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¿Desaparición Del Libro o Reconversión de Interfaces?
¿Desaparición Del Libro o Reconversión de Interfaces?
Carlos A. Scolari
Estas son algunas reflexiones a partir del editorial "La ecología de los medios no es un
chiste, aunque algunos se la tomen como tal" de Alejandro Piscitelli, publicado en
Interlink Headline News del viernes 1° de mayo, sábado 2 de mayo y domingo 3 de
mayo de 1998.
No debería sorprender que los textos científicos sean los primeros en digitalizarse. La
primera reflexión sobre la tecnología hipertextual nació precisamente a partir de ese
problema: afrontar el desarrollo acelerado de la producción literaria de caráqcter
científico.
El paso de un soporte material analógico (libro) a uno digital (hipermedia) genera una
serie de desplazamientos a nivel de las interfaces. El libro impreso condenó a muerte al
código medieval (un soporte material pesado, de difícil manipulación y muchas veces
encadenado al escritorio, lo más parecido a un viejo televisor) pero mantuvo la interfaz
que permitía el browsing de las páginas. Del mismo modo, los códigos habían copiado
la organización del texto en columnas proveniente de los viejos papiros. Hoy, cuando
las redes digitales amenazan a la máquina textual inventada por Gutenberg en el siglo
XV, esas mismas redes organizan sus contenidos en "páginas" .... demostrando una vez
más que las interfaces no desaparecen, se reprocesan y reconvierten en manera
permanente.
A fines del siglo pasado el aparato inventado por los hermanos Lumiere jaqueó al teatro
pero no le dió el mate. La televisión tampoco destruyó al cine: lo obligó a repensarse, a
achicar las salas y a mejorar constantemente la calidad de sus imágenes y sonidos. A
cada nuevo aparato de TV en los hogares norteamericanos la industria cinematográfica
respondía con pantallas de cinemascope, sonido stereo o películas en 3D. Hoy por hoy
cine y televisión funcionan -y crecen- en completa sinergía. La situación durará hasta
que una nueva articulación de interfaces los obligue a transformarse.
Los libros no morirán: están sólo cambiando. En ciertos casos la transformación apunta
al futuro, a la recombinación con las nuevas interfaces de matriz digital. Basta hojear las
mejores guías de turismo de los años '90 o la colección ilustrada de Gallimard,
verdaderos ejemplos de ediciones 'multimediales' impresas (que no tienen nada que
envidiar -a excepción de la unicidad- a un código medieval, sea a nivel de riqueza
gráfica como de complejidad textual). Estas obras, más que leídas, son navegadas o
'activadas' por el lector en una sucesión poco lineal, como si se tratara de una pantalla
interactiva.
Muchos otros textos -por ejemplo los papers cientifíficos (o con pretensiones de serlo)-
terminarán siendo irreversiblemente digitalizados. En otros casos la interfaz del libro, en
vez de proyectarse hacia el futuro, huirá hacia el pasado: a mediados de los '80 la
historieta francesa, para contrarrestar la crisis de las revistas mensuales tipo "Metal
Hurlant", volcó toda su producción en lujosos libros de tapa dura. Del mismo modo
muchos textos seguiréan fieles al soporte libresco, ahora enriquecidos con el aura
benjaminiana que caracterizaba a las obras artísticas pre-industriales.