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Hechos reales que superan

cualquier ficción.

Jeff Guidry y Freedom (Libertad)


están en el
Sarvey Wildlife Center,
Everett, Washington.
Para el verano 2008, Libertad y yo
hemos llevado 10 años juntos.
Ella llegó hasta mí siendo una aguilucha,
en 1998, con las dos alas rotas,
especialmente la izquierda, que no podía
desplegar en absoluto, aún después de
haberle practicado cirugía.

Su ala estaba rota por cuatro sitios.


Ella es mi ‘niña’.
Cuando Libertad llegó a nuestro Centro
de Rehabilitación Animal no se sostenía
sobre sus patas.
Estaba flaca, llena de piojos y parecía
que su final era inminente.
Pero decidimos darle la oportunidad de
vivir y superar esas condiciones tan
dramáticas. A partir de ese momento,
me hice cargo de ella todo el tiempo.
La pusimos en una jaula para perros,
‘acolchada’ con tiras de papel periódico
para ‘acomodarla’ como si se tratase de
un nido.
Estaba tan mal, que parecía no responder a
ningún cuidado.
Yo le hablaba durante horas todos los días
y la animaba a luchar por su vida.
Ella permanecía echada y sólo me miraba
con sus grandes ojos marrones.
Teníamos que
alimentarla por un tubo, ya que no podía
picotear la comida.
Era lastimoso verla tan destrozada.
Libertad estuvo en esa situación tan
lamentable por espacio de 6 semanas que
parecían interminables.
Mis compañeros del Centro de
Rehabilitación me dijeron que habría que
pensar en la eutanasia si no se ponía en pie,
porque no podíamos cruzar la línea entre
‘rehabilitación’ y ‘tortura’.
Sin embargo, yo me resistía a perderla.
Mis colegas me habían hablado de
‘programarla’ para el viernes de la semana
siguiente si no lograba sostenerse en pie.
Llegó el jueves y al día siguiente habría que
ejecutar la decisión que se había tomado
una semana atrás.
Yo estaba tan desolado que no sentía deseos
de acudir al Centro porque no soportaba la
idea de la eutanasia para mi pobre y bella
amiga Libertad.
No obstante, me vestí con desgana y fui.
Cuando llegué al Centro todo el mundo me
saludaba con una sonrisa de oreja a oreja.
Fui inmediatamente hacia la jaula de
Libertad y... ¡Allí estaba! ¡En pie! ¡Una
grande y hermosa águila!
¡Fue maravilloso verla dispuesta a vivir!
Estuve a punto de echarme a llorar de
alegría. Fue un gran día. Sabíamos que ella
nunca podría volar, pero aún así, decidimos
entrenarla con el guante y unas tiras de
cuero para rehabilitarla al máximo posible
y recuperarle sus alas .
Inundamos los periódicos, las radios y
hasta un programa de TV con nuestra
historia.
En la primavera del 2000 fui
diagnosticado de un linfoma de grado 3.
Esto significa que tenía un órgano
principal afectado y metástasis en el
resto. Me darían quimioterapia durante 8
meses seguidos para reducir al máximo la
extensión de la enfermedad, pero si no
funcionaba la terapia, tendrían que
hacerme un transplante de médula ósea.
Perdí todo el cabello.
Muchas noches soñaba con Libertad,
volando majestuosa hacia mí y
mirándome con fijeza y atención como
queriendo darme ánimos con su ejemplo.
Echaba mucho de menos mi trabajo, así
que en cuanto me sentía un poco más
fuerte, iba a ver a Libertad al Centro.
Hacia finales de Noviembre, después del
Día de Acción de Gracias, fui al médico a
realizarme las últimas pruebas para
saber si tendrían que hacerme el
transplante. Los resultados fueron
asombrosos:
Me dijeron que el cáncer
… ¡Estaba curado!
Lo primero que hice al conocer la buena
noticia fue ir a ver a mi ‘niña’ para
llevarla a pasear.
El día era brumoso y hacía frío, La llevé
a lo alto de la colina para que hiciera su
hermoso vuelo. Yo no le había dicho
nada a Libertad sobre mi salud, sin
embargo, ella ‘sabía’.
Cuando la dejé libre para que volase en
los alrededores, ella me miró, extendió
sus alas y las cerró sobre mí. Fue un
abrazo, un momento mágico e
irrepetible que no sé cuánto duró.
Sólo sé que sentí sus enormes alas
presionando mi espalda y apoyó su
pico sobre mi nariz en un gesto de
afecto casi humano.
Me miró directamente a los ojos y
estuvimos así un rato.
Entendí que, de algún modo, ella supo
cuánto me había pasado y era su
forma de recompensarme y alentarme.
Comprendí que éramos ‘almas
gemelas’ desde el mismo momento en
que ella llegó al Centro, pero no sabía
hasta qué punto un alma libre como
ella era capaz de transmitir tanta
fuerza y tanta belleza.
En varias ocasiones han venido al
Centro personas enfermas y ella se
comporta con una delicadeza especial.
Es algo mágico y misterioso.
Una vez vino al Centro un enfermo
terminal.
Cuando estaba visitando a Libertad
sus piernas se debilitaron, y en ese
momento se la estaban colocando
sobre su mano enguantada.
Esta persona dijo sentir el poder y la
fuerza especial que emanaba de
Libertad y cómo sus piernas se
fortalecían y volvía a sentir la energía
suficiente para no caer de rodillas.
Hay muchas más historias, pero me
sería imposible contarlas en tan poco
espacio.
Jamás olvidaré el honor de sentirme
tan cercano a un espíritu libre tan
magnificente como Libertad.

JEFF GUIDRY
Traducción del inglés al español,
títulos, maquetación y grafismo:
Y. A.
2008

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