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EL CAMIN DE LAS ESCRITURAS II Luz en mi sendero EL CAMINO DE LAS ESCRITURAS II Luz en mi sendero Mamerto Menapace PPC Los textos incluidos en esta obra estan tomados de Camino de Emaits con fe y esperanza (*'1999) y Las exigencias del amor 1998), ambos publicados por Ja editorial Patria Grande, de Argentina. Queda prohibida, salvo excepcién prevista en la Ley, cualquier forma de reproducciin, distribucién, comunicacién publica y transformaciin de esta obra sin contar con la autorizacién de los titulares de su propiedad intelectual. La infraccién de los derechos de difusién de la obra puede ser constituriva de delito contra la propiedad intelectual (arts. 270 y ss. del Cédigo Penal), El Centro Espariol de Derechos Reprogréficos vela por el respeto de los citados derechos. Disefio: Pablo Nufiez Estudio SM © 2003, Mamerto Menapace © 2003, Cooperativa de Trabajo Editora Patria Grande P.G. y P. Ltda © 2003, PPC, Editorial y Distribuidora, SA Impresores, 15 Urbanizacién Prado del Espino 28660 Boadilla del Monte (Madrid) ppcedit@ppe-editorial.com ISBN 84-288-1821-5 (vol. 11) ISBN 84-288-1819-3 (obra completa) Depésito legal: M-40.923-2003 Preimpresi6n: Grafilia, SL Fabricado en Espafia / Made in Spain Imprenta SM - Joaquin Turina, 39 - 28044 Madrid El camino hacia Emais es largo. Cleofds y el otro discipulo Hevan ya un buen rato escuchando al desco- nocido caminante que viaja con ellos. Pensaban que conocian las Escrituras, pero el extrario viajero que se les ha unido parece tener palabras de vida. En sus labios es como si los personajes y las situaciones de la Biblia adquirieran un nuevo relieve, mds pleno, mds cumplido y acabado. La tarde va cayendo. Pronto se hard de noche. Pero el relato del caminante todavia no ha terminado... ELISEO Y EL ACEITE DE LA VIUDA O EL AMOR COMO CLARIDAD EL PONCHO DEL PROFETA Eliseo ben Safat estaba trabajando. Doce arados daban vuelta a la tierra preparandola para recibir la semilla, mientras los bueyes arrastraban los ho- cicos casi hasta el suelo para poder tirar mejor. Pro- bablemente no se dio cuenta de que al borde del surco, por el que él trataba de llevar la mancera del arado, estaba parado un hombre vestido con una piel, con una cincha de cuero crudo por cinto. Sobre el hombro, el extrafio personaje tenia un pon- cho doblado Al pasar Eliseo a su lado, el personaje —que era nada menos que el profeta Elias— le tiré su poncho sobre las espaldas. A Eliseo la mancera se le fue de las manos, y los bueyes del surco. Sinti6 una ex- trafia llamada en su interior. Se dio cuenta de que Dios lo necesitaba y le pedia que dejara todo para ponerse a su total servicio. Quedaba asi convertido en un hombre de Dios. Pens6é en ese momento en sus padres y, queriendo despedirse de ellos, le pidid al profeta que le permitiera ir hasta la casa para darles un beso y saludarlos. Elfas sabia que Dios habia entrado en la vida del muchacho. El no tenia nada que decidir en lo que alli estaba pasando. Bien sabia el profeta que en momentos asi la cosa se arregla entre Dios y el elegido, y que nadie puede responder por decision de otro. Por eso le respondié: —jVe si quieres! ;Quién te lo impide? Eliseo no tenia escapatoria. Veia claro lo que el Sefior Dios le pedia. O aceptaba Ja gracia del mo- mento, 0 esa gracia quiza no esperaria su regreso. Estaba, en definitiva, solo frente al misterio de su vida, y frente a la invitacién del Sefior Dios, que le pedia absoluta disponibilidad. Lo tnico que lo ataba en ese momento eran la yunta de bueyes y el arado. Por eso desaté los bueyes, los sacrificé alli mismo y as6 su carne sobre las brasas de los yugos y del arado para darsela como comida a sus peones. Des- pués se levanté y siguid a Elias para estar a su servicio. CoN LOs ojos DEL SENOR Dios Eliseo aprendié muchas cosas al lado del gran profeta solitario. Sobre todo aprendié a mirar las cosas con ojos distintos. Porque lo importante de las cosas es invisible a los ojos; como el alma de las cosas anida en su interior, solo los ojos de adentro son capaces de verla, y para eso tienen que ser ilu- minados por la luz del Sefior Dios. Un dia Eliseo presintié que el Sefior se Ilevaria de su lado al gran amigo y maestro. Y se propuso seguirlo fielmente hasta el final. Queria también él ser testigo del gran encuentro de su maestro con Dios. Elias traté de disuadirlo, y hasta de engafiar- lo. Pero Eliseo no cedié. Al contrario, le pidié a su maestro que, al abandonarlo, le hiciera el regalo de dejarle como herencia su espiritu de profeta. Elias sabia que él no podia disponer del Espiritu del Sefior Dios. Dios lo regala a quien él quiere. Por eso le respondié a su amigo: —Eso no depende de mi. Si el Sefior Dios te regala el don de ver lo que sucede, entonces lo recibiras. Si no, no. Y el Sefior Dios le regalé a Eliseo el don de ver cOmo su amigo era arrebatado al cielo en un carro de fuego tirado por dos caballos envueltos en Ilamas. Cuando se sintié solo, Eliseo Horé a gritos. Des- pués levanté el poncho del amigo, que habia caido del carro, y con esa prenda entre las manos volvié a donde estaban los otros amigos de su macstro. Para cruzar el rio Jordan volvié a hacer lo que habia hecho su maestro: con el poncho doblado golped las aguas. Las aguas se abrieron en surco y él pudo pasarlas. Los otros amigos, al ver esto, ex- clamaron: —jEl espiritu de Elias reposa sobre Eliseo! Desde ese dia le tocaria a él ser el maestro de sus amigos, para ayudarles a mirar las cosas con los ojos de Dios. EL amor Es LUCIDO Los regalos de Dios a una persona son siempre con vistas al bien de todos. Eliseo nunca usaria en beneficio propio la herencia recibida de su maestro. Con un profundo amor por su pueblo, tendria la misiOn de ayudarle a ver claro los auténticos peli- gros ocultos, a la vez que le tocaria hacer que per- diera el miedo por peligros inexistentes. Una vez el jefe del ejército enemigo, llamado Naaman, vino a la tierra del pueblo de Dios para ser curado de su lepra, y el hombre de Dios, sin siquiera salir a recibirlo, le mand6 que fuera a ba- fiarse siete veces en el rio Jordan, para probarlo y ver si era capaz de ponerse totalmente en manos del Sefior Dios. Cuando Naaman volvié curado y quiso pagarle el servicio con regalos, Eliseo no acep- to nada; lo devolvié pacificado a su tierra, donde le tocaria vivir en fidelidad al Sefior la gracia que solo de él habia recibido. El criado de Eliseo pensé que su maestro era demasiado desprendido y, creyendo hacer las cosas a escondidas, se fue tras Naaman y le pidiéd con engafio un gran regalo. Al regresar se dio cuenta de que Eliseo habia visto todo con los ojos de Dios, a pesar de estar muy lejos. Y, como castigo de su accion, escuché que le decia: ~—jQue te aproveche el regalo, pero como re- cuerdo te quedaras también con la lepra de la que él se curé! Cuando los arameos intentaban atacar una ciu- dad del pueblo de Dios, el profeta lo veia de an- 10 temano y avisaba al rey para que la hiciera. defen- der. Esto irrité tanto al rey de Aram, que mandé un destacamento para que rodeara la ciudad donde estaba Eliseo y lo tomara preso. Cuando por la ma- fiana el criado se despert6é y vio la ciudad rodeada por los carros enemigos, se asust6 mucho y fue a decirselo a su maestro. Pero este veia mas alla de los peligros toda la ayuda de Dios con la que podia contar, y pidié al Sefior Dios que le permitiera a su siervo verla también. Y al momento se le ilu- minaron a este los ojos, dandose cuenta de que los cerros vecinos estaban cubiertos por carros de fuego que eran el ejército de Dios. Volvié a rezar Eliseo y Dios nublé la vista de los enemigos, que, sin ver lo que pasaba, se dejaron guiar hasta el centro de la capital, donde fueron rodeados y desarmados. Pero no quiso que se les hiciera ningGn dafio. Al contrario: ordend que se les diera un banquete y se los dejara regresar a su pais, para que alli contaran las maravillas de Dios y asi todos pudieran ver quién era el que defendia al pueblo de Dios. {QUE PUEDO HACER YO? Un dia, la viuda de uno de sus discipulos vino desolada a pedirle ayuda. Resulta que su marido habia solicitado un préstamo antes de morir, po- niendo a sus dos hijitos como garantia. Y antes de poder pagarlo, la muerte se lo habia Ilevado. Ahora el usurero exigia los dos nifios para Ilevarselos como esclavos en pago del préstamo. 1 La pobre mujer, abrumada por el momento que le tocaba vivir, solo veia su impotencia y su po- breza. A ella le resultaba imposible cumplir con el compromiso asumido cuando vivia su marido. Sa- bia que el finado habia sido un hombre justo, y no se explicaba por qué ahora el Sefior Dios la dejaba con semejante castigo. Eliseo vio la situacién de la pobre mujer. Pero comprendié que detras de todo estaba la mano po- derosa del Sefior Dios, que pedia una confianza to- tal. El mismo nada podia hacer por ella. Cualquier solucién solo habria conseguido arreglar parcial- mente el problema, pero no habria logrado sacar a la pobre mujer de su situacién de desamparo y de- pendencia. Cierto: podria haber hablado al rey para que to- mara cartas en el asunto. Quiza habria podido en- frentarse con el prestamista, haciéndole ver la ne- grura de su actitud. O a lo mejor conseguir a la pobre viuda un trabajo para que fuera arreglando su situacion. Muchas veces Eliseo habia obrado asi, implicandose directamente en las necesidades de los demas. Era un hombre muy comprometido con la historia y las necesidades concretas de su gente. Pero esta vez intuy6 un misterio mas grande para esta mujer. Se dio cuenta de que Dios queria inter- venir directamente con uno de sus imposibles. Y por eso se propuso disponer a esa mujer para que se abriera totalmente al actuar salvador del Seftor Dios en su vida. Le pregunté: — {Qué tienes en tu casa? —Yo no tengo nada -respondié la mujer-. Tu 2 sierva solo cuenta con un poquito de aceite que reservO para su uso personal. Eliseo comprendié que ese poquito era lo que el Sefior Dios necesitaba para hacer el gran milagro. Le dijo: —Anda y 4brete totalmente en disponibilidad. Consigue todos los recipientes vacios que puedas. Pidelos prestados. No te quedes corta. Después en- ciérrate en la intimidad de tu casa, y vuelca en cada recipiente el aceite que tienes, creyendo en los im- posibles de Dios. Ella se fue e hizo lo que el hombre de Dios le habia indicado. Pidié a sus vecinas cuanto cacharro vacio pudo conseguir y, encerrAndose con sus hijos, comenz6 a volcar ese poquito de aceite reservado. Y result6 que ese poquito misteriosamente se volvié inagotable. Tanto que cuando se le acabaron los ta- rros disponibles, todavia seguia teniendo aceite para mas. —Tr4eme otro tarro -pidié a su hijito. —Se acabaron los tarros —dijo el chico, volvien- do con las manos vacias. Y al acabarse la disponibilidad se corté el mila- gro. Porque la medida de los milagros del Sefior Dios esta dada por la medida de nuestra disponi- bilidad. Si esta es pequefia, el milagro quedara cor- to. Y si la disponibilidad es grande, el milagro sera enorme. 13 PAGA TU DEUDA Y VIVE Cuando la mujer vuelve al hombre de Dios para comentarle lo sucedido, este no se asombra. El tiene experiencia de los imposibles de Dios. No se asom- bra, pero se alegra y aconseja a la mujer: —No te olvides de tu deuda. Utiliza lo que Dios te ha dado para pagar tu compromiso. Con el resto de lo abundante de Dios podras vivir ta y tus hijos. Eliseo devuelve a esta mujer al misterio de su vida. Los milagros del Sefior Dios no crean una situacién anormal. La vida continda y el amor exi- ge la fidelidad a todo el misterio. Quiza si: esta mujer vivira el resto de su vida con los ojos dila- tados y con una visién liberada del miedo. Porque a veces en la vida lo importante no es que se nos exima del dolor o de la angustia. Lo impor- tante es que nos ayuden a pasar por ellos con un coraz6n dilatado, y a seguir viviendo luego con un espiritu liberado. Las soluciones prestadas siempre nos oprimen. En cambio, las que brotan de la obediencia al mis- terio de Dios para nosotros siempre nos ensanchan el coraz6én y nos permiten correr por los caminos de la vida con pupilas dilatadas. Nos permiten vi- vir, porque nos regalan la mirada de Dios, que es siempre una mirada de esperanza y de amor. Guia de lectura La figura de Eliseo la encontramos en los libros de los Reyes. Detallo algunos capitulos por si se 14 quiere hacer solo su lectura, sin entrar en otros de- talles: - libro primero de los Reyes, capitulo 19, ver- siculos 19-21: vocacion de Eliseo; — libro segundo de los Reyes, capitulo 2, versicu- los 1-18: Elias arrebatado al cielo; - libro segundo de los Reyes, capitulo 5, ver- siculos 1-27: curacion de Naaman; - libro segundo de los Reyes, capitulo 6, versicu- los 8-23: captura de los arameos; - libro segundo de los Reyes, capitulo 4, ver- siculos 1-7: el aceite de la viuda. Respecto a este Ultimo relato, que hemos tomado como centro de nuestra meditacién biblica, quisiera recordar los consejos que el hombre de Dios dio a la pobre mujer afligida: — Cree en lo poquito que tienes. — Abrete a un maximo de disponibilidad. - Acepta entrar en tu intimidad. — Cree en los imposibles de Dios. — Cuando el Sefior Dios haya hecho el milagro, paga tus deudas, - Con el resto viviras ta y tus hijos. Para el trabajo en grupo * jQué significaria hoy el ver claro con los ojos de Dios? * jQué seria para ti la obligacién de “pagar tus deudas”? 