Está en la página 1de 1

Las cifras de los últimos años indican que vivimos un boom económico.

Nuestro
Producto Bruto Interno (PBI) creció 8 % en el 2006. El valor de nuestras
exportaciones se duplicó entre 2001 y 2005. En el 2006, la luna de miel con el
mercado global continuó, pues las exportaciones crecieron un nada desdeñable 38 %
(fuente: BID). Sin embargo, y sin ánimos de ser aguafiestas, es necesario examinar
nuestro crecimiento con mayor detalle para entender cuál es el origen del crecimiento
y a dónde nos puede llevar. Un artículo reciente del economista Humberto
Campodónico nos da una buena idea al respecto. Un breve análisis.
No es ninguna novedad que las exportaciones peruanas aún dependen en gran medida
de la demanda internacional por los minerales. A pesar del fuerte crecimiento en la
agroindustria y la industria textil, nuestro producto estrella sigue siendo el cobre,
seguido de cerca por el oro. Un ejemplo: tan sólo en el mes de abril del 2006 las
exportaciones de cobre y oro produjeron ingresos de casi 800 millones de dólares, lo
cual representa alrededor de la mitad del valor de nuestras exportaciones totales en
ese mes.
La alta dependencia de unos pocos metales hace que el futuro de nuestras
exportaciones sea bastante incierto. Basta con que China o EE.UU., nuestros
principales compradores de cobre, sufran una desaceleración económica para que el
boom se desinfle.
Según indica Humberto Campodónico, el precio de los minerales en el mercado
internacional tuvo un desarrollo espectacular durante los últimos años, contribuyendo
a que nuestros términos de intercambio crecieran 682 % entre el 2005 y el 2006. Los
términos de intercambio comparan el precio de lo que compramos en el mercado
internacional con el precio de lo que vendemos. Es decir, la cifra de 682 % nos dice
que los precios de nuestras exportaciones crecieron muchísimo más que los de
nuestras importaciones.
Lo cual deja en claro que gran parte de nuestro crecimiento exportador no se debe a
que exportemos más o mejores cosas, sino que exportamos a mejor precio. Está claro
que un encarecimiento tan desorbitante de nuestras exportaciones no va a ser una
constante de los próximos años, sobre todo si aceptamos la premisa de que las
economías son cíclicas. La teoría económica asume que todas las economías pasan por
un ciclo constituído por cinco fases:
 Ascenso
 Descenso
 Recesión
 Reactivación
Los ciclos pueden tener duraciones distintas y no siempre incluyen una crisis
económica. Aplicando la teoría al Perú de los 90, podríamos decir que el ascenso de la
economía peruana se da entre 1992 y 1995, cuando la economía crece entre 4,8 y
12,5 % por año. El descenso empieza a notarse en 1996, año en que la economía
crece apenas 2,5 %. La recesión se hace evidente entre 1998 y el 2001, cuando el
crecimiento es mínimo e incluso negativo (el año 1998, en plena crisis asiática, el
crecimiento fue de -0,7 %). La reactivación se da entre 2002 y 2003 (el 2003 la
economía crece 3,9 %) y desde entonces nuestra economía va en ascenso, creciendo
por encima del 5 % cada año y llegando a 8 % en el 2006 (fuente: INEI).
Además de examinar los productos que exportamos, sus precios y destinatarios, vale
la pena ver qué pasa con los ingresos de las exportaciones. El año 2005, nuestras
exportaciones aportaron 20 % del total de nuestro Producto Bruto Interno (PBI). En
1998, ese aporte era de apenas 10 % (fuente: BBVA). El PBI expresa el valor total de
los bienes y servicios de un país.
Las principales minas peruanas están dominadas por capitales foráneos, de modo que
buena parte de las ganancias se va a las casas matrices de las empresas extranjeras.
Como vimos, en el 2006 el PBI creció 8 % en relación al año anterior. Sin embargo, si
a ello le restamos las remeses al extranjero, el crecimiento sólo llega a ser de 5,4 %
(fuente: La República).
Para asegurar que el crecimiento económico del Perú sea sostenible, es imprescindible
apostar por una exportación diversificada que no dependa tanto de unos pocos
productos. Si bien la inversión extranjera es básica para el desarrollo económico, nos
falta desarrollar una clase empresarial peruana más competitiva y creativa, que esté
dispuesta a apostar por el Perú en vez de atesorar sus ganancias en las cajas fuertas
de los bancos extranjeros.

También podría gustarte