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Un cuento de Navidad -Parte 1-

-¡Pide un deseo!

Era el mismo deseo desde hace años, no había otra cosa que deseara en el
mundo, y como todos los últimos años, pensaba con cuál fin pedía lo mismo,
nunca pasaba nada, pero ese día era especial, no porque no fuera mi
cumpleaños, no porque la jefe y mis compañeros lo celebraran por adelantado,
no porque estuviera trasnochado por la U y por el trabajo, sino por lo que
desencadenaría aquel “Happy Birthday” que se les dio por cantar aquel día.

Al otro día, llegaban las felicitaciones, los correos, las llamadas, como a todos,
todos los años; fuera de eso era un día laboral normal, yo y dos computadores
por delante, de aquí para allá, pero toda acción tiene una reacción, de pronto
un simple “Hola”, lo cambio todo, temblé, me paralicé, como siempre pasaba
cuando ella saludaba. Con una sonrisa devolvía el saludo por la ventana de
Chat, y aunque iba y venia entre los dos computadores, no perdía de vista
aquella ventana, el resto ahora no tenía ninguna importancia.

El saludo de parte de ella tenía como objeto el disculparse por la omisión de la


felicitación por mi cumpleaños, ella había escuchado el canto y los aplausos del
día anterior y tras indagar se había enterado, que era yo el objeto de tales
halagos, y ella se encontraba apenada, decía, que a pesar de lo especial que
me he portado con ella, ella ni siquiera sabia la fecha de mi cumpleaños, entre
el ir y venir no percate en reparar que ella se refería a ayer con el día de mi
nacimiento y es que estaba tan perdido en la felicidad y mi labor, que no logré
aclararle; luego ella me decía que “repararía” aquella falta, me pregunto que si
al día siguiente tenia tiempo disponible, yo recordaba que esos días tenia
clase, después de ir y venir con las fechas y ella reprochándome
sarcásticamente sobre mi “ocupada” agenda, encontramos un día, ella decía
que no me interrumpía mas, pero en serio que me quedaba difícil contestar, era
como la ley de Murphy, entre más me hablara ella, mas cosas que hacer salían
y no podía contestar, de camino a casa solo pensaba en ello ¿Cómo era
posible que hubiera pasado todo esto? Las cosas no salen como uno las
planea, eso es cierto.

De ahí en adelante no dejaba de pensar que pasaría, cuando saliera con ella,
ella inocente de todo, de mi sentimiento oculto, de lo que pocos sabían, como
un secreto templar lo ocultaba, me preguntaba como iba a ser para calmarme,
para lograr unir lógicamente dos palabras en forma seguida, para que mi mano
no temblara y no se me fuera la voz. Así solo con mi mente pensando en ello,
llego el día, ella durante el día me preguntaba si esta vez podía y mi agenda lo
permitía, ante los nervios con mi sarcasmo jugaba, le decía que esperaba la
limosina, que no caminaría, ella siguiendo la corriente se disculpaba pues su
“limosina” estaba en reparación, que la disculpara ante tal agravió; yo ante
nada mas que decir, seguía colocando reparos y ante el “tire y afloje” que se
había convertido una simple invitación a un helado, al final a “regañadientes”
accedí. Llegada la noche me pregunto “¿estas listo?”, yo mentí y dije “si“, y
mientras la esperaba afuera, me dije a mi mismo: “es un helado no mas, más
de media hora no puede durar, relájese y disfrute hombre!”.

