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“Todo lo sólido se desvanece en el aire” - Marx

Darío Sztajnszrajber

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… La cultura liberal occidental que todavía creemos del pensamiento humano, creemos que el
pensamiento puede transformar la realidad. El pensamiento para Marx es parte de la realidad
siempre posterior y algo peor, siempre funcional a los que ejercen el poder en cada época. Por
eso realmente la revolución es una revolución que hay que hacerla de un modo bastante
radical porque hay que romper con todas esas estructuras que están como muy instaladas en
nuestra manera de pensar, nadie hace la revolución pensando. Dice Marx en la tesis sobre
Feuerbach “la filosofía hasta ahora se ha dedicado a interpretar y a explicar el mundo, llegó el
momento que se dedique a cambiarlo, a transformarlo”. ¿Cómo la filosofía transforma el
mundo? Dejando de ser filosofía y pasando a ser una praxis filosófica, pasando a ser una
instigación a la transformación social, un cambio social. La filosofía tiene la tarea de explicar
como primero está la praxis, siempre primero está la praxis. Un pensamiento bastante fuerte
es que en 1848 se encuentra con estas revoluciones obreras y trata de darle a esas
revoluciones un canal, un cauce y escribe un manifiesto, se supone que un manifiesto lo lee
cualquiera. Es un intento de popularización del lenguaje filosófico político que al lado del resto
de la obra de Marx se ve una diferencia, si uno lee los manuscritos, tienen como otra
profundidad, otro cripticismo en el lenguaje. El texto del manifiesto comunista es como más
light, más llevadero, sin embargo tiene sus bemoles. La frase que estamos trabajando aparece
al principio del manifiesto.
Dice Marx: “Por un lado han despertado a la vida unas fuerzas industriales y científicas de cuya
existencia no hubiese podido sospechar si quiera ninguna de las épocas históricas precedentes.
Por otro lado existen unos síntomas de decadencia que superan en mucho a los horrores que
registra la historia de los últimos tiempos del Imperio Romano. Hoy día todo parece llevar en su
seno su propia contradicción, vemos que las máquinas dotadas de la propiedad maravillosa de
acortar y hacer más fructífero al trabajo humano provocan sin embargo el hambre y el
agotamiento del trabajador. Las fuentes de riquezas recién descubiertas se convierten por arte
de un extraño maleficio en fuentes de privaciones, los triunfos del arte parecen adquiridos al
precio de cualidades morales, el dominio del hombre sobre la naturaleza es cada vez mayor,
pero al mismo tiempo el hombre se convierte en esclavo de otros hombres o de su propia
infamia. Hasta la pura luz de la ciencia parece no poder brillar más que sobre el fondo
tenebroso de la ignorancia. Todos nuestros inventos y progresos parecen dotar de vida
intelectual a las fuerzas materiales mientras que reducen a la vida humana al nivel de una
fuerza material bruta. La burguesía no puede existir sin una condición de revolucionar
incesantemente los instrumentos de producción y por el eso las relaciones de producción y con
ello todas las relaciones sociales. Una revolución continua en la producción, una incesante
conmoción de todas las condiciones sociales, una inquietud y un movimiento constantes
distinguen la época burguesa de todas las anteriores. Todas las relaciones estancadas,
enmohecidas con su cortejo de creencias y de ideas veneradas durante siglos quedan rotas, las
nuevas se hacen añejas antes de haber podido cosificarse, todo lo sólido se desvanece en el
aire, todo lo sagrado se profana y los hombres al fin se ven forzados a considerar en frío sus
condiciones de existencia y sus relaciones recíprocas”. Es una escritura política pero al mismo
tiempo tiene esa fuerza del manifiesto literario que le da como otra línea. Está claro que Marx
está planteando una lectura de la modernidad donde él encuentra que ese capitalismo
emergente es un capitalismo que vive todo el tiempo revolucionando lo existente y entonces
nuestra experiencia cotidiana es una experiencia de cambio. La pregunta es: ¿Puede el hombre
vivir, aceptar adaptarse a un mundo, a una cultura que está en permanente estado de cambio
o toda la cultura humana no ha sido al revés un invento para estabilizar, para solidificar una
vida que de por sí se nos presenta en constante devenir e inestabilidad? La cuestión que va a
ver Marx es que en realidad ¿Qué es la cultura humana sino ese invento que hace el hombre
para poder tolerar, para poder soportar una vida que lleva en su propio seno su propia
contradicción? ¿Qué propia contradicción lleva nuestra vida que se nos vuelve insoportable?
Algo muy fácil, muy simple y absolutamente angustiante, que es que el día de nuestro
nacimiento comenzamos a morir y toda la vida se despliega en ese maravilloso sinsentido.
