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Nevado de Toluca.

El Nevado de Toluca, el cuarto volcán más alto del país, se localiza a 45 km. de la ciudad de
Toluca, capital del Estado de México y a 135 km. del centro de la Ciudad de México,
aproximadamente hora y media de recorrido en coche.

La zona donde se encuentra este volcán fue declarada parque nacional en 1937. Su atractivo
principal es el Xinantécatl o Nevado de Toluca, un volcán extinto de 4,558 metros de altura sobre el
nivel del mar. La vegetación está integrada por ejemplares de clima frío con variedades de
coníferas como pinos, cedros, ocotes y abetos. En las partes más altas la vegetación es de tundra
con zacatonales y una importante variedad de cardos (Cnicus benedictus L) . La fauna se compone
principalmente de pequeños roedores, reptiles, venados y águilas.

Una característica que distingue a este volcán respecto a otros de México, es el hecho de que en
su cráter alberga las lagunas del Sol y la de la Luna, dos hermosos cuerpos de agua de color
turquesa en los cuales se han realizado algunos hallazgos arqueológicos de ceremonias sagradas
prehispánicas que se celebraban en el lugar. Asimismo se puede acceder a este cráter de manera
confortable en automóvil. Debido a esta facilidad de acceso el lugar es atractivo durante el invierno,
temporada en la que de tener un poco de suerte se puede acceder al coloso y observar un
hermoso paisaje nevado.

En este lugar se pueden practicar un sinnúmero de actividades deportivas como camping,


caminata, bicicleta de montaña, escalada, entre otros, siendo uno de los lugares predilectos por los
atletas de alto rendimiento que entrenan en este lugar previo a competencias olímpicas y
nacionales. Este parque nacional cuenta con varios refugios alpinos y seguridad. 

Este parque nacional se encuentra abierto todo el año, de 10:00 a 17:00 hrs. Durante el invierno es
importante consultar si se permite la entrada debido a las condiciones meteorológicas. 

Nevado de Toluca (Chicnauhtecatl)


Nueve cerros

Altitud 4690 m/nm

Ubicación φ 19° 16´ 04.4” – λ 99° 46´ 02.4” (cima)

Arqueología 18 sitios registrados

Entidad México

Decreto 25 de enero de 1936, como parque nacional

Superficie 46784 hectáreas


La toponímica del Nevado de Toluca ha generado acaloradas discusiones, se le conoce
oficialmente como Xinantecatl, nombre de raíz náhuatl, pero Xinantecatl no es de uso
tradicional como Popocatépetl. Aparece por primera vez en publicaciones de 1854, fue una
voz que nació y se difundió en una época en que empezaba a ponerse en boga el rescate, e
incluso la siembra de topónimos nahuas. Casi nadie entendió el toponímico, y hubo que
idearle significados tan extravagantes como “Señor desnudo”. Romero Quiroz, concluyó
que se trató de una derivación de Tzinacantecatl, gentilicio correspondiente al pueblo
cercano de Zinacantepec, el Cerro del Murciélago. En testimonios disponibles de la época
colonial temprana que se apoyan en evidencias prehispánicas sólo aparece el nombre de
Chicnauhtécatl o la variante Chicnahuitécatl. La voz Chicnauhtécatl está respaldada por
dos fuentes muy confiables: la Relación de Temascaltepec, de 1585, y la obra de Fernando
de Alva Ixtlilxóchitl de 1625. La primera dice, a mayor abundamiento, que Chicnauhtécatl
significa “Nueve Cerros”, el nombre se asocia estrechamente al de Chicnahuapan, “Nueve
Aguas” o “Nueve Manantiales”, topónimo náhuatl del río Lerma, de modo que hay un
referente común en ambos. La evidencia es inequívoca en cuanto que el Nevado de Toluca
se identificaba como Chicnauhtécatl y esta voz, es la más próxima que conocemos a lo que
probablemente fue el topónimo náhuatl prehispánico del Nevado de Toluca. En
matlatzinca: Nro’maani Nechhútatá, Casa del dios de las aguas. En otomí: Tastobo,
Montaña blanca, de tasi, blanco, y tobo, montaña.
Fotografía del crá ter tomada desde el Pico El Fraile, en el horizonte se aprecian la Iztaccíhuatl
y el Popocatépetl (2008).

