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Tres errores comunes de los falsos maestros

Traducido por Donald Dolmus


En Defensa de la Fe (endefensadelafe.org)

Artículo original:
Three common errors of false teachers

Tres errores comunes de los falsos maestros


Por Mike Gendron

Puesto que ahora estamos viviendo en la era de la tolerancia religiosa y la unidad


ecuménica, hay algunas personas que inmediatamente llamarán a este artículo
insensible y divisionista. Otros preguntarán, “¿Qué derecho tiene para juzgar a
otra religión?” La respuesta es dada en las Escrituras. Todas las personas
temerosas de Dios están llamadas a hacer juicios justos, juicios que ya han sido
establecidos por los principios objetivos de la Palabra de Dios (Jn. 7:24). Puede
ser que no haya algo más importante que advertir a las personas que están siendo
engañadas acerca de su destino eterno. Si no las confrontamos amorosamente
con el Evangelio de Dios, podrían no saber nunca cómo escapar del fuego eterno
del castigo de Dios. Claramente, la cosa más insensible que podemos hacer es
ignorarlas y dejarlas continuar el camino hacia la destrucción. Por esta razón,
siempre estoy dispuesto a ofender a las personas con la ofensa y la exclusividad
del Evangelio, con la esperanza que Dios pueda conceder a algunas de ellas el
arrepentimiento que conduce al conocimiento de la verdad (2 Tim. 2:25). Veamos
tres errores fatales de los falsos profetas y cómo manejarlos.

1. Los falsos maestros usurpan la autoridad de Dios

La suprema autoridad de la Biblia está establecida por su origen divino y su


inspiración (2 P. 1:21). Es la infalible Palabra de Dios, y cumplirá el propósito de
Dios (Is. 55:11). Es el fundamento mismo sobre el cual descansan todas las
verdades cristianas. Para los seguidores del Señor Jesucristo, la Biblia es la corte
final de apelación en todos los asuntos pertenecientes a la fe y la piedad. “Toda la
Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para redargüir, para corregir,
para instruir en justicia” (2 Tim. 3:16). La autoridad divina de las Escrituras corrige
y refuta toda falsa enseñanza porque no hay autoridad superior o fuente infalible a
la cual apelar. Es la Palabra de Dios, y Dios no puede mentir, no puede romper Su
promesa y no puede engañar.

Las personas caen en error y pecado graves cuando exaltan su propia autoridad
sobre la autoridad de Dios o cuando suprimen la verdad de la Palabra de Dios
para promover sus propias agendas autocomplacientes. La religión Católica
Romana ha hecho esto al establecer que sus tradiciones y enseñanzas son
iguales en autoridad con la Escritura (Catecismo de la Iglesia Católica [CIC], par.
82). De este modo, ha usurpado la autoridad suprema de nuestro soberano Dios,
el único que tiene el derecho para regir y determinar los destinos eternos de los
hombres. Este error fatal ha abierto las compuertas a otras numerosas herejías
mortales, incluyendo: la predicación de otro evangelio, la adoración a un falso
Jesús, la compra y venta de la gracia de Dios por medio de indulgencias, la
creación de un lugar ficticio llamado purgatorio, el establecimiento de otros
mediadores y las oraciones a y por los muertos. Estos errores son fatales porque
cualquiera que los esté abrazando, cuando respire su último aliento,
experimentará la muerte eterna.

A los católicos que están siendo engañados por estos errores fatales debe
decírseles que el mundo ha conocido sólo un maestro infalible. El es el Señor
Jesucristo, quien era la personificación de la verdad y cada palabra que El habló
era verdad (Jn. 14:6; 17:17). Aquéllos que están buscando la verdad necesitan
mirar sólo a Cristo y Su Palabra. La religión Católica se ha corrompido en la
misma forma que el Judaísmo se corrompió – siguiendo las tradiciones de los
hombres en lugar de la Palabra de Dios (Mr. 7:13). Los fariseos enseñaron mucha
verdad, pero al mezclarla con el error, “invalidaron la palabra de Dios”. Nunca
debemos olvidar que la Biblia es lo que Dios dice y la religión es lo que el hombre
dice que Dios dice.

