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elie Cale ABN Yost L298 2 efile: amare 2010+ Aa Bice LSM, SILT, [IW edie: zn d= 1010 ‘Diecaion ona: Joe Manuel Zadar gees de ane Jugs Maree! sire, veces de procercin: Faves Gicndane, (61989 por Sat Sch Beery Cheers 7 0, ‘Suuaas ae Chile, Deseetas exis de eicain eros "per reprsa Elton Zegedeg. 8 unde pe Emgeets aoe Zig-Zag SA presente am 2 pore ser reproduc co oo pune. al eek nt resto poe simp no mecinic, Tieherie, de prateckin, CD-R, basco, niche aren Seep Con naire oe cor pct poe RR Det ey Amin color Willian 590. Ceres. Samia de Che. INDICE PREFACIO. 2Y 81 NO PUERA UN CUENTO? OMEJAS ¥ LA HOJA DE LECHUGA, YO COMO. TH COMES, EL COME SE MEGESITA UN RAYO DE SOL KULUM, EL HUEMUL TRAVIESO. éPOR. QUE NO SE PUEDE CAZAR UN DOROT iTODO UN GAANITO DE SAL {PORQUE LUORAN LOS SAUCES? A CAZAR UNA MOSCA, SQUIEM £5 SAUL SCHKOLMIK? " 33 4 st 65 75 87 oF 108 En mediodeun inmenso ocdéano habia una isla. Era una isla hermosa, con grandes drboles ¥ suaves arreyos. Distintas especies de animales habitaban en ella, y también vivian alli dos pescadores, Arsenio y Pedro, con sus familias. Salian todos los dias a pescar, y por las tar- des conversaban con sus mujeres y jugaban con sus hijos. u SAL. SCHROLRTTK, Un dia, al volver de Ia pesca, vieron en la playa un pequefio cangrejo rojo con una patita herida que trataba con dificultad de Hegar al mar, —Mira —sefialé Arsenio—, un cangrejito con ‘una pata lastimada. —Ayudémoslo —dijo Pedro. ¥ tomandala lo levé hasta el agua. —Muchas gracias, amiges mios—dijo el can- greje rojo. Ambos pescadores se dicron vuelta, y lo miraron, sin creer en lo que habian oida. Por favor, permitanme que yo les ayude austedes —dijo hablando nuevamente ¢l can- grejo, pero no recibié respuesta, ya que los. pescadores no alinaban a contestar. —Bueno —agregé entonces—, si no desean nada por el momento no importa; pero recuer- den, cuando quieran algo no tienen mas que acerearse a Ja orilla del mar y pedirmelo. Entre mis hermanos y yo podetnos fabricar cualquier cosa, usando, por supuesto, los materiales que hay en esta isla en que vivimos -y dicho esto, se sumergid. Los pescadores regresaron a sus cabafias muy desconcertados, pensando que todo habia sido un suefio. Como ese dia la pesca no habia ERASE UNA VEZ UM HERMOSO TLANETA LLAMACE TIERRA 13 estado muy provechosa, la comida fue escasa, y lo mismo sucedié al dia siguiente... Fue por eso que Arsenio decidié pedir un deseo, pero no se lo conté a uadie por temer aque se ricran de ¢1. Caminé hasta la playa y se agaché junto al agua para poder hablar en ‘voz baja, pensando siempre que era muy tonto to que estaba haciendo. —Cangrejite rojo —llamé—, ,me oyes?... esie..,, si me estds oyendo, me gustaria pedirte algo para nuestra comida... “Clip clap, clip clap, clip clap" ayé, como si fueran muchos pasitos, y dos enormes pes- cados aparecieron a sus pies en menos tiempo de lo que se demoré cn pestaficar. Feliz, recogié los pescados y cori a su cabaiia. Por el camino encontré a Pedro. —..Qué Hevas ahi? —pregunté éste. Toma —dijo Arsenio dandole uno de los pescados—, es para ustedes. —Pero... ide dénde lo has sacado? ~volvid a preguntar Pedro, sabiendo que su amigo no habia salido a pescar, —jNo me lo vas a creer! —conté Arsenio —pero fue ese cangrejo rojo, ze acuerdas?, quien me los dio. “ SAQL SCHROLNIE jEntonces era verdad le que prometi: -exclamé Pedro, y devolviéndole su pescado a Arsenio corié a la orilla. Mientras corria, pensaba: “Qué tonto es Arsenio! {Para qué pedir pescado crudo cuando lo puedo pedir listo para comer?” _Cangrejo rojo—pidid-, deseo que me sirvas una buena comida, “Clip clap, clip clap, elip clap" oyd y a sus pies aparecié una deliciosa comida para toda su familia, en menos tiempo de lo que s¢ demord en pestaficar. Inelia, la mujer de Arsenio, que limpiaba sus pescados, vio pasar a Pedro con la comida. ‘ya guisada. Pedro si es un hombre inteligente —le dijo enojada a su maride-: pidié la comida hecha. —Pero, Inelita... traté de justificarse Arse- nio. -Maiiana iras donde ese cangrejo y le pe- dirds no sélo la comida, sino también ropa y zapatos nuevos. ;Buena falta nos hacen! ‘Asi lo hizo Arsenio al dia siguiente. “Clip clap, clip clap, clip clap” oyé y en un instante aparecieron dos pescados y algunas ERASE LENA VEZ UM HERMOSO PLANETA LIAMAADO THERRA 15: matas de algodén y un camero salvaje, Y en otro instante todo fue preparado y curtida y tejido y cortado y cosido y... en menos tiempo de lo que s¢ demoré-en pestaiteas,.. jabi estaba la comida exquisita, laropa nueva y los zapatos brillantes para toda la familial Por su parte Andrea y Pedro decidicron pe- dir no sélo ropa y zapalos nuevos, sino tambitn muebles y ropa de cama. “Clip elap, clip clap, clip clap” se oyd, -y otro carnero salvaje cayé muerto, y fuc- ron abatidos algunos arboles y cosechadas algunas plantas, y Andrea y Pedro tuvieron mucha comida, ropa ¥ muebles nuevos en menos tiempo de lo que se demoraron en pestafiear. Arsenio pensd que si el cangrejo podia fa- bricar mucbles, también podria construir una casa. —Cangrejo Je ordené—, me construinds una casa de piedra. ¥ tuvo su casa de piedra. Andrea quiso una mas grande, y el cangre- jito se la construyé. Comenzé entonces una verdadera com- petencia entre ambas familias. Si una pedia % SADL SCM KOLNEE doce platos, la otra exigia veinticuatro; si una queria una torre para su casa, la otra reclama- ‘ba un castillo. —Pedro -le dijo un dia su esposa-, vi a Ar- senio con unos tenedores de oro. Yo también los quiero. Fue Pedro a la orilla'y le pidié al cangrejo unos teredores y cuchillos de oro. ‘Lo siento ~fue ta respuesta en esa oca- siém—pero el oro se acabé, te los daré de plata ~y le dio tenedores y cuchillos de plata. Por supueste, Andrea se disgusté mucho y reté a Pedro. Arsenio, enterado de Lo que habia sucedido, decidié proteger sus tenedores y cuchillos de oro de Ja codicia de sus vecinos. —Cangrejo -le pidié-, necesito unas Tejas fuertes para defender mi castillo. “Clipclap, clip clap, clip clap” oyé y nuevos nineles y pozos se abrieron cn | el metal fue fundido y las rejas hechas y colocadas en menos tiempo de lo que Arsenio se demord en pestafiear. Pedro, que tenia un castillo tan grande como el de Arsenio, al ver las rejas que aparecian en el castillo de su vecino, pidié rejas mas 18 SAUL SCHKOLADE fuertes y resistentes, y ademds un cafién para defenderse. Y Arsenio pidié varios caflones y Pedra exigié... hasta que un dia se emcontraron por casualidad a la orilla del mar. mirandose con recelo y desconfianza cada uno empezd a pedir nuevas cosas. —Vengo a ordenar nuestra cena y deseo que me cambies todos los manteles por otros mas finos —pidié Arsenio. -Yo quiero todo eso, y ademds otro juego de muebles para nuestro segundo comedor exigié Pedro. ~¥ yo quiero... —dijeron ambos al mismo tiem- po, pero fueron interrumpidos por ¢] cangrejite Tojo que se habia asomado fuera del agua. =Lo lamento =les dijo=, pero ya nada mis puedo hacer por ustedes, =jCémo! -exclamé indignado Arsenio—, jacaso no vas a cumplir tu promesa? -No es mi culpa -explicé el cangrejo~, yo les dije que podia darles lo que quisieran siempre que tuviéramos los materiales nece- sarios para fabricarlo. ~Muy bien dijo Pedro-; entonces, por qué no puedes hacerlo ahora? PRASE LIMA VEZ LM HERMOSO MLANFIA LLAMADO TIERRA 1 —No puedo —dijo el pequefio animal—por- que ya no quedan drboles, ni minerales, ni plantas, ni animales. Ya no queda nada. La isla es s6J0 una reca desnuda. Pedro, Arsenio, Inelia y Andrea miraron sorprendidas a su alrededor. Hacia mucho tiempo que no miraban la isla, preocupados como habian estado de te- ner y tener mis cosas, El cangrejo rojo tenia razGn: quedaba s6lo la roca desierta, sin aves, sin vegelacién, con solamente des enormes y atrogantes castillos de piedra. —,Sabes, Arsenio? —dijo Pedro-, no s¢ para qué quise tener rejas y cafones, —Nos sobran piezas y muebles —reconocidé Inelia~, ¥ también ropas y adernos. —Creo que hemos destruido nuestra isle pidiendo cosas que no necesitdbamos —dijo apenado Arsenio; hemos derrochado todas sus recursos y bellezas creyendo que eran