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Análisis Histórico

Contexto Filosófico
En el siglo XX Europa se debatía entre dos corrientes de pensamiento: el vitalismo y el
historicismo. Desde el vitalismo se considera que la esencia de la realidad no se reduce
a la razón pura, sino a un principio originario fundamental, que es la vida. El
historicismo, surgido en Alemania, sostiene que la historia es el elemento más
importante para los seres humanos, el devenir de las cosas referidas al ser individual o a
la comunidad en general. El ser humano es historia, y se va constituyendo a lo largo del
tiempo. Como consecuencia de estas tendencias surgieron en la filosofía orteguiana los
conceptos de razón vital y razón histórica.
En España cobró especial importancia el krausismo, movimiento de renovación cultural
promovido por Giner de los Ríos y la Institución Libre de Enseñanza. A este le siguió la
generación del 98, caracterizada por su preocupación por España. A este respecto,
partían de una visión pesimista del presente español, provocada por su profunda crisis
moral. De esta generación destaca un pensador original, asistemático y solitario, Miguel
de Unamuno, que recoge en sus obras temas de Kierkegaard cuando este era
prácticamente desconocido en Europa. Entre 1906 y 1912 mantuvo una amarga
polémica con Ortega sobre el tema de la «europeización de España o la españolización
de Europa», de la que se ha difundido sobre todo la lapidaria expresión unamuniana:
«¡Que inventen ellos!», que Ortega percibía como una «desviación africanista del
maestro y morabito salmantino».

Contexto Histórico
El mundo del siglo XX se caracteriza por caminar entre progresos tecnológicos,
concentración de capitales, distintos apetitos imperialistas y sus consecuencias bélicas,
contradicciones entre los regímenes aparentemente liberales y parlamentarios y la
resistencia de las ya desfasadas estructuras sociales, políticas e ideológicas del Antiguo
Régimen.
Durante este siglo nace el cine, el cubismo de Picasso. Las grandes empresas alemanas
comienzan a barrer varios sectores de mercado europeos mientras que en América los
estadounidenses desbordan a Francia en la producción del automóvil.
Crece el movimiento obrero, y como consecuencia nacen el Partido Socialdemócrata de
Alemania y el Partido Laborista británico. Francia ya se ha convertido definitivamente
en el modelo de estado burgués, democrático y laico, mientras que en Rusia estalla la
Revolución de Octubre.
El pensamiento científico da pasos agigantados que presagian la nueva era: Max Planck
desarrolla su teoría cuántica, Einstein su teoría de la relatividad, Landsteiner descubre
los grupos sanguíneos humanos, Ramón y Cajal demuestra en 1901 la estructura del
tejido nervioso y las neuronas, y en el mismo año Freud publica su obra Psicopatología
de la vida cotidiana.
Como hemos dicho, se trata de una época de ansia imperialista. Aparecen numerosos
imperios coloniales. Las grandes potencias se anexionan más de 17 millones de
kilómetros cuadrados de otros continentes, con millones de poblaciones.
Pero España no queda al mismo nivel que estas potencias. De hecho, más que ganar
territorios, los pierde, en el Desastre del 98, comenzando así una nueva época de crisis
política e ideológica.
Desde el nacimiento de Ortega en 1883 hasta su muerte en 1955 se suceden en España
diferentes formas de Estado. Nace durante el reinado de Alfonso XII en plena
restauración borbónica. Dos años después, en 1885, muere el rey y comienza la etapa de
regencia de su segunda esposa, María Cristina. En este periodo se mantiene el sistema
turnista propuesto por Cánovas del Castillo años atrás. Este sistema traería una etapa de
crecimiento y desarrollo al país, pero significaba una gran corrupción política que
aceleraría la crisis. Como hemos dicho, en 1898 se produce el llamado desastre del 98,
la pérdida de las colonias españolas en Cuba, Puerto Rico y Filipinas. Esto, junto a la
crisis política, pondrán en marcha un movimiento, el Regeneracionismo que propone un
renacer ideológico y político del país para una posterior reforma económica.
Pero Ortega no es propiamente regeneracionista, sino que perteneció a la Generación
del 14 o novecentista, generación con un punto de vista más positivo que el de sus
antecedentes del 98.
En 1923 el capitán general de Cataluña, Miguel Primo de Rivera se subleva contra el
gobierno y da un golpe de estado respaldado por la corona. Este golpe pretendía,
oficialmente, poner fin a la guerra de Marruecos, que ya se había convertido en un
problema considerable. Sin embargo, no perseguía únicamente este fin, el desastre de
Annual, o derrota de Annual, en términos más impersonales, fue objeto de investigación
por parte del gobierno, con el fin de aclarar las causas del suceso, las causas apuntaron
directamente al ejército y la monarquía, se sustancia en esto, junto a posibles intereses
ideológicos en contra del auge del socialismo tras la Revolución de 1917, que Primo de
Rivera efectuara el golpe de estado en 1923.
Tras la crisis económica de 1927, acentuada en 1929, la violenta represión de obreros e
intelectuales y la falta de sintonía entre la burguesía y la dictadura será el objeto en
cuestión a partir del cual se une toda la oposición en agosto de 1930 en el llamado Pacto
de San Sebastián. Tras la dimisión de Primo de Rivera, los gobiernos de Dámaso
Berenguer (la denominada «dictablanda») y de Juan Bautista Aznar-Cabañas no harán
otra cosa que prolongar momentáneamente la decadencia, hasta que en las elecciones
municipales de 1931 el rey, aún habiendo salido victorioso, decide marchar,
proclamándose el 14 de abril la Segunda República Española.