15 Amos O LA FE COMO EXIGENCIA EL CARTUCHO Para decir ciertas verdades, Dios a veces necesita de hombres que se animen a decirlas. Y para eso suele preparar con tiempo a esos hombres. Tal vez luego los necesite para un tiempo muy corto. Tal vez su misién ser muy breve. Cuando Dios no quiere errar el tito, suele de- dicarse él mismo a preparar el cartucho. Y entonces esa persona no suele ser una mas de la serie, sino un tipo fuera de serie. Y este es el misterio profundo de la historia de Amas-Yahu, que significa “Dios ha cargado”. Mas conocido por la forma abreviada de su nombre: Amés. Dios lo fue cargando despacio y con esmero, porque lo necesitaba para utilizarlo a quemarropa. Un Dios QUE CARGA Dios necesitaba decir cuatro verdades al reino del norte, llamado Israel. Y entonces agarré y fue al sur a elegir un hombre. Necesitaba gritar esas ver- 17 dades en el corazén de una ciudad, y por eso se fue al campo a prepararse un hombre. Tenia que en- frentarse con el rey, con los sacerdotes y con los poderosos de su pueblo, y por eso eligié a un cam- pesino de su pueblo. Probablemente Amés nunca pens6 que Dios lo iba a necesitar para otra cosa que para cuidar ani- males y para recolectar higos. Habia nacido en el reino del sur, [lamado Jud, casi en la frontera con el desierto. El lugar se llama Tecoa, y queda muy cerca de Belén. Y alli mismo se fue desarrollando su vida. Quiza fuera un capataz de campo -a lo mejor propietario él mismo-, que repartia su afo de trabajo entre los animales que tenia, en la parte alta, cerca de Belén, y las plantaciones de higos que tenia en la parte baja, cerca del mar Muerto. Como Dios lo necesitaba, le habia regalado va- rias cosas. En primer lugar le habia dado un co- razon recto y sincero. Unos ojos grandes para ver y no callarse y un alma de poeta para rumiar y amamantar todas las im4genes que sus ojos de hom- bre de campo fueran cosechando alli, en esa tierra que era la frontera con el desierto. Esa dura geografia de frontera lo iba acostum- brando a una austeridad que !o haria muy sensible frente al despilfarro y al lujo de aquellos hombres a los que Dios pensaba enviarlo, Cuidando sus ani- males habia descubierto que, cuando la tierra pro- duce poco, es indispensable repartir bien ese poco, a fin de que no haya un grupito que se coma todo mientras el resto se muere de hambre. La vida del desierto exige que haya alguien que vele por la jus- 18 ticia, que defienda a los que pueden menos frente a los que pueden més. Y, para Amés, ese alguien no hay duda de que es Dios, el duefio de la tierra. Ese Dios ha dado Ia tierra a su pueblo, pero él sigue siendo el duefio. Y, para tener derecho a seguir viviendo en esa tierra, es absolutamente necesario obedecer el orden de Dios. Y Amés se va a con- vertir en el defensor del orden de Dios en la tierra de su pueblo, Un Dios que ha dado la tierra para que alli se viva una fidelidad con él. Fidelidad que debera expresarse concretamente en las siguientes actitudes: ~ Amor a Dios, expresado en un culto sincero y no solo con ceremonias bonitas y huecas. ~ Amor a los hermanos, que tienen derecho a gozar de los bienes de la tierra que Dios dio a todos. ~ Rechazo del lujo, que es una manera de mal- gastar los bienes que en definitiva pertenecen a Dios. UN PUEBLO QUE CARGA Mientras esto sucedia en el sur, alla en la fron- tera con el desierto, en el norte —reino de Israel- las cosas parecian no andar tan mal. El reino estaba en uno de sus momentos econdémicos mejores. Exis- tian fortunas que se expresaban en edificaciones lu- josas. Junto a las casas de invierno se construian también palacios de veranco. Se podia comer carne gorda y tomar vinos buenos. 19 Militarmente se gozaba de paz con las grandes potencias, ocupadas en esos momentos en resolver sus problemas internos. Con los reinos vecinos se habian conseguido pactos ventajosos 0 victorias pro- vechosas. En lo espiritual, la religi6n pagana del baalismo habia sido oficialmente desterrada y el culto al ver- dadero Dios gozaba de todos los privilegios, y se disponia de templos nacionales honrados por la proteccién del gobierno y la ayuda de los poderosos. Amasias, el sacerdote del principal santuario del rei- no, era amigo personal del rey Jeroboan H. Incluso se esperaban dias atin mejores. Se hablaba mucho del “Dia de Yahvé”. Ese dia tendria que ser el del triunfo final de Dios sobre todos los otros dioses y, por tanto, el del triunfo de su pueblo so- bre todos los otros pueblos. Dios haria participar de su triunfo a ese pueblo de Israel que lo reconocia como Dios y le rendia culto con ceremonias oficia- les y magnificas. Y, sin embargo, Dios estaba en total desacuerdo con lo que alli pasaba. —jAy de los que ansian el Dia de Yahvé! {Qué creen que es el Dia de Yahvé? jSer4 tinieblas y no luz!... Yo detesto, desprecio vuestras fiestas, no me agrada el perfume de vuestras liturgias... jQue fluya, si, la justicia como el agua, como un arroyo que no se agota! jVosotros creéis alejar el dia funesto, y lo que estais haciendo es que se acerque un reino de violencia! EL AGUAFIESTAS Y un buen dia de esos, Dios agarré a Amés, lo tom6 de detras de los animales y lo mandé car- gado con su Palabra para que fuera a gritarla a ese reino tan seguro de si mismo. Y Amés llegé a Betel, la “Casa de Dios”. Quiza fue justo para la fiesta del comienzo del afio. Esa fiesta era una celebracién civico-religiosa a la que asistia la corte en pleno, con la presencia de todos los embajadores de los reinos vecinos y toda la mul- titud del pueblo. Pero lo que Amés empezé a predicar no fue pre- cisamente un elogio, Este campesino surefio era mas bruto que choque de tren. Y no habia aprendido a envolver las cosas con frases bonitas para decirlas. Parado en medio de la asamblea, comenzé su arenga denunciando de parte de Dios los crimenes de cada uno de los pueblos vecinos. Dios ya no aguantaria mAs esos crimenes que eran fruto de la violencia. Y uno tras otro fueron desfilando los rei- nos vecinos, sefialados con el dedo quiz en la per- sona de sus embajadores: Damasco, Filistea, Fenicia, Edom, Amén, Moab, Juda. Quiza los de Israel gozaran con esa andanada desparramada a su alrededor. Pero la sonrisa de aprobacién se les convirtié en mueca cuando Amés 21 quemé6 el peor de sus cartuchos contra el mismo Israel. La andanada fue terrible: —Con los crimenes de Israel seré inflexible: Vendéis al justo por dinero. Vendéis al pobre por un par de sandalias. Pisotedis la cabeza de los débiles. Torcéis el camino de los humildes... Y la letania sigue con crimenes morales, crimenes religiosos, crimenes judiciales. —Amenaziis a los profetas, diciendo: jNo profeticéis! Esta bien: os voy a estrujar, como estrujan las ruedas de una carreta bien cargada. LA VOCACION IRRESISTIBLE Amés siente que tiene que hablar. Le es impo- sible no hacerlo, de la misma manera que es irre- sistible el miedo cuando se oye el rugido de un fedn. —jRuge el leén! ¢Quién no temera? jHabla el Sefior Dios! éQuién no profetizara? Y entonces Amés habla contra los que amonto- nan violencia y despojo en sus palacios. Los ame- naza con una invasion que derribara su poder y despojara con el saqueo sus palacios. 22 Habla contra el templo, y lo amenaza con la des- trucci6n. Sus altares seran derribados y caerén por tierra. Habla contra las casas lujosas, y asegura que sacudira las de invierno y las de veraneo. Que se acabara el lujo de los artesonados de marfil y de ébano. Y afirma que todo eso es: —jPalabra de Dios! A las mujeres de la corte de Samaria llega a in- sultarlas con una dureza que casi nos desconcierta: —jEscuchad, vacas de Basan! que vivis en Samaria, que oprimis a los débiles, que aplastdis a los pobres, que decis a vuestros maridos: jTraed algo para comer! Jura el Sefior Dios por su santidad: jLa que se viene sobre vosotras! Os van a levantar con ganchos, y a vuestros hijos con anzuelos, y saldréis cada una por un agujero camino de los cerros. Y a los jueces, vendidos, y a los especuladores: —jAy de los que cambian en amargura el juicio y echan por tierra la justicia! Los que detestan al testigo veraz y aborrecen al que habla con sinceridad. Esta bien: pisotedis al débil y cobrais impuestos: 23 construis casas con base de piedra, pero no las habitaréis. Plantdis buenos vifiedos, pero no beberéis su vino. Y Amés constata con amargura la situacién de los honrados: —Por eso el hombre sensato se calla en esta hora, que es hora de infortunio. LA EXPULSION Todo esto era ya demasiado. Porque encima Amés se habia atrevido a hablar contra el gobierno del rey Jeroboan, y habia dicho que seria vencido y llevado al destierro. Y todo esto habia sido dicho en el mismo santuario nacional. El sumo sacerdote Amasias no podia tolerarlo. Y no lo toleré. Lo denuncié ante el rey como una persona que estaba predicando la revolucién: —Amés conspira contra ti en medio del pueblo de Israel. La tierra no puede aguantar sus palabras. Y, por otro lado, el mismo Amasias advierte dis- cretamente a Amés que se vaya a su patria y se gane alli la vida como profeta, si es que tiene ganas de seguir siéndolo. Entonces Amés pierde los estribos. Le grita al 24 sacerdote Amasias que él no tiene necesidad de ga- narse la vida como profeta. Que sabe ganarsela per- fectamente con su trabajo. Que si profetiza es por- que Dios mismo lo ha sacado de su tierra y lo ha traido aqui para gritar todo esto. Y luego le lanza a Amasias una terrible maldicién, que toca al sa- cerdote en lo mas sagrado que tenia: en su mujer, en sus hijos, en su tierra y en su pueblo: —iY ahora esto es para ti: tu mujer tendra que ganarse la vida como prostituta por las calles de la ciudad. Tus hijos moriran asesinados. Tu tierra sera repartida por sorteo. E Israel sera deportado! Y Amés tuvo que irse, expulsado por aquellos que no quisieron escuchar lo que Dios le habia mandado decir para invitarlos a la conversién. Lo QUE SUCEDIO Al afio, un terremoto sacudié la tierra y la hizo corcovear, subiendo y bajando como las aguas de una crecida. Y veinte afios mas tarde, esos mismos que se habian reido de Amés marchaban al destie- rro, desnudos y con el atadillo al hombro, delante de las botas asirias que habian invadido y destruido el reino de Israel. Detr4s suyo quedaban sus palacios ardiendo, sus tesoros robados, sus hijos muertos y su tierra en posesién de los invasores. Porque no habian querido aceptar las exigencias 25 de Dios, que un profeta bastante bruto e impru- dente les habia predicho en nombre del Sefior Dios. Frente a su fracaso, Amés se dedicé a escribir lo que Dios le habia dicho. Y sus discipulos decidie- ron -inspirados por Dios- dejarnos esas hojas suel- tas en forma de un librito que hoy en nuestra Bi- blia eva el nombre de Amés. Guia de lectura El libro de Amés se encuentra entre los libros de los profetas, mas o menos hacia la mitad de la Biblia. Los oraculos no estén en orden cronolégico, sino agrupados por temas. Para entenderlos bien hay que leerlos varias veces y ayudarse con algin comentario. Para el trabajo en grupo * jPuede Dios mandar todavia profetas? * ,Cémo me invita Dios hoy a mi a la con- version? * Sinceramente, jhago caso de la Palabra de Dios? 26 OsEAS O LA ESPERANZA DE UN ENAMORADO Dios Lo Quiso Para amar hay que amar de verdad; y después poco importa sufrir. Cuando el Sefior Dios quiere interceptar la vida de un hombre, sabe encontrar muy bien el lugar y el momento para hacerlo. A unos los ataja en su salud. A otros en su inteligencia. A otros en sus experiencias de justicia, de opresi6n o de libertad. A otros en el sentido profundo de sus vidas o en la frontera incomprensible de la muerte propia o en la de un ser querido. A Oseas lo intercepté en la frontera de su co- razon. Porque el Sefior Dios le habia regalado a Oseas un coraz6n sensible, con una honda capaci- dad de amar en profundidad y espesor. Tenia un corazén de esos grandes, de los que solo se llenan con un gran amor. 27 Ademas, Dios lo habia hecho nacer en una fa- milia de levitas. Es decir, una