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Como señalara Marx, “tanto las relaciones jurídicas como las formas de Estado no
pueden comprenderse por sí mismas ni por la llamada evolución general del espíritu
humano, sino que radican, por el contrario, en las condiciones materiales de vida”2, es
decir que se fundan en las relaciones que las personas adquieren en el desarrollo de la
producción social.
Más aún, la aparición del derecho como base institucional del Estado es un hecho
determinado por la evolución de las relaciones básicas del desarrollo material de la
sociedad, es decir, de las relaciones económicas: “el conjunto de estas relaciones de
producción forma la estructura económica de la sociedad, la base real sobre la que se
levanta la superestructura jurídica y política y a la que corresponden determinadas
formas de conciencia social”3. Por ello, las ideas, principios y normas jurídicas
evolucionarán en referencia a las condiciones reales –principalmente económicas-, de
las sociedades singulares.
1
http://www.cteletrabajo.com/Curso_autoempleo_teletrabajo/tema_1_.htm
2
Marx, Carlos. Prólogo de la contribución de la crítica de la economía política, Obras Escogidas, Ed.
Progreso, s/f.
3
Ibídem.
1
políticas de la lucha de clases y sus resultados, las Constituciones que, después de
ganada una batalla, redacta la clase triunfante, etc., las formas jurídicas, e incluso los
reflejos de todas estas luchas reales en el cerebro de los participantes, las teorías
políticas, jurídicas, filosóficas, las ideas religiosas y el desarrollo ulterior de éstas hasta
convertirlas en un sistema de dogmas- ejercen también su influencia sobre el curso de
las luchas históricas y determinan, predominantemente en muchos casos, su forma. Es
un juego mutuo de acciones y reacciones”.
Aquí surge otra noción importantísima: los factores superestructurales, entre ellos el
Estado y el Derecho, adquieren sus rasgos principales como consecuencia de la lucha de
clases. Consecuentemente, las ideas filosóficas y los principios que de ellas se derivan,
en suma la ideología dominante, corresponderá a las clases y fracciones de clase
dominantes económica y políticamente; de ahí se desprende la conocida definición de
que el derecho es la expresión de la correlación de fuerzas entre las clases.
Como en todo el mundo, en nuestro país el derecho laboral se hará presente en una
etapa determinada de desarrollo del capitalismo; es decir, cuando la difusión de las
relaciones de producción asalariadas y el desarrollo de la lucha de clases, hayan
establecido las condiciones necesarias para que el Estado adopte una
institucionalización específica para administrar las relaciones laborales en función del
desarrollo del sistema.
En el capitalismo, la igualdad de todos ante la ley es una ficción jurídica. Las personas
civiles, sean trabajador o empleador, son iguales ante la ley como ciudadanos, pero no
respecto a sus condiciones reales de producción y reproducción de su vida, respecto de
sus necesidades y de la propiedad de los medios de producción necesarios para
satisfacerlas. Así, mientras la necesidad -producto de la carencia de medios de
susbsistencia- empuja al obrero a ofrecer en venta su fuerza de trabajo, en el caso del
4
Esta sección está basada en: Cedla, Por la defensa del Derecho del Trabajo. Fundamentos para una
propuesta de actualización de la legislación laboral, LaPaz, 1998.
2
empresario/empleador son la búsqueda de ganancias y el afán de acumular capital los
que determinan su participación en el proceso de producción.
Es precisamente esta concepción la que ha dado lugar a la aparición del derecho laboral
como un área especial del derecho. El derecho laboral, que surge con la revolución
industrial, con el advenimiento y desarrollo del modo de producción capitalista que se
basa en la explotación del trabajo asalariado, tiende a regular con justicia y equidad esa
relación de desiguales. Este hecho histórico coincide con la etapa del liberalismo
filosófico que propugna la libertad individual: “Los principios liberales del capitalismo,
de la ‘más absoluta libertad individual’ y de la libre concurrencia de oferta y demanda
en el mercado, le dieron al obrero una sola libertad: la de aceptar el mísero salario
determinado por la oferta y la demanda del mercado, o morirse de hambre”5.
5
Del Granado Cosio, Juan. Manual de Legislación del Trabajo. Pág. 14. 1988.