¿Para qué si la cosa termina? Toda la cultura humana es un intento de encontrar una
estabilidad, una solidificación, algo sólido que pueda empezar en este mundo y seguir en otro
y si no existe otro que pueda asegurarnos en este mundo una vida con sentido. Ese sinsentido
originario de una vida que termina es lo que genera en la cultura humana la necesidad de una
terapia, de un remedio y ese remedio se llama solidez y se estructura en la cultura. Esa cultura
tiene muchas variables y a lo largo de los tiempos fue cambiando, la mas conocida es la
religión, que es una de las estructuras mas olidas que ha creado el hombre sobre todo en esa
figura bastante interesante que es la figura de Dios pero que tiene todas esas características de
lo estable, frente a la fluencia de la vida Dios es vida eterna, es esa figura que todos deseamos
alcanzar o que todos aspiramos a ser en algún punto. En la medida en que puede sustraerse a
ese acto primigenio que nos vuelve a todos efímeros, que nos vuelve fugaces, transitorios, es
la vida. Si uno piensa la misma idea de vida incluye su propia finalización. Lo interesante de
pensar es porque al hombre se le vuelve insoportable cuando en realidad viene a la vida con
esa marca, es como que tratamos de pelearnos con nuestra marca originaria, tratamos de
pelearnos con lo que somos. Con el resto de las cosas no nos peleamos, con eso si, la muerte
no la toleramos, ahí nos agarra el ataque existencial, que tiene que ver con que la vida una vez
existente intenta perseverar en su ser como decía Spinoza, intenta expandirse como decía
Nietzsche, es una vida que está viva y aunque se sabe a sí misma que termina sin embargo
genera su propia contradicción. Esta cultura sólida que es la cultura que viene desplegándose
desde la antigüedad, toda esta cultura antigua, toda esta filosofía del pasado, podemos
pensarla inclusive como una filosofía contra el devenir, no sólo la religión es una creación
humana contra el devenir, si no que la lógica, la filosofía griega, son todas construcciones
discursivas o de pensamientos que buscan pelearse contra la idea de que todo cambia y nada
permanece. Toda la filosofía platónica, toda la filosofía aristotélica, todos los grandes sistemas
de pensamiento antiguo, todo lo que se llama la metafísica antigua busca lo mismo, busca
mostrar que esta vida en esta tierra no es la verdadera vida, busca mostrar que esta marca de
provisoriedad que tenemos los humanos es falaz, igual que hace la religión, busca mostrar que
en realidad la naturaleza del ser humano no es este envase en el que estamos que tiene fecha
de vencimiento, si no que hay una trascendencia. La religión la va a encontrar a su manera y va
a utilizar para ellos sus recursos, entre ellos a partir del cristianismo, la fe. La filosofía antigua
es un intento de construir es metafísica eterna pero sin fe, ¿cómo mostrar que hay eternidad
desde la razón sin acudir a elementos propios de la religión? Pero los intentos son los mismos,
uno puede agarrar la obra de Platón, toda la obra tiene un único objetivo, demostrar que lo
que cambia es imperfecto y si es imperfecto es aparente, entonces la verdad no puede estar
en lo que cambia, por eso la verdad no puede estar en el cuerpo, no puede estar en lo
material, no puede estar en lo temporal, tiene que haber otro lugar verdadero, real, que no es
este, donde las cosas son estables, sólidas y eternas. Y ese es todo el planteo platónico, su
famosa teoría de las ideas: “existe un mundo ideal, realmente existente a donde van nuestras
almas que es nuestro aspecto ideal lo que realmente existe”, nuestro cuerpo es aparente para
Platón, es algo que debemos abandonar, porque el cuerpo es la prueba del devenir, la prueba
de lo que cambia. Toda la filosofía antigua, toda la religión, todo el mundo clásico ha hecho de
sus creaciones un intento de pelearse contra el devenir y fijar ideas sólidas acompañado por el
desarrollo de instituciones que todo el tiempo proponían un ordenamiento de la sociedad, un
ordenamiento de los lazos. El mundo antiguo es un mundo sólido, ordenado por instituciones
reales, por instituciones políticas y por instituciones intelectuales que hacen del orden su leit
motiv. Para hablar de la antigüedad por ejemplo algunos pensadores la llaman la etapa
cosmocéntrica porque hablamos en la antigüedad de que todo está regido por el cosmos,
cosmocentrismo. En griego cosmos no significa sólo universo como nosotros usamos la palabra
cosmos, “el universo”, cosmos significa mucho mas, significa orden. El universo en tanto un
universo cerrado, ordenado, jerárquico, donde cada cosa ocupa el lugar que tiene que ocupar.
Esta es la idea antigua de un orden cerrado, con estructuras sólidas donde no hay esclavos que
se liberan, porque en un mundo cerrado con estructuras sólidas el esclavo cumple con su rol
como la montaña cumple con su rol, como el sol cumple con su rol. No hay movilidad,
movilidad es caos, movilidad ya es devenir, es cambio, transformación, no hay nada en el
mundo antiguo que se transforme y toda transformación es vista como negativa. Sin embargo
Marx va a ver que de ese mundo estable del que provenimos en la búsqueda que hace el
poder de acumular, de construirse a sí mismo como poder van a comenzar a resquebrajarse
esas mismas instituciones sólidas. Pero el resquebrajamiento de la solidez no está hecho, no
está pensado desde una instancia crítica, si no que es el mismo poder el que se da cuenta en
su momento que necesita generar esta transformación y eso se llama capitalismo. El
Capitalismo para Marx es la época donde con el afán de seguir ejerciendo el poder la clase
dominante, la nueva clase burguesa va a ir destruyendo, resquebrajando, disolviendo esas
estructuras sólidas, nos va a hacer conscientes de la evanescencia de todo lo que hay. Al revés
de lo que suponemos esa clase que hay que destruir, esa clase dominante que explota a la
mayoría de los trabajadores es la clase que sin embargo nos ha permitido alcanzar este estado
de conciencia de la finitud humana y empezar a poder sacarnos de encima esas estructuras
sólidas que con el afán de darnos seguridad nos encorsetaban y nos dominaban. Cuando Marx
escribe en 1848 El Manifiesto Comunista, en esas trincheras de las luchas obreras conviven
otros personajes que piensan la modernidad desde la misma lógica, uno de ellos es un poeta
francés Charles Baudelaire, él está en ese tiempo peleando en las trincheras. Baudelaire hace
una lectura bastante parecida de lo que es la experiencia de la modernidad, va a visualizar las
contradicciones de este mundo moderno en una famosa definición que da él, él escribe un libro
llamado “El pintor de la vida moderna”, es un libro de ensayos, donde va describiendo las
pinturas de un pintor de la época, Constantin Guys, que tiene una pintura bastante particular
por a diferencia de lo que era el arte en ese momento, pinta escenas de la vida cotidiana de la
Paris en la que él vive. Baudelaire, en la pintura de este hombre va a entrever esas tensiones
que le provoca a él la aparición de la modernidad, ahí tiene una famosa definición de la
modernidad donde dice: “la modernidad es lo transitorio, lo efímero, lo fugaz, la mitad del arte
que se yuxtapone con la otra mitad donde aparece lo eterno, lo inmutable, lo que no cambia.