familia de hombres religiosos donde las actitudes y las costumbres estan regidas por normas basadas en la ley de Dios. Por tanto, desde nifio Oseas fue equipando su inteligen- cia con los principios de la moral més auténtica, a la vez que fortalecia su voluntad con las actitudes que la moral familiar le iba dando a través del ejemplo y la ensefianza de los suyos. Y un buen dia al pobre Oseas le entré todo esto en conflicto con su coraz6n. Porque su coraz6n se enamoré de una mujer llamada Gomer de Diblain, de la que la Biblia dice que era “prostituta”. Y alli, en la frontera entre su inteligencia, equi- pada de Principios, y su corazon, equipado con un carifio, Oseas sintié que Dios intervenia para de- cidir, invitandolo a que tomara a Gomer por su mujer. —Anda y toma por mujer a una prostituta para tener hijos bastardos. Porque el pais esta prostitui- do, alejado del Sefior. A partir de este momento, Oseas presintio que en su propia historia y en la de su hogar Dios le hablaria de un misterio mucho mas amplio. El Se- fior Dios le revelaria el misterio de la relaci6n que él mismo tenia con su pueblo amado. Fue asi como al primer hijo que le nacié le puso el fatidico nombre de Yizreel, lugar de la matanza de Jezabel por el general Jeha, fundador de la di- nastia que en ese momento gobernaba en Israel. Luego le nacié una hija, y a esta le puso el nombre 28 de Lo-Rujamé (“Incompadecida”). Y al tercer hijito lo lamé Lo-Ammi (“No-mi-pueblo”). AMOR, CELOS Y ESPERANZA jPobre Oseas! Tuvo que aprender en carne propia que el que se arriesga a amar se compromete a su- frir. Aunque no conocemos de su historia mas que lo poco que nos deja entrever su libro, parece cierto que pronto su matrimonio hizo crisis. Sabe que su esposa le es infiel. Entabla con ella un juicio para condenarla. Pero su coraz6n se re- siste, Alli esta el coraz6n de su drama: que es jus- tamente el drama de su corazén. A pesar de todo sigue amando a su mujer. Y su coraz6n se subleva con los sentimientos de despecho y de rabia: —La dejaré desnuda... la mataré de sed... no me compadeceré de sus hijos... le voy a poner delante una barrera... perseguira a sus amantes y no los alcanzar4... le quitaré todo lo que le he dado... des- cubriré su infamia... pondré fin a sus alegrias... la comeran las sabandijas... Pero, junto a estos sentimientos, su coraz6n grita también su lenguaje: —Mira: voy a seducirla. Me la Hlevaré al desierto y le hablaré al corazén. Le devolveré sus vifiedos. Y el Valle de la Desgracia sera Paso de la Esperanza. 29 Alli me respondera como en su juventud... me lIlamara “Esposo mio”... me casaré contigo para siempre, me casaré contigo... Yizreel fructificara... me compadeceré de “Incompadecida” y diré a “No-mi-pueblo”: eres mi pueblo. Y Oseas vuelve a amar a su mujer adiltera y humillada, y se reconcilia con ella después de ha- berle impuesto la dura prueba del destierro en so- ledad y aislamiento. Siente que Dios le exige todo esto. EL PUEBLO AMADO Mientras Oseas vive todo este drama en su co- raz6n, el pueblo de Dios, Israel, est4 viviendo tam- bién una historia similar con su Dios. Ocupa el trono un bisnieto del general Jeha. Es Jeroboan II. Un gran rey en cuanto a lo politico y a lo militar. En su largo reinado, la prosperidad comienza a dar sus frutos. Y, entre esos frutos, al- gunos son muy amargos. Porque la prosperidad eco- némica trajo consigo el lujo para unos pocos y la miseria para los muchos. Y junto con el esplendor en las artes y en la literatura crecid también la corrupcién y el libertinaje moral. Los triunfos militares sobre los pueblos fronte- tizos hicieron crecer el orgullo, y con él el ir po- niendo cada vez mas la confianza en la fuerza de 30 las armas. La seguridad ya no se buscaria en una conducta que atrajera la benevolencia del Sefior Dios, sino en la habilidad politica para concertar pactos con las potencias de mayor prestigio y fuerza cn ese momento: Asiria, al este, o Egipto, al sur- oeste. Mientras vive el rey Jeroboan II, la apariencia exterior de prosperidad y seguridad se logra man- tener. Pero a su muerte sobreviene el derrumbe de todo. Pareciera como que su muerte dejara en li- bertad las fuerzas de destruccién que ya los profetas habian previsto y anunciado. Sobre todo el gran profeta campesino que habia sido expulsado poco tiempo antes de las fronteras nacionales: el profeta Amés de Tecoa. Zacarias, el hijo de Jeroboan, solo reina seis me- ses. El general Saltin se sublev6 contra él y lo li- quidé. Pero solo pudo reinar un mes, porque otro de sus generales, Menajén, lo aniquilé a su vez y se quedé con el poder. Después de diez afios de reinado muere dejando el trono a su hijo Pecajias, que dura apenas dos afios, porque su general Pécaj lo mata para quedarse con el trono. Tras diez afios de gobierno le toca a él mismo el turno de ser destronado y muerto por otro general: Oseas (que tiene asi el mismo nombre que el profeta de nuestra historia). Nueve afios después, el rey Oseas mar- char al destierro junto con su pueblo, cuando los asirios destruyan su ciudad capital y su reino de Israel. Asi, en algo mas de veinte aftos, de los seis reyes que suceden a Jeroboan, cuatro terminan asesinados 31 y el dltimo concluiré su vida junto con la de su pueblo en la deportacién. FIDELIDAD Y MENTIRA En este clima de anarquia politica y de enfebre- cida esperanza en la fuerza de las armas y de los pactos —que por lo demas nadie piensa en cumplir... y todos lo saben- crece como mala hierba la in- justicia social, el crimen, el atropello y las traicio- nes. El versiculo 2 del capitulo 4 del libro de Oseas parece el compendio de los boletines informativos que los diarios de todo el mundo nos traen cada manana: —Ya no hay verdad ni lealtad ni conocimiento de Dios en el pais, sino juramento y mentira, asesinato y robo, adulterio y libertinaje, homicidio tras homicidio. Y lo peor es que el clero es miga del mismo pan. Oseas trae a renglén seguido una frase que cada vez que como cura la leo, me hace temblar: —Que nadie eche la culpa a nadie; solo contra ti, sacerdote, contra ti es mi pleito... PerecerA tu patria, perecera mi pueblo por falta de conocimiento... yo te expulsaré de tu sacerdocio, porque te has olvidado de la ley de tu Dios... 32 Lo que Oseas reprocha a los sacerdotes es el que en medio de todo este clima ellos también hayan entrado en el juego de sacar provecho de la situa- cién, y se hayan olvidado de escarbar en la Palabra de Dios para alimentar a su pueblo. Cuando la religién deja de apoyarse en la Palabra de Dios se convierte en magia. La magia se parece mucho a la religion. A veces hasta usa de los mis- mos gestos o de gestos parecidos. Pero detras hay una profunda diferencia. La magia piensa que Dios es un poder imperso- nal al que hay que ganarselo mediante unos ritos celebrados con el maximo de exactitud. Alli no im- porta la conducta moral. Lo importante es saber cémo manejar a Dios, y como saber sacarle prove- cho utilizando las fuerzas espirituales. En los templos de Israel la magia habia Ilegado hasta incorporar ritos deshonestos a fin de ganarse con ellos la bendicién de la fertilidad 0 la buena suerte para la salud y la vida. Bienes que Dios jus- tamente negaba debido a la falta de obediencia a su Palabra. EL RIESGO DE SER AMADO Con todo, en la profunda conciencia del pueblo de Dios existia una esperanza. Y esa esperanza se basaba en algo muy cierto y demostrado a través de muchos siglos de historia. Era la seguridad de saberse amados por Dios. A través de su propia historia, Oseas descubrié que esa seguridad de ser amados por Dios podia ser 33 para su pueblo el mayor de los peligros. Justamente porque Dios amaba a su pueblo no podia soportar con indiferencia que su amor fuera pisoteado y que todos se dieran el lujo de ignorarlo o de utilizarlo. Al que ama no Ie bastan los gestos y los ritos vacios de contenido interior. Y menos cuando esos gestos son interesados y terminan por ser sentidos como el pasaporte para seguir ofendiendo el amor que se debe. A través de los sentimientos de su propio cora- zon, Oseas descubrié los sentimientos que se entre- veraban en el coraz6n del Sefior Dios. Porque no hay peor odio ni venganza més ren- corosa que la que se alimenta de un amor despre- ciado y utilizado. Y el pueblo de Dios, Israel, estaba utilizando y despreciando a la vez el amor del Se- for Dios. Toda la predicacién de Oseas se centré en esta idea. E] también amaba a su pueblo. Y por ello se sintié no en el deber de hacer demagogia facil, sino en la obligacién de abrirle los ojos para enfrentarlo con su grandeza. Y con las exigencias de su gran- deza: la de ser el pueblo amado de Dios. Lo IMPOSIBLE DEL AMOR Parece que un grupo de amigos o de discipulos que escuchaban y aceptaban la predicacién de Oseas le plantearon un dia la pregunta que les quemaba en el alma: —(Podra el Sefior Dios rechazar definitivamen- te a su pueblo, olvidando su amor para siempre? 34 Para responder a esa pregunta, que era la fun- damental de su propia vida, Oseas compuso un poe- ma que nos ha quedado en el capitulo 9 de su libro. Oseas se imagina al pueblo de Dios como si fuera el hijo de Dios. Y le da el nombre tradicional de Efrain, que es el de la tribu mas importante del reino de Israel. Y en su poema nos descubre algo del coraz6n paternal de Dios y del misterio de su amor y su justicia: —Cuando Israel era un nifio, lo amé, y desde Egipto lamé a mi hijito. Pero cuanto mas lo amaba, mas se alejaba de mi... Yo ensefié a andar a Efrain, y lo llevé en mis brazos... {Como podré olvidarte, Efrain? gCémo podré olvidarte, Israel?... Me da un vuelco el coraz6n, se me revuelven por dentro las entrafias. No cederé al ardor de mi enojo, no destruiré para siempre a Efrain, porque yo soy Dios y no un hombre, el Santo en medio de ti y no enemigo devastador... En definitiva: también Oseas pone su esperanza en el amor de Dios. Sabe que el Sefior Dios no puede olvidarse del amor que una vez arriesgé al elegirse a un pueblo. Aunque prevé que la intervencién de Dios in- cluira el castigo, y que este castigo puede ser terri- ble, sin embargo cuenta con la seguridad de que el 3S amor de Dios no admitira el fracaso. Y que su armor sera lo suficientemente ingenioso como para salvar a aquello que él ama. Guia de lectura Para entender el libro del profeta Oseas, conven- dria que leyeras también en el segundo libro de los Reyes los capitulos 14 a 17. Alli se cuenta la his- toria de los reyes de Israel, desde la muerte de Je- robodn II hasta la caida de Samaria y su incendio por los asirios. Para el trabajo en grupo * ;Qué pueden significar magia y religién hoy? * Si Dios es nuestro Padre, ;qué es el infierno? * jEn qué basamos nuestra esperanza? 36 Isaias O EL DIFICIL EQUILIBRIO DE LA ESPERANZA Yo vi aL SENOR Dios —jSanto, santo, santo el Seftor Dios de los ejércitos, la tierra esta lena de su gloria! Temblaban los umbrales de las puertas del tem- plo, y todo el santuario se llené de humo. Un joven de veintitin afios, llamado Isaias, mi- raba aténito el espectaculo fascinante que se desa- rrollaba ante sus ojos. Veia frente a si al mismo Sefior Dios sentado en su trono excelso y elevado, y la orla de su manto Ilenaba el templo de Jeru- salén. Los angeles ardientes —serafines— se cubrian con sus alas el cuerpo y la cara para no yer a Dios, mientras con otro par se mantenian cerniéndose. Y su canto hacia estremecer el edificio. Isaias se sintié perdido. Se sintié inmensamente pequefio ante tanta grandeza. La santidad del Sefior Dios era tan grande que lo que él habia creido santidad en su vida no era mas que algo impuro y 37 mezquino frente a Dios. Isaias tocé fondo. Tuvo la experiencia abrasadora de la santidad de Dios; y en lo profundo de esa experiencia sintié la certeza de que Dios mismo le purificaba los labios con su fue- go y que su pecado estaba perdonado. Sintiéndose perdonado por Dios, escuch6 que se le hacia una invitacién: —jA quién enviaré? jQuién ira de mi parte? Ag é Isaias, que habia tenido miedo ante la grandeza de Dios, ya lo habia perdido para cualquier mision en la que sintiera que Dios estaba de su parte. Por eso se ofrecid generosamente: —jAqui estoy! Mandame a mi. Y el Sefior Dios lo mandé como profeta para su pueblo. Con la dura misién de hablar a quienes no lo iban a escuchar; pueblo que, por su dureza de corazon, marchaba hacia un castigo en el que su tierra quedaria desolada, casi sin habitantes. Pero del cual quedaria un “resto”. Un tocén san- to del que todo volveria a renacer, pero santificado. Dos JOVENES FRENTE A LA HISTORIA La vocacién de Isaias para profeta sucedié el mis- mo afio de la muerte del rey de Juda, Azarias u Ozias. Este rey habia gobernado durante mucho tiempo, pero