóstico debe establecerse siempre que se cumplan los criterios diagnósticos,
prescindiendo de la presencia de otro trastorno.
Evaluación y Diagnóstico
Herramientas Utilizadas:
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Entrevista Semiestructurada
Modelos Psicológicos:
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1. Modelo Psicométrico
2. El modelo evolutivo
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suele ser así. Aunque se hable de retraso, y se le describa corno fenómeno evolutivo,
además de retardo, suele darse deficiencia. El sujeto no sólo alcanza más tarde los
umbrales evolutivos; ciertos umbrales, ciertos niveles de capacidad no los alcanza jamás.
Su problema, por consiguiente, no es sólo de un retraso, sino también, por desgracia, de
una deficiencia en sentido estricto.
Hay, además, algunos hechos que turban la limpia interpretación del caso como mero
asunto evolutivo. Uno de ellos, ampliamente establecido, es que el problema evolutivo de
los retrasados mentales es un retraso no armónico o equilibrado en las distintas áreas
conductuales, sino más bien desigual, irregular, disarmónico, en heterocronía, según el
concepto de Zazzo (1965). Su retraso no consiste en seguir más despacio iguales pautas
de desarrollo que la generalidad. La pauta misma suya suele ser diferente, extrañamente
idiosincrásica. Un segundo hecho, que empieza ahora a conocerse, y que también puede
considerarse establecido para ciertos grupos, como el del síndrome de Down, es el del
rápido deterioro físico y mental de estos sujetos, el de su envejecimiento prematuro.
3. El análisis funcional
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influencia en ella no puede establecerse en el orden conductual estricto, sea la presunta
capacidad inferior de la psicometría, sean reales factores genéticos o cerebrales que
tampoco dan razón de la relación funcional, eventualmente disfuncional, entre estímulos y
respuestas. Esta relación ha de ser estudiada y tratada por sí misma, con independencia
de las bases orgánicas. Obviamente, tanto las funciones de estimulación corno las de
respuesta pueden hallarse adversamente afectadas por alguna incapacidad biológica.
Pero, dejando eso atrás, y desentendiéndose incluso de la posible inadecuada historia
previa de estímulos y de refuerzos del sujeto con conducta retrasada, el análisis funcional
se interesa primordialmente en las relaciones funcionales actuales estímulo/respuesta que
rigen el retraso. La justificación de este interés es también práctica, y no sólo teórica. Los
determinantes biológicos y los ambientales o de aprendizaje en la pasada historia no son
ya posible objeto de modificación. Únicamente es posible intervenir en las condiciones
ambientales o estimularas presentes. Puesto que las posibilidades reales de cambio de
conducta, de ampliación del limitado repertorio comportamental del individuo retrasado, se
dan en el ámbito de las relaciones funcionales con su actual entorno estimular, es en
estas relaciones donde va a centrarse el análisis funciona¡ e igualmente la intervención
clínica del psicólogo conductista.
4. Modelos dinámicos
Una de las versiones más sencillas de enfoque psicodinámico es la que ve a estos sujetos
como deficientes motivacionales antes que deficientes mentales. Su pobre rendimiento en
diversos géneros de tareas se debería no tanto a una disminuida inteligencia, cuanto a
una pobre o inadecuada motivación (Zigler, 1969).
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Otras teorías psicodinámicas más refinadas proceden a partir de hipótesis de
psicoanálisis y también de una psicopatología de orientación fenomenológica. En ellas se
postula que la deficiencia o retraso no es sino la expresión de un trastorno más global,
que afecta a la estructura completa de la personalidad y no sólo al desarrollo intelectual.
