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DAR DESDE EL CORAZÓN

La esencia de la comunicación no violenta.

La comunicación no violenta nos ayuda a conectarnos con los otros y con nosotros
mismos, permitiendo que aflore nuestra compasión natural. Nos orienta de tal manera que
nos permite reestructurar nuestra forma de expresarnos y de escuchar a los demás,
haciéndonos conscientes de lo que observamos, sentimos y necesitamos y de lo que les
pedimos a los demás para hacer más rica nuestra vida y la suya. La comunicación no
violenta promueve el desarrollo de la escucha atenta, el respeto y la empatía y propicia el
deseo mutuo de dar desde el corazón. Hay quien se sirve de la comunicación no violenta
para llegar a una mayor autocompasión y comprensión de sí mismo, hay quien aspira a
llegar con ella a una relación más profunda con sus semejantes y hay quien quiere
construir a través de ella relaciones más efectivas en su lugar de trabajo o en el campo
político. En el ámbito mundial, la comunicación no violenta sirve para resolver disputas y
conflictos a todos los niveles.

Disfrutar cuando damos y recibimos con compasión forma parte de nuestra naturaleza.
Sin embargo, está tan profundamente arraigada en nosotros unas formas de
“comunicación que aliena de la vida”, que eso nos lleva a hablar y a conducirnos de tal
modo que herimos a los demás y nos herimos a nosotros mismos. Una forma de
comunicación que aliena de la vida consiste en emitir juicos moralistas que presupone
error o maldad en todo aquel que no actúa de acuerdo con nuestro sistema de valores.
Otra forma de comunicación que aliena de la vida consiste en el uso de comparaciones,
que bloquean la compasión por los demás y por nosotros mismos. La comunicación que
aliena de la vida también hace que no seamos conscientes de nuestra responsabilidad
con respecto a todo lo que pensamos, sentimos y hacemos. Otra de las características del
lenguaje que bloque la compasión consiste en la comunicación de nuestros deseos en
forma de exigencias.

El primer componente de la comunicación no violenta implica la separación entre la


observación y la evaluación. Cuando las mezclamos la otra persona suele tener la
impresión de que la estamos criticando y por lo tanto opone resistencia a lo que le
decimos. La comunicación no violenta es un lenguaje dinámico que rechaza las
generalizaciones estáticas. Las observaciones tienen que ser específicas del momento y
el contexto; por ejemplo: “Hank Smith no ha marcado un gol en veinte partidos”, en lugar
de “Hank Smith juega mal al fútbol”.

El segundo componente que necesitamos para expresarnos es el de los sentimientos.


Cuando elaboramos un vocabulario de sentimientos que nos permite nombrar de forma
clara y precisa nuestras emociones nos resulta más fácil conectarnos con los demás. Al
mismo tiempo que nos hace más vulnerables, la expresión de nuestros sentimientos pude
ayudarnos a resolver conflictos. La comunicación no violenta distingue entre la expresión
de los sentimientos reales y las palabras o afirmaciones que sirven para describir
pensamientos, evaluaciones e interpretaciones.

El tercer componente de la comunicación no violenta es el reconocimiento de las


necesidades que hay detrás de nuestros sentimientos. Lo que digan o hagan los demás
puede ser el estímulo, pero nunca la causa, de nuestros sentimientos. Cuando alguien se
comunica negativamente con nosotros, al recibir el mensaje tenemos cuatro opciones: 1)
echarnos la culpa; 2) culpara la otra persona, 3) darnos cuenta de nuestros sentimientos y
necesidades y 4) darnos cuenta de los sentimientos y necesidades que oculta el mensaje
negativo de la otra persona.

Los juicios, críticas, diagnósticos e interpretaciones que hacemos de los demás son
expresiones de nuestras propias necesidades y valores. Cuando los demás perciben una
crítica, tienden a centrar<su energía en la autodefensa o el contaataque. Cuanto más
directa sea la conexión entre nuestros sentimientos y nuestras necesidades, más fácil
será para los demás comprendernos y responder de un modo compasivo.

En un mundo donde es frecuente que los demás nos juzguen con severidad, cuando
identificamos y manifestamos nuestras necesidades, a veces puede dar miedo
exteriorizarlas, especialmente en el caso de las mujeres, educadas para ignorar sus
necesidades y cuidar a los demás.

Cuando se trata de desarrollar nuestra responsabilidad emocional, la mayoría de nosotros


pasa por tres etapas: 1) “esclavitud emocional”, en la que nos creemos responsables de
los sentimientos de los demás; 2) ”etapa antipática”, durante la cual nos negamos a
admitir que nos interesa lo que puedan sentir o necesitar los demás, y 3) “liberación
emocional”, en la que aceptamos la plena responsabilidad de nuestros sentimientos, pero
no la responsabilidad de lo que puedan sentir los demás, sino conscientes al mismo
tiempo de que nunca conseguiremos satisfacer nuestras necesidades a expensas de los
demás.

El cuarto componente de la comunicación no violenta se centra en el tema de lo que nos


gustará pedirnos mutuamente para enriquecer nuestras vidas. Tratamos de evitar las
expresiones vagas, abstractas y ambiguas y recordamos emplear un lenguaje de acción
positiva para hacer saber a los demás lo que queremos de ellos, en lugar<de centrarnos
en lo que no queremos.

Al hablar cuanto más claramente manifestemos qué queremos, más probable será que lo
consigamos. Como el mensaje que emitimos no siempre es el mismo que recibe quien
nos escucha, necesitamos a aprender a averiguar si lo que dijimos se entendió
correctamente. Sobre todo cuando hablamos en un grupo, debemos dejar muy claro qué
clase de respuesta esperamos recibir. De otro modo tal vez iniciemos conversaciones
improductivas que harán perder mucho tiempo a los miembros del grupo.

Las peticiones se interpretan como exigencias siempre que las personas que las reciben
creen que se las culpará o maltratará sino acceden a satisfacerlas. Para lograr que los
demás confíen en que les estamos pidiendo algo y no exigiéndoselo, debemos indicarles
de alguna manera que sólo queremos que hagan lo que pedimos si realmente desean
hacerlo. El objetivo de la comunicación no violenta no consiste en cambiar a la gente ni
ben modificar su conducta, sino en establecer relaciones basadas en la sinceridad y la
empatía que permitirán en última instancia que se satisfagan las necesidades de todos.

Resumen tomado del libro.

BIBLIOGRAFÍA

Rosenberg, M. B. (2007). Comunicación no violenta. Un lenguaje de vida. Buenos Aires: Gran Aldea
Editores.

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