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Universidad Católica Santa Rosa

Facultad de Ciencias Humanas y Sociales


Escuela de Filosofía
Período: V
Materia: Ética de la antigüedad clásica.
Alumno: Abel García

La redondez de la virtud.
Aunque en el Menón se comienza por la pregunta de cómo se adquiere la virtud, el
contenido que subyace en éste antiguo diálogo, es una interrogante que no tiene tiempo, y
que de una u otra manera, todo hombre se ha hecho alguna vez: ¿Qué es la Virtud?.

Menón al interpelar a Sócrates, pretende encontrar en sus palabras, un concepto distinto o


complementario del que él había adquirido de los sofistas como Gorgias, a quien se le
consideraba un maestro de la virtud. Pero la sorpresa de Menón no puede ser menos,
cuando Sócrates se declara incapaz de responderle, y le invita a que le recuerde el concepto
que Gorgias tiene de la virtud, e inclusive que el mismo Menón le diga lo que piensa de
esta.

El argumento de Sócrates, para asegurar que no puede dar una respuesta contundente, es tan
simple como profundo: “No solamente no sé si se enseña, sino que ni tengo la menor idea
de lo que ella puede ser”; y sin saber lo que “es”, continua Sócrates, ¿cómo me iba a ser
posible conocer sus cualidades y características?.

De aquí parte entonces una fascinante conversación, donde se pasean por lo que el mismo
Sócrates califica como “Enjambre de Virtudes”, ya que Menón se concentra no en definir
que “es” la Virtud, sino en describir las diferentes clases de virtudes. Sócrates entonces le
refiere como ejemplo a las abejas, diciéndole que hay de varias clases, formas y tamaños,
pero ¿dónde radica la diferencia entre ellas?; Menón le responde que, en cuanto a abejas, no
se diferencian unas de otras, sino que son diferentes por sus cualidades, lo que implica que
debería haber un “algo” en virtud de lo cual las abejas son lo que son, y éste “algo” debería
ser igual en todas las abejas.

Sócrates concluye esta parte aclarándole a Menón, que lo mismo tiene que suceder con lo
que respecta a las virtudes; por muy numerosas y distintas que sean, tienen que tener en
común un determinado carácter general que hace que ellas “sean” virtudes.

En todo el diálogo, se repite con insistencia el método de comparar la virtud con una
acción, o una característica determinada. Se utilizan como ejemplos: La salud, de la cual
dicen no es distinta en una mujer, un niño, o un anciano. Ante esto Sócrates le vuelve a
plantear a Menón, que le recuerde lo que Giorgias decía de la Virtud y que se la defina.
En esta oportunidad, Menón define la virtud como: La capacidad de gobernar a los
hombres. A lo que Sócrates no se muestra muy conforme, pues alega que la virtud debe
encontrase en todos los hombres, y esta no se encuentra presente en todas las personas.

Ante la respuesta de Sócrates, Menón no puede más que reconocer que se encuentra
incapacitado para encontrar una definición (de la virtud en sí), tal como Sócrates la busca.

Es aquí, cuando Sócrates intenta explicarle a Menón, en que consiste el concepto que él
tiene de virtud. Utilizando las figuras geométricas y los colores, Sócrates intenta hacer
entender a Menón que la virtud está “más allá” de una cualidad o un comportamiento.

Para mí, ésta es la parte central del diálogo. Aunque sin menospreciar el resto; donde se
manejan conceptos muy interesantes como la belleza, el bien, la justicia, etc. y se manejan
conceptos como la teoría de la reminiscencia, que a mi modo de ver, es una inicial hipótesis
acerca de los procesos cognitivos.

Sócrates, al utilizar las formas geométricas y los colores para explicar la virtud, la coloca en
el plano metafísico. Cuando se apoya en la figura redonda y explica que esta no es la
redondez, demuestra su claridad en cuanto a lo que “es” la virtud. Es decir el concepto
primario que engloba las cualidades y actitudes de la virtud.

A pesar de esto, Menón persiste en la confusión, y entonces se plantea la necesidad de


volver a analizar todo el cuestionamiento inicial acerca de ¿Qué es la virtud?, y si esta
puede ser enseñada o es un don de la naturaleza.

Creo que hasta hoy, esa pregunta no tiene una clara respuesta.

Para mí, lo que está claro, es que Sócrates, no pudo redondear la idea de virtud; para
enseñársela a Menón, o al menos descubrir en él, el don de la Virtud.

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