En esta consideración, la deficiencia mental queda aproximada a la enfermedad mental,
principalmente a las psicosis de origen infantil. La taxonomía o clasificación nosográfica
de un síndrome respecto a otro pasa entonces a un lugar secundario. Se les supone ser
síndromes distintos, pero expresivos o manifestativos de un mismo género de trastorno
psíquico temprano, de cierto fracaso radical en acceder a la simbolización y al yo; y se
reformula a la deficiencia como síndrome psicopatológico "de expresión deficitario", es
decir, como trastorno cuya expresión fundamental consiste precisamente en el déficit
(Lang, 1973). A semejanza de lo que hace el análisis funciona¡ de la conducta retrasada,
aquí también se reconoce, si hace falta, la existencia de una eventual etiología orgánica,
pero no se le concede el papel de factor inmediatamente responsable del retraso.
5. El enfoque cognitivo
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En la tradición de una psicología objetiva, interesada a la vez en la medida, corno la
psicometría, y en la experimentación, como el análisis funcional, y en estrecha
dependencia de la reciente evolución, en psicología, desde la hegemonía conductista
hacia la preponderancia de modelos cognitivos y de procesamiento de la información, el
último tipo de análisis, recién aparecido, de¡ retraso mental, es el que genéricamente cabe
calificar de cognitivo, determinable específicamente como micrométrico y procesual (cf.
Fierro, 1983). Lo de "micrométrico" refiere a¡ hecho de que los fenómenos psíquicos
considerados y medidos son relativamente microscópicos frente a la magnitud de los
productos conductuales evaluados en las pruebas clásicas de inteligencia y en las líneas
de base del análisis funciona¡. Técnicas de medición reciente permite n una medida muy
fina de momentos mínimos del proceso, como tiempos de reacción (así en la cronometría
de Stemberg) o tiempo y capacidad de la huella. anémica sensorial (así en la técnica de
reporte parcial, de Sterling y otros). La aplicación de estas técnicas psicométricas a la
exploración del retraso mental está revolucionando nuestros conceptos acerca de este
fenómeno, que, por otra parte, no es observado ya en los productos o resultados finales,
en términos de una ejecución o rendimiento inferior en ciertos tipos de tareas, sino
investigado a lo largo del entero proceso cognitivo -procesamiento de información, en los
correspondientes modelos- que lleva desde el reflejo de orientación y la conducta de
atención hasta el razonamiento, la formación de un concepto o la solución de un
problema.
En su vertiente práctica, aplicada al tratamiento del retraso mental, los modelos cognitivos
pueden, sin embargo, tropezar con dos clases de serias dificultades. Una de ellas tiene
que ver con el hallazgo de que, tras la segmentación microanalítica del procesamiento
cognitivo en sus diversos momentos (atención, percepción, diversos registros de
memoria, etcétera), el retraso mental aparece ligado no tanto a específicos déficits en
alguno o algunos de esos momentos, cuanto a un déficit generalizado, tanto en las
estrategias globales del sujeto a lo largo del procesamiento entero, cuanto en la
capacidad de transferir de unos aprendizajes a otros. Una segunda dificultad se vincula
con la distinción entre los aspectos estructurales, o de capacidad, y los funcionales, o de
programación y uso, en el procesamiento cognitivo. Mientras el retraso mental sea debido
a disfunciones, a inadecuada programación cognitiva del sujeto, hay esperanzas de
mejora mediante tratamiento. Pero es de temer que alguna parte de él, quizá la mayor
parte, se deba a déficits estructurales, y no sólo funcionales, que, entonces, por su
naturaleza propia serían muy resistentes a cualquiera posible modificación. En este último
caso el análisis micrométrico y procesual de la psicología cognitiva nos habría ayudado
mucho a conocer el detalle de las dificultades de procesamiento en los deficientes
mentales, pero habría contribuido en poco a poder superarlas.
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La exposición de algunos tratamientos psicológicos del retraso vale, por tanto, al mismo
tiempo, por una presentación de sendas áreas profesionales en las que el psicólogo está
llamado a intervenir y en las que puede prestar sus servicios. E, por lo demás y
forzosamente, por la brevedad del espacio frente a la amplitud del tema, una exposición
elemental, que no enseña nada a los que trabajan ya en esas áreas, y que sólo aspira a
instruir en algo a quienes quieren saber qué puede hacer el psicólogo con retrasados
mentales, sin desvirtuar su oficio en un mero aplicador de tests.
