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DERRAMANDO LA LECHE

Rodrigo Proaño C.

La receta del “libre mercado” pregonada por las potencias industriales no les funciona ni a
ellos, peor en países pequeños. Para mantener los precios, productores y autoridades
cómplices echan mano a la envejecida práctica de arrojar a la basura, al alcantarillado o
enterrar la sobreproducción agrícola. Nada justifica que hoy, en el Siglo XXI, cuando el
hambre desespera y mata a más de 1200 millones de personas, se persista en acciones
perversas que rayan en la sinrazón y el abandono de la ética.

En septiembre del año anterior, los países de la Unión Europea (UE) se empeñaron en el
derrame indiscriminado de leche. Lo encabezaron productores de Francia y Bélgica, vaciaron
tres millones de litros de leche, como parte de las denominadas “jornadas blancas”. Un mar de
leche cubrió sus calles y campos. Los parados reclamaron precios justos, toda vez que a los
industriales lácteos les bajaron sus ganancias, puesto que, en el período 2000 al 2007, los
precios reales de productos lácteos aumentaron un 17%, mientras que el valor pagado al
productor disminuyó un 6%. El Parlamento de la Unión Europea hasta la presente fecha es
impotente para dar solución a este problema de sobreproducción. Pero todos salen librados, se
inculpan unos a otros y así pasa por alto esta medida inhumana. Si esos excedentes de leche
llegaran a nuestro país aplicándose los TRATADOS DE LIBRE COMERCIO, como insisten
los países de la Unión Europea, ¿Cómo afectaría a nuestros productores?

Botar la sobreproducción agropecuaria para conservar los precios por parte de los grandes
productores, también ha sido recurrente en Ecuador, pero llama la atención que hoy lo hagan
los pequeños productores. Ocurrió la semana anterior, en Cotopaxi derramando enormes
cantidades de leche frente a la Gobernación, porque los acopiadores lácteos les bajaron el
valor del litro de leche. Qué contradicción, mientras entre su propia gente hay miles de
niños, ancianos y personas con hambre y desnutrición. El gobierno prohíbe el ingreso de leche
en polvo, pero esta sola medida no es suficiente para solucionar el problema Es hora que
fomente la producción y el consumo de leche en los sectores más pobres, en los cuales, no
llega ni a 100 litros por persona al año, cuando debería ser de 200 litros, como en los países
desarrollados.

La desesperación por producir más, increíblemente, frena y hasta paraliza la producción,


arroja a la desocupación a trabajadores, reduce salarios, contamina el ambiente, los precios se
alocan, se arruinan a los medianos y quiebran los pequeños productores; mas, los grandes
inversores, importadores, exportadores e intermediarios, contradictoriamente, como siempre,
salen ganando. Lo irónico del sistema económico imperante es que a mayor producción de
alimentos, al consumidor, del norte y del sur, siempre le llega más caro. Se ha extraviado la
mano invisible que autorregula la oferta-demanda y precios. Los pregoneros neoliberales
fracasaron y persisten. ¿Hasta cuándo?

Artículo publicado en el diario regional LOS ANDES, de Riobamba, el domingo 24 de octubre de 2010.
Sección A, pág. 4.

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