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mi Ama
Son mis manos las que quieren hablar, y pidiéndoles permiso, dicen,
queremos hablar de todo lo que hemos visto, oído y sentido en
nuestra travesía
y queremos hacerlo usando un lápiz, porque estos traen borrador, así
podremos borrar aquello que no sea agradable en esta travesía.
Porque somos nosotras las manos, quienes hemos sentido las manos
de mi Ama y de Aita, en mis primeros años, en la placita Varela de la
hermosa Montevideo, el lenguaje de las manos de mi Aita tomando
las mías. En una fotografía, reflejan un mundo que solo nosotras
entendemos.
Porque somos nosotras las manos, las que hemos sentido las aguas
del Atlántico que mojaban las barandillas del barco que me llevo a
Barcelona, nosotras tocábamos las gotas saladas, creyéndonos
capitanes de mar, visitando muchos puertos.
Porque somos nosotras las manos, que hemos visto las densas selvas
de Guatopo, encontrando antiguas haciendas cafetaleras
abandonadas, con sus barracas para peones y con su propia moneda
para la compra de bienes dentro de ellas, en su propia tienda, que
aun conservaba los letreros despintados de lo que vendían, así como
de las estanterías de madera desvencijadas, pero con mucha historia
de las conversaciones, y sueños de aquellas personas, todo eso lo
hemos tocado nosotras, no hay sensación como esa, palpar mas que
tocar, una historia contada por los muros, recubiertos por musgo,
hiedras y raíces de la selva, pareciera que la selva, le quiere dar otra
vida abrazándolo todo.
Mis manos quisieran tocar una obra en un piano imaginario, con sus
88 teclas, con sus combinaciones infinitas, para dar cabida a todo lo
que han visto, leído, sentido y escuchado, es tanto.... que a veces
nosotros las manos, quisiéramos borrar, reducir, pero mi alma no nos
da permiso para borrar, por que ella dice, que es muy fácil
deshacer ... lo difícil, es escribir sobre algo que deje huella.
Y a nosotras las manos, nos gusta al viajar ver, mirar a otra manos,
hemos visto otras manos, las manos de campesinos haciendo a mano
las tejas de barro, sobre sus propias rodillas para darle la forma que
permita que toda el agua de lluvia escurra, sobre los techos.
Y porque nosotras las manos, hemos visto otras manos, las manos de
las doñas de los caseríos y en pequeños pueblos, amasando la masa
de maíz, para hacer las arepas,
Y porque nosotras las manos, hemos visto otras manos, las manos
que ordeñan a las vacas, con un cancionero muy particular para
amansar. En una comunión muy especial, pocos trabajos se pueden
entender o hacer, a mano, si no lo acompañamos de sensibilidad.
Y porque nosotras las manos, hemos visto otras manos, que recogen
las cosechas, solo a mano se puede hacer la recolección de ciertas
cosechas en viñales o en campos de cultivo.
Y porque nosotras las manos, hemos visto a otras manos, las de una
anciana que desde muy niña aprendió a tejer en el telar de la casa
paterna, hecho a mano de madera local, y a cardar, también a mano,
la lana de oveja, tradición y costumbre de muchos años, en un
pueblito de los Andes venezolanos,
Y porque nosotras las manos, hemos visto a otras manos, recoger los
granos del aromático café, cultivados a mano en frondosas montañas
altas, café de sombra, así lo llaman, luego lo llevan a trillar a mano y
luego lo secan, bajo al ardiente sol, en los techos y patios de sus
casas, esparciéndolos, como queriéndolos barrer con una especie de
pala amplia, todo a mano, No hay cafecito negrito de mas sabor, que
aquel que en humildes fogones de leña, se cuela, con aroma del
amor de las manos que lo cosecharon y cuidaron de él. Ni detalle
mas dulce que el azúcar morena extraída de la caña de azúcar, así la
llaman por su color; cafecito con papelón, así lo ofrecen en humildes
tacitas de peltre.
Y porque nosotras las manos, hemos visto a otras manos, ofrecernos
cobijo y alojamiento, en humilde casa de campesinos, sin mas interés
que el ofrecer amparo, cobijo y comida, ante un palo de agua, en
plena montaña, que nos dejó varados en el camino, compartiendo en
la cocina la cena que la doña de la casa tenia preparada para ellos,
nosotras, no hemos conocido cena mas deliciosa que aquellas
cachapas hechas a mano, por aquellas manos que podían contar
muchas historias en la dura vida de las montañas, habitadas por
casas con paredes de bahareque, humeantes por sus hornos de leña.
Esas personas no nos conocían, ahora nosotros si conocemos esas
montañas con forma y calor humano.
Y porque nosotras las manos, hemos visto a otras manos, las manos
de Ama, acometiendo la extensa labor de recoger, reordenar y
preservar de este modo, y para todos nosotros, todos los articulos de
Aita, no publicados, dispersos en cajones , que de otro modo se
hubieran perdido, lo hizo en forma callada, sin esperar nada, dentro
de su dolor reciente, y encerrada en la bibiolteca de Aita. Nunca
incluyo su nombre o hizo alarde de esa labor, simplemente la hizo,
Ese baul en que ella encerro todo ese material ha servido como
fuente o material para publicaciones de todos nosotros sus hijos.
Y porque nosotras las manos, sabemos que todo lo que se hace con
las manos, es el lenguaje que el alma tiene para hacer las obras del
hombre.