Procedimientos operantes:
Trabajan sobre el principio de que toda conducta está controlada por sus efectos o
consecuencias. Conducta operante es aquella que opera o realiza algún cambio en el
medio ambiente, un cambio que afecta al sujeto agente en forma de refuerzo o de
estímulo aversivo. Por la relación que esta conducta guarda con la obtención del refuerzo
o la evitación (o reducción) de la estimulación aversiva, se la suele denominar también
actividad o conducta instrumental.
Resumiendo mucho, esas contingencias tiene lugar en dos ámbitos diferentes: por un
lado, en sesiones cuidadosamente programadas para el aprendizaje de habilidades
básicas, sobre todo de autocuidado, de aprendizaje de discriminaciones, de imitación, y
de comunicación social, lingüística o gestual, haciendo que cada ítem o secuencia
conductual propuesto como objetivo de adquisición ("target behavior") vaya acompañado
de un refuerzo, material o social, que efectivamente sea tal para el sujeto; por otro, en el
entorno donde el individuo vive, introduciendo contingencias consistentes de refuerzo, de
recompensa y de castigo, que contribuyan a promover las conductas deseadas, así como
a disminuir y eliminar las conductas dañosas e indeseables.
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Muy poderosas en la ampliación de los repertorios de habilidades, así como en la
extinción de conductas indeseadas, las técnicas operantes resultan de más difícil manejo
para el mantenimiento efectivo de conductas. Para lograr éste ha de conseguirse una
progresiva transición desde refuerzos programáticamente planeados en el marco de las
sesiones de aprendizaje hacia los naturalmente producidos en el entorno habitual del
sujeto, y, finalmente, desde refuerzos otorgados por otras personas hacia autorrefuerzos y
procesos de autocontrol.
Tratamientos de estimulación:
Los refuerzos son eventos de orden estimular; son estímulos consecuentes a una
conducta y que modifican la futura probabilidad de esta conducta. Sin embargo, cuando a
propósito del retraso mental se habla de estimulación precoz o temprana, de estimulación
sensorio-motriz, o sencillamente de la necesidad de proporcionar un ambiente rico en
estímulos, se piensa sobre todo en otro tipo de estímulos, no consecuentes, sino
antecedentes a la conducta. Si las técnicas operantes llevan a la práctica procesos de
condicionamiento operante, instrumentalizando la sencilla ley del efecto o del refuerzo, las
de estimulación, en sus diferentes variedades, trabajan con estímulos antecedentes, cuya
relación a la conducta es más compleja. Los procesos ahora implicados son o pueden ser
muchos: de condicionamiento pavloviano o clásico, de aprendizaje perceptivo y
discriminativo, de formación de conceptos y de solución de problemas. Obviamente, las
técnicas de estimulación pueden combinarse con las operantes; y ambas juntas integran
lo que genéricamente suele determinarse "modificación de conducta".
No todo evento físico es o llega a ser estímulo. La tarea del psicólogo estimulador
consiste en tratar de conseguir convertir eventos físicos en estímulos psíquicos reales y
efectivos para el sujeto retrasado. El proceso de convertir en estímulos las condiciones
antecedentes puede comenzar por cualquier evento que, previamente al tratamiento, se
haya evidenciado ya funcional o estimular para el sujeto. La tarea consistirá, a partir de
ahí, en lograr la transferencia de unas a otras relaciones sensoriales funcionales. En las
primeras fases de cualquier aprendizaje habrá que acudir a materiales con múltiples
atributos funcionalmente redundantes, verbigracias, escribiendo el nombre de un color
("rojo", o "verde") con tinta del color mismo así nombrado.
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Técnicas expresivas y creativas:
Psicoterapias:
Incluyo en este apartado todos aquellos procedimientos, verbales o no, en los que la
modificación perseguida por el psicólogo ha de producirse ante todo y más bien en el
ámbito de unas estructuras y procesos psíquicos encubiertos, no manifiestos, alcanzando
a la conducta observable sólo como resultado de la modificación interior. Las
psicoterapias, además, implican en algún sentido un modelo de enfermedad. Si se aborda
psicoterapéuticamente un retraso mental, es por suponer -lo que no hacen las técnicas
antes consideradas- que el retraso es una variedad de enfermedad mental y por incluirla,
como hace la clasificación de enfermedades de la O.M.S., dentro del apartado de los
desórdenes psicopatológicos.
