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William Layton

William Layton (Osborne, Kansas, 1912 - Madrid, 1994) fue


un autor, actor, profesor y director teatral estadounidense.

Formado en la American Academy of Dramatic Arts, comenzó sus trabajos como actor
y profesor muy joven. En un viaje a Londres, junto a su gran amigo Thornton Wilder,
conoció el teatro europeo, para incorporarse, a su regreso, al American Theatre
Wing de Nueva York, punto de inflexión en su carrera donde se encontró con quien
sería su modelo de referencia fundamental, Sanford Meisner, ingresando en
la Neighborhood Playhouse. Trabajó intensamente como actor, al mismo tiempo que
inició su andadura como escritor, pero no terminó de adaptarse a la vida en Estados
Unidos después de la Segunda Guerra Mundial. Años antes había conocido al
español Agustín Penón, con quien había realizado una gira por Sudamérica y que le
había tratado de transmitir el interés por lacultura española y, en especial, por la obra
de Federico García Lorca.

A mediados de la década de los años 50 tuvo su primer contacto con España,


trasladándose definitivamente a ella en 1960. Junto a Miguel Narros, impartió clases en
el recién creado Teatro Estudio de Madrid. Pronto se integró en diversos proyectos
teatrales de la época: el Teatro Estudio Independiente, el Pequeño Teatro, el Teatro
Estable Castellano y el Instituto de Teatro de Barcelona, de la mano de Germán Bonín,
que en aquél momento dirigía la Real Escuela Superior de Arte Dramático.

En Madrid dirige distintas adaptaciones, entre las que destaca Tio Vania, de Antón


Chéjov, Historia del Zoo, de Edward Albee, que llegó a representarse con gran éxito en
diversas ocasiones, la última en el Teatro María Guerrero, Largo viaje hacia la
noche (Teatro Español, junto a Miguel Narros, 1989), Cero transparente (1990) y, en
colaboración con el Centro Dramático Nacional, dirigió Hamlet, La Orestiada y El
mercader de Venecia.

Fundó en Madrid el William Layton. Laboratorio de Teatro, lugar por el que han pasado
actores de la talla de Ana Belén, Juanjo Puigcorbé, Chema Muñoz, Nuria
Gallardo, Carmen Elías, Paco Marín oJulieta Serrano, entre otros muchos.

Plenamente integrado en España, buen conocedor de la obra de Lorca, la muerte de su


amigo Agustín Penón (quien le legó su archivo personal), le llevó a afrontar,
conjuntamente con el hispanista de origen irlandés, Ian Gibson, el libro Agustín Penón.
Diario de una búsqueda lorquiana (1955-56).

Fue profesor de la Real Escuela Superior de Arte Dramático, la Escuela Oficial de Cine
y del Instituto del Teatro de Barcelona.
Recibió numerosos premios y distincioones, entre lo que destacan el de Mejor Director
del Año (1979), el Premio Dédalo 1990, (Diario 16) y la Medalla de Oro al mérito en
las Bellas Artes en 1989.
In memoriam. William Layton

En noviembre de 1993 tuve la oportunidad de hacerle la que sería su última entrevista al


maestro William Layton. Unos meses después puso fin a su vida en su casa de Madrid.
Tenía 82 años de edad. Esta decisión suya fue muy dolorosa para todos los que eran
cercanos a este gran hombre de teatro, pero a su vez respetada porque su vida siempre
fue un acto de responsabilidad consigo mismo y, lamentablemente para nosotros, él
decidió suicidarse cuando todavía, pese a su avanzada edad, continuaba perfectamente
en activo creando y enseñando.

Un rasgo de su ternura y gran sensibilidad con los demás (a los que sabía iba a afectar
su decisión) es la nota que le dejó a Juanita -la mujer que durante los últimos años le
había atendido a él y a su casa- en la que le pedía disculpas "por el gran disgusto que le
iba a causar".

Durante la entrevista me informó -sin, por supuesto, hacerme partícipe de su decisión-


de sus últimas gestiones para que todos sus asuntos quedaran bajo control y en orden.
Por ejemplo, estaba ultimando detalles con la Universidad de Yale a la que iba a donar
su correspondencia con el escritor Thorton Wilder: 150 cartas desde el año 1942 al 1973
(dos años antes de la muerte de Wilder). También estaba concluyendo la redacción de
una obra de teatro: "Don Quixote of Denmark Hill", cuyo protagonista es el escritor
John Ruskin.