Ésta pasará por distintas formaciones de gobierno. Comienza con la etapa del bienio
social-azañista, un periodo de numerosas reformas de toda índole; tras esta etapa llega el
bienio radical-cedista, caracterizado por la anulación de las reformas anteriores y una
serie de medidas de represión para las distintas revoluciones, entre ellas la revolución de
1934.
Siguiendo las pautas de la Komintern, varios partidos de izquierdas se unen en el
denominado Frente Popular, que se concibe como un frente antifascista. Gobernará,
oficialmente, desde el 1936 hasta el 1939. Pero el 17 de julio de 1936 se produce el
golpe de estado, que dará lugar a la Guerra Civil Española.
Ésta fue un preámbulo de la Segunda Guerra Mundial que poco después se produciría
en el resto de Europa, dada la confrontación entre las dos principales ideologías que
convivían en el momento. Aparte del drama que supuso el conflicto civil, el triunfo de
las fuerzas sublevadas dirigidas por el general Franco supuso el establecimiento de una
dictadura del ejército que duraría 36 años
Influencias
José Ortega y Gasset nació en Madrid el año 1883, en el seno de una familia
estrechamente relacionada con el mundo de la cultura y el periodismo. Desde su
juventud, participó de las preocupaciones comunes a los movimientos intelectuales más
críticos con la grave situación intelectual, social y política en la que se encontraba
España: el Krausismo, la Generación del 98 (principalmente Unamuno con el que
mantuvo una relación a la vez cordial y polémica, principalmente por el desdén que éste
último sentía hacia Europa y la ciencia) y el movimiento regeneracionista. Ortega creyó
que España necesitaba una renovación radical que exigía también la incorporación de la
filosofía a la vida cultural.
Con el afán de trasladar a nuestro país lo mejor de la filosofía marchó a estudiar a
Alemania, en donde asimiló las ideas primero del neokantismo y después de la
fenomenología. La filosofía alemana siempre estuvo presente en su pensamiento. Así,
en lo que algunos consideran que fue su primera etapa, el objetivismo (hasta 1914)
destaca su estancia en Alemania, en donde estudió la filosofía kantiana, principalmente
con los neokantianos Cohen y Natorp. Del neokantismo, más que el contenido
doctrinal, asimiló el espíritu de su filosofía, que consideró muy fecundo para sus
intereses vitales pero también para el futuro de España. En esta época, y de acuerdo con
el espíritu de la filosofía neokantiana, considerará que lo principal no es lo subjetivo y
lo individual sino el ejercicio de la razón, ejercicio que nos vincula con la segunda etapa
de su pensamiento (perspectivismo, 1914-1923) que comienza con sus Meditaciones
del Quijote y culmina con El tema de nuestro tiempo (1923) etapa en la que
encontramos con claridad su teoría de las circunstancias y su complemento, la doctrina
perspectivística; en donde propone superar el racionalismo y la modernidad.
Respecto del problema de España hay algún cambio significativo pues el filósofo
madrileño lo concibe ahora desde el marco más amplio de la crisis de Europa. Ortega no
solicita tanto europeizar España como modificar radicalmente toda la cultura europea, y
el objetivo de sus afanes intelectuales y políticos ya no es la modernidad sino la
superación de la modernidad. A la base de la Europa actual encuentra el racionalismo y
el idealismo, y puesto que Europa está en crisis, la solución (y la solución de los
problemas de España) será superar el racionalismo y el idealismo, pero sin volver a
formas filosóficas anteriores también insuficientes, como el relativismo, el dogmatismo
o el realismo.
Ortega leyó a Nietzsche en su juventud y siempre mostró una especial predilección por
su pensamiento: como el filósofo alemán, Ortega también defenderá una concepción
perspectivista de la verdad, a la vez que una defensa de la vida, de los valores vitales
(entusiasmo, sinceridad, deleite...) y de las dimensiones no estrictamente racionales de
la persona (el deseo, la imaginación, el sentimiento...), aunque siempre evitando caer en
el irracionalismo y el relativismo, tan característicos, sin embargo de Nietzsche.
La fenomenología de Husserl también está presente en muchos de sus escritos, desde
la defensa de la intencionalidad como una de las características principales de la vida
psíquica hasta la afirmación de que la fidelidad a las cosas mismas exige superar los