inagotables. —;Qjali pudiérames recuperar nuestra her- mosa isla! -exclamaron todos, pensando ¢n lo mismo. =jPuedes concedernes un altimo deseo? =preguniafon, 20 SAUL SCHROLNIE, Siempre que sea transformar una cosa en. otra, puedo hacerlo —les contesté el cangrejo. Si, si dijeron todos a un tiempe—; lo que queremos cs que vuelvas a cambiar todas las cosas para que la isla sea nucvamente lo que era antes de que te conaciéramos. —Pero desapareceran los castillos, los mue- btes elegantes y casi tado lo que ahora posecn -tes advirtié el cangrejito raja. ¥ como ellos estuvieran de acuerdo... “Clip clap, clip clap, clip clap” oyeron, como si fueran miles de pasitos recorriendo ja isla. Desapareciéron los castillos, las rejas y todas las cosas elegantes y superfiuas; y re- aparecicron los grandes drboles y los animales: salvajes, y s¢ llenaron los tineles y los pozos. La isla reverdecié quedando como antes habia sido, También aparecieron jas cabaiias, las ropas sencillas y los pequevios botes, y todo sucedié en menos tiempo de lo que se demoraron en pestafiear. —Gracias, cangrejito -le agradecicron— jMuchas gracias! Ahora aprovecharemos, sin abusar, de las riquezas de nueswa isla —y se encaminaron hacia sus hogares. ERASE UNA VE UN HERMOSG PLANETA LEAMADO TIERRA 21 Pero Arsenio quedé pensativo, y dirigién- dase al cangreja le pregunté: —Dime, ,e6mo has podido lograr que todo vuelva a ser como antes? gcémo has podido hacer para que el tiempo haya retrocedido? gcamo has podido hacerlo? Y contesté el cangrejo mientras se sumergia: -He podide hacerlo porque sdlo se trata de un cuenta. OREJAS Y LA HOJA DE LECHUGA E. un gran laboratorio vivia un conejite blance a quien todos Hamaban Orejas. Vivia con su madre, una coneja blanca, en una jaula por donde Orejas correteaba todo el dia, micn- tras la marmd, muy sabia y curiosa, escuchaba las conversaciones de los cientificos. De esta manera Ja coneja habia aprendido muchas cosas, Orejas también era curioso y observador rd SA0U SCHROUNEL como su madre, y siempre, preguntas muy parecidas a las que hacen todas los nifios y los congjitos blancos. “De dénde vine yo, mamd?” ‘,Qué hay mas alia de las estrellas?” ‘Qué hacen tantas personas con mandil?” La mamd coneja respondia con cariio y paciencia todas las preguntas de su pequefio hija. Un dia, Orejas, mirando a través de los grandes ventanales del iaboratorio, observG los maceteros que habla en cllos y mots que las plantas habian crecida mucho. Mira, mama —dijo—, mira que grandes estin las plantas en la ventana. Tienes rizén, Ovejas —contesié su madre-, han crecido muy rapido. -,¥ cémo hacen Jas plantas para crecer? — pregunts el conejo {AjG!, pensé la mama, jotra de esas pregun- las! ¥ acomodindose, respondid: Buena, ¢s algo complicado de contestar sin usar palabras dificiles, pero trataré de hacerlo. El conejito blanco, al ver que su madre se 26 SAUL SCHROGMIE acomodaba, se senté sobre sus patitas traseras, movid la cola y s¢ dispuso a escuchar. Si te fijas, verds que las plantas tienen un tallo que sale de la tierra. Pues bien, al final de ese tallo hay muchas raices con las que la planta chupa el agua del suelo. ~,Por eso las riegan todos los dias? —pre- gunté Orejas, que, como hemos dicho, era muy observador. —Claro -coniesid Ja coneja~, y si miras las plantas podrés ver que todas ellas tienen hojas. ~Si, mam4; pero son muy diferentes: unas chiquitas y otras muy grandes... «wisi es —acepté la mama~. Pero, jen qué se parecen todas ellas? ‘Orejas pensé-un ratito y respondid: —j Ya se! En que todas son verdes. Muy bien —dijo la coneja sonriendo. —Como esa hoja de lechuga -~agregé Orejas sefialando una hoja de lechuga que habia en ¢l comedero. —Asi como esa hoja —respondié su madre. La Hoja de Lechuga, al oirse nombrar puso atencidn a la conversacion. “| Estén hablando de mi ~Y también podras ver — pensé. guid diciendo la ERASE UNA VE2UN HERMOSO FLAMETA LLAMADO TIERRA 27 coneja blanca= que las plantas estén coloca- das en lugares en que reciben la luz del sol. El conejito blanca miréd las plantas y vio que, efectivamente, todas estaban puestas de modo que recibian la luz del sol. “Nos encania el sol”, pensd la Hoja de Le- chuga por su parte. Cuando los rayos del sol Negan a la hoja —continué explicando la madre—, ésta recoge un gas que hay en el aire... —En el aire? —se extraiié Orejas—; pero si en el aire no hay nada. -Oh no, Orejas -le aclard la coneja-, el aire es una mezcla de muchos gases diferentes que fi no puedes ver, porque los gases estan hechos de granitos muy, muy, muy chicos. -En el aire... -siguié diciendo la coneja— hay... —pero se interrumpié al ver que Orejas mirabe fijamente al techo_ —{ Qué miras, Orejas? —Estoy tratando de ver un granito de gas — contesté éste. “Qué conejo tan tonto! —pensd la Lechu- ga-, jsi ya le dijeron que no se podian ver a simple vista!” Pero en verdad no veo nada... {¥ cémo se ts SAUL SCH ECLATE llaman esos gases? ~pregunts ek conejito. —Los mds abundantes se Ilaman nitrégeno, oxigeno, didxido de carbone... —j,Quéeese? —exclamé Orejas. —Te dije que eran palabras dificiles le re- cords su mama— Por ahora nos preocuparemos del oxigeno y del. +O... xi... ge... no —repitié lentamente el conejito, Bien, y del didxide de carbono. Pero el conejite Orejas no pudo repetir ese nombre porque se le enredé totalmente la lengilita. “7 Qué conejo tan torpe! —pensé la Lechuga, que sé crefa muy lista—; s¢ dice diocarbono... no, oxidio... no, dido de oxicar.. tampoco... ju bueno, no tiene importancia como se diga”, —se dijo para consolarse. —Ya aprenderas a decirlo -lo consolé la mama-; el didxido de carbone es un gas que nosotros echamos hacia fuera al respirar, por- que no nos sirve, y que las plantas toman del aire. Entonces, usando la luz del sol, lo com- binan con el agua que absorben las raices, y de esa manera fabrican su propio alimento. ERASE UNA VEZ UN HERMOSO FLANETA LIAMADE TIERita 28 “Exacto —pensaba la Hoja de Lechuga—: asi lo hago yo. }Qué habil soy!” Mientras tanto, Orejas se habia puesto a soplar y resoplar. -4¥ qué haces ahora? —, le pregunté su madre, -Estoy dindole de comer a las plantas -ex- plicé él. “(Pero qué conejo tan, tan tonto!, pensé la Hoja de Lechuga, que si era muy tonta. No es necesario que te esfuerces ~dijo la coneja— hay mucho diéxido de carbano en el aire, y de todas maneras ti siempre lo estas echando fuera al respirar. Orejas se calms, —LY qué echamos para adentro? —pregunto. —Esa es una buena pregunta —aseguré la madre—; nosotros aprovechamos el oxigeno del aire, el gas que las plantas expulsan porque a ellas no les sirve. Por eso las plantas son tan importantes —agregé la sabia coneja—, porque ellas, al alimentarse, dejan libres grandes canti- dades de-oxigeno. La verdad es que sino fuera por las plantas ningtin animal podria vivir en nuestro mundo. {De veras? ~pregunté asombrado Orejas. wo SAUL SCHEOLNIE, “Pues ,qué crees ti? —pensd la Lechuga-, yo soy mucho mas indispensable que todos —Claro —dijo la coneja-, las plantas pro- ducen mucho oxigeno y limpian el aire del diéxido de carbone, que es un gas venenoso para los animales. Orejas aguanté la respiracién y empez6 a ponerse colorado. Su madre se dio cuenta y lo calmd, —No te asustes, hijo; es preferible que res- pires: no te pasard nada pues hay muy poco de ese gas en el aire. —Uf-respiré Orejas—: menos mal. “Pero en realidad, qué conejo tan, pero tan, tan tonto”, pensé la Lechuga, que no entendia, a los conejitos. ~Y ésa es la manera como crecen las plantas, comiendo mucho durante todo el tiempo que reciben luz. “Efectivamente asi crecemos”, penso la Hoja de Lechugs. -¥ los conejitos también deben comer mucho para crecer -termind de decir la sabia mamé coneja haciéndole un carifio con su hocico a Orejas. ERASE UNA VEZ UN HERMON PLAMETA LLAMADO TIERRA 37 “(Muy bien dicho! —pensé la Hoja de Le- chuga-; jsi comes mucho, Megards a ser tan grande aunque no tan inteligente como yo, y hasta e3 pro...” Pero la fastidiosa lechuga no pudo seguir pensando porque en ese momento Orejas sc acered al comedero y se la comié. YO COMO, TU COMES. EL COME Crew flor amarilla florecié junto a la laguna. Era la primera flor, hasta