3
En la etapa liberal las normas legales facilitaban la explotación de los trabajadores
asalariados a través de la priorización del libre accionar de las fuerzas del mercado,
sancionando cualquier hecho que las impidiese, en particular penalizando, inclusive con
la prisión, la resistencia y la protesta de quienes se rehusaran a trabajar en las precarias
condiciones prevalecientes. Son precisamente la organización de asociaciones de
trabajadores y la capacidad de movilización en demanda de mejores condiciones de
trabajo, las que precedieron a las normas laborales, las que se limitaron a traducir esta
realidad, a través del reconocimiento de las demandas laborales y su imposición a los
patronos. “La combinación de dos factores estuvo a la base del surgimiento del Derecho
del Trabajo. Por un lado y de manera determinante, la lucha cada vez más organizada de
los trabajadores, y por el otro la paulatina intervención del Estado ante la virulencia de
los conflictos sociales con motivo de la producción.”.6
4
caso fortuito, en favor de los obreros o de sus causahabientes e incluye el Principio de
la Inversión de la Prueba, la Ley Del Ahorro Obrero Obligatorio (1924), la Ley De
Protección A Empleados De Comercio E Industria (1924) que reconoce, entre otros
derechos, la jornada laboral de 8 horas para ese sector, la Ley Del Departamento
Nacional De Trabajo (1926) como organismo administrativo y judicial en materia
laboral, el DS de Prevención De Accidentes (1927) que sigue el Principio de Inversión
de la Prueba (el patrón debe probar la culpa grave contra todo lo afirmado por el
trabajador)superando la Principia Aquiliana o Extracontractual por la cual el
trabajador tenía que probar que el accidente había sido culpa del patrón y el DS De
Protección Del Niño Y La Mujer (1929) que prohíbe el trabajo de la mujer en un lugar
insalubre y “protege a la mujer porque debe traer sanos a los futuros trabajadores. Se
prohíbe el trabajo de los niños porque estos, dejan sin empleo a los trabajadores adultos,
y además son más baratos”7.
7
Machicado, Jorge. Historia del Derecho del Trabajo Boliviano,
http://jorgemachicado.blogspot.com/2009/07/hdtb.html
8
OIT. Historia de la OIT. http://www.ilo.org/public/spanish/about/history.htm
5
La Ley General del Trabajo y sus principios rectores
6
incluyó, bajo la influencia de una corriente doctrinaria que recorría todo el mundo9, un
Régimen Social, en el que se patentizaba una nueva concepción sobre el trabajo,
reconociéndolo como un derecho y un deber y prescribiendo los derechos derivados
como el de la remuneración, la jornada de 8 horas, el descanso dominical, la
sindicalización, el derecho a la huelga, la seguridad social, etc.
La LGT fue aprobada en 1939 como Decreto Ley y fue elevada a rango de ley en 1942;
posteriormente, en 1943, se aprueba el Decreto Supremo que la reglamenta. Como
sucede en muchos órdenes en el país, la norma adjetiva, el Código Procesal del Trabajo,
que prescribe los procesos para el cumplimiento de estas normas, recién es aprobada en
1979. Cabe apuntar que esta corriente normativa social, se prolongará después de las
Revolución Nacional de 1952, con la emisión de otras normas sociales que
complementan el tratamiento de las relaciones laborales, entre las que destaca el Código
de Seguridad Social promulgado en 1956.
Los principios generales del Derecho Laboral, contenidos en la Ley General del
Trabajo, son10:
9
Como señala Machicado: “Bolivia no podía quedar a un lado de las influencias de las Constituciones de
Querétaro de 1917, la bolchevique de 1918, la de Weimar de 1919, la de Austria de 1920 y la española de
1931” (Op. Cit.).
10
Cedla, op.cit.
11
“Ante la evidencia de que la relación que reglamenta es una relación entre sujetos desiguales, es una
relación de explotación y donde el poder del capital tiene que ser equilibrado con la intervención del
Estado.” Del Granado Cosio, Juan; Manual de Legislación del Trabajo. La Paz. 1988.
7
Estos tres principios generales constituyen la trilogía que orienta el Derecho Laboral y
sobre los cuales se desarrollan las normas específicas y deben aplicarse las normas
adjetivas. Además, ellos reflejan su carácter de Orden Público, del que se deriva la
obligatoriedad de su cumplimiento.
Asimismo, en la LGT las normas se orientan por otros principios particulares del
derecho laboral, que son:
b) De retroactividad de la ley: por el que la ley puede ser retroactiva cuando así
expresamente lo señala si es en beneficio del trabajador.
d) Otros aún más concretos como la justa remuneración, jornada máxima, salario
mínimo, estabilidad en el trabajo, derechos adquiridos, etc.