2. Los falsos maestros distorsionan la Persona de Cristo

Jesucristo es el hombre perfecto de Dios y el Dios perfecto del hombre. El es el


Sumo Sacerdote perfecto que se ofreció a Sí mismo – el sacrificio perfecto – una
vez por los pecados de Su pueblo. Esta única ofrenda por el pecado ha
perfeccionado para siempre a los santos (Heb. 10:14). Por esta razón no hay más
ofrendas por el pecado (Heb. 10:18). La deuda eterna del pecado del creyente fue
pagada en su totalidad y su redención fue asegurada cuando Dios levantó a
Jesucristo de entre los muertos (Ro. 4:25). ¿Habría falsos maestros que negarían
esto y se robarían la gloria y el honor de nuestro Salvador?

Sí, Pablo incluso nos advirtió que algunos vendrían predicando a otro Jesús. Ellos
ofrecerán un Jesús falso “al quien nosotros (los apóstoles) no hemos predicado” (2
Cor. 11:4). Muchos de estos falsos maestros son Católicos Romanos que predican
un “Jesús” que no salva a los pecadores completamente y para siempre. Ellos
dicen que los Católicos deben hacer su parte expiando y haciendo satisfacción por
sus propios pecados por medio de las penitencias (CIC, 1459). De esta forma,
alcanzan su propia salvación por medio de buenas obras (CIC, 1477). El Jesús
católico ofrece vida condicional, no vida eterna (CIC, 1035). Se dice que este falso
Cristo regresa físicamente a los altares católicos más de 200,000 veces cada día
para ser una ofrenda por el pecado por los vivos y los muertos (CIC, 1367).

Los católicos deben ser advertidos de las consecuencias de no conocer y de no


creer al verdadero Jesús. Esto fue aclarado por Jesús cuando dijo: “si no creéis
que Yo Soy, en vuestros pecados moriréis" (Jn. 8:24). Siempre que la religión
rechaza la autoridad de Dios, crea “otro Jesús”, lo cual conduce a “otro evangelio”.
¿Por qué? Porque siempre que se niega la suficiencia de Cristo, se debe elaborar
otro evangelio para instruir a las personas lo que deben hacer para ser salvas.

3. Los falsos maestros pervierten el Evangelio de Cristo

El Evangelio es la gozosa proclamación de la obra redentora de Dios por medio de


Jesucristo, quien salva a Su pueblo del castigo, poder y, finalmente, la presencia
del pecado. Es el único mensaje de redención y el mismo mensaje para cada
generación (Ef. 4:4-6; Ap. 14:6). Dado que el Evangelio es acerca de un Salvador,
es exclusivo y, por lo tanto, declara que todas las otras fe y religiones son falsas
(Jn. 14:6; Mt. 7:13-14). Este glorioso Evangelio declara que la salvación es
totalmente de gracia y que aquéllos que le añaden cualquier cosa se encuentra
condenados (Gá. 1:6-9). No es de extrañar que la perversión más popular del
Evangelio es la mentira fatal que las buenas obras o la rectitud inherente son
necesarias para apaciguar a un Dios santo. Cada religión en el mundo perpetúa
esta mentira del diablo. Sin embargo, la mentira más antigua y más letal de
Satanás es, “ciertamente no morirás” (Gn. 3:4). Esta mentira todavía se propaga
en el catolicismo (CIC, 1863).

¿Por qué querría cualquier líder religioso distorsionar el glorioso Evangelio de


gracia? La razón principal es controlar a las personas manteniéndolas cautivas en
esclavitud legalista. Es por esta razón que el Señor Jesús dio la marca de un
verdadero discípulo. El dijo, “Si vosotros permaneciereis en Mi palabra… y
conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres” (Jn. 8:31-32). Las personas en
esclavitud religiosa sólo pueden ser puestas en libertad cuando vienen a un
conocimiento de la verdad que se halla en la Escritura.

El catolicismo romano no está solo en pervertir el Evangelio de Dios. Hay muchos


cultos y sectas protestantes que hacen lo mismo. El Catolicismo, sin embargo, no
sólo engaña a su pueblo con un falso evangelio, sino que tontamente condena a
aquéllos que creen el verdadero Evangelio. Más de 100 condenaciones del
Concilio de Trento son pronunciadas sobre los cristianos que creen que el Señor
Jesús es suficiente para salvar a los pecadores completamente y para siempre. El
“evangelio” católico enfatiza lo que el hombre debe HACER para ser salvo, en
lugar de lo que Cristo ha HECHO. Esto incluye la necesidad de hacer buenas
obras (CIC, 2016), recibir los sacramentos (1129), asistir a misas meritorias
(1405), guardar la ley (2068), comprar indulgencias (1498) y el purgatorio (1030).

