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2 efile: amare 2010+
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LSM, SILT,
[IW edie: zn d= 1010
‘Diecaion ona: Joe Manuel Zadar
gees de ane Jugs Maree! sire,
veces de procercin: Faves Gicndane,
(61989 por Sat Sch Beery
Cheers 7 0,
‘Suuaas ae Chile,
Deseetas exis de eicain eros
"per reprsa Elton Zegedeg. 8
unde pe Emgeets aoe Zig-Zag SA
presente am 2 pore ser reproduc co oo
pune. al eek nt resto poe simp no mecinic,
Tieherie, de prateckin, CD-R, basco,
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Con naire oe cor
pct poe RR Det ey
Amin color Willian 590. Ceres.
Samia de Che.
INDICE
PREFACIO.
2Y 81 NO PUERA UN CUENTO?
OMEJAS ¥ LA HOJA DE LECHUGA,
YO COMO. TH COMES, EL COME
SE MEGESITA UN RAYO DE SOL
KULUM, EL HUEMUL TRAVIESO.
éPOR. QUE NO SE PUEDE CAZAR UN DOROT
iTODO UN GAANITO DE SAL
{PORQUE LUORAN LOS SAUCES?
A CAZAR UNA MOSCA,
SQUIEM £5 SAUL SCHKOLMIK?
"
33
4
st
65
75
87
oF
108En mediodeun inmenso ocdéano habia una
isla. Era una isla hermosa, con grandes drboles
¥ suaves arreyos.
Distintas especies de animales habitaban
en ella, y también vivian alli dos pescadores,
Arsenio y Pedro, con sus familias.
Salian todos los dias a pescar, y por las tar-
des conversaban con sus mujeres y jugaban
con sus hijos.u SAL. SCHROLRTTK,
Un dia, al volver de Ia pesca, vieron en la
playa un pequefio cangrejo rojo con una patita
herida que trataba con dificultad de Hegar al
mar,
—Mira —sefialé Arsenio—, un cangrejito con
‘una pata lastimada.
—Ayudémoslo —dijo Pedro. ¥ tomandala lo
levé hasta el agua.
—Muchas gracias, amiges mios—dijo el can-
greje rojo. Ambos pescadores se dicron vuelta,
y lo miraron, sin creer en lo que habian oida.
Por favor, permitanme que yo les ayude
austedes —dijo hablando nuevamente ¢l can-
grejo, pero no recibié respuesta, ya que los.
pescadores no alinaban a contestar.
—Bueno —agregé entonces—, si no desean
nada por el momento no importa; pero recuer-
den, cuando quieran algo no tienen mas que
acerearse a Ja orilla del mar y pedirmelo. Entre
mis hermanos y yo podetnos fabricar cualquier
cosa, usando, por supuesto, los materiales que
hay en esta isla en que vivimos -y dicho esto,
se sumergid.
Los pescadores regresaron a sus cabafias
muy desconcertados, pensando que todo habia
sido un suefio. Como ese dia la pesca no habia
ERASE UNA VEZ UM HERMOSO TLANETA LLAMACE TIERRA 13
estado muy provechosa, la comida fue escasa,
y lo mismo sucedié al dia siguiente...
Fue por eso que Arsenio decidié pedir un
deseo, pero no se lo conté a uadie por temer
aque se ricran de ¢1. Caminé hasta la playa y
se agaché junto al agua para poder hablar en
‘voz baja, pensando siempre que era muy tonto
to que estaba haciendo.
—Cangrejite rojo —llamé—, ,me oyes?...
esie..,, si me estds oyendo, me gustaria pedirte
algo para nuestra comida...
“Clip clap, clip clap, clip clap" ayé, como
si fueran muchos pasitos, y dos enormes pes-
cados aparecieron a sus pies en menos tiempo
de lo que se demoré cn pestaficar.
Feliz, recogié los pescados y cori a su
cabaiia. Por el camino encontré a Pedro.
—..Qué Hevas ahi? —pregunté éste.
Toma —dijo Arsenio dandole uno de los
pescados—, es para ustedes.
—Pero... ide dénde lo has sacado? ~volvid
a preguntar Pedro, sabiendo que su amigo no
habia salido a pescar,
—jNo me lo vas a creer! —conté Arsenio
—pero fue ese cangrejo rojo, ze acuerdas?,
quien me los dio.“ SAQL SCHROLNIE
jEntonces era verdad le que prometi:
-exclamé Pedro, y devolviéndole su pescado
a Arsenio corié a la orilla. Mientras corria,
pensaba: “Qué tonto es Arsenio! {Para qué
pedir pescado crudo cuando lo puedo pedir
listo para comer?”
_Cangrejo rojo—pidid-, deseo que me sirvas
una buena comida,
“Clip clap, clip clap, elip clap" oyd y a sus
pies aparecié una deliciosa comida para toda su
familia, en menos tiempo de lo que s¢ demord
en pestaficar.
Inelia, la mujer de Arsenio, que limpiaba
sus pescados, vio pasar a Pedro con la comida.
‘ya guisada.
Pedro si es un hombre inteligente —le
dijo enojada a su maride-: pidié la comida
hecha.
—Pero, Inelita... traté de justificarse Arse-
nio.
-Maiiana iras donde ese cangrejo y le pe-
dirds no sélo la comida, sino también ropa y
zapatos nuevos. ;Buena falta nos hacen!
‘Asi lo hizo Arsenio al dia siguiente.
“Clip clap, clip clap, clip clap” oyé y en un
instante aparecieron dos pescados y algunas
ERASE LENA VEZ UM HERMOSO PLANETA LIAMAADO THERRA 15:
matas de algodén y un camero salvaje, Y en
otro instante todo fue preparado y curtida y
tejido y cortado y cosido y... en menos tiempo
de lo que s¢ demoré-en pestaiteas,.. jabi estaba
la comida exquisita, laropa nueva y los zapatos
brillantes para toda la familial
Por su parte Andrea y Pedro decidicron pe-
dir no sélo ropa y zapalos nuevos, sino tambitn
muebles y ropa de cama.
“Clip elap, clip clap, clip clap” se oyd,
-y otro carnero salvaje cayé muerto, y fuc-
ron abatidos algunos arboles y cosechadas
algunas plantas, y Andrea y Pedro tuvieron
mucha comida, ropa ¥ muebles nuevos en
menos tiempo de lo que se demoraron en
pestafiear.
Arsenio pensd que si el cangrejo podia fa-
bricar mucbles, también podria construir una
casa.
—Cangrejo Je ordené—, me construinds una
casa de piedra.
¥ tuvo su casa de piedra.
Andrea quiso una mas grande, y el cangre-
jito se la construyé.
Comenzé entonces una verdadera com-
petencia entre ambas familias. Si una pedia% SADL SCM KOLNEE
doce platos, la otra exigia veinticuatro; si una
queria una torre para su casa, la otra reclama-
‘ba un castillo.
—Pedro -le dijo un dia su esposa-, vi a Ar-
senio con unos tenedores de oro. Yo también
los quiero.
Fue Pedro a la orilla'y le pidié al cangrejo
unos teredores y cuchillos de oro.
‘Lo siento ~fue ta respuesta en esa oca-
siém—pero el oro se acabé, te los daré de plata
~y le dio tenedores y cuchillos de plata.
Por supueste, Andrea se disgusté mucho
y reté a Pedro.
Arsenio, enterado de Lo que habia sucedido,
decidié proteger sus tenedores y cuchillos de
oro de Ja codicia de sus vecinos.
—Cangrejo -le pidié-, necesito unas Tejas
fuertes para defender mi castillo.
“Clipclap, clip clap, clip clap” oyé y nuevos
nineles y pozos se abrieron cn | el metal
fue fundido y las rejas hechas y colocadas en
menos tiempo de lo que Arsenio se demord
en pestafiear.
Pedro, que tenia un castillo tan grande como
el de Arsenio, al ver las rejas que aparecian
en el castillo de su vecino, pidié rejas mas18 SAUL SCHKOLADE
fuertes y resistentes, y ademds un cafién para
defenderse.
Y Arsenio pidié varios caflones y Pedra
exigié... hasta que un dia se emcontraron por
casualidad a la orilla del mar.
mirandose con recelo y desconfianza cada
uno empezd a pedir nuevas cosas.
—Vengo a ordenar nuestra cena y deseo que
me cambies todos los manteles por otros mas
finos —pidié Arsenio.
-Yo quiero todo eso, y ademds otro juego
de muebles para nuestro segundo comedor
exigié Pedro.
~¥ yo quiero... —dijeron ambos al mismo tiem-
po, pero fueron interrumpidos por ¢] cangrejite
Tojo que se habia asomado fuera del agua.
=Lo lamento =les dijo=, pero ya nada mis
puedo hacer por ustedes,
=jCémo! -exclamé indignado Arsenio—,
jacaso no vas a cumplir tu promesa?
-No es mi culpa -explicé el cangrejo~,
yo les dije que podia darles lo que quisieran
siempre que tuviéramos los materiales nece-
sarios para fabricarlo.
~Muy bien dijo Pedro-; entonces, por
qué no puedes hacerlo ahora?
PRASE LIMA VEZ LM HERMOSO MLANFIA LLAMADO TIERRA 1
—No puedo —dijo el pequefio animal—por-
que ya no quedan drboles, ni minerales, ni
plantas, ni animales. Ya no queda nada. La
isla es s6J0 una reca desnuda.
Pedro, Arsenio, Inelia y Andrea miraron
sorprendidas a su alrededor.
Hacia mucho tiempo que no miraban la
isla, preocupados como habian estado de te-
ner y tener mis cosas, El cangrejo rojo tenia
razGn: quedaba s6lo la roca desierta, sin aves,
sin vegelacién, con solamente des enormes y
atrogantes castillos de piedra.
—,Sabes, Arsenio? —dijo Pedro-, no s¢ para
qué quise tener rejas y cafones,
—Nos sobran piezas y muebles —reconocidé
Inelia~, ¥ también ropas y adernos.