Estos principios orientan el carácter de las normas específicas, tanto de las relacionadas
con los derechos individuales, como aquellas relativas al derecho colectivo. Es también
sobre la base de los mismos que en el transcurrir de los años, por efecto de la
movilización social, se han ido inscribiendo en otras leyes y en normas de menor
jerarquía, una serie de conquistas de los trabajadores que van en dirección del objetivo
del derecho laboral, que es el de equilibrar las condiciones de desigualdad presentes en
12
Código Procesal del Trabajo. Art. 3°. Nótese cómo todos estos principios responden a los principios
generales del Derecho Laboral de proteccionismo, intervención estatal y de irrenunciabilidad de derechos.
8
la realidad objetiva. Los cambios verificados en la realidad económica han sido
incorporados parcial y gradualmente, dando cobertura a las especificidades que resultan
de las relaciones de trabajo que surgen como consecuencia de la evolución del modo de
producción. Con todo, es evidente que la LGT ha quedado, en varios aspectos, a la zaga
de muchas de dichas transformaciones que, sin embargo, no han modificado la base que
la fundamenta, que es esa desigualdad de los sujetos de la relación laboral propia del
capitalismo.
Sin duda, el hecho más relevante de la presente época, es la aprobación del DS 21060 en
1985, como norma que reglamentaba la relación obrero-patronal. Esta norma formó
parte de una serie de medidas de “ajuste” destinadas a reducir la regulación estatal sobre
la economía, con el propósito de estructurar una economía abierta hacia el exterior y en
la que prevalezcan libremente las fuerzas del mercado. El propósito central, en el campo
de las relaciones laborales, era el de reducir los costos de contratación y de despido, al
marginar al Estado del establecimiento de condiciones generales para la compra-venta
de fuerza de trabajo. La crisis económica, reflejada en la existencia de una
hiperinflación, se convertía en el justificativo para eliminar las normas protectivas del
trabajador, de modo que los capitalistas recuperaran el nivel de sus ganancias mediante
la mayor explotación laboral.
Este decreto aprobado en 1985 por el gobierno de Paz Estenssoro, fue una norma de
largo alcance en diversos ámbitos, como el económico y el social. En lo que respecta al
ámbito del derecho laboral, dio plena libertad a los empleadores para contratar y
despedir trabajadores, dispuso el congelamiento de salarios e indujo a la reducción de la
planilla salarial del sector público. Además, al modificar los parámetros para el pago de
varios beneficios ligados al trabajo, llevó a la reducción del salario real y del salario
nominal para los nuevos trabajadores.
9
Pese a que en su texto se decía ceñirse a la LGT, la disposición de la libre contratación
se convirtió en una medida que socavaba su espíritu protectivo. A partir de entonces, en
un contexto de absoluta indefensión del trabajador, dada la reducción de la fuerza de sus
organizaciones y por el control secante del poder político por los partidos políticos
neoliberales, se extendió el uso de dos figuras perversas de contratación laboral: el
contrato eventual por 89 días y el contrato de consultores, que ocasionaron la elevación
de la eventualidad y la elusión de los derechos derivados del trabajo asalariado.
En la misma línea argumental, sostenía que la situación del mercado laboral boliviano
(caracterizado por un nivel de desempleo abierto reducido, subempleo de magnitud,
empleo público importante, un alto grado de incumplimiento de las normas y bajos
ingresos laborales), proviene de varios factores en los que destaca la obsolescencia de la
institucionalidad laboral. Las limitaciones que presenta el mercado laboral para preparar
a la economía para una mayor competencia internacional -sobre "el principio básico de
aprovechar la explotación de las ventajas comparativas del país"-, exigiría cambios
profundos en las normas legales, de modo que permitan restablecer la relación entre
fijación de salarios y productividad del trabajo, como mecanismo para alcanzar una
mayor competitividad y mejores condiciones de vida.
Sin embargo, como no es suficiente el libre juego de las fuerzas del mercado para
lograr el pleno aprovechamiento de la productividad de la mano de obra, la "teoría
10
moderna del mercado laboral" sugeriría la necesidad de una adecuada institucionalidad
laboral que promueva las buenas relaciones obrero-patronales. En este marco, el Estado
tendría como rol fundamental delinear las condiciones mínimas de trabajo y fiscalizar el
cumplimiento de la ley13.