en los Gltimos afios de su vida con- trajo la lepra y tuvo que retirarse de la vida pa- blica, dejando el gobierno a su hijo Jotan. Durante los pocos afios que siguié gobernando atin Jotan 38 como rey, después de la muerte de su padre, Isaias se dedicé a la misién que Dios le habia encomen- dado de predicar al pueblo para que se convirtiera. Durante estos primeros afios de su vida de profeta su misién no fue muy original. Tuvo que enfren- tarse con los pecados tipicos de todo pueblo que se niega a tomar en cuenta a Dios. Si leemos los cinco primeros capitulos de su li- bro, tendremos un buen resumen de sus sermones, que tienen como tema: la injusticia social, — el desorden politico, el lujo y el despilfarro femeninos, la infidelidad cultual y religiosa. ' Isaias era un joven culto de la aristocracia de Jerusalén. Casado y probablemente ya con un hijo pequefio. Un hombre de un gran equilibrio y que dominaba muy bien sus emociones; con una gran claridad de ideas y un dominio extraordinario de la lengua escrita y hablada. Cerca de él, en la corte de esa misma capital, se estaba criando otro joven llamado Ajaz, que era hijo del rey Jotan y que tendria que participar de la misma historia compleja en la que iba a entrar el pueblo de Dios. A él también lo habia elegido el Sefior Dios para una misién importante: tendria que ser el jefe de su pueblo en lo politico. Era algo menor que Isaias, también él estaba casado, aunque atin no tenia hijos, lo que quiza le preocupaba bastante, porque, en caso de muerte prematura, haria que el trono heredado por su fa- 39 milia desde los tiempos de David pasara asi a otras manos. Cuando solo tenia veinte afios, murié su padre Jotan, y él, Ajaz, paso a ocupar el trono, justo en el momento en que toda la historia entraba en una fase muy critica. Dos grandes potencias se enfrentaban para dispu- tarse la influencia sobre el corredor fértil de Pales- tina. Al sur, la gran potencia econémica que era Egipto intrigaba con los pequefios reinos para co- ligarlos en un frente comin que hiciera de para- choques ante el avance de la potencia militar del norte, Asiria. El rey de Damasco -capital de Siria- y el rey de Samaria —capital de Israel- entraron en el juego. Ajaz, en cambio, se negé a hacerlo. Eso motivé que ambos reyes le declararan la guerra, a fin de des- tronarlo y poner en su lugar a un tal Tabel, que secundaria su politica de coalicién. SIN EXPERIENCIA Y SIN ESPERANZA Frente a la noticia del ataque de la coalicién siro- israelita, el coraz6n del joven rey y el del pueblo se agitd “como se agitan los arboles del bosque con el viento”. Y se penso en la defensa. Defensa que incluia, por una parte, reforzar las murallas y asegurar el aprovisionamiento de agua y, por otra, tratar de conseguir aliados que contraatacaran, a fin de des- viar la ofensiva enemiga. Parecia como si el Sefior Dios no contara para 40 nada en todo esto. Ya que se le dejaba olimpica- mente de lado, sin pensar siquiera en recurrir a él €n un momento tan importante y decisivo. Y entonces el Sefior Dios Ilamé a su profeta Isaias y le obligé a meterse de Ileno en el problema: —Sal al encuentro del rey y dile: jAlerta. Pero calma! No tengas miedo ni te acobardes... porque esos que te dan miedo ahora, dentro de poco no existiran mas... j & an mas jSi no tenéis fe, no podréis resistir! Pero el joven rey Ajaz no quiso arriesgarse en la fe. Prefirié continuar los preparativos de defensa basados en medios humanos. Llegé incluso hasta el extremo de enviar una embajada a los poderosos asirios, ofreciéndoles su vasallaje a cambio de ayuda militar. EMMANUEL: Dios ESTA CON NOSOTROS Pero Dios amaba a su pueblo y no estaba dis- puesto a admitir que lo dejaran de lado en un mo- mento tan importante. Por eso llamé nuevamente a Isaias y lo volvié a enviar al rey con la propuesta de que, si el rey lo pedia, el profeta estaba autori- zado a confirmar la autoridad de su misién con cualquier milagro, ya fuera Iluvia o terremoto. Ajaz se neg6 a pedir un milagro. No queria “ten- tar a Dios”. En el fondo no tenia esperanza en él y no queria arriesgar su futuro en un corajudo acto de fe. Y mas cuando, al no tener un hijo, hacia que 41 al comprometer su persona comprometiera a la vez la continuidad de su familia en el poder y en el trono de David. Entonces intervino Dios mismo, que inspiré a Isaias una de las profecias mas profundas del Anti- guo Testamento, por las consecuencias que tuvo mas alla de su cumplimiento inmediato: —jEsctchame, descendiente de David! {No os basta fastidiar a los hombres, que queréis fastidiar también a mi Dios? Es Dios mismo quien te da una sefial: Mira: la joven esta ya embarazada y va a dar a luz a un hijo, y le pondra por nombre “Emmanuel” (Dios-con-nosotros)... De este modo, Isaias anuncia al rey Ajaz que su joven esposa esta ya embarazada —cosa que parece el rey atin no sabia-, y le asegura en la continua- cién del ordculo que ese nifio crecera inconsciente de todos los peligros que ahora le asustan a él, su padre. Y que para cuando el chico se dé cuenta, el peligro ya no existira mas. Y que el nacimiento de este nifio seré una sefial de que Dios sigue estando presente en medio de su pueblo, de que él es la garantia mejor y de que es en él en quien el joven rey debe apoyarse. El gran anuncio del profeta sera en adelante la gran raiz de la esperanza del pueblo de Dios. Dios esta con nosotros: Emmanuel. Frase que se repetira a lo largo de la dolida historia del pueblo de Dios. Frase que ir4 siempre aparejada a la esperanza del 42 nacimiento de alguien en el cual descansaré la bon- dadosa mano salvadora de Dios. Esperanza en algo pequefio que ya esta en marcha, pero que al crecer ira dejando atras toda esa geografia de dolor que en el presente agobia y descorazona. (Los cristianos, desde los primeros dias de la Igle- sia, vieron esta profecia cumplida plenamente en la anunciacién de Maria, cuando el propio Hijo de Dios se encarné en su seno virginal.) LA ESPERANZA NUNCA MUERE Segiin la promesa del Seftor Dios por boca de su profeta nacié un nifio al que no pusieron el nombre de Emmanuel, sino el de Ezequias. Heredé las bue- nas inclinaciones y la piedad de su madre Abi, pero también la falta de esperanza de su padre Ajaz. Aunque quiz4 tuviera por preceptor al mismo Isaias, con todo, una vez que llegé al trono, no tuvo el coraje de seguir sus consejos, tal vez porque la presién de sus colaboradores se lo impidié. Su padre Ajaz habia llamado en su ayuda a los poderosos asirios contra el consejo de Isaias, que preferia no hacerlo, poniendo la esperanza en la ayuda del Sefior Dios. Los asirios vinieron y destruyeron a los reinos coligados de Damasco y Samaria. Pero a la vez to- maron en serio lo del vasallaje de Ajaz, imponiendo un fuerte tributo como pago a su proteccién mili- tar. Con el tiempo, esta protecci6n comenzé a ser sentida como algo peor que el peligro del que los estaba protegiendo. Y comenzé a surgir el anhelo de una liberacién. B Ezequias, hostigado por los egipcios y por sus colaboradores en Palestina, acept6 finalmente diri- gir una coalicién contra sus patronos asirios, rom- piendo su juramento de vasallaje y buscando apoyo incluso en un pueblo que en ese momento estaba surgiendo: los babilonios. Isaias se opuso al plan. El no habia querido que en su momento se Llamara a los asirios, porque exi- gia que fa confianza fuera puesta en Dios. Ahora que se les habia prestado juramento de fidelidad, exigia que no hubiera sublevacién contra ellos y que de una buena vez se tomara también a Dios en cuenta. Tampoco en esta ocasién se le hizo caso, y la sublevaci6n se realizé. Pero pronto hubo que sufrir las consecuencias. El rey asirio Senaquerib bajé por la costa en una campafia fulminante a la que nada ni nadie pudo atajar. Ezequias concentré todas sus fuerzas y sus riquezas en Jerusalén para tratar de resistir. Pero pronto tuvo que darse cuenta de que toda resistencia era humanamente initil. Fue asi como acepté pagar un duro tributo y, juntando de lo que no tenia, envi6 a Senaquerib la fabulosa suma de: novecientos kilos de oro y nueve mil kilos de plata, ademas de un montén de otros tesoros, y rehenes de su propia familia. Pero Senaquerib, una vez que tuvo en sus manos todo esto, en lugar de retirarse rompié con su pa- labra y exigié la rendicién incondicional, que in- cluia entre sus consecuencias la deportacion y el 4 destierro. 44 wie! EL HOMBRE DE LA RESISTENCIA Descorazonado, Ezequias no sabe qué hacer. Y vuelve a su viejo amigo el profeta, ya anciano de setenta afios, y le pide consejo, mostrandole la carta de ultimatum que le habia mandado el rey asirio. Isaias sabia que el soberano asirio solo tenia po- der en cuanto era un instrumento del Sefor Dios para castigar la desobediencia y el orgullo de su pueblo. Pero ahora, al ver que el asirio se excedia en sus atribuciones y que buscaba la destruccién de su pueblo, y con ello la del plan de Dios para su historia, se convierte en el hombre de la resistencia. Aconseja que se guarde la calma y que no se entregue la ciudad. Que se espere a la intervencién salvadora de ese Dios que esta y sigue comprome- tido con su pueblo: Emmanuel. Esta vez se le hace caso, y se confia en el Sefior Dios. Y unos dias después se desata entre las tropas asirias una epidemia de peste que diezma a los sol- dados y obliga a Senaquerib a levantar el sitio y a volverse a su tierra. Alli en su tierra, sus propios hijos lo asesinaron un dia en que estaba en el tem- plo de su dios. La ESPERANZA DEL VIEJO PROFETA Parece que Isaias no sobrevivi6 mucho tiempo a estos sucesos. Desilusionado por el actuar fluctuante de los hombres y de la politica humana, habia ter- minado por abrir sus gastados ojos a esa otra luz: a la que viene de adentro. E, iluminado por esa luz de la fe, supo ver la 45 historia y el futuro con ojos de esperanza. Y asf empez6 a cantar cosas imposibles. Empezé a sofiar con aquellos tiempos futuros en que el cordero co- meria junto al fedn, y el chivito al lado del oso, mientras un muchacho haria de boyerito de ese ex- trafio rebafio de animales. Mirando en direccién a lo imposible, sefialaria a su pueblo rumbos de esperanza que lo mantendrian con vida y con fe en medio de tiempos tremenda- mente dificiles. En el destierro se seguirian leyendo sus poemas y promesas, y de la rumia de sus es- critos seguirian surgiendo nuevas fuerzas para con- tinuar en el camino de la historia. Esas rumias posteriores se afiadirian a sus propios escritos y se nos entregarian bajo el poncho de su nombre. Isaias seria el apadrinador de todos los es- critores que sobre sus huellas siguieran alimentando la esperanza de su sufrido pueblo. Guia de lectura Ahora tendrias que leer los treinta y nueve pri- meros capitulos del libro de Isaias. También los ca- pitulos 16 a 20 del segundo libro de los Reyes; y los capitulos 26 a 32 del segundo libro de las Cré- nicas. Podrias completarlo con el resto de los ca- pitulos del libro de Isaias, que se escribieron entre ciento cincuenta y doscientos afios después. Para el trabajo en grupo * (Cual fue el momento fundamental de la vida de Isaias? ;Por qué? * (Qué significa hoy “Dios esta con nosotros”? JEREMIAS O LA FE COMO DIALOGO PasiON Y COMPASION Entramos con este tema en un momento triste de la historia. No solo triste para los hombres, sino fundamentalmente triste para Dios. Dios veia que la historia que los hombres iban protagonizando desembocaria en la destrucci6n. Y lo que mas le dolia a Dios era que él mismo tendria que tomar la decision de destruir eso que tanto amaba y por lo cual habia venido trabajando desde hacia tanto tiempo. Y para vivir esa historia en la geografia de des- truccién que se avecinaba, Dios necesitaba de un hombre que fuera su profeta en medio de su pue- blo. Y Dios equipé a ese hombre con lo mejor que tenia a mano. Lo equip6 con su propio corazon. Un coraz6n compasivo y lleno de pasién; con una tre- menda capacidad de carifio y una inquebrantable fuerza de resistencia. Algo muy facil de seducir, y a la vez imposible de doblegar. 