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José Daniel Díaz

SPAN 3311 – Masterpieces of Spanish-American Literature

Prof. Dr. Elvia Ardalani

5 de Diciembre de 2006

Reseña Literaria de El reinado del dragón de oro de Isabel Allende

Isabel Allende nació el 2 de agosto de 1942 en Lima, Perú. Tuvo la suerte de

viajar mucho gracias a que su padrastro era diplomático. Así, vivió alguna temporada

en Bolivia y Líbano, entre otros lugares. Desde niña, leía los libros clásicos de todos los

tiempos, libros como Las mil y una noches, que afectaron a su estilo más tarde.

A causa del golpe militar de 1973, encabezado por Augusto Pinochet Ugarte, se ve

obligada a autoexiliarse ya que no soportaba la situación de Chile bajo la dictadura. Así,

decide partir hacia Venezuela donde permanece trece años trabajando en un diario y en

una escuela secundaria. En 1990, tras la derroca del dictador Pinochet y con el motivo

de habérsele otorgado el Premio Gabriela Mistral, Isabel Allende regresa a Chile.

Actualmente reside en San Rafael, California, EE.UU.

Su trabajo de autora empieza en 1981 gracias a una circunstancia inesperada.

Estando su abuelo de 99 años de edad a punto de morir, comienza a escribirle una carta

que se convierte en La casa de los espíritus (1982), primera obra suya, que suscita un

gran interés y más tarde se adapta al cine y al teatro. Esta obra fue la que pavimentó el

camino para los siguientes libros.

Su producción literaria varía entre cuentos, novelas, obras teatrales y un libro que

consiste en sus memorias; pero la novela es, sin duda, su producción más amplia. En total

son dos colecciones cuentos: Cuentos de Eva Luna (1989), La gorda de porcelana (1984);
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tres obras teatrales: El embajador (1971), La balada del medio pelo (1973), Los siete

espejos (1974); doce novelas: La casa de los espíritus (1982), De amor y de sombra (1984),

Eva Luna (1987), El plan infinito (1991), Paula (1994), Afrodita (1997), Hija de la fortuna

(1999), Retrato en sepia (2001), La ciudad de las bestias (2002), El reino del dragón de oro

(2003), El Bosque de los Pigmeos (2004), El zorro (2005).

El reino del dragón de oro es la segunda parte de una trilogía, Memorias de águila

y jaguar, iniciada con La ciudad de las bestias. Esta vez, Nadia Santos y Alexander Cold

acompañarán a la periodista y escritora Kate Cold al Reino Prohibido, un pequeño país

situado en el corazón del Himalaya. En él se encuentra el Dragón de Oro, una valiosísima

estatua de oro y piedras preciosas con capacidad para predecir el futuro y que sólo puede

ser utilizada por el rey a fin de saber lo que le conviene a su pueblo. Pero alguien está

planeando robarla para utilizarla con fines personales. Mientras tanto, alejados de la

civilización, el lama Tesing guía a su discípulo Dil Bahadur, joven heredero del reino, por

las sendas del budismo para completar su formación.

Si la primera entrega de esta trilogía se desarrollaba en las cálidas selvas del

Amazonas, esta vez la historia cambia y nos transporta al otro lado del mundo, a la cadena

montañosa más elevada del planeta. Pero a pesar del cambio de escenario La ciudad de las

bestias y El reino del dragón de oro están llenos de paralelismos. Esta vez, las bestias son

los yetis, los legendarios hombres de las nieves, que también se encuentran en una

situación parecida a sus equivalentes del Amazonas. Los cazadores furtivos equivalen a los

miembros de la Secta del Escorpión, y Walimai y la gente de la neblina a un lama, su

discípulo y algunos de los pobladores del país. Estos paralelismos hacen que prácticamente

todo sea previsible, que uno sospeche del traidor casi desde que aparece y quite la emoción
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a la lectura. El budismo interpreta un papel importante, acercando al lector a las enseñanzas

de Buda, al valor de la compasión, la naturaleza y la paz de una forma muy discreta, que

pasa casi desapercibida.

Respecto a los personajes, Alexander Cold ha dejado de ser el niño, que podía tener

lo que quisiera, del libro anterior para convertirse en un muchacho más maduro y algo más

valiente y atrevido. Nadia Santos no evoluciona casi nada; sólo deja su vida en la selva para

trasladarse a vivir con Kate Cold al piso de ésta en Nueva York. La periodista parece algo

más sensible que en la anterior novela, pero sigue sin querer reconocerlo. Me han llamado

la atención las pocas apariciones de los fotógrafos de la International Geographic, a los que

en La ciudad de las bestias les pasaban tantas desventuras.

La fantasía sigue fundiéndose con la realidad, resultando muy difícil distinguir

cada una, aunque en esta novela no tiene la fuerza de la anterior. A pesar de que casi

todo es inventado, hay aspectos y detalles que se expresan que la sensación de realismo

es tal que te preguntas si no será cierta la existencia de un pequeño país en el Himalaya

cuyos reyes se ayudan de una estatua que predice el futuro para gobernar, un lugar en el

que es más importante la naturaleza que los negocios y donde la paz triunfa sobre las

luchas del mundo exterior. En mi opinión esta es una novela bastante previsible pero

muy entretenida en la que todo gira en torno a la fantasía y la aventura.

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