Y, por otra parte, otro de los puntales de su vida, que era la enseñanza de dramaturgia en
el Laboratorio de Teatro que él fundó. Durante la citada entrevista, me informó que en
el curso que iba a comenzar iba a estudiar "Tío Vania". Con ésta obra, me dijo, iba a
cerrar un círculo puesto que fue la obra con la que consiguió su primer gran éxito.
Efectivamente impartió el curso y poco después nos dejó.

Debido a su personalidad, carente de todo afán de notoriedad, su labor no ha tenido la


gran difusión que debería haber tenido. Sirva este artículo para recordarle con todo mi
cariño y para que todas la personas que no han tenido noticia de su labor y de su persona
la tengan, puesto que su contribución al desarrollo del teatro en España es evidente en el
buen hacer de los profesionales que fueron alumnos suyos.

William Layton fue autor, actor, director teatral y maestro de los mejores actores y
directores españoles de este momento. Nombraba con cariño a actores y directores que
se formaron con él y que realizan con éxito y reconocimiento diferentes funciones en el
mundo de la escena como Juanjo Puigcorbé, José Pedro Carrión, Chema Muñoz, Ana
Belén, San Segundo, Juan Margallo, José Carlos Plaza, Nuria Gallardo, Alfredo Simón,
Carlos Hipólito, Enriqueta Carballeira, Juan Pastor, Amparo Pascual, Antonio Valero,
Carmen Elías, Julieta Serrano, Ana Marzoa, Berta Riaza, etc. También recordó a
personas que han contribuido al desarrollo del teatro en este país como Vicuña o Juliá, y
que continúan trabajando por ello, como es el caso del coreógrafo y maestro de
movimiento escénico, Arnold Taraborrelli.
Norteamericano de nacimiento, residía en España desde los años sesenta. Recibió
numerosos premios por su labor, entre ellos, el de Mejor Director del Año, Espectador y
la Crítica, Radio Juventud, Diario Pueblo, Premio Dédalo, 1990, Diario 16. Y, en
febrero de 1989, recibía de manos del Rey don Juan Carlos de Borbón la Medalla de
Oro al Mérito en las Bellas Artes.

Toda una vida dedicada al teatro antecede a ese momento. A continuación haré un
esbozo de lo que él me contó fue a grandes rasgos su vida y evolución profesional.

William Layton nace en Kansas City, Estados Unidos. Viaja a Nueva York donde
comienza su preparación como actor y realiza sus primeros trabajos. Irrumpe en su
cotidianeidad la II Guerra Mundial, lo que hace que durante cuatro años pertenezca a la
Infantería de Marina de los Estados Unidos. La explosión cercana de una bomba le
producirá una sordera con la que vivirá el resto de su vida.

Al volver a Nueva York reanuda su labor como profesor en la American Academy of


Dramatic Art y en la escuela para veteranos de guerra (American Theatre Wing).
Trabajó como actor en diversos montajes teatrales como, "Command Decision", "The
Duchess of Malfi", "The Man who Came to Dinner" y "The Glass Menagerie". Durante
este tiempo conoce en Nueva York a Agustín Penón. Este encuentro marcará la futura
vida de William Layton ya que será la persona que hace nacer su interés por la cultura
española. Agustín Penón adoptó la nacionalidad norteamericana e ingresó en el ejército
en 1945.

Posteriormente, Layton y él colaboran en la realización de una radionovela para la


compañía de cereales "Quaker Oats", que se llamó "Don quáquero". Con ella recorren
juntos durante cinco años Sudamérica y Penón tiene la oportunidad de transmitir a
Layton su fascinación por el personaje de García Lorca y por la cultura española.

Tras su regreso a Nueva York, Layton no acaba de integrarse en la vida neoyorkina. Los
efectos de la Segunda Guerra no habían llegado a esa ciudad y él estaba muy
directamente afectado por su reciente vivencia de la misma. Entonces, aparece otro gran
hombre que influirá en la vida de Layton: el escritor Thorton Wilder, que le invita a
formar parte de su obra "Our Town" en Londres, para que se aleje durante un tiempo de
Nueva York.

En 1955, por otra parte, Agustín Penón viene a España y comienza sus investigaciones
sobre Lorca y las circunstancias de su muerte. Convence a Layton para que visite
Granada y, a partir de ese momento, comienza su interés por nuestro país a donde acabó
trasladando su residencia.