47 RECUERDOS DE PROVINCIA EI Sefior Dios salié de Jerusalén como quien va para el norte, y se hizo “a pata” los cinco kilé- metros que habia hasta llegar a Anatot. Anatot era un pequefio pueblito de provincia, casi en la misma frontera entre los reinos del Sur y del Norte. Alli eligio a una mujer en la que acababa de sembrarse un nifio. Y a ese nifio que se estaba tren- zando en el seno materno, Dios le regalé su propio corazon. Después se volvié a Jerusalén para seguir estan- do presente en la enmarafiada historia de su pue- blo. Aunque sabia que nadie se preocupaba por hacer caso de sus exigencias. Porque la historia de su pueblo estaba yendo decididamente por un mal camino. Mientras tanto, el nifio crecia hasta ser dado a luz por su madre. Su padre era uno de los sacer- dotes responsables del culto en aquel pequefio pue- blito provinciano. Eran descendientes del sacerdote Abiatar, a quien el rey Salomén habia expulsado de Jerusalén por haber apoyado el partido contrario que lo Ilevara a él al gobierno. El corazén de Dios le asomaba por los ojos al nifiito, al que sus padres Iamaron Yirmeyahu, es decir, Jeremias (que significa: “Dios consuela”). Igual que el Sefior Dios alla en los tiempos de la creacién, el nifio Jeremias iba mirando todas las cosas, y veia que todas eran muy buenas. Alli aprendié a amar la lampara familiar, el mo- linito harinero con su ruidito chirriante. Sintid cantar los primeros pajaros, y escuché el canto ale- 48 gre de la novia esperando al novio por las tarde- citas. Y asi aprendié lo que es la paz. La paz con todas las cosas, que brota de la paz con Dios. La VIDA EN LA CAPITAL Unos cuarenta afios antes de que naciera Jere- mias, un chico de doce afios empezé a reinar en Jerusalén. Se [lamaba Manasés. Y tuvo un gobierno muy largo. Murié cuando Jeremias ya habia cum- plido tres afios. El y su grupo de gobierno decidie- ron que lo mejor para vivir en paz era hacerse al molde. El rey de los asirios acababa de conquistar casi todo el pais, y ellos optaron por someterse a su gobierno y aceptar todas las condiciones. Desgraciadamente, ese nuevo estilo de vida llevé al pueblo de Dios a renunciar a dos de sus deberes fundamentales: — la fidelidad al Dios de su historia, — la justicia entre hermanos. El capitulo 21 del segundo libro de los Reyes nos cuenta en pocas palabras lo que hizo Manasés: —Volvié a edificar los altares de los idolos... Y de- rramé también sangre inocente en gran cantidad. Su hijo Amén logré reinar solo dos afios, porque su guardia personal lo mat6 en una conjura. Pero la gente del campo se levanté contra los conjurados y los eliminé, proclamando a su hijo de ocho afios como rey en lugar de su padre asesinado. Ese chico se Ilamaba Josias, y tenia casi la misma edad que Jeremias. 49 Cuando este joven rey tenia veintiséis afios, su- cedié algo que electriz6 a todo el pueblo de Dios. Resulta que se estaban haciendo trabajos de repa- racién en el templo, y en una de esas se hizo un descubrimiento. Se encontré en el templo el libro de la ley. La lectura de ese libro olvidado hizo tanta im- presién en el rey y en su grupo de gobierno que el acontecimiento marcé un cambio en toda la poli- tica. Desde ese momento se decidié una vuelta ra- dical en la fidelidad al Dios de la historia de su pueblo. Y, para conseguir esa conversién y ese sanea- miento, se recurrié a lo que les parecié el camino mas corto y seguro. Se recurrié a la fuerza. El ca- pitulo 23 del segundo libro de los Reyes nos narra la forma en que se llevé a cabo la moralizacién del culto y de las costumbres en el pueblo de Dios. Sin embargo, pocos afios después todo se derrum- baria al desaparecer tragicamente el rey Josias en una desgraciada batalla contra los egipcios en los desfiladeros de Meguidé. Y el caos, el desorden y la anarquia que sucedieron demostraria que la mo- ralizaci6n por la fuerza habia dejado sin tocar las raices profundas del mal que habia en el pueblo de Dios. Ext Dios sEDUCTOR Mientras tanto, a solo cinco kilémetros del cen- tro de estos sucesos, Dios se dedicaba con paciencia a seducir a un hombre para que se entregara de SO todo corazén a su servicio. Tal vez muchas veces anteriormente Dios le habia ido hablando a Jere- mias. Pero un dia esa voz se hizo més clara y mas exigente. Tendria alrededor de veintitrés afios cuan- do Jeremias sintié fuerte esa voz que le hablaba: —Antes de haberte formado en el seno materno, ya te conocia, y antes de que nacieses, ya te tenia consagrado para una misién: ser profeta para todos los pueblos. Pero Jeremias no queria entregarse. No le tenia miedo a Dios. Le tenia miedo a la misién que Dios le entregaba. Quiso hacerse el chiquito para que Dios pasara de largo: —jPero Sefior! Mira que yo no sé desenvolver- me. No soy mas que un muchacho. Con todo, el Sefior Dios no aflojé: —No me vengas con eso de que: jSoy un mu- chacho!, porque a dénde yo te mande, tendras que ir, y lo que yo te diga, tendras que decir. No les tengas miedo. Yo estoy contigo para salvarte. Y el Sefior Dios, alargando su mano, acaricié los labios de Jeremias: —Pongo mis palabras en tu boca, desde hoy tienes mi autoridad para extirpar y destruir, para perder y derrocar, para reconstruir y plantar. St Pero parece que Jeremias no era un tipo facil de conquistar. Y Dios se decidié a acorralarlo. UNA MANANA DE PRIMAVERA Jeremias habia tomado esa mafiana uno de los caminitos en las afueras de Anatot. La primavera florecia en los primeros almendros. En hebreo, al almendro se le da el nombre de “alerta”, por ser el primer 4rbol que florece entre los frutales. Por encima de la tapia, una rama de almendro florecida se extendia hacia el sendero de Jeremias. Su alma de poeta lo detuvo a contemplarla. Y en eso andaba cuando sintié que Dios le hablaba es- condido alli: — {Qué estas mirando, Jeremias? Sorprendido, el muchacho sofiador responde sim- plemente: —Una rama de “alerta”, eso es lo que estoy viendo. Y el Sefior le aclaré mejor el sentido de la pre- gunta, diciéndole: —jLindo, Jeremias! jBien visto! También yo estoy “alerta” para que mi palabra se cumpla. Como golpeado, Jeremias regres a su casa. Y alli se quedé en silencio, frente al fuego del hogar fa- miliar donde hervia un puchero. Y nuevamente siente que Dios le habla desde esa olla que se des- borda hirviendo: —-jQué estas mirando, Jeremias? 52 Sintiéndose nuevamente sorprendido por Dios, respondié: —Veo un puchero hirviendo que se vuelca des- de el norte. Tal vez Jeremias ya intuia el sentido de lo que Dios le diria: —Asi es, Jeremias. Desde el norte es desde donde viene el desastre... jVamos, apriétate el cinturén, levantate y diles todo lo que yo te mando! No te eches atr4s, o seré yo el que haga que te eches atras. Yo mismo te convierto hoy en plaza fuerte, en columna de hierro, en muralla de bronce para toda la tierra, asi se trate de reyes como de jefes, de sacerdotes como de terratenientes. jTe van a hacer la guerra, pero no te venceran, porque yo estoy contigo para salvarte! jPalabra de Dios! Los SUFRIMIENTOS DE UN PROFETA Y asi comienza la misién de Jeremias. Predica al pueblo para que se convierta. Le amenaza con la destruccién que se avecina, a menos que una con- version sincera la detenga. Quiza inicialmente Jeremias también creyé que 53 el plan del joven rey Josias daria buenos resultados. Pero pronto se dio cuenta de que una conversién por la fuerza solo lograria cambiar las estructuras, pero no el corazén. Su apoyo inicial a la politica centralista de Josias le atrajo la ira y la persecucién de la gente de su pueblito. Sus mismos familiares intentaron matarlo, aprovechando la ingenuidad y buena fe del profeta sofiador. Pero fue después de la muerte del rey Josias cuando empez6 verdaderamente el calvario del hombre a quien Dios habia seducido para que se convirtiera en su profeta. Jeremias tuvo que cumplir su misi6n en una ciu- dad capital que era un hervidero de pasiones. Gru- pos de poder presionaban sobre reyes débiles e in- decisos. Y las cosas andaban de mal en peor en todos los sentidos. Finalmente, un sermén en el que el profeta anunciaba la destruccién del templo desata la furia de sus opositores. Los sacerdotes y los otros profetas son los primeros en denunciarlo. Se salva milagro- samente de que lo maten. Pero sera solo para tener que sufrir una persecucién mucho peor atin. Cuando la ciudad es finalmente atenazada por el sitio enemigo, Jeremias reconoce que la solucién no se encontrar por el lado de la fuerza, sino por una sumision a la voluntad del Dios que quiere sanar por el castigo. Lo toman por un “vendepatrias”, y consiguen una orden del rey para entregar a Jere- mias en manos de sus enemigos. Estos no se atreven a matarlo publicamente. S4 A falta de un calabozo peor, lo encierran en una cisterna vacia. Y el profeta pasa alli la noche mas negra de su vida. Cree que todo esta perdido. Sus enemigos fi- nalmente han logrado hundirlo. Enterrado alli has- ta la cintura en el barro del fondo, Jeremias piensa que Dios le ha sido infiel en su promesa de pro- teccion. Pero un extranjero, amigo suyo, va de noche al rey y consigue el permiso para sacarlo de alli a escondidas. UN PROFETA SE CONFIESA Otro amigo del profeta, su secretario Baruc, tuvo la buena idea de conservarnos algunas paginas del diario intimo de Jeremias. Y por esas paginas sa- bemos de ciertos momentos vividos en su alma. En esos pequefios poemas, Jeremias derrama su alma ante el Sefior Dios con toda la amargura y a la vez la confianza de quien siente a Dios muy cercano, pero también muy incomprensible. Y el Sefior Dios consuela al pobre Jeremias. Pero, paradéjicamente, lo consuela apretandole las exigen- cias. Jeremias siente que Dios sigue teniendo con- fianza en él. Que Dios lo sigue necesitando. Y en medio de su angustia y de su persecucién, el profeta recobra el valor para ser fiel hasta el final a la misién que Dios le ha encomendado en favor de su pueblo. Porque Jeremias comparte hasta sus altimos mo- mentos el fin desastroso de su pueblo, que no ha querido convertirse. SS Cuando finalmente los caldeos conquistan Jeru- salén y queman el templo, destruyendo todo lo que Jeremias amaba, él, sin embargo, rechaza la pro- puesta del general caldeo, que le ofrece irse a Ba- bilonia para recibir un puesto de honor. Prefiere quedarse con su pueblo dolorido y hu- millado. Y con él comparte los Ultimos aconteci- mientos que terminan por acabar con lo poco que quedaba. Ese mismo resto decide finalmente huir a Egipto, y obligan al profeta a que vaya con ellos. Y alli morira Jeremias, en tierra extraha y sin honores, por haber sido fiel hasta el final al Dios que lo habia seducido porque lo necesitaba para ser el padre del pueblo que naceria de aquellas ruinas. Guia de lectura Te pediria que leyeras, en el segundo libro de los Reyes, los capitulos 33 a 36. Del libro de Jeremias puedes leer: - vocacién de Jeremias: capitulo 1; — las persecuciones: capitulos 26 a 29 y 36 a 43; — los trozos de las confesiones: capitulos 11,18 a 12,6; 15,15 a 15,21; 17,14 a 17,18; 18,18 a 18,21 y 20,7 a 20,18. Para el trabajo en grupo fe, * Pregunta Gnica: yc6mo fue tu vocacién? Cuén- * tala. 56 BARUC O LA ESPERANZA COMO AMBICION jAy DE mi! —Asi dice el Sefior Dios: Yo tengo que derribar aquello que edifiqué, y tengo que arrancar Jo que yo mismo planté. éY ta pretendes grandezas...? No, Baruc... jno las busques! Esta fue la respuesta que el profeta Jeremias dio a su joven amigo Baruc cuando lo vio desanimado porque el fracaso parecia ser la coronacién de todas sus ambiciones. Pero la respuesta no se redujo a estos versos, que casi eran un reproche para su ambicioso y desco- razonado amigo. Jeremias continda hablando a su amigo y lo abre al futuro. Un futuro donde se pre- sagia el derrumbe de todo, como en una cosecha, pero en el que la vida quedara a salvo. Esa vida de la semilla que justifica todo el dolor de la trilla y que promete nuevas siembras: Porque el derrumbe de todo es ya cosa decidida; pero tengo prometido -y es Palabra que no falla— que a donde quiera que vayas tendras a salvo tu vida. Y ya muerto Jeremias, cuando Baruc se dedique a recopilar los escritos de su gran maestro para de- jarlos como semilla de reflexi6n profunda para su pueblo en el destierro, no puede resistir a la nece- sidad de colocar este pequefio mensaje personal como conclusién de todos sus escritos. Y asi nos ha quedado en el libro de Jeremias como un pequefio capitulo final -el 45- que es la sintesis de toda su vida y su mensaje. BUSCANDO GRANDEZAS Baruc —Benito- era un joven culto de una gran familia de la capital, Jerusalén. Su padre Nerias, hijo de Maasias, era quiz4 miembro del consejo real. Otro de sus hijos, Serayas, hermano de Baruc, lleg6 incluso a ser embajador extraordinario del rey Sedecias ante el todopoderoso gobierno de Ba- bilonia. Benito —Baruc- fue recibido como escribano. Lo que en su tiempo y en Israel significaba haberse puesto en contacto con lo mejor de la cultura re- ligiosa y civil. Ya que la escritura y su estudio po- nia no solo en relacién con lo literario, sino fun- damentalmente con lo que se habia escrito en ef campo de la historia, y esta era esencialmente re- 58 ligiosa. Por sus estudios pudo irse empapando de la historia de su pueblo y de lo que el Sefior Dios habia ido haciendo en ella, y de las exigencias que de ahi se derivaban. Aunque no estamos seguros, parece que desde muy