Está en la página 1de 47
Comité Cientifico José M. Casas Torres (Catedriitico de Geografia de la Poblacién); Sergio Cotta (Prof. Ordinario de Filosofia del Derecho. Universidad de Roma); Jacinto Choza (Catedritico de Antropologia Filosofica. Universidad de Sevilla); Prancesco D’Agostino (Prof. Ordinario de Filosofia dei Derecho. Universidad de Romi); Javiec Esctivé-Ivars (Cotedritico de Derecho Eclesidstico del Estado. Universidad de Valencia); David Isaacs (Instituto de Glenctas para la Familia. Universidad de Navarra), Enrique Martin Lopez (Catedratico de Sociologia de la Comunicacién Humana. Universidad Complutense de Madrid); Tomas Melendo Granados (Catedratico de Metafisica. Universidad de Mélaga); Aquilino Polaino-Lorente (Catedrdtico de Psicopatologia. Universidad Compluiense de Madrid); Augusto Sarmiento (Prof. Ordinario de Teologia Moral. Universidad de Navarra); Jorge Vicente Atregui (Prof. Adjunto de Antropologia Filoséfica. Universidad de Navarra); Pedro Juan Viladtich (Prof Ordinaria de Derecho Matrimonial. Director del Instituto de Ciencias para la Familia. Universidad de Navarra). Comité Editorial PedroJuan Viladrich, Director Javier Hervada Javier Escriva-Ivars Juan Ignacio Bafiares Marta Dalfé LA ACRE THUD DELAATRNON | ERE CAN TOMAS RINCON-PEREZ Documentos DEL INSTITUTO DE CIENCIAS PARA LA FAMILIA 5) Z EDICIONES RIALP © Copyright 2001. Tomas Rincén-Pérez Instituto de Ciencias para la Familia Universiclad de Navarra © Ediciones Rialp, S. A. Alcalé, 290, Tel. 91 326 05 04, 28027 Madrid ISBN: 84-321-3376-3 Depésito legal: M. 30.080-2001 Impreso en Anzos, 8. 1. - Fuenlabrada (Madrid) Printed in Spain - Impreso en Espatia No esté permitida la reproduccién total o parcial de este libro, ni su tra- ramiento informético, ni la transmisién de ninguna forma o por cual- quier medio, ya sea electrénico, mec4nico, por fotocopia, por registro u otros métodos, sin el permiso previo y por escrito de los titulares del Copyright. INDICE Tntroduccién. ... Capitulo I: PrinciwPios DOCTRINALES BASICOS .... i. El matrimonio entre bautizados: sacramento de la Nueva Alianza 1.1. La sacramentalidad de] matrimonio como verdad de fe.. 1.2. La realidad sacramental y su conceptualizacién his- t6rica ... 2. Estructura y eficacia sacramental del matrimonio 2.1. Estructura y esencia de la sacramentalidad ... 2.2. El matrimonio como signo real y permanente de la union de Cristo y de la Iglesia ........ 2.3. Doble eficacia sacramental del matrimonio .. 3. Identidad entre matrimonio y sacramento .. 3.1. La peculiaridad primaria y fundamental del sacra- mento del matrimonio .. 3.2. La inseparabilidad centre contrato y sacramento» € en perspectiva histérica .... vee A) Tedlogos cldsicos que niegan la inseparabilidad B) Defensores clasicos de la inseparabilidad C) El Concilio de Trento . D) El Regalismo y el liberalismo. Doctrina de Ios Pontifices .... te E) El Proyecto de Decreto del Concilio Vaticano I F) Conclusién histérica .... 3.3. El replanteamiento de la polémica a raiz del Conci- lio Vaticano Fi... A) Los problemas pastorales subyacentes B) La tesis de la separabilidad: principales arg mentos .. . BIBLIOTECA DEL INSTITUTO DE CIENCIAS PARA LA FAMILIA INDICE a) La libertad religiosa y Ja autonomia de las realidades temporales ..... . b) La fe de los contrayentes, elemento const tutivo © condicionante de la sacramentalidad del matrimonio . + C). Los fundamentas teoldgicos y juridicos de la in- separabilidad ... D) El Sinodo de Obispos de 1980 &) La Exhortacién Aspotélica Familiaris Consortio . 4. Consecuencias teolégico-canénicas de la inseparabilidad .. 4.1. Funcién del bautismo en la configuraci6n sacramen- tal del matrimonio 4.2. Bl pacto conyugal y los ritos sacramentales .. 4.3. Los ministros del sacramento del matcimonio 4.4, La intencién sacramental .... Capitulo I: EXPRESION CANONICA DE LA SACRAMENTALIDAD .. 1. Hl principio de inseparabilidad en las codificaciones lati- na y oriental ... . 2. Fe y pacto conyugal entre bautizados 3. Forma canénica y forma litirgica .... 4. Relevancia juridica de la significacién sacramental 5. El consentimiento y los aspectos sacramentales del matri- monio .. 5.1. Datos legales 5.2, Valoraciones jurisprudenciales 6. La preparacién adecuada para el matrimonio en la disci- plina canénica vigente .... 6.1. Tntroduccién ... 6.2. Necesidad actual de la preparacién para el matri- monio .... aoe 6.3. Objetivos generales de 1a catequesis prematrimonial 6.4. Fases y contenidos de la preparacién ... 6.5. Organizacin de la pastoral prematrimonial .. 6.6. Preparacién para el matrimonio y «ius connubii> .... 36 39 41 46 49 49 51 52 58 61 6L 64 67 69 3 7B 75 B 8 71 80 84 86 87 LA SACRAMENTALIDAD DEL MATRIMONIO Y SU EXPRESION CANONICA Siendo un verdadero sacramento de la Nueva Ley, el matrimonio entre dos personas bautizadas tiene esta peculiaridad respecto a los otros sacramentos: «ser el sa- cramento de una realidad que existe ya en la economia de la creacién; ser el mismo pacto conyugal instituido por el Creador al principio» (FC, 68). Por ser sacramento, su lugar apropiado en el siste- ma codicial es el Libro IV junto a los demés sacramen- tos. Pero, atendida esa peculiaridad apuntada por el Papa, nada hay de extrafio, por un lado, que el derecho matri- monial se ocupe de regular primordialmente el consti- tutivo natural dei matrimonio, tanto en su momento in fieri (pacto conyugal, impedimentos, consentimiento, forma) como en su configuracién como vinculo indiso- luble, y por otro, que este estudio sistem4tico goce desde antiguo de una gran autonomia respecto a los restantes sacramentos. Lo cual no debe ilevar a perder de vista que es precisamente esa compleja realidad natural y juri- dica Ia que ha sido elevada por Cristo a la dignidad de BIBLIOTECA DEL INSTITUTO DE CIENCIAS PARA LA FAMILIA TOMAS RINCON-PEREZ. sacramento, raz6n por la cual la sacramentalidad del ma- trimonio, al tiempo que es cauce de gracia y santifica- cién de los esposos, es un factor que eleva y enriquece la estructura natural y basica del matrimonio, plenificando su simbolismo originario. Desde tiempos antiguos el pen- samiento cristiano supo descubrir que el matrimonio de los bautizados no sdlo es simbolo 0 imagen del misterio de Cristo y la Iglesia, sino que el mismo matrimonio par- ticipa del propio misterio que representa; que, en conse- cuencia, la eficacia sacramental se proyecta también so- bre la propia realidad matrimonial. Dicho lo anterior, hay que afiadir seguidamente que el presente estudio sobre el matrimonio tiene como obje- tivo Unico resaltar los aspectos sacramentales, desde una Optica prevalentemente juridica, sin menoscabo de las inevitables conexiones con la teologia sacramental. Nos va a ocupar, en definitiva, lo que Bajiares Nama la oraci6n principal del c. 1055 § 1: «La alianza matrimonial (...) fue elevada por Cristo Sefior a la dignidad de sacramento entre bautizados», dando por presupuesta la oracién su- bordinada: «La alianza matrimonial, por la que el var6n y la mujer constituyen entre sf un consorcio de toda la vida, ordenado por su misma {indole natural al bien de los cén- yuges y a la generacion y educacién de la prole»'. Acotado asi el objeto de nuestro estudio, parece conveniente fijar primero unos principios doctrinales ba- sicos acerca de la significacién sacramental del matrimo- nio, para indagar después en qué medida esos principios han sido acogidos por la vigente legislacién canénica so- bre el matrimonio. © Comentario al c. 1055, en «Comentario Exegético», vol. III, 2." ed., Pamplona, 1997, p. 1038. Para las cuestiones que tratamos aqui, cfr. T. RIN: CON-PéREZ, El matrimonio cristiano. Sacramento de la creacién y de la re- dencién, Pamplona, 1997. DIF 32 LA SACRAMENTALIDAD DEL MATRIMONIO Y SU EXPRESION CANONICA @@8 1. El matrimonio entre bautizados: sacramento de la Nueva Alianza 1.1. LA SACRAMENTALIDAD DEL MATRIMONIO COMO VERDAD DE FE «La Iglesia, acogiendo y meditando fielmente la Palabra de Dios, ha ensefiado solemnemente y ensefia que el matrimonio de los bautizados es uno de los siete sacramentos de la Nueva Alianza» (FC, 13). Asi lo pro- clam6 el Concilio de Trento (Ses. XXIV, c. 1) y lo ha sancionado recientemente el Concilio Vaticano II, al describir el matrimonio como «imagen y participacién de la alianza de amor entre Cristo y la Iglesia» (GS, 48), y al ensefiar que «los cényuges cristianos en virtud del sacramento del matrimonio, por el que manifiestan y participan del misterio de unidad y del fecundo amor en- tre Cristo y la Iglesia (Eph. 5, 32), se ayudan mutuamen- te a santificarse en la vida conyugal y en la procreaci6n BIBLIOTECA DEL INSTITUTO DE CIENCIAS PARA LA FAMILIA TOMAS RINCON-PEREZ. y educacién de los hijos, y, por tanto, tienen en su condi- cién y estado de vida su propia gracia en el Pueblo de Dios» (LG 11). Por tanto, como los restantes sacramentos de la Nueva Alianza, el matrimonio de los bautizados es un signo eficaz de gracia; una imagen que simboliza real y eficazmente la unién de Cristo con la Iglesia; que signi- fica y causa lo significado, esto es, una gracia especifica. El fundamento ultimo de la sacramentalidad del matri- monio es la Nueva Alianza que surge del Misterio pas- cual. Dicho de otro modo, el amor con que Cristo amé a su Iglesia y se entreg6 por ella, es el ejemplar y la nueva ley de la alianza matrimonial, al tiempo que la fuente de donde mana la gracia sacramental. Pero el fundamento inmediato y pr6ximo de la sacramentalidad de un matri- monio concreto es el cardcter bautismal de los contra- yentes 0 de los cényuges, «mediante el cual el hombre y la mujer se insertan definitivamente en la Nueva y Eter- na Alianza, en la Alianza esponsal de Cristo con la Igle- sia» (FC, 13). Por eso, es impensable un matrimonio de bautizados tan sélo natural, esto es, no sacramental, no inserto en el misterio pascual, tal y como establece el c. 1055 § 2: «Por tanto, entre bautizados, no puede haber contrato matrimonial vdlido que no sea por eso mismo sacramento». 1.2. LA REALIDAD SACRAMENTAL Y SU CONCEPTUALIZACION HISTORICA Que el matrimonio de los bautizados sea uno de los siete sacramentos de la Nueva Alianza significa, en- tre otras cosas, que, si bien la proclamacién solemne de esta verdad acontece en un momento concreto de la his- toria, la realidad del matrimonio como sacramento se re- DIF 32 LA SACRAMENTALIDAD DEL MATRIMONIO Y SU EXPRESION CANONICA monta al mismo Cristo conformando la unién conyugal desde el instante mismo en que comienza la andadura histérica del Pueblo de la Nueva Alianza; 0 mas en con- creto, desde el momento en que los hombres y mujeres se incorporan mediante el bautismo a ese nuevo Pueblo de Dios y se insertan en la Nueva Alianza de Cristo y la Iglesia. Es util tener en cuenta esta consideracién porque durante siglos no se tuvo conciencia refleja de que el matrimonio era realmente un signo eficaz de salvacién, es decir, un verdadero sacramento de la Nueva Alianza, como el Bautismo o la Eucaristia. Lo cual no fue dbice para que quienes, ya bautizados, contrajeron matrimonio lo hicieran sacramentalmente, y quienes accedieron al bautismo ya casados vieran sacramentalizada su unidn conyugal por la regeneracién bautismal que se habia producido en ellos. Es obvio que los demas sacramentos tampoco son producto de la reflexién teolégica, sino que deben su existencia a la voluntad de Cristo. Por tanto, también respecto a ellos debe distinguirse la realidad sacramental —que nace con la Iglesia misma— y su conceptualiza- ci6n hist6rica. Pero las diferencias con el sacramento del matrimonio —y las consecuencias teolégico-canénico que de ello deben extraerse— son muy importantes. En efecto, el Bautismo y la Eucaristia fueron instituidos por 2 Ya desde el siglo xi, pero especialmente en el siglo xm, se distin- guen en el matrimonio los tres elementos propios de todo sacramento: el sa- cramentum tatum, la res et sacramentum y la res tantum. Pero la doctrina encuentra serias dificultades para dar a la res tantum el alcance de gracia significada y causada por el sacramento. Por eso la sacramentalidad del ma- trimonio durante mucho tiempo estuvo basada tnicamente en la significa- cin: el matrimonio era sacramento por ser signo de una casa sagrada, de la Unién de Cristo y la Iglesia. El factor causativo de gracia tard6 més tiempo en aparecer con claridad en la doctrina teolgico-canénica. BIBLIOTECA DEL INSTITUTO DE CIENCIAS PARA LA FAMILIA TOMAS RINCON-PEREZ Cristo, pero se realizan en cada caso concreto mediante un rito sagrado en virtud del cual el agua, en un caso, 0 el pan y el vino en otro, alcanzan su fuerza significante y salvadora. En cambio, el sacramento del matrimonio no es otra cosa que’el matrimonio originario o sacramento de la creacién, elevado a la condicién de Sacramento de la Nueva Alianza, no por la fuerza operante de ningin tito sagrado, sino por el hecho sublime de que el hombre y la mujer que contraen, o han contraido ya matrimonio, mediante el bautismo estén insertos indestructiblemente en Ja Alianza esponsal de Cristo y la Iglesia. G88 2. Estructura y eficacia sacramental del matrimonio 2.1. ESTRUCTURA Y ESENCIA DE LA SACRAMENTALIDAD Desde antiguo han sido aplicadas al matrimonio las categorias sacramentarias de sacramentum tantum, constitnido por el -pacto conyugal; res et sacramentum, identificable con el vinculo jurfdico que nace del pacto, y que resulta ser por ello un vinculo sacramental; y la res tantum como expresion de la gracia especifica signi- ficada