Para Baudelaire la frase “todo lo sólido se desvanece en el aire” marca un conflicto, el conflicto
es que todo lo que se nos presenta se nos presenta con esas dos facetas, no es un proceso q
se termina, lo sólido no va a disolverse finalmente en el aire, si no que al mismo tiempo nuestra
experiencia de la modernidad es la experiencia de la tendencia a continuar solidificando algo
que sin embargo se nos va a disolver. Es un contraste, si todo lo sólido finalmente se
desvanece en el aire, no queda nada y si no queda nada perdemos todos, se trata de que lo
sólido no siga siendo funcional a pocos y se trata de desenmascarar como detrás de esa
solidez se nos presentan las cosas de manera dogmática, de una manera única, cuando todo
puede ser pensado de múltiples maneras. Pero si empezamos a desmembrar lo sólido y
abrimos la caja de Pandora y todo se nos escapa por todos lados como agua entre los dedos,
finalmente no tenemos nada de donde asirnos. Lo contrario a pensar el amor eterno no es amo
cualquier cosa, paso del amor eterno y del matrimonio como institución sagrada, solidificada,
tipo “te casas y te comes ese error por el resto de tu vida”, lo contrario a eso no es NO al
matrimonio, me caso con todos, porque esa es la disolución absoluta y la disolución absoluta
es algo que todavía no va a aparecer, es mas parte de nuestro tiempo esa forma de pensar las
instituciones o de pensar una sociedad post institucional donde el amor no tenga nada que ver
con las instituciones, es mas propio de otros tiempos. El tiempo de Marx, de Baudelaire, ese fin
del Siglo XIX donde se empiezan a poner en jaque las instituciones tradicionales, lo que se
busca es denunciar esas falsas eternidades, pero no abriendo la canilla para que todo se
vuelva anárquico o que todo se vuelva disolutorio. Nietzsche da un paso mas, es mas nihilista,
pero no Marx ni Baudelaire que intentan recuperar alguna armonía, a ambos les molesta lo
sólido, pero también les molesta mucho la fluidez radical, lo que buscan es mantener el
contraste, entender que necesitamos de ciertas solideces, pero que esas solideces mutan todo
el tiempo, no aferrarse a ninguna de ellas de manera definitiva.
Nietzsche trabaja una imagen que es la imagen de los pasillos como el lugar de la libertad, qué
pasaría si todo lo que nos rodea o el mundo en que habitamos no fuese sino una gran casa
donde cada uno de nosotros estamos viviendo en habitaciones y hacemos de nuestra
habitación el mundo y entendemos que el orden que hay en nuestra habitación representa el
orden natural de las cosas y nos aferramos tanto a lo nuestro a la solidez de esa habitación en
la que vivimos, esa casa propia, esa morada, en latín mores: moral, nuestra casa como el lugar
de nuestra moral, de nuestras costumbres, de lo que somos, hace que estemos encerrados en
nuestras habitaciones pensando que cada habitación nos describe en la que somos, en la que
estamos cómodos, en la que encontramos todo ordenado donde tiene que estar, donde
decidimos poner cada una de nuestras cosas y entendemos que ese orden es EL orden natural
de lo real. Cuando abrimos la puerta, porque una habitación tiene una puerta y la puerta es el
origen y el final de nuestra tragedia, porque la puerta muestra que hay un otro, una otra
habitación donde vive la barbarie, para los que tienen hijos adolescentes la barbarie es el
adolescente, para los adolescentes la barbarie son los padres, para el hermano la barbarie es
el hermanito que entra a destruirle todo. Cuando uno abre la habitación y se encuentra con la
habitación del otro, con su propio orden, con su propia forma de comprender su solidez, que no
es la nuestra, nos cuesta conectar con esa solidez del otro. Lo que para mi es sólido porque
necesito esa estabilidad, necesito un lugar, necesito algo propio, necesito algo donde
descansar, no puedo estar todo el tiempo cambiando (modernidad), no me pueden tirar teorías
cada 5 años que renueven la anterior, la moda no puede ser algo tan frenético que lo que me
compre hoy ya no sirve. Estoy arrojado en una especie de frenesí cambiante donde nada a lo
que apuesto tiene sentido, me pongo a estudiar una carrera y en el medio cambiaron las
teorías, tengo que empezarla de nuevo. Esa disolución de lo sólido hace que se convierta en
aire en el peor de los sentidos, hay una necesidad de aferrarnos a algo, pero lo opuesto
también es problemático, me aferro demasiado a lo sólido y soy esclavo de lo sólido. El tema
es poder entender que no se trata ni de ser esclavo de lo sólido ni de estar volando en el aire
como una especie de ser etéreo que va modificándose todo el tiempo porque ese vértigo
tampoco nos termina de cerrar. Hay quienes están aferrados a lo sólido, esclavos, que andan
tranquilos y felices sin ningún tipo de vértigo, tienen una estabilidad y eso brinda algún tipo de
tranquilidad. Pero la tranquilidad tiene el problema de su falta de transformación, de ese gran
mal de Siglo XXI que es el aburrimiento que genera un estado de todo siempre igual, porque lo
estable es la repetición de lo idéntico en un punto.
Entonces, abro la puerta, veo la habitación del otro y cuando voy a la habitación del otro y veo
la diferencia me doy cuenta que mi propia habitación es diferente para el otro y que yo estoy
tranquilo en mi lugar y entiendo que haya otro que esté tranquilo en el suyo y no lo juzgo ni
establezco que su orden no es válido porque el mío es el que vale, entiendo que todos somos
diferentes y que cada uno necesita de su propia habitación para encontrar su lugar y no hago
de mi lugar el mundo, entiendo que el mundo es este conjunto de lugares diferentes donde
ninguno es superior a otro. El único lugar en el que me siento libre es en los pasillos, pero
tienen un problema, porque no es un lugar, porque el pasillo es un lugar de paso, o sea, estoy
pasando y mientras voy pasando es el único momento en el que veo ese devenir cambiante,
pero es insoportable para el hombre, el hombre no puede vivir en el pasillo. Hasta hay un
problema lógico, si vivimos en los pasillos ya no son pasillos, tiro el colchón en el pasillo, le
pongo un cuadro y pongo la ropa en el pasillo, pasó a ser una habitación, lo que tiene el pasillo
es ese carácter de no lugar pero que en ese pasar me permito mientras voy pasando observar
toda esta realidad plagada de habitaciones. Es el único no lugar en el que me siento libre pero
para poder apropiarme de él me apropio desapropiándome, porque no es una apropiación de
algo que sea sólido. Es un lugar de paso, ni siquiera nuestro lenguaje tiene esa posibilidad
porque nuestro lenguaje solidifica también, nuestro lenguaje encorseta la realidad, la solidifica
sobre todo a través de la lógica, las palabras significan siempre algo y salvo en el arte, que por
eso de algún modo lo recuperamos, no nos permitimos que las palabras signifiquen muchas
cosas. Hay toda una política del lenguaje que tiene que ver con el ordenamiento, con esa
solidificación de la realidad en la que vivimos.