joven conocié al profeta Jeremias y se entu- siasm6 por este maestro, que lo Ilevaria a compartir su destino, su drama y, finalmente, su tragica gran- deza. Tal vez haya sido su anhelo de grandeza lo que lo atrajo hacia ese gran hombre en quien intuia la presencia de Dios. Y como tantos otros, también él, marchando tras las grandezas de Dios, Ilegé fi- nalmente a encontrarse con el Dios de las grande- zas. Con ese Sefior Dios que convierte en inmor- tales a sus amigos. Pero por caminos que a los hom- bres nos parecen extrafiamente complicados. Porque visto humanamente, Baruc, cuya trayec- toria se inicié con un periodo de m4s o menos éxi- to, pronto supo lo dificil que es ser el portador de la Palabra de Dios para un pueblo. Una historia que concluyé desde el punto de vista humano en el fracaso total. BasiLonia y Ecipro Al sur de la tierra del pucblo de Dios, Egipto seguia siendo la gran potencia que continuaba ali- mentando las esperanzas humanas de liberacién. Ella ofrecia su apoyo econémico y toda la habilidad de sus intrigas a los alocados proyectos de rebelién que se alimentaban en Israel. La gran potencia del norte que habia sido Asiria 59 acababa de entregar su turno de poder a Babilonia, y con é{f sus derechos sobre Palestina. En la corte de Jerusalén dos bandos se dispu- taban el poder, apoyandose cada uno de ellos en una de esas dos potencias. Baruc, por tradicién fa- miliar, parece haber sido un anti-egipcio. Sus ene- migos lo identificarian facilmente como un pro-ba- bilonio. Y mas atin cuando lo vieron estrechamente ligado a ese odiado profeta Jeremias, que no cesaba de oponerse a sus intentos por sacudirse la domi- nacién babilénica que pesaba sobre ellos. Jeremias amaba profundamente a su pueblo. Dios le habia regalado un corazén sensible que consi- deraba propias todas las esperanzas y todas las as- piraciones de su gente. Pero sabia que esas esperan- zas no podian apoyarse en fuerzas humanas. Y que lo importante era convertir ese pueblo al Sefor Dios. Hubo momentos en que incluso leg a de- sesperar de que esto pudiera producirse. Solo un milagro lo lograria. Y Jeremias tenia la esperanza de que ese milagro tendria lugar: que el Sefor Dios finalmente cambiaria ese corazén de piedra de su pueblo por otro corazén de carne, capaz de com- prender los proyectos de Dios y de seguirlos. Pero veia que, mientras tanto, el camino que se seguia solo Ilevaria al desastre y a la destruccion total. Que ese camino no era el de la conversion a Dios, sino el puro camino de la rebelién contra Babilonia, apoyandose en las esperanzas que pro- porcionaba el poder egipcio. El mensaje de Jeremias era demasiado simple y demasiado explosivo en ese contexto como para no 60 “w atraer las iras de sus contrarios: el camino no es la rebelién contra Babilonia, sino la conversién al Se- fior Dios. Sus enemigos tergiversarian sus palabras y las simplificarian, rebajandolas a una simple proclama politica: sometamonos a Babilonia. UN ESCRITO PELIGROSO E! Sefior Dios parecia no caer en la cuenta del peligro al que exponia a sus amigos al obligarlos a adoptar algunas actitudes en aquellos momentos. En el afio 605, cuando las cosas parecian apaci- guadas gracias a un momentaneo sometimiento a Babilonia, el Sefior Dios mandé a Jeremias que pu- siera por escrito todos sus sermones de amenazas, y que los hiciera leer piblicamente en el templo con ocasién de una gran concentracién popular. Jeremias estaba detenido y no podia hacerlo per- sonalmente. Entonces Ilam6 a su amigo, el escri- bano Baruc, y le fue dictando todo lo que el Sefior le habia ido revelando sobre las desgracias que so- brevendrian al pueblo de Dios, a la ciudad de Je- rusalén, al templo y al rey, debido a su corazén impenitente y a sus desobediencias al plan de Dios. La lectura de este escrito por Baruc en el templo provoc6é un enorme revuelo. Baruc fue llamado a sesién secreta por un grupo de influyentes que, sa- cudidos por el mensaje del profeta, consideraron que la cosa tenia que ser llevada hasta las més altas esferas. Pero previamente, por prudencia, aconseja- ron a Baruc y a Jeremias -que ya habia salido de la carcel- que se escondieran para evitar represalias. 61 El escrito fue leido ante el rey y su consejo. Como estaba escrito en un rollo de pergamino, el rey lo fue cortando trozo a trozo a medida que se lo iban leyendo, para ir quemandolo en un gesto que demostraba bien a las claras que no tomaba en serio su contenido y que condenaba a sus autores. Luego ordené la captura de Jeremias y de Baruc. Pero el Sefior Dios se encargé de ocultarlos y de que no se les encontrara. Esta fue para Baruc la primera experiencia de que su ambicioso camino hacia la grandeza no era algo tan simple como él lo habia pensado. Pero quiza fue también un acontecimiento que unio mas profundamente su destino con el de su maestro. Pues nuevamente, en la forzada inactividad de su escondite, Jeremias aproveché sus servicios para volver a redactar un nuevo escrito que contenia todo lo anterior y otros muchos sermones mas. Este nuevo escrito es lo que més tarde daria origen al libro que actualmente tenemos en la Biblia bajo el nombre de Jeremias. UNA ESCRITURA ABSURDA Dieciocho afios después de aquel acontecimiento, las cosas habian legado a un punto critico. Se ha- bia desoido la predicacién del profeta y, finalmente, la sublevacion habia traido como contrapartida la invasion babilonica de Palestina. Toda Ia tierra es- taba ocupada y arrasada. Solo resistian Jerusalén y algan que otro baluarte fortificado con murallas. Todo parecia haber terminado, y las esperanzas ape- 62 nas si se aferraban todavia a lo que podian defender y encerrar las murallas de la capital. Y en ese preciso momento Dios pidid a Jeremias que realizara un gesto incomprensible: que compra- ra en su pueblo natal de Anatot un campo que queria vender su tio Janamel. Realmente las cosas no estaban como para comprar ni vender nada en Jerusalén. Y mucho menos algo que estuviera fuera de las murallas. Pero Jeremias sintié que Dios le pedia ese gesto, y que se lo pedia en plenitud como un simbolo de esperanza para el futuro. Por eso Ham6 a su amigo Baruc y le mandé certificar como escribano una de las escrituras mas absurdas de la historia. Quiso que el contrato de compraventa se hiciera con todas las de la ley. Con escritura archivada y con copia abierta. Con testificacin de partes y con pago a la vista con plata pesada ante testigos. Y luego mandé guardar toda la documentaci6n, que en esos mo- mentos de derrumbe general parecia mas una tra- gica comedia que una operacién legal. Baruc se convirtié asi en el primer escribano del Sefior Dios que testificaria oficialmente un docu- mento de compraventa en el que Dios mismo se comprometia en cuanto a su validez. Y que [legaria a ser en la historia una escritura absurda que per- duraria en su validez a través de los siglos. Morir EN Ecipto El mismo afio de esa escritura de compraventa cay6 Jerusalén. Los babilonios abrieron brecha en 63 la muralla de la capital; por la noche el rey huyé con algunos seguidores. Pero fue interceptado antes de cruzar el Jordan. Su suerte fue terrible: antes de que le vaciaran los ojos presencié el degiiello de sus hijos y sus amigos, para que esta macabra imagen fuera la Gltima que viera en la tierra. Jerusalén y el templo fueron incendiados, como tantas veces lo anunciara con angustia Jeremias. El mismo profeta fue inicialmente confundido con la masa de prisioneros. Pero, al reconocerle, se le puso en libertad junto con su amigo Baruc, y se le per- mitié elegir entre ir a Babilonia honrosamente o quedarse con su humilde pueblo en la tierra patria. Jeremias prefirié quedarse y compartir la suerte de su gente. Un amigo suyo, Godolias, fue instituido como gobernador de todos aquellos que no fueron depor- tados a Babilonia. A su lado se qued6 Jeremias como consejero, y como testimonio de que Dios seguia comprometido con su pueblo. Varios jefes de grupos que atin resistian en las montafias o en las campifias fueron a encontrarse con Godolias y a buscar una forma de someterse sin peligro de represalias. El gobernador los recibié y les aseguré que no serian molestados si se so- metian y reanudaban una vida laboriosa y pacifica. Pero Ismael, uno de estos jefes de banda, abusando de la credulidad de Godolias en cuanto a sus in- tenciones, aproveché una buena coyuntura y lo ase- sind junto con toda su guardia y con la guarnicién babilonia que lo apoyaba. Luego traté de huir hacia el reino vecino de Amén, Ilevandose como prisio- ae 64 . neros a todos los que estaban bajo la jurisdiccién del gobernador asesinado. Los otros jefes, al enterarse de lo sucedido, reu- nieron a sus seguidores y salieron en persecucién de Ismael, que se vio obligado a abandonar a los prisioneros y huir con ocho de sus secuaces. Pero era de temer que los babilonios no creyesen en la buena fe de estos jefes y que los culpasen del asesinato del gobernador dejado en la tierra con- quistada. Por ello los jefes de banda fueron a con- sultar a Jeremias sobre lo que debian hacer. Este pidi6 diez dias para rezar y consultar al Sefior Dios. Y al cabo de ellos transmitié que no se debia huir a Egipto, sino que habia que quedarse en la tierra y tener confianza en la protecci6n de Dios, que aseguraba que nada malo les sucederia. Los jefes no aceptaron la decisi6n y culparon a Baruc de instigar a Jeremias contra ellos a fin de que cayesen en manos de los babilonios. Por ello obligaron a Baruc y a Jeremias a unirse a la cara- vana de los que atin quedaban en la tierra, y con ellos se marcharon rumbo al sur, abandonando la tierra del pueblo de Dios para entrar nuevamente a Egipto. Probablemente alli, en tierra egipcia, murié el maestro. El discipulo se dedicé a recopilar los es- critos del profeta, afiadiéndoles sus recuerdos per- sonales y aquellas paginas del diario intimo que Jeremias le confiara. Esos escritos serian luego Ilevados a Babilonia, y alli serian meditados, releidos, rumiados en el silencio del destierro por aquellos que no habian oS sabido comprenderlos en Jerusalén. Y esa semilla, alla en la greda fértil del pueblo humillado, sin tierra, sin rey y sin templo, seria la que iria cre- ciendo hasta convertirse en el alma de una nueva espiritualidad que haria resurgir a todo un pueblo de las ruinas. A través de esos escritos, el ambicioso escribano de Jerusalén Ilegaria a la grandeza inmortal que nos hace atin hoy sentirnos deudores suyos. Guia de lectura Todo esto lo tienes en el libro de Jeremias. Los textos mds importantes serian: — capitulo 45: el oraculo de consuelo para Baruc; — capitulo 36: la actuacién en la escritura del rollo del afio 605; - capitulo 32: la escritura de compraventa del campo; — capitulos 40 a 43: los altimos acontecimientos. Para el trabajo en grupo + jEn qué consistié la grandeza de Baruc? * (Se cumplidé su ambicién de grandeza? ;Cémo? 66 JUDIT O EL AMOR COMO RIESGO EL ALMA DEL PUEBLO Un autor biblico, cuyo nombre quedé en el ano- nimato, quiso transmitir a su pueblo una verdad. que el Sefior Dios le habia revelado a través de la rumia que hiciera sobre su historia. Y, para poder hacerlo, eligié un personaje que encarnara la verdad fundamental que queria transmitir. Cierto: los tiempos eran dificiles y habia que ser prudentes, a fin de que la verdad Ilegara a los destinatarios de una manera sugestiva, pero cuidando a la vez no ser malinterpretado por bandos en pugna. Es pro- bable que también cuidara de no despertar a la cen- sura de aquel momento, que ciertamente hubiera prohibido un escrito explicitamente referido a la situacién que se estaba viviendo. Eligié un personaje hist6rico, al que nosotros no conocemos, y que él llamé Judit, nombre que sig- nifica “la judia”. Con ello ya estaba diciendo que detras de su heroina habia que sentir el latido del alma de todo el pueblo, a quien ella en cierta ma- nera encarnaba. Y traté de situar su historia, pro- 67 bablemente real en sus grandes lineas, en un con- texto evocador y confuso a la vez. En el gran es- cenario de su novela histérica entrarian personajes y situaciones de épocas muy distantes entre si. Ten- driamos asi al legendario Arfaxad de los tiempos antiguos junto a Nabucodonosor, el que Ilevara al pueblo al destierro. Y a este rey de los caldeos se le harfa habitar en Ninive, destruida antes de que él reinara, y gobernando a los asirios, que de hecho fueron sus enemigos, Con toda esta confusién de hechos histéricos y lugares geograficos, el autor busc6 desviar la atencién de los detalles de su na- rracién a fin de que los entendidos captaran su mensaje central y los no entendidos se enmarafiaran en cuestiones laterales. Hasia UNA VEZ DOS REYES Mas o menos asi empieza la novela. Se trata de comenzar con un escenario grandioso donde poder enfrentar lo que en aquel tiempo se consideraba como el maximo de la fuerza. Por un lado, un rey que edificé una fabulosa ciudad fortificada: Ecba- tana. Su rey, Arfaxad, la rodeé con una muralla fantastica que la convertia en inexpugnable. La mu- ralla tenia treinta metros de alto por veinticinco de ancho en su parte superior. Las puertas monumen- tales tenian veinte metros de ancho por treinta de alto. Nabucodonosor, en cambio, contaba con un ejército inmensamente grande, auxiliado por todos los pueblos conocidos de aquella época, desde la India hasta Egipto. 