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MUSICA: AMAIA MONTERO

EFECTO MARIPOSA
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No acabaron ahí los acontecimientos.

Una tarde que Ainhoa


paseaba su perrita por los
jardines del Lago , ésta
depositó en el césped un
montoncito verdoso y
perfumado. Como no llevaba
bolsa, miró alrededor y
descubrió un par de papeles.
Los cogió con disimulo y con
uno de ellos limpió la
¡mierrrrda!, como buena ciudadana. El otro lo guardó en el bolsillo por si le
volvía a hacer falta.
Cuando al siguiente día se disponía a lavar la ropa de la familia, miró
los bolsillos antes de echar el pantalón a la lavadora y descubrió el papel que
había cogido la tarde anterior.
Como todas las tardes, pero más nerviosa, a las cinco y media se
reunió con Leydy, Eneko y Nabintou, en la puerta del Corte Inglés. Ainoa no
había acabado de extender su papel cuando Eneko exclamó:
—¡Ahí va, un plano!
—¡Qué cotilla! —protestó Leydy cariñosamente.
Efectivamente, se trataba de un plano. Se distinguía claramente una
señal al pie de un árbol de gigantescos frutos situado a la izquierda de la
boca de una cueva bajo una roca redondeada.
—Tenemos que avisar a todos —afirmó contundente Leydy
—¡Puestos a largarnos, pillamos el tesoro! —concluyó Nabintou.
Al día siguiente se reunieron todos en torno al ordenador de nueva
generación que había tocado a Denis en la tómbola.

Carlos que había vuelto de


sus prolongadas vacaciones en
Salou, tras sus pesquisas en la
Web, aseguraba que tenía que
tratarse de un país tropical. Leire
que acababan de llegar de dorar su
ombligo en las playas de Almería
aseguraba que se trataba de un
país del lejano Oriente. A última hora de la tarde, concluían que el tipo de
montaña rocosa que aparecía en el dibujo era similar al que podía
contemplarse en imágenes de algunas islas de Oceanía.
Aquella misma noche lo decidieron. A partir de entonces contaban con
un doble motivo para salir zumbando: la fuga del instituto y la búsqueda del
tesoro. Darían con él, aunque para ello tuviesen que cruzar el mundo entero.
Aprenderían mogollón, se harían ricos y, además, se librarían de Marisa,
Manolo y Consuelo.
—¿Qué más se puede pedir a la vida? —chillaba Eneko con voz grave
arrancándose por bulerías.
—¡Ez errez! —se adelantaba a contestar Ainhoa en euskera. Todos le
coreaban— ¡Nada!
El 13 de septiembre trajo el inicio del curso. Tal como habían
planeado, se comieron a besos a sus profesoras y aseguraron a éstas que
tenían inmensas ganas de empezar a trabajar. Consuelo, cuando oía
semejantes afirmaciones, no se fiaba y observaba atentamente a Carlos, a
Denis, a Nabintou. Éstos, como actores profesionales de teatro, lo
aseguraban categóricamente.
Dejaron pasar unos días antes de proponer a Marisa hacer una salida
a Bilbao. De esa manera, afirmaban, celebrarían la dicha de estar todos
juntos este nuevo curso. Además, escucharían euskera, rezarían en Begoña,
reunirían recetas de marmitako, viajarían en metro, admirarían el Gugenhein
y se postrarían, incluido Denis, en la catedral de Sanmamés.
Marisa, tierna, cayó en la trampa. Y no sólo cayó, sino que convenció a
los otros terneros... ¡perdón!, tiernos, de Manolo y Consuelo.
Al siguiente viernes, diez culos se acomodaron en diez asientos de la
Burundesa camino de Bilbao. Una vez allí, se dirigieron al Gughenhein.
Consuelo, que seguía igual de pelma, les hizo una foto ante el perro floreado,
antes de situarse en la cola, no del perro, sino de la taquilla.

Los tres profes contemplaban embobados la estructura de titanio. El


estupor envolvió sus caretos cuando, al llegar a la ventanilla, descubrieron
que sus alumnos, los siete, se habían esfumado como por encanto. También
como por encanto y al mismo tiempo, había desaparecido una furgoneta roja
del aparcamiento contiguo.
Consuelo paró toda la circulación. Manolo dio aviso a los cocineros del
entorno y Marisa buceó por la ría. En un momento el museo estaba rodeado
de televisiones, ambulancias y bomberos. Arzak, Subijana, Berasategi y
Argiñano buscaron inútilmente a los futuros restauradores.

En la bodega de un ferrys que


hacía sonar su sirena mientras
abandonaba el superpuerto de Bilbao,
Leire echaba el freno de una furgoneta
roja y los siete ascendían a cubierta
dispuestos a disfrutar de la puesta de
sol y la travesía que los llevaría al Reino
Unido.
Cuando llegó la hora de cenar,
tras todo el día con un simple bocadillo, sintieron hambre. Leydy y Eneko
pararon a un camarero que llevaba cuatro bandejas de marisco y le dieron la
chapa sin piedad. En cuestión de minutos, el camarero, rendido, era
depositado en un armario y ellos a zampar.

RETRATOS
FORMAS DE VIDA

COMIDA
RECETA MARMITAKO DE BONITO

INGREDIENTES ( 6 pax. ).

½ kilo de cebollas.
1’3 Kg. de patatas.
1 cabeza de ajos.
3 pimientos verdes.
¼ kg. de tomates maduros.
2 hojas de laurel.
1’2 kg. de bonito.
1’5 dl. de aceite de oliva.
1 poco de perejil

ELABORACION.

1.-.Poner en una cazuela el aceite y rehogar a fuego suave la cebolla y los


ajos picados en Brunoise, junto con el laurel y el perejil.

2.- Se añade los tomates troceados y los pimientos troceados y limpios y los
dejamos rehogar por espacio de unos minutos.
3.- Añadir las patatas, mezclar bien y añadir el agua ó caldo caliente
suficiente para cubrir las patatas. Dejar cocer todo a fuego lento por
espacio de unos diez minutos y se le da punto de sal.

4.- Repartir el bonitro troceado y limpio por la superficie del marmitako y


se deja cocer todo el conjunto a fuego suave hasta ver que las patatas
resulten tiernas. El tiempo aproximado de cocción será de una media hora
aproximadamente.

NOTA: Si el caldo resultará poco espeso, lo engordaremos machacando unas


patatas.
El bonito deberá de ser fresco e irá sin piel ni espinas.

NOMBRE Y APELLIDO:…………………………………………………………………………………….
NOMBRE DE LA RECETA: Marmitako de bonito
Nº PERSONAS 6

Precio Precio
Ingredientes Cantidad Unidad Cantidad
Cebollas ½ kg. 0,95 0,48

Patatas 1,3 kg. 2,50 0,91

Ajos 1 cabeza 1,40 0,28

Pimientos verdes 200 g 0,95 0,38

Bonito 1,2 kg 14,95 17,94

Aceite 1,5 dl 16,75 0,20


Laurel 2 hojas

Perejil

TOTAL RECETA 20,66

TOTAL PERSONA 3,96

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