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No sólo en el abordaje psicoanalítico, también en otras interpretaciones psicodinámicas,
se tiende a considerar el retraso mental como un síndrome derivado de procesos de otra
naturaleza, motivacional o afectiva. Incluso desde premisas de psicología objetiva y
experimental ha llegado a sugerirse que nos hallamos ante una deficiencia no tanto
intelectual o aptitudinal cuanto estrictamente motivacional. Si la disfuncionalidad se
produce en los procesos de motivación y, por consiguiente, afecta al desempeño antes
que a la aptitud, o, si como ocurre en una reciente interpretación psicoanalítica, el retraso
mental es un modo de resolución de conflictos del deseo que otras veces, en otros niños,
se han resuelto en autismo o psicosis infantil, entonces aparece claro que el retrasado
mental necesita, ante todo, no de aprendizaje, sino de psicoterapia, de una terapia que le
restituya al reconocimiento del deseo y del otro como objeto del deseo, o, fuera ya del
psicoanálisis, en enfoque genérico de psicología dinámica, que le devuelva a la plenitud
de su capacidad para sentirse motivado, de su sensibilidad al refuerzo.
Diversidad de técnicas:
Psicoanálisis:
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La noción de debilidad mental pertenece a la psiquiatría moderna, fue a partir de la
aplicación del discurso científico sobre el campo de la locura que con Pinel hacia 1800, se
produjo la categoría nosográfica de la "idiocia". No solo la "idiocia", sino todo el campo de
la psicopatología se redujo a enfermedades del cerebro, y fue precisamente la obra de
Freud que, a contracorriente, reinstaló en la opacidad del organismo la dimensión del
sentido como verdad del trastorno psíquico. Pero esta revolución freudiana, no incluyó a
la idiocia, quedando así como una enfermedad fuera del sentido y tomada por los
procesos de objetivación de la ciencia. Hemos localizado dos operaciones fundamentales:
Esta paradoja está muy presente en las observaciones sobre la idiocia que realizan los
primeros psiquiatras, por ejemplo en Esquirol y Seguin, el primero de ellos, no los
consideraba enfermos, sino que no habían desarrollado las facultades, y cuando trataba
de localizar las causas era claramente incoherente; también E. Seguín se quedó perplejo
ante el estudio de la idiocia porque no había correspondencia entre lo que observaba y la
teoría, finalmente formuló algo enigmático: dijo que no es que les falten facultades, sino
ante todo que no quieren desarrollarlas.
Nos parece que la paradoja psiquiátrica surge por la aplicación del discurso universal de
la ciencia, por la formulación del "para todos los trastornos de la razón, hay enfermedad
del órgano cerebral"; y la correspondiente excepción "existe un caso donde el trastorno de
la razón no es por enfermedad del cerebro". La excepción es la idiocia, es decir no se
trata de enfermedad sino de "otra cosa" a esto se le llama déficit. De esta forma el
"déficit", en tanto es la excepción a la enfermedad orgánica es algo muy enigmático. En
tanto excepción a la relación científica causa - efecto, el déficit es el significante de la "no-
relación" entre enfermedad orgánica y la locura, podríamos decir que es el retorno -en lo
real- del puro sujeto de la locura. Es el sujeto científico de la locura en tanto el sujeto es el
vacío como causa en las determinaciones del ser.
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beneficios; la cruz es que aumentan los casos de retraso y se borra la particularidad real
de los afectados: se convierten niños eternos.