donde ella alcan- zaha a ver, que florecia. Fi viento inclind su largo talle y la florse con- templé en el agua quieta y hablé a Los grillas. -[Qué maravillosa soy! les dijo—, jy qué importante! ,Saben que el agua de la laguna, la tierra, toda esta planta con sus raices, el sol y el aire, todes, todos trabajan para que yo exista? aa SallL SCHKOUNTE. —Chirtr —contestaron los grillos. Enese momento, una mariposa que revolo- teaba se posé en a flor. —(Claro que eres importante! —le dijo-- porque sirves para que yo me alimente —y con su larga trompa comenzé a beber cl néctar de la flor. ~jQuién te ha dado permiso para robar mi néctar? —pregumté ésta indignada. ~_Pemnise? —exclamdé extrafiada la maripo- sa~, pero si las lores estiin hechas sélo para que nosotras podamos comer... -y se fue vo- lando.., —y podamos volar y ser hermosas.. La mariposa iba tan abstraida pensando en su belleza que no se dio cuenta de que una libélula la observaba. Qué presumida! —le dijo la libélula a una lombriz-, [No sabe ni volar bien! —y agregd— Por supuesta, mi vuelo es mucho mds seguro ~y volando directamente hacia la mariposa, la cazé con sus poderosas mandibulas antes que ésta pudiera escapar. Se detuvo en una piedra junto a la laguna, —Puede ser que tengas lindos colores —afla- dig-, pero tienes mejor sabor —y se la comid. Desde el fondo de la laguna, dos sapos con- templaban la escena, ENASE WHA VEZ UN HERMOSO FLAMETA LIAMADO TIERRA 39 -{Mira esa libélula! —le dijo el sapo viejo al sapo gordo— se esté comiende a la maripo- 8a, ,Creerd acaso que las mariposas son para comer? La libélula, posada en la piedra, permane- fa muy quieta tomando el sol. —No sé —contesté el sapo gordo, que era muy conversador y glotén-, lo que si sé es que las libélulas son un bocado delicioso. Y desdoblando su larga y pegajosa lengua atrapé a la libélula y se la comié de un solo bocado, —Nunea he probado comer mariposas —agregé, pero el sapa vicjo, notando un lige- ro movimiento en el agua y presintiendo un peligro, ya se alejaba. VY hacia bien, porque la tenue agitacién del agua la habia ocasionado una culebra deslizindose en la laguna. —Por lo demas, ja quién le pueden importar las mariposas? —continuaba diciendo et sapo gordo sin darse cuenta de que su amigo ya no lo escuchaba—, cuando lo interesante es que haya muchos bichites para que nesetros los sapos, los amos de la laguna, podamos comer y saltar y comer y croar y comer y... ‘Tan distraide estaba ¢] sapo hablando sobre SAUL SCHROLNEK las cosas apetitosas para comer, que no sintid la presencia de la culebra hasta que ya fue muy tarde, Abriendo su enorme boca, la culebra se iragé al sapo. “)Qué tontos son todos estos animales! —se dijo—; se creen tan importantes, cuando en ver- dad no son mas que un poco de com mi, que soy la mas astuta, la mejor c: la mas clegante de todas las criaturas.” Anochecia en la laguna; todos los animalitos que durante el dia correteaban, se ocultaban. en sus madrigueras o en pequefios rincones. para pasar la noche; y todos los animales que durante el dia habian dormido comenzaban a despertar para busear su alimento. Una lechuza, parada en la rama baja de un arbol cercano, ya habia abierto los ojos, e inmévil, babia oido a la culebra y la habia vista comerse al sapo y luego quedar flotando perczosamente sobre el agua, —(Uhu! —dijo la lechuza--, ahi esté mi desa- yuno ~volé refiexionando: “;Qué privilegia- das somos las aves, que vemos desde lo alto el ir y venir insensato de las pobres criaturas terresires!” " SADL SCHROLNIE —jUho! le contesté el viento del anochecer: -Si, sefior, lo que yo hago —continus la lechuza- si que tiene sentido y esta muy bien calculado. La culebra hize on movimiento y la inex- perta lechuza, que no le habja quitado la vista de encima, se dejé caer sobre ella y la apresé con as garras y el pico. La culebra murié casi al instante, pero con la cola hirié gravemente un ala de la impetuosa y torpe lechuza. ‘Sin embargo. aun herida, ésta logré llegar a laorilla y alli se comié a la culebra; pero al no poder volar, se eché al suelo. Aquella noche llovid con fuerza y le lechu- za murié a causa de su herida, del frio y de la humedad. La lluvia prudujo derrumbes y el cuerpo quedé cubierto de tierra y piedras junto a la laguna. En poco tiempo, debido al trabajo de jas hacterias, los restes del ave se coavirtieron enabono. Abono que las raices de una planta reeogieron. disvelto en el agua y enviaron al otro extremo, donde una pequefia flor amarilla florecio. EASE UNA WIE UN HERMIOSO PLARETA LLAMADO TIERRA 39 —Qué maravillosa soy —les dijo ésta a los grillos— y qué importante. ;Saben que el agua de Ja laguna, la tierra, toda esta planta con sus raices, el sol y el aire, todos, todos trabajan_ para que yo exista? ~Chirnr —contestaron los grillos. En ese momento, una mariposa que revoloteaba se posé en Ia flor... SE NECESITA UN RAYO DE SOL AXteiendia jugaba distraidamente en el jardin, no lejos del lugar en que habia dejado Ja planta que su abuela Nena Ie regalara. De pronto le parecié escuchar una vocecilta: —Nifiita..., nifiita... yQuién me lama? —pregunté extraiiada, miranda hacia todos lados. a sade SCMMOLNIK —Soy yo..., desde una hoja de tu planta —dyo la voz. Alejandra mirdé la planta con atencién. ~No veo nada —dijo. —Es que estoy adentro de la hoja y soy pe- quefisima. =. ¥ cémo quieres que te vea si estis dentro de la hoja? —pregunté Alejandra—. ~Quién eres? —Soy una Molécula de Cloro- fila —dijo la voz. —No sé fo que es eso —insistid la nifia Te lo puedo explicar, pero me gustaria que vinieras a acompailarme —pidié la va- cecita, —,Pero como quieres que te acompafie? No puedo meterme adentro de la hoja. Soy muy grande, no quepo. —Puedo hacer que ti quepas..., este... ,e6mo te Hamas? —Me Haro Alejandra. —Algjandra, sdlo tienes que cerrar los ojos y la boca, y apretarte la nariz. Entonces yo contaré hasta tres. Estoy lista —avis6 Alejandra, haciendo lo que se Je pedia, —Uno... dos... -y tres! —Alejandra se desinfid EWASE Ua VEZ UN MERMOSO: PLANEETA LIAMALG THeabA AP como un globo pinchade y se achicd... y se achivs... y se achicd. -YWa puedes abrir los ojos —le indicd su amiga, La nifia abrid los ojos. Todo era de un color verde sombrio, Frente aeila habia algo muy verde, redando y aplanade como una tortilla de espinacas, y era de su mismo tamafio. La tortilla hablo entonces y te dijo: —¥o soy la Molécula de Clorofils. Alejandra estaba tan asombrada que sdlo pude responder: .[Holat... Deseas preguntarme algo? Si... este. —titubed Ja nifia—, no te veo ni la cabeza ni los brazos ni Las piernas... ~No me los ves porque no los tengo. Nosotros estamos hechas de otra manera, es- tamos hechas de 4tomeos, Por ejemplo, yo estoy hecha de dtomos de carbono, de hidrégeno, de oxigeno, de nitrégeno y de magnesia, -jCudntes dtomos tienes! —-observé Ale- jandra. -Si-—afirmé Clorofila—, soy may complicada. “ SAIL SCHEOLNIK, Y de qué tamafio son ustedes..., es de- cir... somos nosotros? —pregunté Ja nifia, recordando que ahora ella media lo mismo que la Molécula de Clorofila. -Imaginate que la Tierra se achicara igual come th te has achicado, entonces la Tierra tendria el tamafio de una gota de agua Pero Alejandra ya no se asombraba de nada. —Asi es que estamos dentro de una hoja —afirmd. —Asi es. Y¥ mas precisamente, estis dentro de un cloroplasto. Alejandra ahora podia ver mejor. Miré ouevamente a su alrededor. Vio enonnes y altisitnes edificios redondos come pilas de monedas, unidas entre si por lar gos y finos puentes. Era como una gran ciudad También vio infinidad de Moléculas de Cloro- fila, pero todas estaban come dormidas. —Todo estd tan quicto —observd. -Ese es nuestro problema y por eso te he llamado -indicé Clorofila— Mira -y sefialé fuera del edificio en que se encontraban. Alejandra pudo ver unos objetos pequesios 46 SAUL SCHKOUNIE y negres que Horaban desconsoladamente: ~Buh... Bub. —(Por qué Uloran? —pregunté. -San Moléculas de Diéxido de Carbono y llo- ran porque los echan de casi todas partes. |jCeQ- daés!..