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-eche pa¶ delante la silla.- Natalia señaló hacia una silla que estaba al lado de la puerta-
Pero Paquito embobado con la parvada que cruzaba el cielo, no escucha los gritos de su
madre.
-Ah, que lindo sería volar- pensaba Paquito, sumergido en el vuelo de aquellas aves. No
sabía que ellos, como nómadas parecían una parvada, emigrando de un lado para otro,
el pequeño espacio de una carreta acomodaban los muebles, era simple embarcarlos, lo
difícil era que la carreta seguía siendo la misma, pero la prole había aumentado. A cada
año, era un niño más, acomodar a los escuincles era lo complicado. Tenían que cuidar el
peso así que los mayores viajaban a pie y en ocasiones los pequeños viajaban sobre los
- ¡Paco!- le dijo su madre mientras le pegaba duro en la cabeza- Paco ¡despierte! Cómo
es posible, ¡mueva esa silla! No ve que todos tenemos que caber en la carreta y esa silla
- Ay ama- dijo Paquito al tiempo que se sobaba la cabeza- pos¶ siempre es lo mismo :
que súbela , que bájala , que atórala, ¿cuando nos vamos a quedar en un mismo lugar?
Pos¶ ya me hastié ama, luego pa¶ qué, apenas llegamos y los gringos mueven a mi apa
pa` otro lado, y ahí nos quedamos solos y hambreados esperando que mande por
- A usted que le importa Paquito. Usted calle y obedezca, las decisiones las tomo yo,
Y diciendo esto, Doña Natalia, se dio a la media vuelta y continuó moviendo bultos y
acomodando hijos.
- Natalia, a que la chingada, con tanto borujo «darás a luz antes de tiempo, ten
³pacencia´ mi¶ja, que caminaremos como quince lunas pa¶ por entrar a la cañada, y pos
luego seguro el camino será harto trabajoso, puede pasar cualquier cosa, ³poe´ que
hasta se te venga el escuincle« ése que traies en la barriga..y pos mejor nos quedamos
¡Natalia!- Doña Celia, era una mujer joven pero demacrada, enjutada, entristecida,
aguerrida, amargada y ciega. Desde hacía algunos años tenía cataratas, los nietos le
preguntaban que le había pasado y ella siempre les respondía:- jueron los zorrillos,
jueron los zorrillos, que me quemaron los ojos-¿Ya estate. Natalia! Que esta vez no
estoy conforme, no toi de acuerdo, no quero que nos movamos, tenemos que esperar.
- No ama, esto no puede esperar. Isaías cada vez hace más largo el tiempo, ya ni manda
por nosotros y los niños crecen y necesitan de su apa, al menos que sepan que duerme
en la misma casa. Ama, no puedo esperar, viste, cada que viene dos días, me preña, no
pos, mejor me voy ya con él, a ver si así se le baja la enjundia y deja de tocarme un
poco.
- aja y té, le creíbas a tu tata, cuando decía que fue una águila antes de ser hembra? El
Isaías te seguirá tocando. Lo que tienes que hacer es ponerte los remedios que te digo
uses, pue, con eso no hay más preñas. Pero ¡ah,mula no me haces caso!, si te lo digo por
tu bien. Ya son nueve y ese que viene en la barriga, pos ni que fueras coneja mi¶ja.
-ay ama, pos si, pero que le hago. Pobecito viene de trabajar largas jornadas, mal
- y mal cogido mi¶ja ± terminó la abuela.- mira mi¶ja yo no veo, pero siento, y tú eres la
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de todo, deja que Isaías se hago cargo de la familia, él es el jefe, pero es un machote.
Dura todo el año viviendo lejos y luego,, cuando lo encontramos en las montañas y
apenas nos estamos acostumbrando a los animales, sale con que la traien pa¶otro lado«
- ya ama... ¡ya! hago lo que tengo que hacer«es lo que debe hacer toda mujer casada,
seguir al marido.
población. Pero creía firmemente en seguir a su hombre, así le tomara toda la vida.
