Está en la página 1de 195
PENSAR LAS AUTONOMIAS Alternativas de emancipacién al capital y el Estado PENSAR LAS AUTONOMIAS Alternativas de emancipacién al capital y el Estado Ezequiel Adamousky, Claudio Albertani, Benjamin Arditi, Ana Esther Cecefia, Raquel Gutiérrez, John Holloway, Francisco Lépez Barcenas, Gilberto Lopez y Rivas, Massimo Modonesi, Herndn Ouvifia, Mabel Thwaites Rey, Sergio Tischler, Rail Zibechi. Basu -TieRRa EDICIONES Bajo tierra 294 p. 20.514 em. e cubierta: Mig Correcei6n y revisién de plans ‘Tipogratfia y diseito editorial: igel Sanchez Macias jovenes en resistencia alternativa ifo Ediciones del trabajo abstra México ISBN: wrwespora.ong/jra “www sisifoediciones blogspot.com Contacto y distribucién: bajotierraediciones@gmail.com Pensar las autonomias de autoria colectiva publicado bajo la lieencia legal de creative commons ~-Atribucién~no derivadas 2.5 México. ir y comuniear piblicamente esta obra bajo las ae nes pueden no aplicarse si se obtiene el lar de los derechos de autor. del autor. indice Prélogo. Bajo Tierra Ediciones-j6venes en resistencia alternativa I. ELLARGO CAMINO DE LAS AUTONOMAS 41, El Concepto de Ia autonomia en el marxismo contemporéineo. M Mo 2, “Flores Salvajes”. Reflexiones sobre el principio de autonomia Claudio Albertani 3, Las autonomias indigenas en América Latina, Francisco Lépez Bar transformacio Gilberto Lopez y Rivas... 5. Otra autonomfa, otra democracia. Gustavo Esteva IL. ANTAGONISMO ¥ CONTRADICCION EN LAS AUTONOMIAS deo social alo politico. Ezequiel 8, Las zonas grises de las dominaciones y as autonomias. IIL. MAS ALLA DEL CAPITAL Y EL ESTADO 10. Agitado y revuelto: del “arte de lo posible” ala politica sis del trabajo abstracto. Ja forma Es los movimientos de insubordinacién. Sergio Tischler.. 13, Sobre la autorregulacién social: imagenes, posibilidades y Raquel Gutiérrez 14. De los desafios y los nudos. Ana Esther Cecefia Introduceién Durante la década que termina, el debate sobre las autonomfas ha abier- toun campo fértil de discusién sobre las alter productivas al capitalismo desde innumerables experiencias locales sur- gidas desde abajo. Dichos procesos cuestionan al capital como forma de organizacion humana, ya que en ellos se entretejen embrionariamente relaciones horizontales, cooperativas y de reciprocidad, ademés de una enorme diversidad de formas alternativas productivas, democriticas y de gestién de los bienes comunes y naturales. En ocasiones, quienes Iu- chan, se organizan, resisten, crean y construyen estos experimentos de reorganizacién social desde abajo, aluden a la palabra autonomia para nombrar esas précticas. idades de emancipacién que se abren desde ese rechazo no estén atravesadas por limites y contradieciones. De hecho, alrededor de esto ha emergido un enorme debate para re- conocer estas dificultades y pensar en posibles caminos de superacion. Aungue los cuestionamientos, desacuerdos y discusiones son muchos yy diversos, nombramos sélo algunos de ellos: a) wencia, eficacia y posibilidades de la toma del poder del Estado como via de cambio 9 cias sociales alternativas locales que por todo el mundo germinan pero cuya principal eritica es que no aleanzan a ser w sus partidos, hasta tna forma organizativa de los pueblos indios; desde expresién de la protesta social hasta la posibilidad de la autorregulacién generalizada de distntas colectividades, Esta ri csin significa para nosotras y nosotros una reflexion primord mieo, tebtico 0 abstract sobre las autonomias, tn debate decisivo para la accion p para el sentido del eam- de la transformacién radical, e incluso, de las alternat 5 en suma, un esfuerzo pequefio, por abrir y acelerar la refleién de las rutas de emancipacién con que contamos y con las que podemos ur, considerando que comparti- sos a premisa de que la reflesin es un momento de la acha misma mn colectiva varias intuiciones fue- la préctiea, a partir dad de resistencias y hichas crt En nuestro proceso de organizac ron tomando forma y fueron compl del encuentro y didlogo con una multi sociales naci tico. Estas intuiciones ~que son las de muchos otros- han ido armando una forma de comprensién en diversas dimensiones y niveles de la au- ‘tonomia como: La antonomia como forma de hacer politica: que cuestiona la subordinacién, autor ica al poder mismo, a las rel lianidad, en la lucha p idad y la autodeterminacién como algunas de las bases de una politica alternativa, 10 La autonomia como diversidad, pote cuestiona la totalidad dad y dominio- por més anti cuestionamiento de la vieja pk lectividades a, como potencia basada en jindndose y ai innumerabls posiildades de uch, de organ hoy, las formas que sustituirén a las relaciones de dominio y explota- cidn. Que critica la estrategia de cambio social aplazada hacia el mafiana as fuera de la logicaestataly del capita, formas que prefiguran desde ya, un mundo otro. La autonomia como horizonte emancipatorio: que permite iar desde las précticas y potencias e: ical de las formas de produccién, distribucién y consumo, y io radical también de las formas de toma de decisiones sobre Que permite visuali mundo de redes de colectivida- des autorreguladas, un tejido de autodeterminaciones, federaciones de autonomfas libres del capital, en relacién si humano, pero también libres de las formas de dominacién, opresién, ., homogeneizacién y monopol y jetonado innumerables pre- guntas y dudas sobre la viabilidad y los caminos de la emancipacién en las que la autonomia es apenas para nosotros una posibilidad abi io ello ha motivado la preparacién de este libro, eonsiderando ade- mis que: Nos parece primordis pensamiento hegeménico, pensando en ocasiones a contracorriente ~o a contrapelo- del propio discurso de la izquierda, divulgando modos, formas, ideas y debates muy otros. Creemos firmemente que son necesarias y urgentes herramientas para la transformacion social emancipadora, tebrieas y pra tégicas y organizativas, del pasado y del presente, locales y Jo que cualquier aporte en ese camino fortalece nuestra resistencia al ado y permi caminos de emancipacién, a rente ademés, la intencién de este debate no es crear na, dogma o plan sobre el cambio social, sino abrir el pensamiento a numerosas posibilidades y potencias del camino de Jas autonomias, pero también de sus peligros, riesgos, contradieciones, bres y dudas. Mas que un manual del eambio- eo los 1pos-se ha reunido una serie de coordenadas, seftales, pistas y isos ¢ incompletos, pero que una y otra vez deben intentar ser contestados y reformulados criticamente, Asi entendemos la reflexién sobre la emaneipaci Partimos ademas de la urgencia de la reeonstruccién de la memoria, logo entre el hacer y el sistematizar la experiencia, de la reflexion cayla comprension del pasado yde su \cién como algunas de las fuentes para un pensamiento alternativo e indispensable para construir un mundo otro. Basados en todas las premisas anteri es puntuales, jos han respondido con traba} con textos que han sido modificados, enriquecidos o actual esta publicacién, 0 con trabajos ya realizados pero que siguen siendo un aporte relevante en la discusién. Hemos decidido agrupar los trabajos en tres grandes apartados. tiendo sobre la auto marxismo, el anarquismo y los pueblos digenas latinoame dos los textos generan un didlogo pasado- presente, un recorrido por el desarrollo del debate de las autonomias, enmareado en luchas, nes de innumerables procesos sociales teérie de estos textos es a la vez de recuperaci didéctica pero, en especial, de problematizacién de la autono: la diversidad. Asf, Massimo Modonesi construye un hilo hi el concepto tedrico y las Iuchas desde el ma rico entre ismo a lo largo de mas de un siglo, Claudio Albertani hace lo equivalente en un panorémico recorrido desde el pensamic ha sido enriquecido por tres problematizaciones y visiones origen, posibilidades y desarrollo de las luchas indias por autonomia, 12 desde los trabajos de Francisco Lépez Barcenas, Gilberto Lopez y Rivas Antagonismo y contradiccién en las autonomias reine los trabajos de Mabel Thwaites, Ezequiel Adamovsky, RaGl Zibechi y Her- Este segundo apartado ha intentado problematizar desde distintas visiones el desarrollo préctico de procesos de construccién hasta la re- Estado hoy, desde la tendencia al aislamiento y Ia micro- politica de los procesos auténomos y de las dificultades de una p. s de construecién a laci6n con \oma 1dimos ver que la discusién sobre la eman- in pasa necesariamente por pensar las aulonomias pero tam una coleecién de he- rramientas criticas para poder impensar, repensar y pensar un mundo otro. Pensar las aut nomias ha sido posible por Ta generosidad de las y los catorce autores que colaboraron y creyeron en este proyecto, en esta puesta por aportar al debate sobre las emancipaciones desde el terreno dela autonomfa. Agradecemos también a SISIFO Ediciones el otro pilar in de este proyecto y, por supuesto, a Isabel Clara Harland De yal trabajo y empefio de jovenes en resistencia alternativa y sus colaboradores, que son la base de este suefio. BAJO TIERRA EI Jévenes en resisten: 13 El concepto de autonomia en el marxismo contempordneo' ‘Massimo Modonesi El concepto de autonomia, que aparece con frecuencia en los plantea- mientos de diversos movimientos antisistémicos y en el debate sobre las, smo tiempo, su significado fue oscilando entre distintas acep- ciones y s6lo en contadas ocasiones fue objeto de desarrollos teéricos 10 0 Barbarie (SoB), 19 . buscando asociar y ciones que circulaban en el debate marsista previo: mia smergencia del sujeto socio-politico y la de caracteristica del proceso y del horizonte emancipatorio propiamente dicho, es decir de la construccién del socialism. Autonomia, independencia y emancipacién. en el pensamiento de Marx ynomtia en el marxismo La presencia y la es, sin duda, difusa y variada, Siendo una palabra de uso mucho mas comin y frecuente que las de subalternidad y antagonismo, en su acepcién lingifstica general, como mnimo positivo de independencia, permite su utilizacion, por parte rentes planos dese de Marx y Ei Estado yla n del bonapartismo. Por otro lado, una noc utonoméa, afin en ausencia de referencias nominales, puede rastrear- designa la independencia de clase, la autonomia politica del prol do, la auto-actividad, selbsttiitigkeit? en alemén. Al mismo tiempo, en la medida en que una acepcidn especifica de a se desprende del uso teérico y politico del concepto por par- te de los anarquistas, a los 5 La palabra alemana selbstitigkeit de este pa 4a como autonomia pero también como aut Es, pues, absurdo hablar del principio de autoridad como de un prin- jo de autonomia eomo de un prin- 1d y la autonomia son cosas relati- vas, cuyas esferas varian en las diferentes fases del desarrollo social. Si autonomistas se limitasen a decir que la organizacién social del restringird la autoridad hasta estricto en que la hagan inevita- xdrfamos entendernos; per autonomfa figura como un dato siempre relativo de construeeién de la independencia del sujeto-clase que no tiene valor en si sino en funcién de la relacién conflictual que configura. Sin embargo, mas allé de la po- lémica con el anarquismo, Marx y Engels aceptaban y promovian del comunismo como realizacién de una autonomfa social e individual, atin sin nombr de “una asociacién en que el libre desarrollo de cada uno condicione el libre desarrollo de todos” (Engels y ‘Marx, 1985: 129) y de una sociedad regida por el principio de “iDe cada ;, a cada cual segiin sus necesidades!” (Ibid.: de la necesidad: “el reino de la libertad” al podia ser con- En este sentido, Marx y Engels dis- ido para earacterizar el objetivo, pero no los pasajes del proceso de la emaneipacién, entendido como contraposicién y lucha; es decir relacional y, por lo tanto, irredue- ible a esferas o Ambitos totalmente separados e independientes, que Por otra parte, tampoco la idea de autogestién -una nocién especi- fa obrera surgida a mediados del siglo xx- figura en el ;no y, sin embargo, Marx abordé una temética afin, la de las cooperativas asumiendo una postura claramente polémica que, si i ynocia su valor como “ereaciones autonomas” (Bourdet, 1977: a poscapitalista ‘medida en que el modelo cooperative pudiera extenderse a la est la sociedad en su conjunto. embargo, en una acepeién mas general y laxa, como sindnimo de de la clase proletaria, la nocién de autonomia apa forma constante y reiterada en el centro de las preocupaciones pi de Marx Engels en relacién con la formacién de la recita el Manifesto: “el movimiento pro- mensa mayoria en interés En estos términos vo mas que como sustantivo, la idea de saje fundamental del proceso de emancipacién que s Jos trabajadores mismos, es decir expresion de Ta existencia de la clase para sf- y se inserta en una logic: se expresa con mayor precisién en la idea de autonomizat truccién y ejercieio de poder que en las 1 seeas, asumiendo, con Thompson, que la clase para después luchar, sino que se form: ‘una explicitacion concept suyjeto) no se forma cha. Aiin en ausencia de la puerta ala valoracién delos procesos de subjetivacién correspondientes ala incorporacién dela experiencia de laemaneipacién, empezando por sus bores, a condicion de independencia relativa a la emergencia yla formacién de la clase En conelusin, ati importante del engranaje categorial marxiano: como prineipio de a politica, como expresién de emergencia, poder de la clase para iy, solamente en segundo plano y con mayor ambigiiedad conceptual, como una forma de la futura sociedad comunista.t Marx avanza Dotén de muest tun concepto ms reciente, de una lectura a Bo mnomista de Marx a parti de feld (2008), puede eneontt 22 Veamos cémo, sobre estas bases, el debate marxista posterior reto- naré esta problemética. La idea de autonom(a en el debate marxista, lemente el que, entre los tres, fas ha etior del sseribiendo a la luz de la experiencia argentina de 2003-2002, indica cinco acepciones posibles del concep- to: autonomia del trabajo frente al capital (autogestién), autonomfa del sujeto social frente a las organizaciones partid al Estado, frente a las clases dominantes (ide autonomfa social e individual (como modelo de sociedad). Esta sfa puede ser reordenada a la luz de los debates marxistas correspon- dientes. La primera ndamental, pero podria y el de la autogestién, que ‘mos a partir de la en general y, en particular, Negri bajo el concepto de autovalorizacién. desaparece como problema de la relacién entre “espontaneidad y direccién para usar Ta férmula de Gramsci. La tercera es de otro or- den ~téctico-estratégico, en funcién de la confrontacién con la domina- ign burguesa~ y por no equivalente a nivel tedrieo en la me- dida en que, en un sentido amplio, existe un consenso de pr corresponde a la formacién de la clase para sty del part sin dela itica de los trabajadores frent clases dominantes y como erisol de su autonomia ideolégica —la cuarta sefialada por Thwaites-. Por otra parte, la quinta dim la més problematica y menos generalizada al interior del marxismo, no deja de vincularse a la primera, es de iega fuera del tanto en las corrientes 23 cias de emancipacién que iremos rastreando y a puede resumirse ~aunque esté esbozada~ en la de clase en su acepeién clisica y tradicional y vinculindose tanto al tema del modelo de sociedad como de la ~subjetiva, organizativa e ideolégica— en el contexto de la dominai lista burguesa y la autonomia como emaneipacién, como modelo, jén 0 proceso de formacién de la sociedad emancipada. La to marxista, La segunda ~en sus matices~ no es patrimonio comin de Tos marxistas sino que ha sido, como veremos, desarrollada por algunas corrientes y autores. En las posibles articulaciones entre ambas encon- tramos el meollo del debate marxista contemporéneo y los caminos de tuna potencial apertura y consolidacién conceptual, 10s en este terreno, no hay que olvidar que tam- , rece estrechamente aso- ciada a la problemética cultural y territorial de las autonomias locales yal problema de la autodeterm locales. Este uso aparece constantemente en la literatura marxista y contribuye a la pérdida de especificidad del cone gue (1881) titulado “La autonomia” est centrado en el tema del Estado yelterritorio y, s6lo en Giltima instancia, se refiere ala descentralizacion ‘onos polémicos que asocian las propuestas pequefio- anarquistas. En general, Lafargue defiende la central ironia totalmente fran- cesa, critica el cardcter impreciso del concepto: “Hay tantas autonor como omelette histérieo”. y morales, no es un principio eterno, sino un fendmeno ‘2009: nomi con la experiencia y la accién eolectiva, sin anclarlaa una matriz antagonistay ala conformacién de subjetividades sas eoneretas. 24 ‘Al mismo tiempo, recordemos que la linea eritica en contra del au- tonomismo anarquista ~basado en la exaltacion de la espontaneidad y la accién directa~ no dejard de ser una constante en el debate marxista del siglo xx. A modo de ejemplo, es ilustrativa la contunden de los argumentos de Leén Trotsky (1921) en un ai lecciones de la Comuna: 1a pasividad y Ia indecision se vieron favorecidas en este caso por el io sagrado de la federacion y la autonomia. [..] particularismoyclautonomismodemocraticosonextremadamente peligrosos para la revolucién proletaria en general, son atin diez veces rosos para el ejéreito, Nos lo demosted el ejemplo trégico de la [ol eadouna jgrancantidaddeformulas demoedticas, que no son mas que los grilletes con que ata los pies del proletariado e impide su avance En efecto, una sola acepcién de autonomta, la de independencia de clase heredada del Manifesto, constituye un pilar tebrico y aparece constantemente en sentido positivo en funcién de un pasaje fundamen- talen laconstruceién del movimiento revolucionario. Por ejemplo, Rosa Luxemburgo (1915), en La crisis de la socialdemocracia, escribe: como vanguardia del proletariado militant, no es ponerse a es de las clases dirigente sa del ni de apartarse silenciosamente esperando que pase Ia tempestad, sino a politica de clase, que en toda gran crisis de la sociedad burguesa golpea las cases dirigentes, empuja la crisis més allé de ella misma, jo clasista actual, En la 6ptica de los procesos de subjetivacién politica, la ciones de Rosa Luxemburgo resultan particularmente fecundas en la ‘medida en que, atin sin pasar por el concepto de autonomfa que se re- servaba para al debate sobre la cuestién de las nacionalidades, insiste en el “movimiento mismo” de la clase (Luxemburgo, 1969: 47) de la clase y en la espontaneidad como recurso “Ia coordinacién espon- tanea de los actos politicos conscientes de una colectividad” (Ibid.: 48)- apuntando hacia la experiencia ~"la lucha cotidiana’” (Ibid. 61)— como factor fundamental de didlogo entre el ser social y la coneiencia 25 social.® Al mismo tiempo, en medio de las polémicas suscitadas por sus posturas, Rosa Luxemburgo ser4 una -sino no la prineipal— fuen- te de inspiracién de las corrientes marxistas que con mayor énfasis incorporardn la idea de autonomia como emancipacién. En efecto, el debate suscitado por las posturas de Rosa Luxembur- go se volvié medular en la medida en que el tema de la espontaneidad producia y produce cortocireuitos en el marxismo en la medida en qi con la excepcién de la “apertura” operada por Rosa Luxemburgo, do- minaban las posturas que lo asociaban con la ineoncieneia y que, desde Kautsky hasta Lenin, sostenia la necesidad de su superacién por medio de una intervencién exterior del partido, de la vanguardia consciente. La trayectoria de Trotsky ~del consejismeo al bolchevismo centralista y finalmente a un bolehevismo pluralista— en este debate es una muestra de diversos matices que puede asumir la valoraci6n de la combinaci6n sntre espontaneidad y conciencia y su traduecién estratégica y organi- zativa? La tendencia dominante a la identificaci6n entre espontaneidad y mo= Hlevé a que al interior del marxismo contempordneo el tema de la autonomia de clase, como principio de separacién, fuera un supuesto aceptado; y a que la idea de autonomi como emaneipacién, como objetivo o como proceso de autodeten ci6n progresiva fuera patrimonio sélo de perspectivas y corrientes espe- cifieas. En esta tiltima aeepeién, con exeepeién de los easos que mencio- naremos més adelante, el concepto de autonomia no ha sido objeto de * Veren particular el debate con Lenin sobre el partido bolchevique Luxemburgo| Luxemburgo (2003; 1995). Guérin (5/9) avanza una problemati- 7 Mandel (990: 35-49) y Mande! (2003). Entre paréntesis, Mandel atsbuye a sky el eoncepto de autoorganizacién, y lo usa enfiticamente a la hora de sintetizar el pensamiento de éte. En efecto, aparece tangencialmente en el texto de noviembre de 1911 titulado "Por qué as se oponen al terrors individual’, publicado en Der Kampf, cuando el revolucionario ruso eseribe: *Cuanto mas ‘eficaces' son los actos terroristas y mayor es su impacto, més tan el interés de las masas por su auto-organizacién y auto-educacién”. Después cl concepto desaparece aunque no la problemética que pretende sintetizar. Para un uso mucho més sistemético de la nocién de auto-organizacién habr «que esperar, como veremos més adelante, a Pannekoek (1938). 