Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
1.- Mentira: La LEU democratiza el voto para elegir las autoridades, ahora todos los votos
cuentan por igual, tanto el de los profesores como el de los estudiantes. Además, ahora
votarán empleados y obreros que forman parte también de la comunidad universitaria.
Verdad: El voto en las universidades no se concibe de la misma manera que el voto para
elegir al Presidente, Gobernadores, Alcaldes o Diputados. Las jerarquías universitarias no
nacen del voto, sino del dominio del conocimiento. No es lo mismo el Gobierno del país
que el de la Universidad, el primero busca representar los intereses del Estado, mientras
que el segundo, busca ejercitar el liderazgo científico, en favor del desarrollo del país. Si
bien los estudiantes, profesores y empleados son iguales, y tienen los mismos derechos
como ciudadanos, según el artículo 109 de la Constitución, la comunidad
universitaria sólo está conformada por estudiantes y profesores, y ello se entiende
porque los trabajadores universitarios no tienen como función la producción y difusión
de conocimientos científicos, aunque hagan un indispensable trabajo de soporte, no
forman parte de la estructura académica de la universidad. Respecto a los profesores y
estudiantes, estos tienen diferentes grados de formación y de dominio del conocimiento, por
lo cual, en una institución basada en la jerarquización precisamente con base en el
conocimiento, sus votos no pueden valer lo mismo. La igualdad sólo puede lograrse
mediante el trato desigual de los desiguales. Además, siendo muchos más los estudiantes
que los profesores, las elecciones de las autoridades universitarias se convertirían en meras
elecciones estudiantiles, lo cual desvirtúa la esencia misma de la Universidad. La trampa de
la LEU es tomar control de la universidad, ganando elecciones "democráticas", con base en
el ingredo de numerosos estudiantes comprometidos con el régimen. Por eso es que se
pretende a su vez "democratizar" el ingreso a la Universidad.
Verdad: No puede haber libertad de Cátedra sin autonomía universitaria. Aunque la ley
hable de libertad de Cátedra, la misma desaparece con el pernicioso sistema de sanciones
de la ley, el cual exige a los profesores “una conducta honrosa permanente, basada en los
principios y valores establecidos en la Constitución de la República, Ley Orgánica de
Educación y la presente Ley” (artículo 101). La cuestión es que una falta muy grave, que
puede tener como consecuencia, la suspensión del cargo hasta por dos años o hasta “la
expulsión de la institución universitaria, con inhabilitación para el ejercicio de cargos
académicos y administrativos en las instituciones universitarias, en periodo entre dos a
cuatro años” (artículo 106), es el “observar conducta contraria a la ética profesional, a la
moral, a las buenas costumbres y a los principios previstos en la Constitución de la
República, en esta Ley y otras leyes” (falta grave) o “el irrespeto público, notorio y
deliberado a valores y signos patrios y universitarios” (falta muy grave) (artículo 105).
Ahora bien, si de acuerdo al artículo 5, los fines de la educación universitaria deben estar
orientados a la construcción del socialismo, lo cual se deduce fundamentalmente de sus seis
numerales, todo en consonancia con el artículo 15 de la Ley Orgánica de Educación, el
profesor que no oriente sus enseñanzas hacia los valores del socialismo, y más bien los
critique o rechace, se verá expuesto a ser suspendido o expulsado de la Universidad.
Siendo de este modo, desaparece la libertad de cátedra entendida como la potestad de la
universidad, de decidir el contenido de la enseñanza que imparte, sin sujeción y bajo plena
autonomía con respecto a lo dictado por poderes externos a ella (o desde el punto de vista
individual del profesor, la facultad de expresar sus ideas, pensamientos y opiniones
permitiendo la coexistencia de diversas corrientes de pensamiento que permitan una
educación integral sin tendencias ideológicas predeterminadas.