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Las lesbianas feministas luchamos por una democracia participativa basada en una revolución sexual y
reproductiva que acabe con la heterosexualidad compulsiva; garantizando la autonomía corporal, sexual y
reproductiva y el placer como fin de las sexualidades. Luchamos por una reorganización del sistema
patriarcal neoliberalista que conlleva romper con los roles de género tradicionales y con la violencia como
mecanismo de control, subordinación y expropiación de nuestros cuerpos, la sexualidad y el placer.
Requerimos acabar con el “desarrollo” basado en la división sexual del trabajo jerarquizador y excluyente:
productivo / reproductivo y público / privado; requerimos acabar con la violencia como forma de relación
basada en la lógica de dominio / subordinación. No aceptamos el uso de el “amor” como una herramienta
cultural de alienación y negación de nuestra condición de individuas y ciudadanas. Demandamos la
maternidad como opción libre y responsable social así como el derecho al aborto y servicios públicos que
garanticen educación sexual y acceso a la planificación reproductiva incluyendo el aborto.
Estamos contra la depredación y privatización de nuestros recursos naturales: la biodiversidad, el agua, los
minerales, el mar y los bosques. Estamos construyendo una ética lésbico feminista para manejar la
economía basada en la solidaridad, el consenso y el afecto que no despoja y que redistribuye la riqueza.
(vía el Estado, el mercado y la familia) Luchamos contra el capital transnacional y nacional que condiciona
la inversión a la sobreganancia y explotación que condena a la explotación sexual y la trata de lesbianas,
gays y travestis.
Planteamos reconstruir los sistemas de poder hegemónicos, acabar con las fuerzas armadas y policiales por
un mayor presupuesto para educación, salud y justicia. No queremos control social a través del derecho
penal ni la moral, sino políticas públicas para seguridad social, vivienda y seguro de desempleo basadas en
la no discriminación y violencia, para el rechazo a toda forma de abuso de poder.
Tenemos derecho a la legítima defensa y la insurgencia por vivir en una dictadura del machismo, la
misoginia y la lesbofobia, saliendo a las calles, renunciando a cocinar sin pago alguno, a criar sin seguro
social, a tener sexo sin placer y a embarazarnos sin decidir; nos comprometemos a llenar todo espacio
público de color, mensaje, imagen y amor, a besarnos con orgullo, a los deportes que nos da la gana, así
como, a dirigir el Estado, los partidos y nuestras vidas.