13
Bravo, D. y Paredes, R., Legislación del trabajo y política laboral: análisis y recomendaciones para
Bolivia, UDAPE, La Paz, noviembre de 1994 y UDAPE, Consideraciones sobre la reforma de la
legislación laboral, Estudios de Milenio, La Paz, marzo de 1997.
11
injustificadas que derivan en altos costos laborales, inhibiendo una mayor demanda de
trabajo y ocasionando, por lo tanto, la persistencia de una elevada subutilización de la
fuerza de trabajo. Lógicamente, la respuesta sugerida a esta situación era la necesidad
de una modificación radical de la legislación que restrinja la injerencia del Estado a lo
mínimo recomendable. Esto quiere decir, que el papel del Estado debería consistir en
velar por el cumplimiento de normas que reglamenten un conjunto de condiciones
mínimas para el desarrollo del trabajo, tales como las referidas a jornada de trabajo,
descanso semanal, vacaciones, salarios mínimos, condiciones de seguridad industrial e
higiene, además de atribuciones en el campo de la capacitación laboral, absteniéndose,
por el contrario, de hacerse parte de las negociaciones colectivas y mediar o arbitrar en
los conflictos.
Así, incluía una serie de modificaciones específicas de las normas vigentes, que
apuntaban a reducir los parámetros de protección del trabajador. El criterio que
justificaba estas modificaciones era que en la práctica las normas protectivas habrían
derivado en la exclusión de los derechos de las personas que no están insertas en el
sector formal de la economía. De este modo, se propugnaba reducir al mínimo las
reglamentaciones sobre salarios mínimos, jornadas laborales, descansos, etc., y
liberalizar las normas sobre despidos. En criterio de quienes promovían la reforma, a
partir de este nivel básico de reglamentación -que tendría el propósito de proteger a los
trabajadores de prácticas inaceptables como la esclavitud, la discriminación y la
explotación-, los otros aspectos que hacen a las relaciones laborales deberían estar
librados al acuerdo libre entre las partes. En el razonamiento descrito, se supone que la
mejora efectiva de las condiciones de trabajo vendría por la capacidad que demuestren
los sindicatos en el marco de negociaciones colectivas amparadas por la ley; además, la
nueva legislación tendría la virtud de propiciar un ambiente de buenas relaciones entre
trabajadores y empleadores.
12
los que se impongan como criterios dominantes en la definición de las condiciones de
trabajo.
Un primer efecto buscado por las medidas recomendadas era el debilitamiento de los
sindicatos. Este se derivaría de las siguientes normas: i) reducción del quórum necesario
para la organización de un sindicato a sólo el 10% o 20% de los trabajadores y libertad
de organización de más de un sindicato por empresa, ii) limitaciones a la adhesión de
trabajadores no afiliados al convenio colectivo negociado por el sindicato,
imponiéndoles a los trabajadores que declaran su disposición de hacerlo el pago
retroactivo de las cuotas sindicales, iii) práctica eliminación del ámbito de acción para
las federaciones sindicales, al prescribir que las negociaciones colectivas están, por
defecto, restringidas al ámbito de la empresa individual (definiendo las negociaciones
mayores como totalmente voluntarias), al prohibir las huelgas de carácter solidario,
regionales y otras, y al legalizar la posibilidad de "descuelgue" individual14 en medio de
los conflictos laborales, iv) limitación del número de dirigentes en comisión, de las
horas semanales de permiso para los dirigentes y obligación del pago de las mismas por
parte del propio sindicato, que atentan contra la capacidad operativa de la organización.
14
Se denomina así a la libertad del trabajador de negociar individualmente durante un conflicto,
marginándose voluntariamente de las acciones que encabeza su sindicato.
13
Una consecuencia de las normas planteadas en materia de contrato colectivo, era la
distorsión del mecanismo de la negociación colectiva, considerada una forma que
traduce y canaliza adecuadamente los intereses de ambas partes. Este resultado derivaría
de: i) la fragmentación de la negociación colectiva al definir a la empresa individual
como el ámbito de la misma, que ocasionaría resultados negativos en términos de
fijación de condiciones laborales, toda vez que se aplicaría sobre una realidad marcada
por el predominio de pequeñas unidades productivas -en las que la autoridad del
empleador es prácticamente absoluta- y por la existencia de una amplia masa de
desocupados y subempleados que están dispuestos a sacrificar sus derechos a cambio de
un puesto de trabajo, ii) la libertad concedida a los empresarios para fijar temporadas en
que no se negocia, que estaría estableciendo de antemano una desventaja para el
trabajador, pues es precisamente en los momentos en que más se demanda fuerza de
trabajo cuando los trabajadores pueden hacer efectiva su capacidad de negociación, y
iii) la norma que prohibiría la realización de negociaciones y huelgas durante la
vigencia del convenio colectivo (se sugiere 2 años), que conlleva el riesgo de instituir el
principio de que lo establecido en el convenio colectivo es una norma soberana -por
encima de la propia legislación laboral-, inmutable y que regiría al margen de cualquier
modificación en el contexto.