-llamé Clorofila. Que te pasd-a ti? -Snif,...A mi me echaron de los pulmones de un nifio diciéndome..., snif.... que ya no servia..., snif -contesté un CeOdds. Yami me expulsaron por la chimenea de una fabrica.... snif.... y a él lo arrojé fuera un voleén.,. ;Buunuuh! —dijo otro. —.Por qué fes dicen CeOdds? —pregunta Alejandra. —Les decimos asi porque ellos estan hechos de un dtomo de carbono, Ce, y dos de oxigeno, ‘O dos. -;Y estin Morando porque también los van a echar de aqui? -jOh, no —exclamé Clorofila~. Elios son muy dtiles para las plantas, pero siempre que nosotras les ayudemos, y ahora no podemos hacerlo; por ese lloran. Alejandra puso cara de interrogacion. -Ven, te mostraré le dijo su amiga. Y levé- a la nifia hasta el inico tugar al cual PHASE UNA VEZ UN HERMOEG PLANETA LLAMADE? TIERRA 47 llegaba un rayo de sol. Alii habia otra Molécula de Clorofila, juste debajo del rayito. Esta comiendo sal —explicé Clorofila—. Nosotras nos alimentamos directamente con los rayos del sol. De una cafferia, en ese momento... jplop!..., cayd una bolita transparente. ~Es una Molécula de Agua que nos envian directamente desde las raives —dijo Clorofila, y agtegé a modo de explicacion—: HachedosO. —Yo sé por qué se Hama asi —la interrum- pié Alejandra—; es porque esta hecha de dos dtomos de hidrégeno y uno de oxigeno, verdad? Ea ese momento la Molécula que estaba comiendo sol se acercé a la bolita transparen- te y jpum! de un golpe la partié en dos, Los dos dtomos de hidnégeno quedaron muy abrazaditos en el piso, mientras que él de oxigeno comenzdé a flotar. Cayé otra bolita, y jpumn! volvid a suceder lo mismo; otros dos atomos de hidrégeno quedaron en el suelo, pero ¢l de oxigeno volé- a jumtarse con ¢] que flotaba, y entre ambos formaron una Molécula de Oxigeno que se elev y se elevé.., 8 SAUL SCHROLMUK —jCuidado! —grité Alejandra-; cl Oxigeno se estd perdiendo... —No te preocupes, Alcjandra, ese Oxigeno sale al aire y seré usado por todos los seres vivos para respirar. —, Quieres decirme que ustedes producen el Oxigeno que nosotros ulilizamos? —pre- gunté maravillada Alejandra. Asi es —contesté muy orgullosa Clorofila— todo el Oxigeno. —Entonces se agaché y reco- giendo dos dtomos de hidrégeno se los entregé auna Molécula de Didxido de Carbono. -Toma —te dijo-; no llores mas, te los regalo, ~Snif, muchas gracias, snif —contesté éste, y recibiéndolos, los apreté fuertemente y empezo # crecer y a ponerse blanco, Pero como tratara de no seguir Iorando, jhip!, se le escapé un dtomo de Oxigena que cayd sobre dos de hidrégeno que estaban quicte- citos, y se unié a ellos formando una bolita lansparente que se alejé rodando. —jUna Molécula de Agua! —exclam6 en- qusiasmada Alejandra~. jOye!, gadénde vas? —le gritd, -Me voy aevaporar..., saldré al aire como ERASE UNA VEZ UN HERMOSC PLANETS LAMADO TIERRA 4 vapor de agua y me iré en una nube blanca a viajar por el cielo ~contesté desde lejos la bolita. —jQueé entretenidas son ustedes las Molé- culas! Se pasan dtomos de una a otra y van cambiando. Es como si yo me pusiera las patas de un conejo, las alas de un pajarito y la barba de mi abuelo. ~Entonces ya no serias Alejandra, sino otra cosa -dije Clorofila—. Y eso es exacta- mente lo que nos sucede a nosotras, ~Pst, pst oyeron entonces que alguien Ila- maba-~. ,Dénde estén mis cinco gemelos? —Tienes que tener paciencia, CeHachedas® —le dijo Clorofila 2 In sustancia en que se ha- bia convertido el CeOdés al recibir los atamos de hidrégeno y perder uno de Oxigeno Alejandra caloculé mentalmente y Negd a la conclusiém de que cl nombre CeHa- chedosO era el que cormespondia a aquella sustancia, No tuvieron que esperar mucho por los cinco gemelos, pucs muy pronto aparecieron Entonces, formanda una ronda, se fueron bailando. ae SAUL SCHROLNIE —Entre los seis forman una Molécula de Azucar —le dijo Clorofila. —Entonces ésia también es una fibrica de azicar —se admiré la nifia— jCudntas cosas hacen ustedes! —Haciamos —aclaré Clorofila—; ahora no po- deroos hacer ninguna porque nos falta nuestra comida, la luz del sol. —Pero eso puedo remediarlo yo muy ficil- mente —exclamé Alejandra, Eso pensibamos nosotras. —Vuelve a convertirme en una nifia grande —pidis, y cerré los ojos y la boca con fuerza y se apreté la nariz. Esperd a que Clorofila contara hasta tres y abrié los ojos. /Ahf estaban el jardin y la casa, y tambien el macetero con la planta que su abuelita le habia regalado. ~jQué descuidada soy! —se dijo; dejé mi planta en Ia sombra. Se agacho, tomé el macetero y lo coloed al sol. Le parecié entonces oir unas vocecillas que salian de todas las hojas de su planta: —j;Gra- cias, Alejandra...! —deeian—, ...gracias... KULUM, EL HUEMUL TRAVIESO: E n lo mas oculto del bosque, donde rara, vez alumbra la luna, esta cl territorio de tos huemules. Son los huerules del basque. Ellos s¢ alimentan de hojas y hierba tiema. Ali viven también el pudd, la comadreja y el puma, junto con muchos pequefios animales y pajaros y fiores de colores brillantes. La vegetacién es exuberante debido a la Wuvia y a la humedad permanente. sa SAU} SCHIOUNAK. En medio de este bosque templado, entre soigies, alerces y robles, en un rincén de La guila, nacié Kulum, el huemul travicso. Kulum era hermoso y tebusto, pero muy descuidade, Todos los huemules caminaban por senderos, pero él corria por cualquier parte, destruyéndolo todo. —Kulum —le decia su madre—, no rompas jos arbustos. {Pero, mama! Si es tan lindo pisar las ra- mas para que crujan. Su madre callaba, pero los otros huemules movian las orejas demostrando su enojo. Todas se acereaban al remanso del arroyo para beber y refrescarse, teniendo mucho cui- dado de no ensuciarlo, pero Kulum entraba cortiendo y removia el barro enturbianda el agua. -Kulum —le decia su madre—, no entres corriendo al agua. —{Pero, mama, si es tan agradable salpicar hacia todos lados! ‘Su madre callaba, pero los huemules mo- vian sus orejas en sefial de disgusto. Kulum salia del agua mojando a los pequefios ani- males, perseguia a Jas mariposas y sacudia ERATE UMA VEZ UN MERMOSO MANETA LLAMADG TIERRA SB las ramas de los arboles para espantar a los pajaros. -Kulum —le decfa su madre—, no debes mo- lestar a nuestros vecinos. —(Pero, mamti, si es tan divertida verlos ‘correr cuando se asustan! La madre callaba, pero todo los huemules movian indignados sus orejas. _ Pasaron los afios y el pequefio huemul cre~ cid..., pero seguia causando los mismos des- trozos. Todos estaban enojados con él. ¥ par eso, pensando que lo regafiaban demasiado, Kulum decidio marcharse, Y asi lo hizo. Pasé junto a varios lagos, to- dos muy hermosos, pero siguié caminando... hasta que, ya muy lejos de su hoger, aunque siempre en el bosque templado, encontré un bello lugar, frondosos arboles, una laguna de aguas claras y amistosos animales, Alli se quedé Kulum a vivir, Sin embar- 9, como estaba acostumbrado a correr por cualquier parte destruyendo la vegetacién, cn poco tiempo rompié los arbustos y la hierba de su nuevo hogar. Y como estaba acostum- brado a chapotear descuidadamente por ei agua, en poce tiempo la laguna se convintié 34 SAUL SCMROLICE nun fodazal. ¥ como estaba acostumbrado a molestar a los vecinos, ¢n poco tiempo, éstos, disgustados, abandonaron aque! sitio. Asi, pues, Kulum se qued6 solo, en un lugar feo y descuidado. —Bueno -se dijo—, jque ldstima que esto este tan poco acogedor! Tendré que buscar otro. paraje mas aceptabic. Y partié.a buscar un paraje mas aceptable, Caminé hasta que los drboles escasearon. El bosque templado fue desapareciendo para dejar paso a matorrales, espinos, boldos y algarrobos. Entonces divisé un grupo de cisnes de cuello negro y se acercd a ellos. —;Qué tal! los saludé—. Soy el huernul Kulm y busco un luger para vivir. Aqui hay una hermo- sa laguna, pero no veo muchos 4rboles. —Pues no creo que estes matorrales te sirvan Para instalante —afinmd un viejo cisne—. Pero, dime, gqué haces por aca?, ,acaso no vives en el bosque? —Es que me aburti en él- mintiéd Kulum, no queriendo contarle al cisme que habia destrui- do su territorio—. Me aburri y estoy buscando algo mejor. ERASE UMA VEZ UM HERMOS® PLANETA LLAMATIO TIERRA 58 —Te repito que éste no es un buen lugar para ti. Desde luego no podras esconderte del puma. Al oir hablar del puma, ¢l