Nietzsche, Marx, Baudelaire, Freud son todos pensadores de un Siglo XIX que es un siglo en
que la modernidad entra en colapso, en el que la modernidad empieza a vislumbrar sus propias
contradicciones. La modernidad nace a partir del Siglo XV – XVI con la incesante presencia del
hombre como fundamento ultimo de todas las cosas y de un capitalismo que va cada vez mas
instalándose en el poder económico. En el Siglo XVIII, en la época del iluminismo la ciencia va
desplazando cada vez más a la religión como centro de poder y el capitalismo cada vez mas va
reemplazando a la vieja sociedad feudal. Con la revolución francesa ese capitalismo asume el
poder político por primera vez, se institucionaliza y se legaliza en Francia y esa misma Francia
hace del iluminismo la nueva ideología que entiende que el único conocimiento válido es el que
provee la ciencia, mientras que la religión, las viejas formas de filosofía antigua empiezan a
dejar de tener sentido. Esa modernidad que era del Siglo XV al XVIII, en el XVIII con el
iluminismo llegas a su paroxismo, el iluminismo es como esa primera modernidad llevada casi
al extremo como que alcanza su pureza, ser iluminista es tener una confianza desmedida en el
hombre y en su capacidad racional, en su capacidad transformadora, ser iluminista es pensar
que la racionalidad humana puede reemplazar a Dios como fundamento de todas las cosas.
Ese iluminismo que se establece con la revolución francesa, pasan 10, 15, 20 años y empieza
a mostrar sus propios fantasmas, empieza a mostrar su otra cara, la revolución francesa en 15
años genera primero todo el terror jacobino y después Napoleón. Lo que era un proyecto de
democratización termina en un nuevo imperio y el iluminismo que prometía una ciencia y un
conocimiento racional al servicio del bienestar del hombre va generando todo este proceso de
modernización donde la ciencia y la tecnología como dice Marx, que se pretende cultora de una
transformación de la naturaleza para el bienestar colectivo se vuelve con las políticas de
modernización totalmente excluyente. Las grandes novedades y los nuevos productos de la
modernización capitalista son solo para los que pueden acceder y necesitan de ese otro que es
la clase obrera que haga el trabajo sucio. Esa modernidad pretenciosamente utópica con un
hombre que iba a cambiar al mundo para que todos seamos felices y mejores se vuelve un
nuevo proyecto de dominación y con el paso del tiempo ese proyecto de dominación tiene otras
variables, es una modernidad que no sólo va generando sus propios monstruos o sus propios
fantasmas, si no también sus propias bestialidades como la bomba atómica, como los campos
de exterminio, como las guerras químicas, que no son producto de la barbarie, son producto de
la mas pura planificación, de las mas pura racionalidad llegada al servicio de otra cosa. No hay
lugar en el que mas se haya percibido la razón humana al servicio de un proyecto de
planificación productiva que los campos de exterminio, esto es lo patético, no en la fábrica
Ford. Ahí también, pero ahí es lógico, nadie se sorprende que en la fábrica Ford había
planificación racional buscando la productividad del trabajo. El tema es cuando uno visualiza
esa misma lógica llevada con otro fin que el exterminio o la destrucción del hombre por el
hombre, en la planificación de cadáveres, como decía Hanna Arendt “en Auschwitz no se
moría, se fabricaban cadáveres”, frase letal, pero que marca de algún modo la idea de que allí
detrás hay un “planificador” que está pensando en términos racionales, esa misma racionalidad
moderna.
Cuando Baudelaire escribe toda su poesía, cuando vivencia los contrastes del Paris en el que
vive, él vive el tiempo de lo que es la reforma arquitectónica de Paris que termina en 1889 con
el aniversario de la revolución y la inauguración de la Torre Eiffel. Todo ese proceso de
renovación arquitectónica la genera un arquitecto llamado Haussmann, que toma a la vieja
Paris, sólida, medieval, la Paris en la que uno se perdía en sus laberintos, esa Paris que
después en el Silgo XX rescata Cortázar en “Rayuela”, esa Paris que todavía subsistía años
después pero que es una Paris caótica, de un caos propio de otra época, de la época medieval,
de la época de los intersticios urbanos, de la época en las que todavía había salas perdidas.
Haussmann piensa racionalmente, desde la modernización, hacer de la ciudad una ciudad
moderna con muchos objetivos, primero por la incipiente creación de la industria automotriz
que lentamente empieza a generar la necesidad de caminos mas rápidos. Después porque hay
toda una nueva clase marginal con el capitalismo nuevo que son los pobres que están ahí
“molestando” y a los que hay que tener en un lugar seguro para ser reprimidos. Tercero,
porque el centro de Paris se está modernizando con toda la nueva cultura glam de la burguesía
que son los cafés de Paris, que son de esa época y que hoy cualquiera de nosotros puede ir
ahí a pasear. Esos cafés de Paris para esa clase burguesa nueva están abiertos a la presencia
del otro, el pobre, quien construyó los cafés para que los otros vayan y lo tomen. Terminaste de
construir el café, volvete a tu barrio marginal, estos barrios marginales en una Paris medieval
son incontrolables. Haussmann crea los bulevares de Paris, cruza la ciudad, destruye toda la
arquitectura típica de Paris con grandes bulevares que vana travesando la ciudad de manera
ordenada, sistemática, cuadrada, la ciudad se vuelve previsible, planificada. Y estos bulevares
que son como la autopista de Cacciatore, las autopistas que cruzan toda la ciudad de Buenos
Aires, van destruyendo la ciudad.