26 teorizaciones especificas a‘in cuando ha estado presente como referen- os aleances y grados de apertura, llamado consejismo ~inspirado en las i nes de Rosa Luxemburgo— la corriente marxista que con més conviecién ¢ insistencia articularia la idea de autonomia de elase en funeién de su politica de la clase~ para sf o en funcién de su expresién en la forma partido, sino como la valoracion de la accién de masas, de la “esponta- particular, de la apropiacién inmediata de los e, atin sin aparecer siempre a nivel nominal, cepto de la autonomia se vincula con las préeticas y las experiencias de mn realizadas en los consejos obreros. Vimos la apari- en la etapa del Ordi cn las reflexiones de Soci Cast como veremos su expansién teérica 10 o Barbarie promovidas por Cornelius iadis y prolongadas en el debate francés de los afios setenta sobre Ja autogesti6x El marxismo conse) inspirado en el modelo de los soviets de las 15 2 1917, forma una linea de pensamiento que atraviesa la historia del marxismo del siglo x.* Sus origenes arrancan Luxemburgo una teorizacién importante, Pasa por otras teorizaciones bolcheviques sobre la gestion de la economfa soci 1921, asi como por las reflexiones ligadas a las experiencias de ocupa- ciones de fabricas en Hungria en 1919, en Italia entre 1919 y 1920, en las aportaciones de los aos treinta de los trotskistas, de Mao sobre los soviets en Tsinkiang y Kiangsi, de la revolucién espafiola, del comunis- * Generalizamos wna linea que esté atravesada por polémicas y conflicts, fun- dam del partido, en la mayor 0 ‘menor valoracién de la espontaneidad, * Sobre los soviets y en relacion con el aleance revolucionario del ejercicio del salmente centrados en el mayor o menor 27 ‘mo libertario y, en particular, de la corriente holandesa del Comunismo len este terreno.*° Después de la segunda guerra mundial, el consejismo encontraré otros afluentes en Jas précticas de autogestién como forma institucional en Yugoslavia y como formas de resistencia en las rebeliones afios sesenta, el florecimiento de los debates marxistas volverd a animar Jas preocupaciones consejistas en Ttalia® y, como veremos en detalle, en direccién de la ocupacién y autogestion de las fabricas."! Al mismo tiempo, esta centralidad no se traduce en una teorizacién del eoncepto de autonomfa en cuanto tal ‘Veamos algunos pasajes conceptualmente significativos de la obra de Anton Pannekoek, el mayor exponente del consejismo més radical, del consejismo como corriente politica distinta y separada, En un texto de 1938, en un pérrafo que ilustra claramente la postura ria de esta corriente, el acento es puesto en la nocién de Las viejas formas de organi de los consejos la sociedad y tienen que afianzar la posicién de Ia clase obrera entre Tas otras clases dentro del eapitalismo, y pertenecen al periodo de eapitalismo expansive de un partido comunista. Ver, por ee sia sovialisa, Cuadernos de Pasado y Pres . Rossanda 28 de las masas. En tales periodos, de elevada tension y de revuelta creciente ceuando los En 1946, en Los Consejos Obreros, el tinico libro de Pannekoek y la culminacién de su pensamiento, las naciones de autodeterminacién, autoliberacién, autogobierno, autoreglamentacién y autoeducacién se repiten y se vineulan las unas con las otras: ran paso decisivo en el progreso de la humanidad, la transformacién de Ia sociedad que esta ahora en ciernes, consiste esencialmente en una transformacién de las masas trabajadoras. Sélo se la puede realizar mediante la accin, mediante la rebel rmismas. Si za esencial es Ia au Lal Los consejos obreros son la forma de autog faturos reemplazaré alas formas de gobierno del dots jor el esfuerzo de las masas iberacién de la humanidad, que en tiempos Ademés, en mayor medida, por la primera apari sorganizacin delostrabajadores en lucha, conok es decir, consejos. [..] Pannekoek, s/f) ‘Yeeste cambio corresponde también a un cambio econémico que no es impuesto por un orden venido del exterior, sino que es res autodeterminacién de la humanidad trabajadora, que con toy reglamenta el modo de produecién segiin su propia concepeién, 29 En este texto, el concepto de autonomia aparece en s6lo dos ocasio- Las fuerzas de cesperan que aparezea la perspectiva de grandes luchas para transformarse en un principio predominante de la vida, Ademés, incluso las capas més reprimidas de la clase trabajadora, que sus camaradas en forma vacilante deseando apayarse en su ejemplo, sentiran pronto que error mediante el propio esfuerzo mei En ambos casos, la palabra no ocupa i central, es adjetivo y no sustantivo, atin cuando el problema al que alude es el eje alrededor La constatacién de que el concepto no fuera objeto de teorizacion por parte del marxista holandés, es corroborada por el hecho de que, que abanderaba explicitamente abusard del término, manteniéndolo cireunseri idea de “poder au- ‘tonomo” y “aecién auténoma’ en la primera carta y de “autonomia de Jas decisiones”, “autogobierno” y “autogestiOn” en la segunda (CEDINCI, 2009: 75-76). La contribucién de Socialismo o Barbarie Las reflexiones elaboradas en el seno del grupo Socialismo o Barbarie, cn los afios eineuenta y sesenta en Francia resultan de gran relevanei ‘teGrica en la medida en que articulan las nociones de autonoméa como lependencia y como emancipacién en funcién del conjunto de dind- micas subjetivas correspondientes, lo cual constituye una perspectiva original en el seno del debate marxista y un referente fundamental para desarrollar las connotaciones y el aleance subjetivo del concepto. 30 Una idea se convirtié en el eje de la reflexion de SoB y una postura ‘ocialismo es la autonomia”. ‘ncipal de la lucha de clases en el capita- e pretende negarla si , dejando ian logiea se very entender la dominacién capi La idea y el proyecto de autonomfa son entendidos como punto de -gada, como instrumento y como proceso. La autonomia, colectivo ~en contlicto per- cra asociada manente con la heterono! lismo moderno- y aparece en SoB como medio y como fin de la lucha espontinea del proletariado en su vida cotidiana y en todos los aspectos de la vida so iciando por el terreno mis inmediato de la explota- ‘que es el lugar de trabajo y desembocando en un nueva organiza- jon de la sociedad, en la emaneipacién del proletariado: El socialismo s6lo puede instaurarse por la accién auténoma de la clase obrera, no es otra cos no es otra cosa que Ia organizacion de esta presupone y la desarrolla(Chaulieu, 1957: 168). Laaccién auténoma es el principio, el medio y el fin; es la condicién, el instrumento y el resultado del socialismo. Retomando los té independencia de clase ~entendida como préctica de auto- tun dato sino un proceso de emaneipacién que smo, un proceso caracterizado por experiencias de emancipacién. Abusando de los imperativos categoricos para fortale- cork desemboca en el soci propiedad el socialismo; sino que el socialismo ampl on todas su ; la nocién de a recurso ni un mero escenario de emancipacin, sino un proceso impulsado por wi desarrollado por un proceso. recurso y un recurso a autonomfa es, por lo tanto, un proceso emaneipatorio de carécter subjetivo, que se realiza en Ja medida en que se despliega Ia emaneipacién subjetiva a partir de las, experiencias de autodeterminacién. Dicho de otra manera, la autono- mia representa el proceso de subjetivacion correspondiente a las expe- riencias de emancipacién, En este sentido, se justifica y se entiende la sistemitica valoracién ~e inclusive la ox: n= de la espor lad por parte de SoB en la medida en que en ella se expresa la préctica auténoma; euall a su vez, es la base te ciclo de produccién fa es, por loti cebida por SoB como un horizonte emancipatorio que se construye en el presente por medio de la lucha y se proyecta hacia una nueva forma performativo del socialismo entendido como “movimiento real”: per- formativo en la medida en que la autonomfa orienta las luchas y prefi- gurativo porque éstas anticipan la forma de la sociedad futura, es decir “representa” ala so¥ Para SoB, el origen de la burocratizacion en con la pérdida de autonomia de los soviets frente al partido y al De alli que se concluyera que la expropiacién de los capitalistas era s6lo Ja mitad negativa de la revolucién proletaria, la otra parte positiva tenia las formas concretas de la autonomfa son delineadas por Castoriadis en términos relativamente “clasicos” de ges- ‘ign obrera por medio de Consejos de fabrica los cuales se articularian a nivel nacional en una Asamblea general y en un Gobierno delos Consejos 32 coherentemente con el enfoque de SoB, como una forma “adecuada” y no “milagrosa” siendo que ninguna solucién legal garantizaba lo que xdfa realizar. En esto SoB se posi- smo estatutario” y también del “espontaneismo anarquista”, Por otra parte, atin sosteniendo la demoeracia directa a partir de las lulas sociales” de los lugares de trabajo, a partir de la transparencia, la informacién y el conocimiento, Castoriadis defendia la necesidad de cierto nivel de centralizacién que no fuera delegativo sino expresién del légicamente con el tema dela org es decir al tema del partido. Si bien SoB —en sintor wismo trotskista~ defendia el papel historico de la vanguardia y de la organizacién partidaria para la difusién de la fos de lucha antiburocrética, pensaba en su inme- interior de los “organismos auténomos de la clase” ene proceso revolucionario: Una tal organizacién no puede no desarrollarse més que preparando su encuentro con. ‘auténomos de las we representa la direccin ieolégica y politica de la clase en las condiciones del régimen de direccién de la humanidad, que es ese conjunto de Ia clase misma (Goctalisme ou Barbarie, 1949: 34-85) A pesar del uso mitico de la idea del “conjunto de la clase” jeto dela {0B asum{a el problema de su organizacién interna y cia obrera basada en el pluralismo interno (frac- de mandatos en aras de un ejercicio directo del poder que evitara toda forma de delegacién y burocratizacién, ‘Adin en el largo texto de Adiés al marxismo de Castoriadis presenta algunos puntos que, paradéjicamente, precisan y profundizan la idea de autonomfa. En particular, ésta aparece ligada a la nocién de praxis: 33 autonomfa como fin y ut la praxis es lo que apunta al desarrl a para ese fin a la autonomia como medio, ‘como objeto la organizacién y la orientacin de la sociedad en vista dela autonomfa de todos y reconoee que ésla presupone una transform: riencia y la subjetivacién politica. En segundo lugar, su duplicidad: como medio y como fin, como proceso y como aconteci- miento. En tercer luga ‘a mencionarla circularidad dependencia entre press principio y en el final del proceso; en términos clési cia de clase y socialismo, y de esta manera se vuelve el co 0° ceso, en la medida en que los seres humanos ~a partir de su capacidad auténoma— lo protagonizan. ‘Al mismo tiempo, junto a una intuicién y un planteamiento yy enriquecedor, se vislumbran los elementos de cierta confusién co vada dela ausencia de una clara distineién entre autonor izacién, entre horizonte emancipatorio y proceso de eman- cipacién, Una distincién necesaria para que se visualice plenamente la B esboza a grandes rasgos: la sociedad presente”. Siguiendo el razonamiento de SoB ése trata de los, hombres alienados por la heteronomfa o los portadores de la autono- 34 mia? Ambas figuras aparecen en cl anélisis de $oB como tipificaciones contrapuestas sin aclarar la convivencia o el pasaje de una a otra, ast- miendo la autonomia como una calidad intrinseca que aparece o de- saparece mégicamente. Ahora bien, aunque se asuma la viabilidad del pasaje o se suponga la existencia de la calidad, el planteamiento de SoB se basa en un automatismo, en un dispositivo mecdnico, En los equili- brios y las ponderaciones al interior del pensamiento de SoB, el énfasis, hacia la autonomia como movimiento real conduce aun mero recono- imiento de las ataduras alienadas y heterGnomas (diriamos subalter~ nas), como dato social que la autonomia tiende a rebasar, sin que se les otorgue un peso y un lugar especificos y sin que constituya un problema teérico y politico fundamental. ‘omo muestra de esto, las consideraciones pesimistas sobre la des- politizacién y la privatizacién de la vida, de 1959 en adelante, aparecen como exteriores a la légica del pensamiento su contraparte contradictoria, una interfereneia inaceptable y, de algu- na manera, devastadora en la medida en que desmantela no solo el opti- ‘mismo que regia la propuesta sino la propuesta misma, desembocando en el abandono del marxismo y la disolucién del grupo. En términos tebricos, la apuesta hacia la autonomia desdibuja la subalternidad, desequilibra el planteamiento, lo coloca en el terreno de un esencialismo autonomista que obstruye la capacidad de visualizar Ta complejidad y la profundidad de su contraparte subalterna situada al interior de las relaciones de dominacién, con lo cual se disuelve el proceso en un salto, en un brineo hacia la autonomfa, En este senti- do, la ausencia de nociones como autonomfa relativa —que maneja, por ejemplo, implicitamente Gramsci al referirse a la autonomia integral-o contribuye a erear una nocién absoluta, un eseneialis- ‘mo y un imperativo que fomentan la confusién conceptual y teérica que subyace al planteamiento de SoB. ‘embargo, al margen de estas consideraciones, la reflexion de SoB no deja de ser relevante porque ofrece una elaboracién marxista del concepto de autonomfa que combina explicitamente dimensiones fundamentales: el principio de independencia, el horizonte y el proceso emancipatorio con las implicaciones subjetivas que les corresponden. Dato, instrumento y proceso se funden en una sola perspeetiva. Enestaarticulacién, particularmentesignficativa nivel conceptual, is de los procesos de construccién su ado alas dimensiones de la emaneipacion y el poder la perspectiva de Ja subjetivacién autonémiea, anclada en la nocién de experiencia, resul- tado de un didlogo entre ser social y concieneia social. Si bien ésta, por sisola, deja descubiertos otros aspectos de la conformacién subjetiva, al mismo tiempo, esta acepeién coloca potencialmente el eoneepto de au- tonomia al lado de las nociones de subalternidad y antagonismo como tuna faceta fundamental de la desigual y combinada construccién de los sujetos politicos en el marco de la dominacién, por medio del conflicto, en el camino hacia la emancipacién, Elautonomismo ‘A la par del marxismo consejista, entendido en un sentido amplio, surgira una vertiente explicitamente autonomista, la cual sin mayores desarrollos teéricos que los de Negri y los de Castoriadis que veremos mis adelante, defiende el principio de la autonomfa como criterio de ca- raeterizaci6n de los movimientos tanto en sus dinémicas organizativas como en sus proyecciones emancipatorias. Por ejemplo, Harry Cleaver (2004; 25-65) entiende la autonomia en un sentido amplio, en relacién a todos los movimientos histérieos que impulsaron Tuchas emaneipa- torias que no se concretaron en formas estatales, institucionalizadas burocriticas. En este sentido, la autonomfa designa a toda expresién de resistencia a la dominacién que se manifieste esponténeamente, sin me- diaciones. Desde una perspectiva similar, George Katsiaficas, a partir de Ja idea luxemburguiana y gramsciana de “espontaneidad conseiente”, delimita el campo del movimiento auténomo de la siguiente manera: A diferencia de la Social Democracia y el Leninismo, las dos corrientes principales de la izquierda en el siglo veinte, los Auténomos estin relativamente libres de cargas ideolégicas rigidas. La ausencia de toda ‘organizacin central (incluso de cualquier tipo de organizacion primaria) ayuda a mantener la teoria y la préctiea en eonstante De hecho, la accién precede a los Auténomos, no Tas palabras, y es el cimulo de acciones descentralizadas, generadas por pequefios grupos en funcién de sus propiasiniciativas, lo que impide una sistematizacién de Ia totalidad del movimiento, primer paso cuando se quiere desmantelar cualquier sistema. No existe una organizacion Gnica que pueda eontrolar la direccién de las acciones que se toman desde la base. Ain evando serrelacin, 36 los quieren la autodeterminacion y la lerazgo de un partido. Quieren destruirel (e porque lo consideran la causa de a“inhumanidad, nbs i6n con postulados del marxismo. En este Tas fron- teras entre corrientes se hacen porosas. De hecho, en nuestros dias, esta acepeidn es propia de corrientes po- Iiticas que se autodenominan autonomistas y que se reivindican siem- pre menos del marxismo o que estiran y abren su marco tedrico con- tribuyendo a la e perimetros escapan a defini Laidea de autonomfa como horizonte de emancipacién vuelve a apa- recer con una frecuencia e intensidad sorprendente a inieio de milenio, asociada a un retorno del pensamiento libertario y del anarquismo en coincidencia con las movilizaciones al istas pero también con una nueva oleada de reflexiones marxistas, neo 0 post. Aparece, por otra parte, explicitamente en el proyecto del neozapatismo en México a partir de 1994, pero ida a la tematica de la autodeterminacién territorial y s sna més que a la formacién de subjeti- emaneipatorio integral, en los movimientos argentinos de en un mayor apego a las preocupaciones clésicas sobre la autonor como liberacién, suscitando una produecién te6riea particularmente fecunda y un conjunto de estudios empiricos sobre los procesos de sub- correspondientes."> tra de estas tendencias pueden encontrarse en Albertani (2004). Un ané- lisis del retoro anarquista en el altermundlismo puede verse en Epstein (2001). yeo tretemps (2003). les aparecen referencias explicitas a de estas experiencia es el de John Holloway, quien asume el desafio mn de la dindmica de la subjetivacién en términos muy similares a los que estamos destacando. el mundo sin tomar el poder, separacién del hacedor de su hacer— y asumiendo la distincién spino- 1a entre poder sobre y poder hacer, como contraposicién entre sub- ordinacién y no-subordinacién:"” violencia: Io ¢] capitalism de las otras sociedades de clase la forma que toma la subordinacion, l hecho de que est mediada por tad (Holloway, 2002: 258). El poder hacer es para Holloway la medida de la emancipacién en- tendida como autodeterminacién, como autonomia: Nuestra lucha es claramente) ‘una lucha por espacio, por autonomi, una lucha por aflojar la correa, para iades-artculacion de la dominacién (Ibid: 270). En un ensayo reciente, este autor asume explicitamente una postura autonomista “negativa” rechazando el planteamiento obre (2007). En parti fa (2009). Por no corresponsten a To debate puede verse en Holloway (2006). 