y causada por el sacramento. Con ser estos tres elementos necesarios para des- cribir la naturaleza de un verdadero sacramento de la nueva Alianza, en referencia al matrimonio cabe pregun- 3 En tiempo de Santo Tomds, hubo de distinguirse al respecto entre res ultima contenta, exptesin de la gracia significada y cansada, y la res non contenta, expresiOn de la Union de Cristo y de la Iglesia, significada pero no cansada por el vinculo. Cf. Supl,, q. 42, a. 1 ad 4 et 5; q. 42, a. 4 ad 2. Para ver el contexto en que escribe el Doctor Angélico, cfr. T. RINCON-PEREZ, EI matrimonio, misterio y signo. Siglos IX-XUT, Pamplona, 1971, pp. 344-360. DIF 32 LA SACRAMENTALIDAD DEL MATRIMONIO Y SU EXPRESION CANONICA tarse en cual de esos elementos reside la verdadera esen- cia de la sacramentalidad. La respuesta nos viene dada por este texto ponti- ficio: «Al igual que cada uno de los siete sacramentos, el matrimonio es también un simbolo real del aconteci- miento de salvacién, pero de modo propio. Los esposos participan en cuanto esposos, los dos, como pareja, hasta el punto que el efecto primario e inmediato del matrimo- nio (res et sacramentum) no es la gracia sobrenatural misma, sino el vinculo conyugal cristiano, una comu- nién en dos tipicamente cristiana, porque representa el misterio de la Encarnacién de Cristo y su misterio de Alianza» (FC, 13). Segiin esto, la modalidad especifica de ese sim- bolo real que es el matrimonio cristiano, radica primaria e inmediatamente en la res ef sacramentum, es decir, en el vinculo conyugal. Lo que el pacto conyugal produce no es la gracia, sino el vinculo. Cuando ese pacto es en- tre bautizados, sucede que el vinculo creado es necesa- riamente sacramental, y productor de gracia si no esta bloqueada su eficacia por algun obstaculo personal de los contrayentes. De aqui se desprende que, si bien el pacto conyugal —el sacramentum tantum-— es indiscuti- blemente un factor sacramental en cuanto que es signo y causa del vinculo, no reside en él la esencia de la sacra- mentalidad ni es procedente, por ello, reducir la sacra- mentalidad al momento del pacto o de Ja celebracién del matrimonio‘, 4 El Doctor Angélico subraya también la equivalencia entre el vincu- Jo matrimonial y el cardcter del bautismo en esios términos: «Ad secundum dicendum quod, sicut aqua baptismi cum forma verborum non operatur in- mediate ad gratiam, sed ad characterem; ita actus exteriores et verba expri- mentia consensum directe faciunt nexum quendam, qui est sacramentum ma- trimonii; et huiusmodi nexum ex virtute divinae institutionis dispositive operatur ad gratiam». Supl., q. 42, a.3 ad 2. BIBLIOTECA DEL INSTITUTO DE CIENCIAS PARA LA FAMILIA TOMAS RINCON-PEREZ 2.2, EL MATRIMONIO COMO SIGNO REAL Y PERMANENTE DE LA UNION DE CRISTO Y¥ DE LA IGLESIA Aunque ya esté implicito en’ todo lo anterior, conviene subrayar este aspecto de la sacramentalidad del matrimonio a fin de lograr una mejor comprensién de la misma que nos aleje de la concepcién extrinsicista —el sacramento, algo extrinseco y sobreafiadido al matrimo- nio— de fa que se hicieron eco algunos tedlogos clasi- cos, como Scoto, Cayetano, Vazquez, Melchor Cano, y a la que se han sumado o han resucitado no pocos autores modernos, como tendremos ocasién de ver mas adelante. EI matrimonio entre personas bautizadas es un signo real de la unién de Cristo y la Iglesia. Dicho de otro modo: entre signo —matrimonio, realidad natural elevada— y cosa significada —la unién de Cristo y de la Iglesia—, existe una relacién real, no meramente simb6- lica. Aparte de su capacidad para causar la gracia y san- tificar a los esposos, el matrimonio cristiano no tiene con la Alianza esponsal de Cristo y la Iglesia una simple relacién de semejanza; el mismo matrimonio es misterio y signo, estd conformado en su propio ser por el misterio divino del que participa. Comentando el magnum sacramentum de la Carta a los Efesios, M.J. Scheeben, el gran tedlogo del siglo xix, hacia esta clarividente descripcién de cémo debia enten- derse cl matrimonio-sacramento: «E] sentido en que ha de entenderse que el matri- monio es un misterio tan grande, depende evidentemente de la manera como se defina la relacién que tiene el mis- mo con Cristo y la Iglesia. Esta relacién puede concebir- se como simbélica y como real. En el primer caso, el Apostol presentarfa el matrimonio segtin su ser natural como simbolo de Ja unidad sobrenatural que existe entre Cristo y la Iglesia; el matrimonio mismo no seria miste- DIF 32 LA SACRAMENTALIDAD DEL MATRIMONIO Y SU EXPRESION CANONICA rioso, no seria més que una imagen vacia para hacernos intuir un misterio que se halla fuera de ella (...). El ma- trimonio cristiano en cambio tiene una relacién real, esencial, intima con el misterio de la unidad de Cristo y de Ia Iglesia; en ésta radica, con ésta se enlaza orgdnica- mente; de ahi que participe también del ser y del carac- ter misterioso de la misma»*. A parecida conclusién llega el Romano Pontiffice cuando ensefia: «En virtud de la sacramentalidad de su matrimonio, los esposos quedan vinculados uno a otro de la manera mds profundamente indisojuble. Su rect- proca pertenencia es una representacidn real, mediante el signo sacramental, de la misma relacién de Cristo con la Iglesia» (FC, 13). Por tanto, todo el orden conyugal esté configurado por el misterio de Cristo y la Iglesia del que es portador y se hace participe el vinculo conyugal en su condicién de signo real. A la vez que signo real, o por serlo, el matrimo- nio es un signo permanente de la unién de Cristo y la Iglesia. La significacién sacramental no se agota en el in fieri, sino que se sittia fundamentalmente en el in facto esse, es decir, en el. vinculo conyugal. Con palabras de Belarmino: «est enim matrimonium simile Eucaristiae, quae non solum dum fit, sed etiam dum permatet, sacra- mentum est: dum enim conyuges vivunt, semper corum societas sacramentum est Christi et Ecclesiae»®, Pero no s6lo la significacién sacramental tiene un caracter perma- nente por residir en el vinculo; también la gracia sacra- mental trasciende el momento celebrativo del matrimo- nio: «El don de Jesucristo no se agota en Ja celebracién 5 Los misterios del cristianismo, 3.* ed. espafiola, Barcelona, 1960, p. 636. . © Texto citado y glosado por E. TemRo, Matrimonio, misterio y sig- no. Siglos XIV-XV1, Pamplona, 1971, p. 453. BIBLIOTECA DEL INSTITUTO DE CIENCIAS PARA LA FAMILIA ‘TOMAS RINCON.PEREZ del sacramento del matrimonio, sino que acompaiia a los ] c6nyuges a lo largo de toda su existencia» (FC, 56). 2.3. DOBLE BFICACIA SACRAMENTAL, DEL MATRIMONIO A semejanza de los sacramentos que imprimen cardcter, el matrimonio entre bautizados opera un doble 4 efecto: el vinculo sacramental (res et sacramentum) es el efecto directo e inmediato del pacto conyugal (sacra- 4 mentum tantum). De este modo, el vinculo juridico natu- ral que nace del pacto, con su contenido de derechos y deberes y con sus propiedades esenciales de unidad e in- disolubilidad, es elevado a la dignidad de vinculo sacra- mental e impregnado, en consecuencia, de significacion, j Sin perder su estatuto natural y originario, disefiado ya por Dios como signo en potencia, y consecuentemente con las propiedades esenciales de unidad e indisolubili- dad, el vinculo sacramental adguiere una especial firme- Za por ser un signo real —una copia— de la unién tinica ¢ indisoluble de Cristo con la humanidad (union hiposta- tica) o de Cristo con la Iglesia (Cuerpo mistico). Este primer efecto opera sobre el vinculo, sobre el matrimonio mismo, siempre que existe un verdadero pacto conyugal, con independencia de las actitudes reli- giosas y morales de los contrayentes o de los cényuges, El segundo efecto, esto es, la gracia sacramental —res tantum— que deriva del vinculo, no se sitta en el orden de la validez del sacramento, sino en el de la fructuosi- dad; no interesa al vinculo ya formado, sino a las perso- | nas (cényuges) que lo constituyen. Se trata de un don de | Jesucristo que acompafia a los cényuges a lo largo de 4 toda su existencia, por medio del cual quedan fortifica- ’ dos y como consagrados para cumplir dignamente sus deberes de estado (cfr. GS, 48). Pero se trata de un don DIF 32 LA SACRAMENTALIDAD DEL MATRIMONIO Y SU EXPRESION CANONICA, inherente a todo matrimonio vdlido, cuya eficacia salvi- fica y santificadora puede quedar no obstante bloqueada por la actitud negativa de ambos cényuges 0 de uno de los cényuges, bien por falta de fe, o por otros obstaculos a la accion de Ja gracia divina. Consecuencia de todo esto es que, si bien en el orden de Ja validez del sacramento es irrelevante por principio la falta de fe o el estado de pecado grave de los contrayentes, en orden a la fructuosidad cuanto mayor sea la fe y la capacidad receptora de la gracia divina, mejor dispuestos estardn los esposos para «descubrir y admirar con gozosa gratitud a qué dignidad ha elevado Dios el matrimonio y Ja familia, constituyéndolos en sig- no y lugar de Ja alianza de amor entre Dios y los hom- bres, entre Jesucristo y la Iglesia esposa suya» (FC, 51); para descubrir, en suma, que el sacramento del matrimo- nio, que presupone y especifica la gracia santificadora del bautismo, es fuente y medio original de santificacién propia para los cényuges y para la familia cristiana’. ‘A modo de conclusién, cabe decir que en el sa- cramento del matrimonio existen dos factores que se im- plican y se complementan entre si: el factor significante y el causativo de gracia. El primero afecta directamente al orden conyugal y a la naturaleza del vinculo, razén por la cual es indiscutible su relevancia juridica. El se- gundo dice relacién a la peculiar gracia que los cényu- ges tienen en su condicién y estado de vida, lo cual hace evidente su relevancia teolégica. A la vista de esto, nada 7 Bn este sentido, desde un punto de vista pastoral, toda la catequesis prematrimonial debe apuntar hacia el fruto del sacramento, para Jo cual es imprescinible que se convierta en un verdadero itinerario de fe. Pero este de- her de que el matrimonio sea fructuoso, despliegue toda su eficacia salvifica y santificadora, habr4 de armonizatse convenientemente con el derecho a contraer un matrimonio valido, cualesquiera que sean las cixcunstancias mo- rales o religiosas de los contrayentes. BIBLIOTECA DEL INSTITUTO DE CIENCIAS PARA LA FAMILIA TOMAS RINCON-PEREZ. hay de extrafio que, desde un punto de vista metodolégi- | co, los canonistas fijen su atencién en la significacién sacramental y en las consecuencias juridicas que de ella se derivan, mientras que los teétogos ponen de relieve los aspectos de santificacién y de gracia, propios de ese acontecimiento de salvacién que es el matrimonio cris- tiano. Se deberd evitar, en todo caso, una polarizacién exclusiva en uno de los factores para no distorsionar el alcance verdadero de la sacramentalidad del matrimonio, tal y como ha sucedido tantas veces en la historia del pensamiento cristiano sobre la sacramentalidad del ma- trimonio’. ® Durante siglos prevalecié la consideracién casi exclusiva del matri- monio como signo de una cosa sagrada, dificultando su configuracién como signo eficaz de gracia y, consecuentemente, verdadero sacramento de Ja Nueva Alianza. A partir del siglo xrv, cuando ya nadie duda que el matrimo- nio cristiano es uno de los siete sacramentos de la Iglesia y, por tanto, signo eficaz de gracia, ocurre que algunos tedlogos van 2 fijar su atencién casi ex- clusivamente en el factor causative de gracia, olvidando el verdadero alcance de fa significacién sacramental, o no apreciando suficientemente que esa sig- nificacién impregna de tal modo el matrimonio mismo que hace de él un misterio y un signo teal de salvacidn. Para aquellos tedlogos —y para quie- nes hoy resucitan sus planteamientos— el sacramento seria una realidad afia~ dida o extrinseca al matrimonio mismo; una gracia que Cristo concede 2 los esposos cristianos para el cumplimiento fie de sus compromisos conyugales y familiares, pero que deja sumido el matrimonio en stt propia realidad nauu- tal, 0 a Jo més como una imagen vacfa de una realidad misteriosa, que est4 fuera de ella. Es facil adivinar que en ese planteamiento se fundé —y se fun- da hoy—— la tesis de quienes sustentan que matrimonio y sacramento son dos realidades distintas y separables y que, en consecuencia, es factible entre dos bautizados un matrimonio valido sin sacramento. DIF 32 LA SACRAMENTALIDAD DEL MATRIMONIO Y SU EXPRESION CANONICA ZZ 3. Identidad entre matrimonio y sacramento 3.1, LA PECULIARIDAD PRIMARIA Y FUNDAMENTAL DEL SACRAMENTO DEL MATRIMONIO Un punto clave para comprender el verdadero al- cance de la sacramentalidad del matrimonio cristiano, consiste en precisar con claridad su peculiaridad con re- lacién a los demas sacramentos: es un verdadero sacra- mento de la Nueva Ley, un signo eficaz de gracia, pero con rasgos propios y especificos que le distinguen de los restantes sacramentos. Afirmar con claridad esta peculia- ridad comporta a su vez aceptar las consecuencias teolé- gico-candénicas que de ello se derivan. No hay que olvi- dar que la aplicacién univoca al matrimonio de todas las categorias sacramentarias fue uno de los motivos por los que histéricamente el concepto de sacramentalidad del matrimonio en sentido estricto tard6 mds tiempo en cris- talizar pese a que el concepto de significacién sacramen- tal despunta con nitidez en las fuentes més primitivas®. Mas adelante precisaremos con detalle las conse- cuencias teolégico-canénicas que se derivan de esa pecu- liaridad del matrimonio cristiano. Ahora es conveniente abordar por extenso ej tema clave para entender adecua- damente el verdadero alcance de la sacramentalidad del matrimonio. La peculiaridad primaria y fundamental del ma- trimonio reside en «ser el Sacramento de una realidad 9 Cfr. T. Rncos-PéREZ, El matrimonio, misterio y signo. Sgilos IX- XII, Pamplona, 1971; B. Tesero, La sacramentalidad del matrimonio en la historia del pensamiento cristiano, en lus Canonicum», XIV, n. 27, 1974, pp. 11-31. BIBLIOTECA DEL INSTITUTO DE CIENCIAS PARA LA FAMILIA € 68), La identidad se da entre el matrimonio del prin- ciplo y el matrimonio sacramento; es decir, entre la rea- lilad creada y la realidad redimida, existiendo entre ma- trimonio y sacramento la misma relacién que entre Creacién y Redencién, 0 que entre naturaleza y gracia: realidades estas que no se confunden, pero que tampoco | son separables porque, ni la redencién opera sobre el va- cio sino sobre la creacién, que se convierte asf en crea- cién redimida, ni la gracia destruye Ja naturaleza sino que la perfecciona y la eleva. El Papa resume ese pensamiento en el texto cita- do como razén de fondo para admitir a la celebracién del matrimonio-sacramento a los imperfectamente dis- puestos, si la piden con rectitud de intencién. Pero toda Ja Exhortacién Apost6lica est4 lena de testimonios ten- dentes a mostrar estas tres verdades fundamentales: 1°) que todo matrimonio desde el principio est4 ordena- do a significar el misterioso amor de Dios a los hombres, estd ordenado a ser el sacramentum magnum. En este sentido cabe configurar a todo matrimonio como sacra- mento de la creacién. 