huernul prefirié continuar su marcha, De todos modes —dijo—, el pasto y Iss hojas son muy duros por aqui— y siguié adelante, comprendiendo que no podria vivir en aquella zona. Cruzé, subiendo y bajando, innumerables eordones cordilleranos y angostos valles, alimentandose apenas con algunas hierbas y bebiendo en algun arroyo ocasional, hasta que Una mafiana, al echar una ojeada hacia delante, casi no pudo creer lo que veia. Frente a €] se extendia un largo y enorme desierto. —Buene— dijo, pensando en voz alta—, has- ta aqui liega mi busqueda. Es indudable que ningin huemul puede vivir en un lugar donde sélo hay arena, rocas y cactus. —Asi es~ dijo una voz Kulum vie un zorro que asomaba la cabeza fuera de su madriguera. Pero yo quicra seguir. Qué puedo hacer? —Te diré: algunas veces he salido a cazar hacia el lade de la cordillera y he visto peque- 56 SAUL SCHIEOERE fias quebradas y zanjones donde hay bastantes plantas y muchos bocados deliciosgs..., quiero decir, muches animahites. Kulum acepté ¢] consejo del zorro y se fue bordeando la cordillera, subiendo lentamente hacia Jas grandes alturas. Fl frio era cada vez mas Intenso y sus palas estaban Nenas de heridas; él estaba acoatum- brado a la mullida tierra del bosque y no a la piedra dura de la montafia. “) Come puede vivir alguien en estas sole- dades?”, se preguntaba Pero de pronto, cuando menos se lo cspera- ba... aparecié algo increible. Ahi, delante de i, a pocos pasos, habia... jotro huemul! Miré hacia todos lados, creyendo por un momento que habia vuelte sin querer al bosque, pero no, no era asi. Estaba en plena cordillera. Hola huemu) —saludé el aparecido. —Hola huermul —saludé él. Yo soy Kulum, hucmul del bosque. ~¥ yo soy huemul de La cordillera le con festé el otro—; tu primo. Se hicieron muy amigos y juntos recorrieron: Ja alta meseta. 58 SAU SCHROLNIK —{Por qué no te quedas a vivir con nosotros? ~te pregunté su amigo. ~Agradezco tu invitacién —le contesté Kulum-, pero la verdad es que casi no puedo respirar en estas alturas. Por las noches tengo mucho frio y en el dia mucho calor. Alla, en mis bosques...—comenzé a recordar con nostalgia—, alla en mis bosques el clima es m4s parejo, y aunque a veces hace frio, no ¢s tan intenso como acd. No, primo; yo no podria soportar mucho tiempo viviendo en la cordillera. —jBueno!, seguramente yo no podria s0- brevivir en tu bosque— le dija el primo para consolarle, Se despidieron y Kulum continud su bis- La cordillera comenzé a hacerse mas y mas baja, y poco a poco fue surgiendo la selva tropical. Muy répidamente ia selva se hizo infran- queable y Kulum, agotado, se eché a dormir. —Schht, no te muevas— oyd que alguicn le decia despertindolo. El obedecié, buscando con la mirada a quien le habia prevenido, pero no vio nada. -Un jaguar anda cerea— dijo la voz ERASE UNA ‘VEZ. UN HERMOSO CLANETA LLAMADO TIERRA 59 Kulum seguia sin ver nada, pero prefirid seguir inmdvil. Después de un rato la voz volvié a hablar: —Ahora ya puedes moverte~ la dijo. Kulum se Jevanié, y al hacerlo su cabeza golped con algo blando ky gritaron dos voces: la suya y la otra, Miré lo que habia golpeado y vio una cabeza colgando, y mas arriba los brazos y mds arciba el cuerpo, y mds arriba, todavia, las patas. 4 Qué haces colgado ali? —preguntd. —Yo soy un petezoso y asi vive -contesté éste. Kulum movi la cabeza, sin entender cémo alguien podia vivir siempre colgado, Intenté comer hojas de los extrafios Arboles, pero tenian mal sabor; le prevocaron incluso un pequefie dolor, Al pisar una rama, ésta se ie vino encima: era una boa. Escapé aterrorizada, hiriéndose con las lianas y troncos cafdos en el suclo. Ese dia fue suficiente para que Kulum com- prendiera que los huemules no pueden vivir en la selva tropical. Entonees decidié volver a su bosque. YY camind y caminé de regreso hasta que Hep auna extensa Hanuca cubieria solo de pasto. Un animal parado en dos patas se le acencd: ~(fué tal? le dijo. Te apueste a que coro mis rapide que ti. El huemul lo miré, Aparecié una vizeacha de las praderas y se acereé. a ambos. No le hagas caso —dijo-. El andi es un pajaro muy veloz; mis veloz que un caballo. —(JUn pajaro? =pregunté Kulum. Bueno, jacaso nunca has visto un pdjaro? —He visto muchos —aclaré—, pero ninguno tan grande como éste. =, Quieres comer o no quieres comer? —in- sistié el fiandi. Vamos— acepté el huemul y se lanzé a toda carrera a través de la pampa Pero cl fiandii era mas rapido que él y muy pronto lo dejo atris. Kulum siguié cormiendo hasta llegar a un viejo ombi, y se echdé a su sombra. Los dias que siguieron fueron muy dificiles. E] pasto era duro, no habia arbustos, el sol lo abrasaba. En mas de una ocasién pensé dejarse moerir. Sin embargo, un ciervo pampero viéndolo tan triste le asegurd que si perseveraba otro ERASE UMA VEZ UN HERMOSO FLANETA LLAMADO Tike 61 poco, llegaria a los bosques. Al oir aquello, Kulum coniinué adelante, pues queria volver a.su hogar y sabia que en la pampa no podria sobrevivir. Su esfuerzo se vio recompensado: muy Pronto comenzaron a aparecer los primeros Grboles y por fin un bosque parecido al suyo. Sin embargo, alli tampoco le fue bien, pues aunque podia comer y beber agua clara, descubrié que cada rincén del bosque estaba ‘ocupado por otros huemules, y estos lo recha- zaban, —Yete~ le decian, moviendo cnojados sus orejas porque habian oido hablar de él, —Este es mi territorio y no quiero que lo destroces. Kulum agachaba las orejas y seguia cami- nando. Per un paso cordillerano volvid a cruzar la momtafia, y asi Megé de nuevo a su propio. territorio. Habia pasado mucho tiempo; el aguase habia aclarado y los arbustos rebrotado. El huemul se senté a meditar. Habia viajado y visitado muchos lugares, pero sélo podia vivir en este bosque. Entonees oyé unas pisadas leves que se a SAU SCHEOAMEK acercaban, Era una huemul de pequenas orejas y fine hocice. —-Hola, Kulum —to saludo— 4Te acuerdas de mi? —Claro que sf; ti eres Kochi. Pero qué haces aca? Sali a buscarte, y cuando encontré este lu- gar tan destruido supuse que era tu territorio, ¥ decidi esperarte. -Bucno..., yo fai a ver si encontaba un ju- gar mejor, pero... ~¥ le surgié una duda—, pero {como sabias que volveria? Los buemules del bosque estamos obligados a vivir en ¢l, no pademos hacerlo en otro lugar— respondié la hmemul, que era muy sabia. —Tambidn traté de encontrar otro lugar det ‘bosque, pero los otros huemmules fueron muy males y no me lo permiticron Tezongo. _Kulum —lo reproché Kochi, th sabes muy bien por qué la hicieron, y también sabes qué es lo que debes hacer. “Esti bien —reconocié él-; ya sé que debo quedarme aqui y que debo ser mucho mas cuidadosa, _Entonces me quedaré contige—ofrecié ella —y entre los dos arreglaremos este lugar de ERASE GINA VEZ LIN HIDAIOOSS FLANETA LLAMADO TIERRA 58 modo que vuelve a ser hermoso y acogedor. Asi lo hicieron. ¥ como la naturaleza es ge- nerosa, muy prento los datos que Kulu habia ocasionado quedaron reparados, y todo volvid @ ser como antes... {Todo?... No; no todo: si miramos con atencién, veremos a Kudul-Lemu, como se llama ahora Kulum, caminar com paso tranquilo por un sendero, seguido de Kochi y ie tres pequefios huermules que caminan en fila, tratando de no dar ni un solo pasito fuera del sendero, ¢POR QUE NO SE PUEDE CAZAR UN DODO? Ecce isla del Mar indico, Hamada Isla Mauricio, alla por el ana de 1660, vivia un tejedor famoso por la cali- dad de sus esteras y sombreros, Nadie supo el seereto de fabricacién de los tejidos que él hacia. Nadie excepto ye. Y como Berto, el tejedor, murié hace ya muchos afios, creo que te lo puedo contar, En la Isla Mauricio crecian esbeltas, pal- meras, de cuyos frutos, unos coquilos que co SAUL SCHOOL tenian la ciseara dura y grucsa cubierta con una capa de fibras, y que no eran mayores que un hueve de gallina, nuestro tejedor obtenia el material para sus trabajos. ~Teresa —le decia a su mujer, vamo¢ a ver si ya los cangrejos dejaron sus nidas. —Ya voy, Berto —contestaba ésta, y ambos bajaban a la playa y buscaban al pie de las palmeras, entre las plantas de orquideas. Me preguntaras: jué tienen que ver los nidos del cangrejo Birgo con los tejidos de