38 titari tiva® Por otra parte, la concepcién de Holloway (2006: un movimiento de negacién permanente, una dialéctica nega- 8:10) apunta a una idea de proceso en donde la autonomia es un proyecto y un movi- miento: Cada paso es prefiguracién de la meta: autodeterminacién social [J ELimpulso a la autodeterminacién connota un movimiento constan- te, una bisqueda constante, un experimentar. En este sentido, la autonomia es una experimentacién pero no una experiencia en la medida en que no es, ni siquiera acaba siendo. Lo real seria, para Holloway (2002: 271), el anti poder, la lucha. Esto se traduce fen una negacién el grito~ que se presenta en Tos intersticios de las, luchas cotidianas: lo en los lugares de tra en toda la sociedad, Al mismo tiempo, la idea del “més alla” implica una salida ~por me- dio de la negacién— de la interioridad de la relaci6n de dominacién. esde la dptica que estamos proponiendo, el sugerente itinerario teérico trazado por Holloway ain compartiendo las principales co- cordenadas conceptuales- opera un salto te6rico en la medida en que funde el adentro y el afuera, el contra y el més allé, el poder hacer al anti poder, la negacién con la afirmacién. En este sentido, la polari- dad entre la subalternidad (fetichismo y poder sobre) y la autonot (emanei ¥ poder hacer) subsume al poder contra, simplifi- cando el pasaje del conflicto y obviando la especificidad del ante * Escribe Holloway (2009: 129-129): "En el capitalismo la subjetividad es en primer lugar negativa, lela subjetividad (la Jase ant trabajadora)” el movi jento contra la nega 39 nismo. Asi como en Negri,” interioridad y exterioridad se sobrepo- nen.” El contra y el més allé ~insubordinacién y no subordinacién— se funden y se confunden. Se trata de una operaci6n te6rica que obstruye la visibilidad de una de las tres dimensiones fundamentales en la medi- , por tna parte, en términos analitieos, distingue dominacién yacién diluyendo la especificidad del antagonismo; por la otra, en términos del proceso real, articula lucha y emancipacién, pero separa Ja dominacién (la fetichizacién o la subalternidad), eliminando su influencia y permanencia en los procesos de subjetivacién politica. En el fondo, mas que victima del fantasma del idealismo esenei ‘ta, que Holloway elude endo en el cardcter relacional de la lucha de clases, su planteamiento esté orientado a exaltar la emergencia de. potencial subjetivo de nitida orientacién antisistémiea més que a forjar herramientas conceptuales que permitan descifrar las contradicciones jesan la conformacién de las subjetividades politica. la pretensién de mencionar y analizar a fondo todas las expresio- nes del consejismo y su extensién en el autonomismo contemporineo que merecerian un tratamiento monogréfico actualmente inexistente— i mucho menos la totalidad de las referencias implicitas al problema de la autonomia, podemos sintetizar, en primera instancia, el debate marxista en relacién a dos dimensiones o acepciones de la nocién. La primera, generalizada, de independencia social, politica e ideolégica del sujeto-clase y la segunda, menos difusa, que asume a la autonomfa como emancipacién, entendida como proceso, prefiguracién 0 modelo de sociedad. Al interior de esta bifureaci6n, emergen dis nes y ar- ticulaciones que complejizan el debate. Por ejemplo, ambas acepciones como independencia y como emaneipacién— incluyen una ambigiie- dad en la medida en que designan tanto un dato el medio o el fin— como el proceso, ® La relacin entre Negri acereamiento ertieo, de 1265-327). gn cuando Holloway (2002: 241-245) ~polemizando con la ides de inma- insiste en la interioridad "fetichista” y, por eso, enfatiza la ne- firm ra" en el anti-poder, la ant loway mereceria un tratamiento especifico. Un spiracion negriana, se encuentra en Altamira (2006: el anti-sujeto, 40 + La autonomia-independencia como proceso de construceién sub- Jetiva. Al mismo tiemps autonomia y emancipa- cién -més polémica al interior del marxismo- puede ser desagregada dela misma manera y, al mismo tiempo, abrirse a una vertiente de ané- lisis de los procesos de subjetivacién que nos i destacar. Conclusién Este recorrido, pero en particular las aportaciones de SoB, sobre la idea de autonomia permiten desai 1s aleances del coneepto y especi- ficar su contenido. Por una parte, art jones subjetivas de su formacién permanen- -uddruple dimensién: como medio, fin, como proceso y como prefiguracién. Por la otra, como contraparte de esta extensién procesual, relacionan la autonomfa a una determina- ‘a que se desprende de pra periencias de liberacién, forjadas en el coneieneia, En cuanto al primer aspecto, hay que recordar que la asociacién de da forma de subjetivacién p yeel acento en la auton ste Gltimo énfasis no implica fora ino el reconocimiento del papel politico de linea trazada por Georges Sorel (1972) gulaci6n societal futur: existencia de un model una abstracci6n, un mi a yy retomada por Gramsci y Maristegui— un eco del pasado ~como suge- n~ un horizonte de futuro y una utopfa posible ~cl fa no planteado por Ernst Bloch. Por otro lado, como intento de articuls in en el presente de la liberaci6n futura. En este sen- 10 como modelo abstracto, como proyecto definido 0 aa existir en las experiencias concretas , dando vida a un proceso emaneipat como representa: nismo, como un “movimiento real que anula y supers el estado de cosas esta direccién, la autonomia puede pensar- 10 de comunismo, un sinénimo que apunta al método y rresponde a la utopia substanci Ya sea referente abstracto o experiencia concreta, la autonomia orienta un proceso real: la autonomizacién, el camino hacia la autono- ne el rechazo a todo autonomismo que comporte una idealizacion de propiedad metafisiea del s En estos términos, la idea de la autonomia como proceso de eman- cipacién contradictorio es sostenida por Mabel Thwaites (2004: 20) de Ta siguiente manera: Por otra parte, si la autonomia es, por definicién, la capacidad de establecer normas, es poder y, por |, se desprende de relaciones ss poder entendido como relacin y no como cosa u objeto, js. La autonomfa surge y se forja en el cruce entre se, dicta sus propias normas de condueta. En este sentido, pensando la democracia como “autodeterminacion anutodeterminacién como tina costumbre cotidiana. Regresando a la doble acepeién independencia-emancipacién, evi- tando su petrificacién temporal ~es decir que una precede y es condi- cidn de la otra podemos as caras de la misma moneda, ismo proceso. fe marxista se ha asumido que la independencia de clase ne qua non para la maduraeion de un: ses en Ia cual son representados los intereses de los oprimidos para si. Sin embargo, también se ha considerado que esta con: €l resultado de un proceso de construccién primera etapa de emat ifiea es decir de una alternidad, En este diria Sorel (1972: 124) sino que se prolonga en el ircunstancias del contlicto hasta convertirse en la forma por excelencia dela sociedad emancipada. Con esta connotacién procesual, la idea de autonomia entra en el acervo marxista como una comprensién de los procesos de si a las experiencias de independeneia y emancipacién y, de e: se coloca potencialmente a la par de los conceptos de subalt antagonismo. 43 Bibliografia Albertani, Claudio, (Coord.), 2004, Imperio y movimientos sociales en ‘Altamira, César, 2006, Los marxismos del nuevo siglo, Biblos, Buenos 1977, Rosa Luxemburgo, Nuestro Tiempo, México. Bergel, Martin, 2009, “Balance del autonomismo argentino” en Clay dio Albertani, Guiomar Rovira y Massimo Modonesi, m0} posible. Reinvencién de la politica y emaneipacién, UACM, México, Pp. 245-284, Bonefeld, Werner, 2008, “Marxismo: la doras y trabajadores como proceso abierto” en Herramienta N°. 39, Buenos Aires, octubre. Bourdet, Yvon, 197, “Karl Marx y la autogestién” en Cuadernos de Pa- sado y Presente, Consejos obreras y democracia soci ista, Cuader- Bricianer, Serge, 1975, Anton Pannekoek y los consejos obreros, Scha- pire, Buenos stitution imaginaire de la société, Edi- 2009, “Correspondencia Pi elius Castoriadis), 1957, “Sur Barbarie, N°. 22, Pat Cleaver, Harry, 2004, “Trayectorias de autonomfa” en Claudio Alber- tani (Coord.), Imperio y movimientos sociales en la edad global, UCM, México, pp. 25-65. aciones, 2003, Pigueteros. La rivolta argentina contra il smo, Derive Approdi: Roma Contretemps, 2003, “Changer le monde sans prendre le pouvoir? ‘Nouveaux libertaires, nouveaux communistes, Contretemps, Tex- ri, febrero. de Pasado y Presente, 1977, Consejos obreros y democracia adernos de Pasado y Presente, N°. 33, Méxi El Colectivo, 2007, Reflexiones sobre poder popular, El Colectivo, Bue- nos Aires, Engels, Friedrich, 18732, “De la autoridad” en Almanaceo Repubblica no per Vanno 1874, diciembre. . 1873b, “I bakuninisti a lavoro. Note sull'insurrezione in Spagna dellestate 1873”, disponibles en www.marxists.org, Epstein, Barbara, 2001, ment” en Monthly Review, Vol. 53, N°. 4, Nueva York, septiembre. Geras, Norman, 1980, Actualidad del pensamiento de Rosa Luxembur- 90, Era, México. Guérin, Daniel, S.f, Rosa Luxemburgo y la espontaneidad revolucio- naria, Anarres, Buenos Aires. Holloway, John, 2002, Cambiar el mundo sin tomar el poder, Herra- mienta-ICSyH-BUAP, Buenos Ait , 2005, Contra y més allé del capital, Herramienta-ICSyH- BUAP, Buenos Aires. , 2009, “Autonomismo positivo y negativo” en Claudio bertani, Guiomar Rovira y Massimo Modonesi, La autonomia po- sible. Reinvencién de la politica y emancipacién, UACM, México, Pp. 123-129. Katsiaficas, George, (S/£), La subversién de la politica: movimientos sociales autdnomos y la decol tra duecién de Alejandra Pi Lafargue, Paul, 1881, “L’autonomie” en LBgal tis, , 25 de diciembre, Pa- Luxemburgo, Rosa, 1916, La crisis de la socialdemocracia (Juniusbros- chure), eserito en 1915, divulgado en 1916. , 1969, “Problemas de organizacién de la socialdemocracia rusa” en Varios, Teoria marxista del partido politico, Vol. TI, Cua- dernos de Pasado y Presente, México, pp. 41-63. , 1995, Il programa di Spartaco, Manifesto libri, Roma. 2003, Huelga de ido y sindicato, Fundacion Federico Engels, Madrid, Mandel, Ernest (Comp.), 1973, Contréle owwrier, conseils ouvriers, au- togestion, Maspero, Paris, III Vol. , 1990 “Auto-organisation et parti d/avant-garde dans la conception de Trotsky" en Quatriéme Internationale, N°. 36, Paris. . 2003, La pensée politique de Léon Trotsky, La Découverte, Paris, Mars, Karl y Friedrich Engels, 1985, “Critica al Programa de Gotha” en ‘Marx, Karl y Friedrich Engels, Obras escogidas, Quinto Sol, M Vol. IL. S/f, La Ideologia Alemana. Ca entre las concepciones materialista e ide 1988, "Manifiesto del Partido Comunista” en Karl Marx y Friedrich Engels, Obras escogidas, Quinto Sol, México, Vol. I 1999, Capital. Critica de la Economia Politica, Fondo de Cultura Eeonémiea, México. 1976, “Anton Pannekock et la révolution mondiale” en Histoire du marxisme contemporain, 10/18, Paris, Vol. 2, pp. 314- 354. Mier, Raymundo, 2009, “Autonomia y vineulo: Ia creacién de la a colectiva” en Claudio Albertani, Guiomar Rovira y Massimo Modo- in de a politica y emancipa- 1 Feuerbach. Oposicién cién, UACM, México, pp. 83-122. Norman, Emma, 2007, El yo politico, Ediciones Coyoacdn, México. Owvifia, Hemén, 2009, “La autonomfa urbana en territorio argentino” en Claudio Albertani, Guiomar Rovira y Massimo Modonesi, La au- tonomia posible. Reinvencién de la politica y emancipac ,UACM, México, pp. 245-284 y 285-325. Pannekoek, Anton, 1938, “Observaciones generales a la cuestién de la organizacién” en Living Marxism, N°. 5, noviembre S/f., Los consejos obreros en www.marxists.org/espanol/ pannekoek/1940s/consejosobreros/index. html. Rebén, Julién, 2007, La fabrica de la autonomia, Picasso, Buenos Rossanda, Rossana, 1973, Il Manifesto, Tesis de una di a, ERA, México. Rubel, Maximilien, Marx critique sme, Payot, Paris, 2000. ycialisme ou Barbarie, 1949, “I isme ou Barbarie, 1N°.1, Paris, marzo-abril. Sorel, Georges, 1972, Réflexions st Paris ‘Svampa, Maristella, 2008, Cambio de época. Movimientos sociales y poder politico, cLAcso-Siglo XXI, Buenos Aires. 2008, La sociedad excluyente, La Argentina bajo el ne beralismo, Taurus, Buenos Aires. lencia comu- la violence, Marcel Riviére et Cie, 46 Thwaites Rey, Mabel, 2004, La autonomia como biisqueda, el Estado como contradiceién, Prometeo, Buenos Aires. Trotsky, Leén, 1921, “Las leceiones de la Comuna” en Zlatoouste, 4 de febrero. Zavaleta, René, 1989, o conceptos de la democracia’, en EI Esta- do en América Latina, Los amigos del libro, La Paz. . 1974, El poder dual en América Latina, Siglo xx1: México, a7 “Flores salvajes” Reflexiones sobre el principio de autonomia CLAUDIO ALBERTANE Lasociedad crea la libertad del individuo, en vez de reducirla y limitarla. La sociedad es la raiz, el Arbol de la libertad, y la autonomfa es su fruto. Mijail Bakunin La verdadera autonomfa debe producir la origi- nalidad individual y no la uniformidad univer- sal Jean Marie Guyau 41, Ante la marcha aparentemente imparable de un totalitarismo cada ‘ver més insidioso, nuevas expresiones de autonomia individual y colee- tiva invaden fragmentos desligados de tejido social. éAutonomia? Qué es? Un ideal? éUna organizacién? €Una filosofia? éUna corriente po- Iitica? “Autonomia somos todos”, contestan algunos. Y es verdad. Las, précticas de autonomia no se dejan enclaustrar en definiciones politi- cas, juridicas o filosficas. Existen autonomfas obreras, pero tam las hay indigenas; auténomo puede ser un grupo de jévenes okupas en una urbe indeterminada, un colect trabajadores rebeldes, 0 comunidad de campes ‘Auténomas son las mujeres que rechazan la doble explotacién del trabajo enajenado y del trabajo familiar, pero auténomos son también los seres humanos que aspiran a formas de vida més allé del valor de cambio, Laautonomia no es una secta, una ideologia o una agrupacién politi- de la Comision Civil Internacional de Observacién por los Derechos Hi corresponsal de la emisora independiente Radio Onda d'urto (Breseia, Tali) y colaborador de las fundaciones Andrés Nin y Vietor Serge. Correa: claudio, albertani@gmail.com 49 uso intensivo de la creatividad y de la imaginacién con profundas impli- caciones politicas,filosificas y existenciales Expresa, por lo mismo, el gran potencial de transformacién que yace dormido en los intersticios de la sociedad actual y que todos podemos despertar. Las précticas de donde existen, remiten a una necesidad amplia y difusa de cambio radical. Son, claro esté, voces minoritarias que se expresan en contextos tremendamente diferentes pero, mas allé de las diferencias evidentes, manifestan algunos rasgos comunes: resistencia a la dor nacin, ereacién de espacios piblicos no jerarquizados y una marcada ndencia a la accién directa al margen de la izquierda tradicional y de su vieja aspiracién a conquistar el poder estatal. Tres grandes filones Integran, me parece, a reflexién sobre lo que, siguiendo a Castoriadis, amo “principio de autonomia” (Albertani, 2009: 17~23). El primero se remonta ala tradicin anarquista, el segundo al marxismo libertario vel tercoro alas civilizaciones indigenas no slo en México y en América Latina, sino en el mundo entero. 2, En el pensamiento écrata la autonoméa remite a las fuerzas cons- titutivas de los seres humanos, a su potencia y a su capacidad de de- sarrollar la totalidad de los recursos que se necesitan para lograr dos objetivos: 1) afirmarse a s{ mismos; 2) asociarse con otros creando uuna fuerza vital cada vez ms poderosa (Colson, 2001: 47-48). “La au- individual y colectiva -precisa Eduardo Colombo- no es ni delegable ni representable, pertenece al sujeto de la accién, sujeto con- cebido, contrariamente a la teorfa liberal, no como sujetado sino como eLagente -sociohistorieo— del acto, sea individual o colectivo” (Colom- bo, 2006: 72-3). ‘A principios de la era moderna, Nicolés Maquiavelo identified el chogue entre cl deseo de poder de Tos dominadores y Ta exigencia de libertad de los dominados como el principal factor de la historia huma- na, Acto seguido, estableci6 frfae imperturbablemente, lo que debe (y no debe) hacer el principe para ejercer su poder, pero también lo que deben (y no deben) hacer los sébditos para defender su libertad contra Jos prineipes. Es por esto que Lace Fabbri, brillante pensadora liber- taria, defini6 El principe como un libro “objetivamente” anarquista: el combate épico entre dominadores y dominados es el escenario perenne en donde actuamos los humanos (Maquiavelo, 2009: 285). Contempo- rineo del secretario florentino, Etienne de La Boétie caminé més lejos al plantear unas preguntas de tremenda actualidad. Sila libertad es el 50. estado natural de los seres humanos, sila esclavitud es un ultraje, épor ué los hombres obedecen a uno solo? éPor qué ademas de obedecerle, Ie sirven? ZY por qué ademas de servirle, le quieren servir? La respuesta de La Boétie introduce la idea de voluntad: la libertad es voluntaria yla imbre también. La tiranfa se apoya menos en la fuerza brutal que en el sentimiento de dependencia; el apetito de poder puede satisfacer- se (inicamente cuando encuentra su contraparte: el deseo de sumisién. El pueblo crea un fantoche y luego se le somete ciegamente; pudiendo escoger entre la servidumbre y la libertad, prefiere abandonar los dere- chos que recibié de raleza para cargar con un yugo que le embru- tece, He aqui otra definicién de autonomia: el espacio politico en que los, pueblos consiguen sustraerse al dominio del tirano. 3, Falta una determinacién esencial pues la autonomia colectiva des cansa en la autonomia individual. Charles Fourier avanza en esa direc- mn cuando muestra que es necesario realizar al instante la emaneipa- cién individual, sin posponerla a un futuro inasible: No sacrifiquéis la felicidad de hoy a la felicidad futura. Disfrutad del wvitad toda unién de matrimo reno satisaga ‘vuestras pasiones desde el mismo instante (Fourier, 1808). Fourier pensaba que el nuevo mundo debe ser mejor que el actual por razones materiales y éticas pero, ademés, tiene que ser mas atracti- vo. Rechazé la moral represiva, las convenciones sociales, los tabties y el trabajo asalariado que llam6 “servidumbre indirecta, prenda de infor- tunio, de persecucién, de desesperacion” (Fourier, 1822). Comprendié que el problema de la felicidad es mas complejo que el de la justicia ¢ insistié en un aspecto crucial: la vida cotidiana. Una vida cotidiana animada por el amor, la sexualidad libre y las pasiones alegres, es decir emaneipadas de las camisas de fuerza impuestas por la eligi cristiana y los gobiernos. Como Marx, Fourier pensaba que la sociedad cesta regida por la fuerza, la coercién yla mentira, pero, a ‘Marx, crefa que lo que une a los hombres es Ia atraccién apasionada. consecuencia, cambiar la sociedad significa emanciparla de los obstécu- los que impiden la operacién de esa atraccién y abrir el eamino hacia la plena realizacién de las potencialidades humanas. Al privilegiarla libertad del individuo por enc némica y de la centralizacién politica, Fourier ant 1a de la coercion eco- ipa el anarquismo y 5 formula una estimulante reflexién sobre la autonomia, aunque no la Ila- me asi, Laactualidad de su concepeion radica en el intento de armonizar Jas ventajas colectivas con las necesidades individuales: en el falansterio se puede vivir en comin, aislarse, encontrarse, pero también huir. 4, La reivindicaein floséfica més articulada de la autonomia indi- vvidual se encuentra, probablemente, en la obra de Johann Kaspar Sch- ria, mejor conocido como Max Stimner, autor poco leido y menos ain comprendido. En El inico y su propiedad, libro que le valiera las agrias criticas de Marx y Engels, Stirner afirma que mientras permanezca de pic una sola instituei6n que no podamos transformar, no existe autono- fa (Stimer, 1976: 220). Matar a dios es necesario, pero no sufciente, pues el hombre se comporta en forma religiosa también en relacién ala ley, al derecho y a las institueiones establecidas. Por lo tanto, después de acabar con todo sucedineo de lo divino, Stirner arremete contra el Espfritu de Hegel y particularmente contra su enearnacién historiea, el Estado: [..1 el pensamiento del Estado penetré en todos los corazones y excité en cllos. ‘nuevo, [.] Servir al Estado o la nacién fue: entusiasmo; servi a ese di eal supremo” (Ibid. 104) Protector de los poseedores, dngel guardian del capitalist, promo- tor de la histeria militar, el Estado concede su proteccién al obrero, no en virtud de su condicién humana, sino por su docilidad (Ibfd.: 120). Al mismo tiempo, defender la libertad abstracta que pregonan los filésofos ‘tampoco es suficiente pues no implica de ningin modo la soberania de! -amente su derecho a ser "libremente” explotado. ‘Aun cuando Stimer sigue reflexionando en los términos de la iz- quierda hegeliana, el yo de Bl tinico no es el yo pienso de los filésofos, ‘tampoco el yo compro de los economistas, sino el yo eorpéreo de hom- bres y mujeres de came y hueso que actitan, desean, sufren, gozan. Asi- mismo, el egofsmo que pregona no es la ley del mas fuerte y la propie- dad que defiende no es la propiedad privada. Sin apoyarse en dogmas y sin arrodillarse ante ningtin idolo, Stirner nos entrega un formidable arsenal conceptual para conquistarnos a nosotros mismos eontra toda determinacién exterior. En el camino, echa los cimientos de una ética cos que se desarrolla de forma auténoma, a par- tir de la necesidad de vivir una vida intensa y fecunda. Es por esto que su 52 vor se eleva mas allé del tiempo, Contrario alo que argumenté Mars, no contradice, sino complementa, toda reflexion sobre el socialismo pro- porcionando un formidable contrapeso alas tendencias autoritarias que incuban en sus entrafas 5. La tradieion inaugurada por Stirner y continuada por Jean-Marie Guyau, Han Ryner, Friedrich Nietasche (a pesar de sus resbalones auto- ritarios), E. Armand, Renzo Novatore, Raoul Vaneigem y muchos otros llega hasta nosotros para recordarnos que toda revolucién social esté condenada al fracaso sino enriquece y fortalece el individuo. Paradoja revolucionaria: es por la via del individualismo que aleanzamos la hu- ‘manidad entera, Rechazamos la falsa separacion entre lo individual ylo colectivo: todo individuo es un colectivo, todo colectivo es un individu. Los individuos no son ménadas, sino fragmentos sueltos, campos de fuerzas en equilibrio precario. éCémo tender ese puente tan necesario entre mi deseo de autonomia y el de os dems? &Cémo aleanzar la auto- rnomia colectiva? Quien nos entrega una reflexion imprescindible al res- pecto es Pierre-Joseph Proudhon, uno de los espiritus socialistas més cxeativos de todos los tiempos. En su primer trabajo importante, Qué es la propiedad? Investigaciones sobre el principio del derecho y del gobierno (1840), Proudhon echa los cimientos de la ertica de la econo- ‘mia politiea mostrando que el capital no tiene mas origen que el robo de un valor producido exclusivamente por los obretos. Son los eapitalistas quienes convierten Ia propiedad en monopolio, expoliando a los seres hhumanos de sus eapacidades creativas y reduciéndolos a la condicién de parias. Bl fundador del anarquismo piensa que el Estado y la propie- dad privada ~dominium et imperium- estin relacionados. Introdu acto seguido, las categorias de “explotacién’, “antagonismo y “sistema” que Marx desarrollara con provecho, Sin embargo, mientras el autor de EL Capital cree en el centralismo y en la accién politica, Proudhon le puesta a la accién auténoma de los trabajadores. En la Idea general de (a revolucién en el Siglo XIX (3851), analiza las précticas de ayuda ‘mutua de las nacientes asociaciones obreras llegando a la conelusién de que los principios de reciprocidad que las rigen (mutualismo) ofrecen una solucién al problema de la explotacién y prefiguran la sociedad fu- tura, Emprende, acto seguido, la critica al “principio de autoridad” q retomada por Bakunin, quedara como pilar del socialismo libertaio. Abolicin de la propiedad privada y aboliciOn del gobierno se refrendan en El principio federativo (1863) en donde Proudhon destaca la impor- 53 ‘tancia de la autonomifa de las comunas libres contra todo centralismo estatal un tema que Kropotkin retomaré en El apoyo mutuo (1902). Federalismo y mutualismo son los prineipios que pueden guiar nuestra accién aqui y ahora. El federalismo no es, por supuesto, una ‘aacelerar su muerte. Tampoco es tun ideal lejano, sino una teorfa de las relaciones humanas: relaciones solidarias y horizontales entre individuos, relaciones del individuo con el grupo y relaciones de los grupos entre si. Sélo federandome con los. demés puedo conquistar mi propia autonomia. Por otra parte, el mu- tualismo es el equivalente del federalismo en el terreno de la eritica de Ja economia politica. Mientras en el pasado se expresé principalmente en las asociaciones obreras y en las cooperativas, hoy, ademés de encon- ‘trarse en las relaciones horizontales que prevalecen en las comunidades indigenas, se articula en torno a la socializacién del trabajo cognitivo, a Jos flujos de informacién sustrafdos al dominio de la mediveracia y ala inteligencia hacker. En el pasado fue clasista e identitario, hoy es pro- teico y némada (Berardi, 2007: 57-60). 