Baudelaire ve esa dualidad: esos bulevares permitían que la policía rápidamente llegara a los
barrios marginales, reprimiera a todos los pobres que estaban ahí molestando. Pero de noche
cuando la policía duerme, cuando la riqueza duerme en sus sábanas doradas, los pobres
usaban los mismos bulevares, las mismas vías ara ir hacia el centro de la ciudad, así se
empieza a llenar de pobres el centro de Paris utilizando esos mismos bulevares que tenían otro
objetivo, lo novedoso es la creación de una clase marginal en un proceso de modernización
que se suponía que iba por otro lado o que iba a traer un bienestar colectivo.
Hay una idea de Baudelaire que es: esos puentes que se construyen, esa arquitectura que se
crea para que los nuevos autos de esa nueva burguesía que tiene toda esta nueva forma de
consumo pueda trasladarse, si uno se coloca por afuera, a la distancia de ese puente y lo
observa va a ver arriba del puente a los automóviles de los burgueses yendo a la ópera, pero
abajo del puente va a ver a las prostitutas, a los linyeras a todos los excluidos y marginados de
esa misma modernización que por un lado crea el puente con un objetivo y sin quererlo, sin
intensión habilita esa otra zona. La modernización viene con autos para la ópera pero con
linyeras y mendigos viviendo abajo y ese es el contraste de la modernidad, la modernidad,
conceptualmente, genera lo nuevo porque arruina lo viejo, crea porque destruye, es una
creación destructiva, pero hay destrucción, hay ruina, algo queda arruinado y desde esas
ruinas la modernidad sigue creciendo. La historia oficial es la historia de los creadores o la
historia de los que van por arriba del puente. Lo que hace Baudelaire, poeta nacional francés,
es ir abajo del puente, se casa con una prostituta, vive ahí, vive mostrando ese contraste.
Recomiendo enfáticamente la lectura de los poemas en prosa “El spleen de París”, donde
Baudelaire cuenta este cuento llamado “Los ojos de los Pobres”, es un cuento en el cual hay
una pareja de amantes que están en uno de los nuevos cafés de Paris tomados de la mano,
sentados junto al vidrio, mirándose a los ojos declarándose amor eterno, ella está muy
enamorada y estaba totalmente anonadado, estaban pensando en el matrimonio, estaban es
esa etapa “falsa” de las relaciones que es el enamoramiento. Baudelaire dice que ambos están
como extasiados además con el consumo, Baudelaire hace una muy buena descripción de
cada uno de los elementos de la escena, describe el lujo de esa nueva Paris, de esta
modernización capitalista que provee al burgués la capacidad de consumo. Están ahí los dos
divinos y el es un burgués con culpa, como todo burgués progresista, estaban comiendo unas
galletitas con forma de conejito, esa cosa kitsch. Estaban ahí y de repente les tocan el vidrio
una familia de pobres, un hombre muy flaco, lánguido, la pobreza se le veía en los ojos, con la
mirada dirigida a esa galletita, y los dos hijos de 6,7 años mirando con los mismos ojos que el
padre, con ojos caídos, ojos de gente que no le alcanza la comida para terminar el día y un
bebe que este hombre llevaba encima, 6 ojos de la pobreza. Describe la miseria, está escrito
en 1º persona y dice: “y yo te mire y miramos a esta gente y en ese momento creo que
compartimos y coincidimos en lo injusto que es el mundo, dice el burgués con culpa, y en la
necesidad que tenemos de hacer algo al respecto y te mire y pensé, amor mío vamos juntos a
pelear por un mundo mejor, cuando vos en ese momento me detuviste, te levantaste, llamaste
al mozo y dijiste” mozo, me saca a estos negros de mierda de la vidriera”, y el dice, me quede
mirándote y me di cuenta que no hay ninguna fórmula para el amor, termina diciendo, y bueno,
qué vamos a hacer, una página dura el cuento, tampoco dice, entonces te pegue un cachetazo.
Baudelaire quiere mostrar el contraste, pero él no quiere mostrar que está a favor del contraste,
quiere demostrar cómo esa modernidad a la que apostamos para que transforme el mundo
genera sus sombras, todo genera sus sombras y estas sombreas no son sombras, nuevas
sombras o como cualquier otra, son de las peores. Siempre ha habido dominantes y
dominados, dice Marx, pero no hay dominación más espuria, dominación mas violenta,
dominación mas sistemática, más sojuzgante que aquella en la cual el dominado se cree libre,
aquella en la cual el dominado no es conciente de su carácter de sometido, se cree libre, cree
que tiene posibilidad, cree que tiene lo que se merece. El amo con el esclavo tenía una relación
de sometimiento incuestionable, pero para Marx estaba objetivada, estaba clara la relación de
sometimiento. Entre el capitalista y el obrero esa claridad no existe porque el obrero cree que
puede ser un capitalista, el esclavo nunca creyó que podía ser un hombre libre, entendía de por
si que su lugar era un lugar predeterminado. En el mundote la movilidad social, que es el
mundo del capitalismo donde todo se transforma, el obrero cree que alguna vez puede
alcanzar tranquilamente el lugar que de por si también le corresponde. Marx piensa que el
obrero cree que es libre de negociar su salario, el obrero cree que puede negociar su salario
como cualquier mercancía en función de su propia conveniencia. El obrero cree que elige
presidentes porque vota y es probable que cuando vote la mayoría obrera que es mayoría sea
la que termina eligiendo a los gobernantes. Pero el obrero cree que, esos gobernantes que son
elegido por la mayoría, eligen a alguien que los representa, cuando el Estado para Marx como
organismo institucional tiene el único objetivo de seguir legitimando una sociedad de exclusión.