2.) Que Iegada la plenitud de los tiempos, es decir, en Cristo, la realidad matrimonial del principio, adquiere en acto la plenitud de la significacién y de toda su fuerza salvadora. 3.*) Que esta plenitud de significacién y de gracia que de un modo virtual, y como en potencia, afectaba ya a toda la estructura del matri- monio originario, impregna de modo nuevo el vinculo sacramental y sus propiedades esenciales, desde ef mo- mento en que mediante el bautismo los esposos se sittian en el tiempo de la Iglesia, en el ambito de la Redencién, Esta identidad entre el sacramento de la creacién y el sacramento de la redencién, a la vez que sanciona la absoluta inseparabilidad entre la realidad creada y redi- DIF 32 LA SACRAMENTALIDAD DEL MATRIMONIO Y SU EXPRESION CANONICA, mida, pone de manifiesto que el matrimonio es algo in- herente al ser humano, y por ello sigue la misma suerte, atraviesa la misma historia que ha recorrido la persona humana: desde el estado sobrenatural de inocencia, pa- sando por el estado de naturaleza cafda, basta la plenitud de los tiempos en que por la Encarnacién del Verbo el matrimonio, como el hombre, es redimido y adquiere en acto la plenitud sacramental. Dada la importancia de esta cuestién, y habida cuenta de que no siempre, ni por todos, ha sido entendi- da en los términos propuestos por el magisterio de la Iglesia, parece necesario prestarle una especial atencién, tanto en su vertiente histérica como en los nuevos plan- teamientos hechos a rafz del Concilio Vaticano II. 3.2. LA INSEPARABILIDAD «ENTRE CONTRATO Y SACRAMENTO» EN PERSPECTIVA HISTORICA Durante muchos siglos la doctrina catélica, ex- presada en la férmula, tal vez inadecuada, «inseparabili- dad entre contrato y sacramento», se ensefid y vivid por connaturalidad, porque aparecia entrafiada en la misma concepcién cristiana del matrimonio. Los cristianos se casaban como los demas, la Igtesia asume los ritos nup- ciales imperantes; se tiene conciencia, en definitiva, de que el matrimonio de los cristianos es el mismo matri- monio natural, si bien fuertemente impregnado de signi- ficacién, lo cual ayudard a comprender mejor la propia esencia del matrimonio asi como la unidad y la indisolu- bilidad; propiedades éstas que se corresponden con el proyecto natural del matrimonio, pero que aparecen ilus- tradas y reforzadas en su condicién de signo de la unién dnica e indisoluble de Cristo con la Iglesia, $élo cuando, en Io sucesivo, se pierda o se desvirtie la naturaleza sig- BIBLIOTECA DEL INSTITUTO DE CIENCIAS PARA LA FAMILIA TOMAS RINCON-PEREZ nificante del matrimonio, aparecerén en el panorama doctrinal las tesis que ponen en cuesti6n la doctrina acerca de la inseparabilidad entre el sacramentum natu- . rae —la realidad natural del matrimonio—, y el sacra- mentum Novae Legis— el mismo matrimonio natural en- + tre bantizados. Hecha esta previa anotacién histérica, pasemos a analizar resumidamente el origen y los hitos mas impor- “ tantes de un viejo debate, que parecié zanjado con la in- tervencién del magisterio eclesidstico, pero que ha vuelto a reproducirse en Ja actualidad, inspirado en los mismos | 0 parecidos esquemas mentales que lo originaron. A) Tedlogos cldsicos que niegan la inseparabilidad Duns Scoto es, tal vez, el primero de todos los tedlogos que en lo sucesivo habian de negar la insepara- bilidad. Mas atin, es el padre de todas las corrientes pos- teriores, pues su doctrina acerca de la sacramentalidad del matrimonio representa el germen del que nacerén, incluso en nuestros dias, las posturas contrarias a la inse- parabilidad. Del Doctor subtilis se puede decir con Teje- ro que «ni a la hora de demostrar que el matrimonio es 4 sacramento, ni al poner de manifiesto los efectos propios del sacramento, tiene en cuenta la naturaleza significante 4 del matrimonio". Para él el sacramento es aliquid addi- tum, aliquid quod Deus «annexit contractui matrimonia- liv, Adviértase que no es lo mismo el concepto de anexién que el concepto de elevacién que empleé el magisterio y_ | recoge el c. 1055. Para el Doctor subtilis . En todo caso, fue a rafz del Concilio Vaticano IL cuando da comienzo, en los ambitos pastorales y en los teolégico-canénicos, un amplio debate cuyos contenidos concretos resultan ser una reproduccién del viejo debate antes resefiado, aunque sean distintos los motivos que lo desencadenan. «proxima fidei» vel «theologice certa», Hae de causa voluit perscribere ad | Titteram canonem 1012 CIC. Neque hoc modo impeditur snscepta investi- 3 gatio theologica, sed tantum significatur motationes inducendas non esse in re tam delicata et tam gravi pro Ecclesiae vita, donec Magisterium publice sententiam suam ediderit». En «Communications», IX, 1, 1977. p. 190. ° Cir. el importante estudio monogréfico de D, Baubor, L’insépara- 4 bilité entre le contrat et le sacrement de mariage, La discussion aprés le C. Vatican I, Pontificia Universita Gregoriana, Roma, 1987, pp. 271-279. En algunos textos coneiliares (vid. LG 11, GS 48) se advierte sin duda wn reco- nocimiento implicito de la inseparabilidad. DIP 32 LA SACRAMENTALIDAD DEL MATRIMONIO Y SU BXPRESION CANONICA Segtin hemos visto, hasta el siglo xIx en que zanja la cuestién el Magisterio Pontificio, hubo autores que, haciendo tabla rasa del mds genuino pensamiento cristiano acerca de la significacién sacramental del ma- trimonio, pusieron el acento casi exclusivo en el efecto de la gracia sacramental, a resultas de lo cual ese sacra- mento peculiar con el que los cényuges cristianos —to- dos, no sélo unos pocos, ni potencialmente sino en pre- sente-—, roborantur et veluti consecrantur (GS 48), venia a ser algo extrinseco y sobreafiadido a la realidad matrimonial y, en consecuencia, perfectamente separable de la misma: dos bautizados podrian contraer matrimo- nio, sin que por ello fuera sacramento; incluso a ciertos cristianos (los mudos, 0 quienes contrafan por procura- dor) se les consideraba capacitados para contraer un ver- dadero matrimonio natural, pero no para celebrar el sa- cramento, En Ja actualidad, el detonante tiltimo que inspira Ja vuelta a aquellos viejos planteamientos es el grave problema pastoral que comporta la creciente descristia- nizacién de la sociedad en cuanto proyectada sobre el matrimonio y la familia. Por lo que afecta a nuestro tema, existen numerosos bautizados catélicos no creyen- tes 0 no practicantes que optan por contraer matrimonio meramente civil, mientras que otros, situados en las mis- mas circunstancias personales de falta de fe, sea por pte- siones sociales o familiares, sea por la inercia de una tra- diciéa o por otros motivos, siguen optando por contraer matrimonio ante la Iglesia en la forma candnica prescri- ta. En ambos supuestos, los interrogantes no se hacen es- per: Qué consistencia tiene aquel matrimonio civil? 4Es un verdadero matrimonio en el supuesto de que se cumplan las otras exigencias de derecho natural? Por otro lado, el bautizado no creyente jes capaz de contraer ei matrimonio-sacramento? Ademés del bautismo, jno BIBLIOTECA DEL INSTITUTO DE CIENCIAS PARA LA FAMILIA. TOMAS RINCON-PEREZ se requerir4 la fe para que el consentimiento valido de- venga un pacto sacramental? Para un sector doctrinal la respuesta a estos inte- rrogantes que esté inspirada en el principio de la insepa- rabilidad, conduce a un dilema pastoral cuya resolucién s6lo puede venir dada por un replanteamiento teoldgico de la cuestién, y ulteriormente por las modificaciones disciplinares correspondientes. De lo contrario, los cam- bios disciplinares agravarian el problema pastoral, pues siempre que el matrimonio sea valido, sera a la vez sa- cramental aunque se haya celebrado ante un juez civil. De aqui se infiere que el debate cientffico, que adquiere su momento culminante en la década de los 70, tiene como telén de fondo el principio de 1a inseparabili- dad, modificable para unos, inmodificable para otros; y dos coordenadas concretas: la consistencia o inconsis- tencia aut6noma de un matrimonio natural celebrado en- tre bautizados, y la relevancia o irrelevancia de la fe en la conformaci6n sacramental del matrimonio. Vemos en primer lugar algunos de los argumen- tos en que suelen fundarse los nuevos defensores de la tesis de la separabilidad. Seguidamente analizaremos los fundamentos teolégicos a favor de la inseparabilidad propuestos por la Comisién Teoldégica Internacional. Fi- nalmente haremos una breve referencia al Sinodo de Obispos de 1980 y a la doctrina sentada por la Ex. Ap. Familiaris consortio. B) La tesis de la separabilidad: principales argumentos a) La libertad religiosa y la autonomia de las realidades temporales El Concilio Vaticano II consagré estos princi- pios, y, sobre la base de ellos, se pretende también argu- DIF 32 LA SACRAMENTALIDAD DEL MATRIMONIO Y SU EXPRESION CANONICA mentar a favor de Ja tesis de Ia separabilidad, en estos o parecidos términos: La dignidad de la persona humana, también Ia de un catélico no creyente o no practicante, exige que se le deje optar por un matrimonio a la medida de su concien- cia, pero esta exigencia no se veria cumplida si el matri- monio que eligen —el civil— no fuera verdadero y ade- mnds no sacramental. Por otra parte, la realidad terrestre, que es el matrimonio, debe configurarse auténomamen- te, es decir, al margen de cualquier connotacién religio- sa, siempre que los interesados asf lo decidan. Todo lo cual resulta imposible desde la tesis de la inseparabili- dad que pasarfa a ser, por ello, una reminiscencia de los tiempos de cristiandad ya superados. La inseparabilidad implicarfa que el bautizado no tiene libertad de opcién: 0 contrae matrimonio-sacramento o no contrae nada”®, Cualquiera advierte que éstos no son argumentos demostrativos de la tesis de la separabilidad, sino que la presuponen aprioristicamente y en base a ese presupues- to se elaboran ad casum jos conceptos de dignidad de Ja persona humana y la autonomia de las realidades tempo- rales. Se parte, en efecto, del hecho —que no demues- tran— de que el hombre bautizado es libre y capaz de optar entre contraer sélo naturalmente o sacramen- talmente. A partir de esta posibilidad —indemostrada como real—, se extrae la consecuencia de que cualquier obstaculo a esta libertad de eleccién supone un atentado a la dignidad de la persona humana y hace quebrar el 26 J. MANZANARES, Habitudo matrimonio baptizatorum inter et sa- cramentum: omne matrimonium duorum baptizatorum estne necesario sa- cramentum?, en «Periodica», 67, 1978, pp. 45 ss. Un amplio estudio sobre los autores modemos que defienen una u otra tesis la separabilidad o la in- separabilidad— puede verse en D. Baunor, L’inseparabilité.... cit.: cf. tam- bién F. ALARCON, El matrimonio celebrado sin fe, Almeria, 1988. BIBLIOTECA DEL INSTITUTO DE CIENCIAS PARA LA FAMILIA, ‘TOMAS RINCON-PEREZ, principio conciliar de la autonomia de las realidades te- rrestres. La consecuencia pareceria légica, si fuera ver- dadera la premisa en que se apoya. Pero, a nuestro juicio la verdad es que el matrimonio sigue a la naturaleza hu- mana y ésta.sdlo ha existido realmente concretada en la Historia salutis. El orden de naturaleza pura no existe. De ahi que sea impensable un regressus ex ordine reden- tionis ad ordinem creations”. Téngase en cuenta, ademas, que los conceptos de dignidad de la persona humana, o de autonomia de las tealidades terrenas, no deben ser entendidos al margen de la economia de la salvaci6n en que los sitéia el propio Concilio. En este sentido, Cristo es la referencia ultima de toda dignidad humana, y es, a la vez, la meta Ultima de toda ordenacidn, también la de las realidades terrenas y de modo muy especial de esa realidad terrena Hamada matrimonio, elevada intrinsecamente a sacramento. Para no interpretar