—Creo que hemos destruido nuestra isle
pidiendo cosas que no necesitdbamos —dijo
apenado Arsenio; hemos derrochado todas
sus recursos y bellezas creyendo que eran
inagotables.
—;Qjali pudiérames recuperar nuestra her-
mosa isla! -exclamaron todos, pensando ¢n
lo mismo.
=jPuedes concedernes un altimo deseo?
=preguniafon,20 SAUL SCHROLNIE,
Siempre que sea transformar una cosa en.
otra, puedo hacerlo —les contesté el cangrejo.
Si, si dijeron todos a un tiempe—; lo que
queremos cs que vuelvas a cambiar todas las
cosas para que la isla sea nucvamente lo que
era antes de que te conaciéramos.
—Pero desapareceran los castillos, los mue-
btes elegantes y casi tado lo que ahora posecn
-tes advirtié el cangrejito raja. ¥ como ellos
estuvieran de acuerdo...
“Clip clap, clip clap, clip clap” oyeron,
como si fueran miles de pasitos recorriendo
ja isla. Desapareciéron los castillos, las rejas
y todas las cosas elegantes y superfiuas; y re-
aparecicron los grandes drboles y los animales:
salvajes, y s¢ llenaron los tineles y los pozos.
La isla reverdecié quedando como antes habia
sido,
También aparecieron jas cabaiias, las ropas
sencillas y los pequevios botes, y todo sucedié
en menos tiempo de lo que se demoraron en
pestafiear.
—Gracias, cangrejito -le agradecicron—
jMuchas gracias! Ahora aprovecharemos, sin
abusar, de las riquezas de nueswa isla —y se
encaminaron hacia sus hogares.
ERASE UNA VE UN HERMOSG PLANETA LEAMADO TIERRA 21
Pero Arsenio quedé pensativo, y dirigién-
dase al cangreja le pregunté:
—Dime, ,e6mo has podido lograr que todo
vuelva a ser como antes? gcémo has podido
hacer para que el tiempo haya retrocedido?
gcamo has podido hacerlo?
Y contesté el cangrejo mientras se sumergia:
-He podide hacerlo porque sdlo se trata de
un cuenta.OREJAS Y LA HOJA DE LECHUGA
E. un gran laboratorio vivia un conejite
blance a quien todos Hamaban Orejas. Vivia
con su madre, una coneja blanca, en una jaula
por donde Orejas correteaba todo el dia, micn-
tras la marmd, muy sabia y curiosa, escuchaba
las conversaciones de los cientificos.
De esta manera Ja coneja habia aprendido
muchas cosas,
Orejas también era curioso y observadorrd SA0U SCHROUNEL
como su madre, y siempre, preguntas
muy parecidas a las que hacen todas los nifios
y los congjitos blancos.
“De dénde vine yo, mamd?”
‘,Qué hay mas alia de las estrellas?”
‘Qué hacen tantas personas con mandil?”
La mamd coneja respondia con cariio y
paciencia todas las preguntas de su pequefio
hija.
Un dia, Orejas, mirando a través de los
grandes ventanales del iaboratorio, observG
los maceteros que habla en cllos y mots que
las plantas habian crecida mucho.
Mira, mama —dijo—, mira que grandes estin
las plantas en la ventana.
Tienes rizén, Ovejas —contesié su madre-,
han crecido muy rapido.
-,¥ cémo hacen Jas plantas para crecer? —
pregunts el conejo
{AjG!, pensé la mama, jotra de esas pregun-
las! ¥ acomodindose, respondid:
Buena, ¢s algo complicado de contestar
sin usar palabras dificiles, pero trataré de
hacerlo.
El conejito blanco, al ver que su madre se26 SAUL SCHROGMIE
acomodaba, se senté sobre sus patitas traseras,
movid la cola y s¢ dispuso a escuchar.
Si te fijas, verds que las plantas tienen un
tallo que sale de la tierra. Pues bien, al final
de ese tallo hay muchas raices con las que la
planta chupa el agua del suelo.
~,Por eso las riegan todos los dias? —pre-
gunté Orejas, que, como hemos dicho, era muy
observador.
—Claro -coniesid Ja coneja~, y si miras las
plantas podrés ver que todas ellas tienen hojas.
~Si, mam4; pero son muy diferentes: unas
chiquitas y otras muy grandes...
«wisi es —acepté la mama~. Pero, jen qué se
parecen todas ellas?
‘Orejas pensé-un ratito y respondid: —j Ya se!
En que todas son verdes.
Muy bien —dijo la coneja sonriendo.
—Como esa hoja de lechuga -~agregé Orejas
sefialando una hoja de lechuga que habia en
¢l comedero.
—Asi como esa hoja —respondié su madre.
La Hoja de Lechuga, al oirse nombrar puso
atencidn a la conversacion.
“| Estén hablando de mi
~Y también podras ver —
pensé.
guid diciendo la
ERASE UNA VE2UN HERMOSO FLAMETA LLAMADO TIERRA 27
coneja blanca= que las plantas estén coloca-
das en lugares en que reciben la luz del sol.
El conejito blanca miréd las plantas y vio
que, efectivamente, todas estaban puestas de
modo que recibian la luz del sol.
“Nos encania el sol”, pensd la Hoja de Le-
chuga por su parte.
Cuando los rayos del sol Negan a la hoja
—continué explicando la madre—, ésta recoge
un gas que hay en el aire...
—En el aire? —se extraiié Orejas—; pero si
en el aire no hay nada.
-Oh no, Orejas -le aclard la coneja-, el
aire es una mezcla de muchos gases diferentes
que fi no puedes ver, porque los gases estan
hechos de granitos muy, muy, muy chicos.
-En el aire... -siguié diciendo la coneja—
hay... —pero se interrumpié al ver que Orejas
mirabe fijamente al techo_
—{ Qué miras, Orejas?
—Estoy tratando de ver un granito de gas —
contesté éste.
“Qué conejo tan tonto! —pensd la Lechu-
ga-, jsi ya le dijeron que no se podian ver a
simple vista!”
Pero en verdad no veo nada... {¥ cémo sets SAUL SCH ECLATE
llaman esos gases? ~pregunts ek conejito.
—Los mds abundantes se Ilaman nitrégeno,
oxigeno, didxido de carbone...
—j,Quéeese? —exclamé Orejas.
—Te dije que eran palabras dificiles le re-
cords su mama—
Por ahora nos preocuparemos del oxigeno
y del.
+O... xi... ge... no —repitié lentamente el
conejito,
Bien, y del didxide de carbono.
Pero el conejite Orejas no pudo repetir ese
nombre porque se le enredé totalmente la
lengilita.
“7 Qué conejo tan torpe! —pensé la Lechuga,
que sé crefa muy lista—; s¢ dice diocarbono...
no, oxidio... no, dido de oxicar.. tampoco...
ju bueno, no tiene importancia como se
diga”, —se dijo para consolarse.
—Ya aprenderas a decirlo -lo consolé la
mama-; el didxido de carbone es un gas que
nosotros echamos hacia fuera al respirar, por-
que no nos sirve, y que las plantas toman del
aire. Entonces, usando la luz del sol, lo com-
binan con el agua que absorben las raices, y de
esa manera fabrican su propio alimento.
ERASE UNA VEZ UN HERMOSO FLANETA LIAMADE TIERita 28
“Exacto —pensaba la Hoja de Lechuga—: asi
lo hago yo. }Qué habil soy!”
Mientras tanto, Orejas se habia puesto a
soplar y resoplar.
-4¥ qué haces ahora? —, le pregunté su
madre,
-Estoy dindole de comer a las plantas -ex-
plicé él.
“(Pero qué conejo tan, tan tonto!, pensé la
Hoja de Lechuga, que si era muy tonta.
No es necesario que te esfuerces ~dijo la
coneja— hay mucho diéxido de carbano en el
aire, y de todas maneras ti siempre lo estas
echando fuera al respirar.
Orejas se calms,
—LY qué echamos para adentro? —pregunto.
—Esa es una buena pregunta —aseguré la
madre—; nosotros aprovechamos el oxigeno del
aire, el gas que las plantas expulsan porque a
ellas no les sirve. Por eso las plantas son tan
importantes —agregé la sabia coneja—, porque
ellas, al alimentarse, dejan libres grandes canti-
dades de-oxigeno. La verdad es que sino fuera
por las plantas ningtin animal podria vivir en
nuestro mundo.
{De veras? ~pregunté asombrado Orejas.wo SAUL SCHEOLNIE,
“Pues ,qué crees ti? —pensd la Lechuga-,
yo soy mucho mas indispensable que todos
—Claro —dijo la coneja-, las plantas pro-
ducen mucho oxigeno y limpian el aire del
diéxido de carbone, que es un gas venenoso
para los animales.
Orejas aguanté la respiracién y empez6 a
ponerse colorado.
Su madre se dio cuenta y lo calmd,
—No te asustes, hijo; es preferible que res-
pires: no te pasard nada pues hay muy poco de
ese gas en el aire.
—Uf-respiré Orejas—: menos mal.
“Pero en realidad, qué conejo tan, pero tan,
tan tonto”, pensé la Lechuga, que no entendia,
a los conejitos.
~Y ésa es la manera como crecen las plantas,
comiendo mucho durante todo el tiempo que
reciben luz.
“Efectivamente asi crecemos”, penso la
Hoja de Lechugs.
-¥ los conejitos también deben comer
mucho para crecer -termind de decir la sabia
mamé coneja haciéndole un carifio con su
hocico a Orejas.
ERASE UNA VEZ UN HERMON PLAMETA LLAMADO TIERRA 37
“(Muy bien dicho! —pensé la Hoja de Le-
chuga-; jsi comes mucho, Megards a ser tan
grande aunque no tan inteligente como yo, y
hasta e3 pro...”
