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CONCEPTO DE MANTENIMIENTO.

Todo aquello que nos presta un servicio requiere, como contrapartida, un


mantenimiento, y en el que atañe a los equipos electrónicos, nosotros, como técnicos de la
materia, debemos, si queremos ser apreciados como tal, saber desenvolvernos.

El nivel que se pretende alcanzar con el curso de esta asignatura lo vamos a sintetizar en
los siguientes puntos:

- Sistemas electrónicos nuevos.- Con ayuda de las instrucciones que provee su


fabricante, afrontar su puesta en marcha y, si se presentan complicaciones, saber realizar las
consultas y reclamaciones que procedan con el rigor propio de un profesional.

- Sistemas en servicio.- Ante una avería en la que coincida nuestra presencia o


haya sido requerida, estar en condiciones de echar un vistazo a los equipos en donde pueda
residir el problema, hacer preguntas cabales al personal adecuado e idealmente, estar en
condiciones de realizar personalmente medidas que puedan conducir a tomar una buena
decisión. Merece la pena comentar al respecto que, es triste para un ingeniero y motivo de
burla para el público asistente, observarle manipular en el interior de un armario eléctrico con
actitud de perdido y temeroso (los he visto sudar de miedo).

Los puntos comentados no significan que debemos esforzarnos por ser el Técnico-Dios que
todo lo sabe porque, como pasa con muchos médicos, también provocaríamos risa y rabia. Se
trata de emplear nuestro sentido común para entrar un poco más allá que quienes no son de
la profesión. Un ingeniero puede sentirse orgulloso de haber alcanzado buen nivel en
cuestiones de mantenimiento cuando está en disposición de pedir información y ordenar
ciertas actuaciones en completa armonía y tácita colaboración con sus compañeros.

DEFINICIONES.

Es aconsejable que nos entretengamos en definir las palabras relacionadas con el


servicio técnico, que más suenan en el ámbito industrial, más que nada para entendernos en
adelante.

Avería.
En un programa de T.V. muy simpático uno de sus personajes, la Bruja Avería, tenía el
propósito de estropear la fiesta a todo el mundo, y se divertía exclamando “!Qué mala soy¡”.
La verdad es que en todos los contextos las temibles averías aparecen más a menudo de lo que
nos gustaría, y, algo bueno debían de tener, son un recurso muy utilizado para excusar
deficiencias de difícil justificación.

Una AVERÏA es la causante de que un sistema no responda a los estímulos como lo venía
haciendo hasta el momento. Ante una situación que haga sospechar que se ha producido una
avería hay que responder empleando los recursos a nuestro alcance para, de forma lógica y
metódica:

1.- Corroborar que, efectivamente es una avería y no una mala interpretación.

2.- Comprobar si existe en el historial de mantenimiento del dispositivo una referencia al


síntoma observado.

3.- Aislar la sección en donde se tiene la certeza que se encuentra la avería.

4.- Acometer la reparación regenerando y sustituyendo aquello que sea necesario y, una vez
restablecido el servicio del sistema, anotar todo lo que se relacione con ella, básicamente los
síntomas y solución.

Reparación.

La reparación ideal consiste en sustituir el componente (o los componentes) causante


de la avería de manera que el sistema vuelva a funcionar sin vestigios de la tara que sufrió.
Para poder llevar a cabo una buena reparación es necesario el concurso de dos facultades:

1.- El conocimiento de la técnica, que el ingeniero deberá mostrar con la calidad que le
corresponde a su categoría.

2.- Destreza en la manipulación, que aunque no le viene mal a nadie, es imprescindible


que la posea el personal que acomete las tareas manuales.

A menudo, el ingeniero tiene que arbitrar ante situaciones que exigen adoptar una
solución alternativa, como es el caso frecuente de tener que sustituir un componente (un
transistor, un módulo, un regulador de velocidad, etc.) del que no se encuentra suplente
exacto, por otro de prestaciones similares. En semejante situación no ha de preocuparnos
pedir consejo a quienes más puedan ayudar en la toma de la decisión, que a menudo es el
operario del sistema objeto de la reparación.
Revisión rutinaria.

Una práctica muy conveniente es la comprobación periódica, al menos de las partes


consideradas vitales. Es muy usual dedicar para ello la primera parte de la jornada del lunes.
Los beneficios de una revisión tienen dos beneficiarios:

1.- La integridad de las personas.

2.- El ahorro de pérdidas por paradas de máquina.