erréneamente la radicalidad de estos planteamientos es necesario dejar claro que es- tan hechos siempre en un plano ontolégico; el mismo en que se sittia la naturaleza indeleble del cardcter bautis- mal: afirmar que toda persona bautizada est4 ontoldgica e indeleblemente conformada con Cristo y elevada al or- den de Ja redencién, no comporta ningtin atentado a la libertad religiosa. Esa misma persona bautizada, desde una libertad que Dios respeta y que las leyes humanas deben garantizar, puede escribir su historia concreta al margen. de su bautismo y contra la propia Iglesia a la que fue incorporada. Puede, de igual modo contraer matri- monio civil y ejercer asf su ius connubii. La Iglesia res- peta esas decisiones, como respeta la dignidad de toda 7 Esta es literalmente la tesis de Corecco expresada sintéticamente en el debate que sigui6 a la ponencia de J. Manzanares ya citada. Cfr. . Se establecen en esta proposicién dos conclusio- nes complementarias: a) Entre bautizados no cabe ningtin otro estado conyugal distinto al sacramental. b) En con- secuencia, la Iglesia no puede, «nullo modo», reconocer como matrimonio verdadero la unién o el estado conyu- gal que no sea sacramental, si de bautizados se trata. Asribar a estas conclusiones es facil, cuando se entiende todo lo anterior. El matrimonio ha sufrido los vaivenes de la naturaleza humana. Asi como ésta nunca ha existido en estado de naturaleza pura, tampoco el ma- trimonio tiene consistencia al margen de los estados de naturaleza elevada, cafda y redimida. El acontecimiento bautismal actwaliza la Ultima etapa y la infunde el carac- ter de irreversibilidad. El matrimonio de los bautizados ya no podrd ser otra cosa que sacramento del matrimo- nio. La Iglesia podra impedir que contraigan dos bauti- zados, podré sefialar limites al ejercicio del jus connubii; pero si contraen verdaderamente, no podra impedir que aquello sea sacramento. BIBLIOTECA DEL INSTITUTO DE CIENCIAS PARA LA FAMILIA TOMAS RINCON-PEREZ, D) El Sinodo de Obispos de 1980 En el sinodo de Obispos de 1980 sobre matrimo- 3 nio y familia, los temas de la relacién entre Fe y Sacra- 4 mento, y el de la inseparabilidad, fueron abordados con un gran interés por las hondas repercusiones pastorales que entrafia. Tan es asi, que a un buen némero de Padres sinodales les parecfan insolubles esos problemas, de no efectuarse un giro radical en el enfoque doctrinal y cand- 3 nico de toda la materia relacionada con los factores que } hacen valida, y no s6lo fructuosa, la celebracién sacra- mental del matrimonio. Una prueba de ello es la propo- sici6n 12, de las 43 que enviaron al Romano Pontffice 4 para que a su luz redactara la Exhortacién postsinodal. Téngase en cuenta a este respecto que los Sino- 4 dos generalmente ticnen sdlo una funcidén consultiva, por eso, SUS propuestas no tienen valor magisterial hasta tan- to no las hace suyas el Romano Pontifice. De ahi que la actitud del que «propone» no sea la misma que la de quien tiene que asumir una funcién magisterial, 0 resol- j ver una cuesti6n disciplinar. Este es en sustancia el contenido de Ja propuesta sinodal: 1° Teniendo como telén de fondo la Const. Sa- 4 crosancium Concilium, 59, los Padres proponen la necesi- dad de «examinar de qué forma la fe de los contrayentes, 4 como expresién de Ja Alianza y actualizacién consciente 3 y personal de ta vocacién bautismal, se requiere para la validez de este sacramento». 2.° Para numerosos Padres sinodales, la simple peticién de casarse ante la Iglesia no es necesariamente una sefial de fe personal. Podria serlo si esa peticién se | apoyara en motivos verdaderamente religiosos, pero «como Ja celebracién del sacramento se considera en al- gunos lugares como una convencién social més que como DIF 32 LA SACRAMENTALIDAD DEL MATRIMONIO Y SU EXPRESION CANONICA un acontecimiento religioso, parecen necesarios por par- te de los futuros esposos signos mas validos de fe per- sonal». 3.° Segrin la teorfa general sacramentaria, para la celebracién vdlida de todo sacramento, se requiere por parte de los ministros la intencién de hacer lo que hace la Iglesia. Este principio parece indiscutible sea cual fue- re el sacramento al que se aplique. Pero {debe aplicarse a todos en el mismo sentido? ;Tiene para todos los sa- cramentos idéntico alcance? Para los Padres sinodales el tema de la intentio adquiere una importancia capital al proponer «que se aprecie el grado de madurez de fe y la conciencia que tienen los futaros esposos de hacer lo que hace la Iglesia. Esta intencién requerida para la vali- dez del sacramento no parece presente donde no existe, al menos, la intencién minima de creer también con la Iglesia, con su fe bautismal». 4.° En la proposicién 12 que estamos glosando no se formula explicitamente el tema de la inseparabili- dad, pero se insintia al proponer los Padres «que se exa- mine mas seriamente si la afirmacién segtin 1a cual un matrimonio valido entre bautizados es siempre un sacra- mento, se aplica también a los que han perdido la fe». Lo que se somete a examen, en definitiva, o se pone en cuestion es la identidad absoluta entre matrimonio vdli- do y sacramento. Parece admitirse cuando se trata de bautizados —creyentes; se pone en interrogante cuando se trata de bautizados— no creyentes. En consecuencia se insintia la posibilidad de que estos ultimos puedan contraer un matrimonio vdlido que no sea sacramento. O, lo que es lo mismo, que, siquiera sea en ese caso, la realidad sacramental sea algo separable de la matrimo- nial, quedando minusvalorada la funcién del caracter bautismal y acentuada Ja funcién de la fe personal en or- den al sacramento. BIBLIOTECA DEL INSTITUTO DE CIENCIAS PARA LA FAMILIA TOMAS RINCON-PEREZ, 5.° Todas estas propuestas no afectan sélo al or- den doctrinal. Una vez modificada la doctrina, es preciso, 4 «que se saquen de ello seguidamente consecuencias juri- 4 dicas 0, como dicen mas adelante, «que fa nueva legisla- ‘ cién canénica tenga en cuenta lo contenido en esta pro- posicién (12*) respecto a la necesidad de la fe». Y a la: hora de actuar canénica y pastoralmente en consecuen- 4 cia, «es necesario buscar cudles son los criterios pastora--4 les que permiten discernir Ja fe en los futuros esposos y | en qué medida, en la intencién de hacer lo que hace la Iglesia, a un grado més o menos elevado, debe existir la} intencién minima de creer también con Ia Iglesia». E) La Exhortacién Apostélica Familiaris Consortio Al redactar el Exh. Ap. Familiaris Consortie, el Papa Juan Pablo II tuvo muy presentes, sin duda, esas recomendaciones de los Padres Sinodales. Pero no pare- ce que las asuma magisterialmente de forma plena, si se lee atentamente el n, 68 de la Exhortacién que se inicia 4 con la peticién a los Pastores para que hagan un esfuerzo por «comprender las razones que aconsejen a la Iglesia a % admitir a la celebracién a quien est4 imperfectamente } dispuesto». ésta: «E] sacramento de! matrimonio tiene esta peculiari- dad respecto a los otros: ser el sacramento de una reali- dad que existe ya en la economia de la creacién; ser el 4 mismo pacto conyugal instituido por el Creador «al principio». De gran trascendencia teolégica es también esta“ otra razon: DIF 32 Entre esas razones, tal vez. la mas fundamental es 3 LA SACRAMENTALIDAD DEL MATRIMONIO Y SU EXPRESION CANONICA «Sin embargo, no se debe olvidar que estos novios {se refiere a quienes piden casarse en la Iglesia sin que a ello les muevan motivos auténticamente religiosos) por taz6n de su bautismo, estén ya realmente insertos en la Alianza esponsal de Cristo con la Iglesia y que, dada su recta intencién, han aceptado el proyecto de Dios sobre el matrimonio y consiguientemente —al menos de ma- nera implicita—- acatan lo que la Iglesia tiene intencién de hacer cuando celebra el matrimonio». No faltan tampoco en la argumentacién pontifi- cia razones de indole juridica, incluso ecuménica: «Querer establecer criterios de admisién a la cele- bracién eclesial del matrimonio, que debieran tener en cuenta el grado de fe de los que estan préximos a con- traer matrimonio, comporta adem4s muchos riesgos En primer lugar el de pronunciar juicios infundados y dis- criminatorios; el riesgo ademas de suscitar dudas sobre Ja validez, del matrimonio ya celebrado, con grave dafio para la comunidad cristiana y de nuevas inquietudes in- justificadas para la conciencia de los esposos; se caerfa en el peligro de contestar o de poner en duda la sacra- mentalidad de muchos matrimonios de hermanos sepa- rados de la plena comunién con la Iglesia catélica, con- tradiciendo asi Ia tradicién eclesial»®, Esta ensefianza de la FC ha sido ratificada por ef Romano Pontifice en el Discurso a la Rota Romana de 1-1-2001 con motivo de la inauguracién del nuevo afio judicial. El Papa centra su atencidén en la realidad natu- ral del matrimonio, evidenciada en su ser, en sus fines y en sus propiedades. Y concluye su reflexién con estas palabras: ° Cfr. un comentario amplio a este planteamiento de la FC en T. RINCON-PEREZ, El matrimonio cristiano, cit., pp. 287-345. BIBLIOTECA DEL INSTITUTO DE CIENCIAS PARA LA FAMILIA ‘TOMAS RINCON-PEREZ DIF 32 «Antes de concluir, deseo reflexionar brevemente sobre la relacién entre la indole natural del matrimonio y su sacramentalidad, dado que, a partir del Vaticano II, con frecuencia se ha intentado revitalizar el aspecto so- brenatural del matrimonio incluso mediante propuestas teoldgicas, pastorales y canGnicas ajenas a la tradicién, como la de solicitar la fe como requisito para casarse. »Casi al comienzo de mi pontificado, después del Sinodo de los obispos de 1980 sobre la familia, en el que se trat6é este tema, me pronuncié al respecto en la Familiaris Consortio, escribiendo: “El sacramento del matrimonio tiene esta peculiaridad con respecto a los otros: es el sacramento de una realidad que ya existe en la economia de la creacidn; es el mismo pacto matrimo- nial instituido por el Creador al principio” (PC, 68). Por consiguiente, para identificar cual es la realidad que desde el principio ya esta unida a la economia de la sal- vacion y que en la plenitud de los tiempos constituye uno de los siete sacramentos en sentido propio de la nueva Alianza, el tinico camino es remitirse a la reali- dad natural que nos presenta la Escritura en el Génesis (Cf. Gn 1, 27, 2, 18-25). Es lo que hizo Jestis al hablar de la indisolubilidad del vinculo matrimonial (Cf. Mt. 19, 3-12 Me 10, 1-2), y es lo que hizo también S. Pablo al ilustrar el carécter de gran misterio que tiene e] ma- trimonio con respecto a Cristo y a la Iglesia (Ef. 5, 32). »Por lo demas, e] matrimonio, aun siendo un signum significans et conferens gratiam, es el tnico de los siete sacramentos qué no se refiere a una actividad especffi- camente orientada a conseguir fines directamente sobre- naturales. En efecto, el matrimonio tiene como fines, no s6lo principales sino también propios indole sua natura- li, el bonum coniugum y la prolis generatio et educatio (ce. 1055). »Desde una perspectiva diversa, el signo sacramental consistiria en la respuesta de fe y de vida cristiana de los esposos, por lo que careceria de una consistencia ob- jetiva que permita considerarlo entre los verdaderos sa- LA SACRAMENTALIDAD DEL MATRIMONIO Y SU EXPRESION CANONICA, cramentos cristianos. Por tanto, oscurecer la dimensién natural del matrimonio y reducirlo a mera experiencia subjetiva conlleva también la negacién implicita de su sacramentalidad. Por el contrario, es precisamente la adecuada comprensidn de esta sacramentalidad en la vida cristiana lo que impulsa hacia una revalorizacién de su dimensién natural. »Por otra parte, introducir para cl sacramento requi- sitos intencionales o de fe que fueran més alla del de ca- sarse segtin el plan divino del principio -ademas de los graves riesgos que indiqué en la Familiaris Consortio (n. 68): juicios infundados y discriminatorios, y dudas sobre Ja validez de matrimonios ya celebrados, en particular por parte de bautizados no catélicos-, llevaria inevitable- mente a querer separar el matrimonio de los cristianos del de otras personas. Esto se opondria profundamente al verdadero sentido del designio divino, segtin el cual es precisamente Ia realidad creada fa que es un gran muiste- rio con respecto a Cristo y a la Iglesia»*!. 