Pero la fastidiosa lechuga no pudo seguir
pensando porque en ese momento Orejas sc
acered al comedero y se la comié.YO COMO, TU COMES. EL COME
Crew flor amarilla florecié junto a la
laguna.
Era la primera flor, hasta donde ella alcan-
zaha a ver, que florecia.
Fi viento inclind su largo talle y la florse con-
templé en el agua quieta y hablé a Los grillas.
-[Qué maravillosa soy! les dijo—, jy qué
importante! ,Saben que el agua de la laguna, la
tierra, toda esta planta con sus raices, el sol y el
aire, todes, todos trabajan para que yo exista?aa SallL SCHKOUNTE.
—Chirtr —contestaron los grillos.
Enese momento, una mariposa que revolo-
teaba se posé en a flor.
—(Claro que eres importante! —le dijo-- porque
sirves para que yo me alimente —y con su larga
trompa comenzé a beber cl néctar de la flor.
~jQuién te ha dado permiso para robar mi
néctar? —pregumté ésta indignada.
~_Pemnise? —exclamdé extrafiada la maripo-
sa~, pero si las lores estiin hechas sélo para
que nosotras podamos comer... -y se fue vo-
lando.., —y podamos volar y ser hermosas..
La mariposa iba tan abstraida pensando en
su belleza que no se dio cuenta de que una
libélula la observaba.
Qué presumida! —le dijo la libélula a una
lombriz-, [No sabe ni volar bien! —y agregd—
Por supuesta, mi vuelo es mucho mds seguro
~y volando directamente hacia la mariposa,
la cazé con sus poderosas mandibulas antes
que ésta pudiera escapar.
Se detuvo en una piedra junto a la laguna,
—Puede ser que tengas lindos colores —afla-
dig-, pero tienes mejor sabor —y se la comid.
Desde el fondo de la laguna, dos sapos con-
templaban la escena,
ENASE WHA VEZ UN HERMOSO FLAMETA LIAMADO TIERRA 39
-{Mira esa libélula! —le dijo el sapo viejo
al sapo gordo— se esté comiende a la maripo-
8a, ,Creerd acaso que las mariposas son para
comer?
La libélula, posada en la piedra, permane-
fa muy quieta tomando el sol.
—No sé —contesté el sapo gordo, que era
muy conversador y glotén-, lo que si sé es
que las libélulas son un bocado delicioso.
Y desdoblando su larga y pegajosa lengua
atrapé a la libélula y se la comié de un solo
bocado,
—Nunea he probado comer mariposas
—agregé, pero el sapa vicjo, notando un lige-
ro movimiento en el agua y presintiendo un
peligro, ya se alejaba. VY hacia bien, porque la
tenue agitacién del agua la habia ocasionado
una culebra deslizindose en la laguna.
—Por lo demas, ja quién le pueden importar
las mariposas? —continuaba diciendo et sapo
gordo sin darse cuenta de que su amigo ya no
lo escuchaba—, cuando lo interesante es que
haya muchos bichites para que nesetros los
sapos, los amos de la laguna, podamos comer
y saltar y comer y croar y comer y...
‘Tan distraide estaba ¢] sapo hablando sobreSAUL SCHROLNEK
las cosas apetitosas para comer, que no sintid
la presencia de la culebra hasta que ya fue muy
tarde,
Abriendo su enorme boca, la culebra se
iragé al sapo.
“)Qué tontos son todos estos animales! —se
dijo—; se creen tan importantes, cuando en ver-
dad no son mas que un poco de com
mi, que soy la mas astuta, la mejor c:
la mas clegante de todas las criaturas.”
Anochecia en la laguna; todos los animalitos
que durante el dia correteaban, se ocultaban.
en sus madrigueras o en pequefios rincones.
para pasar la noche; y todos los animales que
durante el dia habian dormido comenzaban a
despertar para busear su alimento.
Una lechuza, parada en la rama baja de
un arbol cercano, ya habia abierto los ojos,
e inmévil, babia oido a la culebra y la habia
vista comerse al sapo y luego quedar flotando
perczosamente sobre el agua,
—(Uhu! —dijo la lechuza--, ahi esté mi desa-
yuno ~volé refiexionando: “;Qué privilegia-
das somos las aves, que vemos desde lo alto
el ir y venir insensato de las pobres criaturas
terresires!”" SADL SCHROLNIE
—jUho! le contesté el viento del anochecer:
-Si, sefior, lo que yo hago —continus la
lechuza- si que tiene sentido y esta muy bien
calculado.
La culebra hize on movimiento y la inex-
perta lechuza, que no le habja quitado la vista
de encima, se dejé caer sobre ella y la apresé
con as garras y el pico.
La culebra murié casi al instante, pero con
la cola hirié gravemente un ala de la impetuosa
y torpe lechuza.
‘Sin embargo. aun herida, ésta logré llegar
a laorilla y alli se comié a la culebra; pero al
no poder volar, se eché al suelo.
Aquella noche llovid con fuerza y le lechu-
za murié a causa de su herida, del frio y de la
humedad.
La lluvia prudujo derrumbes y el cuerpo
quedé cubierto de tierra y piedras junto a la
laguna.
En poco tiempo, debido al trabajo de jas
hacterias, los restes del ave se coavirtieron
enabono.
Abono que las raices de una planta reeogieron.
disvelto en el agua y enviaron al otro extremo,
donde una pequefia flor amarilla florecio.
EASE UNA WIE UN HERMIOSO PLARETA LLAMADO TIERRA 39
—Qué maravillosa soy —les dijo ésta a los
grillos— y qué importante. ;Saben que el agua
de Ja laguna, la tierra, toda esta planta con sus
raices, el sol y el aire, todos, todos trabajan_
para que yo exista?
~Chirnr —contestaron los grillos. En ese
momento, una mariposa que revoloteaba se
posé en Ia flor...SE NECESITA UN RAYO DE SOL
AXteiendia jugaba distraidamente en el
jardin, no lejos del lugar en que habia dejado
Ja planta que su abuela Nena Ie regalara.
De pronto le parecié escuchar una vocecilta:
—Nifiita..., nifiita...
yQuién me lama? —pregunté extraiiada,
miranda hacia todos lados.a sade SCMMOLNIK
—Soy yo..., desde una hoja de tu planta —dyo
la voz.
Alejandra mirdé la planta con atencién.
~No veo nada —dijo.
—Es que estoy adentro de la hoja y soy pe-
quefisima.
=. ¥ cémo quieres que te vea si estis dentro
de la hoja? —pregunté Alejandra—.
~Quién eres? —Soy una Molécula de Cloro-
fila —dijo la voz.
—No sé fo que es eso —insistid la nifia
Te lo puedo explicar, pero me gustaria
que vinieras a acompailarme —pidié la va-
cecita,
—,Pero como quieres que te acompafie? No
puedo meterme adentro de la hoja. Soy muy
grande, no quepo.
—Puedo hacer que ti quepas..., este... ,e6mo
te Hamas?
—Me Haro Alejandra.
—Algjandra, sdlo tienes que cerrar los ojos
y la boca, y apretarte la nariz. Entonces yo
contaré hasta tres.
Estoy lista —avis6 Alejandra, haciendo lo
que se Je pedia,
—Uno... dos... -y tres! —Alejandra se desinfid
EWASE Ua VEZ UN MERMOSO: PLANEETA LIAMALG THeabA AP
como un globo pinchade y se achicd... y se
achivs... y se achicd.
-YWa puedes abrir los ojos —le indicd su
amiga,
La nifia abrid los ojos.
Todo era de un color verde sombrio,
Frente aeila habia algo muy verde, redando
y aplanade como una tortilla de espinacas,
y era de su mismo tamafio. La tortilla hablo
entonces y te dijo:
—¥o soy la Molécula de Clorofils.
Alejandra estaba tan asombrada que sdlo
pude responder:
.[Holat...
Deseas preguntarme algo?
Si... este.
—titubed Ja nifia—, no te veo ni la cabeza ni
los brazos ni Las piernas...
~No me los ves porque no los tengo.
Nosotros estamos hechas de otra manera, es-
tamos hechas de 4tomeos, Por ejemplo, yo estoy
hecha de dtomos de carbono, de hidrégeno, de
oxigeno, de nitrégeno y de magnesia,
-jCudntes dtomos tienes! —-observé Ale-
jandra.
-Si-—afirmé Clorofila—, soy may complicada.“ SAIL SCHEOLNIK,
Y de qué tamafio son ustedes..., es de-
cir... somos nosotros? —pregunté Ja nifia,
recordando que ahora ella media lo mismo
que la Molécula de Clorofila.
-Imaginate que la Tierra se achicara igual
come th te has achicado, entonces la Tierra
tendria el tamafio de una gota de agua
Pero Alejandra ya no se asombraba de
nada.
—Asi es que estamos dentro de una hoja
—afirmd.
—Asi es. Y¥ mas precisamente, estis dentro
de un cloroplasto.
Alejandra ahora podia ver mejor.
Miré ouevamente a su alrededor.
Vio enonnes y altisitnes edificios redondos
come pilas de monedas, unidas entre si por lar
gos y finos puentes. Era como una gran ciudad
También vio infinidad de Moléculas de Cloro-
fila, pero todas estaban come dormidas.
—Todo estd tan quicto —observd.
-Ese es nuestro problema y por eso te he
llamado -indicé Clorofila—
Mira -y sefialé fuera del edificio en que se
encontraban.
Alejandra pudo ver unos objetos pequesios46 SAUL SCHKOUNIE
y negres que Horaban desconsoladamente:
~Buh... Bub.
—(Por qué Uloran? —pregunté.
-San Moléculas de Diéxido de Carbono y llo-
ran porque los echan de casi todas partes. |jCeQ-
daés!..-llamé Clorofila. Que te pasd-a ti?
-Snif,...A mi me echaron de los pulmones
de un nifio diciéndome..., snif.... que ya no
servia..., snif -contesté un CeOdds.