Ella llego, al frente de mi se acerco y me dio un beso en la mejilla, yo


totalmente perdido en lo hermosa que se veía aquella noche, recuerdo que iba
un poco formal, llevaba una chaqueta rosada, una camisa blanca, su cabello
largo suelto, los zarcillos en perfecta armonía con su rostro, pero lo que más
recuerdo son ese par de ojos que me dejaron ciego y con el pulso alto, no
sabia que hacer, incluso caminar sobre el asfalto se convirtió en una
complicada empresa con ella a mi lado, para disimular decía: “de tanto
transportarme en limosina, olvide como era caminar”, y seguíamos jugando, yo
decía cosas y ella las reprochaba cada una, me colocaba contra la pared de mi
propio sarcasmo, cada chiste me encerraba en mi propia trampa, ella lo
disfrutaba, hasta que perdí en el difícil juego del sarcasmo, ella solo reía y ahí
dejamos el tema de las “limosinas” y mi “opulencia”. Aun faltaba un tercio de
camino, empezamos a hablar de trabajo, de el de ella y sobre el mió, como nos
había ido respectivamente; ya estaba mas calmado, solo pensaba en lo que
debía responder, y le seguía preguntando, deje de pensar en que iba a
preguntarle en un par de minutos o sobre de que tema íbamos a hablar
después.

Así entre preguntas, respuestas, contra preguntas y contra respuestas


llegamos a donde vendían el dichoso helado, aunque era un restaurante, pero
igualmente famoso por sus helados, de hecho ya tenía decidido de que sabor
iba a pedir: Feijoa, aunque no sabia si nos quedaríamos a comerlo allí o
saldríamos y lo comeríamos afuera mientras seguíamos caminando. Una
mesera nos acerco a una mesa, era para dos, acto seguido nos paso la carta,
cuando la vi me quede extrañado al ver que ella no clarificaba que quería la
carta de helados y no la del menú, de hecho empezó a ojearla y yo mirándola
con extrañeza, ella se percato y dijo que comeríamos algo antes; yo inmutado
ante aquellas palabras no sabia que hacer, ni que iba a pasar… ¿una cena?
Hay juemacha y ahora que va a pasar, no quería que ella lo notara y lance el
chascarrillo: “como todas, me mienten”, ella sonrió y me decía que ya tenia algo
seleccionado para pedir, yo pedí lo mismo que ella, de tomar yo jugo de Feijoa
y ella Coca-Cola, y cuando la mesera se retiro con la orden seguimos hablando
del trabajo, pero esta vez sobre como nos iba y como que para donde íbamos,
como era diciembre preguntaba, sobre lo que iban a pasar en navidad, solo me
limitaba a observarla, de una manera que no sospechara mucho, ella me
preguntaba y yo solo respondía, de la forma mas inocente, era todo perfecto,
no podía creer que esto fuera verdad, que en realidad estuviera pasando.

Cuando llego la orden y estábamos cenando hablábamos sobre la familia de


cada uno, le contaba sobre lo enferma que estaba mi hermana, que la habían
incapacitado y que se la pasaba quejándose del dolor de estomago, ella me
contaba sobre su hermana, que conocí una vez en la casa de ella, hace años,
luego hablamos de la U que como nos iba, sobre lo poco que faltaba y
empezamos a hablar sobre nuestras personas comunes, sobre las parejitas y
como iban, si peleaban, si se reconciliaban, sobre los que no tenían y si
estaban en búsqueda o no y yo inocente le contaba todo, hacia memoria y
hablaba como cotorra, hacia chistes sobre ellos y ella reía, ni me fijaba en la
comida o la hora, todo iba demasiado bien, ni habiéndolo planeado podía ir así
de bien, hasta que llego la pregunta que lo cambio todo, que partió todo en dos:
“bueno, basta de hablar de resto, hablemos de ti”, y yo solo decía: “bueno”, ya
me estaba poniendo rojo, ella me pregunto si salía con alguien, o me gustaba
alguien, o si tenia novia, en realidad no recuerdo sus palabras exactas, pues
tenia la mente en blanco de nuevo, solo estaba ahí, totalmente congelado y
todo colorado, según me decía ella al percatarse, me decía que si quería no
habláramos de eso, que no sabia que yo iba a reaccionar así, de primera dije
“no, esta bien, no hay problema”.

