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ALMAS VIAJERAS

EL tiempo es ahora un soplido del viento, jugando con la


luz del sol.

Ahora, la presencia de todas las almas se manifiestan con


intensidad, dejando sus huellas de flores, hojas, nieve,
calor y belleza celestial. Las estaciones se deshacen y los
ciclos monótonos y recurrentes son ahora un estallido del
tiempo eterno. Almas conscientes de su espiritualidad,
verdad y presencia inmortal. Estamos abriéndonos a la
mente solar, a la quietud del alma y la paz del corazón. La
conciencia se expande más allá de los horizontes de la
mente. Los átomos del universo bailan nuevos ritmos, y
cantan canciones interminables, inimaginables y luminosas.
Dejándonos su fragancia inconfundible de fuerza y pureza.

Internas viven las almas en el campo de la naturaleza


infinita, y desde aquí, dibujan en nuestra memoria los
símbolos de nuestro eterno despertar. Distintos en forma,
lenguaje y experiencia. El universo nace en el milagro de lo
desconocido, lo insondable, lo puramente esencial. En lo
profundo de sus ojos, late el espíritu de la luz, invisible y
magnético. Nos dirige paso a paso, sin atajos, ni engaños.
A la morada y semilla de nuestra cosecha espiritual.

El amor se expresa desde el llanto eterno que respira en el


vacío de mil colores, de inagotables formas. Se desintegran
los esquemas lógicos de pensamiento, y aflora la
respiración consciente. La gracia de sentirse vivo y eterno.
Nuestros sentidos y apariencia física, empiezan a ser
testigos de cambios alucinógenos. Impresiones de
inconfundible sabor, de inagotable claridad.

Las plantas, los animales de nuestro alrededor, las


personas, los cielos nocturnos y todas las formas de
energía en movimiento, se teñirán de asombro. Las
profecías enmudecerán, porque nada es plagiado en el
mundo de la creatividad. La alegría como el aire flotara, los
niños como mariposas danzaran. Y el mar con nuevas
criaturas despertara. La evolución asciende y late sin prisa,
frotando con dulce néctar los corazones de las galaxias.
Consagrando los labios de la verdad omnipresente,
aliviando los dolores del aferramiento. Dejándonos ir a la
voluntad del ahora, a la presencia del infinito aliento, del
amor que late incesante bajo la mirada de nuestra
naturaleza real.

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