Nos encontramos -aparece en todos los manuales consultados- que el "retraso mental" es
una agrupación muy variada de sujetos con el único rasgo en común de un bajo
coeficiente intelectual, no pose entidad patológica, y por lo tanto no nos sirve para situar
rasgos claros de la debilidad mental. Para orientarnos debemos salir de esta referencia
estadística, y situar otro punto de articulación diferente al coeficiente intelectual. Es,
exactamente, lo que realiza Lacan al situar la debilidad como un efecto del significante
cuando pone como su causa la holofrasis del primer par significante. Estamos por lo tanto
ante un fenómeno de la subjetividad, es decir ante uno de los efectos, posibles, de la
constitución del sujeto en el campo del lenguaje. Desde este punto lacaniano de sujeción,
la cuestión que abordamos cambia radicalmente de registro, ahora se trata de explicar la
debilidad mental desde la constitución como ser de lenguaje, es decir desde "la función y
campo del lenguaje y la palabra", desde el inconsciente estructurado como un lenguaje.
De ello se desprenden dos principios fundamentales:
Que el sujeto de la debilidad no es ninguna entidad psio-biológica, que las dificultades que
se puedan localizar no corresponden a la capacitación neurológica, ni formativa, sino a la
dialéctica propia del lenguaje, es decir la articulación entre la red simbólica que envuelven
la vida del hombre y el deseo que preserva una parte viva e irreductible al significante. A
propósito de esta dialéctica Lacan en el texto inaugural de su enseñanza, sitúa tres
paradojas: a) Neurosis: deseo reprimido, que retorna en el sujeto. b) Psicosis: renuncia
del deseo, donde el delirio objetiva al sujeto en un lenguaje sin dialéctica. c) Objetivación
del discurso: el deseo se enajena completamente en las objetivaciones del discurso
científico. Ésta, la objetivación, podría ser la paradoja de la debilidad mental, aquella
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donde el deseo se anularía completamente (ni reprimido, ni forcluido) en la incorporación
del sujeto al lenguaje, podría formularse como un proceso de identificación al significante
de la demanda pero sin producción de resto.
El objeto que está en juego para el ser de lenguaje, no es la realidad sino el propio
significante y sus efectos de sentido (más tarde será el goce). En tanto, como recuerda
Lacan del principio hegeliano, el símbolo es la muerte de la cosa, en el campo del
lenguaje y la palabra, no se trata de la cosa como tal, sino de la realidad psíquica, del
objeto psíquico. Éste es un punto fundamental de la subjetividad, aquello que tiene que
comprender, aquello que debe simbolizar, la realidad que conoce o desconoce, a la que
se adapta o no, es del orden de las formaciones inconscientes, del resto de la operación
simbólica de un Otro particular a cada subjetividad.
¿Inteligencia de Qué?:
El chiste, no es un fenómeno menor -como los trabajos de Freud y Lacan mismo ponen
de manifiesto-, sino que muestra de manera extraordinaria el funcionamiento del
"inconsciente estructurado como un lenguaje", y subraya el mecanismo de la metáfora y
de la metonimia como los generadores del sentido, de la falta y del objeto psíquico. La
metáfora es un mecanismo sustitutivo, creador de sentido, compuesto de cuatro términos
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que incluye una incógnita, una X. Como ya hemos indicado, y es fundamental, este
elemento X sobre el que se construye y opera la metáfora no corresponde a la "realidad"
externa, sino que es producido por la función metonímica del lenguaje, nos referimos al
objeto. Lacan aborda extensamente esta combinatoria significante en el seminario V: Las
formaciones del inconsciente, es el texto que aquí tomo de referencia, y a propósito de la
incógnita dice (página 66): "...la posibilidad misma del juego metafórico se basa en la
existencia de algo que sustituir. La base es la cadena significante, en cuanto principio de
la combinación y el lugar de la metonimia". La producción del "algo que sustituir" es decir
el objeto primordial, en este contexto de la enseñanza de Lacan, es el objeto producido
por la función metonímica. Por lo tanto, y es una primera propuesta del trabajo de
investigación, la falla intelectual así como la ausencia del Witz, indica que el objeto
primordial en la debilidad mental está alterado, quizás decir que falta es excesivo, pero su
estatuto, quizás mejor su lugar de existencia está trastocado. (Lacan, J., 1995)
Ahora abordamos otra faceta que complementa lo anterior, el Witz no solo es una
combinatoria libre de la cadena significante, sino que en la medida que hay una
satisfacción pulsional, supone la articulación del significante con la pulsión, los nudos de
la significación y el placer, expresión que usa J.A. Miller a propósito de la satisfacción del
chiste. Se trata de que en el inconsciente se anuda, y quizás pueda plantearse que en la
debilidad no, el significante con lo vivo del sujeto. Con ello damos entrada al estudio de la
Demanda, el deseo y el objeto de la pulsión. Solo como un apunte de este extenso tema
diremos que para la debilidad mental, en su proceso de constitución subjetiva, parece que
se produce una significantización excesiva del sujeto originario sin dejar rastro tras de sí,
sin producir el objeto metonímico caído fuera del discurso. Es importante precisar lo que
entendemos por "simbolización excesiva", el débil funciona como si toda la realidad
originaria pasara al campo del significante, sin producirse un resto de la operación.