Se observa el domo central El Ombligo entre los lagos El Sol y La Luna. El cráter es de
forma elíptica y abierto hacia el este, mide 2 x 1.5 km; el desnivel de la laguna a los picos
más altos es de 500 m, formando ángulos cercanos a los 60° y paredes verticales. Las
laderas del volcán se caracterizan por un relieve accidentado con pendientes entre 12º y 50º.
La porción sureste se encuentra integrada por valles profundos que desembocan hasta al
Río Chontalcoatlán, y de ahí al Río Balsas. En la esquina superior derecha, a más de 125
Km. se aprecian los volcanes Popocatépetl e Iztaccíhuatl.

Geología

Originalmente se construyó de flujos y depósitos de piroclastos. Sobre ese antiguo


estratovolcán hace 25 mil años, producto de una gran erupción surgió el moderno edificio
con una amplia dispersión de lahares, al que le siguieron eventos de menor magnitud con
emanaciones de piedra pómez según datos obtenidos por radiocarbono. Hace 11600 años se
aprecia un segundo evento del tipo pliniano surgido del centro del cráter al incrementarse la
presión por el bloqueo de la chimenea, fue de tal violencia esta explosión que sus productos
cubrieron un área de 1700 km2; ambos eventos sugieren que originalmente el Nevado de
Toluca fue de mayores magnitudes de lo que hoy es el Popocatépetl. Finalmente un domo
lávico de 100 m de altura conocido como El Ombligo bloqueó el respiradero del volcán
presentándose así la forma en que lo conocemos actualmente. Los productos eruptivos más
jóvenes se fecharon con 3300 años antes del presente. El Nevado de Toluca es un
estratovolcán poligenético que ha soportado gran corrosión, lo que le ha hecho perder su
forma cónica original, su composición geológica básicamente se reduce a andesitas, tefra-
andesitas y dacitas.

Arqueología

Al interior del cráter encontramos dos cuerpos de agua, las lagunas del Sol y de la Luna,
estos lagos se formaron al quedar tapada la boca eruptiva. Ambos embalses quedan
ubicados dentro del término común de “lagos” y se consideran entre los embalses perennes
más altos del mundo con  4,210 m/nm. Lo extraordinario de estos lagos hizo que fueran
reverenciados por los indígenas desde tiempos remotos.
Distribució n de sitios arqueoló gicos al interior del crá ter del Nevado de Toluca,
el lago de mayores dimensiones de conoce como Laguna del Sol y el de menor tamañ o,
Laguna de la Luna (A. Boneta, 2002).

Fray Bernardino de Sahagún en el siglo XVI reseña la idolatría que ahí prevalecía

Hay otra agua donde también solían sacrificar, que es en la provincia de Toluca, cabe el
pueblo de Calimaya; es un monte alto que tiene encima dos fuentes, que por ninguna parte
corren, y el agua es clarísima y ninguna cosa se cría en ella, porque es frigidísima. Una de
estas fuentes es profundísima; parecen gran cantidad de ofrendas en ella, y poco ha que
yendo allí religiosos a ver aquellas fuentes, hallaron que había ofrenda allí, reciente
ofrecida de papel y copal y petates de pequeñitos, que había muy poco que se habían
ofrecido, que estaba dentro del agua. Esto fue en el año de 1570, o cerca de por allí y el
uno de los que la vieron fue el P. F. Diego de Mendoza, el cual era al presente Guardián
de México, y me contó lo que había visto.

Afortunadamente la celosa labor de los guardabosques del Parque Nacional Nevado de


Toluca ha frenado la actividad de un buceo dudosamente deportivo que degeneró en el
saqueo de multitud de ofrendas de copal, rayos ceremoniales de madera, y figurillas que
contenían estos dos lagos. Según algunas fuentes y el investigador subacuático Guzmán
Peredo, el copal era depositado sobre la superficie de la laguna, este flotaba y
posteriormente se hundía variando así su ubicación. Si consideramos la gran cantidad de
saqueos y la presencia aún de copal, que por más de 30 años fue hurtado, podremos
considerar la cantidad de elementos depositados en las lagunas. Es interesante resaltar el
hecho de que aún en fechas recientes, algunos vecinos devotos de la montaña continúen
depositando piezas de copal para garantizar un ciclo climático óptimo para sus labores
agrícolas.