Otro efecto preocupante, era que se abría las puertas a la manipulación directa del
empresario al permitir que el pliego de demandas de los trabajadores pueda ser
presentando indistintamente por el sindicato elegido o por cualquier grupo de
trabajadores que cuente con un respaldo mínimo. Esta situación se agrava si se toma en
cuenta las anteriores consideraciones acerca de la posibilidad de organizar más de un
sindicato por empresa y del llamado "descuelgue individual".
Se orientaba, también, a la virtual abolición del derecho de huelga. El primer efecto que
buscaban las normas recomendadas en este ámbito, era la restricción al mínimo de las
14
razones válidas para el uso del recurso de la huelga15. Así, la propuesta incluía la
prohibición de la huelga por razones de solidaridad, por motivos políticos o regionales
y, llevando al extremo su razonamiento, por motivo de un "eventual incumplimiento del
empleador16". En este último caso, los trabajadores deberían representar sus reclamos
ante la autoridad pública, lo que resulta paradójico si se toma en cuenta que la misma
propuesta propugna el abandono por parte del Estado de su función mediadora y de
arbitraje en los conflictos colectivos. Del mismo modo, la prohibición de huelgas de
solidaridad por parte de trabajadores no directamente involucrados en un conflicto,
sumada al hecho de que las negociaciones colectivas son por empresa, ratificaba la
intención de hacer inútil la existencia de organizaciones sindicales de orden superior.
15
En relación a la limitación del derecho de huelga, ésta va aparejada a una tendencia generalizada en
América Latina, que -según Oscar Ermida de la OIT- se plasma a través de las siguientes formas: "a)
efectuando una definición legal restrictiva de la huelga, lo que deja fuera del reconocimiento normativo a
un número importante de modos de acción colectiva que, de lo contrario, podrían ser considerados como
formas lícitas de huelga; b) "procedimentalizando" la huelga -como la negociación colectiva ..; c)
sometiéndola a medios preceptivos de solución de conflictos, concebidos éstos más como diques de
contención de la huelga, que como preventivos del conflicto..; d) limitando la oportunidad de la huelga a
determinados momentos, siempre escasos y breves; e) excluyendo del legal ejercicio .. a determinados
grupos de trabajadores; y f) limitando las finalidades admisibles de la huelga"(Ermida, Oscar. Las
relaciones de trabajo en América Latina, OIT, Lima, abril de 1991).
16
Esta propuesta que aparecía en el primer documento de Bravo y Paredes fue excluida del segundo.
15
seguridad nacional", el gobierno pueda prohibir la huelga, listando mediante un decreto
supremo las empresas en las que no está permitida o decretando la reanudación de las
labores. Esta orientación conlleva el peligro de que se propenda a trasladar los
preceptos legales de los conflictos obrero-patronales a ámbitos como el penal o el civil,
de modo de enfrentar los intereses de los trabajadores ya no con los de los empleadores
-como corresponde a todo conflicto derivado de dicha relación-, sino con los intereses
de los consumidores o de otros "terceros", con la lógica consecuencia de la imposición
de sanciones legales sobre los trabajadores involucrados. En resumen, la virtual
abolición del derecho a huelga dejaría a los trabajadores en el desamparo total, pues
anularía de hecho el único mecanismo de defensa que poseen.
Para entender las perspectivas del derecho del trabajo en la actual coyuntura política, se
debe aludir a las características del gobierno del MAS. Éste corresponde, por la
composición de las fuerzas sociales que lo sustentan, a un gobierno de carácter
pequeñoburgués-campesino y por su orientación ideológica a un régimen reformista. Su
papel histórico, por tanto, está determinado por la necesidad de restaurar la dominación
capitalista, venida a menos por el desgaste y frustración de la experiencia neoliberal,
que repercutió en una profunda crisis social y política, es decir, también en una crisis
estatal.
