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UN PROYECTO QUE BUSCA EL DESARROLLO CON EQUIDAD

Educación intercultural contra la discriminación


Hilaria Supa Huamán
Presidenta de la Comisión de Educación del Congreso de la República

De un tiempo a esta parte, existe un gran consenso internacional para erradicar el racismo, tan
imperceptible para los que ejercen el poder o para los que pertenecen o se ubican entre los grupos
sociales dominantes. Actualmente, existe la imperiosa necesidad de articular las mejores
alternativas sociales que en el plano educativo fortalezcan, respalden y concreten la lucha contra la
discriminación y el racismo.

Al respecto, debemos reconocer que uno de los cambios importantes en el constitucionalismo


latinoamericano es el reconocimiento del carácter pluricultural de la Nación y el Estado y el derecho
a la identidad de las minorías étnicas. Es decir, en la aceptación de los Estados a las diferentes
culturas y nacionalidades dentro de un mismo Estado, con el derecho a existir, conservando todas
sus características particulares, de manera integrada a la sociedad nacional.

Al lado de estas consideraciones, muchos  países adoptaron a partir de la década de los 90, el
Convenio 169 de la OIT sobre Pueblos Indígenas y Tribales en Países Independientes, ratificado
en nuestro país por Resolución Legislativa N° 26253, de diciembre de 1993.

Ante esta demanda de cambio, creo que la que más trascendencia y resultados puede lograr es la
educación intercultural, que no es sólo bilingüismo, sino que además implica el abordaje en los
programas educativos de estrategias que valoren y reconozcan el entorno cultural y las
potencialidades de las personas y comunidades culturalmente postergadas.
Esta práctica no descuida las metas de aprendizajes exigidos y priorizados por la política educativa
actual, ya que abordan también aspectos de autoestima personal y social como medio
indispensable para modificar las condiciones de postergación existentes.

En relación con estas propuestas, quisiera enfatizar en que durante mi última visita a Huaraz tuve
la oportunidad de verificar experiencias educativas interculturales realmente importantes, ya que se
encontraban apoyadas por la empresa privada, como en el caso del Proyecto Hatun Yachay, que
se desarrolla con éxito en Huari. Y hay que recalcar que este proyecto está articulado a su
proyecto educativo local, presentado públicamente, con el beneplácito de la comunidad y
autoridades locales.

Esta experiencia renueva mi fe y esperanza de que, como en el caso de Áncash, las instituciones y
organizaciones de la comunidad nacional identifiquen y aborden estas causas sociales dolorosas
que frenan el desarrollo, la unidad y cohesión nacional que tanto necesitamos en nuestro país
multicultural. 

Publicado en El Peruano.
Fecha:21/10/2010

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