6, Las ideas de Fourier, Stirner y Proudhon eneontraron una prime- ra aplicacién préctica en la Asociacién Internacional de los Trabajado- res, o Primera Internacional, fundada en Londres en 1864 por obreros integrantes de diferentes paises y tendencias. La AIT no era un partido, ni una alianza de partidos, sino una federacién de asociaciones obreras que admitfa la adhesién individual, ademés de Ia colectiva. Adhesién individual: he aquf un punto fundamental que seguimos reivindicando para organizar nuestras redes, junto a la afirmacién de que “la em: pacién de la clase obrera debe ser obra de la propia clase obrera”. Con una precisién: ahora es claro que los obreros ya no son los tinicos pro- tagonistas de Ia revoh ¥, probablemente, nunea lo fueron. La centralidad obrera fue el gran mito del siglo xx pero, a diferencia del marxismo, la tradicién anarquista ~Bakunin, Reclus, Kropotkin, Malatesta, Flores Magén- siempre desconfié de los planteamientos que privilegian una fraccién del proletariado a expensas de otra rechazando Jaidea de que existe un sujeto hist6rico inmutable y definido de una vez por todas. Para los anarquistas, el proletariado no incluye ‘inicamente a Ja clase obrera, sino también a los campesinos, los artesanos y todo tipo de marginales (esos, que Marx y Engels llamaban, despectivamente, limpenes). Es de seftalar que algunas fracciones del marxismo autono- mista egaron a conclusiones parecidas al sefialar que “el sujeto no es 54 algo dado, socialmente determinado e ideolégicamente consistente”. La de sujeto revolucionario se transforma asf en la de subjetivacién : 47). Hoy, cuando vivimos la subsuncién real de toda Ja experiencia humana en el proceso de reproduccién social y el pro- ala clase obrera, todos somos potencialmente limpenes. 7. En Europa, la Comuna de Paris (1871) ofrecié un impulso formida- ble a las ideas de autogobierno y federalismo. Al renunciar voluntaria- ‘mente a su predominio sobre el resto de Francia, la Comuna se convirti6, cn el punto de partida de un nuevo concepto de organizacién social en la que viven y actian simultneamente el espiritu individual y la Gustave Lefrangais, anoté: frangais fue continuada, entre otros, por el poeta y agitador social norte- americano Kenneth Rexroth en su estudio sobre el comunalismo: Lalantes de 1918, laps xia decir socialdemocracia de izquierda del tipo que encarnaban los bolcheviques rusos, es decir forma radical y revolucionaria de socialismo de Estado. Muy por lr el Est jere decir tomar el poder, sino .da porla comunidad orgéniea Hoy, el mismo espiritu nas del m la “comunalidad” de los te6ricos oaxaquefios Floriberto Martinez Luna, Benjamin Maldonado y Carlos Beas, smuna de Parfs fue ahogada en Ia sangre y la arr se desmo- izar la cuestin de la autonomia, Los principios expuestos en el Manifiesto Inaugural (Marx, 1864) y en los Estatutos (Marx, 1864 y 1871), ambos redactados por Marx, aseguraban una completa liber- ‘tad a las federaciones nacionales y locales. Habia muchos desacuerdos, General, controlado por Marx y Engels, tomé decisiones que iban en contra de sus propios principios destruyendo la autonomia de las fede- raciones regional rentando imponer al conjunto del movimiento los métodos de una escuela particular. n Hen tario de la Arr y un mar- xista convencido- la responsabilidad de la ruptura recae en gran parte sobre Engelsy Pablo Lafargue quienes orillaron ala Federacién Regional Espafiola a romper del Manifiesto lograron la expulsién de Bakunin y sus amigos “gracias al contrabando de eredenciales y a los métodos més repudial 193). Acto seguido, a sabiendas de no disponer de una mayor del Consejo jondres a Nueva York, en donde la causa obrera apenas tenia raices. Esto, junto al estatalismo de la socialdemocracia alemana, causé la muerte prematura de la att. Inspiradas por las posi- ciones de Bakunin ~a quien corresponde el mérito de haber echado los, cimientos del movimiento anarquista organizado— las secciones suizas apoyadas por es latinos rechazaron las posiciones del General reivindicando enérgicamente su “autonomia” (Bakuni 56 Desde entonces, el término se volvi6 recurrente en los medios éera- tas, Api la sociedad desde abajo, por medio de la libre federacién de asociaciones obreras, comunas y sindicatos, apareci6 mista dieron vida al periddico, Die Autonomie (1890). Enrique Malatesta precis6 algunos puntos fundamentales: Lal una organizacion anarquista debe fundarse, a mi wes de grupos, las federaciones de la correspondencia o de otras tareas (Richards, 2007; 86). 19. A principios del siglo xx, el movimiento anarcosindicalista enri- quecié el principio de autonor para subrayar el derecho di pendencia contra toda injerencia externa. Seg teéricas, Pierre Besnard, la accién directa indict © eolectiva ejercida contra el adversario social por los individuos, Jopedia Anarquista, tomo I accién directa se opone a la insurreccién armada de los, tidos politicos en la medida en que éstos, sin excepcién, buscan to- mar el poder politico y conservarlo, lo cual converge con algunos de los, planteamientos del Zapatista de Liberacion Nacional (821) y, mis recientemente, de la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (apro). La accidn directa puede ser legal o ilegal, defensiva, preventiva precisa que sistencia pasiva y activa. A lo largo del siglo xx ha sido la bandera de los principales movimientos revolucionarios: los Consejos de obreros y campesinos en Rusia (1905 y 1917-21), la Comuna de Morelos (1911- 57 15),la evolucién alemana (1918-19), el movimiento de ocupacién de las la revuelta de Budapest (1956), la rebelién mundial de 1968 movimientos insurreccionales en algunos paises asidticos (Katsialicas, 2009). Hoy, la accién directa sigue siendo el recurso que tienen los indivi- duos y las comunidades de actuar sin mediaciones ni representaciones. ‘Aun cuando es, en primer lugar, la manera de oponer la fuerza colecti- va a la fuerza del poder, se despliega también en el terreno individual. Consiste en la activa, contra toda sumis cn los terrenos mis variados: el amor, la poes meditacién. jones, desemboca en explosiones sociales y movimientos Ja comunicacién, el Albertani, 2010). En ambos casos, ala violencia gubernamental, el pue- lo contesté con la dignidad, la solidaridad y la fiesta. En el camino, suspendié los poderes del Estado y reinventé la democracia directa de cubriendo lo que el socidlogo coreano Choi Jungwoon llama comunidad absoluta y George Katsiafieas, efecto eras, es decir una suerte de expe- {stica de comunién total que la colectividad descubre al tomar la rebelién. En la comunidad absoluta, el yo individual yn entre “tu” y “yo” se anula, el el cami se funde con el yo colectivo, la separa amor fluye, el sentido de propiedad desaparece (Jungwoon, 1999: 81- 93; Katsiaticas, 1989) 10, Las corrientes anti-partido del marxismo, es deci “consejistas” Anton Pannekoek, Herm: Korsch, Paul Mattick y Maximillen Rubel, entre otros- elaboraron una reflexi6n sobre la autonomia que converge con el anarquismo. Consejo obrero—nos dice Pannekoek-no significa una forma determinada del poder de los trabajadores para disponer ellos mismos de las industrias y de la producci6n, Su efectivacion no es un asunto de diseusin tebrica 58 En los afios eincuenta y hasta bien entrados los setenta, cuando gran parte de la izquierda oficial todavia se encontraba dominada por el co- mo soviétieo, en Buropa y en Estados Unidos, una nueva gene- racién de marxistas disidentes empezé una reflexién que se revelaria Castoriadis y sus camaradas del grupo Socialismo 0 Barbarie rompieron con las diferentes ortodoxias boleheviques y se fecunda, Cornelit solidarizaron con las revueltas de los trabajadores en los paises llama- istas (Castoriadis, 1953-54). Al mismo tiempo, Ilegaron a la lad de las relaciones sociales. Despojada de toda autenticidac vida se transformaba en representacién o, mejor dicho, en una inmensa acién de espectéculos. El vo comienzo; avanzar €l rechazo al trabajo y la frente a la temporalidad cotidiana: ‘un papel estratégico y taml de los negros, de los marginales, de los indigenas, de los ecologistas. Es para pensar estos conflictos que Castoi brica del proletariado y contenido concreto del socialismo. Con dife~ rentes matices, reflexiones asi se encuentran en la obra de Guy Debord y Raoul Vaneigem en Francia, es decir la Internacional Situacionista; Dani Romano Alquati de la IV Internacional. No tenemos aqui la oportunidad de acerearnos alas distintas facetas de sus obras. Baste sefialar que se gest en el um- 59 bral de un period extraordinario de luchas sociales esa asombrosa ola 180 afio de 1968— de la cual todos ellos fueron profetas y también activistas. 11. A finales de los afios setenta, después de un corto periodo de au- tonoméa social en el que la solidaridad prevalecié sobre la id de la vida sobre el poder del respecto al jertad de la empresa frente a las regula- ciones estatales; las luchas de los trabajadores contra la explotacién en cl desempleo y el rechazo al trabajo en la mai cin de los traba- Jjadores mismos por parte del capital Era un nuevo cambio de época, La informatizs lexibiliza Ta deslocalizacién y el desempleo acabaron con 150 aiios de conquis- tas sociales bajo el membrete del “neoliberalismo”, una ideologia que no era nueva ni mucho meno ivas inéditas se difundieron primero en la micro-electrénica y sucesivamente en la pro- duccién material fragmentando la fuerza de trabajo, misma que ahora se encontraba aparentemente “auténoma”, pero realmente subsumida en el capital (Berardi, 2003: 73). A diferencia de los trabajadores asa- lariados clisieos, a quienes el Estado-providencia garantizaba cierta pensién y vacaciones pagadas, esos trabajadores “auténomos” debian ahora hacerse cargo de si mismos, interi as y pregonarlos como propios. pueblos ente- jvamente al margen ssencial de extraccién de plusvali de eco nal no solamente en el “tercer mundo”, sino en el corazén mismo de los paises metropolitanos. Ciudades como Népoles en Italia o Ciudad Juarez en México, en donde reina el crimen organi- zado, lejos de ser arcaismos irracionales apuntan a formas “avanzadas” de dominacién capitalista: la compenetracién entre Estado, iniciativa privada y economia mafiosa. En ambos casos, pandillas organizadas e incrustadas en las estructuras de poder dictan quién ocupa un cargo y quién no. 60 cl principio de autonomfa quedé como referente para cl proletariado juvenil europeo, los pueblos 1a y franjas de trabajadores insumisos. En las principales ciudades del mundo, barrios eompletos fueron ocupados ppor jévenes sin vivienda que crearon espacios de autonomia social ‘Vino Ia caida de! peraban los poderosos, temporaneidad, asi como deseonocidas posi einteraccién. 1992, las contra-celebraciones del Quinto Centenario de la sta de América abrieron paso a una nueva estacién de resistei indigena que emy a como Estados idades de comunicacién 26 a entenderse de manera inédita tanto en Euro- jos. Con la revuelta zapatista de 1994, arraneé un nuevo ciclo internacional de rebeldia que buscé incorporar la enorme sabiduria delas poblaciones indigenas a las demandas de los movimi tos sociales urbanos. Ya no se trataba de solidarizarse con los “pobres sino de buscar convergencias, afinidades y complicidades. Por su parte, .pas recogian la afieja reivindieacién indigena de is experiencias maduradas en Europa y en Estados Unidos ‘dad de refundar la politica). Sus puntos medu- lares se centraban en la critica al poder y a los partidos politicos, en el abandono de la idea va cn la apasionada reivindicae! ‘vinculos comunitarios y en la necesidad de establecer una nueva rela- cién con aleza. Esa, que jonzélez, Casanova llamé “teoria de la selva”, encon- bl 116 ofdos atentos en los movimientos sociales europeos. éPor qué? Por- que la demanda de autonomfa de los pueblos indios se enlazaba eon la idea de democracia radical y autogestiva que sofiaban los “indios metro- a politanos” del mundo entero, Suponfa como en la tradici6n anarquista una federacién de poderes locales y sma de delegados revocables que interactian de abajo hacia arriba. Segiin Benjamin Maldonado, corriente de pensamiento y como experienc! que aporlar en el alumbramiento de la nueva sociedad mexicana; la historica de organizacién de los pueblos indios y abre una perspectiva sobre estas sociedades, q pero se ban irado para traterd 2007) ‘Acien afios de la revolucién mexicana, cuando se agotan el triunfa- iberal, podemos retomar el viejo suefio 1eblos indfgenas con la chas de los trabajadores urbanos y ambas al movimiento obrero norte- amerieano, S6lo e ahora Ja apuesta involucra a Ja humanidad ent Bibliografia Albertani, Claudio, 20098, “El principio de Autonomfa” en: Albertani, 1 espejo de México. Crénicas de barbarie y resis- tencia, Alter Costa Amic, México , 2010, “The 2006 Oaxaca uprising in Mexico", ponencia presentada en la “International Conference commemorating the 3oth anniversary of the Gwangju Uprising”, Gwangju, Corea, Armand, anarquismo individualista. Lo que es, puede y vale, edicién virtual, http://mx.geocities.com/kelibertaria/anar- quistas html 62 Bakunin, Miguel, 1869, "Carta a los Internacionales de Bolonia”, edi- cin virtual, http://miguelbakunin.wordpress.com/2009/03/06/ carta-a-las-internacionales-de-bolonia/ Beas, Carlos 1997, Magonismo y movimiento indigena en México, edi- cidn virtual, http://www laneta.ape.org/magon/mymovind.htm Berardi, Franco (Bifo), 2003, La fabrica de la infelicidad, Traficantes de sueiios, Madrid. Berardi, Franco (Bifo), 2008, Generacién Post-Alfa. Patologias e ima- ginarios en el semiacapitalismo, Bajo Tierra Ediciones/Sisifo Edi- ciones/Tinta limén, México. Castoriadis, Cornelius, 1953-54, "Direccién y revolucién. Discusion entre Cornelius Castoriadis y Anton Pannekock”, edicién virtual, inttp://www.geocities.com /cica_web/consejistas/indice.htm Colombo, Eduardo, 2006, La voluntad del pueblo: democracia y anar- quia, Tupae Ediciones, Buenos Aires, edicién virtual, http://www quijotelibros.com.ar/anarres/Voluntadsszodel%aopueblo%ao.paf Colson, Daniel, 2001, Petit lexique philosophique de Vanarckisme, De rroudhon a Deleuze, Le livee de poche, Librarie Générale Frangaise, Paris. Diaz Gomez, Floriberto, 2004, Comunidad y comunalidad, http:// ‘www. insumisos.com lecturasinsumisas/Comunidad.%20y3200c0- munalidad.paf wiclopedia Anarquista, 1972, Editorial Tera Libertad, México, dos tomos. Fourier, Charles, 1808, “Avis aux civilisésrelativement a la prochaine métamorphose sociale’, http://classiques.ugac.ca/classiques/ /fou- rier_charles/ordre_subversif/texte_a_avis/fourie_avis_aux_eivi- lises.paf , 1822, El falansterio, edicion virtual, http://www.antorcha. net/biblioteca_virtual/falansterio/1.htmnl Gonzalez Casanova, Pablo, 1997, “La teoria de la selva. Contra el neoli- beralismo y por la humanidad”, Perfiles de La Jornada, 6 de marzo de 1997. Guyau, Jean-Marie, 1978 (primera edicién 1884), Esbozo de una moral sin obligacin ni sancién, (1978, 1884), Ediciones Jicar, Barcelona. Katsiaficas, George, 1989, http://www.eroseffect.com/articles/erosef- fectpaper.PDF. 63 2009, “De Gwangju a Tiananmen. Una revision de los movimientos autondmicos del Este asidtico”, en: Albertani, Rovira, Modonesi, op. cit. Kropotkin, Pedro, 1989 (primera edicién en inglés, 1902), El apoyo ‘mutuo, Ediciones Madre Tierra, Méstoles, Espaiia, edicion virtu http://autonomiayemancipacion.org/Biblioteca/D-2/Apoyo%20 ‘Mutuo%20-%20Piotr%20Korpotkin. pat Jungwoon, Choi, 1999, The Gwangju uprising: the pivotal democratic ‘movement that changed the history of modern Korea, Publit Pub- Ii Co., Setl, Corea 1a Botti, Etienne de, 2003 (escrito en 1548), Sobre la servidumbre voluntaria, Editorial Sexto Piso, Edieién virtual, http://www.sindo- rminio.net/oxigeno/archivo/servidumbre-htm Lefrangais, Gustave, “Lidée libertaire dans la Commune de Paris”, edi- ciénvietual, itp://www.groupejoyeux.org/html/Lefran%E; RCa10.htm Maldonado, Benjamin, 2003, La comunalidad indigena, edicin vir- ‘tual, _http://www.antorcha.net/iblioteca_virtual/politica/comu- nalidad/comunalidad.htm) , 2008, “El indio y lo indio en el anarquismo magonista”, bitp://www.rebelion.org/noticia.phpid=61473 Maquiavelo, Nicolas, 2008 (escrito en 1513), El udio Albertani, Univer- sidad Autonoma de la Ciudad de México, México, DF. Marx, Karl, 1864, Manifiesto Inaugural generates de las Asoeiacién In- ternacional de los Trabajadores, edicion virtual, http://www.mar- xists.ong/espanol/m-e/1860s/186.4fait.htm, , 1864 y 1871, Hstatutos generales de las Asociacién Inter- nacional de los Trabajadores, edicion virtual, htp://www.marxists org/espanol/m-e/1860s/1864-¢st.htm Novatore, Renzo (Abele Ricieri Ferrari), 1994, Un fore selvaggio. Sert- tisceltie note biografiche, BFS, Pisa (textos de 1917-22). Pannekoek, Anton, 1952, “Sobre los consejos obreros”, edicion virtual, http: //www.geocities.com/cica_web /consejistas/indice.htm Proudhon, Pierre Joseph, 1851, Idea general de la revolucién en el siglo XIX, Edicion virtual, hhtp://mx geocities.com kelibertaria libros. html 64 1863, El principio federativo, Bdici6n virtual, http://www. geocities.com/labrechag/prineipiofederativo.html 2009 (primera edicién 1840),éQué es la propiedad? Inves- tigaciones sobre el principio del derecho y del gobierno, prologo de Claudio Albertani, Universidad Auténoma de la Ciudad de México. Rexroth, Kennett, 1974, Communalism: From Its Origins to the Twen- lieth Century Seabury, ttp://www:bopsecrets.org/rexroth/com- munalism.htm Richards, Vernon (compilador), 2007, Malatesta. Pensamiento y ac- ién revolucionarios, Tupac Ediciones, Buenos Aires, http://www. 1nodo50.0rg/bpji/Libros/malatesta.paf Rocker Rudolf, 1967, En la Borrasca, Editorial Cajiea, Puebla, México Ryner, Han, 2009 (primera edicién 1898), Petit manuel Individualiste, Editions Allia, Paris er, Max, 1976 (primera edicién 1844), juan Pablos Editor, México. ‘Vaneigem, Raoul, 1998 (primera edici6n en franeés, 1967), Tratado de saber vivir para uso de las jévenes generaciones, Kaitorial Anagra- ma, Barcelona. Sti él co y su propiedad, Las autonomias indigenas en América Latina Francisco Lopez Barcenast Lalucha por esta América Latina liberada, fren- tea las voces obedientes de quienes usurpan su representaci6n oficial, surge ahora con potencia invencible, la voz genuina de los pueblos, voz que se abre paso desde las entrafias de sus mi- nas de carbén y estafio, desde sus fabricas ycen- tales azucareras, desde sus tierras enfeudadas, donde rotos, cholos, gauchos, tharos, herederos de Zapata y de Sandino, empufian las armas de lalibertad. Ernesto Che Guevara rracién de la Habana, 1960 En respaldo a La de Tiempos de autonomias En América Latina se viven tiempos de autonomias. De autonomfas indigenas. El reclamo se posicion6 como demanda central de los mo- jentos indigenas en la década de los noventa del siglo xx y se conso- 16a principios del siglo xx. No es que antes no existiera, al contrario, desde la época de la conquista -espafiola en unos casos, portuguesa en ‘otros hasta la consolidacién de los Estados nacionales, desde las rebe- liones de Lautaro, en tierras mapuches, Tupac Amaru, Tupac Katari y ar cargos comunitarios en su lugar de origen, ‘mayordomias y el baile dela danza ran: La diversidad mutilada: legistac Oaxaca; Autonamta y pueblos indigenas en México, Los movi nas en México: rostros y eaminos, y; San Juan Copal: do resistencia popular. Ks colaborador en el diario La Jornada. Bartolina Sisa, en tierras andinas, hasta las de Jacinto Canek en tierras, ‘mayas contra el poder colonial; pasando por las del Willka Pablo Zarate cn Bolivia, o las de Tetabiate y Juan Banderas entre los pueblos yaquis| de México, durante la época republicana, o las de Emiliano Zapata en México y Manuel Quintin Lame en Ci la rebelién del Ejército Zapatista de Liberacién Nacional, también en tierras mayas, a finales del siglo xx y principios del siglo 304, las lu- chas de resistencia y emaneipacién de los pueblos indigenas han es- tado permeadas por las reivindicaciones autonémicas; no siempre con ese nombre, pero sf con los mismos proyectos ut6picos, que pasan por ser pueblos con derechos plenos, territorios, recursos naturales, formas propias de organizacién y de representacién py tatales, ejercicio de lajusticia interna a partir de su propio derecho, con- servacién y desarrollo de sus culturas y elaboracion y ejecucién y puesta cen préetica de sus propios planes de desarrollo, dentro de sus demandas mis significativas. El surgimiento de los pueblos indigenas como actores centrales de los nuevos movimientos sociales no ha sido fortuito. En ello han sido determinantes los nuevos rumbos que el imperialismo capitalis- ta ha tomado para entrar en una nueva fase econémica que diversos analistas denominan acumulacién por desposesién.