Por ese motivo, los objetivos del gobierno del MAS, se inscriben en la construcción del
llamado “capitalismo andino amazónico” propugnado por su ideólogo, el vicepresidente
Álvaro García Linera. Esta construcción, que significa un nuevo intento por impulsar el
desarrollo capitalista del país –frustrado en el pasado en las experiencias liberales y
nacionalistas-, se asienta en la posibilidad de utilizar al Estado –hoy Estado
16
plurinacional- como la fuerza central que transforme las condiciones para el desarrollo
económico, alentando la transferencia de excedentes económicos desde las esferas
capitalistas primario-exportadoras, hacia los sectores de producción interna, como la
industria, la agricultura y los servicios. Los sujetos históricos de este experimento,
serían los pequeños y medianos productores del campo y de las ciudades, llamados
eufemísticamente “micro-empresarios”, que se desarrollarían en armonía con las
empresas transnacionales, presentes en el país como “socias” del Estado. Además, esta
singular alianza de clases estaría basada en una visión culturalista que relieva el
virtuosismo de los principios y prácticas culturales de las naciones originarias,
presentadas como la antinomia de la lógica capitalista de explotación.
Consecuentemente, las relaciones laborales deberían estar reglamentadas para permitir
producir el máximo de excedentes económicos para su administración por el Estado, lo
que supone establecer condiciones de explotación de la fuerza de trabajo “racionalmente
rentables”, sin que ocasionen conflictos sociales.
Bajo esa orientación, el MAS desde el gobierno ha venido realizando cambios parciales
en la legislación laboral destinados a eliminar los aspectos más execrables que habían
dispuesto los gobiernos neoliberales, dando lugar a una flexibilización de facto. En este
sentido, se aprobaron varias leyes y decretos que regularizan las relaciones en el marco
de la LGT: se deroga el art. 55 del DS 21060 (aunque no en la Ley de Inversiones), se
recupera y norma los principios de la LGT en normas expresas, se emite normas
aclarando las prohibición del uso de formas atípicas de contratación, se incluye
penalizaciones al uso de fuerza de trabajo en esclavitud, se norma agilizando y
facilitando el acceso a ciertos beneficios y prestaciones, se hacen cambios paramétricos
en la jubilación favorables a ciertos grupos de trabajadores, etc.
17
Contradictoriamente, no se hace mucho por recuperar la capacidad legal y operativa del
Ministerio de Trabajo para garantizar la aplicación de las leyes, se dictan medidas que
sacralizan el recurso de formas atípicas de contratación como la subcontratación,
mantiene proyectos de empleo eventual basados en la utilización de formas atípicas de
contrato y al no modificar aspectos centrales de la seguridad social se alienta el
abandono del sistema de ciertos grupos de trabajadores.
Mantiene las exclusiones de la LGT al sostener que los preceptos del Código se aplican
a “todas las relaciones de trabajo entre empleadores y trabajadores, con excepción de los
que por disposición expresa de la CPE u otra ley se encuentren sometidos a otra
normativa”, las mismas que afectan a los trabajadores del Estado, a los trabajadores de
pequeñas unidades económicas, indirectamente a otros como choferes asalariados y a
los voceadores.
i) en el caso del contrato de trabajo, incorpora avances respecto a la LGT que tienden a
hacer más costoso el despido y desestimular la contratación eventual, igualando los
18
derechos para los trabajadores permanente y a plazo fijo y reduciendo la duración del
plazo fijo. En el mismo sentido, prohíbe la subcontratación y reconoce como empleador
único a la empresa principal y elimina el período de prueba.
Modifica la base y la escala del bono de antigüedad, tomando para el cálculo la base de
5 RMN con un tope de 68 % para 25 años o más de trabajo. Con ello, aunque respeta los
derechos adquiridos de los actuales ocupados, atenta contra los nuevos trabajadores.
Mantiene los recargos de 25 a 50% por trabajo nocturno, pago doble por trabajo en día
feriado y triple por trabajo en domingos y estipula el pago por los días de descanso para
los trabajadores (as) a destajo, sobre la base del salario promedio del mes inmediato
anterior.
iii) ratifica la jornada máxima “efectiva” diurna de 8 horas y nocturna de 7 horas, con
un total de 44 horas semanales para hombres y 40 para mujeres. Ratifica lo dispuesto
por la LGT en cuanto a horas extraordinarias, sin establecer límites a la jornada
extraordinaria, abriendo la compuerta a la ampliación de la jornada efectiva a causa de
las bajas remuneraciones, lo que puede considerarse una forma de flexibilidad horaria.