Hipótesis:
Lo que hasta ahora venimos planteando, da pie para arriesgar una hipótesis sobre la
debilidad, es la siguiente: En la estructura del sujeto falta el falo como símbolo; sería la
ausencia del significante fálico la falla estructural a partir de la cual se explica el fenómeno
clínico. Pero lo particular del débil mental, y que hace la diferencia con la psicosis, es que
a la vez que falta el significante fálico, al mismo tiempo en el inconsciente está y funciona
el Nombre del Padre. Por lo tanto la hipótesis se formula así: que en la estructura está el
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Nombre del Padre como significante de la falta del Otro, pero al mismo tiempo no está el
significante de la pérdida radical del viviente, no habría marca de lo indecible. Esta
hipótesis de trabajo, viene a repetir lo que se decía antes, que en la debilidad mental no
se anuda el registro simbólico con el objeto resto, que no hay relación entre la cadena
significante y "otra cosa" radicalmente distinta. Esta carencia de relación aparece como la
falta de verdad del sujeto débil.
Un padre en lo real. J.A. Miller, en su curso de orientación lacaniana "Los signos del
goce"4 señala que es necesario ampliar la concepción del Nombre del Padre para dar
cuenta de su existencia en lo real. En un primer momento el Nombre del Padre no es un
significante como los demás, pero no obstante es un elemento que pertenece al Otro, está
en el interior del conjunto significante, paralelamente a la pertenencia al conjunto, la
producción del falo corresponde a una significación, es decir no se trata, en absoluto del
falo como significante, sino como significación. Las cosas cambian -explica J.A.Miller-
cuando tratamos al falo no como significación, sino como significante, esto es cuando se
escribe como una función: Fhí de x, de donde se desprende un lugar de ex-sistencia del
sujeto que Lacan refiere esta vez al Nombre del Padre. Esta vez se trata de un NP
exterior al conjunto significante, se trata de Un Padre real. El apoyo que encontramos a la
hipótesis formulada es claro, pone de manifiesto que es posible el Nombre del Padre en el
registro del Otro y al mismo tiempo faltar el falo como significante, lo que se produce
cuando el NP pertenece al simbólico es el falo como significación. Éste sería el caso
indicado para la debilidad, es decir aquella situación donde no habría nada exterior que
cuente para el sujeto. Mejor dicho, no habría marca de una existencia exterior. Esta
referencia de J.A. Miller abre una perspectiva de avance en la investigación respecto a la
ex-sistencia del sujeto. (Miller, J.A.)
Función de Ex – sistencia:
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Quizás la verdadera cuestión acerca de la debilidad mental, desde el psicoanálisis de
orientación lacaniana, es por la ex-sistencia en lo real de "algo que rechazar", la
investigación apunta a una falla en esto que decimos, un significante en lo real, parece
que no haya extracción de goce. La mente sería débil cuando no tiene contacto con la ex-
sistencia de lo real.