planteamientos empiristas aceptando la posibilidad de que además se nos den entidades
no estrictamente físicas como los valores y las objetividades matemáticas. También
participó de la preocupación que esta corriente tuvo por hacer que la filosofía
descansara en un fundamento firme (en una realidad primordial y radical) descubierto a
partir de una reflexión propia e independiente de cualesquiera otros saberes (religiosos,
de sentido común, científicos), exigencia que Ortega expresó en su principio de
autonomía, aunque para la fenomenología dicha “realidad radical” será la conciencia y
para Ortega la vida.
Participando de la fenomenología y del existencialismo está la figura de Heidegger,
con quien el pensamiento orteguiano guarda una clara afinidad, y de un modo muy
destacado en lo que se refiere a la descripción que nuestro autor nos ofrece de las
categorías de la vida, muy cercanas al análisis que Heidegger hizo de la existencia
humana.
Es igualmente interesante la proximidad, aunque no influencia, que guarda el
pensamiento existencialista de Sartre con el de Ortega y Gasset, principalmente en la
idea, común a ambos autores, de que el hombre carece de naturaleza o esencia puesto
que su ser se va haciendo o construyendo en la vida, y en la descripción de la situación
nativa del ser humano como “náufrago” en la existencia, como no disponiendo de un
guión dado ya de antemano y teniendo continuamente que elegir y libremente decidir la
vida que uno ha de realizar.
Finalmente, también destaca la influencia de Dilthey, como se puede apreciar en la
tercera y última etapa de su pensamiento (doctrina de la razón vital) en aspectos tan
importantes como su reivindicación de la historia (“el hombre no tiene naturaleza, tiene
historia”) para comprender la realidad humana (doctrina de la razón histórica), y la
importancia que tiene el “entender” o “comprender” frente al “explicar”: las “ciencias
físicas” pueden aspirar a la explicación de los fenómenos físicos con leyes objetivas y
causales, las “ciencias humanas o sociales” deben preocuparse más por aprehender los
distintos “sentidos” presentes en cada una de sus manifestaciones, ligados siempre a los
programas vitales, deseos, creencias y afectos de los seres humanos que las
protagonizan.
Repercusiones
Ortega y Gasset es, tal vez, el más importante filósofo español; sus obras han sido
traducidas a multitud de lenguas extranjeras (principalmente su obra más conocida, La
rebelión de las masas), y han dado lugar a infinidad de artículos y libros interpretativos.
En la España anterior a la guerra civil Ortega fue uno de los grandes protagonistas de la
vida cultural, tanto desde la conferencia y el artículo periodístico, como desde la cátedra
en la Universidad y el mundo editorial y erudito. En este campo, por ejemplo, basta
señalar que fundó y dirigió desde 1923 hasta 1936 "Revista de Occidente" y la editorial
del mismo nombre, editorial que puso a disposición de los lectores españoles lo mejor
que en Europa (particularmente Alemania) se producía en el mundo de la filosofía y las
ciencias humanas.
Su compromiso social le llevó también al compromiso político: oposición a la dictadura
de Primo de Rivera, dimisión de su cátedra en la Universidad tras el cierre de ésta,
fundación de la "Agrupación al servicio de la República” (1931) y diputado en las
Cortes Constituyentes (1931). En 1936 comienza la guerra civil y el exilio de Ortega,
primero en Europa (Francia y Holanda) y más tarde en Sudamérica, principalmente
Argentina, y en Portugal. En 1945 regresa a España, pero no se incorpora a su cátedra
de la Universidad. En 1948 funda junto con Julián Marías el "Instituto de
Humanidades", en donde impartirá cursos, alguno de los cuales de tanta trascendencia
como el publicado en 1957 El hombre y la gente. Muere en Madrid el 18 de Octubre de
1955.
Tras la Guerra Civil, aunque marginado por los círculos académicos, su influencia se
extiende, además del círculo de orteguianos españoles (Xirau, Gaos, Marías, Ferrater
Mora, Laín Entralgo, Aranguren...) al pensamiento latinoamericano. Dado la diversidad
de intereses de Ortega y su fecundidad de pensamiento, su influencia estuvo presente
también en otros campos más allá del estrictamente filosófico: en la historia del
periodismo queda como uno de los grandes maestros del articulismo, dio a conocer a los
principales autores de la Generación del 27, se ocupó de la novela, el arte, la ciencia y la
técnica, la unidad europea...