19
indemnización para los trabajadores que se retiren voluntariamente, a condición de que
hubieran trabajado, al menos, un mes. Ambiguamente, prevé la solicitud voluntaria de
la indemnización anualmente, pero en caso de que se hubiese acumulado y proceda el
retiro justificado ésta se perdería.
Pese a señalar que se respetará el estatuto sindical y que prohíbe a los patrones
inmiscuirse en asuntos sindcales, pretende reglamentar varios aspectos como: i) el
“reconocimiento de directorios” por parte del ministerio; ii) el ministerios podría
impugnar, revocar o inhabilitar a quienes no rinden cuentas y no reconoce directorios
cuando hay conflictos internos; iii) establece “apoyo económico” del Estado a los
sindicatos, por el cual se debe rendir cuentas según normas fiscales, lo que constituye
una injerencia directa en el ámbito sindical con la correspondiente pérdida de su
20
independencia política; iv) determina que ciertos niveles ejecutivos no sean parte del
directorio pero sí del sindicato; v) determina la duración del sindicato por 2 años.
ii) sobre el fuero sindical, determina el fuero para dirigentes hasta 1 año después de
fenecer su mandato y un fuero especial para postulantes durante elecciones. Sin
embargo, no establece sanciones por violación del fuero.
iv) respecto al Derecho a la huelga, estipula que ésta procede en 2 ocasiones: i) cuando
no exista acuerdo sobre algún punto del pliego de reclamaciones y no se acuerde acudir
al arbitraje, por decisión de ¾ del total de trabajadores de la empresa, mediante voto
secreto en asamblea general, ii) de manera directa ante la falta de pago de
remuneraciones, hasta que se cumpla la obligación por parte del empleador. La huelga
sólo podrá ser ejercitada cuando se hayan agotado todos los recursos legales. La huelga
está prohibida en servicios de carácter público: administración pública central,
prefectural y municipal; agua, energía y gas; comunicaciones y bancos; servicios de
sanidad y mercados; y otros definidos por ley específica.
v) sobre el cierre empresarial dispone que procede: i)cuando por causas atribuibles a los
trabajadores no se pueda llega a un acuerdo, y ii) cuando el pliego de reclamaciones sea
imposible de cumplir o sea manifiestamente improcedente. Está prohibido en los
21
servicios de carácter público señalados. Cuando el cierre empresarial sea declarado
ilegal por la Dirección Departamental de Trabajo, ésta impondrá multas según
reglamentación.
Tanto para la huelga como para el paro patronal , manteniendo lo que dice la LGT:
estipula que sólo pueden ser pacíficos.
22
llamativo- a las empresas públicas, empresas públicas nacionales estratégicas y
empresas con participación estatal mayoritaria, a nivel central o autonómico. También,
reiteradamente se menciona a los servidores públicos de la carrera docente de educación
pública y servicio de salud (art. 7 y 93). Y aclara que la carrera administrativa
establecida en esta ley no es aplicable a las FFAA ni a la Policía Nacional.
Aquí cabe anotar que en la nueva Constitución Política del Estado se menciona sólo una
vez a las empresas públicas estratégicas, al referirse a las competencias privativas del
Estado central. En el caso de YPFB la CPE dice que es una “empresa autárquica de
derecho público, inembargable, con autonomía de gestión administrativa, técnica y
económica”. En el proyecto de Código de Comercio, se menciona a las “entidades
públicas de naturaleza autárquica, descentralizada, autónoma y las empresas públicas”
en el capítulo relativo a “entidades y empresas públicas”. Entonces, YPFB sería una
empresa pública de carácter estratégico y con autarquía, por lo que los obreros de esa
empresa serían considerados servidores públicos.
ii) en la definición de los servidores públicos se dice que son personas naturales que
desempeñan funciones públicas en cualquier instancia de la administración pública,
23
independientemente de su jerarquía, condición y fuente de financiamiento. En un
anterior artículo, se define la función pública como el ejercicio de un puesto de trabajo
en el sector público, bajo principios constitucionales y de gestión pública, para lograr
objetivos institucionales y fines estatales.