Berto?... Dejemos que él mismo nos cuente: ~Este es mi secreto, Teresa —le decia a su mujer mientras recogian nidos-, los cangre- J98 arrancan la fibra que cubre los cocos y la ablandan hasta dejaria convertida en suaves hebras con las que fabrican sus nidos. ~¥ td utilizas esa fibra suave en vez de la fibra dura del coco para hacer tus tejidos —decia Teresa, que admiraba la habilidad de su marido. ~Asi es —contestaba orgulloso el tejedor. Durante la primavera la playa se cubria de orquideas rojas y los Chupamieles, unos pequefios pajarillos, revoloteaban junto a Jas flores, tomando su néctar. « SAUL SCHROLNIE Lo que no sabian Berto y Teresa, es que los Chupamieles, ademas de tomar el néctar de las. flores, pemmitian la polinizaciéa de las orquideas, pues sus cabecitas se impregnaban del polen de las flores, transportindolas hasta otras. Las semillas de orquideas caian en las grictas de los troncos, y la planta crecia luego artastrandose por la arena. Acsu vez, los Chupamieles construian sus nidos en las palmeras de uno y dos afios. pues aestos pdjaras no les gustaban la dureza de las hojas de los arboles viejos. Qué hariamos nosotros sin las palmeras? habia pregurtado en cierta ocasién Teresa. Mejor ni pensarlo —habia respondido Ber- to—. Sin las palmeras no tendriamos los cocos. ni los nidos de cangrejo..., mejor ni pensarlo, jPero estaban los Dodos! -|Berto.... Ber- to... -gritaba Teresa cuando divisaba algumo-, ahi hay otro de esos pajarracos... ¥ Berto, armado de un garrote, salia a per- seguir al Dodo y lo golpeaba hasta matarlo. (Quieres saber por qué Berto los mataba? Pues porque el Dodo se tragaba de un boca- do los cocos que tanto necesitaba el tejedor. El Dodo, grande como un pavo y parecido PRASE UMA VEZ UM HERMGSG PLANETA LEAMADO-TIERRA 69 4 una paloma, corria y corria, pues no podia volar, pero como era muy torpe y pesado, siempre cra alcanzado por Berto. Hasta que un dia... Sucedié que ya no hubo mas Dodos. Berto los habia matade a todos. No quedaba nin- gune, Ya nadic se comeria los tan preciados frutos de las palmeras. Ya no habria mds problemas. ~jPor fin! -le dijo Berto a su mujer—. Se acabaron los Dodos, no hay nada de qué pre- oouparss, jPobre Berto! jNo podia saber lo que su- eederia! Pasé un aio... ¥ todo parecia ir igual que de costumbre, pero algo Namdé la atencién de Teresa. =iTe has fijado, Berto, que no hay retofios de palmeras este aflo? —jPara qué te preocupas, mujer, si hay tantas: palmeras? —le contest el tejedor. Al afio siguiente sucedid lo mismo: ni un solo retofio aparecié en el lugar. Entonces ambos se preocuparon un poco, pero come. habia tantas palmeras pronto olvidaron aquel extrafio fenémeno. 0 SAUL SCHEDLNIK Y abora te contaré un seereto que ni Berto ‘ni su mujer supieron: ‘Yo sé por qué no aparecieron palmeras nue- vas en aquel lugar, es mas, por qué desapare- cieron las palmeras, pues los arboles se fueron haciendo viejos y fueron muriendo, y ningin nuevo retofio volwid jamas a aparecer. No habis palmeras nuevas porque ne habia Dados. Normalmente los cocos caen al suelo y des- pucs de un tiempo, como ti sabes, el embridn, en su interior produce una raiz. La raiz crece, y jplofl rompe la cdscara y Se entierra en la arena y jplump! entonces un diminuto tallo verde sale al aire, y al cabo de un par de aiios otra gran palmera agitaré sus ‘hojas junto al mar, Berto creia que aai debia suceder. —Ahi estan los cocos, jno veo por qué no brotan —exclamaba indignado. Pero las palmeras de la Isla Mauricio eran de otra especie; sus frutos, como sabemos, tenian la cascara tan dura que la raiz, por mas fuerza que hiciera, no lograba romperla... ¥ no habria brotade ninguna palmera... Pero el Dodo... ;Recuerdas que el Dodo se ERASE UNA VEZ UN HERMOSO PLANETA LLAMADO THLRRA 71 rragaba de un bocado los pequefies coquitos? [Claro que ¢l lo hacia porque era muy glotém! Y ahora te diré lo que ni Berto ni Teresa sa- bian. El coco simplemente pasaba de largo por todo ¢] sistema digestivo del Dodo. Alli los miisculos trituradores y los jugos digestivos lo- graban reblandecer la dura cascara, pero no la deshacian totalmente, asi es que, finalmente, ef coco era eliminade junta con todo e} alimento- no digeride y volvia a quedar en Ja arena. Y recién entonces, jplofl, la raiz lograba romper la cascara, ahora reblandecida, y se enterraba en la arena, Y jplump!, un diminuto talle verde salia al aire ¥ muy pronto se convertia en otra hermosa palmera. Coma puedes ver, era el Dodo cl que al tra- garse aquellos frutos permitia que las palmeras se reprodujeran, desaparecieron los Dodos y no hubo palmeras nuevas. Sin embargo lo terrible sucedi al tercer aio... No he visto ningtin Chupamiel esta prime- vera —le dijo Teresa a su esposo. Tienes razdn, Teresa —respondié Berto— n SAUL SCHKOLNIK Bueno, seguramente volveran cl aio que viene, Berto no sabia que los Chupamicles no volverian. Ti si lo sabes, pucs sabes que ellos hacian sus nidos sélo en las palmeras de uno y dos aftos...-y no habia palmeras jévencs, por Jo tanto los pajaritos simplemente se fueron a otras partes, Pero al irse los Chupamieles nadie polinizé las orquideas, y al afio siguiente tampoco hubo plantas de orquideas. ¥ tampaco hubo nidos de cangrejos Birgo, porque estos cangrejos no encontraron las plantas donde hacerlos. Y al cuarto afto, cuando Berto-y Teresa baja- ron a la playa a buscar nidos de cangrejo para usar la fibra suave, no encontraron nada. —Berto -dijo Teresa un poco asustada—, iqué habra pasado? No hay ni un solo nido de cangrejo. —Tienes razdn, mujer, y esto si es terrible, porque mis tejidos ya no seran los mismos de antes; no seran tan suaves ni tan hermosos. —¥ ya po te compranin las esteras ni los sombreros —repuse lorando Teresa. —(Qué habrd sucedido? —se preguntaron ambos, sin saber que ellos mismos eran los ERASE UNA VEZ UN HERMOSO PLANETA LLAMADO THERA 72 responsables de cuanto les ocurria por haber matado a los Dodos. Ellos no Jo sabian ni podian BEES pero tii si lo subes, asi es que si ves alguno, cosa que no serd fiicil, sabras por qué no se puede cazar un Dodo, ‘ODO UN GRANITO DE SAL! S ocorro... socorro [Me han robado! —Oiste eso, mama. Alguien esti pidiendo ayuda... —Yo no escuché ningtn grito —dijo su mamd.— Y ahora, tomate fa sopa... jy no le eches tanta sal! jrmmm -murmuré la nifia Henando la cuchara. Pero cuando la levaba a la boca... —Socorto..., socorre —volvid a escuchar, 78 SAIL SEAISOLNK Miré a su madre mientras ésta se alejaba ha- cia otro laboratorio. Aprovecharia su ausencia. Cerré con fuerza los ojos, la boca y hasta los cides; apreté con fuerza los pufios y comenz’ a contar. ne, dos y... —En verdad habia sido un dia extraerdinario. Por alguna razén ya olvidada, no habia ido al colegio y, como tampoco podia quedarse sola en la casa, su mamd la habia evade al laboratorio en que trabajaba. Y ahora... jla posibilidad de una aventura! — dos .y ...tres! ¥ comenzé a achicarse y achicarse, desinflandose como si fuera un globo, hasta quedar tan diminuta que nadic podia verla. Lentamente abrié los ojos... ;,Dénde ha bria ido a cacr esta vez? Se hallaba parada frente a un mar leno de... [leno de... jBue- no}, lene de nubecitas, grandes y pequefias y de todos colores. A su espalda una alta ecordillera color crema se alargaba hasta perderse de vista También alli flotaban o caminaban cn pe- quefios grupos esas... nubecitas. —{Secora, socorro..., me han cobado mi capa 7 SACK SGrOROUNIK, externa...! Y¥ no voy a ser mis Sodio...! -oyd entonces qué gritaba una de esas nubes. Era blanca come la plata y muy grande, y bri- Ilaba tanto que parecia como si tiritara de frio. Alejandra se acercé a ella: —,Puedo ayudarte en algo? —-respondid Ja nube—. Detén a esa Cloro ladrona que va arrancanda,.. Alejandra miré hacia el mar, efectivamente, una pequetia nubecita amarillo verdosa y muy opaca trataba de alejarse rapidamente. La nifka se dispuso a correr, pero se le ocurrié que no sabia qué era lo que esa nube le habia robado a ésta. —Oye —pregunté—, qué te robaron? —El electrén que forma mi capa externa... —se extrafid ¢sta, y rodé un poco sobre si misma como enfrentando a Alejandra; Oye agregdé—, qué cosa mds fara eres... no pare- ces un dtomo... jSeras una molécula?.., ~jOh, no! —sonrié Alejandra—. Soy una nifia y me Hamo Alejandra. La nube brillé todavia un pace mas: ~jAjdl -acepté—. Y yo soy un atomo y me llamo Sodio, Ahora ella se extraiié: ERASE UNA VEZ UM HERMOSO PLANETA LLAMADO THEMRA 7% ~,Un dtomo?... Yo creia que tenian otra forma... No, ne mi querida jovencita, somos tal y como ti me ests viendo. —{,Come nubecitas? —jAy! |No! ~exclamdé Sodio un poco enaja- do-, Yo tengo un nécleo formado por protones y meutrones. _¥ yo tengo un sistema sanguineo formado por un corazén y...