No importa a quien votes ni quien gane, el problema es el modelo con clases sociales
distinguidas entre si, interdependientes y que una existe en la medida en que puede explotar a
la otra y que esa explotación continúa no hay cambio. Esa explotación mejor va a funcionar en
tanto el dominante genera estrategias para que el dominado no se vea a sí mismo en su
carácter de sojuzgado, eso se llama en Marx “alienación”; la capacidad que tiene el poder de
construir todo un sistema que tiene como propósito, como objetivo generar una
“inconsciencia” del dominado para que no se de cuenta del lugar que está ocupando. Pero no
se trata de enceguecerlo, de cerrarle los ojos, se trata de algo peor, al esclavo se lo enceguece
y se le hace creer que su lugar es natural, al obrero se le hace creer todo lo contrario, se lo
hace feliz. No hay mejor forma de dominio que aquella en la cual el dominado no se da cuenta
que está dominado y además la pasa bien, porque no hay forma de que se de cuenta de ese
lugar de exclusión. ¿Por qué para Marx hay sometimiento y explotación, hay dominación?
Porque para Marx el salario es injusto, porque para él todo salario implica una explotación,
porque es injusto que alguien trabaje para otro. Marx dice que trabajar para otro implica un
acto de prostitución, él dice que el obrero es como una prostituta, pone su cuerpo para que el
patrón la pase bien. Todo trabajo asalariado es un trabajo que no importa cuánto te paguen,
hay otro que no hace nada, que se lleva parte del valor de tu trabajo, eso lo llama Marx
Plusvalía, que es ese valor de mas que el patrón se lleva por el trabajo del asalariado.
Hay una frase de Mao Tse-Tung que decía “la tierra es de quien la trabaja, lo que le da valor al
producto es el trabajo”.
El capitalista no hace nada en términos de trabajo concreto, pone la plata, pero no hay
manufacturación de parte de él, no hay trabajo puesto en la producción del objeto, el que es el
obrero y entonces le corresponde ese producto a él. Sin embargo siempre que el capitalista
tiene asalariados a su cargo les puede pagar un buen sueldo o un mal sueldo, nunca le va a
pagar la totalidad de lo que él gana o vende del producto que el obrero produjo. Si sos
capitalista te quedas con una parte, esa es la clave del capital; quedarse con una parte, para
Marx ese quedarse con una parte es un acto de violencia porque al obrero se le está pagando
por una parte del valor de su trabajo pero no por su totalidad. Marx plantea una crítica mas
profunda a lo que es la propiedad privada, en la medida en que exista la propiedad privada
esto que estamos diciendo tiene lógica, en la medida en que no exista, lo de Marx empieza a
tener lógica. Marx entiende que la propiedad privada es una forma cultural de apropiación del
hombre sobre la naturaleza. No hay nada en la naturaleza que lleve a justificar la apropiación
individual de las cosas, no es que las cosas existen para que las apropiemos de manera privada.
No hay nada en la naturaleza que indique porque algunos de nosotros podemos ser
propietarios y otros no. Si quieren hacer una lectura bíblica, cuando Dios crea al hombre,
según la biblia, a Adán, y le da la tierra, le da la naturaleza para que la domine y la nomine, el
ponga nombre. La pregunta es: ¿a quién se la da, a Adán como persona individual o a Adán
como género humano? Si es a Adán como representante de la especie humana, entonces NO a
la propiedad individual. Dios le da la naturaleza al hombre, a todos, al ser humano, entonces
¿por qué el 30% tiene y el 70% no? Si Adán es una persona individual, es ilógico porque era el
único, no había individuo, no había otro, hasta bíblicamente está justificado el marxismo.
Todo este sistema de crítica a lo que es la propiedad está en la base de toda una lectura que
hace Marx de esa injusticia estructural que es la desigualdad que vive lo humano a partir de la
existencia de clases sociales. Las clases sociales es otro tópico en Marx, no tienen para nada
que ver en el marxismo con cuestiones de prestigio, cuestiones culturales. Para Marx la
inclusión en una clase social o en otra siempre es una cuestión de acceso a los medios de
producción. Para Marx la clase social burguesa implica ser dueño de un medio de producción,
ser dueño de una fábrica, ser dueño de alguna herramienta que sirve como medio de
producción y la clase proletaria u obrera simplemente designa a los que no son dueños de
nada y sólo poseen su cuerpo, su fuerza de trabajo para ser vendida, en realidad capturada por
el capitalista, eso marca una diferencia. Aunque alguien tenga un título universitario y es un
asalariado, es de la clase obrera sólo por el hecho de ser asalariado. Pero si sos dueño de un
negocio pequeño, ganas poco dinero y tenes un solo empleado al que le pagas poco, sos un
burgués. En términos de lo que es la propuesta de Marx está muy clara la condición no sólo de
asalariado si no de productor de plusvalía, esa diferencia que hace el capitalista gracias al
trabajo obrero que no cobra, porque el obrero es el que genera el laburo, peor el salario que
cobra representa una parte de lo que se ganó con ese laburo.
Estas categorías eran muy claras y funcionales para explicar el mundo de la revolución
industrial de Siglo XIX con una sociedad dualizada y que son de esas categorías que el
marxismo hoy está revisando porque no le son funcionales ni útiles para explicar el mundo de
hoy con toda una cantidad e variables nuevas que hay en el medio.

Hoy en lo que se trabaja mucho es en la capacidad de acceso mas que de consumo, lo que va
marcando las diferencias sociales hoy en el mundo de la globalización tiene mas que ver con lo
que se llama la “capacidad de acceso en tanto usuario”. Se está modificando de manera muy
radical es la idea misma de propiedad, hoy ya no se trata de propiedad en el sentido mas
clásico, si no de la capacidad de acceso que tiene uno en las diferentes redes que te posibilitan
como usuario ser parte de un engranaje o de otro. La capacidad de apropiación, de alquiler,
incluso de ciertas marcas, la capacidad que tienen muchos de poder ser accionistas de una
gran empresa es otra la lógica que esa lógica dual propia del Siglo XIX.