* De acuerdo a quienes suscriben esta tesis, una vertiente importante del capital se esta enfocando en despojar a los pueblos de sus riquezas naturales. Aguas, bosques, minas, recursos naturales y los saberes ancestrales y conocimientos asociados a su uso comin, estén perdiendo el carécter de bienes comunes que por siglos han mantenido para beneficio de la humanidad, convirtiéndose en propiedad privada y por lo mismo en mereanefa, 1o que representa un nuevo colonialismo, mas rapaz que el sufrido por los pueblos indigenas de América Latina durante los si- * Sobre la nueva fase del capitalismo pueden verse: David Harvey, imperialismo, Akal, Madrid, 2004 y Franz Hinkelammenrt y Duchrow La vida o el capital, Alternativas a la dictadura global de la propiedad, D ‘México, 2004. Sobre la conversién de los recursos naturales en merean James O'Connor, Causas naturales. Ensayos sobre marsismo eeolégico, Siglo XXI, México, 2001 y David Sincher Rubio et.al, Nuevos coloniatismos del ea- pital, Propiedad intelectual, biodiversidad y derechos de los pueblos, Tearia, a, s/f Barcel 68. glos xv y xvi, Los pueblos lo saben por eso lo resisten y luchan por liberarse de él. ha entendido la misma Agenci ios del siglo indigenas ser! prineipales desafios a los gobiernos nacionales en los proximos 15 afios, los cuales, es a, se increments trans- istas de derechos indigenas, apoyados por grupos internacionales de derechos humanos y ecologistas bien financiados’. ‘Las tensiones ~aftadfa el Bolivia, afirmé que los jentos subversivos estan haciendo mal uso de los beneficios de la democracia y eso pone en peligro la estabilidad de los Estados nacionales en toda Amériea Latina. Los movimientos d indigenas mia son una preocupacién para los grupos econémicos y poli » Porque forman parte de otros movin ica, politica, eeolégica y, sobre todo, del 10. Sélo que a diferencia de los demas movimientos, los que protagoni- zan los pueblos indfgenas y sus organizaciones son mas radicales y pro- ‘eamientos, tanto por los métodos de lucha qi izado para hacerse presentes ~la mayoria de las veces de manera pa- -a pero cuando esto no es posible de manera violenta~ como porque sus demandas para ser posibles requieren de una transformacién pro- funda de los Estados nacionales y sus inslituciones, que précticamente tina ceas que detentan el poder en cada uno de los Estados de América donde suceden. Estos se presentan justo cuando los Estados entran en tun fuerte debilitamiento, producto del empuje de las fuerzas econdmicas internacionales para que se vayan retirando de la esfera pil lo ante el reclamo indigena de reformar o refundar los Estados ‘acerlos funcionales a las realidades pluriétnicas de sus hi tes, afirmando que de aceptarse los reclamos de los puebl Jos Estados terminarfan hechos pedazos. Aunqu se pactara un nuevo Estado en donde los pueblos indigenas fueran reco nocidos como sujetos politicos auténomos, seguramente los Estados se fortalecerfan y entonces las fuerzas ec re mercado per~ derian hegemonia en el diseiio de sus pol ipopulares. El argumento ha sido usado por los poderosos para disefiar verda- deras politicas de cont -gencia con Tas que enfrentan a los movi- soberania nacional, lo cual ha sucedido de muy diversas maneras. En algunos casos entre los que se cuentan los de Bolivia y México, el Esta- do ha confrontado directamente a los movimientos indig todo en la parte andina-, han optado por el uso de una ‘estrategia volvente’ para recuperar los espacios perdidos; en estos casos nos a la confrontacién violenta sino que se opta por el uso de los partidos politicos como mee: ofteciendo cauces para aceeder al poder, que terminan siendo formas de control y desartic otra estrategia usada es el aislamiento, como se ha hecho en Brasil y parte de Ecuador, donde se ha dejado el campo abierto para que sean las compa- ‘Aias transnacionales que se apropian de los recursos naturales las que enfren ‘via como si nada pasara Digémoslo con toda claridad. Los p tina luchan por su autonomfa porque en el siglo xxi siguen nias. Las guerras de independencia del siglo x1X acabaron con la coloni- zaci6n extranjera —espafiola o portuguesa~ pero quienes accedieron al 70 poder siguieron viendo a los pueblos indigenas como colonias. Colonias ron tras la mascarada de los dere- a, pregonadas por el liberalismo decimonénico y que, ante la evidencia de la falsedad de ese argumento, ahora se eseonden bajo el diseurso del que se manifiesta en reformas legales que reconocen las diferencias cul- turales de las poblaciones de k los pero éste sigue actuando como si no existieran. Todo eso mientras los pueblos indigenas de América Latina sufrian y sufren el poder de un colonialismo interno. Por eso los movimientos indigenas, a diferencia de otros tipos de movimientos so- ciales, son luchas de resistencia y eman‘ Por eso su demanda se aglutina en la lucha por la autonomia, por eso las preocupaciones de Jas fuerzas imperiales aumentan en la medida en que los movimientos cerecen, por eso es que el logro de sus demandas implica la refundacion de los Estados nacionales. legamos a esta situacion? éCémo se materializan las luchas por la autonomia y qué peligros enfrentan? éQué futuro puede avizorarse de ellas? Son preocupaciones que rondan en los pensamien- tos de actores de los movimientos indigenas y de los que no lo son pero apoyan sus causas porque las consideran justas. Buscando respuestas a estas interrogantes se ha escrito el presente documento. Comi Ja época colonial y la inveneién del indio por los colonizadores, para stados na- cionales y el colonialismo interno impulsado por la burocracia estatal y Ja clase a la eual representaba; trata de explicar el colo yu relacién con digenas han cuest 168 de esto se derecho, las ensefianzas que nos dejan los procesos autonémicos, para cerrar con unas reflexiones finales, El colonialismo y la invencién del indio Por jo hay que decir que fueron los invasores europeos ~espa- fioles y portugueses— que en el siglo xv andaban buscando nuevos mer- n jerras del conti jcano. 10 grandes sociedades con culturas diferentes y unalto grado de desarrollo que la invasi6n europea truncé. El indio 0 in- ddjgena es un concepto inventado p rninguno, Como no podian aceptar que por estos Iugares tan alejados de la ciencia, la cultura, el progreso y la ‘civilizaci6n’ europea existieran derechos y muchas veces con un eonocin rior al suyo sobre la naturaleza, la sociedad y el universo, decidieron hos que no se opusieran a sus ambiciones y lo identificaron como algo inferior al invasor. lobar en una sola eategoria a todas las culturas que en el continente florecian, sin importarles las, diferencias ex cada una, sntes entre ellas y los diversos grados de desarrollo de Guillermo Bonfil Batalla, un antropélogo mexicano, lo dijo sin nin- sin embaje: La categoria de indio es una eategort contenido especifi delos grupos: ea que no denote ningin ino una particular relacion El mismo autor explicé que la categoria de indio “se apli nadamente a toda la poblacién aborigen, de las profundas diferencias que separaban a los hacer conces sider Jjores ejempl encuentra en los testimonios que revelan para ellos los indios eran infieles, gent en esta visién ningtin esfuerzo por hacer distinciones entre las diversas as; lo que importaba era el contraste, la rel del uso colonial que se hi aborigenes quedaban equiparados, porque lo que contaba era el domi- Rp nio colonial en la que sélo cabian dos polos antagénicos, excluyentes y necesarios: el dominador y el dominado, el superior y el inferior, la verdad y el error. sta fue la ténica que mareé la relacién entre los colonizadores euro- eos -espaii aproximadamente trescien- tos afios que se mantuvo la colonizacién extranjera en este continente que ellos bautizaron como am abrié el camino: Américo Vespucio. hubo rebeliones generalizadas por todas partes y las colonias lucharon por su independencia. Los pucblos indigenas participaron acti en las guerras, pensando que de esa manera recobrarian sus derechos. Los Fstados nacionales y el colonialismo interno Perose equivocar derechos para todos. En ella no cabian los pueblos indigenas porque el ideal que dio sustento a este modelo de Estado era que surgfan de una in de ciudadanos libres, que ademés se ligaban voluntariamente a ibertad a favor un minimo de derechos fundamentales, entre ellos la vida, la igualdad, la libertad y la seguridad juridi Lo asombroso de esto es la constatacién de que bajo la idea del respeto a los derechos individuales, los mestizos comenzaron a violar impunemente los derechos de los pueblos indfgenas que durante tres, iglos las mismas potencias colonizadoras habian respetado, entre ellos, Ja posesién coleetiva de sus tierras y el mantenimiento de sus gobier- ios. En el primer caso, la nueva clase que se hizo del poder al en colonial consideré que la posesién eoleetiva de las, ierras por los pueblos indigenas atentaba contra el derecho de propie- 's que las fraccionaran junto con politicas de 1s ah{ donde segiin su parecer permanecian Para el caso de los gobiernos indigenas arguyé el falso argu- mento de que esa situacién constitufa un fuero que atentaba contra la 73 igualdad que era un derecho humano, asf reclamé su derecho de inter- lad joacllo as que atentaban contra los pueblos indigenas y sus culturas.¢ levado al filésofo mexieano afirmar que que impuso su concep que dio origen a tales Estados no entraron para nada los pueblos indi- genas, porque nadie los consulté respecto de si querian formar parte del convenio, No obstante esta ai ieblos indigenas termi- naron aceptando esta forma de org: mn politica que les era ajena, tadores, 0 conveneidos de que era mejor eso que seguir Iuchando en una guerra que parecfa interminable. Pero, cualquiera que hubiera sido la forma ten que los pueblos indfgenas se integraron a los nacientes Bstados, lo que hay que resaltar es que el convenio politico por el cual se erearon no isin de los pueblos indigenas (Villoro, bitantes originarios de América, se siguiera practicando sobre los pue- blosindigenas porlos ie sehicieron del poder cuando aquellos os. isa era y es plicaron los estudiosos de las real 4 En ese mismo sentido, otro s la tesis de que po! s de las gena como un todo, se enfrentaba a la sociedad coloni se manifestaba en la discriminacién ét dependencia politica, la la incapacidad jus sociedades indigenas y se definfan en torno del trabajo y la propiedad. De acuerdo con lo ante- rior, estos dos tipos de rel la rigida est in su sancién moral a partir de ic cl indigena siempre ocupaba cl superado por el de los esclavos. munidad corporativa y se formaron las mismas que hoy deno- minamos cultura indigena. Tanto las relaciones coloniales como las de clase se combinaban en la opresi indfgena pero sus efectos eran distintos en cada una; mientras, en las relaciones coloniales entre la so- relaciones de clase tendian a la desintegracién de las com sgenas y a su integracién pura y simple a la sociedad mestiza. De acuerdo con el mismo autor, la expansién de la economfa eapi- talista en América Latina en la segunda mitad del siglo xrx, junto con lismo econdmico, como en la época d ransformé la ealidad de las dando origen a una segunda forma de colonialismo que desde entonces se denominé colonialismo interno. Latina vio surgir de las instituciones estatales pol jidas hacia pueblos indigenismo. Gonzalo Aguirre Beltrén, un antropologo mexicano im- pulsor de ellas, lo expres6 claramente: 1 indigenismo no es wna politica formulada por indios para solucion de sus propios problemas sine la de los no-indios respecto a los grupos indigenismo asumié muchos ros agruparse en dos etapas de su instrumentacién: la etapa de la integra- cién y la de participacién, En el primer caso se traté de u ‘mo incorporativo y comenz6 después del Congreso de choacén, ~en el Estado mexi fue la asimilaci6n de las objetivo que se preten después, convencidos de la culturalista y de nacional, acion. Décadas »grar por via de la castel cin de mantener una politica de corte ite funcionarios mestizos quienes disefiaran las politicas indigenistas, los Grganos estatales evoluciona- ron hacia lo que se conocié coma indigenismo de participacién, para lo cual buscaron que las comunidades indigenas participaran en el disefio de los programas gubernamentales enfocados hacia ellas al tiempo que extendian su aleance a programas de desarrollo, lo cual avanz6 a lo que (Sariego Rodriguez, ca dej6 de ser una politica de Estado disefiada por mestizos para los indigenas, con la fina- idad de que éstos dejaran de ser indigenas y se incorporaran a la vida de los pueblos como instrumento para mantenerlos bajo Ia férula del Estado. Con estas aeciones los gobierno: ido al movimiento indigena y lo mantienen separado de otras luchas sociales, voracion de intelectuales de izquierda, De acuerdo co (dispuesto a integrar, en el sentido indicado, a los pueblos indfgenas a 76 cualquier costo), que tiene poco o ningiin respeto por la diversidad (Diaz 2003: 39) Pero los pueblos i jan de miltiples maneras: mo\ uneiando la situacion en for igenas no estaban pasivos. Resistian. Y lo ha- Jas politicas estatales, iendo redes de co- a laboracién entre ellos y ss, construyendo los caminos que después caminarian para su emancipacion. Algo lograron de esas luchas. Unos gobiernos disfrazaron sus politieas para mostrar- las con otros rostros, aunque en el fondo seguian siendo las mismas; algunos derechos se introdujeron en la legislacién, consideréndolos como minorias a las que habia que apoyar para que se incorporaran a Ja cultura nacional. Quizés el logro més importante sea que los pueblos indigenas aprendieron que para cambiar de fondo la situacién en que vivian era necesario dar una lucha politica de gran envergadura. ¥ se repararon para eso. Del indigenismo ala autonomia Enel afio 1992, en to de la campafia cor resistencia indigena, negra y popular, con la cual mientos indigenas del continente americano protestaban por las cele- ‘con motivo de los cinco siglos -ay sus demandas. En el primer caso dejaron de ser apéndice de los movimientos campesinos, que siempre Jos colocaban a la cola tanto en su participacién como en sus reivindi- caciones, convirtiéndose en sujetos pol do, denunciaro encubrir su situacién colonial y reclamaron su derecho a la libre deter- , como pueblos que son, Panama y Nicaragua son dos casos primero porque desde la década de los cincuenta el los re jos para detener el proceso revo- los sandinistas, el gobierno adopté el discurso étnico, y 7 en el afio 1987 incorporé el régimen de las autonomfas regionales para paso del tiempo estas medidas na, Pero fuera de esos casos, con las reivindicaciones de clase. Desde entonces el eje de las demandas de los movimientos indigenas, pasé a ser el derecho de libre determinacién expresado en autonomia, ‘Tal y como se ha coneebido para nuestro continente ~que en muchos as- pectos varia de la manera en que se presenta en Europa- la demanda se nutrié de varias partes. Una de ellas es el derecho internacional, donde desde el afio 1966, los chos Econémicos, $0 pueblos a libre determi libremente su condi les y Culturales, reconocian el derecho de los ‘y eomo consecuencia de ello a establecer ymo a decidir de la misma manera sobre su desarrollo econémico, social y cultural. El derecho reconocido la disposicién libre de sus recursos naturales para su beneficio, sin dejar de lado la obligacién de cooperacién internacional bajo el prin- cipio del beneficio reeiproco. ero el derecho de la libre determinacién puede asumir diversas for- ‘mas, mismas que se pueden agrupar en externas o internas a los pueblos que hacen uso de ella, De acuerdo con Javier Ruipérez (1995: 49-76) su vertiente externa se expresa cuando el pueblo se separa del Estado al que pertenece para convertirse 6 n Estado, unirse a otro ya existente o bien para que varios pueblos se unan entre ellos para formar ‘uno nuevo; mientras en su versién interna el pueblo libremente decide seguir perteneciendo a un Estado nacional siempre que éste aeepte re- conocerlo como pueblo, le reconozea sus derechos como tal y pacte con Gla for ¢jercerlos. La primera versién de la libre determinacion da lugar a la soberania, la segunda a la autonomfa. La autonomia es la forma que los movimientos indfgenas han elegido para ejercer su dere- cho a la libre determinaci6n, por eso se dice que la autonomfa es una forma especifica de ejercicio de la libre determinacién, El reclamo de libre determinacién por los movimientos indigenas tiene sus ciones ya que este derecho comprende a su vez los de autodefinicién autodelimitacién y autodisposicién in- a y externa de los pucblos indigenas. De acuerdo con José A. De autoafirmaci6 t 8 Obicta Chalbaud (1993: 63-101), el derecho de autoafirmacion otorga a fade procla- ‘arse existentes, mi n les permite determinar ‘ismos quiénes son las personas que lo constituyen; el de auto- fa, estos derechos deberdn negociarse con el Estado del cual formen parte, pero no podran establecerse condiciones que los hagan nugatorios. De ahi que sea explicable y légico que los movimientos indigenas también colectivos, para los pueblos de los que forman part limiten su exigencia a que las instituciones estatales cumplan sus fun- ciones sino que los mismos Estados se transformen; que no reclamen. tierras sino territorios; que no demanden que les permitan usufructuar los recursos naturales que se encuentran en sus tertitorios sino la pro- piedad de ellos; que no reclamen participar en los érganos estatales sino reconocimiento de su propios gobiernos, que no sélo se les administre conforme al derecho estatal sino que se reconozea su derecho ia por ellos mismos y de acuerdo con su derecho leven la cultura dominante sino que también se reconozca y respete Ja suya. Los pueblos indigenas no quieren seguir siendo eolonias sino pueblos con plenos derechos. Erica-Irene A. Daes, quien fuera Presidenta Relatora del Grupo de indigenas de la ae las Nacio- nes Unidas (ONU), entendi6 que para los pueblos indi ‘mundo la autodeterminacién es el elemento central y el ¢je principal de sus movimientos; por lo tanto, exigen que sea respetada rigurosamente existentes y aseveran que cualquier incumplimiento en la concesién de los mismos derechos y la condicién de que han gozado otros pueblos colonizados en el mundo representa una forma de racismo y diseri nacién por parte de la comunidad internacional. Por eso entendié su ingtifsticamente, que durante milenios estuvieron organizados jades auténoma jas y fueron recor tales por otros Estados, a través de tratados y relaciones diplométicas, y no han cedido voluntariamente el control de sus territorios a los pueblos y Estados que act De igual manera agregé que, a su ren los indigenas cuando hablan de ‘au para vivir de la forma en que el Creador nos hizo y nos ensefi que el énfasis es sobre la libertad, no sobre la reproduccién de nuevos afirmacién puede ser correcta, desde cl punto de vista de muchos indigenas el poder es necesario para conse stad de sus pueblos, aunque no sea el poder esti no expresé que el derecho de los pueblos indfgenas a icién debe entenderse como la demanda para la ‘cons- ina naci6n’. Crefa que los pueblos indigenas deman- dan la oportunidad de escoger su propio lugar en los Estados en donde viven, oportunidad que se les ha negado en el pasado. Los nuevos reclamos de los movimientos indigenas abrieron una nueva etapa en Ia historia de los derechos i cipio se manifest6 en el hecho de que los Latina que no habian modificado sus constituciones politicas y su I Jacién interna para ineorporar en ellas el reconocimiento de la existen- cia de los pueblos indigenas y la garar hicieran, Se desat6 asf una fiebre legi que para reconocer derechos, para que la elase politica no perdiera legi ‘timidad. De esa manera, a excepci6n de algunos Estados, como el c jodos reformaron sus const indigenas y fagdalena Gomez ‘Mexiea- Las condiciones pol uy dist sno, guatemalteco y mexicano, estuvieron prect ladas por pactos especificos con los pueblos indigenas. Pero en ningin caso los Estados firmantes el Pacto de Nueva imperial, de diciembre de 1989, los partidos pol cos chilenos opositores a la dictadura militar eneabezada por Augusto Pinochet se comprometieron con los pueblos indigenas de ese pafs, que de ganar las elecciones presidenciales, ratificarian el Convenio 169 de la Org genas, formularian reformas constitucionales para reconocer sus dere- chos y elaborarian un marco juridico adecuado para su desarrollo, Ga- naron Ia presidencia pero s6lo cumpl ‘medias con el iltimo punto de dicho pacto.