Aspecto de la Laguna de la Luna, que es la de menor tamañ o al interior del crá ter.

Tanto en las orillas de los lagos como en su interior, se pueden rastrear restos cerámicos y
líticos, tenemos así dos sitios arqueológicos: la Laguna del Sol (NT-08) y la Laguna de la
Luna (NT-07); entre las dos lagunas, el sitio Xicotepec (NT-02), por encima del Cerro el
Ombligo a 4,330 m/nm donde se hallaron gran cantidad de fragmentos de obsidiana verde
pertenecientes a navajillas prismáticas y restos de cerámica policroma provenientes de
pozos de saqueo.
Distribució n relativa de los sitios arqueoló gicos del Chicnauhtécatl (Montero, 2009).

Sobre la arista norte del cráter se localizaron tres sitios. Pico Sahagún (NT-01) en el
extremo oriental a 4,430 m/nm donde se hallaron fragmentos cerámicos burdos, sin
decoración y muy erosionados en un radio no mayor de 20 m, destaca la posible alineación
con la zona arqueológica de Teotenango, desde Teotenango este pico se aprecia como la
cima más prominente de la montaña; un kilómetro al sur del Pico Sahagún, los Picos
Heilprin Norte y Sur (NT-04 y 05), cada uno con material arqueológico, ambos conforman
un marcador de horizonte para la salida del sol observada desde el sitio El Mirador (NT-03)
para el día de paso cenital del Sol según cálculos recientes. Resalta el hecho de que el sitio
NT-03 fue un observatorio para astronomía solar, de este sitio en 1962, Otto Schöndube
rescató de la erosión y el deterioro una estela a la que he interpretado con una función
calendárica y astronómica. Actualmente la pieza se encuentra expuesta en el Museo
Arqueológico de Teotenango. Si desea conocer más sobre los estudios arqueoastronómicos
realizados en el Nevado de Toluca visite www.montero.org.mx/cenital.htm

En el borde norte del crá ter a 4330 m/nm fue encontrada esta pieza en 1962, se le conoce
como la Estela del Nevado de Toluca, corresponde a la cultura de Teotenango del período
Epiclá sico (600-900 d. C.), su funció n era astronó mica pues marcaba el punto de observació n
desde donde se veía salir el Sol salir para el día de paso cenital entre los picos Heiplrin.

En la parte central de la arista norte del cráter, el sitio El Portillo (NT-06) a 4,280 m/nm,
ahí se detectaron fragmentos cerámicos muy erosionados. Sobre el drenaje del flanco norte
de la montaña se descubrieron en 1989, 4 sitios. Geomorfológicamente el área es un gran
abanico conformado en su porción superior por afluentes primarios que nacen en los altos
picos y aristas; en su parte media apreciamos un gran cono aluvial compuesto de morrenas
sobre las cuales se acumulan en invierno las nevadas; en su fragmento inferior toma cuerpo
una cañada por la que corre el arroyo Cano. El sitio de más altura de este flanco es el Pico
Noreste (NT-09) a 4,130 m/nm se ubica por debajo del pico del mismo nombre, en una
pequeña plataforma sobre drenajes primarios con escasa cerámica perteneciente a vasijas
muy erosionadas y fragmentadas; al oriente, el sitio La Estructura (NT-11) a 3,910 m/nm,
sitio detectado por denuncia de los guardabosques, en el lugar se aprecia el único elemento
arquitectónico de toda la montaña, consta de un conjunto de piedras, algunas trabajadas y
con relieves, la forma de la estructura por el saqueo es ya irreconocible, no obstante,
estimamos que es diferente a las halladas en el Iztaccíhuatl y en el Monte Tláloc; por
debajo, el sitio Arroyo Cano (NT-12) a 3,700 m/nm con fragmentos de cerámica en un área
bien delimitada de 100 m2, en un inicio pensamos que el material provenía de un segmento
más alto y que los restos habían sido acarreados por la pendiente, pero al ascender no
encontramos mayores evidencias, lo cual significa que los materiales eran depositados en
las orillas del cauce del arroyo; el sitio Los Cantiles (NT-13) a 3,700 m/nm es un abrigo
rocoso de escasa superficie, es un lugar húmedo con múltiples filtraciones asociadas a
helechos, líquenes y otros vegetales propios de lugares húmedos y oscuros. Por referencias
de ganaderos locales sabemos que no es el único lugar con evidencias arqueológicas, se nos
informó que en la amplia línea de cantiles de más de un kilómetro de longitud de esta
cañada entre los 3,700 y 3,500 m/nm en su flanco oeste se encuentran múltiples abrigos
rocosos con material de superficie. Sobre esta cota el arroyo tiene una distancia entre sus
bordes de casi 700 m denotando así un amplio valle.