-comenzé a explicar Ale- jandra para no ser menos, pero Sodio, bastante molesto, agregs: ...y luego tengo tres capas de electrones que giran muy, muy... -No veo ningiin electron lo interrumpié nuevamiente 1a nifla. -jPOR SUPUESTO QUE NO LO VES! ~gritd, furioso, Sodio, Mira mas atemamente: aqué ves? Alejandra mird m4s atentamente: —Tienes raz6n,.. veo unas capas trasparentes. y muy elegantes. —Esas capas —cxplicé Sodio tranquilizin- dose tan ripidamente coma se habia encole- rizado— estan tejidas por los electrones que se mueven a enormes velocidades alrededor de mi nucleo. Yo tengo tres capas, jlas ves? a SAUL SCHEDLNIC -Sélo veo dos —dijo Alejandra. Pero me- jor no hubiera dicho nada, porque Sodio se acordé que le habia robado una y se puso a vociferar: —Me han robado mi electron, jya no seré mas Sodio... ~Yo pensé que teniendo tantos electrones, uno mas, uno menos daba lo mismo —comen- 6 la con un diome de Hidrageno que se habia acercado a mirar. ~Asi es—dijo ¢ste—, Tu amigo Sodio con un electrén menos nn deja de ser Sodio. Claro que si tuviera un proton menos ya no seria Sodio, seria un atomo de otro elemento... Déjame re- si, seria un Atomo Neon... y si tuviera dos protones menos seria... seri —Basta, basta, ya entendi —Io atajé Alejan- dra. ¥ td tienes solo un electron? —Asi es: un electron y un protén. —jPor eo eres tan chico! —se burléd clla. —Pero tengo parientes mas grandes —se de- fendié el pequeiio atomo— Yo soy Hidrégeno Protio y sdlo tengo un protén, pero Hidrégeno Deuterio tiene un protén y un neutrén en el niicleo, y Tritio tiene dos neutrones y un protan.. ERASE UMA VEZ UN HERMOSO PLANETA LLAMADO TIERRA 81 ves? —Asf serd —insistié la nifia-, pero si- gues siendo chico... aunque me da la impresién que sabes mucho. —Es que he viajado, y adenuis esos parien- tes que te mencioné viven en el Sol y en otras estrellas —dijo Hidrégeno, pero no pudo seguir porque un grupo indignado de Sodivs comen- zaba a reunirse a su alrededor. Oye —pregunts uno de ellos a la nifia-, gcémo Megaste acd? Alejandra conté enton- ces que habia oido gritos mientras tomaba la sopa-: jJusto Ic estaba echando otro poco de sal cuando... “iiAAATIIIAAAAAAIN! {ENTONCES TU ERES LA CULPABLE! —gritaron los So- dios brillando intensamente. Alejandra ls miré sorprendida. ~,Culpable yo? —se extrano. —j(Por supuesto! Nosotros estibamos tran- quilamente viviendo como Cloruros de Sodio: cuande ti... —,.Cémo que? —interrumpié Alejandra. —Por qué tienes que interrumpir siempre? -grité Sodio—-. Como Cloruro de Sodio, es decir, con nuestras sefioras Cloros..., como-sall Y cuando ti echaste sal en la sopa, el agua que 82 SAUL SEHREOLIIIK hay en ella nos disalvid, nos separd a nosotros los Sodios de nucstras esposas Cloros... |EN- TENDISTE? Pero la nifia, dindose cuenta de que los 4to- mos Sodios eran muy enojones y explosivos y, ademas, muy numerosos, habla preferido esca- ‘bullirse calladita. Se fue entonces caminando.a lo largo de la cordillcra, bordeando siempre el mar, A poco andar, viendo varias piedras negras enla playa, decidié senrarse.a descansar, Enton- ces sintié unos golpecitos suaves en una piema: era una de esas nubes divertidas que parecian tener dos orejas como bolitas. —jEpa! Qué haces? —le pregunté. ~Estoy tratando de hidrutarte..., jacaso no eres un cristal de algo? No -explicé la nifia~, no soy un cristal. _Qué querias hacer? -jQué pena! +Hloriqued la nube—. Como yo soy una molécula de agua queria introducirme entre tus dtomes para hidratarte..., pero parece que estas demasiado seca, deberé pedir ayuda. Espérame un poco y volveré con muchas amigas. -Pues yo creo que sélo eres un globo con orejas, y bastante ridicule, -No son orejas, son mis dos dtomos. Hi- ERASE UMA VER UN HERMOSD PLANETS LLAMADO TIERRA 89 drégeno, y lo que ti supones un globo es mi dtomo de Oxigeno: ya te dije, soy una molecula de agua... =, Moléeula de agua?.,, si, he oido hablar de Ah! |Por eso estas en esta sopal—, Sopa? jsopal... [Tid te Hamas sopa? —pregunté la molécula, No -1ié Alejandra-, sopa es esto donde estamos... este mar, esa cordillera,.. -jCordillera eso? {Eso es un fideo! Oh! —-exclamé Alejandra—. ‘Nunca pensé que un fideo fuera tan grande. Pero hablaba sola, pues la molécula de agua ya habia partide en busca de sus amigas. En esos momentos la nina pude ver también flotando en e! mar dtomos Azufre con su capa amarilla, dtomos Fésforo, con capas rojas, ato- mos Hierro, Magnesio, Carbone como negras piedras, y otros muchos. —Pensar que me los ibs a comer a todos jun- tos records, pero sus pensamientos se vieron interrumpidos por los gritos de los Sodios que se acercaban: =|Ahi est la culpable..., ella nos trajoaca y por su culpa hemos perdido nuestras esposas y muestras hermosas capas blancas! Ba SAUL SoHRDLtan On! |Jams he visto tantos Sodios juntos! —exelamé Alejandra-. {Nunca mas le echaré tanta sal ala sopa! —Vames -le dija un atomo Nitrogeno que estaba junto a ella~. Sujétate de mi. Como soy un elemento gaseoso, irataré de ayudarte a escapar volando. ‘Alejandra no perdié un segundo. Con mucha. fuerza abrazé al pequeito 4tomo Nilrégcno y ambos se elevaron poniéndose asi fucra del alcance de los indignados Sodics. —Debo hacer alge —pensé la nifia~, me da pena verlos tan enojados. —jHacia dénde te Mevo? —pregunta Nited- geno, —Hacia alla -sefialé la nifia indicande una mancha amarillo verdosa—. Allé deben estar las sefioras Cloros. Debo hablar con elias. Nitrégeno volé hasta situarse sobre los &tomos Cloros. —Escichenme —grité Alejandra desde lo alto-, quiero proponerles algo; un pequesio cambio, “No nos interesa cambiar. Tenemos ocho electrones en muestra capa externa, somos estables. ERASE UNA VEZ UN HERAICISO PLANETA LLAMADO THAT ~Pero podran tener los ocho electrones y ademas a sus esposos... —sugitié la nifa—. iY vale la pena! —agregd para convencer- las—, porque no hay nada tan lindo como el amor... Algunas pocas sefioras Cloros giraron para escucharla mejor. Ellas nc tenian ocho sino siete electrones en su capa externa, porque no le habian robado un electron a nadie: -_.Cémo lo hards? —se interesaron. -Las volveré a convertiren cristales de sal: asi podran estar junto a sus esposos Sodios ¥ compartir el electron con ellos... y tendrin acho electrones,,. —agregd. —Hay mucha, demasiada agua, no puede hacerse —dijo una de clas ~Dgame cso a mf —insistié la nifia descen- diende- Vengan, apilense sobre la palma de mi mano. Las sefioras Cloros aceptaron ¢ hicieron lo que ella pedia; lo mismo logré que hicieran los Sodios, y entonces, cerranda los ojos y la boca, volvié a contar hasta tres y crecié y crecié hasta. volver a su tamafio normal, Muy despacite abrié la mano... grado su propésite! Habia lo- 86 SAUL SCHROUNTE Al secarse, los Sodios habian recuperado su electrén y las Cloros ahora tenian de muc- vo asus maridos. ;Y ahi estaban, convertidos nuevamente en granitos de sal, en cristales de Clorure de Sodio! Su madre, que se acercaba con otro caba- lero, le pregunto: —,Por qué tienes sal en la mano? —Pero si- guid de largo sin esperar la respuesta, pues el caballero le estaba hablando. —Como usted sabe, colega —le decia—, seria sumamente interesante poder ver un atomo. Jamas nadie ha visto ningwao... Alejandra, que lo habia escuchado todo, sonrid: —Eso es lo que usted cree, seer -dijo en ‘voz baja mientras guardaba come recuerdo los granitos de sal en st bolsillo. £POR QUE LLORAN LOS SAUCES? Cou paseaba junto al arroyo. Cami- nando, caminando, llegé hasta el viejo sauce, y vomo hacia bastante calor, aproveché su sombra y se recosté entrecerrands lag ojos. El