68 Y estaba de Dios que tendrian que enfrentarse. Curiosamente, en el momento decisivo, Nabuco- donosor se encontré solo con su ¢jército, pues sus aliados no quisieron apoyarlo. Y, por otro lado, el rey de la ciudad fortificada sali a pelear en la Ila- nura, por lo que fue vencido. Con estos trazos, el autor ironiza sobre los resultados de los grandes proyectos humanos, inflandolos hasta el maximo casi por el gusto de sentir cémo estallan cuando revientan victimas de su propia presién interna. Pero Nabucodonosor no se contentaria con su victoria. Después de festejarla con su ejército en un banquete que duré ciento veinte dias, se acordé del desaire que le habian hecho los aliados, y juré to- mar venganza contra ellos. Nuevamente comienza a inflarse el proyecto humano. Proyecto de exter- minio y prepotencia. Nabucodonosor decide pasar a sangre y fuego por todos aquellos pueblos que no respondieron a su llamamiento. Los que se le rin- dieran espontaneamente gozarian de una esclavitud mas 0 menos tranquila. En cambio, los que se opu- sieran a su paso serian exterminados sin contem- placiones. En ese momento, Nabucodonosor, engo- losinado por su triunfo, no reconoce otra ley que su voluntad ni otra verdad que la fuerza que lo respalda. Para preparar el terreno de esa marcha triunfal de exterminio decide mandar a su primer general, Holofernes, con lo mis selecto de sus tropas: ciento veinte mil soldados de infanteria y doce mil de caballeria. Con la orden de precederlo, lo faculta también para que se equipe a su gusto a expensas 69 del tesoro real, instandole a que no deje de cumplir ninguna de sus érdenes. Y asi comienza Ja parte central del relato, con el avance de Holofernes que, confiando plenamente en la fuerza de su ejército y en la debilidad de sus enemigos, no reconoce otra verdad que el capricho de su amo Nabucodonosor, quien se ha convertido en dios del mundo por su victoria sobre el nico enemigo que habria podido enfrentarse a él. Hapia TAMBIEN UNA MUCHACHA... Muy lejos de alli, una pareja de jévenes esposos vive su pacifica vida de amor en un apacible pue- blito de la montafia. El se llama Manases, y es un estanciero que tiene campos en el valle. Ella se Ila- ma Judit, y es extraordinariamente hermosa, inte- ligente y fiel. Viven en Betulia, ciudad enclavada en la falda de una montafia, sobre el desfiladero que da acceso al territorio donde habita el pueblo de Dios. Probablemente los esposos no saben nada de lo que sucede o esta a punto de suceder. Aparente- mente, su vida no tiene nada que ver ni que decir con esa gran historia que manejan hombres tan im- portantes como Nabucodonosor y Holofernes. Y, sin embargo, el Sefior Dios ha elegido a uno de ellos para echar por tierra todos aquellos planes grandio- sos de conquista y exterminio. Porque el Sefior Dios amaba a su pueblo. Y habia decidido aniquilar la fuerza prepotente de aquellos que no reconocian otra verdad que su capricho ni 70 otra ley que la de las armas. Y para ello no quiso elegir al emprendedor y rico Manasés, que quiza habria podido ser un buen caudillo de su gente. Eligié, curiosamente, a la débil y bonita Judit: una muchacha que jamés sofiara con otra cosa que con el carifio de un hombre y el pequefio reino de la intimidad hogarefia. Desde aquel momento, el Sefior Dios seria el cul- pable de todo lo que le sucediera a Judit. Y la Gnica razon del actuar del Sefior Dios seria que la nece- sitaba para salvar a su pueblo. Por eso, un buen dia, mucho antes de las grandes batallas, el Sefior Dios podé a Judit de lo que mas queria. Le retiré el apoyo y el carifio de su esposo Manasés. Habia salido este al campo para controlar el tra- bajo de los peones que estaban segando la cebada, cuando en pleno campo Ie agarré una insolacién que le hizo volver a su casa. Alli murié en brazos de su Judit. Y asi, sin previo aviso, de la mafiana a la tarde, la pobre muchacha se encontré incomprensible- mente obligada a aceptar su dolorosa viudez. Desde aquel momento, todo lo exterior perderia para ella interés. Despojéndose de sus adornos, se vestiria de riguroso luto. Una pequefia choza en la terraza seria su habitaci6n normal, de la que solo saldria en los dias de fiesta para compartir con su pueblo el sabor amargo de una alegria que ella ya no sentia. Y asi pasaria tres afios y cuatro meses, sin comprender el porqué de este actuar doloroso del Sefior Dios en su vida, pero viviendo fielmente las exigencias que tenia para ella. 71 UNA OPINION DIFERENTE Cuando el pueblo de Dios se enteré del avance de Holofernes y de las intenciones que abrigaba, se Hené de miedo. Sabiéndose sin fuerzas para resistir, recurrieron al Seftor Dios con siplicas, rogativas y grandes ayunos publicos. De esta manera trataban de despertarlo frente a la grave necesidad de la que acababan de tener conocimiento. Ellos no sabian que el Sefior Dios estaba ya enterado de todo eso desde hacia mucho tiempo, y hacia tres afios y cua- tro meses que habia tomado las medidas necesarias, cuando desembarcara sorpresivamente en la vida de una joven, alla en el norte. No sabiendo qué hacer, y en espera de que el Sefior Dios realizara algo, comenzaron a tomar sus medidas de defensa. Ordenaron hacer acopio de provisiones para aguantar un largo sitio, Ademas ordenaron fortificar las ciudades amuralladas. Sobre todo dieron orden a las ciudades del desfiladero para que detuvieran, mediante su resistencia, al ene- migo. Humanamente acorralados, sintieron la ne- cesidad de apoyarse en la débil fuerza de la que disponian: la geografia montafiosa de su territorio y la seguridad de sus murallas. Cuando Holofernes se enteré de que un pequefio pueblo inerme se atrincheraba para cerrar el paso a sus planes, creyé entender mal lo que le decian. jCémo! {Quién era ese pueblo, y en qué basaba su osadia para enfrentarse con toda la fuerza de su ejército? jEstaban locos? ;Tendrian alguna fuerza secreta que los apoyaba? No sabiendo qué pensar, llamé a consejo a todos 72 los jefes de los pueblos aliados suyos que se le ha- bian unido y que quiz conocieran algo de esa pe- quefia nacién que ahora se atrevia a oponérsele. Hasta ahora, él ni siquiera habia sabido de su exis- tencia. Mucho menos podia conocer su historia y sus esperanzas. Por eso se dispuso a escuchar a los jefes de fa zona, que podrian informarle y confir- marle en la seguridad de que este pueblo estaba loco de remate y de que su actitud era absurda al pretender oponerse a lo Gnico objetivo: su fuerza bruta. Ajior era el jefe de los amonitas. El conocia bien la historia del pueblo de Dios, aunque personal- mente habia sido siempre su enemigo. Por eso se levanté en el consejo y dio su opinién personal, bastante diferente de la que tenia Holofernes. Su tesis fue la siguiente: —Este pueblo es especialmente amado por Dios, que lo ha guiado siempre a través de su historia. Ellos no confian en la fuerza de las armas, sino en la fidelidad de su Dios. Si ellos son fieles al Sefior Dios, nadie puede vencerlos. Pero si son infieles a su Dios, entonces cualquiera los vence. Por eso te ruego que averigiies si en este momento son fieles o no. Porque, si son infieles, los derrotaremos sin dificultad. Pero si son fieles a Dios, es mejor no meternos con ellos. Un sordo clamor se elevé del consejo, enfurecido por la tesis del general amonita. Se pidié a gritos que se le hiciera callar y se le liquidara. Era ab- surdo tener miedo a una naci6n insignificante. Aqui no habia mas dios que Nabucodonosor, ni 73 més ley que su voluntad, ni més verdad que aquella que tenia la fuerza de su lado. Holofernes decidié dar un escarmiento a Ajior. Ordené que se le atara y se le Ilevara asi hasta las cercanias de la ciudad de Betulia, a fin de que, uniéndose a ese pequefio pueblo, participara de su horroroso final cuando é{ lo arrollara con su po- deroso ejército. De esta manera, Ajior constataria en su propia carne lo absurdo de su tesis. Asi se hizo. Y de esta manera Ajior, casi sin darse cuenta, entré en el plan salvador del Seftor Dios, escapando a la destruccién que Dios ya habia de- cretado para demostrar la falsedad de la tesis de Holofernes. jSt ERES Dios, ESCUCHANOs! Y comenz6 el asedio. Siguiendo el consejo de los generales aliados, Holofernes dispuso derrotar a los de Betulia por medio de la sed, para obligarlos asi a la humillacién de entregarse ellos mismos. Se apoderaron de todas las fuentes del agua que abas- tecia a la ciudad, y se pusieron destacamentos en las cumbres vecinas para cortar cualquier retirada o ayuda exterior. Treinta y cuatro dias después, la sed era tan tre- menda que los de Betulia se amotinaron y exigieron a sus jefes llamar a los enemigos y entregar la ciu- dad, ya que el Sefior Dios se negaba a darles su ayuda. Los jefes, desesperados también ellos por el silencio de Dios, que les negaba hasta un poco de Iluvia, propusieron dar al Sefior Dios un plazo 74 de cinco dias. Si en ese tiempo él no los ayudaba, entonces dejarian de confiar en él y entregarian la ciudad a los enemigos. Era como decirle al Sefior Dios: —Si eres Dios, tienes que escucharnos. Si no nos escuchas, ya no eres m4s nuestro Dios. Y Judit escuché. Ella no era Dios, sino una sim- ple mujer de su pueblo. Pero en la intimidad de su dolor habia escuchado a su pueblo sediento y a sus jefes desorientados. Sobre todo, habia escuchado al Sefior Dios. Porque lo importante no era que Dios escuchara a su pueblo, sino que su pueblo se pu- siera a escuchar al Seftor Dios. Por eso mandé llamar a los jefes del pueblo a su casa, y les dijo: —Habiis obrado neciamente. {Desde cuando po- demos nosotros, pobres mortales, ponerle exigen- cias al Sefior Dios? Fue él quien tuvo exigencias para con nuestros padres, y ellos le obedecieron. En este momento tenemos que escuchar a Dios y obedecer lo que él nos pide. Tomemos en serio el hecho de que aqui lo mas importante no es nuestra sed. Nosotros somos la puerta de entrada a nuestro pueblo. Sobre nosotros se apoyan cosas sagradas que caeran en manos del enemigo en caso de que nosotros aflojemos. Nuestra misién es mas impor- tante que nuestra situacién personal. Los ancianos reconocieron que Judit tenia raz6n. Pero también constataban que [a situacién del pue- blo era desesperada. Necesitaban un poco de Iluvia. Y rogaron a Judit que intercediera ante el Sefior 7S Dios para que se la enviara. Sin embargo, Judit sin- ti6 en su coraz6n que el Sefior Dios le pedia algo mas que esa intercesion. Le exigia que se compro- metiera a fondo, arriesgando su vida por la salva- cién del pueblo acorralado. Ext Dios DE LOS HUMILDES Sola frente a Dios, Judit sintié sobre si todo el peso de la misién que se le pedia, y a la vez la experiencia de su propia debilidad. Por eso, despo- jandose de todo lo que en ella tenia valor, se puso totalmente en manos del Sefior Dios para Ilenarse con su fuerza. Su oracién comienza recordando al Sefior Dios sus hazafias de los viejos tiempos. Luego hace un examen de conciencia afirmando que su pueblo le es fiel y que no reconoce otro Dios fuera de él. Pide para si misma la fuerza de Dios, y ter- mina con una afirmacién que es la tesis de todo el libro: ——No est en el niimero tu fuerza, ni tu poder en los valientes, sino que eres el Dios de los hu- mildes, el defensor de los pequefios, apoyo de los débiles, refugio de los desamparados y salvador de los desesperados. Armada solo con la fuerza de Dios, Judit se puso en pie y comenz6 a poner por obra su plan. Se revisti6 de toda su capacidad de belleza y la puso enteramente al servicio del plan del Sefior Dios. Ella irfa a seducir al enemigo y a cortarle la cabeza con su propia mano de mujer. 