Plantear así las cosas hace que localicemos la alteración en la función de transferir el
goce del significante al exterior del sistema simbólico, nos referimos -no vamos a
desarrollarlo - a esto que Lacan en su última enseñanza llama forclusión generalizada. Lo
que tratamos de decir es que, nos parece que para el débil no hay goce separado del Otro
y, por lo tanto no hay lugar del sujeto en lo real, es una manera de entender la holofrasis
del débil, así como su objetivación en el discurso.
A la luz de esta aportación, traemos a colación una diferencia interesante sobre esto que
se llama "rechazo simbólico" y el "rechazo en lo real", lo traemos a propósito de la famosa
"mentira del débil", del débil se dice que miente respecto de la falta del Otro, que miente
como rechazo del saber. A lo largo del trabajo presento varias viñetas clínicas en torno a
un caso, a propósito de la mentira del débil resulta interesante el siguiente fragmento: se
trata de un joven débil mental que acude a sesiones porque los compañeros se meten con
él, no le gusta trabajar y le incomoda esta exigencia, dentro de la relación transferencial el
terapeuta, a petición del sujeto, le escribe en un papel los datos de un libro de trenes,
como se deteriora por el intenso uso que hace del papel, pide constantemente que se lo
vuelva a reproducir. En un momento dado, el terapeuta irritado por la irrupción inoportuna
de esta demanda, rompe el papelito, el sujeto de inmediato tiene un acceso de rabia, tira
las lentes al suelo, chilla, etc., cuando el terapeuta contrariado, se interesa por él, cambia
completamente de estado y se muestra dócil, dice: no pasa nada, no pasa nada, somos
amigos.
Está claro que no quiere saber nada de lo sucedido, que se niega a cuestionar al Otro,
claramente rechaza la falta del terapeuta y trata de restituir -como si nada hubiera
pasado- la completud del Otro. Y dado que el sujeto sabe perfectamente lo que ha
pasado, deberíamos decir que el débil miente. Si efectivamente encontramos el "rechazo
simbólico" y muy intenso, no se podría decir lo mismo respecto del "rechazo en lo real", no
se puede considerar que "algo" externo le cuestione. Por esto el estatuto de la mentira en
el débil es la inocencia, no sabe que miente respecto de una ex-sistencia verdadera.
Conclusión
La temática existente sobre las patologías mentales siguen vigentes y muchas veces
debido a la falta de educación y de información en la sociedad. El retraso mental como
vimos, no es considerado una enfermedad, es una condición existente como
consecuencia y que aqueja al paciente que padece algún síndrome hereditario, prenatal,
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perinatal o posnatal. Esta falta de información conlleva muchas veces al aislamiento de un
paciente con retraso mental siendo afectados psíquicamente en proporciones alarmantes.
De todos los pacientes con retraso mental, los niños son los más vulnerables. Pese a los
avances en diagnóstico y a las terapias que permiten progresos -dependiendo del grado
de retardo-, predomina la ignorancia de muchos padres sobre el tema y por ello los
rechazan, los esconden o los abandonan.
Los padres juegan un papel fundamental no solo aceptando al niño, también integrándolo
en programas educativos, deportivos, culturales, recreativos y de salud.
Es clave que los padres no los comparen con otros niños, ni permitan que los traten con
términos despectivos u ofensivos y que no pierdan la esperanza de lograr un desarrollo
más allá de lo que hoy se conoce, así el retardo sea profundo o grave.
Bibliografía
Alfaro, A.: Anomalías del Desarrollo del Sistema Nervioso Central. En Farreras, P.
y Rozman, C. (dirs.): Medicina Interna. 15.° ed. El Sevier, Madrid, 2004.
39
American Association on Mental Retardation: Mental Retardation. Definition,
Classification and Systems Of Supports. 9° Edition. AAMR, Washington, 2002.
40
Miller, J.A. Curso Los signos del goce. Paidos., p. 377.
Direcciones de Internet:
http://www.papelesdelpsicologo.es/
http://www.psicopedagogia.com/
http://www.biopsicologia.net/
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