La clase media no existe en el planteo de Marx, no tiene lugar. Cada país ha desarrollado su
propia clase media, la clase media norteamericana de los ´50 no tiene nada que ver con la
clase media que se fue generando en la Argentina. Hay que pensar si la clase media se trata de
pequeños y medianos empresarios dueños de pequeños medios de producción, esa clase
media entonces saldría del capitalismo, sería como una parte del capitalismo, una pequeña
burguesía que conformaría esa clase media. En el caso norteamericano es al revés, la clase
media fue la que se ha ido conformando de los obreros que a partir del modelo Keynesiano
fueron consiguiendo una estabilidad laboral, sindicalizados, fueron teniendo su casa, sus
objetos de consumo, su auto, mandaron a sus hijos a la universidad y fueron conformando una
clase media que proviene de una clase obrera bien puesta. En la Argentina hubo en un
momento una clase obrera que fue construyendo la clase media, en la Argentina hay una
cultura de clase media que nada tiene que ver con el consumo de las clases populares,
entonces se produce ahí otro corte que la clase media tiene mas un elemento burgués que un
elemento de una clase obrera que decide ingresar al mundo del consumo. Incluso cuando hay
gente de la clase obrera que entra a la clase media se da como ese corrimiento a lo que sería
una cultura de consumo burgués. Eso es propio de la realidad de nuestro país que lo diferencia
de otros, no es ni bueno ni malo, lo que está claro es que la clase media es media, porque está
en el medio, como la enseñanza media, que no sabemos bien que es porque está en el medio.

Marx dice en el Manifiesto Comunista: “La historia de la humanidad es la lucha de clases.


Siempre han habido dominantes y dominados; nunca como en el capitalismo esas diferencias
se han exacerbado”. Y se han exacerbado por todo esto que venimos planteando que es que el
dominado en tanto salariado tiene una particularidad, el asalariado es un fenómeno del
capitalismo porque el esclavo no recibía salario, recibía pan, agua y un colchón.
Marx dice: “y creemos que un obrero con el salario que cobra le alcanza para algo mas de lo
que le alcanzaba al esclavo, o sea el salario de la revolución industrial, ¿qué te compras con
ese salario? Pan, agua y un colchón. En los dos casos reciben lo mismo, en el caso del esclavo
se evidencia la esclavitud. El obrero se cree libre, ahí está el problema, está alienado, asume
un lugar que no le es propio, no tiene consciencia de su lugar”, esto plantea Marx.

Lo que es interesante para pensar es qué determina la inclusión en cada clase. Lo que plantea
Marx es que no pasa por lo que uno cobra, ni siquiera la cantidad de dinero que te ingresa, es
tu lugar en un esquema productivo. ¿Tenes gente trabajando para vos? ¿Tenes obreros que,
como prostitutas, trabajan para que vos seas feliz? Esa es la diferencia, el capitalista mas
bueno, el que paga los salarios más altos, el que deja que los obreros falten cuando quieran, es
lo mismo. La explotación no es un problema moral, es un problema técnico, mientras tengas
gente trabajando para vos a los que les robas parte de su trabajo, sos capitalista por más
bueno que seas. El problema es estructural, es porque la sociedad se ha conformado con un
sistema de trabajo donde hay muchos que trabajan para pocos. Eso es para mí la brillantez de
Marx de visualizar un aspecto como novedoso en las relaciones sociales de trabajo.
Está todo el aspecto propositivo del marxismo, siempre se dice de Marx que tiene un aspecto
crítico y uno propositivo. El aspecto propositivo de Marx hace muchísima mas agua que el
aspecto crítico, a pesar de Marx, porque muchas de las críticas que le hacemos al marxismo en
su propuesta de ordenamiento social se la hacemos a los proyectos concretos del socialismo
histórico que hubo en el Siglo XX y en especial en la Unión Soviética. La teoría propositiva de
Marx no necesariamente estuvo ahí bien reflejada, es mas casi ni hay en los textos de Marx
demasiado dicho sobre su propuesta de cómo ordenar u organizar una sociedad comunista,
hay muy poco, lo que nos llega a nosotros es la lectura de de sus seguidores. Tenemos el
marxismo leninista, hay mucho de Lenin pero ya no es marxismo.

Marx dice que el capitalismo sólo puede terminarse con una revolución violenta, nunca las
instituciones del capitalismo van a poder reformarse de tal modo que el sistema cambie, lo
que tenes es lo que se llama hoy keynesianismo, benefactorismo, un sistema político que
desde el capitalismo tenga políticas a favor del obrero, para Marx tapona la conciencia de
clases. Lo peor que le puede pasar al obrero es que esté en mejores condiciones de vida, por
eso la locura de ciertas lecturas de Marx que es la trotskista que es “cuanto peor, mejor”. El
trotskismo dice: “cuanto peor esté el obrero mas cerca estamos de la revolución”. Lo que hay
que lograr es extremizar a tal punto las contradicciones de clases que cuanto peor esté el
obrero mas se va a dar cuenta que tiene que agarrar las armas y hacer la revolución. Una vez
que se produce la revolución violenta ningún capitalista entregara todas sus cosas para el
obrero. El sistema capitalista sólo puede terminar con una revolución violenta, una vez que
pasamos la revolución violenta tenemos que poder lograr que todo el mundo empiece al
modo socialista que es cambiar la cabeza. Para cambiar la cabeza todo el mundo
internacionalmente tiene que pasar al socialismo, no puede haber 10 países que no, tenemos
que generar un estado de revolución permanente donde todos los países vayan yendo al
comunismo. Mientras esto suceda se produce la dictadura del proletariado, es un estado
intermedio donde el proletariado toma el poder del estado y desde ahí va deslavándole la
cabeza a la gente que cree en todas las pavadas del capitalismo y va alcanzando su propia
verdad. Una vez que termina este proceso y todo el mundo está asociado al comunismo, nadie
que nació en el capitalismo va a aceptar que sus ideas no son sus ideas. El problema para pasar
al comunismo es quitarse de la cabeza la propiedad privada. Llegado el momento cuando se
produce la revolución final de la dictadura del proletariado, se llega a ese punto último,
llegamos al comunismo ideal, real dice Marx. En ese estado comunista no hace falta mas el
Estado, llegamos a un momento de armonía general donde “cada uno vive de acuerdo a sus
capacidades y satisface sus necesidades”, gran frase de Marx.