Durante algún tiempo alterna sus estancias en Madrid y Nueva York, hasta que se
instala aquí definitivamente. En octubre de 1960 se funda el Teatro Estudio de Madrid
(TEM) en el cual, junto con Miguel Narros, imparte clases. También estuvo presente en
la fundación del Teatro Estudio Independiente (TEI), el Pequeño Teatro y el Teatro
Estable Castellano (TEC). Conoce también en esa etapa a Germán Bonín, entonces
director de la Real Escuela Superior de Arte Dramático (RESAD), que le invitó a
trabajar con él en Barcelona, en el Instituto de Teatro donde conoció a Fabiá Puigcerver,
hombre de gran prestigio en la escena catalana.
En 1976 Agustín Penón muere en Costa Rica, dejando como depositario de su archivo a
William Layton. De su colaboración con el escritor Ian Gibson nació el libro "Agustín
Penón. Diario de una búsqueda lorquiana (1955-56)".

En cuanto a sus trabajos de dirección en Madrid, su mayor éxito fue el montaje de "Tío
Vania" de Antón Chéjov con la Compañía de Teatro Estable Castellano (TEC).
También la obra de Edward Albee "Historia del Zoo", que dirige en tres ocasiones a lo
largo de su vida: 1963, 1971 y, finalmente en 1991, con los actores José Pedro Carrión y
Chema Muñoz, en el Teatro Nacional María Guerrero.

En 1989, un mes antes de recibir la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes,
estrena en el Teatro Español "Largo viaje hacia la noche". El codirector fue Miguel
Narros y fue un gran éxito. También lo fue "Cero transparente" de Alfonso Vallejo,
autor por el que sentía una especial admiración.

A estos montajes les sigue una serie de colaboraciones con el que fuera su alumno José
Carlos Plaza durante el periodo en que éste dirigió el Centro Dramático Nacional, entre
ellas: "Hamlet", "La Orestiada" y "El mercader de Venecia".

Funda en Madrid el William Layton Laboratorio de Teatro, donde, como decía, se han
formado buena parte de los mejores actores y directores que actualmente tenemos.

En 1990 publica su libro "¿Por qué? Trampolín del actor". Siempre que se preguntaba al
Sr. Layton por su obra éste esquivaba la respuesta y la dejaba en manos de los críticos.
En esta ocasión también lo hizo y me remitió al crítico Angel Fernández Santos que, en
la revista "Primer Acto", en abril de 1992, hacía un artículo respecto al libro. "Hay
muchos entrelineados en este mágico librito donde un viejo hombre de escena indaga en
la delicada alquimia suicida de la técnica de actuación: suicida porque sólo se afirma
para poder negarse, porque se trata de una técnica cuya verdadera posesión sólo tiene
lugar cuando desaparece como tal técnica y entra a formar parte del transparente
entramado de la memoria no aprendida de quienes aprenden".

Decía Layton: "Para mí el teatro es experimentación, colaboración, lectura, búsqueda


del concepto. No "ensayar" sino jugar, experimentar, probar cosas en función de la
realidad artística que se va creando". "Yo voy a ensayos pero no a estrenos. Asisto a la
función varias veces la primera semana para dar notas a los actores, después voy con
menos frecuencia. La mejor función ha de ser la última".

Apoyaba la fórmula de teatro estable al estilo de la Comedie Franccaise y el National


Theatre en Inglaterra porque permite trabajar con un número reducido de actores, lo que
facilita la creación artística y es enriquecedor para el espectador ver al mismo actor
haciendo personajes completamente diferentes, aunque, por otra parte, las subvenciones
estatales le parecían un peligro por lo que puedan tener de acomodaticio en las personas
que se benefician de ellas. Creía en la motivación que da el tener que ganar el dinero por
uno mismo.

Sirva este artículo para recordar al maestro Layton que sigue vivo en la memoria y el
trabajo de tantos de nosotros.
Sinopsis de ¿Por qué? Trampolín del actor.

En esta obra se encierran años de investigación y práctica dedicados a la formación y


dirección del actor, pero ello no le daría un valor especial si no fuera también el
resultado de UNA FORMA DE «VIVIR» EL TEATRO.

Este ha sido siempre el objetivo -y la gran lección- de William Layton: desarrollar una
técnica que se toma a sí misma como punto de partida y no como dogma de fe, una
enseñanza que tiene lugar en un proceso de crecimiento orgánico y que «sólo aspira a
indicar un buen camino».

Lo que el lector encontrará es un cuidadoso resumen de su proceso didáctico, una


técnica que encuentra en su sencillez y claridad sus mayores virtudes, pero también su
gran dificultad y desafío. Porque si este «trampolín», instrumento tan fácil de entender
como difícil de dominar, se quiere usar con virtuosismo, es decir, «volar» con él
(«VIVIR» EL TEATRO), requiere, como dice su autor, «meses de trabajo... años de
práctica para hacerlo propio», y así estar preparado para «aprender del mejor maestro: el
Público.»

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