Por eso, cada temporada montaba los muebles en esa carreta y junto a sus hijos y a su
La historia de nunca acabar, cada vez que llegaban a la estación minera, la compañía ya
estaba mudándose a otras cañadas, Isaías iba con ellos, el trabajo no sobraba por
aquellos lugares y alegaba que tenía que cuidarlo, así que se movía con la compañía
Y yendo por los caminos, pasaban los días llenos de polvo, hambreados, adoloridos,
bañados en los arroyos y tratando de comer ardillas, conejos, lo que se cruzara por el
medio. Los chiquillos miraban estos viajes como maravillosas aventuras. Gozaban
salvajes y agrestes.
Pero este viaje era diferente, Natalia estaba a punto de dar a luz, su enorme vientre no le
permitía moverse con agilidad. Se le hinchaban los pies y las manos, sentía que se le iba
el aliento. Pero ya en camino, no podía permitirse el lujo de sentirse mal, así que
ignoraba los síntomas que le avisaban que el hijo venía en camino, que estaba listo para
ver un nuevo mundo, que el momento estaba muy cercano.
cielo tenía nubes bajas y rojas, el aire había dejado de oírse, el frío había amainado y
Los dolores que la despertaron, eran terribles, peor que cualquiera que hubiese sentido
antes, sentía como si le clavaran cuchillos entre las piernas, desgarrándole hasta el
vientre. El dolor le dejaba sin aire, haciéndole punzar las sienes. quiso gritar pero no
-Es hora?
-Ay , ama«necesito pararme. Ayúdame, necesito ir al río«ahí hay un árbol. Ay, que
Natalia casi a arrastras pudo llegar a la orilla del río. Entre contracción y contracción se
puso de pie. Con sumo esfuerzo y entre contracción y contracción llegaron hasta un
desprotegido árbol.
Lograron llegar y Natalia entre que caminaba y dirigía a su madre, sentía que la criatura
- ahora Natalia, busca una rama de la que te puedas sostener- le indico su mamá,
mientras se acercaba a su hija ±agárrate de la rama, ahora separa las piernas, encorba un
mientras metía las manos por entre las piernas de Natalia que parada . flexionada de las
- no veo, es cierto, pero bien que siento, dale, yo siento la cabeza del mocoso y te
Paquito no supo que lo despertó, busco en la oscuridad y creyó oír algo rumbo al río, se
- mira niño revisa la cafetera y ve cuanta agua tiene. Atiza la lumbre que se prendan las
brasas hay que calentar agua, consigue unas cobijas y tráeme la navaja de tu abuelo..la
del hueso.
- Amaaaaaaaa estás bien ama? Por favor no te vayas a morir..ya regreso-le prometió el
niño.
- mi¶ja- le dijo doña Celia- tendrás un cócono de lo grande que viene este escuincle.,
está atorado, ni modo mija, lo jalaré del hombro, le sacaré el hueso pero después se lo
regreso«porque si lo quebró, mi ja, no saldrá nunca y se me pueden morir los dos. Te
va a doler mucho, pero aguante, yo te tuve así..y mírame ciega pero viva-
En ese momento doña Celia jalo del hombro al niño y logro que saliera un una parte del
Natalia se había desvanecido y yacía desmayada sobre la tierra seca. Para ese entonces
Poncho el segundo hijo, ya se había acercado y buscaba entre el lecho del río seco unas
hierbas que su abuela Celia le había mandado traer, en agua tibia machacó estas hierbas
e hizo unas cataplasmas que puso sobre las heridas de su hija« como ya amanecía y el
frío estaba arreciando cubrió el cuerpo de Natalia con unas pieles de oso que siempre
cargaba y que olían espantoso. Hizo que los muchachos prendieran otra hoguera y se
Mientras tanto, Paquito se había hecho cargo del recién nacido, lo había limpiado. Sacó
de los baúles algunas mantillas y ropa de su hermano menor, lo baño y le dio de comer
quedarían unidos de por vida, más que la sangre, los unían las circunstancias.
cuidándose unos a otros, esperando que su madre recobrara un poco las fuerzas
perdidas.