Yami me expulsaron por la chimenea de
una fabrica.... snif.... y a él lo arrojé fuera un
voleén.,. ;Buunuuh! —dijo otro.
—.Por qué fes dicen CeOdds? —pregunta
Alejandra.
—Les decimos asi porque ellos estan hechos
de un dtomo de carbono, Ce, y dos de oxigeno,
‘O dos.
-;Y estin Morando porque también los van
a echar de aqui?
-jOh, no —exclamé Clorofila~. Elios son
muy dtiles para las plantas, pero siempre que
nosotras les ayudemos, y ahora no podemos
hacerlo; por ese lloran.
Alejandra puso cara de interrogacion.
-Ven, te mostraré le dijo su amiga.
Y levé- a la nifia hasta el inico tugar al cual
PHASE UNA VEZ UN HERMOEG PLANETA LLAMADE? TIERRA 47
llegaba un rayo de sol. Alii habia otra Molécula
de Clorofila, juste debajo del rayito.
Esta comiendo sal —explicé Clorofila—.
Nosotras nos alimentamos directamente
con los rayos del sol.
De una cafferia, en ese momento... jplop!...,
cayd una bolita transparente.
~Es una Molécula de Agua que nos envian
directamente desde las raives —dijo Clorofila, y
agtegé a modo de explicacion—: HachedosO.
—Yo sé por qué se Hama asi —la interrum-
pié Alejandra—; es porque esta hecha de
dos dtomos de hidrégeno y uno de oxigeno,
verdad?
Ea ese momento la Molécula que estaba
comiendo sol se acercé a la bolita transparen-
te y jpum! de un golpe la partié en dos,
Los dos dtomos de hidnégeno quedaron
muy abrazaditos en el piso, mientras que él
de oxigeno comenzdé a flotar.
Cayé otra bolita, y jpumn! volvid a suceder
lo mismo; otros dos atomos de hidrégeno
quedaron en el suelo, pero ¢l de oxigeno volé-
a jumtarse con ¢] que flotaba, y entre ambos
formaron una Molécula de Oxigeno que se
elev y se elevé..,8 SAUL SCHROLMUK
—jCuidado! —grité Alejandra-; cl Oxigeno
se estd perdiendo...
—No te preocupes, Alcjandra, ese Oxigeno
sale al aire y seré usado por todos los seres
vivos para respirar.
—, Quieres decirme que ustedes producen
el Oxigeno que nosotros ulilizamos? —pre-
gunté maravillada Alejandra.
Asi es —contesté muy orgullosa Clorofila—
todo el Oxigeno. —Entonces se agaché y reco-
giendo dos dtomos de hidrégeno se los entregé
auna Molécula de Didxido de Carbono.
-Toma —te dijo-; no llores mas, te los
regalo,
~Snif, muchas gracias, snif —contesté éste,
y recibiéndolos, los apreté fuertemente y
empezo # crecer y a ponerse blanco, Pero
como tratara de no seguir Iorando, jhip!,
se le escapé un dtomo de Oxigena que cayd
sobre dos de hidrégeno que estaban quicte-
citos, y se unié a ellos formando una bolita
lansparente que se alejé rodando.
—jUna Molécula de Agua! —exclam6 en-
qusiasmada Alejandra~.
jOye!, gadénde vas? —le gritd,
-Me voy aevaporar..., saldré al aire como
ERASE UNA VEZ UN HERMOSC PLANETS LAMADO TIERRA 4
vapor de agua y me iré en una nube blanca
a viajar por el cielo ~contesté desde lejos
la bolita.
—jQueé entretenidas son ustedes las Molé-
culas! Se pasan dtomos de una a otra y van
cambiando.
Es como si yo me pusiera las patas de un
conejo, las alas de un pajarito y la barba de
mi abuelo.
~Entonces ya no serias Alejandra, sino
otra cosa -dije Clorofila—. Y eso es exacta-
mente lo que nos sucede a nosotras,
~Pst, pst oyeron entonces que alguien Ila-
maba-~. ,Dénde estén mis cinco gemelos?
—Tienes que tener paciencia, CeHachedas®
—le dijo Clorofila 2 In sustancia en que se ha-
bia convertido el CeOdés al recibir los atamos
de hidrégeno y perder uno de Oxigeno
Alejandra caloculé mentalmente y Negd
a la conclusiém de que cl nombre CeHa-
chedosO era el que cormespondia a aquella
sustancia,
No tuvieron que esperar mucho por los
cinco gemelos, pucs muy pronto aparecieron
Entonces, formanda una ronda, se fueron
bailando.ae SAUL SCHROLNIE
—Entre los seis forman una Molécula de
Azucar —le dijo Clorofila.
—Entonces ésia también es una fibrica de
azicar —se admiré la nifia— jCudntas cosas
hacen ustedes!
—Haciamos —aclaré Clorofila—; ahora no po-
deroos hacer ninguna porque nos falta nuestra
comida, la luz del sol.
—Pero eso puedo remediarlo yo muy ficil-
mente —exclamé Alejandra,
Eso pensibamos nosotras.
—Vuelve a convertirme en una nifia grande
—pidis, y cerré los ojos y la boca con fuerza
y se apreté la nariz. Esperd a que Clorofila
contara hasta tres y abrié los ojos.
/Ahf estaban el jardin y la casa, y tambien
el macetero con la planta que su abuelita le
habia regalado.
~jQué descuidada soy! —se dijo; dejé mi
planta en Ia sombra.
Se agacho, tomé el macetero y lo coloed
al sol.
Le parecié entonces oir unas vocecillas que
salian de todas las hojas de su planta: —j;Gra-
cias, Alejandra...! —deeian—, ...gracias...
KULUM, EL HUEMUL TRAVIESO:
E n lo mas oculto del bosque, donde rara,
vez alumbra la luna, esta cl territorio de tos
huemules. Son los huerules del basque. Ellos
s¢ alimentan de hojas y hierba tiema. Ali viven
también el pudd, la comadreja y el puma, junto
con muchos pequefios animales y pajaros y
fiores de colores brillantes. La vegetacién es
exuberante debido a la Wuvia y a la humedad
permanente.sa SAU} SCHIOUNAK.
En medio de este bosque templado, entre
soigies, alerces y robles, en un rincén de La
guila, nacié Kulum, el huemul travicso.
Kulum era hermoso y tebusto, pero muy
descuidade, Todos los huemules caminaban
por senderos, pero él corria por cualquier parte,
destruyéndolo todo.
—Kulum —le decia su madre—, no rompas
jos arbustos.
{Pero, mama! Si es tan lindo pisar las ra-
mas para que crujan.
Su madre callaba, pero los otros huemules
movian las orejas demostrando su enojo.
Todas se acereaban al remanso del arroyo
para beber y refrescarse, teniendo mucho cui-
dado de no ensuciarlo, pero Kulum entraba
cortiendo y removia el barro enturbianda el
agua.
-Kulum —le decia su madre—, no entres
corriendo al agua.
—{Pero, mama, si es tan agradable salpicar
hacia todos lados!
‘Su madre callaba, pero los huemules mo-
vian sus orejas en sefial de disgusto. Kulum
salia del agua mojando a los pequefios ani-
males, perseguia a Jas mariposas y sacudia
ERATE UMA VEZ UN MERMOSO MANETA LLAMADG TIERRA SB
las ramas de los arboles para espantar a los
pajaros.
-Kulum —le decfa su madre—, no debes mo-
lestar a nuestros vecinos.
—(Pero, mamti, si es tan divertida verlos
‘correr cuando se asustan!
La madre callaba, pero todo los huemules
movian indignados sus orejas.
_ Pasaron los afios y el pequefio huemul cre~
cid..., pero seguia causando los mismos des-
trozos. Todos estaban enojados con él. ¥ par
eso, pensando que lo regafiaban demasiado,
Kulum decidio marcharse,
Y asi lo hizo. Pasé junto a varios lagos, to-
dos muy hermosos, pero siguié caminando...
hasta que, ya muy lejos de su hoger, aunque
siempre en el bosque templado, encontré un
bello lugar, frondosos arboles, una laguna de
aguas claras y amistosos animales,
Alli se quedé Kulum a vivir, Sin embar-
9, como estaba acostumbrado a correr por
cualquier parte destruyendo la vegetacién, cn
poco tiempo rompié los arbustos y la hierba
de su nuevo hogar. Y como estaba acostum-
brado a chapotear descuidadamente por ei
agua, en poce tiempo la laguna se convintié34 SAUL SCMROLICE
nun fodazal. ¥ como estaba acostumbrado a
molestar a los vecinos, ¢n poco tiempo, éstos,
disgustados, abandonaron aque! sitio.
Asi, pues, Kulum se qued6 solo, en un lugar
feo y descuidado.
—Bueno -se dijo—, jque ldstima que esto este
tan poco acogedor! Tendré que buscar otro.
paraje mas aceptabic.
Y partié.a buscar un paraje mas aceptable,
Caminé hasta que los drboles escasearon. El
bosque templado fue desapareciendo para
dejar paso a matorrales, espinos, boldos y
algarrobos.
Entonces divisé un grupo de cisnes de cuello
negro y se acercd a ellos.
—;Qué tal! los saludé—. Soy el huernul Kulm
y busco un luger para vivir. Aqui hay una hermo-
sa laguna, pero no veo muchos 4rboles.
—Pues no creo que estes matorrales te sirvan
Para instalante —afinmd un viejo cisne—.
Pero, dime, gqué haces por aca?, ,acaso no
vives en el bosque?
—Es que me aburti en él- mintiéd Kulum, no
queriendo contarle al cisme que habia destrui-
do su territorio—. Me aburri y estoy buscando
algo mejor.
ERASE UMA VEZ UM HERMOS® PLANETA LLAMATIO TIERRA 58
—Te repito que éste no es un buen lugar
para ti. Desde luego no podras esconderte del
puma.