Los falsos maestros deben ser confrontados

Nunca debemos dejar que el error doctrinal siga sin cesar, porque deshonra a
Dios y engaña a los desprevenidos. El error doctrinal profana la conciencia,
corrompe el corazón y destruye el alma. De acuerdo con las Escrituras, lo que
fluye de los labios de falsos maestros incluye: “doctrinas extrañas”,
“mandamientos de hombres”, “doctrinas de demonios”, “herejías condenables”,
“tradiciones de hombres”, “mentiras”, “falsedad”, “mentiras vanas” y “filosofías
engañosas”. Los labios mentirosos son una abominación al Señor en todo tiempo
y en todos los casos (Prov. 12:22). Conociendo el fruto de los falsos maestros,
debemos contender encarecidamente contra ellos. Pedro y Pablo dijeron que los
falsos maestros provocan que los creyentes caigan de su firmeza y pura devoción
a Cristo (2 P. 3:17; 2 Cor. 11:3). Ellos no están de acuerdo con las palabras de
Jesús y traen fricción constante dentro de la Iglesia (1 Tim. 6:4-5). Ellos dan lugar
a la especulación y discusiones infructuosas que obstaculizan los propósitos de
Dios (1 Tim. 1:4-6).

Muchos que profesan a Cristo ya no están abrazando la sana doctrina porque


quieren que les hagan cosquillas a sus oídos y están buscando maestros que
harán justamente eso (2 Tim. 4:2). Usando la Palabra de Dios, debemos estar
listos para reprobar, refutar y exhortar con mucha paciencia e instrucción. Aquéllos
a quienes se les ha confiado la verdad deben adoptar una postura contra aquéllos
que intentan desviar a los hombres. Aun cuando Pedro no fue franco acerca de la
verdad del Evangelio, Pablo lo enfrentó en su cara y le reprendió duramente (Gál.
2:11-14). Judas nos exhortó a “contender ardientemente por la fe que ha sido una
vez dada a los santos” (Judas 3). Aquéllos que rehúsan defender la verdad de
Dios están demostrando su falta de pasión por la verdad. Debemos amar la
verdad y odiar todo camino falso (Sal. 119:104). Nunca seamos intimidados por
los falsos maestros porque “el temor del hombre pondrá lazo” (Prov. 29:25).

La Batalla por la Verdad

Seamos conscientes de las palabras de A. W. Tozer, quien escribió: “Tan hábil es


el error imitando la verdad que los dos están constantemente siendo confundidos
el uno con el otro. Es, por lo tanto, sumamente importante que el Cristiano
aproveche todas las ventajas de cada provisión que Dios ha hecho para salvarlo
del engaño – oración, fe, meditación constante de las Escrituras, obediencia,
humildad y la iluminación del Espíritu Santo" (Ese Cristiano Increíble).

Necesitamos pedirle a Dios valor y firmeza mientras dependemos del poder de Su


Palabra. Que todos seamos más como los apóstoles que fueron fuertes, firmes,
audaces, dogmáticos, no complacientes del error, valientes, intolerantes con el
pecado, inflexibles con respecto al Evangelio, controversiales, dispuestos a morir
por la verdad y totalmente dedicados a Cristo. Ya no debemos más ser niños,
arrojados de aquí y allá por las olas y llevados por estratagemas de hombres, que
usan con astucia las artimañas del error (Ef. 4:14). Durante estos tiempos de gran
engaño, el Cuerpo de Cristo debe responder con una cosmovisión teológica y
bíblica que defienda la gloria y el honor de nuestro Señor Jesucristo. Debemos
proteger la pureza de Su Evangelio por el bien de Sus escogidos.

Tres errores comunes de los falsos maestros

Traducido por Donald Dolmus


En Defensa de la Fe (endefensadelafe.org)

Artículo original:
Three common errors of false teachers

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