En el flanco occidental la Cueva de Cerro Prieto (NT-10). Es un abrigo rocoso que se


localiza por debajo de la cima homónima a 4,050 m/nm entre cantiles de más de 60 m de
altura. La cueva tiene 20 m de longitud por 6 m de ancho en su acceso, al interior se
localizaron en 1989 evidencias de ritual moderno de las peregrinaciones que portando una
imagen de San Miguel Arcángel provienen de San Miguel Oxtotilpan en su ruta de ascenso
a las lagunas del Sol y la Luna al interior del cráter. Un hecho característico y singular con
respecto a otras liturgias investigadas es que aquí, los campesinos crean un arquetipo de sus
campos trazando en el piso de la cueva un rectángulo al interior del cual marcan líneas
paralelas a manera de arado, queriendo así significar sus campos agrícolas, posteriormente
le riegan agua a manera de lluvia, dando así a entender sus deseos por una temporada
favorable. En mayo de 2003 regresé a la cueva, ahora el ritual presentaba una cruz, la Santa
Cruz del Xinantecatl, sin duda en 14 años los procesos rituales habían cambiado.
La Santa Cruz del Xinantecatl, Cueva de Cerro Prieto, mayo de 2003.

Trabajos arqueológicos recientes

Durante el mes de mayo de 2007, la Subdirección de Arqueología Subacuática del INAH,


coordinó un proyecto interdisciplinario en esta montaña. Destacaron dos campos de acción,
el primero correspondió a la excavación arqueológica realizada a las orillas de las lagunas;
y el segundo fueron los trabajos de arqueología subacuática en las lagunas del Sol y la
Luna.

En tierra se excavaron siete pozos: cinco a las orillas de la Laguna de la Luna, otro en la
Laguna del Sol y el último en el cerro que se encuentra entre ambos embalses el Cerro el
Ombligo.  La estratigrafía muestró estratos muy delgados y con poco material, si
consideramos que la dinámica de las aguas ejerce cambios en estos espacios que se alternan
de anegados a secos según la temporada de lluvias y secas, y que la mayoría de la cerámica
aparece meteorizada y fragmenta entenderemos que no son el mejor indicador para
determinar una cronología. Más aún, el espacio que ofreció el material cerámico más
característico a la orilla de la Laguna de la Luna, presentó una estratigrafía alterada,
posiblemente resultado de una remoción del terreno tardía, porque encontramos una
munición de plomo del siglo XVI en un estrato inferior. Cuando se intentó excavar a más
profundidad, estos y los demás pozos se inundaron por su proximidad a los cuerpos de
agua. En el caso del Cerro el Ombligo, no se encontraron materiales arqueológicos durante
la excavación, pues afloramientos de rocas dejan pocas posibilidades de contener
materiales. Si bien es cierto que hay carencias en la cerámica y en la lítica, eso no lo
podemos decir del copal, las púas de maguey, y los cetros de madera, que se recuperaron
del fondo de las lagunas.
Alumnas de arqueología de la Escuela Nacional de Antropología e Historia se sobreponen al
clima adverso
al realizar trabajos de excavació n en la cima del Cerro El Ombligo.

Considerando que en el Altiplano central registramos diez altas montañas, apreciamos


divergencias en los registros arqueológicos. Destaca en este sentido lo particular del
Nevado de Toluca con su copal, cetros de madera, púas de maguey acompañadas de
cutículas de penca, y los petrograbados registrados a la orilla de la Laguna de la Luna con
representaciones únicas de yacameztli, todo esto nos conduce a rituales que alcanzaron un
alto grado de especialización teológica. El registro de los yacametztli es muy significativo,
porque esta nariguera es uno de los atuendos característicos de las divinidades femeninas y
masculinas asociadas a la Luna y el pulque, este atributo tan presente se contrapone a la
ausencia de grabados con la efigie de Tláloc, elemento representativo y constante de los
cultos de montaña. Esto demuestra que la “tlaloquización” de la montaña, sin duda no es el
modelo más apropiado para el Nevado de Toluca.