con un bebé al lado partieron rumbo al mineral, una mina enclavada en el centro de la
hechas por los animales de carga y los misioneros que se atrevieron a llegar a lo mas
campamento minero, solo lograron mirar soledad. El viento frío, moviendo hojas en
Natalia miro a su alrededor con los ojos vacíos, cansada , pero dijo con firmeza:
II
Natalia se paró al borde del acantilado. Miraba como a lo lejos la lluvia iba subiendo
lenta y acercándose peligrosamente a la ladera del cerro, había sido una intensa
temporada de lluvias, tormentas continuas. A diario, todas las tardes, dos horas antes de
ponerse el sol, siempre del sureste y del fondo del acantilado, subían voraces las nubes
Ella pensó que si esta nueva tormenta tocaba esa parte de la montaña, el terreno no
soportaría más y se vendría abajo , arrastrando consigo la casa donde estaban viviendo .
El rumor del aire azotaba sus faldas negras, y el cabello firmemente sujeto se desprendía
de su peineta, sus ojos fríos analizaban la situación, sabía que cada casa abandonada era
una posibilidad, pero aun no tomaba la determinación de mudarse, siempre resolvía los
problemas de inmediato, pero este día estaba un poco reacia, desanimaba, apesadumbra
estaba en más completo abandono. Sin embargo, ahí, en ese preciso momento, decidió
A pesar de ver como la soledad y los bichos se trepaban por las paredes de madera, aún
así, no le costó tomar la determinación. Pero en este momento, no sabía que sentía,
buscaba pretextos para no pensar, el cansancio se trepaba por sus piernas y la hacían
lloraba, nunca lloraba, llorar era un lujo que no podía darse, menos en pleno día..
Viendo como las nubes negras se levantaban en el aire y jalaban luces desde el suelo
pensó que no podían esperar, y aunque no era muy de su agrado, se mudaría a cualquier
de las otras casas, lejos de los deslaves, cualquier casa serviría, menos ésa donde
estaban viviendo.
ese pueblo nadie vivía. Solo ellos, su madre, sus hijos, diez en total, y ella. En ese
pueblo dejado al olvido, desde el primer momento. Se encontraron con los más extraños
obstáculos. El más importante y mucho más complicado era que no había agua, Natalia
no podía entender como funcionó la mina, si no había agua, o sería que se acabó y por
eso se fueron. Después, a pesar de tener bosques, el alimento escaseaba, los hombres
acabaron con todo y por último , el frío era de muerte, nevadas detrás de nevadas, la
leña escaseaba y las enfermedades proliferaban. Aquel silencio blanco, mataba toda
esperanza de salir, y al poco tiempo de llegar, la única mula que tenían, amaneció
congelada, Natalia creyó morir fría con ella, en ese momento si se sentió perdida en
medio de la nada, pensó que tal vez quedarse en ese pueblo había sido la cosa más
estúpida que pudiera haber decidido, pero en aquel momento no había de otra. A un día
le había seguido otro y otro y ellos seguían amarrados a ese pedazo de tierra.
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Se tranquilizó pensando que el invierno duraría poco y que las cosas cambiarían, y
Eleazar no se amamantaba del seno, desde recién nacido no aceptó la leche materna, así
Buscando, dieron con unos indios perdidos en la nada, de ellos obtuvieron un poco de
sobrevivir.
Cuando el clima empezó a cambiar, Natalia trato de tener un huerto pequeño donde
envasar y conservar por mucho tiempo, pero nada quería nacer ahí, el suelo estaba
contaminado.
