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Una madre no debera tener un hijo preferido, pero he observado a menudo que ella se inclina
ms al hijito enfermo o ms vulnerable que los dems. Cuanto ms frgil el hijo, ms feroz el
amor de la madre. Los que son fuertes y sanos pronto dejan atrs su solicitud, y ella no les
puede hacer ms nada fuera de aceptar su independencia y amarlos prudentemente desde
lejos. Pero el hijo discapacitado, paralizado, o autista sigue teniendo necesidad de su cuidado,
y sus manos maternales envejecidas le otorgan las mismas mil delicadezas y atenciones desde
cuando ellas eran ms jvenes y giles.
enseanza, no el de cambiar paales y tratar a los enfermos. Aunque me senta muy en casa
con el griego de la Ilada y entre ediciones criticas de San Agustn, aqu entre estos pequeos
me senta inexperta e incmoda. Cmo les poda realmente ayudar? Cmo sabra qu
hacer?
Poco despus part del Hogar para volver a los Estados Unidos y a mis pilas de libros abiertos
y vida de estudiante. A una semana de mi regreso, me llegaron las noticias de que Wassim nos
haba dejado. Estaba feliz por l, que haba finalmente cambiado este valle de lgrimas por la
morada de los ngeles, sin embargo senta una prdida indefinible. Su mirada pasmaba mi
corazn. Cules otros ojos podan expresar a la vez confianza humilde y admisin de
fragilidad total? Fue su debilidad perfecta que me atraa y no su fuerza. Esta debilidad
llamaba y peda amor, llamaba a la madre dentro de m. Es la misma debilidad de un Rey
recin nacido yaciendo en los brazos de una Virgen tierna, l que fue manifestado al mundo
en el mismo Beln. Es la misma debilidad del Crucificado, expuesto a los golpes y escupidas,
atado y clavado, desnudo en un rbol. Es la misma debilidad de la blanca Hostia, pequea y
frgil, elevada hoy sobre nuestros altares. Es la Sabidura celeste escondida de los sabios y
revelada a los simples, la lgica de un Dios que se hace dbil para ensearnos cmo ser
fuertes en el amor. Y sobre todo, es la misericordia de un Dios que manda un nio a nosotros,
para que nos hagamos su madre. Al fin, era yo que dependa de Wassim. Era mi vida que
estaba en su respiro.
Hermana Maria del Fiat Miola, SSVM
Washington, DC
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