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En la guerra civil romana, Julio Csar saba que tena que marchar sobre Roma, lo que

ninguna legin tena permitido hacer. Marco Lucano nos dej una crnica de lo que
sucedi:
El veloz csar haba cruzado los helados Alpes y en su mente convulsa conceba guerras
futuras. Cuando lleg a la orilla del pequeo Rubicn apareci ante el una poderosa
aunque afligida figura que simbolizaba a su pas. Con dolor en el rostro, con el cabello
blanco cayendo de su cabeza coronada, con las trenzas torcidas y los hombros desnudos
se puso delante de l y suspirando dijo:
hacia dnde marchan? A dnde llevan mi estandarte, guerreros?
Si vienen lcitamente como ciudadanos slo se les permite llegar hasta aqu.
Luego, temblando, golpe los brazos del jefe lo que provoc que se le erizara el vello y
que la debilidad se adueara de su avance, reteniendo sus pies al borde del ro y al fin, l
habl:
Oh, atronadora, que inspeccionas los grandes muros de Roma desde la roca Tarpeya!
Oh, casa de los dioses frigios y del clan de Eolo y de Kirinos que fue transportado al
cielo!
Oh, Jpiter del Lazio, sentado en la noble alba y en los hogares de Vesta!
Oh, Roma, igual a la mayor de las deidades, favorece mis planes!
No te persigo con armas impas!
Pero aqu estoy, Csar, conquistador por tierra y mar,
soldado tuyo en todas partes y ahora tambin aqu, si me lo permites.
El hombre que me convierte en tu enemigo, ser el nico culpable.
Entonces rompi las barreras de la guerra y a travs del crecido ro, veloz, llev su
estandarte. Cuando Csar cruz el ro y lleg a la orilla opuesta, los jardines prohibidos
de Hesperia, se puso en pie y dijo:
Aqu abandono la paz y ley profanada.
Fortuna! Es a ti a quien persigo!
Adis a los tratados! Desde ahora la guerra, ser nuestro juez!
Ave , Csar, los que van a morir te saludan!

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