Influencia en otros pensadores


Ejerció notable influencia en investigadores, teólogos y escritores como Antonio
Machado, Luis Casar, Ignacio Ellacuría, Manuel García Morente, Pedro Caba Landa,
Joaquín Xirau, Xavier Zubiri, José Gaos, Luis Recaséns Siches, Manuel Granell,
Francisco Ayala, María Zambrano, Manuel Mindán Manero, Pedro Laín Entralgo, José
Luis López-Aranguren, Miguel Reale, Julián Marías, Francisco Soler Grima (1924–
1982), Antonio Rodríguez Huéscar, Jaime Perriaux, Juan David García Bacca, Jorge
Millas Jiménez, Martín Cerda, Hernán Larraín Acuña, Arturo Gaete, fallecido en 2007,
Arturo García Astrada, Adela Cortina, Félix Schwartzmann, José Ferrater Mora,Samuel
Ramos, Octavio Paz, Mario Vargas Llosa, Antonio Skármeta, Luis Sánchez Latorre
(Filebo), fallecido en 2007, Albert Camus, Paulino Garagorri (1916–2007), José
Antonio Primo de Rivera, y sobre las corrientes de la nueva metafilosofía, denominada
«Metafísica del estar», basadas en el perspectivismo (Olavo de Carvalho). Además,
cuando estaba en prisión, el teólogo alemán Dietrich Bonhoeffer mandó pedir las
versiones en alemán de libros de Ortega y Gasset; específicamente, Historia como
sistema, Del Imperio Romano y En torno a Galileo. Esquema de las crisis históricas
(cfr. Cartas de amor desde la prisión, Ed. Trotta, Madrid, 1997).

Influencia en la Generación del 27


Ejerció también una notable influencia en los escritores de la Generación del 27, un
grupo de poetas muy influyentes en los años 20. Entre las obras que más influyeron en
estos escritores destacan España invertebrada (1921) y La deshumanización del arte
(1925) cuyas ideas y postulados serán asumidos por la Generación del 27. Su estilo
elegante y pulcro al escribir será una de las características que usarán estos escritores al
crear sus obras. La Revista de Occidente (la cual él fundó y redactó en parte) será leída
por los escritores de la Generación del 27 por contener artículos para intelectuales y
minorías, así como por su afán de originalidad.
Novecentismo movimiento estético, inicialmente artístico y literario, pero extendido a
otros ámbitos de la cultura, que se asocia genéricamente a las vanguardias artísticas y
literarias de comienzos del siglo XX. Agrupa a un conjunto de autores situados entre la
Generación del 98 y la Generación del 27, por lo que también se identifica con la
denominada Generación del 14.
Pulcritud, distanciamiento, equilibrio, «deshumanización» (Ortega titulará uno de sus
ensayos La deshumanización del arte, donde acuña el concepto de arte deshumanizado
para el arte moderno).

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