En el comunismo final, todo lo que uno necesite, eleva la mano y lo tiene y todo lo que uno
quiera hacer lo va a poder desarrollar. No hace falta el dinero, no hace falta nada, la gente
hace lo que quiere y consume lo que necesita. Eso sólo se va a lograr cuando desaparezcan
todas las rémoras que provoca el sometimiento del hombre por el hombre que es pensar que
somos primero individuos y después una especie, poseemos las cosas primero para nosotros a
expensas del sufrimiento de los otros; cuando podamos disolver toda esa cultura individualista
va a llegar naturalmente esa armonía general que tiene mucho de mesiánico, mucho de ese
ideal propio del pensamiento religioso, del cielo, del mundo mas allá de este, donde todos
convivimos en esa especie de paz final y armónica, eso es muy marxista. Muchas de las
posturas neo marxistas posteriores a Marx retoman fuertes elementos mesiánicos.
Marx dice que él lo que entrevé que en el desarrollo de las sociedad industrial son actividades
que van a dejar de tener peso, se equivoca ahí. Cuando mira hacia adelante ve que el mundo
va a terminar siendo un conjunto de fábricas donde la automatización del trabajo va a generar
una mayoría trabajando en la fábrica y una minoría a cargo de la misma. Todos estos grises,
estas zonas mas propias de lo que fue después el Siglo XX, él no las ve.

Marx cree que esa revolución es un hecho concreto, esa revolución implica la socialización de
los medios de producción, la redistribución de todos los medios productivos, la organización
por parte de la clase obrera. Marx cree que todo lo que plantea es algo posible, la novedad de
Marx es que él cree que la clase obrera puede convertirse en sujeto de la historia, o sea, se
puede cambiar el mundo. No ha habido propuesta en la historia de la humanidad más radical
como instancia posible de una transformación del mundo hacia lo opuesto de lo que es, que el
marxismo, porque no te propone el ideal después de muerto, te lo propone como algo
concreto y posible. Marx creía que estaba a punto de ver la revolución socialista en Inglaterra.
El creía que se venía el comunismo en todo el mundo, lo veía como una instancia posible, de
hecho lo fue, pero fracasó.

El trabajo cooperativo es una de las formas que Marx entiende como formas posibles de
socialización del trabajo. Sería como una muestra de lo que vendría a ser el comunismo real,
en esa sociedad comunista nos organizaríamos para trabajar como nos organizamos en una
cooperativa. Para Marx la clave es el tiempo, no es la capacidad, no es que hay trabajos más
importantes que otros, esa es una lectura más de nuestra sociedad capitalista que es la lectura
del mérito, él encuentra un lugar de comparación del trabajo en el tiempo.

La ley deja de tener sentido cuando alcanza el mas allá. El mesianismo es la idea que hay mas
allá de este mundo un momento final donde todo lo que hoy no sucede y lo que marca
nuestras falencias va a terminar de suceder para bien, el mundo mesiánico es el mundo donde
todos van a vivir felices, se van a terminar todas las diferencias, todas las desigualdades, todas
las limitaciones. Ese mundo mesiánico no necesita ningún tipo de ley porque la ley que existe
hoy existe porque hay falencias, en la medida en que no hay falencias no es necesaria ninguna
ley. Para Marx una vez que se alcanza el comunismo ninguno de estas ideas que están dando
vueltas, que son ideas que generan la desigualdad, van a seguir existiendo, entonces no va a
haber ninguna necesidad. Todo el desarrollo histórico que Marx realiza de por qué se llega a la
contradicción del capitalismo, él supone que naturalmente va a desaparecer, ahí hay un
agujero en ese salto, todo esto que dije antes no tiene para mi la fuerza argumentativa para
demostrar que naturalmente en ese mundo comunista ideal no puedan surgir de nuevo
contradicciones de clase. Si surgieran contradicciones de clase, surgirían porque seguiría viva la
idea mas individual de la explotación de unos para otros. Se supone que si llegas al comunismo
real, esa idea que generaría la contradicción ya no estaría. Esa sería la explicación de por qué
no pasaría más.

Para el marxismo el Estado no existe, el estado lo es todo provisoriamente hasta que todos se
vuelvan comunistas, ahí el Estado desaparece porque no lo necesitamos. El Estado es una
mediación, existe en el capitalismo para que el capitalista tenga la cobertura legal para seguir
explotando a las masas populares. Para Marx nunca un estado puede ser emancipatorio ni
estar a favor del obrero. El Estado por naturaleza está siempre a favor del dominante.
Imagínense los gobiernos latinoamericanos de estos últimos 10 años que tienen este elemento
popular para algunos, populista para otros, para el marxismo es un horror porque se nutren de
la clase obrera para legitimar el dominio y no son para nada representativas de las necesidades
de la clase obrera. Obviamente alguien no marxista, alguien mas ligado al benefactorismo o
estas prácticas de políticas pro obreras del Estado te va a decir todo lo contrario; te va a decir
que nunca recibió tanto apoyo, tanto impulso, tanta representación política como en este tipo
de propuesta de Estado, ahí está la discusión a cerca del valor que tiene el Estado en relación a
los sistemas de dominio. Para Marx el estado siempre es un aliado de la clase dominante,
como la religión, el opio de los pueblos, tiene esa función, una función dormitiva, para que la
clase obrera no se de cuenta de su estado de dominio, entonces cree en Dios y todas esas
cosas. Nunca va a haber una religión emancipatoria, una religión revolucionaria, piensen que
las propuestas de la teología de la liberación religiosas mas revolucionarias, de religiosas no
tienen nada en el sentido tradicional, le tienen que quitar divinidad a Jesús, tiene que destruir
toda la sobrenaturalidad, Jesús es el Che Guevara para la teoría de la liberación, sino no
funciona.

Dice Marx que en ese estado comunista final donde cada uno hace lo que quiere y se satisface
de lo que necesita vive su individualidad a pleno, pero la individualidad nunca puede estar al
servicio de la explotación de la individualidad del otro. Entonces la locura del pensamiento
marxista, en el buen sentido, es que termina siendo el pensamiento que más que ningún otro
rescata la individualidad, que no es lo mismo que rescatar el individualismo, implica un cambio
de paradigma.
El gran fracaso del marxismo es que es una propuesta universalista que nunca puedo dar una
respuesta universal, puedo funcionar siempre en lugares chicos.

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