Los servidores pueden ser de 4 tipos: i) elegidos, ii) designados según CPE o ley
específica, iii) de libre nombramiento o personal de confianza y iv) de carrera, que
acceden al puesto por selección pública y competitiva y constituyen los Servidores
Públicos del Estado Plurinacional de Bolivia. Se prohíbe todo otro tipo de servidor
público, distinto de los señalados.
Se debe recordar que el Estatuto establecía, en sus disposiciones transitorias, que los
servidores “de entidades públicas (autónomas, en el título) autárquicas y
descentralizadas” que estaban bajo “disposiciones legales o estatutarias singulares
amparadas por la LGT, que estuviesen prestando servicios (…) hasta la fecha de
vigencia de la presente ley, seguirán sujetos a dicho régimen laboral”, mientras que los
nuevos servidores y los que tenían regímenes no amparados por la LGT, pasa a
sujetarse a las disposiciones del Estatuto. Por eso, se puede decir que la intención de la
24
propuesta del gobierno del MAS en este ámbito, excluye a un número mayor de
trabajadores de la LGT, vulnerando el principio de derechos adquiridos.
Más aún, en el caso de los servidores y servidoras que se desempeñan como obreros, es
decir, realizando “funciones de índole material, manual o de vigilia” se establece que se
someten al Código del Trabajo “en todo lo que fuera aplicable a la jornada laboral y
derecho a la indemnización”. Ello quiere decir, que si sólo se les reconoce los derechos
individuales de jornada laboral e indemnización, estarían marginados de los derechos
colectivos, es decir, de los derechos a tener sindicatos, a negociar colectivamente y a
utilizar la huelga como medio de defensa.
25
Está claro que la intención de esta propuesta se orienta por la exclusión del mayor
número de trabajadores de la Ley General del Trabajo, incluyendo prácticamente a
todos los trabajadores dependientes del Estado, no sólo en la administración pública
sino también en las empresas públicas. En términos de categoría ocupacional se abarca a
los obreros y no sólo a los empleados administrativos, como lo establecía el Estatuto,
por lo que desvirtúa la propia concepción liberal de que los funcionarios del Estado no
podrían ejercer derechos laborales por su particular posición y capacidad de presión
sobre el gobierno. La hipótesis, en este trabajo, es que el gobierno del MAS se orienta
por un control secante del Estado, como una necesidad imperiosa para aplicar las
reformas propugnadas, motivo por el cual no puede arriesgar la capacidad operativa del
aparato estatal, pese al discurso sobre participación social y gobierno de los
movimientos sociales.
Entre las imprecisiones en que incurre el texto de la Ley, debe destacarse la que se
comete a tiempo de especificar su ámbito, pues cuando establece que “La presente Ley
determina con carácter general los derechos y obligaciones emergentes del trabajo....”
no precisa que se refiere al trabajo asalariado como característica exclusiva, lo que,
posteriormente, generó innumerables problemas en su aplicación. En el mismo sentido,
otra imprecisión importante surge de la falta de mención de las características esenciales
de la relación laboral que identifiquen y diferencien una relación típicamente laboral de
otra que no lo es. Este defecto dio origen a prácticas ilegítimas por parte de muchos
empleadores, que disfrazaron típicos contratos laborales bajo otras figuras jurídicas,
generalmente de orientación civil, con el objeto de eludir las responsabilidades que la
ley prescribe.
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Extractado de Cedla, op.cit.
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emergentes del trabajo asalariado, así como especifique las características esenciales de
la relación laboral que particularicen una típica relación laboral.
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De manera semejante, los empleados públicos también fueron excluidos del ámbito de
aplicación de la Ley, aunque por otras consideraciones. Sin embargo, en la actualidad
esta discriminación está siendo reconsiderada en algunas legislaciones laborales, sobre
la base del reconocimiento de su carácter de trabajadores asalariados.
Además, quienes redactaron la ley, al detallar las formas de trabajo sujetas a ella, no
previeron que con la dinámica del desarrollo económico y social surgirían nuevas
formas y modalidades de trabajo asalariado.
La actualización de la Ley General del Trabajo, debe superar estos aspectos, regulando
el trabajo asalariado cualquiera sea su forma de manifestación, debiendo identificar con
precisión, las características esenciales de la relación laboral, que permitan determinar
la presencia de una relación de trabajo asalariada, que cae dentro del ámbito de
aplicación de la Ley, desvirtuando figuras jurídicas solapadas que tienden a burlar sus
efectos.
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