Por las noches, oyendo el cantar de los animales nocturnos, creía que morirían de
hambre. Pero Natalia era una mujer fuerte, de una entereza increíble, no permitiría que
nadie muriera si de alimentos se trataba. Una de las niñas estaba enferma, pálida, sin
movimiento, yerta, sin luz en la mirada, tosía mucho y el pecho se le hundía cada que
porque hace años ya había perdido dos niños atacados por la tuberculosis, y no pensaba
Ahora viéndola ahí detenida a la orilla del acantilado, observando, nadie podía adivinar
que el miedo estaba anidado en su pecho. Incluso ella quería ignorar ese miedo, todas
las noches salía a dar largas caminatas para olvidar y terminar rendida, pero muchas
veces, el llanto sofocado la sacaba de su aletargado sueño. Cada día amanecía más
tantos, hay montones por todos lados, seguro hay plaga. Este Poncho maneja la
resortera con mucha puntería, - Paco se detuvo al lado de la madre y miro hacia la lluvia
que avanzaba hacia ellos, le tembló la voz al decir- ama tenemos que mover a los niños,
Paco se detuvo, olfateo y al tiempo que olía, abría enormes los ojos, gritó:
- Uta...huele a!... ¡Debe ser algún incendio ama! Ahora sé porque anda tanto animal
por acá, huyendo, por eso las parvadas y las manadas....ama ¿debemos movernos?
tirándonos la casa...ayúdame Paco, nos cambiamos a otra casa, mas abajo...lejos del
paso normal del lodazal, no sea que se desgaje la montaña y nos entierre..
Entró en la casa dando órdenes, dueña de la situación, con ideas claras de lo que se
debía hacer
-A ver escuincles, muévanse...tu pibe levanta los tendidos, los guares y las ollas ponlas
en fila para cargarlas a otra casa- Armida, levanta las nicas, sácalas al aire y que se
aireen, Alma envuelve muy bien a Lucila que no le de el viento en la cara, tápale la boca
para que no respire fresco, ama usted no se mueva que poncho la ayuda a encontrarnos,
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a ver pibes pónganse en orden, quien falta? ¿ donde esta Humberto? ¿Donde está
- ¡¿ a la mina?!¿A qué???
- Dijo que había visto piedras que brillan, dijo que traería unas cuantas y me las
decidió no mandar a nadie por él, no podía poner en riesgo a otro de los chicos,
seguramente Humberto seria consciente y saldría a tiempo. Así que hizo a un lado esta
- Iremos a la mayor , a la del capaz, ahí estaremos bien guardados, no habrá agua que
Poncho , ya no hay tiempo toma de la mano a tu abuela y dirígela hacia la casa del
capaz.
Doña Celia era una mujer de carácter rudo, arisca, su ceguera la había hecho una mujer
muy tenaz, sarcástica, burlona, cuando Poncho se le acercó le dijo muy quedito:
- Poncho debajo de la pata de la silla hay una piedra que se mueve, saca mis hierbitas,
El otro día, con el humo empecé a ver como los fantasmas se metían por la ventana,
- más porquería que tu culo, no te metas con los grandes, muchacho baboso, ¿qué vas
a saber tú?
- Pos¶ sé, agüe. Yo sé, porque cada que el diablo se le mete es por esa hierba maldita
- Diablo? ¡ ¿qué chingado diablo, va haber acá?! Solo estamos nosotros, si estuviera
- Ja,- se burlo Doña Celia-, más infierno que éste, que vivimos aquí.
Así, entre recriminaciones y súplicas Poncho llevaba de la mano a la agüe. Llovía ya,
pero muy suavemente, casi imperceptible, de esa lluvia menudita y persistente que no se
aquella, y lo necesito para mis reumas. Ya sabes que no soporto el dolor en las piernas,
- ay ague ni que juera animal..solo las yeguas tienen ancas- dijo una de las niñas
-¿peyote?! Ay, ama¶ donde mete el peyote, desenastes le dije , que no meta cochinadas
en al casa. Que reuma, ni que reuma, usted solo está ciega, por demás está más juerte
- si ama, la agüe parece rana en noche de luna, quéjese y quéjese, nada más le falta
- ¡ Ay, Natalia! Si no soy pendeja, mijita ± Celia gritó más fuerte- No lo puse en la
casa, jajaja ± se rió-. Lo puse en la ventanita, por el lado del jardín, así le da el sol y se
menjunje
- ¿ qué quieres? somos dos mujeres solas con una camada de fierecitas que no sirven
para nada.- Celia detuvo el paso y olió- ¿a qué huele , hay fuego en la montaña, uta , ya
La tormenta llegó justo cuando abrían la puerta de la casa. Natalia se apuró y empezó a
buscar los quinqués, había algunos metidos en una alacena y afortunadamente tenían
primero:
- No aúllan, no hay nada de entre los árboles mi¶ja, los fantasmas no existen, ya
duérmanse
Afuera, el azote de la lluvia tronaba los tablones del portal, una detrás de otra, las
cada descarga más cerca del poblado y de la casa, retumbaba el suelo y los pisos se
Se hinco y empezó a rezar, de espalda a las ventanas que aún tapadas permitían la
entrada de la luz. Desde niña le dijeron que en la lluvia fuerte, jamás se debían dejar los
espejos ni las ventanas despejadas, así las corrientes eléctricas no podrían entrar en los
caseríos. Rezaba con tanto ahínco cuando de la nada sintió una mano en su hombro.
