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Conclusiones y Recomendaciones de la Federación Internacional de Derechos

Humanos -FIDH- en torno al Tribunal Internacional de Libertad Sindical

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El Gobierno mexicano violenta gravemente los derechos


laborales fundamentales y pone en peligro la paz pública.
En México, los niveles de pobreza y de desigualdad social son enormes, lo que obliga a
reflexionar sobre el impacto del modelo económico en curso sobre la gobernabilidad
democrática, la paz social y la degradación progresiva del Estado Social de Derecho
consagrado en la Constitución Política mexicana. Las debilidades o anomias institucionales se
expresan, entre otros, en la utilización abusiva de la institucionalidad pública para servir
intereses privados antes que los intereses nacionales de la población mexicana. Esto se
expresa, en lo que respecta a este Tribunal en la constatación de la ausencia de una justicia
laboral independiente, con excepciones que no afectan la tendencia general.
Este modelo económico que pretende privatizar y, que en la práctica lo ha logrado por vías de
hecho, a través de las contrataciones o subcontraciones de servicios o las concesiones de
recursos estratégicos mexicanos como su riqueza energética, mineral o de hidrocarburos, es
el modelo que ha impuesto el cierre de la empresa « Luz y Fuerza » del Centro con el que se
ha lanzado a la calle a más de 44 mil trabajadores/México tiene un enorme potencial
geoestratégico, pero a diferencia de los países del sudeste asiático, que protegieron y
desarrollaron sus industrias, México ha optado, por decisión de sus últimos gobernantes, de
enfrentar la globalización abriendo las puertas de su economía al capital y bienes extranjeros.
Los tratados de libre comercio, pueden favorecer a ciertas élites económicas, pero tienen
impactos muy negativos frente a las medianas y pequeñas empresas -pymes- que no tienen
capacidad de reconversión industrial y está condenadas a la quiebra afectando el derecho al
trabajo de millones de mexicanos y mexicanas, con su impacto negativo frente al derecho al
desarrollo, como también se ha evidenciado con el Tratado de Libre Comercio de América del
Norte – TLCAN- en relación con la producción y el empleo agrícola, afectando otros derechos
humanos, como el derecho a la alimentación.
El haber abierto las puertas de México a economías más desarrolladas con los tratados de
libre comercio, estimula la llamada carrera hacia el fondo, que implica tanto la degradación
de la protección ambiental como el sacrificio de los derechos laborales. Esto se ha constituido
en condicio sine qua non –“condición sin la cual no” ó “condición imprescindible y esencial”-
de las economías más débiles para ofrecer menores costos de producción sacrificando a los
trabajadores y trabajadoras. Fenómeno que ha sido bien documentado en relación con las
zonas francas y las empresas maquiladoras y su grave impacto sobre el derecho de libertad
sindical y la negociación colectiva.
Este modelo se enfrenta al modelo de desarrollo previsto en la Constitución Política
mexicana, en sus artículos 25, 26, 27 y 28 que garantiza un estado que regula la economía,
protege al trabajador y a otros sectores sociales excluidos, que ordena el control de la nación
mexicana sobre sus recursos estratégicos esenciales para su desarrollo económico. Es un gran
contraste, que la Constitución de Querétaro de 1917 que fue pionera a las democracias
sociales del siglo XX, en los albores del siglo XXI sea desmantelada sin siquiera ser reformada
formalmente.
Las violaciones a los convenios fundamentales del trabajo el 87 y 98 se acompañan de otras
graves violaciones de derechos humanos como atentados contra el derecho a la vida, a la
integridad física, la privación arbitraria de la libertad, discriminación, difamación, la
utilización de listas negras, acoso sexual y otras prácticas irregulares, que han llegado al
extremo de permitir el desarrollo de los llamados grupos de golpeadores, especies de
estructuras paramilitares que intimidan a través del uso de la violencia física, cercano a
prácticas terroristas, que no han sido enfrentadas ni por la fuerza pública ni por las
autoridades judiciales. Esta peligrosa impunidad estimula que intereses privados y corruptos
del capital atenten no sólo contra los derechos individuales, sino contra la institucionalidad
democrática.
Frente a lo anterior recomendamos:
Al Estado mexicano cumplir plenamente con las recomendaciones de 2006 del Comité del
Pacto de Derechos Sociales, Económicos y Culturales y, las recomendaciones recientes del
Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas luego del examen periódico universal
al que se sometió México el pasado año.
Al gobierno mexicano a respetar el principio de progresividad contemplados en distintos
pactos que ha ratificado o impulsado, para no menoscabar las conquistas sociales y el modelo
de desarrollo que establece la Constitución mexicana.
Al Estado mexicano a nivel federal y de los estados federados en sus distintos órganos de
poder público de reconocer la primacía del derecho internacional de los derechos humanos y
en particular del derecho internacional laboral, para contribuir a la profundización de la
democracia y la paz social en México.
A la oficina de la Alta Comisionada de los Derechos Humanos de las Naciones Unidas realizar
estudios de impacto de los acuerdos de libre comercio sobre los derechos humanos y, en
particular el derecho al trabajo, derechos fundamentales del trabajo y la protección
ambiental
A las organizaciones de la sociedad civil mexicana, en particular a las organizaciones
sindicales de utilizar más los mecanismos de las Naciones Unidas y de la OEA que protegen
los derechos humanos.
Por último en nombre de la Federación Internacional de Derechos Humanos -FIDH- queremos
expresar nuestra solidaridad activa y abierta con el Sindicato Mexicano de Electricistas. Esto
no se trata solamente de un conflicto por la defensa del derecho al trabajo, se trata de una
decisión que por su magnitud y efectos trasciende las fronteras mexicanas al atentar contra el
derecho internacional de los derechos humanos y contra el derecho internacional laboral. De
prosperar esta arbitrariedad se sentaría un nefasto precedente que no sólo pone en peligro la
paz pública, sino la razón de ser de las instituciones democráticas. El gobierno mexicano al
negar la existencia del SME, debe tener en cuenta que el SME existe y seguirá existiendo para
la comunidad internacional y que la solidaridad mundial crecerá a la par de la movilización
del pueblo mexicano para defender sus derechos fundamentales!
Jueves 5 de noviembre de 2009
Luis Guillermo Pérez Casas
Secretario General de la FIDH
Miembro del jurado del Tribunal Internacional sobre la Libertad Sindical

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