Al oir hablar del puma, ¢l huernul prefirié
continuar su marcha,
De todos modes —dijo—, el pasto y Iss hojas
son muy duros por aqui— y siguié adelante,
comprendiendo que no podria vivir en aquella
zona.
Cruzé, subiendo y bajando, innumerables
eordones cordilleranos y angostos valles,
alimentandose apenas con algunas hierbas y
bebiendo en algun arroyo ocasional, hasta que
Una mafiana, al echar una ojeada hacia delante,
casi no pudo creer lo que veia. Frente a €] se
extendia un largo y enorme desierto.
—Buene— dijo, pensando en voz alta—, has-
ta aqui liega mi busqueda. Es indudable que
ningin huemul puede vivir en un lugar donde
sélo hay arena, rocas y cactus.
—Asi es~ dijo una voz
Kulum vie un zorro que asomaba la cabeza
fuera de su madriguera.
Pero yo quicra seguir. Qué puedo hacer?
—Te diré: algunas veces he salido a cazar
hacia el lade de la cordillera y he visto peque-56 SAUL SCHIEOERE
fias quebradas y zanjones donde hay bastantes
plantas y muchos bocados deliciosgs..., quiero
decir, muches animahites.
Kulum acepté ¢] consejo del zorro y se fue
bordeando la cordillera, subiendo lentamente
hacia Jas grandes alturas.
Fl frio era cada vez mas Intenso y sus palas
estaban Nenas de heridas; él estaba acoatum-
brado a la mullida tierra del bosque y no a la
piedra dura de la montafia.
“) Come puede vivir alguien en estas sole-
dades?”, se preguntaba
Pero de pronto, cuando menos se lo cspera-
ba... aparecié algo increible. Ahi, delante de
i, a pocos pasos, habia... jotro huemul!
Miré hacia todos lados, creyendo por
un momento que habia vuelte sin querer al
bosque, pero no, no era asi. Estaba en plena
cordillera.
Hola huemu) —saludé el aparecido.
—Hola huermul —saludé él. Yo soy Kulum,
hucmul del bosque.
~¥ yo soy huemul de La cordillera le con
festé el otro—; tu primo.
Se hicieron muy amigos y juntos recorrieron:
Ja alta meseta.58 SAU SCHROLNIK
—{Por qué no te quedas a vivir con nosotros?
~te pregunté su amigo.
~Agradezco tu invitacién —le contesté
Kulum-, pero la verdad es que casi no puedo
respirar en estas alturas. Por las noches tengo
mucho frio y en el dia mucho calor. Alla, en mis
bosques...—comenzé a recordar con nostalgia—,
alla en mis bosques el clima es m4s parejo, y
aunque a veces hace frio, no ¢s tan intenso
como acd. No, primo; yo no podria soportar
mucho tiempo viviendo en la cordillera.
—jBueno!, seguramente yo no podria s0-
brevivir en tu bosque— le dija el primo para
consolarle,
Se despidieron y Kulum continud su bis-
La cordillera comenzé a hacerse mas y mas
baja, y poco a poco fue surgiendo la selva
tropical.
Muy répidamente ia selva se hizo infran-
queable y Kulum, agotado, se eché a dormir.
—Schht, no te muevas— oyd que alguicn le
decia despertindolo. El obedecié, buscando
con la mirada a quien le habia prevenido, pero
no vio nada.
-Un jaguar anda cerea— dijo la voz
ERASE UNA ‘VEZ. UN HERMOSO CLANETA LLAMADO TIERRA 59
Kulum seguia sin ver nada, pero prefirid
seguir inmdvil.
Después de un rato la voz volvié a hablar:
—Ahora ya puedes moverte~ la dijo.
Kulum se Jevanié, y al hacerlo su cabeza
golped con algo blando
ky gritaron dos voces: la suya y la otra,
Miré lo que habia golpeado y vio una cabeza
colgando, y mas arriba los brazos y mds arciba
el cuerpo, y mds arriba, todavia, las patas.
4 Qué haces colgado ali? —preguntd.
—Yo soy un petezoso y asi vive -contesté
éste.
Kulum movi la cabeza, sin entender cémo
alguien podia vivir siempre colgado,
Intenté comer hojas de los extrafios Arboles,
pero tenian mal sabor; le prevocaron incluso
un pequefie dolor,
Al pisar una rama, ésta se ie vino encima:
era una boa. Escapé aterrorizada, hiriéndose
con las lianas y troncos cafdos en el suclo.
Ese dia fue suficiente para que Kulum com-
prendiera que los huemules no pueden vivir en
la selva tropical.
Entonees decidié volver a su bosque.
YY camind y caminé de regreso hasta que Hepauna extensa Hanuca cubieria solo de pasto. Un
animal parado en dos patas se le acencd:
~(fué tal? le dijo. Te apueste a que coro
mis rapide que ti.
El huemul lo miré, Aparecié una vizeacha
de las praderas y se acereé. a ambos.
No le hagas caso —dijo-. El andi es un
pajaro muy veloz; mis veloz que un caballo.
—(JUn pajaro? =pregunté Kulum.
Bueno, jacaso nunca has visto un pdjaro?
—He visto muchos —aclaré—, pero ninguno
tan grande como éste.
=, Quieres comer o no quieres comer? —in-
sistié el fiandi.
Vamos— acepté el huemul y se lanzé a
toda carrera a través de la pampa Pero cl
fiandii era mas rapido que él y muy pronto lo
dejo atris.
Kulum siguié cormiendo hasta llegar a un
viejo ombi, y se echdé a su sombra.
Los dias que siguieron fueron muy dificiles.
E] pasto era duro, no habia arbustos, el sol lo
abrasaba. En mas de una ocasién pensé dejarse
moerir.
Sin embargo, un ciervo pampero viéndolo
tan triste le asegurd que si perseveraba otro
ERASE UMA VEZ UN HERMOSO FLANETA LLAMADO Tike 61
poco, llegaria a los bosques. Al oir aquello,
Kulum coniinué adelante, pues queria volver
a.su hogar y sabia que en la pampa no podria
sobrevivir.
Su esfuerzo se vio recompensado: muy
Pronto comenzaron a aparecer los primeros
Grboles y por fin un bosque parecido al suyo.
Sin embargo, alli tampoco le fue bien,
pues aunque podia comer y beber agua clara,
descubrié que cada rincén del bosque estaba
‘ocupado por otros huemules, y estos lo recha-
zaban,
—Yete~ le decian, moviendo cnojados sus
orejas porque habian oido hablar de él,
—Este es mi territorio y no quiero que lo
destroces.
Kulum agachaba las orejas y seguia cami-
nando. Per un paso cordillerano volvid a cruzar
la momtafia, y asi Megé de nuevo a su propio.
territorio.
Habia pasado mucho tiempo; el aguase habia
aclarado y los arbustos rebrotado. El huemul
se senté a meditar. Habia viajado y visitado
muchos lugares, pero sélo podia vivir en este
bosque.
Entonees oyé unas pisadas leves que sea SAU SCHEOAMEK
acercaban, Era una huemul de pequenas orejas
y fine hocice.
—-Hola, Kulum —to saludo— 4Te acuerdas
de mi?
—Claro que sf; ti eres Kochi. Pero qué
haces aca?
Sali a buscarte, y cuando encontré este lu-
gar tan destruido supuse que era tu territorio, ¥
decidi esperarte.
-Bucno..., yo fai a ver si encontaba un ju-
gar mejor, pero... ~¥ le surgié una duda—, pero
{como sabias que volveria? Los buemules
del bosque estamos obligados a vivir en ¢l, no
pademos hacerlo en otro lugar— respondié la
hmemul, que era muy sabia.
—Tambidn traté de encontrar otro lugar det
‘bosque, pero los otros huemmules fueron muy
males y no me lo permiticron Tezongo.
_Kulum —lo reproché Kochi, th sabes muy
bien por qué la hicieron, y también sabes qué
es lo que debes hacer.
“Esti bien —reconocié él-; ya sé que debo
quedarme aqui y que debo ser mucho mas
cuidadosa,
_Entonces me quedaré contige—ofrecié ella
—y entre los dos arreglaremos este lugar de
ERASE GINA VEZ LIN HIDAIOOSS FLANETA LLAMADO TIERRA 58
modo que vuelve a ser hermoso y acogedor.
Asi lo hicieron. ¥ como la naturaleza es ge-
nerosa, muy prento los datos que Kulu habia
ocasionado quedaron reparados, y todo volvid
@ ser como antes... {Todo?... No; no todo: si
miramos con atencién, veremos a Kudul-Lemu,
como se llama ahora Kulum, caminar com paso
tranquilo por un sendero, seguido de Kochi y
ie tres pequefios huermules que caminan en fila,
tratando de no dar ni un solo pasito fuera del
sendero,¢POR QUE NO SE PUEDE
CAZAR UN DODO?
Ecce isla del Mar
indico, Hamada Isla Mauricio, alla por el ana
de 1660, vivia un tejedor famoso por la cali-
dad de sus esteras y sombreros, Nadie supo
el seereto de fabricacién de los tejidos que
él hacia. Nadie excepto ye. Y como Berto, el
tejedor, murié hace ya muchos afios, creo que
te lo puedo contar,
En la Isla Mauricio crecian esbeltas, pal-
meras, de cuyos frutos, unos coquilos queco SAUL SCHOOL
tenian la ciseara dura y grucsa cubierta con
una capa de fibras, y que no eran mayores que
un hueve de gallina, nuestro tejedor obtenia
el material para sus trabajos.
~Teresa —le decia a su mujer, vamo¢ a ver
si ya los cangrejos dejaron sus nidas.
—Ya voy, Berto —contestaba ésta, y ambos
bajaban a la playa y buscaban al pie de las
palmeras, entre las plantas de orquideas.