sauce contemplé su tierna sonrisa. —jHala! le dijo. —{Hola, sauce! —le contesté—. ,Cémo estas? —Bien —respondid éste, porque era muy ti- mido; pero se notabs que no estaba bien. SAUL SCHRORMIR —.. Saaauuce... lo reté clla carifiosamente. _Si, si, es verdad. Es que estoy muy apena- do... reconocié el sauce. “Esta muy apenade ~repitieron las ramas n hasta el agua. a redondas como monedas. | —jMe puedes contar por qué estas triste? —Te vas a aburrir. -No. jCuéntamela como si fuera un cuento! —propuso Carula. El sauce callé un momento, recordando. Las hojas, redondas como Janas_ verdes, dejaron de agitarse y las ramas dejaron de jugar con el arroyo para que el sauce pudiera pensar mejor... —Hace cae tiempo, un sance crecia, jun- to a otros drboles, alrededor de una laguna. Pero no era como tos que ti has visto, con el tronco retorcido y Ilene de modos: cra un sau- ce esbelto; su tronco y sus Tamas apuntaban directas al cielo... No como mis ramas que cuelgan... —-y movid sus ramas colgantes. Un dia, un joven que pasaba por el lugar, viendo el agua tan fresca-y clara, decidié tomar un bafio, ERASE UNA VEZ UN MERMOS® PLAMETA LIAMADO TITRRA 69. ~Yo hubiera hecho lo mismo —exclamé Ca- tula—, Me encanta bafiarmifie en agua fria. ~—jPero cuidado! —prosiguié el sauce, porque lo que esta joven no sabia, es que en cl centro de la laguna, que era muy profunda, habia un peligroso remalino que arrastraba cualquier cosa que se pusiera a su alcance. “El joven entré al agua y comenzé a nadar, pero de pronto... se vio arrastrado por el remo- line y comenz6 a girar y a girar... y por mas esfuerzos que realizaba, no lograba escapar de! mortal peligro” ~iQué horroroso! -exclamé Carula espan- tada, —A\ principio, traté de aleanzar nadando la orilla, pero al yer que esto le era imposible, comenzo a gritar pidiendo ayuda: “;Socorro... socorro!™, gritaba. “No hay alguien que me ayude. {Nadie me escucha?” Pero nadie respondia porque no habia nadie; sélo estaban Jos arboles alrededor de ta laguna. ‘Cuando por fin comprendié que estaba solo, se dirigié al alamo y le pidid: “Alamo, alamo, por favor baja tus ramas para poder tomarme de ellas y escapar de este horrible temalino... ;Por fawor!...” 90 SAUL SCHROLOTE E] alamo no respondid, “,Sabes?”, insistio el joven, “el otra dia yo mismo planté una corrida entera de dlamos... Sino me ayudas,.. jcOmo voy a seguir plan- tando?” Entonces el dlamo hablo: “,¥ por eso he de ayudarte? ,Acaso ti vendrds a ayudarme cuando Iegue el lefiador y me corte para usar mi madera’ para eso me plantan ustedes, los para cortarme cuando estoy en la plenitud de mi vida", Diindose cuenta de que ¢l dlamo no Ie ayu- daria, el joven le pidié al aromo: “Aromo, aromo™, le dijo, “aytidame a salir de esta laguna... Me estoy shoganda...”. Pero el aromo no le respondié. Y volvié @ pedirle: “Aromo, a ti ningtin le- fiador te vendré a cortar para usar tu madera... YY jsabes? Yo siempre riego el aromo que crece frente a mi ventana... Sino me ayudas, ,quién seguird haciéndolo?™ “No, no... no cs asi!”, se negé el aromo. “Ti me riegas sélo para arrancarme después mis flores..., jmis hermogas flores!” Entonces el joven le pidié al bolda que lo salvara, pero éste se rehusé a ayudarlo ERASE UNA VIZ UM HERMOSO PLANETA LIAMADO TIERRA 511 haciéndole notar que las hombres le quita- ban continuamente sus brillantes y verdes hojas. Tampoce el palto quiso ayudarlo; a él Jos hombres lo despojaban de sus frutos. Mientras tanto el remolino seguia girando y girando y arrastrando cada vez mas al joven, cuyas fuerzas ya se agotaban. Sélo quedaba un sauce... “Sauce, sance”, Hamé el joven cuando ya casi habia perdido las espcranzas de salir con vida de aquel implacable remolino: “sauce, por favor ayidame... Baja tus ramas pera poder agarrarme de cllas... No dejes que me ahogue... Sauce, sauce.. El sauce, que hasta ese momento habla estado distraido mirando junto con su tronco: y sus ramas hacia lo alto, y que no habia visto al joven, lo oyé, y viendo ei peligro en que se encontraba, sin pensarlo dos veces incli- nG Sus Tamas hasta que tocaron el agua para que ¢] las aleanzara. Pero era un muchacho robuste y, una vez que se hubo aferrado a ellas, el sauce tuvo que hacer mucha fuerza para sujetarlo. Su tronco se dobié una y otra vez, quedando entero retorcido y las rarmas se inclinaren tanto ot . SAG SCHROLATE, conel . que no pudieron volver alevantar- se ioe apenen como antes lo habian hecho. hacia el cielo... Ahora quedaron colgando, —g¥ el joven? —pregunté Carula. -El joven... jahf... Pero mira lo que pas6.. Los alamos siguieron creciendo derechos ha- cia el cielo, bos aromnos siguieron floreciendo con sus flores amarillas, los boldos siguicrom teniendo hojas brillantes y los paltos cargan- dose con grandes frutos, pero nosotros las Pero zqué pasd con el joven? —-volvid a preguntar Carula, Nosotros cambiamos —continud el sauce sin oirla—. . Nuestros tronces Se lorcieron ¥ Se quedaron colpando... —V suspirs tan profunda- mente que todas las florcitas de los alrededores s¢ agitaron. ~ ¥ estas apenade por tu figura? —pregunto la nifa, sin poder creerlo. —Por ego y porque no servimos para nada afirmd com pena el arbol. - —jUn momento... un momenta! —se enojé Carula levantindose y caminando de un lado (RASE UNA VEE UN HERMOSO FLANETA LLAMADO TIERRA para otro mientras hablaba—, me vas a decir que porque cuatro necios y egoistas arboles no fueron capaces de hacer una buena accién, itd sientes pena? No, noes eso... ~traté de explicar el sauce; pero la nifia continud: Has de saber que lo que ellos dijeron como disculpa para no molestarse en ayudar al joven no es.-cierto, | No, sefior! Claro que cs posible que algunos hombres planten alamos sélo para usar después su madera, pero tambien es cierto que muchos otros, o incluso ellos mismos, los plantan ademds para formar hermosos parques y alamedias. —jAh! —se asorabré el sauce, Pero Carula estaba tan enojada que no lo escuchsd. Siguié hablande: ...¥ si algunos cortamos las flores de los aromos o sacameos hojas del boldo o frutos del palto, ya sea para adornar nuestras casas, 0 como remecio o por lo sabrosos que son, siem- pre tenemos mucho cuidado de que el arbol no se estropec, que no le pase nada. ¥ para eso lo cuidamos, lo desinfectamos, lo regamos... —Bueno —reconocié el sauce—, es posible a4 SAUL SCH KOEN TE que tii tengas razén, pero eso. demuestra que ya también la tengo... {Yo no sirvo para nada! Carula se puso entonces a reir y su risa cra jan contigiosa que todas las hojas . redondas come buna Hena, rieron con ella, El sauce estaba desconcertado. ~i Qué crees que estoy haciendo aqui, deba- jo de tu follaje? le pregunté la nia. —Te has recostado.a descansar aprovechando mi sombra —respondie éste, dandose cuenta de que no cra intiti!, después de todo, que si servia Para algo. Y recordé que no sélo los hombres y los nifios, sino también muchos animales, buscaban refugio bajo sus ramas. Asi es —asegurd fa nifa— Tu sombra es muy acogedora, pero debes saber que ni mis- ma, con tu tronco de formas caprichosas, y con esas ramas que cuelgan sobre los arroyos y lagunas, ayudas a hacer mds lindo el campo y¥ Si... —pero se interrumpis al ver que el sau- ce se habia puesto a lorar—. {No scas tonto! “lo reté—. ¢No me digas que todavia ticnes pena? —No, jsnifl, no —contesté entre sonrisas y¥ sollozos el sauce, micntras cada una de sus redondas hojas se iba convirtiendo en una ERASE UNA VEZ UN MERMOSO PLANEIA LIAMADO TIERRA 95 lagrima alargada-, ahora loro, jsnif?, porque estoy contento, jsnifl ¥ las hojas sc iban alargando y parecian caer come lagrimas desde las ramas colyantes hasta las aguas del arroyo, Pero no eran lagrimas de pena: eran de alegria, de alegria de saberse querido y nece- sitado. jBah! -se rié Carula~. jfres un sauce liorén —y tomando una rama se hizo una linda corona, ¥ se fue, preguntandose qué habria sido de aquel joven de la laguna.., A CAZAR UNA MOSCA Frisccatopaaneeynenennsas watucis ¥ mares, o el pequefio de las charcas y pozas tiene un limite desconocido para casi todos nosotros, {Saben cual es? Es la superficie del agua.

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