* Otro tanto sucedié con los Acuerdos de Paz, firmados entre la Unién Revolucionaria Nacional Guatemalteca (URNG) y el go- jcas en que las legislaciones estatales se crearon dd bierno guatemalteco, para poner fin a la guerra civil de varias décadas. Como parte de tales acuerdos, en marzo de 1995, en la ciudad de Méxi- Indigenas; donde se asentaron los derechos que deberian ser reconoci- dos en la legislacién guatemalteca a los pueblos indigenas, cosa que no Barabas, Autonomias étnicas y Estados nacionales, Consejo Nacional para la etus Gregor Barié, rica Latina, Instituto Indigenista Int nas y el Estado nas en América Latina, CEDES, Estudios constitueionales -s, Barcelona, 2000; to: puebl irona-Cétedra UNESCO Desenvolupament .r/unfip/estudios/acuerdopaz.htm 81 sucedi6, Por tiltimo, los Acuerdos sobre Derechos y Cultura Indigenas, facional (EZLN) nimos que debieron reco- nocerse a los pueblos indigenas de México, pero aunque se realiz6 una sta se aparté de lo pactado (Gomez, 1998). En otros casos los procesos de reconocimiento de derechos fueron 1 activa de las organizaciones indfgenas. Es suador y Venezuela donde los reconocimientos fueron a través de procesos constituyentes. En el afio 1991 se realiz6 el de Colombia, donde la representacién indigena logré los dere- chos de sus pueblos, otro tanto sucedié en Ecuador en el afio 1998 y al aio sig somparacion de los contenidos de las reformas derivadas de pact Tas que emanaron de procesos conslituyentes arroja un saldo favorable, en la forma, para estas dtimas, Con el paso del tiempo se veria que los derechos consignados en la co ayudaban a cambiar la situacién de colonia- indigenas y a que éstos gozaran de sus derechos colectivos. Una de las razones para que esto sucediera era que el reco- nocimiento se eneontraba acotado a eriterios de derechos individuales yy alos principios del orden juridico que no reconocia mas norma que la jempre y cuando no atenten contra los derechos individuales acompafiaba a ‘toda disposicién juridica—, rescatando la practica colonial impuesta por Jos reyes espafioles durante la colonia, segtin la cual los pueblos genas podian regirse por sus usos y costumbres siempre y cuando no se opusieran a la rel yy los mandatos regios. En ese mismo sentido operaba el hecho de que en las reformas sélo se consignabat derechos culturales porque la institucionalidad estatal continuaba in- fades que chovaban con los derechos reconocidos a los pueblos indigenas, Las tendencias autonémicas Cuat tados esperados, enfocaron sus esfuerzos a la constru los pueblos indfgenas se dieron cuenta de que su lucha por imiento constitucional de sus derechos no habia dado los resul de las auto- 82 nomias en los hechos. De esa manera algunos movimientos que ya ca- y la antidemocracia como rasgos distintivos de los Estados nacionales latinoamericanos, nn ciertas formas de organizacion popular \dores y aban termina- zando las practicas que antes combs De ras y en diversos ni venta, los Estados latinoamericanos vier: mientos indigenas que ventan luchando desde la década anterior reivin- trascendieron las luchas locales y rompieron los cercos de las fronteras nacionales, alean- zando més notoriedad que otros. Se puede decir que los movimientos indigenas por la autonomfa fueron un fenémeno social que se vio en transformarse a los movie toda América Latina, Justo cuando los movimientos obreros y campe- sinos decafan, desde Mesoamérica hasta la Patagonia, los movimientos indigenas se reactivaban, para enojo de los neoliberales. Después de quince afios de luchas por la construccién de las autono- mifasen América verse al menos tres grandes regionales y la reconstruccién de los las, a su ver, se encuentra marcada por surgieron como expresion concreta de la resistencia de los pueblos indigenas al coloni lucha por su 6 Ja mayor de los p 1s desestruc- siendo las comunidades la expresién concre- cia, cuando los mo (os indigenas comenzaron a impulsar la lucha por su autodeterminacién como pueblos, fueron las comunidades las que salieron a defender el derecho. Para hacerlo echa- ron mano de su experiencia por siglos de resistencia pero también de 83, las practicas autogestivas, aprendidas cuando formaron parte del movi- miento campesino, En esas condiciones el derecho de ser pueblos se expresaba como ser comunidades. Se podria decir que querian que se les reconociera lo que ya eran y tenfan; eonvertir en derecho lo que ya eran de hecho. Que no sélo ‘uvieran derechos los individuos que las integraban sino ellas mismas se colectivo de derecho; que no todos sus actos; que no solo le Hevaran planes de desarrollo disefiados oficinas gubernamentales sino se les reconociera su derecho a ibremente el tipo de desarrollo que més les conventa, Atrincherados en las estructuras comunitarias los movimientos in- digenas se hicieron escuchar con fuerza y en muchos casos alos Estados sativa que ceder a sus demandas. La prueba de de la legislacién latinoamericana sobre derechos indigenas reconoce a las comunidades indigenas su personalidad juridi- cay enuncia algunas de las competencias que los Estados les reconocen, ss deberdn realizarse -como expresan los reconocimientos— dentro del marco de la ley estatal. idades indigenas como sujetos de tuna u otra man por el orden const iba a los gobiernas locales establecidos al y egal sin que éstos sufrieran reforma algu- lad. Dicho de otra manera, en lugar de reconocer lo reconocia para subordin: que desconocfa el dereche a reconstituirse. A pesar de lo anterior no se puede decir que las luchas por las auto- nomias comunitarias sean un desperdicio. Por ellas se demostré el grai potencial de los pueblos como base de la resistencia pero también de la emaneipacién, Sin ellas es muy probable que los movimientos indigenas no existieran o fueran otros sus rostros y sus caminos, Otra tendencia de las autonomfas indigenas es la propuesta de auto- nomia regional. Surgié como una respuesta a la necesidad de superar el istas, al tiempo desestructurado, 84 espacio comunitario de los pueblos indigenas, asi como de buscar otros cales del Estado. Su primera expresién fueron las regiones aut6nomas del Estado de Nicaragua, introducidas como forma de gobierno en la inclusive se formularon propuestas de reformas consti- (os de autonomfa; mientras en otros s6lo quedaron como una tendencia més de las luchas por la autonomia indigena, pero sin ninguna expresidn concreta de ellas, Las autonomfas regionales tienen su fuente de in: sgiones aut6nomas del Estado espafiol. Quienes las impulsan busean crear cin en las re indigenas que queden incluidas en la regién y con la unidad de ellas crear ‘un régimen especial de gobierno, que responda a sus especificidades cul- turales, ieas, entre otras. La region que se creara contaria con su propio gobiemo, a la manera de una entidad fede- rativa més, con facultades ejecutivas, legislativas y judiciales. En sus inicios las propuestas de autonomias regionales se presen- taron como opuestas a las autonomias comunitarias, lo cual hizo que ;patizaban 0 Tuchaban por hacer realidad éstas, las vieran, ssgrimiendo varias razones. le se recogié el modelo iad latinoamericana, en donde se proponfa implantarlo; una segunda es que en varios Estados latinoa- ‘merieanos difieilmente se podria encontrar una region indig nas incluso afirmaban que To que ellos, digenas sino autonomias regionales y ‘también con la policia comunitaria del Estado de Guerrero; igual sucede cn la region del Cauca en el Estado de Colombia; o en el Departamento de Cochabamba, en el Estado de Bolivia, En todos estos casos se ha de- mostrado que mientré tructura regional y ésta como techo dela , pueden cong de manera eficaz porque entonces la autonomia regional no se impone desde arriba, sino como un p: ‘munales y éstas deciden la amplitud de la regién. Junto con las tendencias comunitarias y regionales existen otros movi igenas que no reclaman autonomfas sino la refunda- de los Estados nacionales con base en las culturas indigenas. Esta cs una tendeneia que se manifiesta en varios movimientos de la re andina del continente, sobre todo entre los pueblos aymaras de Bol via Quienes participan de estos movimientos dicen no entender por in mayor a la mestiza deben ajustarse a la voluntad politica de las minorias. ‘Aunque desde un punto de vista sociodemogratico estas expresio- nes tengan razén, no se puede perder de la realidad es mas compleja Si se tratara s6lo de contar cuéntas personas son indigenas y eudintas no y, en funcion de eso, defini el disefio del Estado, hace mu- cho tiempo que varios Estados 5 de fuervas i jeros, el grado de cons procesos autonémicos y, obviamente, la conversién de los pueblos indi- genas en sujetos politicos. ¥ si no, que lo digan los pueblos i "También pu le verse: Alvaro Garcia Linera, “Los movimientos indigenas en Guatemala que tras una eruenta: de Paz donde se inclu Jo més que han conseguido es impulsar un proceso de may de la poblacién, pero su influencia politica en las decisiones del Estado todavia son bastante di Claro, no se puede decir que el hecho de que los pueblos indigenas sean mayorfa no influya en el modelo de Estado. Influye, pero el grado fen que lo haga depende también de la articulacién que puedan generar terior de ellos y la coordinacién con otros sectores sociales. Y¥ ain dela pre- implica, no se puede olvidar que las autono- les también implican la refundacién de los Estados y que las minorfas tienen derechos que deben ser reconocidos y garantizados por el Estado, cualquiera que éste sea. Las razones autonémicas Cualquiera que sea la tendencia autonémica que se exprese en los mo- fgenas, lo que se ve en estas luchas es que la construccién desde los actores p que de respuesta a la pluri ituacién reconocida en las Constituciones Es tinoamericanos donde suceden, pero negadas en la realidad. Porque reconocimiento de la pluriculturalidad de la sociedad, sustentada en la presencia de sus pueblos indigenas ~como muchas constituciones p\ ticas reeonocen-, obliga alos Bstados y ala sociedades a reconocer a los snas como sujetos de derecho colectivo, y en consecuei garantizarle sus derechos, bases sobrelas que se diferentes ala dominante, con presencia previa inclusive a la formacién de los Estados nacionales en quese desenvuelven y que, a pesar de las politicas colonialistas impulsa- 87 das contra ellos, conservan su propio horizonte de vida. Las autonomias do con los pueblos indigenas, no le dan facultades para que desarrolle Jas polfticas dirigidas a ellos que a él le parezcan convenientes. Lo anterior es fundamental para entender tanto el reclamo de reco- se fundaron bajo la idea de una sociedad homogénea, compuesta de individuos sometidos a un solo régimen juridico y p ‘mo con iguales derechos para todos. Pero eso resolv desenvuelto, que siempre resulta ser més compleja. La durante todo el siglo xixy parte del xx se elaboré sobre esta materia fue para negar estos derechos, no para reconocerlos, lo cual, dicho sea de paso, nos aclara que no todas las leyes reconocen derechos, hay algunas que los niegan. Los indigenas han entendido esto por eso se rebelan ante una legislacién que no cumple con sus expectativas, porque no les ian derechos fun- de los contenidos damentiales que saben o intuyen que existen, més al de las legislaciones estatales, ‘A contrapelo de esta realidad, muchos gobiernos latinoamericanos se han apropiado del discurso del movimiento indigena, lo han despo- snido y han comenzado a con la participacién de los interesados, cuando en lidad siguen impulsando los mismos programas indigenistas de hace imar su discurso y unos I mia, quienes les sitven de pantalla para mostrar una conti presentan como cambio. En algunos paises incluso se hi ia_y presentarla como meca- dos sigan manteniendo sus privilegios. Es el caso de las burguesias de los Departamentos de Santa Cruz dela Sierra, en B suayaquil, en Ecuador o el Estado de Zulia, en Venezuela, 88 a consecuente para el movimiento Pero noes una tarea fécil. En la nera problemas que requieren sol le los pro- esos autondmicos. Entre ellos se pueden mencionar los sujetos de la Los sujetos de las autonomias Si se asume que la autonomfa es una expresién conereta del derecho re determinacion y que éste es un derecho de los pueblos, no se puede olvidar que los sujetos titulares de los derechos indigenas son los pueblos indigenas, no las comunidades que los integran, menos las, organizaciones que ellos construyen para impulsar su luchi que, junto con la construccién de las autonomias, los movimientos in- ‘| compromiso de su recon: En esta coyuntura la mayoria d lar sus luchas de resistencia y eonstruceién de las autonom! pueden renunciar a la utopia de reconstituir los pueblos indigenas de Jos que forman parte, para que éstos asun ‘mo tiempo que establecen relaciones con otras comunidades y pueblos de sus pafses y de otros, para apoyarse mutuamente en sus demandas propias pero también enarbolando demandas comunes. En otras palabras, se necesita que los pueblos plenos superando las intre las eausas ext salen los disefios institucionales de los Estados, que los excluyen, a: como las politicas de dominacién ejercidas en la vida cotidiana; mien- tras en las internas se pueden contar problemas concretos de la vida de tereses de sus habitantes, que chocan con los de estos problemas to. A los primeros los ven como parte de sus .as sobre- ledan un tratamiento 89 dejar de ser Un problema externo que los pueblos indigenas han encontrado para poder ser sujetos politicos es que, en la mayoria de los casos, han pesado bastante las ticas de colonialism ejercidas desde los érganos de gobierno para su- la clase en el poder. Un ejemplo conereto liticas es que los pueblos indigenas numéricamente grandes se encuentran divididos entre varios estados o departamentos y los més grande que pertenezca a un mismo estado 0 departamento y cuando esto sucede se les divide en los gobiernos locales. La historia demuestra ue los pueblos indigenas que han sorteado la di estatal son aquellos que han r violencia, para seguir siendo lo que so fen en denuneiar que este tipo de organizaciones politicas y administrativas constituyen estructuras con demareaciones ajenas a ellos y han servido més para dividirlos y subor- dinarlos al poder estatal que para poder organizar su vida, ademas de que muchos estén controlados por mestizos, como se les denomina en pueblos indigenas saben que en esta situaci6n la construct ‘poeas veces puede hacerse desde esos espai pero en el peor de los casos podria llevar a que, en nombre de los derechos indigenas, se en- tregara el poder a los grupos de mes 6stos lo usaran en contra de los pueblos indigenas. Por otro lado saben que las comunidades indigenas de un mismo pueblo se encuentran divididas y enfrentadas entre ellas, por diversas razones, que van desde la tenencia de a tierra, el uso de los recursos na- turales, las ere 90 En otros casos se presentan problemas ficticios o creados por actores externos a as e lades que los sufren, Para tar estos prol ‘mas los pueblos indigenas interesados hacen esfuerzos por identificar Jas causas de la division y el enfrentamiento, ubicar las que tienen su origen en problemas de las propias comunidades y busearles sol De igual manera evidencian los problemas creados desde fuera y buscan y los conflictos comunitarios se agrega elhecho de que las comunidades indigenas se encuentran subordinadas s redes de poder regional. Para la construccién de es- réeter monocultural y de clase del E: ‘responde a los intereses de los grupos econdmicos y politicos que le dan sustento. El Estado crea las condiciones para que estos gr que son ellos quienes le crean las condi En muchos casos son los grandes comerciantes y los repres consorcios ligados a agentes regionales peculadores, detentan el poder. A ellos y no a los pueblos indigenas les sirve el Estado porque ellos también estén a su servicio. En esta situaci subordinados a los grandes planes programas de a menos que dejen de ser indigenas. Para ellos queda reservado el mer- cado de frutas y hortalizas en menor escala y el papel de vendedores y revendedores en los tianguis semanales, En el aspecto politico siguen injerencia, Estos son aspectos que se construyen bajo el discurso de la igualdad de todos los ciudadanos, apuntalados por la idea de la nacién mest para quienes las cirse en las fiestas regionales o para consumo de turistas. construccién de procesos autonémicos sin romper los nudos y redes que los grupos de poder construyen resulta una utopia inviable. Pero para lograr romperlos se requieren muchas cosas. La primera de ella, tras cender las fronteras de los otros y asumirse culturalmente diversos, con ou ‘todo lo que esto implica. Y es que, no es correcto reflexionar sobre ‘los otros’, sobr o que es mantenida se mantiene como una poblacién diferenciada del resto de la sociedad, separada por fronteras culturales como de clase, sin tratar de trascender esa fronteras. Los contenidos de las autonomias ras representa un esfuerzo de los propios pueblos ‘ruir regimenes politicos diferentes a los actuales, donde ellos y las co- ‘munidades que los facultades y competencias especificas de sus autoridades, relativas a su Ese es el primer problema que enfrentan quienes han de- 1r ese camino, y las posibilidades de lograr sus propésitos se encuentran determinadas por la naturaleza de las relaciones hist rieas de subordinacién en que se encuentran y el eardeter sociopolitico indigenas le disputen el poder a los grupos politicos re- gionales que los detentan y que para lograr este fin no pueden caminar solo por los cat 's mareados por los Estados, pot propia de los pueblos. En otras palabras, no se trata de luchar contra 92 los poderes establecidos para ocupar los espacios gubernamentales de poder can dispersar el poder para posibilitar su ejercicio directo por | nidades indfgenas que lo reclaman, Es una especie de descentralizacion que nada tiene que ver con la que desde cl gobierno y con el apoyo de instituciones internacionales se impulsa, que en el fondo pretende ha- Sf ‘0 cl control gubernamental sobre la sociedad. La descen- tralizacién de la que aqui se habla, la que los pueblos y comunidades indigenas que avanzan por caminos autonémicos nos estén ensefiando, pasa por la edificacion de formas paralegales de ejercicio del poder, dife- rentes a los érganos de gobierno, donde las comunidades puedan forta- lecerse y tomar sus propias decisiones. Asimismo, incluye la necesidad de transformar las relaciones con otros poderes como los econdmicos, religiosos y politicos, se encuentren institucionalizados 0 no dentro de Jas leyes, pues no tiene ningiin sentido construir un poder distinto que se ejercerd en las mismas condiciones de aquel que se pretende com- batir. Esto a su vez reclama que al interior de las comunidades indige- nas ellas mismas realicen los ajustes necesarios para que ese poder sea ejercido con la participacién de todos o la mayorfa de sus integrantes y no eaiga en manos