Me preguntaras: jué tienen que ver los
nidos del cangrejo Birgo con los tejidos de
Berto?... Dejemos que él mismo nos cuente:
~Este es mi secreto, Teresa —le decia a su
mujer mientras recogian nidos-, los cangre-
J98 arrancan la fibra que cubre los cocos y la
ablandan hasta dejaria convertida en suaves
hebras con las que fabrican sus nidos.
~¥ td utilizas esa fibra suave en vez de
la fibra dura del coco para hacer tus tejidos
—decia Teresa, que admiraba la habilidad de
su marido.
~Asi es —contestaba orgulloso el tejedor.
Durante la primavera la playa se cubria
de orquideas rojas y los Chupamieles, unos
pequefios pajarillos, revoloteaban junto a Jas
flores, tomando su néctar.« SAUL SCHROLNIE
Lo que no sabian Berto y Teresa, es que los
Chupamieles, ademas de tomar el néctar de las.
flores, pemmitian la polinizaciéa de las orquideas,
pues sus cabecitas se impregnaban del polen de
las flores, transportindolas hasta otras.
Las semillas de orquideas caian en las
grictas de los troncos, y la planta crecia luego
artastrandose por la arena.
Acsu vez, los Chupamieles construian sus
nidos en las palmeras de uno y dos afios. pues
aestos pdjaras no les gustaban la dureza de las
hojas de los arboles viejos.
Qué hariamos nosotros sin las palmeras?
habia pregurtado en cierta ocasién Teresa.
Mejor ni pensarlo —habia respondido Ber-
to—. Sin las palmeras no tendriamos los cocos.
ni los nidos de cangrejo..., mejor ni pensarlo,
jPero estaban los Dodos! -|Berto.... Ber-
to... -gritaba Teresa cuando divisaba algumo-,
ahi hay otro de esos pajarracos...
¥ Berto, armado de un garrote, salia a per-
seguir al Dodo y lo golpeaba hasta matarlo.
(Quieres saber por qué Berto los mataba?
Pues porque el Dodo se tragaba de un boca-
do los cocos que tanto necesitaba el tejedor.
El Dodo, grande como un pavo y parecido
PRASE UMA VEZ UM HERMGSG PLANETA LEAMADO-TIERRA 69
4 una paloma, corria y corria, pues no podia
volar, pero como era muy torpe y pesado,
siempre cra alcanzado por Berto. Hasta que
un dia...
Sucedié que ya no hubo mas Dodos. Berto
los habia matade a todos. No quedaba nin-
gune, Ya nadic se comeria los tan preciados
frutos de las palmeras. Ya no habria mds
problemas.
~jPor fin! -le dijo Berto a su mujer—. Se
acabaron los Dodos, no hay nada de qué pre-
oouparss,
jPobre Berto! jNo podia saber lo que su-
eederia!
Pasé un aio... ¥ todo parecia ir igual que
de costumbre, pero algo Namdé la atencién de
Teresa.
=iTe has fijado, Berto, que no hay retofios
de palmeras este aflo?
—jPara qué te preocupas, mujer, si hay tantas:
palmeras? —le contest el tejedor.
Al afio siguiente sucedid lo mismo: ni un
solo retofio aparecié en el lugar. Entonces
ambos se preocuparon un poco, pero come.
habia tantas palmeras pronto olvidaron aquel
extrafio fenémeno.0 SAUL SCHEDLNIK
Y abora te contaré un seereto que ni Berto
‘ni su mujer supieron:
‘Yo sé por qué no aparecieron palmeras nue-
vas en aquel lugar, es mas, por qué desapare-
cieron las palmeras, pues los arboles se fueron
haciendo viejos y fueron muriendo, y ningin
nuevo retofio volwid jamas a aparecer.
No habis palmeras nuevas porque ne habia
Dados.
Normalmente los cocos caen al suelo y des-
pucs de un tiempo, como ti sabes, el embridn,
en su interior produce una raiz.
La raiz crece, y jplofl rompe la cdscara y
Se entierra en la arena y jplump! entonces un
diminuto tallo verde sale al aire, y al cabo de
un par de aiios otra gran palmera agitaré sus
‘hojas junto al mar,
Berto creia que aai debia suceder.
—Ahi estan los cocos, jno veo por qué no
brotan —exclamaba indignado.
Pero las palmeras de la Isla Mauricio eran de
otra especie; sus frutos, como sabemos, tenian
la cascara tan dura que la raiz, por mas fuerza
que hiciera, no lograba romperla...
¥ no habria brotade ninguna palmera...
Pero el Dodo... ;Recuerdas que el Dodo se
ERASE UNA VEZ UN HERMOSO PLANETA LLAMADO THLRRA 71
rragaba de un bocado los pequefies coquitos?
[Claro que ¢l lo hacia porque era muy glotém!
Y ahora te diré lo que ni Berto ni Teresa sa-
bian.
El coco simplemente pasaba de largo por
todo ¢] sistema digestivo del Dodo. Alli los
miisculos trituradores y los jugos digestivos lo-
graban reblandecer la dura cascara, pero no la
deshacian totalmente, asi es que, finalmente, ef
coco era eliminade junta con todo e} alimento-
no digeride y volvia a quedar en Ja arena.
Y recién entonces, jplofl, la raiz lograba
romper la cascara, ahora reblandecida, y se
enterraba en la arena,
Y jplump!, un diminuto talle verde salia al
aire ¥ muy pronto se convertia en otra hermosa
palmera.
Coma puedes ver, era el Dodo cl que al tra-
garse aquellos frutos permitia que las palmeras
se reprodujeran, desaparecieron los Dodos y
no hubo palmeras nuevas.
Sin embargo lo terrible sucedi al tercer
aio...
No he visto ningtin Chupamiel esta prime-
vera —le dijo Teresa a su esposo.
Tienes razdn, Teresa —respondié Berto—n SAUL SCHKOLNIK
Bueno, seguramente volveran cl aio que
viene,
Berto no sabia que los Chupamicles no
volverian. Ti si lo sabes, pucs sabes que ellos
hacian sus nidos sélo en las palmeras de uno
y dos aftos...-y no habia palmeras jévencs, por
Jo tanto los pajaritos simplemente se fueron a
otras partes,
Pero al irse los Chupamieles nadie polinizé
las orquideas, y al afio siguiente tampoco hubo
plantas de orquideas. ¥ tampaco hubo nidos
de cangrejos Birgo, porque estos cangrejos no
encontraron las plantas donde hacerlos.
Y al cuarto afto, cuando Berto-y Teresa baja-
ron a la playa a buscar nidos de cangrejo para
usar la fibra suave, no encontraron nada.
—Berto -dijo Teresa un poco asustada—,
iqué habra pasado? No hay ni un solo nido
de cangrejo.
—Tienes razdn, mujer, y esto si es terrible,
porque mis tejidos ya no seran los mismos de
antes; no seran tan suaves ni tan hermosos.
—¥ ya po te compranin las esteras ni los
sombreros —repuse lorando Teresa.
—(Qué habrd sucedido? —se preguntaron
ambos, sin saber que ellos mismos eran los
ERASE UNA VEZ UN HERMOSO PLANETA LLAMADO THERA 72
responsables de cuanto les ocurria por haber
matado a los Dodos.
Ellos no Jo sabian ni podian BEES pero
tii si lo subes, asi es que si ves alguno, cosa
que no serd fiicil, sabras por qué no se puede
cazar un Dodo,‘ODO UN GRANITO DE SAL!
S ocorro... socorro [Me han robado!
—Oiste eso, mama. Alguien esti pidiendo
ayuda...
—Yo no escuché ningtn grito —dijo su
mamd.— Y ahora, tomate fa sopa... jy no le
eches tanta sal!
jrmmm -murmuré la nifia Henando la
cuchara. Pero cuando la levaba a la boca...
—Socorto..., socorre —volvid a escuchar,78 SAIL SEAISOLNK
Miré a su madre mientras ésta se alejaba ha-
cia otro laboratorio. Aprovecharia su ausencia.
Cerré con fuerza los ojos, la boca y hasta los
cides; apreté con fuerza los pufios y comenz’
a contar.
ne, dos y...
—En verdad habia sido un dia extraerdinario.
Por alguna razén ya olvidada, no habia ido
al colegio y, como tampoco podia quedarse
sola en la casa, su mamd la habia evade al
laboratorio en que trabajaba. Y ahora... jla
posibilidad de una aventura!
— dos .y ...tres! ¥ comenzé a achicarse
y achicarse, desinflandose como si fuera un
globo, hasta quedar tan diminuta que nadic
podia verla.
Lentamente abrié los ojos... ;,Dénde ha
bria ido a cacr esta vez? Se hallaba parada
frente a un mar leno de... [leno de... jBue-
no}, lene de nubecitas, grandes y pequefias
y de todos colores. A su espalda una alta
ecordillera color crema se alargaba hasta
perderse de vista
También alli flotaban o caminaban cn pe-
quefios grupos esas... nubecitas.
—{Secora, socorro..., me han cobado mi capa7 SACK SGrOROUNIK,
externa...! Y¥ no voy a ser mis Sodio...! -oyd
entonces qué gritaba una de esas nubes.
Era blanca come la plata y muy grande, y bri-
Ilaba tanto que parecia como si tiritara de frio.
Alejandra se acercé a ella:
—,Puedo ayudarte en algo? —-respondid
Ja nube—. Detén a esa Cloro ladrona que va
arrancanda,..
Alejandra miré hacia el mar, efectivamente,
una pequetia nubecita amarillo verdosa y muy
opaca trataba de alejarse rapidamente. La nifka
se dispuso a correr, pero se le ocurrié que no
sabia qué era lo que esa nube le habia robado
a ésta.
—Oye —pregunté—, qué te robaron?
—El electrén que forma mi capa externa...
—se extrafid ¢sta, y rodé un poco sobre si
misma como enfrentando a Alejandra; Oye
agregdé—, qué cosa mds fara eres... no pare-
ces un dtomo... jSeras una molécula?..,
~jOh, no! —sonrié Alejandra—. Soy una nifia
y me Hamo Alejandra.