- Natalia, -le dijo su madre-, tienes que ir pensando salir de este pueblo abandonado,
cada vez nos es más difícil traer agua, además es muy solitario y tenebroso y te quiero
advertir que he sentido rondar la muerte. Tenemos que irnos, la luz no llegará nunca ..y
virgencita que yo lo mato al cabrón, mira que irse sin nosotros, eso es no tener huevos.
- Ay ama«Cómo nos vamos, ya viste que la mula se nos murió,.. Lucila enferma, me
- - pos si se tiene que quedar se queda aquí o allá o a donde vayamos, nadie nacemos
- ay , ama! Pero no Lucila, Lucila no, no sabría que hacer para no morirme con ella
- pues lo que hace uno, ver a los otros hijos, ya sabes que a mi se me murieron 5, esa
epidemia de viruela los mato a todos..tú y Lola no se murieron porque aun no habían
nacido, cuando los enterramos Evaristo lloraba como niño amarrado a la caja, me dolió
ver su muerte, no pensó en nadie y ya ves, después de nacida tú, se encerró en el jacal a
llorar , decía que no quería querer a más hijos, y nos dejó solas, tres mujeres solas.
Pensé que con tu viejo sería diferente, pero que la chingada todos son iguales, Isaías
dice que el trabajo, Evaristo decía que el dolor ¡ jodida! uno se queda a vivir la vida.
¡Tenemos que irnos Natalia! Acá comenzó a rondar la muerte, ¿crees que no noto como
lloras? Pero llorar no nos sirve de nada, que esas lágrimas se te queden dentro del
cuerpo para usarlo de empuje , mujer..tú eres una india venida desde otros tiempos y no
hay cosa que te venza, decía mi ágüela cuando perdió el pie en el camino, pa¶que quiero
dos pies si con uno tengo, la otra pata solo me estorbaba. Jajajaaja, a que la agùela.
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- - ama, te acuerdas la vez que el viejo Pancracio, se quedó tendido en l río , tomó
tanto tesgûino que no sabia ni su nombre, luego el río creció, y se lo llevo río abajo. No
- Pancracio tenía pacto con el diablo, recuerdo que una noche me salió por detrás de
un árbol y me dijo, Celia si no eres mía serás del diablo, en aquellos tiempos, en la
agarrándose las verijas y sacándose la yerba para mostrárselos a todos, yo creía que
Pancracio hablaba de ese diablo y me caló que me deseara tan mala pata.- Celia guardó
silencio por un buen rato y luego-, Natalia, tenemos que salir de aquí..Tenemos que
Natalia no sabía como salir de ese hoyo donde los había metido a todos, a veces sentía
que estaban en el lugar más profundo del mundo, y que ahí metidos nadie los vería y no
Sentada en esa esquina veía como las sombras dibujadas por el quinqué se
- Cuando tengas miedo- oyó a su abuela sentada a su lado- si algún día tienes miedo,
piensa que la naturaleza pone a tus pies todos sus recursos, los espíritus te van a
aconsejar, solo deja que se acerquen. Los caminos mi niña, no están construidos aún, tú
debes construir veredas y atajos que te permitan alcanzar el camino principal, por donde
que estaba en la mina y supo con certeza, que no lo vería más, se quedó muerta,
respirando despacio, con un dolor que le rompía el pecho, las lágrimas comenzaron a
- No ama, no regreso