de grupos de poder locales, que después lo usen en. nombre de la comunidad pero para su propio beneficio. Las autonot transforman las relaciones de los pueblos con el resto de la sociedad y ciudadanos que forman parte de ellas. Cuando los pueblos indfgenas deciden construir au tomado una decisién que va contra las politicas del quienes optan por ese camino a iniciar procesos pol ign de redes de poder, capaces de enfrentar la embestida estatal, con- trapoderes que les permitan afianzarse ellos mismos como una fuerza con la que obliguen al autonomfas no puede ser un acto voluntarista de lideres ‘iluminados’ o de una orga roquiere la participacién directa de las comunidades indigenas en los os autondmicos, a quelas comunida- -0s con capacidad y ganas de luchar por sus derechos colect realidad social, econémica, politica y cultural en que se eneuentran inmersos, asi com: Jos diversos factores que inciden en su condicién de subordi que pueden influir para traseender esa situacién, de tal manera que les permita tomar una posicién sobre sus actos. Con su lucha por la autonomfa los pueblos y comunidades indigenas trascienden la visiones foleloristas, tas que cl Estado impulsa y muchos todavia aceptan pasivamente. Porque la ex- periencia les enseia que para hacerlo no basta con que se reconozea en alguna ley su existencia y algunos derechos que no se opongan a las politicas neoliberales,o los aportes culturales de los pueblos indigenas ala const ural del pais; te que los gobiernos destinen fondos especificos para impulsar proyectos de de- lo en las regiones indigenas que ican en actividades y por las formas decididas desde el gobierno, que despojan a las comunidades de todo tipo de decisién y niegan su auto- noma. Estas son pi expresan que busean modifiear Jas practicas de as yn impulsadas desde hace afios jenismo, no dejan de reproducir las relaciones de subordi- jedad mestiza y hasta egitiman las politicas de negacion de los derechos indigenas. Por el contrario, se requiere ificar el eardeter ‘neutral’ del Estado y mostrar su cardcter de clase, evidenciando que se encuentra al servicio de la clase dominante y los agentes politicos, econdmicos, sociales que Tasustentan Los pueblos indigenas saben que transitar este camino sin quedar a Ja mitad de 61s diffi, por eso cada que deciden hacerlo antes fijan muy bien sus objetivos y ven la manera de hacerlo para que sea posible le- varlo a cabo. Una vez asegurado lo anterior, colocan junto a ellos algu- nos mas generales nidades. En algunos casos son objetivos concretos de 7 como cuando luchan para obligar alos gobiernos a impulsar programas generales para la solucién de conflictos agrarios, defensa de la tierra, 0 promocién de derechos. Pero no por eso se olvidan de demandas més del Ejército Zapatista de haya comenzado el pri- mero de enero de 1994, cuando entraba en vigencia el Tratado de Libre Comercio de este pais con Estados Unidos y Canada. Esta especificidad dela demanda de los movimientos indigenas de los iltimos afios se nota cuando se mira que el eje de ellos es el rescate de los recursos naturales 11 de empresas trai ; el agua, en Cochabamba, Bol jernacional. igenas saben que la lucha por la autonomia no puede ser solo de los pueblos indigenas. Por eso construyen relaciones de so- lidaridad con los otros sectores de la sociedad, apoyandose mutuamen- te en sus propias reivindicaciones, al tiempo que impulsan demandas ‘comunes. En este sentido cobra importaneia cuidar con quien se esta- blecen las alianzas, porque existen sectores y organizaciones sociales que discursivamente aceptan defender los derechos indigenas pero en Los procesos autonémicos 10 que los movimientos indfgenas por la construccién de las constituyen los nuevos movimientos indigenas y que éstos son novedosos tanto por su demanda como por los actores politicos y 95 sus formas de accién colectiva, Parafraseando a Alberto Melucci, tam- del presente, que lo que seen no es la fuerza del aparato sino el poder de la palabra y con ella anuncian los cambios posibles, no para distante sino para el presente; o joderes a mostrar se y les dan forma y rostro, uilizando un lenguaje que tal pareciera es exclusivo de ellos, pero lo que dicen los trasciende y al hablar por ellos hablan por todos (Melucci, 1999: 59) Y es cierto, porque los pueblos indigenas al recurrir a su cultura y prfcticas id s para movilizarse en defensa de sus derechos, eues- tionan las formas verticales dela politica al tiempo que construyen otras funcionan, porque las han probado que se levant6 en armas en tierras mayas en e] aiio 1994, las largas caminatas de las autoridades de los pueblos indigenas de Colombia, los ‘Tevantamientos’ de los pueblos ecuatorianos, los cercos aymaras a la ciudad de La Paz, en Bolivia, hasta los enfrentamientos directos de los, les que busean despoj memoria de Bi le general del Bjército del Sur durante la revolucin de 1910-17, cuya demanda central fue la re titucién de las tierras usurpadas a los pueblos por los hacendados; los, rebeliones de Tupac Amaru, Tupac Katari y Bartolina Sisa, durante la colonia ya del Willka Pablo Zarate durante la época republicana; mien- tras los mapuches ala invasion lenos recuperan a Lautaro, que opuso resistencia 96 presentes en la lucha para guiar a sus huestes, como si hubieran estado para volver ala los pueblos indigenas vuelven Ia vis hacerse fuertes. Desilusionados 0 desconfiados ‘an las de ellos: sus ta alo que tienen ps de las organiz sistemas de cargos. Por eso quienes desconocen sus formas propias de organizacion legan a afirmar jan de manera anérquica, que ast no se puede, que con ello contribuyen a la dispersién y eso es un mal ejemplo para la unidad de los oprimidos, explotados y excl los pueblos saben lo que les conviene y sus formas organi funcionado por afios sin importar que otros no las compartan. Por eso Jas practican y las fortalecen, adaptindolas a sus necesidades. Claro, para avanzar hacia formas de lucha que la mayorfa de las veces ligro de suplantar a los mn de los procesos auto- némicos, porque en ese cal, lo regional y lo nacional ‘muchas organizaciones indigenas se apartan de la participacién colec~ tiva de las comunidades y en lugar de dispersar el poder para que todos participen en su ejercicio y controlen el uso que otros hacen de él, erean estructuras paralelas a las de los pueblos indigenas y actdan en su nom- bre como si fueran lo mismo, lo que constituye una salida falsa que aun- que en el corto plazo puede traer algunas ala larga también puede convertirse en un gran problema, pues se trata de posturas que no responden a una vision indigena de la organizacién sino a précticas ajenas a los pueblos y sus comunidades. Slo los pueblos y las comunidades indigenas pueden evitar la ten- tacién de que las organizaciones indigenas los suplanten. Una forma de hacerlo podria ser que se deslindara claramente entre la organizacién igena propiamente dicha —la que responde a las estructuras propias delas comunidades y la organizacién de indigenas, que no responde a la realidad organizativa indigena sino a las necesidades de hacerse escu- charen el aml son excluyentes pero las segundas deben tener cuidado de que siempre yen todo momento el las primeras y las otras les sirvan de apoyo. Si este iltimo caso se presentara estariamos ante un nuevo caso de subordinacién y lo peor es que seria con el discur- so de ayudar a los pueblo: sa aleanzar su liberas 7 senas, muchas veces intenta convertir ~y a veces lo snas que por una u otra razén han trascendido los que por haber aecedido a Jogra~ en lideresa Jas barreras co! cha presencia nacional pero que en las comunidades muchas veces no tienen ningiin reconocimiento porque no cumplen sus obligaciones y ‘veces hasta estin en contra de clas. delos movimien- indigenas tiene muchos ejemplos de esto, que también opera contrala in de procesos auton6t Mencién aparte merecen aquellas organizaciones que se han cot tuido conforme a las reglas que los Estados que niegan las autonomias disefiado para la participac ica y desde ahf luchan junto con Jos movimientos indfgenas por la construccién de la autonomia. Al acep- tar las reglas del juego impuestas desde el Estado y cefiir sus actos a ellos xno puedlen ser, propiamente hablando, movimientos autonomistas, cuan- do més aliados de aquellos. De ese tipo de organizaciones existen en todos los paises, desde México hasta Chile. Se trata de organizaciones o partidos politicos que apuestan a ocupar puestos administrativos en la institucio- nalidad gubernamental y desde ahi transformarlas, eosa que se antoja di- Ta experiencia ensefia que cuando se incorporan a las instituciones gubernamentales abandonan Jalucha y se alejan de sus antiguos compafieros caso en el que solo hay que lamentar la pérdida de antiguos compafieros- o continfan actuan- do como si nada hubiera pasado cuando en realidad ellos ya operan més le México, donde los Iideres que al prineipio impulsaron Ia Tucha por la autonor disefiando las politicas pablicas de un gobierno de derecha, Otro caso emblematien es el del 0 ecuatoriano, que en el allo 2003 se 98 alié a un ala militar para arribar al poder pero al poco tiempo lo abando- desde ahi no se podian de los mexieanos, han formulado una autocri- tica y han egado a la conclusién de que ‘nunca fueron mas débiles que cuando estuvieron en el poder’, A partir de esa autocritica, Ia CONATE resolvié no participar més en elecciones pues, en sus propias palabras, ‘eorren el riesgo de ganar’? Reflexiones finales Todo lo que hasta aqui se ha dicho sobre las autonomias indigenas y su paso de ser demanda de reconocimiento const construccién, tiene como trasfondo, como se Ja raiz del problema que, segiin se ha argumentado, es la cont colonialismo interno en que viven los pueblos indigenas en Ios de los que forman parte. Se trata de una si (que ni la igualdad juridica de los jlo xx fueron capaces de resolver porque no iban a la raiz del problema que, segin se aprecia ahora, pasa por el reconocimiento de los pueblos indigenas como sujetos colectivos de 10s, pero también por la refundacion de los Estados para corregir multiculturales. ZA donde nos van a cond procesos de construceién de las. indigenas en América Latina? Es una pregunta a la que ni .en los movimientos sociales. Los jorizonte utépico pero que lo logren no depende enteramente de ino de muy diversos factores, la ma- yyoria de ellos fuera de su control. De lo que si podemos estar seguros fs que el problema no encontraré solucién en la situacién en que ac- tualmente se encuentran los Estados y por eso las luchas de los pueblos nnadas andino-me tencia y proyecto al al 25 de marzo de 2008, 99 indigenas por su autonomia no tienen retorno. Ni la guerrilla zapatista los autogobiernos indigenas de Colombia 0 las luchas de los pueblos andinos 0 mapuches tendran solucién de fon- do si los Estados nacionales donde se presentan no se refundan. Pero también es cierto qu tados no se refundardn sus pueblos indigenas. El reto entonces es en doble sei nacionales deben refundarse tomando en c nas y éstos deberian incluir dentro de sus utopias el tipo de Estado que necesitan y luchar por él. De eso se tratan las autonomias indigenas ylas Iuchas por construirlas. Por eso hay que celebrar que muchos pueblos y comunidades indige- nas hayan decidido no esperar pasivamente a que los cambios vengan de fuera y se hayan enrolado en la construccién de gobiernos auténomos, desatando procesos donde se ensayan nuevas formas de entender el de- recho, imaginan otras maneras de ejercer el poder y construyen otros tipos de ciudadanias. De acuerdo con estas ideas el derecho se mide mas que por la eficacia de la norma que lo regula, por To reclama; el poder tiene sentido e1 lo reparta entre todo el grupo hasta el grado de que a él no le eree pri- 1¢ es en lo que se traduce el famoso “mandar obedeciendo” la caracteristica que da sustento al 10 se mide por aleanzar determinada edad sino porque se esta en actitud de asun les y se cumple con la comunidad, cualidad muy propia de las comunidades en México. final de estos procesos nadie lo conoce. Lo que sf es cierto es que no tienen vuelta al pasado. Bibliografia Aguirre Beltran, Gonzalo, 1976, Obra polémica, SEP-INAH, México, pp. 24-25. Bonfil Batalla, G 5 yncepto de indio en América: una jon General de Culturas Populares-Secretaria de la Reforma Agraria, México, pp. 343-344. 100 Daes, Hrica-Irene A., 2003, “Breve revision de los derechos humanos fundamentales de los pueblos indigenas del mundo”, en Los dere- chos de los pueblos indigenas, Comisién Nacional de Derechos Hu- manos, México, p37. Diaz Polaneo Héctor, 2003, Indigenismo y diversidad eultural, Univer- sidad de la Ciudad de México, Posgrado en Humanidades y Ciencias Sociales, México, p. 39. Gabriel, Leo y Gilberto Laper y Rivas (coord.), 2005, Autonoméas indi- genas en América Latina, Nuevas formas de convivencia politica. Plaza y Valdés-Universidad Auténoma Metropolitana-Unidad Izta- palapa-Ludwig Boltzmann Institut, México, p. 19. Gomez, Magdalena, 1998, “Iniciativa presidencial en materia indigena. Los desacuerdos con los acuerdos de San Andrés", en: Gareia Colo- rado, Gabriel y Eréndira Sandoval, Autonoma y derechos de pue- bios indios. Camara de Diputados, LVI Legislatura, México. Gonzalez, Casanova Pablo, 1965, La democracia en México, Bra, Méxi- 0, pp. 82-86, Javier, 1999, Conflieto y propuesta de autonomia mapuche, Santiago de Chile, Junio, Proyecto de documentacién Nuke Mapu, URL:http://www.soeu.se/mapuche http://www.mapuche.info/ mapuint/lavainot html. fnihttp://www.mapuche info/mapuint/la- vainot html - fo 1999, Aecién colect El Colegio de México, México, Obieta Chalbaud, José A. De, 1993, El derecho nacién de los pueblos, Tecnos, Espaia, Quispe, Felipe, 2005, “La lucha de los zaga, Fabiola y Raquel Gutiérrez (coord.), M América Latina: Gobierno del Distrito Federal-Benemérita Universidad Auténoma de Puebla-Universidad Nacional Autonoma de México-Universidad ‘Auténoma de la Ciudad de Méxic rer, Javier, 1995, Const paiia, pp. 49-76. Satiego Rodriguez, Juan Luis, 2003, Politicas indigenistas y criterios de identificacién de la poblacién indigena en México’, en: Las dnd: ‘micas de la poblacién indigena, CIESAS-IRD, México, pp. 71-83. 1a, vida cotidiana y democracia, jodetermi- 101 Stavenhagen, Rodolfo, 1996, Las clases sociales en las sociedades rura- les, Decimoséptima edicién, Siglo XI, México, pp. 247-248, Villoro, Luis, 198, Estado plural, pluratidad de culturas, Paidés- UNAM, México, p. 80. 102 Autonomias indigenas, poder y transformaciones sociales en México! Gilberto Lopez y Rivas? Introduceién necesaria Partimos de la tesis rectora de que en las aetuales condiciones de trans- nacionalizacién neoliberal de la mundializacién capitalista, ~con la manidad al borde de un colapso eivilizatorio-,* no es posible ser anti- capitalista si no se tiene una perspectiva socialista. El socialismo debe ser enarbolado como utopia, programa y propésito de cualquier accién aunque su definicién y su puesta en préctica en el siglo XXI re- na extraor- quiere de un enorme esfuerzo autocritico hacia el pasado y ‘mo y Movimentos sociais na Virada do 27 de agosto 2008, Universidad Estadual Paulista, Can de la vers de In democracia en Ia América Latina. Movimientos sociales, movimientos po- Iiticos”, Belem, Pard, Brasil, 29 y 30 de mayo 2008, * Dr. Gilberto Lépez y Rivas, ants investigado gional INAH en el Estado de Morelos. Articulista de La Jornada, Asesor del EZIN durante las mesas de diilogo en San Andrés. Miembro del grupo Paz con Democracia. Miembro dé de Medi Federal Asesor del gobierno de Nicaragua de 1980-1990, Ver Rivadea (2003) contro Re- ‘entre el EPRye 103 dinaria crea¢ Schaff es in imaginativa hacia el futuro, El marxista polaco Adam {eo en afirmar: ‘Yo sé (subrayo que no es una esperanza, sino algo que sé com certeza) que ‘un régimen basado en una economfa parcialmente eolectiva y planificada lavaré al capitalismo actual en un futuro independientemente de la resistencia de quienes se vean afectados por el proceso (Schafi, 1998: 2). Esta opinién es importante no sélo por la conocida lucidez de este gran filésofo polaco, sino por provenir de un marxista que vivi6 en experiencia del llamado “socialismo real” de la Europa del sobre el Sovialismo, este autor trata de dilucidar, a manera de un didlogo consigo mismo, sobre Jos interrogantes que surgen de un planteamiento tan tajante, especial- mente después de la crisis que culminé con el desmoronamiento de la Unién Soviética, al cual Schaff considera, paradéjicamente, como el “abatimiento de la mayor barrera que se levantaba ante la moderni- zacién del pensamiento socialista” (Ibid.) Para quienes seguimos siendo marxistas y socialistas es necesario reflexionar qué fue lo que fall6 en las experiencias de ese socialismo para lo cual de manera sucinta podemos enumerar —entre otras, has— las siguientes razones: @) La idea del partido vanguardia, mas alla de la clase y el protago- nista al que en los hechos se delega toda iniciativa, participacion y conduccién. 'b)_ Enconsecuencia con lo anterior, el establecimiento de una dicta ra de partido de Estado que en la prictica cierra todos los espacios, democréticos, sin establecer mecanismos efectivos y reales de par- ticipacién y conduccién de la mayorfa del pueblo en el ejercicio del gobierno. versus la perspectiva de un proceso de abajo arriba y con la partici- pacién de trabajadores y productores. @) Confundir la politica nacional de un Estado como internacional ‘mo, privilegiando los intereses del mismo por sobre los intereses de Jos trabajadores de otros pueblos y del suyo propio. 104, repertorio de cuestiones, incur jere al tema de las autonomias indigenas y el debate sobre el poder, tomando como estudio de caso la practica zapatista de estos afios. La experiencia autonémica ‘A partir de los procesos autonémicos de los pueblos indios en América Latinaé y en particular la ev sta de Li- Deracion Nacional (EZLN) después del armada del 1 de enero de 1994, la puesta en marcha de sus gobiernos rebeldes mu- nieipales auténomos y sus cineo Juntas de Buen Gobierno en el 4m! regional en Chiapas, y la lamada “Otra Campa”, el debate sobre el poder ha tomado un giro inédito, Contrario a Tas criticas de algunos autores® hacia los ejercicios au- nas, &st0s no ignoran al Estado ni al poder que éste jerce a partir del monops jercicio dela yla represion ‘inta a la apropiacion podemos observar en Bolivia.* Por eso, se indigenas no se otorgan en América Latina se han establecido después de cluso armados, y los movimientos indigenas no los erto “Las autonomlas como estrateg de 2007 os problemas del o-barbarie.org). Noto una critica ms aguda a posiciones derivadas del zapatis- 105 No se ha puesto en duda la matriz clasist ipo de Estado. autonomias y, en consecuencia, la necesidad de alianzas y estrategias comunes entre los movimientos indigenas con todos aquellos que se plantean, yntra el capitalismo y por la con: vo tipo de socialismo. En esa direceién, el marxista aleman Harald Neu- bert, en un interesante articulo en el que hace un exhaustivo andlisis| sobre lo que fall6 en el socialismo real y cuales deben ser as ensefianzas de esa experiencia, concluye de esta manera: impuesta por el capital ‘Ya no es posible reducir la necesidad hist6rica de superar el eaptalismo ‘exclusivamente a la superacion Ge la contradiei6n trabajo-eapital [..] No 2, pesar de la importancia que ésta conserva; en laconcient Drogresistas en el marco nacional ya no es ser organizado y ser eapaz de actuara eseala ‘Tampoco ha sido responsabilidad de los movimientos in te entre un s ‘Tradueei6n de Juan Brom para la pagina electronica de En Defensa de la He ‘manidad, Capitulo México. 106 unificada en las esferas politicas, parlamentarias o de movilizacién so- algunos trigicos, di de los sectores, y ain en los espacios de la guerra revolucionaria, encontramos las pertinentes eriticas de Leopoldo Marmora, quien en una fecha tan temprana como 1986, sefial6 que las ideas que se desprenden de la matriz te6rica marxista derivan ~en sus posiciones ‘mis dogmaticas, y no s6lo en las influidas por el estalinismo- en que la ;quierda enfatiza un reduccionismo clasista y genera dos fenémenos igualmente perniciosos: el obrerismo y el economicismo. La abigarrada y multifacética realidad socio-étnico y cultural de la nacion fue observada a través e uniformador de las elases socia- les, ¢, incluso, desde una perspectiva euro céntrica. La nacién fue con- siderada como un fenémeno estitico, como un producto pasivo de la ‘burguesfa y, por ello, se abandoné la lucha por la hegemonfa nacional, provocando la desnacionalizacién y el cosmopolitismo de muchos mar- xistas, Marmora plantea en esa direccién lo siguiente: La historia efectivamente real del capitalismo remite entonces a un en forma ampliada y permanente, y poniendo asia la orden del dia estrategia que habré de dominar: la estrategia de la hegemonia nacional (armors, 1986: 37) En el terreno de la politica, el obrerismo se expresa en atribuirle a la clase obrera misiones hist6ricas que sobrepasan sus posi les. Una Iucha contra hegeménica es una tarea nacion: desborda a la clase obrera y no puede ser depositada en wi tGrieo” exelusivo de esa clase. Esta lucha, necesariamente, tendré que ser el resultado de un movimiento democrético y socialmente heterogé- neo de masas. Esto trajo ci c de grupos diferenciados e pueblos, y la idea de un trénsito inevitable a la uniformidad, a la pro- letarizacién, y al fin de las etnias y naciones. De esto se desprende que en el desarrollo de la nacién moderna los sujetos actuantes no son s6lo los constituidos por las clases sociales, sino también, los agrupados en ‘matriz clasista pero con identidades de diversa naturaleza, como las etnias, los grupos de edad, el género, eteétera. 