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Marco Histórico:

Durante el siglo XVIII y desde el punto de vista político, se produce una modificación
significativa del mapa europeo. El declive del imperio español y la disputa entre Francia e
Inglaterra por la hegemonía de Europa.

La mayoría de los súbditos europeos estaban gobernados por monarquías absolutas. Estas
monarquías adoptaron un nuevo estilo que se denominó “despotismo ilustrado”.

En Francia, Luis XV ocupó el trono en 1715 y 1774. Actuó como monarca absoluto y llevó a
cabo una política desligada de las verdaderas preocupaciones de los súbditos.

A las diferencias entre los estamentos, nobleza, clero y tercer estado, se sumó el fracaso de
Francia en su política exterior, lo que provocó un endeudamiento del país y originaron
malestar e indignación entre el pueblo.

En 1774 se inició el reinado de Luis XVI, pocos años más tarde en 1788, tuvo lugar una
profunda profunda crisis económica que debilitó el orden público y social en Francia. La
monarquía no supo o no se atrevió a adoptar medidas necesarias para reformar y modernizar
el Estado.

Finalmente el pueblo dirigido por algunos burgueses y clérigos, conscientes de la situación


tomó la cárcel de la Bastilla en el verano de 1789, inciándose así la Revolución Francesa.

Marco Sociocultural:

La burguesía fue la clase más ascendente en el poder político y económico durante esta época.
La burguesía que se había sentido frenada por los privilegios feudales de la nobleza y el clero,
encontró en las nuevas líneas ilustradas un aliado para luchar contra esta situación.

La ilustración se define por el uso de la razón y por el proceder independiente del individuo
pensante. De ahí que la ilustración se caracteriza por un distanciamiento de la tradición y de la
autoridad, por el aprecio de la libertad y por la capacidad de la razón para resolver cualquier
cuestión.

Con este espíritu y esta intensidad se manifiestan los autores ilustrados del XVIII. Primero en
Inglaterra con los empiristas liberales y agnóticos (Locke y Hume). En Francia con los
enciclopeditas (Voltaire, Rousseau…) que pretenden con su “Diccionario razonado de las artes,
ciencias y oficios” compilar todo el saber humano y difundirlo universalmente.

Las ideas de los ilustrados lo penetran todo, los filósofos están en las cortes e inspiran a reyes y
gobernantes. La penetración de estas ideas en la aristocracia, la burguesía rica y parte del
clero, fue extraordinaria. En cambio en las clases populares la penetración fue mucho mas
lenta.

Al barroco del XVII le sigue en el XVIII el rococó. Pero la moderación y el buen gusto llegarán
con el estilo neoclásico en la segunda mitad del siglo, suprimiendo definitivamente los excesos
recargados del barroco y del rococó.
Marco Filosófico:

El enciclopedismo, racionalismo y empirismo dominan la escena. Newton está muy presente


en el pensamiento del momento, al que se difunde con entusiasmo especulando sobra esa
nueva propiedad de la materia: la atracción.

En torno a la idea de progreso, noción fundamental en este siglo, muchos de los esfuerzos de
los “librepensadores” se centrarán en investigar sobre el origen de la sociedad y su desarrollo
histórico para facilitar propuestas políticas adecuadas a los ideales de la razón.

Nace con Rousseau el fundamento mismo de las democracias contemporáneas y muchos de


los ideales de libertad se gestan en las primeras declaraciones de derechos humanos.

Se da un interés especial que adquiere la educación, que anuncia muchos de los presupuestos
de la pedagogogía moderna.

En general toda la época es un caldo de cultivo para las ciencias sociales, a las que atribuyen
también el modelo histórico de Voltaire, el espíritu de las leyes según Montesquieu o el primer
utilitarismo social de Bentham

El siglo XVIII es el siglo del deísmo, doctrina que defienden en general todos los ilustrados.
El deísmo considera a Dios dentro de los límites de la “religión natural” y la sola razón: Dios
solo puede ser autor de la complejidad del Universo pero nunca un dios revelado, personal y
providente.

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