¿Y que se supone que iba a decir? Que era ella la que me gustaba, que desde
el primer momento en que la vi sentí todo esto, y que por años se lo he
ocultado por alguna clase de miedo que no puedo controlar; no podía decirle
eso, ella tiene su novio y me invito como un amigo, en agradecimiento a su
amistad, lo había hecho de forma desinteresada y yo no podía salirle con eso
así, pero tampoco podía decirle mentiras, no así; al final le dije que si había
alguien por ahí, que por cuestión de espacio-tiempo no podía pasar nada entre
ella y yo, pero que si había alguien por ahí, aclaraba en mi tartamudez, creo
que mientras lo decía, bajaba la cabeza así que no pude ver su reacción, si le
convenció o sintió algo raro, no lo se, recuerdo que yo quería cambiar de tema,
no quería que me siguiera preguntando sobre esos asuntos y yo no le iba a
preguntar que como iba con su novio y esas cosas, en realidad no quería
hablar de eso; entonces la mesera salvo la situación preguntando si íbamos a
ordenar postre, ella hizo un gesto de satisfacción y no pidió, por mi parte no
sabia si tenia hambre o sed, así que dije que no igualmente, ella pidió la cuenta
y pagó mientras yo ahí como un tonto que no sabia que hacer.

Salimos del restaurante, y con el aire nocturno me calme un poco e hice la


broma sobre la invitación del helado donde no se comió helado, y le daba las
gracias por tan bonito detalle, el mejor que a esa fecha alguien hubiera hecho.
Caminábamos entonces por parquecito y seguimos hablando mientras nos
dirigíamos a tomar el transporte, recuerdo ella en tacones casi cae en el pasto
y yo de manera rápida tome su mano y evite que cayera y recuerdo que
miramos hacia el cerro de Monserrate que con el decorado navideño
alcanzamos a divisar, preguntándonos como seria estar a esa hora ahí, de
repente empezó a sonar mi celular, como era un numero desconocido, no
conteste, ella estaba primero, ella me decía que contestara y yo respondía que
no lo iba a hacer, fueron como cinco intentos, seguimos caminando hacia la
avenida, y al rato otra vez el celular esta vez solo me timbraban y era de mi
casa, me asuste, pensé en mi hermana, ella pensó lo mismo, yo le había
contado lo ocurrido con ella, ella me decía que llamara, yo le decía que más
tarde, ella insistía en tomar sola el transporte y que yo averiguara que pasaba
en mi casa, yo me negué, pasamos el puente y esperábamos el bus de ella, fue
incomodo, quería saber que pasaba en mi casa, pero no la iba a dejar sola por
nada del mundo y sobre todo que no fuera a tomar aquella ruta que según ella
la deja lejos y alta inseguridad a esas horas de la noche…, entonces ella
esperaba ansiosa el transporte, y cuando llegó se despidió rápido y deseo que
ojalá no fuera nada grave lo de mi hermana, ella se subió y yo corriendo sobre
el puente llamaba a mi casa.

No era nada grave, solo que comprará una droga para mi hermana, mi mamá
no se atrevía a dejarla sola, y yo como hombre de la casa debía cumplir mi rol,
pero no era nada grave eso es cierto, pero era más como para que volviera
pronto a casa que otra cosa, llegando a mi casa, la llamé a ver si ya había
llegado, ella me contesto y me decía que recién estaba abriendo la puerta de
su casa e hizo una broma sobre aquel suceso, yo reí y note que ambos
estábamos mas calmados, ella me pregunto sobre la llamada y le conté que no
había ningún problema, ya todo estaba bajo control, por enésima vez le
agradecí la maravillosa noche que pase, y que tuviera una feliz noche, ella me
dijo lo mismo y nos despedimos. Mientras entraba en mi casa pensaba en el
deseo que había pedido al apagar la vela de la torta de mi cumpleaños. -¡Pide
un deseo! Era lo que me decían un día antes de mi cumpleaños.

…continuara...

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