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Dolor místico entre árboles que se mueven de los pobres urogallos, del terror de las montañas que

se ven desde el mar cuando los perros se miran ladran y se quieren porque están el punto de los
gritos del sol. Dentro del batallón hay espejos horripilantes cuando llega el viento.

Golosos se relamen sin rechistar porque piensan que lo que piensan no es normal. Desde que te vi
quise penetrar en el mundo de los silencios que encontramos al fin dentro de los muchos poderes
que éste tienen pero sin verte no es posible conocer la contra de lo poco que me llega, el olor de los
golpes.

Dentro de donde puede llegar el cordero que sin saber, en este mundo se quedó porque pensar lo
que dice el que no sabe resulta imposible penetrar. Donde lleva el mundo de las piedras de lo
muerto y de lo vivo, reconoce aquello que no está porque me gusta ligar donde nadie puede llegar.

Quien no quiere resuella y poco se queja porque no sabe si huele o escucha. Desde donde se mira
las manos llenas de aire y como no le dejan llorar o grita o yo que se. No me mires porque me
muero, si me hueles me desuello. A ti rubia no te quiero porque de donde yo soy no vuelvo.

Rescate putrido desde la ventana que me encoge por las mañanas. Desde allí el disco que suena y
rvienta mi oido cuando voy corriendo despavorido a buscarte sin desprecio. El perro que duele es el
más sano de todos porque si viene o llega la mesa te revienta. Ay mi cabeza como buye y revuela
desde el arbol que cobija donde la alondra te arrulla pero ella se queja no se si de veras o mentira.
Adonde vas con tu pecho al aire loca.

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