4, CONSECUENCIAS TEOLOGICO-CANONICAS DE LA INSEPARABILIDAD 4.1. Funcion del bautismo en la configuracion sacramental del matrimonio El Bautismo es la puerta de todos los sacramen- tos; por eso su recepcién previa es un requisito esencial para los demas sacramentos. Pero no reside sélo aqutf la funcién que desempefia el bautismo en la configuracién sacramental del matrimonio. También en esto es pecu- liar la relacién entre bautismo y sacramento del matri- monio. * DP-17, Palabra, marzo 2001. BIBLIOTECA DEL INSTITUTO DE CIENCIAS PARA LA FAMILIA TOMAS RINCON-PEREZ jer se insertan definitivamente en la Nueva y Eterna ‘Alianza, en la Alianza esponsal de Cristo con Ia Iglesia. Y debido a esta insercién indestructible la comunidad in- 4 tima de vida y amor conyugal, fundada por el Creador, es» elevada y asumida en la caridad esponsal de Cristo, sos- 4 tenida y enriquecida por su fuerza redentora» (FC, 13). Segtin esta ensefianza pontificia, aparece claro, : por tanto, que en el bautismo se asienta el fundamento inmediato y préximo de la sacramentalidad de un matri- monio concreto. Supucsta su insercién indestructible en © la Nueva y Eterna Alianza que opera el caracter bautis- mal, la unién del hombre y la mujer en matrimonio ya *- no puede ser sino una uni6n sacramental. Por virtud del | ex opere operato del cardcter bautismal, ese hombre y 4 esa mujer quedan objetivamente incorporados para siem- 4 pre al misterio de la Nueva Alianza, aunque subjetiva- mente no tuvieran conciencia de su nueva condicién, in- cluso aunque mostraran en lo sucesivo una voluntad 4 contraria a la misma. Aqui estd la clave para entender por qué la falta de fe no es un factor decisivo para que el matrimonio entre bautizados sea sacramento, pese a que 4 por esa falta de fe circunstancialmente esté bloqueada su _ eficacia salvadora. Asf lo ha entendido, por lo demds, la praxis mul- tisecular de Ja Iglesia al considerar como sacramental el vinculo natural contraido en la infidelidad —antes del bautismo—, una vez que los verdaderos esposos han re- cibido el bautismo. Tai matrimonio, ni ha necesitado un nuevo consentimiento, ni ha precisado ningtin rito espe- cial, ni ha exigido ningtin acto de fe, como no sea la fe infusa recibida en el bautismo. Ocurre sencillamente que ese matrimonio, por la accién de Cristo operada a través del bautismo, ha dejado de ser un mero signo potencial -—-sactamento de la creacién— para ser en acto un signo DIF 32 4 «En efecto, mediante el bautismo, el hombre y la mu- =; LA SACRAMENTALIDAD DEL MATRIMONIO Y SU EXPRESION CANONICA eficaz de gracia, verdadero sacramento de la redencién. Algo semejante cabria decir del matrimonio de los bauti- zados en comunidades eclesiales no catélicas en donde ni siquiera se acepta como verdad de fe la sacramentali- dad del matrimonio. Ello no es 6bice para que, si se trata de un matrimonio vdlido, sea a la vez sacramento. 4.2. El pacto conyugal y los ritos sacramentales La no necesidad esencial de ritos sagrados para la «confeccién» del sacramento del matrimonio es otra de Jas consecuencias teolégico-candnicas derivadas de la identidad entre pacto conyugal y sacramento. En ello es- triba también una nueva peculiaridad en relacién con los restanies sacramentos. En éstos, en efecto, Jos ritos son un factor constitutivo de la sacramentalidad. Por el con- trario, «el matrimonio cristiano exige por norma una ce- lebraci6n litirgica, que exprese —declaret en el original jatino— de manera social y comunitaria la naturaleza esencialmente eclesial y sacramental del pacto conyugal entre bautizados» (FC, 17). A diferencia de otros sacramentos, la acci6n 0 ri- tos littirgicos en los que se sitta el pacto conyugal tienen sdlo una funcién declarativa, no constitutiva. Dicho de otro modo, el hecho de que Ja celebracién de las nupcias cristianas se inserle por norma en la liturgia no significa que ésta sea esencial para la conclusién del pacto conyu- gal entre bautizados en que consiste esencialmente la ce- lebracién sacramental. No se rodea el pacto conyugal de un marco littirgico apropiado para que sea sacramento, sino porque lo es en s{ mismo, y Jo sera esencialmente cualquiera que fuere el modo en que se celebrase. Esto no ocurre en los otros sacramentos: el agua del bautismo o el pan de la Eucaristia requieren esencialmente un rito BIBLIOTECA DEL INSTITUTO DE CIENCIAS PARA LA FAMILIA TOMAS RINCON-PEREZ, sagrado para que se produzca el sacramento. En el ma- trimonio, por el contrario, la naturaleza esencialmente eclesial y sacramental le adviene al pacto conyugal por el hecho de celebrarse entre bautizados. Cosa distinta es la conveniencia —y asi lo establece la Iglesia— de que esa realidad intrinsecamente sacramental se manifieste social y comunitariamente en el marco de una celebra- cién litirgica*”, 4.3. Los ministros del sacramento del matrimonio Histéricamente y durante muchos siglos Ia cues- tién del ministro del sacramento del matrimonio no es planteada ni discutida por la doctrina teolégico-canéni- ca. Se entiende que es el matrimonio como tealidad na- tural, el matrimonio de la creaci6n, el que es clevado y constituido por voluntad de Cristo en sacramento de la Nueva Alianza. Sélo cuando tedlogos como Duns Scoto © Cayetano distorsionan el sentido de la sacramentalidad del matrimonio configurandola como una realidad ex- trinseca y sobreafiadida al matrimonio natural, sera posi- ble que otros tedlogos como el espafiol Melchor Cano en el siglo xvi, formulen la tesis segvin la cual la sacramen- talidad del matrimonio exige necesariamente la interven- cién del sacerdote como ministro, puesto que al igual que los demas sacramentos, también el matrimonio pre- cisa esencialmente un rito sagrado para su confeccién®. * Enel rito latino, la cclebracién de! matrimonio entre dos fieles ca- télicos tiene lugar ordinariamente dentro de la Santa Misa, en virtud det vinculo que tienen (odos fos sacramentos con el Misterio Pascual de Cristo (cfr. SC 61), en donde se realiza el memorial de la Nueva Alianza de Cristo y de la Iglesia. © Cf. B. TEIERO, El matrimonio, misterio y signo. Siglos XIV-XVI, Eunsa, Pamplona, 1971, pp. 294-298. DIF 32 LA SACRAMENTALIDAD DEL MATRIMONIO Y SU EXPRESION CANONICA Una vez que el Magisterio de la Iglesia se pro- nuncia explicita e inequivocamente a favor de Ja insepa- rabilidad entre matrimonio y sacramento, la tesis de Melchor Cano pierde toda su consistencia teolégica. «Es fundamentalmente falso, sefialaba categéricamente el tedlogo Scheeben, creer que la gracia del sacramento del matrimonio se produce mediante una bendicién distinta del acto de contraer el vinculo matrimonial». Mas ade- lante afiade esta razén de fondo: «Esta ultima concep- cin (la bendici6n como forma del sacramento) despoja de su santidad la esencia misma del sacramento, ya que se afiade desde fuera. Creyendo realzar la dignidad del sacramento, con hacerlo depender de la cooperaci6n sacerdotal, y relacionar asf mds estrechamente el matri- monio con la Iglesia, le quita su dignidad esencial, rom- pe su relacién intima con la Iglesia. Sdlo se conservaré la dignidad esencial del matrimonio, si el contrato mis- mo es sacramento...»*, En la actualidad, no han faltado autores, incluso en Occidente, cuyas tesis se han aproximado a la de Melchor Cano, al pretender hacer esencial la bendicién del sacerdote en la formacién del sacramento para mos- trar més eficazmente, se asegura, la funci6n mediatriz. de la Iglesia®. En el plano tedrico, esa tesis no serfa impro- cedente si slo se buscara con ella unificar 1a forma juri- dica y la forma litirgica a semejanza de lo que establece la disciplina codicial de las Iglesias Orientales. En todo caso, para comprender que Ja gran dignidad del sacra- mento del matrimonio no est4 supeditada a un rito exter- Los misterios del cristianismo, 3. ed., Barcelona, 1960, pp. 642, 644. * Pueden verse esos autores en T. RINCON-PEREZ, El matrimonio cristiano. Sacramento de la Creacién y de la Redencidn, Euusa, Pamplona, 1997, pp. 183, 202, 278, BIBLIOTECA DEL INSTITUTO DE CIENCIAS PARA LA FAMILIA TOMAS RINCON-PEREZ, no al propio matrimonio, es preciso tener claro que su peculiaridad primaria y fundamental respecto a Ios otros sacramentos reside en «ser el sacramento de una reali- dad que existe ya en la economfa de la creacién; ser el mismo pacto conyugal instituido por el Creador al prin- cipio»*®®, Obviamente, esta verdad es predicable de todo matrimonio entre bautizados, sea de 1a Iglesia latina o de las Iglesias orientales. Esto Ultimo explica que la edicién tipica latina del Catecismo de la Iglesia Catélica, aprobada por el Romano Pontffice el 15-VIII-1997, haya introducido un importante cambio en el texto del n. 1623 que ahora en- sefia lo siguiente: «Segtin la tradici6n latina, los esposos, como minis- tros de la gracia de Cristo, manifestando su consenti- miento ante la Iglesia, se conficren miituamente el sa- cramento del matrimonio. En las tradiciones de las Iglesias Orientales, los sacerdotes —obispos 0 presbite~ ros— son testigos del reciproce consentimiento expre- sado por los esposos, pero también su bendicin es ne- cesaria para la validez del sacramento». El cambio més importante que se introduce afec- ta a la segunda parte del texto, al quedar suprimida deli- beradamente la confighracién del sacerdote en las Igle- sias orientales, como ministro del sacramento, y al ser confinada su funcién principal, al igual que en la Iglesia latina, a ser testigo del reciproco consentimiento expre- sado por los esposos, no importa que la bendicién sacer- dotal se constituya en requisite necesario para {a validez del sacramento, cosa bien distinta a que sea en si misma 3 Exh. Ap. Familiaris Consortio, 68. Esa verdad es reafirmada por e] Papa en el Discurso a la Rota Romana de 1-1-2001. DIE 32 LA SACRAMENTALIDAD DEL MATRIMONIO Y SU EXPRESION CANONICA un elemento esencial del signo sacramental del matrimo- i937 nio’’. Téngase en cuenta que algunas propuestas doctrina- les de los tiltimos tiempos, sirviéndose como argumento de autoridad de lo ensefiado por el primitivo texto del Catecismo, habian ido precisamente en esa direccién; es decir, no s6lo configuraban el sacerdote como ministro de} sacramento, sino que atribufan ademas a la bendi- ci6n 0 coronacién de los esposos el rango de signo visi- ble del sacramento, desfigurando de este modo la verda- dera esencia de Ja sacramentalidad del matrimonio que en cuanto tal no puede ser distinta segtin se esté en uno u otro 4mbito de la tinica Iglesia. Sirva como ejemplo, la tesis sustentada por Dimitris Salachas en un amplio articulo publicado en 1994**, En Oriente, dice el autor como sintesis conclusiva, el mi- nistro del sacramento del matrimonio es el sacerdote; en Occidente, por el contrario, los esposos son los minis- tros, y el sacerdote es un simple testigo cualificado. Por esta raz6n, en la Iglesia Oriental la bendicién del sacer- dote constituye el acto central y fundamental en la for- macién del vinculo matrimonial; la intervencién sacer- dotal es propiamente sacramental. Esto hace que el sacerdote no realice un simple gesto ritual cuando ben- dice a los esposos: invocando al Espiritu Santo, es real- mente el ministro del Misterio de Dios que se realiza en 3 B] texto antiguo modificado decfa lo siguiente: «En la Iglesia lati- na se considera habitualmente que son los esposos quienes, como ministros de la gracia de Cristo, se confieren mutuamente el sacramento del matrimo~ nio, expresando ante la Iglesia su consentimiento. En las liturgias orientales, el ministro de este sacramento —llamado coronacidn— es el sacerdote o el Obispo, quien, después de haber recibido ef consentimiento mutuo de os es- p0sos, corona sucesivamente al esposo y a Ia esposa en sefial de la alianza matrimonial. “Il «Ritus sacer» nella forma canonica di celebrazione del sacra- mento del matrimonio secondo la tradizione delle Chiese orientali, en «Eun- tes docete», 47, 1994, pp. 15-40. BIBLIOTECA DEL INSTITUTO DE CIENCIAS PARA LA FAMILIA TOMAS RINCON-PEREZ el matrimonio. En tltima sintesis: el rito central de fas nupcias es la coronacién, signo visible del sacramento celebrado por el sacerdote. Segtin ensefia el pasaje del Catecismo, y segtin se desprende de la lectura de los Cédigos latino y orien- tal, existen dos tradiciones y disciplinas distintas en rela- cién con la celebracién del sacramento del matrimonio. En la Iglesia latina, la necesaria presencia del sacerdote es sdlo en calidad de testigo cualificado. Sobre ello se asienta, por lo demés, el requisito de la forma juridica para la validez del matrimonio. En las Iglesias orienta- les, por el contrario, se requiere para la validez la bendi- cién sacerdotal. De este modo, la forma litirgica de la bendicién se convierte en forma sustancial para la vali- dez del matrimonio, pero no en la forma del sacramento ala manera como opera la forma en la confeccién de los otros sacramentos. En el propio derecho matrimonial de las Iglesias orientales esta la clave para comprender que ni la bendi- cién es la forma del sacramento, ni el sacerdote su mi- nistro. En efecto, en ese derecho se establece como re- quisito de validez la bendicidén sacerdotal. Ello hace que por principio tampoco quepa en ese ordenamiento el ma- trimonio celebrado por procurador (c. 837 del CCEO). Pero esas exigencias tienen sus excepciones en la forma extraordinaria (sin sacerdote) del c. 832 del CCEO, y en la salvedad de que el derecho particular pueda establecer Ja validez de un matrimonio por procurador (c. 837 § 2 del CCEO). Estas excepciones muestran sin duda la diferen- cia disciplinar entre los Cédigos latino y oriental, pero tienen a la vez la virtud de expresar que esas diferencias no son tan esenciales como pudiera parecer, es decir, no afectan al micleo fundamental de la concepcién cristiana DIF 32 LA SACRAMENTALIDAD DEL MATRIMONIO Y SU EXPRESION CANONICA sobre el sacramento del matrimonio. En efecto, si fuera tan esencial la bendicién sacerdotal hasta el punto de convertir al sacerdote en ministro del sacramento, y si fuera tan esencial para el pacto sacramental la presencia fisica de los dos contrayentes, en el mismo Iugar, no ca- bria ninguna excepcidn, como no cabe ni siquiera excep- cionalmente un sacramento sin ministro. También en las Iglesias orientales rige el principio teolégico-candnico segtin el cual «el sacramento del matrimonio tiene esta peculiaridad respecto a los otros: (...) ser el mismo pacto conyugal instituido por el Creador al principio» (FC, 68). De este principio se infiere que cualquier requisito ad validitatem que \a ley establezca, incluida la bendi- cién sacerdotal, en el fondo sdlo tiene la consideracién de un requisito esencial para la formacién del pacto con- yugal, y no para que nazca el sacramento. A propésito de los ministros, que segtin se infiere son en todo caso los propios contrayentes, dada la pecu- liaridad de este sacramento cabe también preguntarse si las categorfas sacramentarias de confeccién o adminis- tracién son aplicables al matrimonio en el mismo senti- do gue en los otros sacramentos. Hacemos nuestra la respuesta negativa de J. Hervada®: los contrayentes son verdaderos ministros pero no confeccionan ni adminis- tran e] sacramento «en sentido unfvoce a como se predi- can estos términos de las restantes acciones sacramenta- les. Si, como es habitual, por confeccién del sacramento entendemos la realizacién del rito o accién sagrada me- diante Ja aplicacién de la forma (palabras) a la materia (rito), y por administracién [a aplicacidén al sujeto (...), en este caso no parece correcto aplicarlas en tal sentido al matrimonio». Entre otras razones, porque, como an- % El Derecho del Pueblo de Dios. Ill. Derecho matrimonial (1), Pamplona, 1973, p. 165. BIBLIOTECA DEL INSTITUTO DE CIENCIAS PARA LA FAMILIA TOMAS RINCON-PEREZ. tes sefialamos, este sacramento no se realiza esencial- mente mediante ningtin rito, aunque las nupcias tengan lugar en un marco litirgico. Dicho de otro modo, no se 4 concibe la liturgia y ritos nupciales para que el matri- monio sea sacramento, sino porque es sacramento. 