La nube brillé todavia un pace mas:
~jAjdl -acepté—. Y yo soy un atomo y me
llamo Sodio,
Ahora ella se extraiié:
ERASE UNA VEZ UM HERMOSO PLANETA LLAMADO THEMRA 7%
~,Un dtomo?... Yo creia que tenian otra
forma...
No, ne mi querida jovencita, somos tal y
como ti me ests viendo.
—{,Come nubecitas?
—jAy! |No! ~exclamdé Sodio un poco enaja-
do-, Yo tengo un nécleo formado por protones
y meutrones.
_¥ yo tengo un sistema sanguineo formado
por un corazén y...-comenzé a explicar Ale-
jandra para no ser menos, pero Sodio, bastante
molesto, agregs: ...y luego tengo tres capas de
electrones que giran muy, muy...
-No veo ningiin electron lo interrumpié
nuevamiente 1a nifla.
-jPOR SUPUESTO QUE NO LO VES!
~gritd, furioso, Sodio, Mira mas atemamente:
aqué ves?
Alejandra mird m4s atentamente:
—Tienes raz6n,.. veo unas capas trasparentes.
y muy elegantes.
—Esas capas —cxplicé Sodio tranquilizin-
dose tan ripidamente coma se habia encole-
rizado— estan tejidas por los electrones que se
mueven a enormes velocidades alrededor de
mi nucleo. Yo tengo tres capas, jlas ves?a SAUL SCHEDLNIC
-Sélo veo dos —dijo Alejandra. Pero me-
jor no hubiera dicho nada, porque Sodio se
acordé que le habia robado una y se puso a
vociferar:
—Me han robado mi electron, jya no seré
mas Sodio...
~Yo pensé que teniendo tantos electrones,
uno mas, uno menos daba lo mismo —comen-
6 la con un diome de Hidrageno que se
habia acercado a mirar.
~Asi es—dijo ¢ste—, Tu amigo Sodio con un
electrén menos nn deja de ser Sodio. Claro que
si tuviera un proton menos ya no seria Sodio,
seria un atomo de otro elemento... Déjame re-
si, seria un Atomo Neon... y si tuviera
dos protones menos seria... seri
—Basta, basta, ya entendi —Io atajé Alejan-
dra. ¥ td tienes solo un electron?
—Asi es: un electron y un protén.
—jPor eo eres tan chico! —se burléd clla.
—Pero tengo parientes mas grandes —se de-
fendié el pequeiio atomo—
Yo soy Hidrégeno Protio y sdlo tengo un
protén, pero Hidrégeno Deuterio tiene un
protén y un neutrén en el niicleo, y Tritio tiene
dos neutrones y un protan..
ERASE UMA VEZ UN HERMOSO PLANETA LLAMADO TIERRA 81
ves? —Asf serd —insistié la nifia-, pero si-
gues siendo chico... aunque me da la impresién
que sabes mucho.
—Es que he viajado, y adenuis esos parien-
tes que te mencioné viven en el Sol y en otras
estrellas —dijo Hidrégeno, pero no pudo seguir
porque un grupo indignado de Sodivs comen-
zaba a reunirse a su alrededor.
Oye —pregunts uno de ellos a la nifia-,
gcémo Megaste acd? Alejandra conté enton-
ces que habia oido gritos mientras tomaba la
sopa-: jJusto Ic estaba echando otro poco de
sal cuando...
“iiAAATIIIAAAAAAIN! {ENTONCES
TU ERES LA CULPABLE! —gritaron los So-
dios brillando intensamente.
Alejandra ls miré sorprendida.
~,Culpable yo? —se extrano.
—j(Por supuesto! Nosotros estibamos tran-
quilamente viviendo como Cloruros de Sodio:
cuande ti...
—,.Cémo que? —interrumpié Alejandra.
—Por qué tienes que interrumpir siempre?
-grité Sodio—-. Como Cloruro de Sodio, es
decir, con nuestras sefioras Cloros..., como-sall
Y cuando ti echaste sal en la sopa, el agua que82 SAUL SEHREOLIIIK
hay en ella nos disalvid, nos separd a nosotros
los Sodios de nucstras esposas Cloros... |EN-
TENDISTE?
Pero la nifia, dindose cuenta de que los 4to-
mos Sodios eran muy enojones y explosivos y,
ademas, muy numerosos, habla preferido esca-
‘bullirse calladita. Se fue entonces caminando.a
lo largo de la cordillcra, bordeando siempre el
mar, A poco andar, viendo varias piedras negras
enla playa, decidié senrarse.a descansar, Enton-
ces sintié unos golpecitos suaves en una piema:
era una de esas nubes divertidas que parecian
tener dos orejas como bolitas.
—jEpa! Qué haces? —le pregunté.
~Estoy tratando de hidrutarte..., jacaso no
eres un cristal de algo?
No -explicé la nifia~, no soy un cristal.
_Qué querias hacer? -jQué pena! +Hloriqued
la nube—. Como yo soy una molécula de agua
queria introducirme entre tus dtomes para
hidratarte..., pero parece que estas demasiado
seca, deberé pedir ayuda. Espérame un poco
y volveré con muchas amigas.
-Pues yo creo que sélo eres un globo con
orejas, y bastante ridicule,
-No son orejas, son mis dos dtomos. Hi-
ERASE UMA VER UN HERMOSD PLANETS LLAMADO TIERRA 89
drégeno, y lo que ti supones un globo es mi
dtomo de Oxigeno: ya te dije, soy una molecula
de agua...
=, Moléeula de agua?.,, si, he oido hablar de
Ah! |Por eso estas en esta sopal—, Sopa?
jsopal... [Tid te Hamas sopa? —pregunté la
molécula,
No -1ié Alejandra-, sopa es esto donde
estamos... este mar, esa cordillera,..
-jCordillera eso? {Eso es un fideo!
Oh! —-exclamé Alejandra—.
‘Nunca pensé que un fideo fuera tan grande.
Pero hablaba sola, pues la molécula de agua ya
habia partide en busca de sus amigas.
En esos momentos la nina pude ver también
flotando en e! mar dtomos Azufre con su capa
amarilla, dtomos Fésforo, con capas rojas, ato-
mos Hierro, Magnesio, Carbone como negras
piedras, y otros muchos.
—Pensar que me los ibs a comer a todos jun-
tos records, pero sus pensamientos se vieron
interrumpidos por los gritos de los Sodios que
se acercaban:
=|Ahi est la culpable..., ella nos trajoaca y
por su culpa hemos perdido nuestras esposas
y muestras hermosas capas blancas!Ba SAUL SoHRDLtan
On! |Jams he visto tantos Sodios juntos!
—exelamé Alejandra-. {Nunca mas le echaré
tanta sal ala sopa!
—Vames -le dija un atomo Nitrogeno que
estaba junto a ella~. Sujétate de mi. Como
soy un elemento gaseoso, irataré de ayudarte
a escapar volando.
‘Alejandra no perdié un segundo. Con mucha.
fuerza abrazé al pequeito 4tomo Nilrégcno y
ambos se elevaron poniéndose asi fucra del
alcance de los indignados Sodics.
—Debo hacer alge —pensé la nifia~, me da
pena verlos tan enojados.
—jHacia dénde te Mevo? —pregunta Nited-
geno,
—Hacia alla -sefialé la nifia indicande una
mancha amarillo verdosa—. Allé deben estar las
sefioras Cloros. Debo hablar con elias.
Nitrégeno volé hasta situarse sobre los
&tomos Cloros.
—Escichenme —grité Alejandra desde lo
alto-, quiero proponerles algo; un pequesio
cambio,
“No nos interesa cambiar. Tenemos ocho
electrones en muestra capa externa, somos
estables.
ERASE UNA VEZ UN HERAICISO PLANETA LLAMADO THAT
~Pero podran tener los ocho electrones y
ademas a sus esposos... —sugitié la nifa—.
iY vale la pena! —agregd para convencer-
las—, porque no hay nada tan lindo como el
amor...
Algunas pocas sefioras Cloros giraron para
escucharla mejor. Ellas nc tenian ocho sino
siete electrones en su capa externa, porque no
le habian robado un electron a nadie:
-_.Cémo lo hards? —se interesaron.
-Las volveré a convertiren cristales de sal:
asi podran estar junto a sus esposos Sodios
¥ compartir el electron con ellos... y tendrin
acho electrones,,. —agregd.
—Hay mucha, demasiada agua, no puede
hacerse —dijo una de clas
~Dgame cso a mf —insistié la nifia descen-
diende- Vengan, apilense sobre la palma de
mi mano.
Las sefioras Cloros aceptaron ¢ hicieron lo
que ella pedia; lo mismo logré que hicieran los
Sodios, y entonces, cerranda los ojos y la boca,
volvié a contar hasta tres y crecié y crecié hasta.
volver a su tamafio normal,
Muy despacite abrié la mano...
grado su propésite!
Habia lo-86 SAUL SCHROUNTE
Al secarse, los Sodios habian recuperado
su electrén y las Cloros ahora tenian de muc-
vo asus maridos. ;Y ahi estaban, convertidos
nuevamente en granitos de sal, en cristales de
Clorure de Sodio!
Su madre, que se acercaba con otro caba-
lero, le pregunto:
—,Por qué tienes sal en la mano? —Pero si-
guid de largo sin esperar la respuesta, pues el
caballero le estaba hablando.
—Como usted sabe, colega —le decia—, seria
sumamente interesante poder ver un atomo.
Jamas nadie ha visto ningwao...
Alejandra, que lo habia escuchado todo,
sonrid:
—Eso es lo que usted cree, seer -dijo en
‘voz baja mientras guardaba come recuerdo los
granitos de sal en st bolsillo.
£POR QUE LLORAN LOS SAUCES?