107 Por otra parte, es evidente que los autogobiernos 1a de la democracia directa surgidos de los pro‘ igenas no pueden ser aplicados como una formula o esquema que organice la sociedad nacional y el Estado en sus méltiples émbi- tos institueionales. Sin embargo, ha sido precisamente la ausencia de participacién de la sociedad y de las clases trabajadoras en el ejercicio del gobierno y el control del poder del Estado lo que caracterizd y—en parte hizo fracasar la experiencia del socialismo real in popular en los Municipios Auténomos 1as de Buen Gobierno (Caracoles) y en as indigenas, no se pretende obviar sus :puestos por la contrainsurgencia y No obstante, su existencia en los es is para eoncebir formas de organizacién y participacién politicas, sociales, ciudadanas y populares que no devengan en maquinarias bu- ¢ ignoran los mandatos de las mayorias. En este s lista defender la autoorganizacién idarios y comunitarios. ‘Ya en otro trabajo? habia planteado las caracteristicas de la demo- cracia autonomista que, a diferencia de la democracia tutelada, se fundamenta en una construceién de poder y ciudadania desde abajo; oder de todos y todas desde el deber ser, esto es, con base en términos éticos. A este ejercicio especial de “mandar obedeciendo” se le ha denominado como contrapoder popular y subalterno, en contraposicién “del slogan falso y simplificador de que los neozapatistas, y aho- **Democracia tutelada versus demoeracia autonomista”, Rebel de 2006. ® Por democracia tutelada refiero a la que pro yyla explotacin capitalistas. 108 ra la Otra Campaiia, lo que quieren es “cambiar el mundo, sin tomar el poder No es esta préctica un medio 0 procedimiento téenico-adminis vo, sino un pacto social y politico, un constituyente de todos los dias que ‘opera unitariamente, es decir, en todas Tas esferas y los érdenes de la tes de poder, ademés del es del tejido social y que se expresan et el poder del Estado (Foucaul Carlos Aguirre Rojas lo pl disputando esa dominacion y hegemonia en todos los frentes ly generando un contrapoder social tan masivo, wrde manera radical que él establece, de un lado con quie o padecen.™ En esa misma direceién, destacan las aportaciones de Rosa Luxem- .0 en favor de la auto-emancipacién [Lalo que importa es Ia transformacién econdmice, la sociedad levada a eabo por la accién (organizada y conci también esponténea, inconciente) de las masas populares (Loureiro, 2008). a transformacién socialista deja de ser pensada excl como un “dia decisivo”, y pasa a ser un proceso que puede comenzar aqui y ahora, por el cambio en la correlaci6n de fuerzas, en las estruc- tura de poder y de propiedad, en la innovacién institucional (Ibid.: 18). El socialismo ~sefialaba Luxemburgo— no puede ser realizado por de- ndo desde abajo el poder”. Copia Aguirre, Carlos, Op. Cit, p- 9 109 cretos ni es un cambio de gobierno llevado a cabo por una minorfa, sino una trasformaci6n radical dos los planos, La democracia soci sta pasa a significar concretamente para Rosa Luxemburg un gobierno consejista, Los consejos, organismos de base cleetos por los obreros y soldados, de acuerdo al programa de Espartaco, serian la nueva forma de poder estatal para sus ganos heredados de la dominacién burguesa; democracia socialist sig- nificaba en aquel contexto el autogobierno de los productores."® Deesta manera, un concepto clave para esta diseusi6n sobre el poder esel deautonomia, término que proviene del griego auto, que significa mismo, y noms, que indica norma; esto es, reginse uno mismo por ia de las enciclopedias define autonomia como la , gobiernos, nacionalidades, pueblos y otras ent dades de asumir sus intereses mediante normativas y poderes propios, opuestos en consecuencia a toda dependencia y subordinacién. Ya Pa- = Casanova en un arti ‘gran discusién” (La Jornada, generada por la Sexta Declaracién de la Selva Lacandona. Se requiere construir ~alirma Gonzflez Casanova: evente con la fuerza organizadade los ciudadanos y de los pueblos”, ya que lo primordial es “la concientizacién aque "le queda 2 conciencia de indios y"de senderos de México, Amériea L pa’ Jante” hasta encontrar alos otros. , Estados Unidi Cuando el Subcomandante Marcos, como vocero zapatista y jefe mi- litar, expresa sus eritieas a los gobiernos de los partidos nacionales que integran la demoeracia tutelada, incluyendo a esta fundada en su desempefio en cuanto a gar de miles de personas en el mandar obe- Sus severos juicios ala clase polftiea mexicana se compaginan in con el deterioro ético visible y comprobable de sus miembros, una participacién ciudadana cada vez menor en los procesos el i6n pGblica que colocan a los p sionales en los infimos lugares de credibilidad y prestigio soci Cuando se plantea la detraccién del actual sistema de partidos es necesaria la reflexién sobre si éstos eontribuyen a la construccién tondmica o poseen una tendencia intrinseca a la formacién de una ciu- dadania heterénoma, esto es, que recibe del exterior las leyes que rigen su condueta, que llevan en su germen el clientelismo y el corporativismo, obsticulos insalvables de la autonomia, La Sexta Declaraci6n, en el otro polo equidistante, leva a la inte gracién de una entidad politica anticapitalista que asume los intereses populares de los cuales proviene, los de los despose‘dos y explotados; que no delegue su representacién en otros ajenos a “si mismos”; un ente ‘una organizacién independiente del Estado y de su Que responda a sus propias necesidades y requerimientos; ssus medios, espacios y tiempos para librar su resistencia contra el poder establecido; que Hleve a cabo una campafia “ inta a las electora- les”, que “ni se rinde ni se vende” y que “esta dispuesta a luchar, entre Banker Alterno, México, 2008, p. 42. a critica expresada de que “los autonomistas magnifican el papel de los excluidos en desmedro de los asalariados tradicionales porque atribuyen mayor peso a las relaciones de dominacién que a las formas de explotacién”, cuando precisamente los etno- ‘marxistas insistimos en que la dominacién basada en factores étnicos constituye una forma preferente y adicional de la explota ¥y quienes, en su momento, hicimos la eritica a las corrientes et fn el seno del movimiento indigena que pretenden establecer una di cotomia insalvable entre el mundo indigena profundo y el no indigena imaginario. Para ello es necesario reflexionar, desde la histor ritorio y las entendiendo este concepto no en sus acepciones nativistas de restaurar un pasado idealizado, si no més bien, en sus connotaciones hacia un fu- ‘turo de unifieacién de los pueblos, de articulacién intracomunitai gional y macro regional, de fortalecimiento de su conciencia autondmi cay de clase, construccién o reconstruccién de formas de organizacion politica, territorial y cultural mas amplias y representativas frente al Estado, la sociedad nacional y el sistema socioeconémico dominante, formas de propiedad comunal asediadas por la vordgine de la mundia- Ia asamblea como organo maximo de poder co- del sistema de cargos, el tequio o trabajo colectivo maogénica de los pueblos. En estos procesos se observa a la historia como instrumento des- colonizador de coneientizacién y reforzamiento de las identidades ét- nicas y de clase con base en una perspectiva dindmica que observa a las estrueturas politicas verticales y autoritarias capitalistas basadas en individuos competitivos y enfrentados entre si fueron conformados los Estados nacionales contemporiineos y el reto redes comunitarias y regi horizontales que busquen la resoluci6n de conflictos con base en formas de democracia directa como las experimentadas por los mayas zapatis- tas ya partir del ejercicio de sus autonomias. son el eje esencial de la reconstitucién ya que y ‘epresenta las d nidades; tiene una base territorial y una multiculturalidad que enrique- ce los aleanees y el consenso de los gobiernos municipales auténomos yy las Juntas de Buen Gobierno; mantiene un arraigo de base comunal pra regionales Selva Lacandona, tico no suph oder de los colectivos partieipando en los di jernos auténomos, en los que incluso separaron a todos los cuadros , pero vela por el mantenimiento de redes frontan con sus acciones a las autonomias. ‘Tanto la uniformidad de la impos a la conformacién de este sujeto autonémico que toma conciencia de sty para si, como identidad diferenciada que busca su autoafirmacién los autogobiernos y en su presencia en todos los niveles de ug y prest lealtades compartidas entre sus reivin los proyectos democraticos de cardcter nacional ~popular, es la mayor 1a de estos afios de Iucha por Ia reconst de los pueblos Indios de nuestro. Por ello, se destaca la importancia de la Se: ién de la Sel- va Lacandona que convoca a la resistencia de los pueblos indios, a par- tir de la idea de que: Deck [..] un nuevo paso adelante en la Tucha indigena s indigena se junta con obreros, campesinos, & ‘empleados. es posible si el ss dela ‘Vamos seguir luchando porlos pueblos indios de México, pero ya no slo por ellos ni cexplotadas y desposefdos de México, con todos indios en los ismo al que esta de quienes es- sus principios libertarios y de sol es conciente de la precariedad de un proceso que pudiera aislarse si se reduce 2 lo rural-local y se auto limita en el campo de sus alian- zas, No impongamos a estos movimientos el determinismo de nuestras interpretaciones y concepciones del mundo, y valoremos la audacia de emprender nuevos y atrevidos eaminos. Bibliografia Castellanos, Laura, 2008, Corte de Caja, Binker-Alterno, México, p. 42. hacl, 199; r, Siglo XI, México. a4 Gabriel, Leo y Gilberto Lapez y Rivas (coord.), 2005, Autonomfas indi- genas en América Latina: nuevas formas de convivencia politica, Plaza y Valdés-Universidad Auténoma Metropolitana, México. , 2008, El Universo autonémico: propuesta para una nue va democracia, Plaza y Valdés-Universidad Auténoma Metropolita- Katz, Claudio, "Los problemas del autonomismo” en (www.socialismo- o-barbarie.org). Kohan, Nestor, 2007, “A heranga do fetichismo eo desafio da hegemo- nia en uma 6poca de rebeldia generalizada”, Novos Rumos, ano 22, N° 48. Loureiro, Isabel Maria, 2003, Rosa Luxemburgo: os dilemas da agao revolucionaria,: Unesp, Fundagio Perseu Abramo, Rls, Brasil. Marmora, Leopoldo, 1986, “El concepto socialista de nacién*, Cuader- nos de Pasado y Presente, No. 96, México, p. 37. Rivadeo, Ana Maria, 2003, Lesa Patria, Nacién y Globalizaci UNAM, México, Roitman, Mareos, 2003, El pensamiento sistémico, los origenes del social-conformismo, Siglo XXI-UNAM, México. Schaff, Adam, 1998, Meditaciones sobre el socialismo, Siglo XXI — UNAM, México, p. 2. OTRA AUTONOMIA, OTRA DEMOCRACIA* jaciones con el gobierno, los zapatistas invita cen la selva, en nuestro pri- mer contacto con ellos, cuando uno de los asesores les comenté: "La autonomfa es el punto principal de la agenda india ante el gobierno. Para asesorarlos, seria importante conocer la concepcién de ustedes”. comandante Marcos respondi6 de inmediato: jstas tenemos una nocién de autonomia que 1s dias en nuestras comunidades. Pero sabemos que no es Ia siniea y no es necesariamente la mejor. Los hemos invitado para conocer de vista de cada uno de ustedes y, sobre todo, para conve consenso. Con el gobierno queremos negociar Ia posturs eomt que haremos nuesta. Se desaté asi un amplio debate, ampliado en el Foro Naci digena que los zapatistas convocaron en medio del di Jornada. Correo: gustavoesteva@gmail.com uy bierno, para que los pueblos indios expresaran libremente sus ideas. La mesa principal del foro se concentro, a de la autonomfa y los zapatistas tomaron sus conclusiones como un mandato en las ne- gociaciones con el gobierno. Esa nocién consensada de autonomia se inseribié en los Acuerdos de San Andrés, suscritos con el gobierno, y en el proyecto de reforma constitucional formulado més tarde con una co- lones de personas y miles de organi sola organizacién que se opusiera pal iciones la suseribieron; no tonomfa de hecho. Es moma que los zapatistas practican en el 4rea bajo su control, ro~ deados por el ejército y expuestos a continuos ataques paramilitares. De esa autonor tan estas notas, de la autonomfa como proyecto politico que da continuidad histérica a la antigua resistencia de los pue- blos indios y la transforma en un empefio de liberacién compartido con ‘muchos otros grupos sociales. El sentido de la autonomia Jos movi ypenb en ree del periodo colonial Jos fueran Tlamados La palabra “aut is existiera y consiguié6 que al fi introl y gobierno de los, En el siglo x1x se registré todo género de rebe- liones, siempre asociadas con la autonomia, y el xx se inaugur6 con una ‘marcada por ese tem: ba ex; munales auténomos que lograron reconstituirse en la Colonia y se des- mantelaron con las leyes de Reforma y Ia dictadura de Porfirio Diaz. La autonomia universitaria, en la década de 1920, forjé evocaciones y connotaciones que reaparecieron en Ta década de 1970. En 1985 y 1994 ichas en todas partes del mundo. Ver, en también una bistoria propia, demasiado a la sociedad civil, respondi sin vacilacién: hha demostrado varias veces de lo que es eapaz!”. Cuando st sy desorganizada y un pocolenta,sefialé sontien rica Latina, que no ado} code partidos para sust autonomia de las org su antagonismo respecto a él, En México, dos momentos especificos reacreditan y dan nuevo sentido al término, La movilizaeién y las ¢l terremoto de 1985 definieron Ia sociedad civil cor de autogestion y solidaridad, el espacio independiente del gobierno, en rigor ‘esfuerzo comunitario ion a la esfera que ha sido establecida por el Estado y/o que est controlada por 6 ose le asoc (ode otras expre- siones que tienen la misma earga de antagonismo y semejante sentido politico ‘partido de vanguardia”, como agente del cambio que yy buscan tomar régimen de su preferencia Ia Noes un sus Los zapatistas reivindican la autonomia desde su condicién mayo- se orienta a nnidades dis- grupos campesinos...” (Autonomedia, 1995: 298). Su crear espacios politicos en los que todos los grupos y co cutan libremente sus ideas y establezcan su propia forma de autonor “Hemos presentado nuestras propuestas, pero hemos dicho repe ‘mente que no las impondremos a nadie” (Ibfd.: 299). Es éste el sentido que se ha hecho continuamente explicito en La Otra Campatia, convo- cada por los zapatistas en 2005. La demanda de autonomia de los puebl ‘indios implica, ante todo, para lo que y - No es una pro} +a prometida. “La autonomia no es algo que Je a alguien o que alguien nos pueda conceder”, ha preci igente yaqui; “poseemos un territorio, en el que ejercemos, ismo que capacidad de auto- ideolégica 0 u ia, ANIPA, Oaxaca, agosto de 1995). s6lo demandan reconocimiento y ri tienen. No les basta que sus formas de existencia adquieran cobertura legal. Quieren que le sociedad se abra a la coexistencia arménica entre diversos puedl ras. ASpi gobierno, que les han permitido sobrevivir con todo en contra, dejen de ser pasado, Su resistencia a la pesadi- Ila neoliberal comprende la conciencia de que la democracia formal se sigue empleando para adormecer a la gente y mantenerla atrapada en ilusiones que no son nuevas ni liberales. Esta nocién de autonomia supoi en el que se manda obedeciendo, Se ejerce en el Ambito de quienes lo integran, que por una variedad de propésitos. Hs la mejor proteccién contra la nayorlas” y no conduce a una dictadura burverdtica a cargo de iams, 1976: 86), Para una rflexién mas amplia sobrella sociedad cvily sus cexpresiones actuales en México, Esteva (2001). 320 no delegan el poder en gobernantes que se “autonomizan” de los gober- des, responsables de las funciones espectti- cas que se les encomiendan, son revocables en todo momento. ‘a, entre los p\ cacién descentralizada de normas comunes, cuya aj €l ejercicio de un régimen », fundado las leyes generales o del régimen de gobierno centralizado, un espacio realmente auténomo.s Lacu tituciones que se ocupan de regul sociedades modernas (Polanyi, 1992). Entienden su territorio como un mbito de responsabilidad, a part izonte “hori zontal-, que acota s ‘ocupacion no es equivalente a propiedad: su a privada. Los pueblos indias no eejan en su reivindicacién de los terri- torios que se les han quitado, pero exigen ahora respeto a sus propias formas de concebi se hace en ellos con l yla propiedad. La lucha por la defensa del territorio contra corporaciones transnaciona- les, particularmente mineras, y contra otros megaproyectos, se extiende cada ver. mas en México y esté en clara sintonfa con las luchas semejan- tes que estén cobrando vuelo en toda América Latina. La capacidad de autodefensa de los pucblos cision y capacidad de resistir, atin con armas, las intromisiones del mercado o el Estado en la vida comunitaria. No equivale a la func gubernamental de vigilancia, por la que se ocuparfan de su propia se- aa guridad, subordinados a las leyes generales y a los mandos jerarquicos \do ello existe en numerosas comunidades indias yen menor grado en otros grupos, rurales o urbanos, tolerado en diversa medida por las, idades, Pero se ha practi vida cotidiana, junto con la explotacién econémica y el reino del mercado", ahora globalizado. La reaceién del Estado y los partidos contra la autonom! nos motivos pero malas razones. Es cierto que separatismo o fundament pais o la formacién de castas o estamentos “patrim J heredado de la Revolucién Mexicana de1910, ssmantelando desde arriba, dotando de ‘unidad en un nuevo ré- sgimen politico. La forma es siempre fondo. No puede reducirse la de- moeracia a una mera forma con contenidos antidemoeraticos. O es de forma y de fondo o no es. El régimen de autonomia por el que se esté luchando no surge como contrapeso del poder est ino que hace a éste superfluo. ese sentido, se aleja de la tradicién autonomista europea, adaptada en Nicaragua y otras partes e impulsada en México por algunos grupos. El enfoque dominante hasta ahora encuadra la autonomfa en el ial del Estado y la ve como parte de un proceso de descent © “gobierno jino “un orden de gobierno especifico, constitutivo del deres verticales que conforma la organizacion del Estado” 19). Conquistar tal “autonor entregado la primogenitura por un plato de lentejas. A cambio territorio adm autonomfas de la gente, de sus sistemas de gobierno propio, el virus de su disolucién. Cobra asf claro sentido la expresién de un lider sumo, que opiné respecto del régimen establecido en esos términos en Nieara- 122 gua: “Tiene algunos elementos interesantes. Lo que prueba es ver si puede ser realmente La lucha autonémica, en su version sustantiva, modifica las implica ciones convencionales del derecho a la libre determinacién, que en las, Comentario en el Simposio Indoamericano de Jaltepee de Candoyoe, en. 1994, segin version transmitida al autor por Adelfo Regino, En la tradicién inglesa ‘modem, selé-government y local autonomy han llegado a ser equ cexpresan la articulacin de las unidades descentralizacién fue el expediente empleat mponerse sobre el ejervicio independiente de les libertades locales, afianzar Aambitos de comunidad (the enclosure ofthe commons), sus bases materiales de existencia, se disolvieron las bases sociales y politicas 1834. La in del poder central se complet6 con las leyes sobre poderes muni- cipales (1835), santdad (1848), escuelas obligatovias (1876) y gratuitas (1891), ui local (1888). La deseentraizacion administrative, a eutoadministracién (cleecién local de los funcionarios) y Ia democracia (participacién de los eiudadanos en la orientaci6n de las politicas integrar la vida lada, ceaya ereciente complejidad debi smente el manejo descentraliza- do en los asuntos locales y acentu6 su dependencia del centro administrative (Cammeii, 1981) Estas tradiciones, en su ver ron implantadas por los espafioles en el terrtorio de lo que hoy es México: ‘un instrumento de do municipio tuvo un claro carécter centralista, como forma descentralizada de ejercer la administraci6n colonial La resistencia

También podría gustarte