Los resultados del análisis cerámico de esta primera temporada (2007) apuntan al
Posclásico tardío (1200-1521 d. C.) y corresponden a la cultura mexica y matlatzinca;
también se registraron algunos tiestos del período virreinal. El lector interesado en conocer
los resultados de esta primera temporada puede consultar el libro Las aguas celestiales.
Nevado de Toluca, (editado por el INAH, 2009, coordinado por Pilar Luna, Arturo Montero
y Roberto Junco ), texto que incorpora capítulos dictados por especialistas en otros temas
además de los antropológicos e históricos, como lo son: medio ambiente, historia eruptiva,
glaciología, pintura, fotografía y poesía entre otros temas que corresponden al
conocimiento amplio del Nevado de Toluca.
Pozos arqueoló gicos en la orilla norte de la Laguna de la Luna
después de una nevada durante la primavera de 2007.

Arqueología Subacuática

El Proyecto de Arqueología Subacuática en el Nevado de Toluca, marca sin duda un hito en


la arqueología subacuática a nivel mundial. Trabajar por un período prolongado de tiempo
en la alta montaña sumergiéndose en aguas heladas con inmersiones repetidas, superando
los problemas fisiológicos de la alta montaña, es sin duda un record en el trabajo científico.
Esta investigación se realizó al interior del cráter del Nevado de Toluca o Xinantécatl,
donde se presentan dos lagunas, las cuales desde tiempos ancestrales fueron depositarias
del fervor religioso con ofrendas consistentes en conos y esferas de copal, artefactos
ceremoniales de madera, púas de maguey, puntas de proyectil de obsidiana, vasijas y
objetos de cestería entre otros. En las siguientes imágenes se presentan algunas de las
piezas recuperadas del fondo de la Laguna de la Luna por arqueólogos del INAH en el año
2007, las cuales se encuentran en proceso de consolidación en los laboratorios de CNCPC-
INAH.
Cono de copal, que aú n conserva su aroma. Dimensiones 12.5 cm de altura, 7.0 cm de ancho,
peso 208 gr.
Artefacto ceremonial de madera, denominado por algunos investigadores cetro por la
similitud que guarda con una pieza que aparece en el Có dice Durá n. Dimensiones 122 cm de
largo, por 7.6 cm de ancho.

Espinas apicales de maguey utilizadas en rituales prehispá nicos


sorprendentemente conservadas por má s de 500 añ os, estudios de laboratorio (L. Mainu)
confirman que se encontraron evidencias de sangre en las puntas.

En la arqueología es sorprendente recuperar materiales orgánicos, sucede que se


descomponen en períodos muy reducidos de tiempo. Sin embargo, las condiciones gélidas
de las aguas con temperaturas constantes inferiores a 8° C, el aislamiento que implica la
alta montaña, así como las condiciones climáticas de altitud que impiden la proliferación de
microorganismos que descompongan los materiales, aunado al fino sedimento que cubrió
las piezas, son los factores esenciales que permitieron que se preservaran hasta nuestros
días. Los resultados preliminares de esos trabajos ya se encuentran publicados en el libro
Las aguas celestiales. Nevado de Toluca  un texto que no sólo incorpora a la arqueología y
la historia, sino que se adentra en temas ambientales, culturales y artísticos, demostrando el
enfoque multidisciplinario de este proyecto.

Visite la página oficial del INAH para este proyecto:


Arqueoastronomía

El Nevado de Toluca como montaña trascedente en el paisaje sirvió como marcador


astronómico para los habitantes de Teotenango, que desde el período Epiclásico (600 – 900
d. C.) se asentaron en la región, según nuestros cálculos el centro ceremonial de
Teotenango estaba orientado al a la puesta del Sol para el equinoccio de primavera, y servía
como referencia calendárica para determinar las fases productivas. Otro elemento relevante
de la utilización astronómica del Nevado de Toluca es la estela que se encontró en el borde
norte del cráter, ambos temas se detallan en la liga sobre arqueoastronomía.

Bibliografía usada:

http://www.montero.org.mx/chicnauhtecatl.htm

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