4.4. La intenci6n sacramental Sabido es que para la confeccién de un sacra- mento es requerida la intencién sacramental por parte 4 del ministro sagrado. Tradicionalmente, el minimo de 4 intencién requerida viene expresado en la formula «in- tenci6n de hacer lo que hace la Iglesia». Por esta via, aplicada univocamente al matrimonio, se ha querido de- mostrar recientemente la necesidad de un minimo de fe ; en los contrayentes que haga posible y real una verdade- ra intencién sacramental. De ahi la conveniencia de sa- ber si el requisito de la intencion, referida al matrimonio, constituye una nueva peculiaridad de este sacramento, 4 fundada en ser el mismo pacto conyugal det principio. La respuesta clara nos la da J. Hervada en estos términos: «Esta caracteristica del matrimonio explica la ; ausencia en él de una intencionalidad dirigida especial- mente a constituir un sacramento. La intencionalidad de contraer es la tinica intencionalidad necesaria. Sia la | ablucién —por ejemplo— no se afiade la intencionalidad sacramental, -si-s6lo-hay—intencionalidad -de-hacer-una- ablucién, no hay obviamente bautismo, por Ja misma ra- 3 z6n antes indicada. Pero en el caso del matrimonio no 4 hace falta una intencionalidad especialmente sacramen- tal distinta, de la voluntad de contraer; la institucién ma- trimonial est4 a radice instituida como sacramento, por lo que tal intencionalidad especialmente sacramental, aunque es muy loable y congruente, no es necesaria. La DIF 32 LA SACRAMENTALIDAD DEL MATRIMONIO Y SU EXPRESION CANONICA intencionalidad contractual es, por institucién divina, in- tencionalidad sacramental»“®. Los demas sacramentos exigen un rito para su constitucién, y el rito implica ya una intencién que se expresa en unas formulas. Pero en el caso del matrimo- nio no se requiere ningwin rito con valor constitutivo. Es suficiente contraer verdadero matrimonio en la forma que sea —en la establecida en cada caso o en cada mo- mento hist6rico— para que el vinculo creado sea eleva- do por la accién de Cristo a sacramento. En la voluntad de contraer un verdadero matrimonio est4 implicita la «intencién de hacer lo que hace la Iglesia», puesto que no se trata de «intentar» hacer el sacramento, sino senci- Tlamente de contraer un verdadero matrimonio, tal y como éste ha sido pensado y querido por Dios. Asf se desprende de estas palabras del Papa: «La decisién del hombre y de la mujer de casarse segtin el proyecto divi- no, esto es, la decisién de comprometer en su respectivo consentimiento conyugal toda su vida en un amor indi- soluble y en una fidelidad incondicional, implica real- mente, aunque no sea de manera plenamente consciente, una actitud de obediencia profunda a la voluntad de Dios, que no puede darse sin su gracia» (FC, 68). Porque no debe olvidarse, contintia el Papa, «que estos novios -—se refiere a los que piden de hecho contraer ante la Iglesia aunque no les impulsen a ello motivos auténtica- menie religiosos— por raz6n de su bautismo, estén ya realmente insertos en Ja Alianza esponsal de“Cristo con la Iglesia, y que, dada su recta intencién, han aceptado el proyecto de Dios sobre el matrimonio y consiguiente- mente —al menos de manera implicita— acatan lo que * Cuestiones varias sobre el matrimonio, en “lus Canonicum», XH, a. 25, 973, p. 85. BIBLIOTECA DEL INSTITUTO DE CIENCIAS PARA LA FAMILIA ‘TOMAS RINCON-PEREZ, la Iglesia tiene intenci6n de hacer cuando celebra el ma- trimonio» (/b.). Faltaré, en cambio, esa rectitud de inten- cién, y no habré matrimonio ni por tanto sacramento, — cuando aun queriendo externamente contraer ante la Iglesia, «dan muestras de rechazar de manera explicita y formal» el verdadero matrimonio, es decir «aquello que la Iglesia realiza cuando celebra el matrimonio de los — bautizados» (Jb.). En el Discurso de la Rota Romana antes citado (1-II-2001), el Papa nos advierte del error hacia donde nos Ilevaria la exigencia de intencién sacramental y de fe: «introducir requisitos intencionales 0 de fe que fue- ran mas alla del casarse segtin el plan divino del prin- — cipio (...), levarfa inevitablemente a querer separar el matrimonio de los cristianos del de otras personas. Esto se opondria profundamente al verdadero sentido del de- signio divino, segtin el cual es precisamente la realidad creada la que es un gran misterio con respecto a Cristo y ala Iglesia». DIF 32 LA SACRAMENTALIDAD DEL MATRIMONIO Y SU EXPRESION CANONICA 8 1. El principio de inseparabilidad en las codificaciones latina y oriental El debate doctrinal acerca del principio de insepa- rabilidad entre contrato y sacramento tiene su momento culminante en los aiios en que se est gestando el nuevo Cédigo. No es de extrafiar, por eso, que en los trabajos de revisién aparezcan con frecuencia propuestas concre- tas tendentes, o bien a suprimir el c. 1012 del CIC 17, 0 bien a modificarlo, sustituyendo la cléusula inter bapti- zatos por inter credentes o inter christifideles. Con pos- terioridad al Sinodo de 1980, al que antes no referimos, aparecen propuestas de cambio del vigente c. 1055 § 2 en el sentido de que se mencione la fe requerida para la celebracién del sacramento, como expresamente pidié la proposici6n 12 del Sinodo de Obispos. BIBLIOTECA DEL INSTITUTO DE CIENCIAS PARA LA FAMILIA TOMAS RINCON-PEREZ La respuesta de la Comisi6n fue negativa y con- tundente en su razonamiento: «El § 2 del c. 1055 expre- sa la doctrina tradicional de la Iglesia muchas veces de- clarada por el magisterio pontificio y que con toda razén se tiene como doctrina catélica 0 doctrina teolégica- mente cierta. La ley debe fundarse en presupuestos teo- légicos cominmente admitidos y no puede modificar la doctrina catélica aunque esté hoy discutida, si no prece- de una explicita declaracién del Magisterio auténtico de la Iglesia»'. Hecha esta breve anotaci6n histérica, conviene ahora transcribir el tenor literal del c. 1055 del CIC 83, asi como el c. 776 del CCEO de 1990. Ambos canones constituyen el pértico con el que se abre la disciplina ca- nénica matrimonial de la Iglesia latina y de las Iglesias orientales. «§ 1. La alianza matrimonial, por la que el var6n y la mujer constituyen entre sf un consorcio de toda la vida, ordenado por su misma {ndole natural al bien de los cényuges y a la generacién y educacién de la prole, fue elevada por Cristo Sefior a la dignidad de sacramen- to entre bautizados. § 2. Por tanto, entre bautizados, no puede haber con- trato matrimonial valido que no sea por eso mismo sa- cramento». De este tenor literal se desprende que lo que apa- rece como inseparable del matrimonio no es una reali- dad extrinseca al mismo, sino que es la misma alianza matrimonial, el matrimonio del principio, el que fue ele- vado por Cristo a la dignidad de sacramento; elevacién que se concreta y se hace efectiva por el hecho objetivo ' Comm., 1983, pp. 221-222. DIF 32 LA SACRAMENTALIDAD DEL MATRIMONIO Y SU EXPRESION CANONICA de estar los contrayentes insertos mediante el bautismo en la Alianza esponsal de Cristo con la Iglesia. En estos mismo principios basilares se asienta el c. 776 del CCEO y cuyo § 2 tiene este tenor: «Por institucién de Cristo, el matrimonio valido en- tre bautizados es por eso mismo sacramento, por el que los cényuges a imagen de la unién indefectible de Cris- to con la Iglesia quedan unidos por Dios, y como consa- grados y fortalecidos por una gracia sacramental». Son evidentes las diferencias de uno y otro texto legal en el modo de enfocar la misma cuestién. Es indu- dable el mayor rigor técnico-juridico del Cédigo latino frente a un estilo mas «teolégico» del Oriental. Pero los principios que subyacen en ambos textos, lejos de ser distintos, complementan y enriquecen el significado de la sacramentalidad del matrimonio. En efecto, la preci- sién técnica con que expresa el Cédigo latino la insepa- rabilidad entre contrato y sacramento ha venido a veces en detrimento de una consideracién de la sacramentali- dad radicada en el vinculo matrimonial, en la res et sa- cramentum en versi6n tomista, con la consiguiente acen- tuaci6n del aspecto ritualista. La inseparabilidad no se predica solo ni principalmente de los in fieri contractual y sacramental, sino del in facto esse. Es el matrimonio en su ser intimo, y no sdlo en su elemento causativo, la realidad que esta transida desde sus origenes de signifi- cacién sacramental, si bien ésta adquiere su plenitud en la economia de la Redencién, actualizada en cada hom- bre por el bautismo. En la versién del Cédigo oriental, se afirma, por un lado, la identidad y consiguiente inseparabilidad en- tre todo matrimonio valido entre bautizados y el sacra- mento; todo ello debido a la institucién divina, y no a ningtn factor subjetivo, como la fe o intencién de los BIBLIOTECA DEL INSTITUTO DE CIENCIAS PARA LA FAMILIA. TOMAS RINCON-PEREZ contrayentes. Por otro lado, la sacramentalidad no radica 4 s6lo en el in fieri, en el contrato, sino en el vinculo ma- » trimonial, pues no son los contrayentes, sino los cényu- ges los que aparecen unidos por Dios con un vinculo que significa la indefectible unién de Cristo con la Iglesia, a 4 la vez que quedan como consagrados y fortalecidos por 4 una gracia sacramental. En definitiva, mientras que el Cédigo latino pone el acento en el sacramentum tantum —-la referencia a Gaudium et Spes, n. 48, aparecerd en el c. 1134—, el Cédigo oriental pone de relieve tanto la res et sacramen- 4 tum como la res tantum, es decir, la significacién sacra- 4 mental del vinculo, asi como la gracia propia de este sa- 9 cramento. Pero en ambos casos aparece claramente 4 establecido el principio de inseparabilidad. HBB 2. Fe y pacto conyugal entre bautizados Segiin el c. 1057 § 1, «el matrimonio lo produce el consentimiento de las partes legitimamente manifesta- do entre personas juridicamente habiles, consentimiento que ningtin poder humano puede suplir. Ese consentimiento asi descrito es necesario ya 4 la vez suficiente para que nazca el vinculo matrimonial, no importa que las personas juridicamente habiles estén 4 bautizadas y como consecuencia de ello el vinculo sea sacramental. En ningtin caso la ley candnica establece como un requisito esencial la fe de los contrayentes, lo cual no impide que la falta de fe de un contrayente pue- da ser causa indirecta de algtin vicio de consentimiento en cuyo caso ja nulidad no se originarfa por ser nulo el sacramento, sino por ser nulo el matrimonio. DIP 32 LA SACRAMENTALIDAD DBL MATRIMONIO Y SU EXPRESION CANONICA, Sentado este principio, veames ahora las cir- cunstancias en que la ley can6nica, explicita e implicita- mente, toma en cuenta la fe de los contrayentes, y los efectos juridicos que de ello se derivan. A tenor del c. 1071 § 1, 4°, el abandono notorio de la fe catélica de uno de los contrayentes constituye uno de los supuestos en los que se prohibe al parroco o delegado la asistencia al matrimonio, salvo en caso de necesidad, sin la previa licencia del ordinario del lugar; licencia que no debe concederse si no es observando, con las debidas adaptaciones, lo establecido en el c. 1125 para los matrimonios mixtos. Se trata de una nor- ma cautelar que afecta a la licitud para asistir al matri- monio y no a la validez. En los irabajos de codificacién? se liegé a proponer, en este sentido, que el abandono ao- torio de {a fe se constituyera en impedimento dirimente; propuesta que fue rechazada porque, a juicio de los Con- sultores, quien abandona la fe catélica, no por eso pierde el derecho a contraer matrimonio, en este caso, el matri- monio-sacramento, el tinico posible para un bautizado, supuesto el principio de inseparabilidad. Ha parecido extrafio a un cierto sector doctrinal? que el legislador establezca una norma cautelar para el caso en que uno solo de los conirayentes ha abandonado notoriamente la fe, y no se refiera al supuesto en que Jos dos contrayentes estdn en esa situacién de increencia. Para comprenderlo, hay que prestar atencién a la razén Ultima que inspira esa medida legal, a semejanza de los inatrimonios mixtos: ayudar a preservar la fe de la parte 2 Ch. Comm. 9, 1977, p. 144. 