Cou paseaba junto al arroyo. Cami-
nando, caminando, llegé hasta el viejo sauce,
y vomo hacia bastante calor, aproveché su
sombra y se recosté entrecerrands lag ojos.
El sauce contemplé su tierna sonrisa.
—jHala! le dijo.
—{Hola, sauce! —le contesté—. ,Cémo estas?
—Bien —respondid éste, porque era muy ti-
mido; pero se notabs que no estaba bien.SAUL SCHRORMIR
—.. Saaauuce... lo reté clla carifiosamente.
_Si, si, es verdad. Es que estoy muy apena-
do... reconocié el sauce.
“Esta muy apenade ~repitieron las ramas
n hasta el agua.
a
redondas como monedas. |
—jMe puedes contar por qué estas triste?
—Te vas a aburrir.
-No. jCuéntamela como si fuera un cuento!
—propuso Carula.
El sauce callé un momento, recordando.
Las hojas, redondas como Janas_ verdes,
dejaron de agitarse y las ramas dejaron de
jugar con el arroyo para que el sauce pudiera
pensar mejor...
—Hace cae tiempo, un sance crecia, jun-
to a otros drboles, alrededor de una laguna.
Pero no era como tos que ti has visto, con el
tronco retorcido y Ilene de modos: cra un sau-
ce esbelto; su tronco y sus Tamas apuntaban
directas al cielo... No como mis ramas que
cuelgan... —-y movid sus ramas colgantes.
Un dia, un joven que pasaba por el lugar,
viendo el agua tan fresca-y clara, decidié tomar
un bafio,
ERASE UNA VEZ UN MERMOS® PLAMETA LIAMADO TITRRA 69.
~Yo hubiera hecho lo mismo —exclamé Ca-
tula—, Me encanta bafiarmifie en agua fria.
~—jPero cuidado! —prosiguié el sauce,
porque lo que esta joven no sabia, es que en
cl centro de la laguna, que era muy profunda,
habia un peligroso remalino que arrastraba
cualquier cosa que se pusiera a su alcance.
“El joven entré al agua y comenzé a nadar,
pero de pronto... se vio arrastrado por el remo-
line y comenz6 a girar y a girar... y por mas
esfuerzos que realizaba, no lograba escapar
de! mortal peligro”
~iQué horroroso! -exclamé Carula espan-
tada,
—A\ principio, traté de aleanzar nadando la
orilla, pero al yer que esto le era imposible,
comenzo a gritar pidiendo ayuda: “;Socorro...
socorro!™, gritaba. “No hay alguien que me
ayude. {Nadie me escucha?”
Pero nadie respondia porque no habia nadie;
sélo estaban Jos arboles alrededor de ta laguna.
‘Cuando por fin comprendié que estaba solo,
se dirigié al alamo y le pidid:
“Alamo, alamo, por favor baja tus ramas
para poder tomarme de ellas y escapar de este
horrible temalino... ;Por fawor!...”90 SAUL SCHROLOTE
E] alamo no respondid,
“,Sabes?”, insistio el joven, “el otra dia yo
mismo planté una corrida entera de dlamos...
Sino me ayudas,.. jcOmo voy a seguir plan-
tando?” Entonces el dlamo hablo:
“,¥ por eso he de ayudarte? ,Acaso ti
vendrds a ayudarme cuando Iegue el lefiador
y me corte para usar mi madera’
para eso me plantan ustedes, los
para cortarme cuando estoy en la plenitud de
mi vida",
Diindose cuenta de que ¢l dlamo no Ie ayu-
daria, el joven le pidié al aromo:
“Aromo, aromo™, le dijo, “aytidame a salir
de esta laguna... Me estoy shoganda...”. Pero
el aromo no le respondié.
Y volvié @ pedirle: “Aromo, a ti ningtin le-
fiador te vendré a cortar para usar tu madera...
YY jsabes? Yo siempre riego el aromo que crece
frente a mi ventana... Sino me ayudas, ,quién
seguird haciéndolo?™
“No, no... no cs asi!”, se negé el aromo.
“Ti me riegas sélo para arrancarme después
mis flores..., jmis hermogas flores!”
Entonces el joven le pidié al bolda que
lo salvara, pero éste se rehusé a ayudarlo
ERASE UNA VIZ UM HERMOSO PLANETA LIAMADO TIERRA 511
haciéndole notar que las hombres le quita-
ban continuamente sus brillantes y verdes
hojas. Tampoce el palto quiso ayudarlo; a él
Jos hombres lo despojaban de sus frutos.
Mientras tanto el remolino seguia girando y
girando y arrastrando cada vez mas al joven,
cuyas fuerzas ya se agotaban.
Sélo quedaba un sauce...
“Sauce, sance”, Hamé el joven cuando ya
casi habia perdido las espcranzas de salir con
vida de aquel implacable remolino: “sauce,
por favor ayidame... Baja tus ramas pera
poder agarrarme de cllas... No dejes que me
ahogue... Sauce, sauce..
El sauce, que hasta ese momento habla
estado distraido mirando junto con su tronco:
y sus ramas hacia lo alto, y que no habia visto
al joven, lo oyé, y viendo ei peligro en que
se encontraba, sin pensarlo dos veces incli-
nG Sus Tamas hasta que tocaron el agua para
que ¢] las aleanzara. Pero era un muchacho
robuste y, una vez que se hubo aferrado a
ellas, el sauce tuvo que hacer mucha fuerza
para sujetarlo.
Su tronco se dobié una y otra vez, quedando
entero retorcido y las rarmas se inclinaren tantoot . SAG SCHROLATE,
conel . que no pudieron volver alevantar-
se ioe apenen como antes lo habian hecho.
hacia el cielo... Ahora quedaron colgando,
—g¥ el joven? —pregunté Carula.
-El joven... jahf... Pero mira lo que pas6..
Los alamos siguieron creciendo derechos ha-
cia el cielo, bos aromnos siguieron floreciendo
con sus flores amarillas, los boldos siguicrom
teniendo hojas brillantes y los paltos cargan-
dose con grandes frutos, pero nosotros las
Pero zqué pasd con el joven? —-volvid a
preguntar Carula,
Nosotros cambiamos —continud el sauce
sin oirla—. .
Nuestros tronces Se lorcieron ¥ Se
quedaron colpando... —V suspirs tan profunda-
mente que todas las florcitas de los alrededores
s¢ agitaron.
~ ¥ estas apenade por tu figura? —pregunto
la nifa, sin poder creerlo.
—Por ego y porque no servimos para nada
afirmd com pena el arbol. -
—jUn momento... un momenta! —se enojé
Carula levantindose y caminando de un lado
(RASE UNA VEE UN HERMOSO FLANETA LLAMADO TIERRA
para otro mientras hablaba—, me vas a decir
que porque cuatro necios y egoistas arboles
no fueron capaces de hacer una buena accién,
itd sientes pena?
No, noes eso... ~traté de explicar el sauce;
pero la nifia continud:
Has de saber que lo que ellos dijeron como
disculpa para no molestarse en ayudar al joven
no es.-cierto, | No, sefior! Claro que cs posible
que algunos hombres planten alamos sélo para
usar después su madera, pero tambien es cierto
que muchos otros, o incluso ellos mismos, los
plantan ademds para formar hermosos parques
y alamedias.
—jAh! —se asorabré el sauce,
Pero Carula estaba tan enojada que no lo
escuchsd.
Siguié hablande:
...¥ si algunos cortamos las flores de los
aromos o sacameos hojas del boldo o frutos del
palto, ya sea para adornar nuestras casas, 0
como remecio o por lo sabrosos que son, siem-
pre tenemos mucho cuidado de que el arbol no
se estropec, que no le pase nada. ¥ para eso lo
cuidamos, lo desinfectamos, lo regamos...
—Bueno —reconocié el sauce—, es posiblea4 SAUL SCH KOEN TE
que tii tengas razén, pero eso. demuestra que ya
también la tengo... {Yo no sirvo para nada!
Carula se puso entonces a reir y su risa cra
jan contigiosa que todas las hojas . redondas
come buna Hena, rieron con ella,
El sauce estaba desconcertado.
~i Qué crees que estoy haciendo aqui, deba-
jo de tu follaje? le pregunté la nia.
—Te has recostado.a descansar aprovechando
mi sombra —respondie éste, dandose cuenta de
que no cra intiti!, después de todo, que si servia
Para algo. Y recordé que no sélo los hombres
y los nifios, sino también muchos animales,
buscaban refugio bajo sus ramas.
Asi es —asegurd fa nifa— Tu sombra es
muy acogedora, pero debes saber que ni mis-
ma, con tu tronco de formas caprichosas, y
con esas ramas que cuelgan sobre los arroyos
y lagunas, ayudas a hacer mds lindo el campo
y¥ Si... —pero se interrumpis al ver que el sau-
ce se habia puesto a lorar—. {No scas tonto!
“lo reté—. ¢No me digas que todavia ticnes
pena?
—No, jsnifl, no —contesté entre sonrisas y¥
sollozos el sauce, micntras cada una de sus
redondas hojas se iba convirtiendo en una
ERASE UNA VEZ UN MERMOSO PLANEIA LIAMADO TIERRA 95
lagrima alargada-, ahora loro, jsnif?, porque
estoy contento, jsnifl
¥ las hojas sc iban alargando y parecian caer
come lagrimas desde las ramas colyantes hasta
las aguas del arroyo,
Pero no eran lagrimas de pena: eran de
alegria, de alegria de saberse querido y nece-
sitado.
jBah! -se rié Carula~. jfres un sauce
liorén —y tomando una rama se hizo una linda
corona, ¥ se fue, preguntandose qué habria sido
de aquel joven de la laguna..,A CAZAR UNA MOSCA
Frisccatopaaneeynenennsas watucis
¥ mares, o el pequefio de las charcas y pozas
tiene un limite desconocido para casi todos
nosotros, {Saben cual es?
Es la superficie del agua.