Como la efectividad de la medida se da precisamente cuando no ocurre nada, es difícil


evaluarlos de manera directa, pues los accidentes solo son ciertos cuando, por desgracia, han
sucedido, pero las estadísticas comparativas demuestran sobradamente la conveniencia de su
práctica.

Mantenimiento preventivo.

Consiste en reparar y reponer antes de que se deterioren por fatiga natural aquellos
componentes que, por el tiempo que están en uso u otros síntomas, aconseja la experiencia.
Se trata, por ejemplo, de reponer las lámparas del alumbrado cada 1.000 horas sin dar lugar a
que se “fundan”, o cambiar los cojinetes que emiten el sonido característico del desgaste antes
de que su motor se agarrote. La diferencia entre la revisión rutinaria y el mantenimiento
preventivo es que éste consiste en una vigilancia continuada de aspectos que se prevén de
antemano.

Como la realización de esta tarea se suele llevar a cabo en días festivos, el trabajo “a
máquina parada” permite soltura y precisión, lo cual aporta calidad. Al igual que ocurre con las
tareas de revisión, las ventajas de esta práctica son difíciles de evaluar, pero es evidente que el
coste de la reposición de una pieza en las condiciones mencionadas es tan solo simbólico con
el que supondría el de una parada de máquina.

Seguimiento.

Un seguimiento consiste en observar a menudo el comportamiento de los sistemas. Del


diálogo con los operarios “¿Qué tal va la cosa?” suelen desprenderse informaciones valiosas
que pueden aconsejar la intervención, bien sea a nivel de reparación, ajuste o, incluso mejora.
Una anécdota de la que guardo un simpático recuerdo fue la pregunta que le hice a un
operario que manipulaba en el control de velocidad de una cinta transportadora:

- ¿No convendría dotarle de un ajuste de velocidad automático?.

- Lo que habría que hacer es ponerle el mismo motor que a la que está delante.

- ¿Tienen que llevar las dos siempre la misma velocidad?.

- ¡Por supuesto!.

- ¿Y porqué está así?.

- Ya estaba cuando me pusieron aquí.

Según las pesquisas que realicé, ocurrió que cuando diseñaron la máquina, en la puesta en
marcha se producían altercados cuya causa se reproducía a voluntad alterando la velocidad de
la cinta en cuestión, así que se montó provisionalmente un regulador con su correspondiente
control, con la intención de volver a poner después las cosas en su sitio. Los acontecimientos
posteriores, como la máquina ya “andaba”, dejaron caer en el olvido la reposición, y así fue
cómo, durante años, la capacidad de producción de esa máquina se vió mermada por la
necesidad de una manipulación a la que nadie ponía objeción alguna.

Mejora.

Una mejora es una operación con la que se perfeccionan las condiciones en las que
trabaja una máquina o dispositivo. Las mejoras que tienen lugar en el contexto del
mantenimiento solo deben ser aquellas que no modifican sustancialmente el proceso que se
venía desarrollando, y cuya realización puede llevarse a cabo sin necesidad de “paradas de
máquina” o, a lo sumo, con alguna parada corta y muy bien planificada. Por ejemplo, el
cambio de un regulador de velocidad por otro de marca o modelo menos conflictivo o la
inclusión de una tarjeta de red más rápida.

Las mejoras para cuya realización sean necesarios cambios más cercanos a los cimientos del
sistema deberán seguir un proceso que alcance a estadios y requiera estudios más elevados.

Puesta en marcha.
La operación de Puesta en Marcha consiste en hacer que un sistema de nueva
adquisición, o uno que haya sufrido una modificación importante, funcione con el rendimiento
mínimo esperado.

Los sistemas que funcionan en el entorno industrial están compuestos de muchas partes, unas
standard (fuentes de alimentación, reguladores de velocidad, etc) y otras hechas a medida
(cableados y programas) cuya integración requiere un trabajo delicado, que no estará
concluido por completo mientras no se hayan cubierto detalles, muchos de los cuales solo son
apreciables en su entera dimensión sobre el campo donde ha de rendir la máquina.

Es ésta una tarea que puede resultar ingrata y desesperante si el proyecto en el que se basa el
trabajo está mal hecho. Si el concurso de un buen profesional es imprescindible para acometer
las reparaciones, en una puesta en marcha resulta vital.

El tiempo destinado a la puesta en marcha puede llegar a ser muy importante, y a


menudo supera con creces las expectativas más pesimistas. Sin embargo, en la puesta en
marcha, el técnico encuentra muchos alicientes, porque ofrece caminos para experimentar
que en otros contextos están, lógicamente, cerrados.

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