3 Cf. T. RINCON-PEREZ, Aleance canénico de las formulas «Abando- no notorio de ia fe catdlica» y «Apartamiento de la Iglesia por acto formal», en «Forma jurfdica y matrimonio canénico», Pamplona, 1998. BIBLIOTECA DEL INSTITUTO DE CIENCIAS PARA LA FAMILIA ‘TOMAS RINCON-PEREZ creyente, y garantizar de algtin modo la educacién en la fe de Jos hijos. Las otras férmulas en que, de modo implicito, se toma en consideracién la fe de los contrayentes, estan contempladas en los cc. 1086, 1117 y 1124. En los tres supuestos (impedimento de disparidad de cultos, exone- racién de la obligacién de la forma canénica, matrimo- 4 nios mixtos), si bien los efectos juridicos sean diversos, la férmula canénica empleada para describirlos es idén- tica: «apartamiento de la Iglesia por acto formal». Para comprender el alcance de estas normas, hay que tener delante como principio de referencia basico, el precepto del c. 11 segtin el cual han de considerarse su- jetos pasivos de las leyes meramente eclesidsticas todos y s6lo los bautizados en Ja Iglesia Catdlica, y quienes han sido recibido en ella. Se excluyen, por tanto, los bautizados y pertenecientes a una Iglesia o comunidad eclesial no catdlica, mientras que, por principio, no que- dan excluidos quienes hubieran abandonado de cualquier modo la fe catélica, o se hubieran apartado de la comu- nion eclesial, o separado de la Iglesia por acto formal. No obstante esta norma general, en atencién al ius con- nubii el legislador ha previsto excepciones importantes; de manera especial, aquella que resiringe el dmbito de los obligados a la forma juridica ad validitatem (c. 1117). Quedan exonerados, en efecto, de esa obligacién quienes se hayan apartado de la Iglesia Catélica por acto formal. No es el caso de describir aqui las opiniones di- vergentes a la hora de determinar el alcance de la f6rmu- la legal «apartamiento por acto formal»*. Lo que importa + A Ia vista de las incertidumbres que origina esta formula, ya nos pronunciamos sobre la conveniencia de una interpretacin auténtica o tal vez de una ley que establezca las formalidades a las que deberia estar sometido el acto de apartamiento de la Iglesia; en aras, todo ello, de garantizar la segu- DIF 32 LA SACRAMENTALIDAD DEL MATRIMONIO Y SU EXPRESION CANONICA, destacar de nuevo es que la falta de fe expresada en for- ma extrema mediante el apartamiento formal de la Igle- sia, no es tomada en consideraci6n por el legislador para decretar la nulidad del sacramento, sino para facilitar el ejercicio del ius connubii de esos bautizados catélicos, exonerdndoles de la obligacién de casarse ante la Iglesia, segtin la forma candénica prescrita. = 3. Forma canénica y forma litargica En la Iglesia latina es un requisito de validez la lamada forma juridica sustancial, es decir, que el matri- monio se contraiga ante el ordinario del lugar o el parro- co, u otro sacerdote o didcono con facultad delegada, y ante dos testigos (c. 1108). Est4 también prevista la posi- bilidad de que la facultad para asistir al matrimonio sea delegada a un laico idéneo, esto es capaz de instruir a los contrayentes y apto para celebrar debidamente la li- turgia matrimonial (c. 1112)°. En cualquier caso, sea sacerdote, diécono o laico, quien asiste al matrimonio lo hace sdlo en calidad de testigo cualificado, aunque le co- rresponda pedir ta manifestacién del consentimiento y recibirla en nombre de la Iglesia. Cuando se verifican una serie de circunstancias subjetivas y objetivas, esté también previsto el recurso a Ja Wamada forma extraordinaria, es decir, estando sdlo presentes los testigos comunes (c. 1116). En Ia Iglesia latina, es sdlo un requisito de lici- tud la llamada forma litirgica, es decir, que el matrimo- ridad juridica. Cir. T. RescOn-PeREz, Alcance canénico de las formulas..., t, p. 113. > Cfi. Instr. Ecclesiae de Mysterio, art. 10. BIBLIOTECA DEL INSTITUTO DE CIENCIAS PARA LA FAMILIA TOMAS RINCON-PEREZ, nio se celebre de ordinario en un lugar sagrado, y de acuerdo con los ritos prescritos en los libros Litirgicos aprobados por la Iglesia o introducidos por costumbres legitimas (c. 1119). En este sentido, la ley confiere espe- ciales competencias a las Conferencias Episcopales para que elaboren un rito propio del matrimonio congruente con los usos de los lugares y de los pueblos adaptados al espiritu cristiano (c. 1120). Se trata del tema de la incul- turaci6n litirgica en relacién con el matrimonio, ya pre- vista por el Concilio (SC, 77), abordada con especial in- terés por el Sinodo de Obispos de 1980, y recientemente impulsada por la Instr. Varietates Legitimae de 1994 (vid. Cap. I)*. En toda esta materia conviene tener en cuenta también la disciplina vigente en el ambito de las Iglesias orientales, para sefialar las diferencias respecto a la dis- ciplina latina, y para poner de relieve que dichas diferen- cias, aunque se fundamenten en concepciones teolégicas distintas, no son en el fondo tan sustanciales como pue- de parecer a primera vista, es decir, no rompen el esque- ma fundamental segiin el cual el matrimonio no se eleva a sacramento por ningin rito sagrado, o dicho de otro modo, que los ritos estan. prescritos no para que el ma- trimonio se convierta en sacramento sino porque el pacto conyugal entre bautizados es ya sacramento. Segtin el c. 828 CCEO, solamente son validos aquellos matrimonios que se celebran con el rito sagrado ante el Jerarca del lugar-o el parroco del lugar, o-un sacerdote con facultad delegada y ante dos testigos al menos. No es delegable esa facultad ni en un didcono, ni menos aun en un laico, debido a que la celebracién con rito sagrado significa que el sacerdote asiste y bendice © Cfr. T. RINCON-PEREZ, La liturgia y los sacramentos en el Derecho de la Iglesia, Bunsa, Pamplona, 1998, p. 61. DIF 32 LA SACRAMENTALIDAD DEL MATRIMONIO ¥ SU EXPRESION CANONICA las nupcias. La bendicién sacerdotal se erige asf en un requisito de validez, razén por la cual se acostumbra a definir el sacerdote como ministro del sacramento del matrimonio’. Ya nos hemos referidos a esta cuestién en otro momento, pero conviene reiterar aqui, que en sentido ri- guroso y fundamental no puede configurarse el sacerdo- te como ministro ni a la bendicién sacerdotal como un rito esencial —-aunque esté positivamente establecida pata la validez—, desde ef momento en que también en la disciplina oriental est4 prevista la forma extraordina- ria (c. 832 CCEO), es decir, la celebraci6n del sacramen- to del matrimonio ante sélo dos testigos y sin bendicién sacerdotal. Los asi casados, son cényuges cristianos en sentido pleno, es decir, «estén unidos por Dios a imagen de la unién indefectible de Cristo con la Iglesia, y son como consagrados y robustecidos por la gracia sacra- mental» (c. 776 § 2, CCEO). 4. Relevancia juridica de la significacién sacramental Como principio general, el c. 1056 establece que las propiedades esenciales de todo matrimonio, que son la unidad y la indisolubilidad, en el matrimonio cristiano al- canzan una particular firmeza por raz6n del sacramento. Pero esta particular firmeza que deriva del sacra- mento tiene grados diversos segtin se trate de un matri- monio sélo rato, o rato y consumado. Recogiendo una 7 Como sefialamos mas arriba, asi lo hacia el n. 1623 del Catecismo de la Iglesia Catdlica. Para evitar equfvocos y confusiones, la edicién tiptca de] Catecismo introduce una importante modificaci6n en ese texto, al no de- nominar al sacerdote ministro del sacramento. BIBLIOTECA DEL INSTITUTO DE CIENCIAS PARA LA FAMILIA TOMAS RINCON-PEREZ, tradicién doctrinal antiquisima, el c. 1061 describe la na- turaleza de uno u otro tipo de matrimonio: . Aclarados los problemas teolégico-canénicos s0- bre la validez de las nupcias, toda la catequesis pre-ma- trimonial debe apuntar hacia el frato del sacramento, para lo cual es imprescindible que se convierta en un verdadero itinerario de fe, es decir, en «una ocasién pri- vilegiada para que los novios vuelvan a descubrir y pro- fundicen la fe recibida en el bautismo y alimentada con Ja educaci6n cristiana. De esta manera reconocen y aco- gen libremente la vocacidén a vivir el seguimiento de Cristo y el servicio al Reino de Dios en el estado matri- monial» (FC, 51); porque sdlo mediante la fe —se habfa dicho poco antes— los esposos «pueden descubrir y ad- mirar con gozosa gratitad a qué dignidad ha elevado Dios el matrimonio y Ja familia,-constituyéndolos en sig- no y lugar de la alianza de amor entre Dios y los hom- bres, entre Jesucristo y la Iglesia esposa suya» (Ibidem). En esta perspectiva de fe, la catequesis pre-ma- trimonial habr4 de dar, en definitiva, un lugar prevalente a una formacién para el matrimonio cristiano en la que aparezcan resaltadas estas cuatro ideas madres que ex- traemos resumidamente de FC 56: DIF 32 LA SACRAMENTALIDAD DEL MATRIMONIO Y SU EXPRESION CANONICA. a) El sacramento del matrimonio, que presupone y especifica la gracia santificadora del bautismo, es fuente y medio original de santificacién propia para los cényuges y para la familia cristiana. b) El don de Jesucristo, es decir, el misterio de su muerte y resurreccién, en virtud del cual el amor con- yugal es purificado y santificado, «no se agota en la cele- bracién del sacramento del matrimonio, sino que acom- pafia a los cényuges a lo largo de toda su existencia». Esto es lo que dijo el Concilio (LG, 48) al sefialar que los esposos cristianos «para cumplir dignamente sus de- beres de estado, estan fortificados y como consagrados por un sacramento especial...». Lo cual quiere decir, en terminologia candnica, que la sacramentalidad del matri- monio no se agota en el in fieri, sino que se proyecta so- bre in facto esse, no es s6lo sacramento dum fit, sino dum permanet, con otras palabras, la sacramentalidad no afecta sdlo al pacto conyugal, que es el sacramentum tantum, sino al vinculo, 0 res et sacramentum, segin la terminologia clsica. c) Como consecuencia de lo anterior, la voca- cién universal a la santidad esta dirigida también a los cényuges y padres cristianos; vocacién que esta especifi- cada por el sacramento celebrado y traducida concreta- inente por las realidades propias de Ja existencia conyu- gal y familiar. De ahf nacen —subraya el Papa— «la gracia y la exigencia de una auténtica y profunda espiri- tualidad conyugal yfamiliar,que ha-de-inspirarse-en los motivos de la creacién, de la alianza, de la Cruz, de la resurreccién y del signo...». d) Finalmente, asi como del sacramento derivan para los cényuges el don y el deber de vivir cotidiana- mente la santificacién recibida, «del mismo sacramento brotan también la gracia y el compromiso moral de transformar toda su vida en un continuo sacrificio espiri- BIBLIOTECA DEL INSTITUTO DE CIENCIAS PARA LA FAMILIA ‘TOMAS RINCONPHRIZ lal», Ente es el modo propio y especffico de ejercer los cdnyuges cristianos la funcién de santificar (c. 835 § 4) y «de consagrar el mundo mismo a Dios» (LG, 34) por medio de las realidades terrenas y temmporales que los ca- racterizan, Todo lo dicho hasta aqui, respecto a los principa- les objetivos que deben presidix una verdadera cateque- sis pre-matrimonial, no es ajeno a lo que, sobriamente, como corresponde a una norma codicial, establece el c. 1063. En efecto, la obligacién que impone a los pastores de almas tiene como fin que el estado matrimonial «se mantenga en el espfritu cristiano y progrese hacia la per- feccion». Asimismo, la preparacién personal de los no- vios tiene como objetivo que estos «se dispongan para la santidad y las obligaciones del nuevo estado», y, de in- mediato, «para una fructuosa celebracién litirgica del matrimonio, que ponga de manifiesto que los cényuges se constituyen en signo del misterio de unidad y amor fecundo entre Cristo y la Iglesia y que participan de él». 6.4, Fases y contenidos de la preparacion Como anticipo de lo que luego establecerfa el Cédigo FC es anterior a la promulgacién de éste—, el Papa describe la preparacién para el matrimonio como un proceso gradual y continuo que implica tres momen- tos=principales: .a)-preparaciOn-remota; b). preparacién proxima; y c) preparacién inmediata. Mas adelante (n. 69), FC se referira a un cuarto momento: la asistencia pastoral de Ja familia ya constituida; lo equivalente a la formacién permanente de los cényuges y padres. a) El c. 1063 describe también ese proceso gra- dual y continuo en la asistencia pastoral relativa al matri- maonio que ha de evar a cabo toda la comunidad cristia- DIF 32 LA SACRAMENTALIDAD DEL MATRIMONIO Y SU EXPRESION CANONICA, na, y que estén obligados a impulsar los pastores de al- mas. Se trata, en primer lugar, de la formacién general, que ha de impartirse a todos los cristianos, acerca del significado y exigencias del matrimonio, en cuanto reali- dad natural y sacramental. «Esta preparacién remota, sefiala FC 66, co- mienza desde la infancia, en la juiciosa pedagogia fami- liar, orientada a.conducir a los nifios a descubrirse a sf mismos como seres dotados de una rica y compleja psi- cologia y de una personalidad particular con sus fuerzas y debilidades. Es el perfodo en que se imbuye la estima para todo auténtico valor humano, tanto en las relaciones interpersonales, como en las sociales, con todo lo que significa para la formacién del cardcter, para el dominio y recto uso de las propias inclinaciones, para el modo de considerar y encontrar a las personas del otro sexo, etc. Se exige, ademas, especialmente para los cristianos, una sGlida formaci6n espiritual y catequistica, que sepa mos- trar en el matrimonio una verdadera vocacién y misién, sin excluir la posibilidad del don total de sf mismo a Dios en Ja vocaci6n a la vida sacerdotal o religiosa». b) El siguiente momento es ya la preparacién préxima para contraer matrimonio. Se trata de fa prepa- racién personal de jos novios mediante la cual se dispon- gan para la santidad y las obligaciones de su nuevo es- tado. El legislador apunta los objetivos titimos que han. de ‘inspirar la catequesis-prematrimonial-propiamen- te dicha, pero no detalla ni los contenidos del programa de preparacién, ni los instrumentos mas adecuados para llevarla a cabo. FC, aunque también de forma meramen- te indicativa, detalla mas los contenidos posibles de una catequesis pre-matrimonial. Se trata, en primer lugar, de una preparacién mas especifica para los sacramentos, de manera especial para el sacramento del matrimonio, a BIBLIOTECA DEL INSTITUTO DE CIENCIAS PARA LA FAMILIA. TOMAS RINCON-PEREZ fin de que sea celebrado y vivido con las debidas dispo- siciones morales y espirituales. «Esta formacién religiosa de los j6venes —aiia- de el Papa— debera ser integrada, en el momento opor- tuno y segtin las diversas exigencias concretas, por una preparacién a Ja vida en pareja, que, presentando el ma- trimonio como una relaci6n interpersonal del hombre y de la mujer a desarrollarse continuamente, estimule a profundizar en los problemas de la sexualidad conyugal y de la paternidad responsable, con los conocimientos médico-biolégicos esenciales que estén en conexién con ella y los encamine a Ja familiaridad con rectos métodos de educacién de los hijos, favoreciendo la adquisicién de los elementos de base para una ordenada conduccién de Ja familia (trabajo estable, suficiente disponibilidad fi- nanciera, sabia administracioén, nociones de economia doméstica, etc.)» (Ibidem). c) Dentro ya de la fase de preparacién inmediata, el documento pontificio afiade que «entre los elementos a comunicar en este camino de fe, andlogo al catecumena- do, debe haber también un conocimiento serio del miste- tio de Cristo y de la Iglesia, de los significados de gracia y responsabilidad del matrimonio cristiano, asf como la preparacién para tomar parte activa y consciente en. los ritos de Ja liturgia nupcial» (Zbid.). Este wiltimo aspecto —el de la preparacién litirgica— lo recoge también el c. 1063,3°. Se trata de ayudar a los novios a captar el signi- ficado misterioso del matrimonio cristiano, asf como la participacién como cényuges en dicho misterio. 6.5. Organizacion de la pastoral prematrimonial FC estimé deseable que fueran las Conferencias Episcopales quienes asumiesen la tarea de publicar un DIF 32 LA SACRAMENTALIDAD DEL. MATRIMONIO Y SU EXPRESION CANONICA directorio para la pastoral de la familia. «En €1 deberan establecerse ante todo los elementos minimos de conte- nido, de duracién y de método de los cursos de prepa- racién, equilibrando entre ellos los diversos aspectos —octrinales, pedagégicos, legales y médicos— que in- teresan al matrimonio, y estructurandolos de manera que cuantos se preparan al mismo, ademds de una profundi- zaciéon intelectual, se sientan animados a inserirse vital- mente en la comunidad eclesial» (n. 66). Segtin el c, 1064: «Corresponde al Ordinario del lugar cuidar de que se organice debidamente esa asisten- cia, oyendo también, si parece conveniente, a hombres y mujeres de experiencia y competencia probadas», Se ve, en todo caso, que las normas codiciales sobre formacién para el matrimonio son normas bdsicas que necesitan el auxilio de normas particulares, proven- gan éstas de las Conferencias Episcopales o de los pro- pios Obispos a través de los directorios diocesanos de preparacién prematrimonial. 6.6. Preparacion para el matrimonio y «ius connubii» Con ser muy necesaria y urgente la preparacién para el matrimonio cristiano, también lo es Ja salvaguar- dia del derecho a contraer matrimonio que asiste a todo bautizado. Por eso, en todas las instancias también las normativas— debera buscarse un adecuado equilibrio en- tre ese derecho y la conveniencia de dignificar la celebra- cién del sacramento del matrimonio; en otras palabras, el equilibrio entre el derecho a contraer un matrimonio vali- do —y sacramental, y el deber de que sea fructuoso, de que despliegue toda su eficacia sacramental. En este sen- tido, cualquier esfuerzo pastoral ser4 pequefio siempre que a la par no se Jesione ningtin derecho del cristiano. BIBLIOTECA DEL INSTITUTO DE CIENCIAS PARA LA FAMILIA TOMAS RENCON-PEREZ En la disciplina antigua, la norma formalizadora del ius connubii encabezaba la reglamentacién de los impedimentos. El actual c. 1058 esta situado entre los cdnones preliminares, dandose a entender asf que no sélo sirve como punto de referencia para la regulacié6n adecuada de las capacidades e impedimentos, sino de todo aquelio que pueda significar una restriccién del de- recho a contraer matrimonio, como es el caso de la pre- paraci6n que ahora nos ocupa. Dos son las vias por ias que puede hacerse pre- sente la arbitrariedad, o lesionarse el derecho fundamen- tal al matrimonio-sacramento: a. el grado o la naturaleza de la obligatoriedad de las normas preparatorias, como, por ejemplo, los cursillos prematrimoniales; b. el grado de exigibilidad de la fe personal de los contrayentes para la conclusién del pacto conyugal'*. Como venimos repitiendo, la fe subjetiva es un factor de eficacia, de fructuosidad, pero no de validez. A mayor fe, mejor disposicién subjetiva para recibir la ple- nitud de la gracia, del don de Jesucristo, que se comuni- ca a través del matrimonio, y mayor capacidad sobrena- tural para cumplir los compromisos matrimoniales y para responder fielmente a la vocacién y misién que el matrimonio cristiano implica. De ahi que sea un impera- tivo pastoral adoptar todas las medidas tendentes a lo- grar ese objetivo Ultimo. Pero se lesionaria el derecho fundamental al matrimonio, si se trasladase inadecuada- -mente al Ambito de.la validez —de.la:capacidad.de los contrayentes-— aquello que corresponde sélo al ambito de la eficacia sacramental. Tal podria ser el caso, por ejemplo, de incluir en el expediente matrimonial la exi- * Cr. al respecto T. RINCON-PéREz, El matrimonio cristiano..., cit., especialmente el cap. Preparacién para el mairimonio ¢ «ius connubi>, pp. 349-396. DIF 32 LA SACRAMENTALIDAD DEL MATRIMONIO Y SU EXPRESION CANONICA gencia bajo juramento de profesar la fe catélica por par- te de los contrayentes. Reflexidn parecida cabe hacer respecto a la natu- raleza y grado de obligatoriedad de las normas que regu- lan la preparacién para el matrimonio en cuanto accién formativa-pastoral. Es indudable en este sentido que es- tamos ante una obligacién moral que afecta-tanto a los responsables de la formacién como a los propios contra- yentes. Siendo moralmente obligatorio prepararse para realizar un acto de tal trascendencia, personal y social, parece légico pensar que es pastoralmente exigible la asistencia a los medios de formacién que los responsa- bles pastorales deben programar. Pero se trataria de una exigencia juridica?, ,cémo compaginar lo pastoralmente exigible con la salvaguarda del derecho a contraer matri- monio? En Ja practica no sera facil discernir una y otra dimensién pero habrd de hacerse un esfuerzo por guar- dar un delicado equilibrio entre ese derecho fundamental y Ja necesaria preparaci6n. Ese parece ser el sentido que cabe dar a este conocido texto de la Ex. Familiaris Con- sortio, 66: «Aunque no se ha de menospreciar la necesi- dad y obligatoriedad de la preparacién inmediata al ma- trimonio —lo cual sucederia si se dispensare facilmente de ella—, sin embargo, tal preparacién debe ser propues- ta y actuada de manera que su eventual omisién no sea un impedimento para la celebracién del matrimonio». Este adecuado equilibrio entre el derecho a con- traer-matrimonio -y el deber de ‘que sea una celebracién sacramental digna y fructuosa, aparece también en las normas establecidas en el c. 1065 en relacién. con la re- cepcidn previa de los sacramentos de la Confirmacién, de la Penitencia y de la Santisima Eucaristfa. En efecto, en dicho precepto codicial se estable- cen en sendos par4grafos dos normas de distinta natura- teza: la exigencia de recibir el sacramento de la Confir- BIBLIOTECA DEL INSTITUTO DE CIENCIAS PARA LA FAMILIA TOMAS RINCON-PEREZ, maci6n antes de ser admitido al matrimonio, y la encare- cida recomendacién a los contrayentes a que confiesen y comulguen con el fin de recibir fructuosamente el, sacra- mento del matrimonio. A propésito de la primera norma, durante los tra- bajos de codificacién'> algunos consultores Ilegaron a pedir dos cosas contrapuestas: o bien la supresién de la necesidad de Ja confirmacién, 0, por el contrario, su ne- cesidad absoluta, facultando a los parrocos para admi- nistrar el sacramento de la confirmacién antes del matri- monio. E] legislador opt6 por reproducir literalmente la norma del CIC 17, segtin la cual, se urge que los contra- yentes estén confirmados antes de acceder al matrimo- nio, pero no de forma absoluta; tan sélo si ello es posible sin dificultad grave. A nadie se le oculta que de este modo el legislador muestra un delicado respeto al ius connubii, al no imponer una nueva traba a su ejercicio cuando aparece una dificultad grave para ser confirma- do, como puede ser la falta de ministro. Respecto a si el parroco podria confirmar en ese supuesto, hay que estar a lo que establecen los cc. 882 y 883 acerca del ministro del sacramento de la confirma- cidn. Por lo que se refiere a la recomendacién de reci- bir la penitencia y la eucaristfa, es conveniente sefialar una pequefia diferencia entre el c. 1033 del CIC 17 y el vigente c. 1065 § 2. La norma antigua imponia directa- mente a los pdrrocos el deber de exhortar «vehemente- mente» a los novios a confesar los pecados y a recibir piadosamente la eucaristia, mientras que el precepto vi- gente dirige la recomendacién a los propios contrayen- Chi. Comm. 9 (1977), pp. 140-141. DIF 32 LA SACRAMENTALIDAD DEL MATRIMONIO Y SU EXPRESION CANONICA tes. Esto no significa obviamente, que los pérrocos —y en general quienes preparan para el matrimonio— no tengan el deber pastoral de recordar a ios contrayentes esa recomendaci6n, es decir, de hacerles comprender, por un lado, que no basta la celebracién valida del matri- monio, sino que es preciso ademas remover el obstéculo del pecado para que el sacramento sea fructuoso; y, por otro, que la eucaristfa es «fuente y cumbre de toda la vida cristiana» (LG, 11) y que, por consiguiente, sobre ella debe edificarse desde sus comienzos la comunidad conyugal, y la familia como Iglesia doméstica. En todo caso, se trata de una recomendacién a fin de recibir fractuosamente el sacramento del matrimo- nio. El ius connubii aparece de nuevo aqui como punto de referencia necesario a fin de evitar cualquier traba a la celebracién del matrimonio, en el supuesto de que los novios no quisieran confesarse o comulgar. Aun supo- niendo que fuera aplicable al sacramento del matrimonio —sacramento de vivos— la categoria moral de sacrile- gio, si se recibe sin las debidas disposiciones, ello no debe esgrimirse como argumento pastoral para apartar de la celebracién del matrimonio canénico a ciertos con- irayentes. Esta razén sdlo tendria sentido si se partiera de la separabilidad entre matrimonio y sacramento, es decir, si se aceptara la existencia de un matrimonio no sacramental entre bautizados. A partir de la tesis de la inseparabilidad —-sobre la que se funda el c. 1055—, para evitar el sacrilegio habria que inducir a los contra- yentes a vivir en una relacién no matrimonial, lo cual entrafiaria un mal mayor. ’ BIBLIOTECA DEL INSTITUTO DE CIENCIAS PARA LA FAMILIA La peculiaridad del sacramento del matrimonio respecto a los otros sacramentos de la Nueva Alianza reside, segin la Familiaris Consortio, en «ser el sacramento de una realidad que existe ya en la economia de la creacién; ser el mismo pacto conyugal instruido por el Creador "al principio"». Este trabajo tiene como objetivo ultimo poner de relieve esa peculiaridad y extraer de ella las oportunas consecuencias teolégico-can6nicas, conscientes de que una ade- cuada comprensién de esa sacramentalidad es lo que impulsa hacia una revaloriza- cidn de la dimensién natural del matrimonio, y lo que impide que se separe el matri- monio de los cristianos del de otras personas. «Esto se opondria profundamente al verdadero sentido del designio divino, segiin el cual es precisamente la realidad crea- da la que es un gran misterio con respecto a Cristo y a la Iglesia» (Discurso del Papa ala Rota Romana, 1-II-2001). Tomés Rincdn-Pérez, sacerdote de la Didcesis de Segovia, es Profesor Ordinario de la Facultad de Derecho Candnico de la Universidad de Navarra. Ha sido Director de la Revista Jus Canonicum durante el perfodo 1977-1991. Ademas de numerosos estu- dios y articulos en revistas especializadas, es el autor de las siguientes obras publi- cadas en Eunsa, Pamplona: El matrimonio Misterio y Signo. S. IX-XIII (1991); Relaciones de justicia y dmbitos de libertad en la Iglesia (1997); El matrimonio cris- tiano, sacramento de la Creacién y de la Redencién (1997); La liturgia y los sacra- ‘mentos en el Derecho de la Iglesia (1998), y La vida consagrada en la Iglesia lati- na. Estatuto teolégico-can6nico (2001). || | ee 9 "788432" 133732: RIALP

También podría gustarte