76 Esta es siempre la tactica de la vida: se deja de- vorar por la muerte, que golosamente se la traga. Luego la vida le revienta en las entrafias y con sus despojos vuelve a nuclear todo lo disperso. También la semilla se arriesga a entrar en el coraz6n del invierno y, dejandose absorber por la tierra fria, hace estallar finalmente la primavera liberando la vida encerrada dentro, poniéndola a disposicién de la humedad y del calor que Dios le regala. Porque nuestro Dios es el Dios de la primavera. Es un Dios que no ama la muerte, aunque a veces, para vencer a la muerte, permite que los suyos la acepten en su carne. Asi, el propio Cristo se dejaria llevar hasta el corazén de la muerte y de los infiernos, desde donde surgiria glorioso y victorioso trayendo como despojo a aquel mismo que habia pensado tenerlo cautivo para siempre. Y el antiguo enemigo que ha- bia engafiado al hombre Adan en un Arbol fue fi- nalmente en un Arbol vencido por el segundo Adan, el Hombre nuevo Jesucristo. LA FALSA SEGURIDAD SE ENGANO Holofernes habia fijado las reglas del juego. Ha- bia decidido que la Gnica verdad seria aquella que tuviera el poder para arrebatar la victoria. El habia creido que esa verdad tenia como tinico apoyo la fuerza de las armas, Su cabeza era lo que mantenia unida aquella dispersién que el miedo y la fuerza habian aunado. EI plan de Judit era muy sencillo. Quitar de en medio esa cabeza y liberar la fuerza disgregadora a7 que ya latia en el amontonamiento de los enemigos. Con la fuerza del Sefor Dios y con la cimitarra del propio Holofernes, terminaria por cortarle a este la cabeza. Y con este trofeo como prueba del actuar de Dios en medio de su pueblo, retornaria en la noche hasta la ciudad sitiada para anunciar a sus habitantes la salvacion. Apenas despunté el alba y el sol salié sobre la tierra, comenz6 a hacerse visible la victoria que se habia decidido en el coraz6n de la noche. Alrede- dor de los fuegos donde se esperaba impaciente el amanecer, el pueblo humilde ya estaba de fiesta, mientras en el valle los enemigos dormian en la inconsciencia de la borrachera su derrota ain in- sospechada, pero ya irreversible. Cuando aparecié la luz y se conocié la verdad, sobrevino el miedo y, con él, la desbandada. Y para el pueblo humilde, la victoria. jALaBaD A MI Dios! Cuando una mujer ha sentido actuar la fuerza del Sefior Dios a través de su debilidad, queda ca- pacitada para convertir en himno de alabanza hacia Dios toda la gratitud que su pueblo le tributa: —jBendita seas del Sefior todopoderoso, desde ahora y por los siglos! Y todo el pueblo exclamé: —jAmén! Judit entond un himno de alabanza al Sefor Dios, quebrantador de guerras. A ese Sefior Dios 78 que puso su campamento del lado de su pueblo, y que a ella la arrancé de la mano de sus enemigos. Algunos siglos después, otra mujer de esa misma zona, Maria de Nazaret, entonaria su Magnificat, inspirado en parte en el canto de su compatriota Judit. Ella, que habia engafiado al demonio Ilevan- do en sus entrafias virginales al mismo Hijo de Dios. Y en este himno volveria a ser cantada la tesis de Judit y del pagano Ajior: —wNuestro Dios es el Dios de los humildes, aquel que enaltece a los pequefios, humilla a los soberbios en su corazén, y derriba del trono a los poderosos. A los hambrientos los colma de bienes y a los satisfechos los despide vacios. En ellas dos, y en tantas otras mujeres que en el pueblo de Dios seguirian su ejemplo de entrega y riesgo total, se cumpliria la afirmacién que los sol- dados asirios hacian al ver a Judit: — Quién puede despreciar a un pueblo que tie- ne semejantes mujeres? Guia de lectura El libro de Judit es fuerte en su fenguaje y en los detalles de la narracién. Utiliza un género li- terario muy del gusto de la época, y esta ambien- tado en los relatos de las guerras populares de los origenes del pueblo de Dios. No es un libro moralista. No debemos tomarlo como una cantera de donde sacar ejemplos a imitar. 79 Es un libro para meditar y para ser captado en su tesis fundamental. Yo lo compararia al fruto de la higuera de tuna. gLo has comido alguna vez? Bueno, si no lo has probado nunca, entonces ten cuidado al hacerlo. Porque viene envuelto en una cascara que esta Ilena de unas espinitas pequefias que te dejaran “el hocico a la miseria”. No se le puede tomar directamente, como se toma un higo comin. Es necesario previa- mente darle la vuelta con un palito, luego echarlo sobre el pasto y frotarlo un poco con la alpargata. Después hay que clavarle el palito en el centro y cortarle las dos puntas, que son lo més peligroso. Y, abriénddlo por el medio, entonces se puede to- mar con cuidado su rica pulpa, para saborearla len- tamente y aprovechar asi todo su gusto. Lo mismo ocurre con este libro de Judit. Viene hasta nosotros envuelto en el agreste lenguaje lite- rario de un pueblo que en aquellos momentos est exasperado por la opresién de los griegos. Utiliza toda Ja riqueza de las antiguas gestas guerreras, lle- nas de fa astucia, el engafio y el apasionamiento de los pueblos que nacen a fuerza de luchas. Como nacen Ilenas de espinas las frutas de las tierras ari- das, que necesitan defender su dulzor para poder madurar interiormente. La Iglesia, que es la que siempre nos entrega la Palabra de Dios, nos invita a aprovechar su mensaje profundo y valido, y a saber interpretar el género literario que le permitié llegar hasta nosotros con todo su sabor agreste. 80 Para el trabajo en grupo + {Te parece moralmente correcta la actitud de Judit? * jEs verdadero el paralelo entre Judit y Maria? 81 EsTER O EL AMOR COMO CONQUISTA LA CONSAGRACION La vocacién personal de esta joven mujer la ha- bia sacado de la geografia de su pueblo. El misterio de su vida la habia hecho reina, quiz4 dolorosa- mente, obligandola a abandonar casa, parientes, cos- tumbres familiares y hasta gustos personales. Desde hacia un tiempo vivia para el rey. Tal vez pensara que esa consagracién exclusiva al rey sig- nificaba la ruptura definitiva con su infancia y con la historia de cautiverio y el futuro de angustias y esperanzas de su pueblo. Desde ahora tenia que de- dicar todo su tiempo y su coraz6n a agradar al rey, viviendo para su carifio y para su intimidad. Encerrada en lo mis interior de aquel palacio, los ruidos de afuera le Ilegaban de forma confusa. Ya no distinguia bien el Ilanto de la risa, ni podia discernir de dénde ni de quiénes provenian el uno o la otra. Tal vez su pueblo era visto por Ester como uno més de los tantos intereses de su sefior. Y ella estaba para consagrarse en otro campo de las preocupacio- 83 nes del rey. Para poder dedicarse plenamente habia que elegir. Y elegir es renunciar. Y ella habia sido elegida para la intimidad de su sefior: para estar a su exclusiva disposicin. En su afio de “noviciado” habia soportado una larga preparacién. Tuvo que dedicarse a un minu- cioso cuidado de si misma, ungiéndose durante seis meses con aceite mirrado, y luego otros seis meses con aromas y perfumes. En ese despojamiento de sus propios condicionantes, a través de la amargura de la mirra, y en la adquisicion del aroma de los perfumes parecia haber realizado un decidido corte con su anterior condicién de muchacha de pueblo, para poder cumplir con su nueva consagracién al rey y a su intimidad. Si algiin lazo quedaba adn con su pasado, quiz seria solo a través del secreto orgullo que su pueblo sentiria al saber que una joven de su raza habia sido elegida para habitar junto al rey. Ester, por su parte, guardaria celosa- mente oculto el secreto de su pertenencia al pue- blo, sin adoptar actitudes que pudieran dar a co- nocer su origen, ya que ello la excluiria de la in- timidad del rey. LA HISTORIA Mientras todo esto sucedia en el misterio perso- nal ¢ intransferible de Ester, algo también se estaba gestando en el coraz6n de la historia de su pueblo. Las nostalgias, las renuncias y los éxitos de esta joven parecian pertenecer exclusivamente a su mis- terio personal, sin guardar ninguna relacion con el 84 drama de su pueblo, que entraba en la noche in- sidiosa de la opresién y del exterminio. Mientras ella maduraba como semilla Ilena de vida en la soledad, su gente entraba en la situacion de rastrojo. Habria tenido este pueblo la Gnica mi- sion de producir una reina? jPerduraria este pueblo en Ester o seria ella quien perduraria en su pueblo? En el plan del Sefior Dios, gquién estaba en funcién de quién? El trigal habia producido la semilla, jtendria ahora la semilla algo que ver en el futuro del trigal? jNo tendria ahora que arriesgar su vida para dar vida al trigal en su nuevo ciclo? El destino de su pueblo anénimo se habia como concentrado en la figura de Mardoqueo. Alguien muy cercano a Ester por su historia y por su san- gre. Por su medio, ella seria interpelada y puesta en crisis frente a la opcién fundamental de su vida. Esos lazos de carifio de un tiempo ya pasado serfan los que ahora provocarian la tension y lograrian sacudir ef alma de la muchacha crecida hasta ser reina. Ella habia tenido que desprenderse con dolor de los afectos y de los gestos que la unian a Mar- doqueo. Tal vez en Ester aquella ausencia tard6 mucho en ser asumida y en lograr ser integrada en su nueva realidad, que ahora le exigia intimidad, alejamiento y soledad dedicada a otras realidades muy distintas. Pero Ester no habia perdido su carifio por Mar- doqueo. Ni tampoco su sensibilidad de mujer como para no vibrar ya con el dolor o con la desgracia. Por eso, cuando sus criadas y compafieros le co- 8S mentaron el llanto y las manifestaciones dolorosas de Mardoqueo y su gente, ella se sobresalté, Tal vez la realidad misma haya Ilegado algo des- figurada por los comentarios de los cortesanos. En ese ambiente de vida suntuosa y de vestidos esplén- didos, lo que m&s impresioné de la actitud de los manifestantes fue su miseria exterior, reflejada en sus ropajes de duelo. Quiza le resultaba dificil en- tender el misterio del dolor de un pueblo, pero te- nia sensibilidad para vibrar ante rostros doloridos por el ayuno y el descuido, y frente a un ropaje que mostraba Ia carne de la pobreza. La reina Ester se llené de angustia y, llevada por un primer impulso de generosidad, envié a Mar- doqueo vestidos para que se cubriera y, quitandose las ropas de luto, tapara su miseria. Pero se sintio desconcertada ante el rechazo de su primer impulso generoso. Sus vestidos no fueron aceptados. Y en esa no aceptaci6n tuvo que presentir la exi- gente invitacién a cavar mas hondo en el problema, aunque no tuviera los elementos para hacerlo. Por ello comprendié la necesidad de mandar a alguien para que se enterara de lo que ocurria y saber asi a qué obedecia todo aquello. Y la informacién llegé perentoria, acompafiada de una orden. Un pueblo oprimido jamds da una informacion neutra. Conocer su realidad engendra exigencias que obligan a un compromiso. Mardo- queo informaba a la reina de que ella debia pre- sentarse ante el rey ganandose su favor y abogando por su pueblo: 86 —Acuérdate de cuando eras pequefia y recibias el alimento de mi mano. Porque se ha sentenciado nuestra muerte. Ora al Sefior, habla al rey en nues- tro favor y libranos de la muerte. Pero Ester sabia que ella no disponia de la vo- luntad del rey. Muy al contrario, era ella quien dependia totalmente de él y tenia que estar a su entera disposicién. Recordaba muy bien lo que le habia sucedido a la reina que la habia precedido cuando, confiada en su situacién de privilegio, ha- bia desobedecido Ia orden real y pretendido impo- ner su voluntad. Con ello solo se habia acarreado la desgracia y el rechazo definitivo. Nadie podia presentarse ante el rey por propia iniciativa. La ini- ciativa del encuentro siempre pertenecia al rey. Eso Ester lo sabia muy bien. Era Ja base de su com- portamiento como reina. En su largo afio de novi- ciado habia aprendido bien las leyes por las que debia regirse su vida de consagrada. No podia des- cuidar los detalles, alli donde todo estaba riguro- samente previsto y reglamentado. La MISION Pero Mardoqueo partia desde la otra cara de la realidad. Los detalles estan al servicio de la totali- dad. Y, en este caso, la totalidad era la vida de su pueblo en peligro. Pueblo del que Ester también formaba parte desde antes de ser reina. El misterio de esta joven no estaba constituido solo por su pre- sente. Abarcaba su pasado y en él se contenia ya su futuro. Y, tanto en su pasado como en su futuro, 87 su vida estaba radicalmente unida al destino de su gente. Ester solo subsistiria en su pueblo. De ahi que fuera tan importante para ella arriesgarlo todo por su salvacion. Porque, si bien era cierto que en este momento la vida del pueblo dependia de ella, tam- bién lo era que la totalidad de la vida de Ester solo podia realizarse en su intima comunién con el mis- terio de ese pueblo. Misterio que, en definitiva, se realizaria aun en el caso de que Ester se negara a arriesgar su vida en la intercesién. Esa negativa no impedirfa la salvacién del pueblo, que ciertamente le vendria de otra parte; lo que sucederia seria que Ester, al desentenderse de su pueblo, se autoelimi- naria de su misterio de salvacién y, con ello, anu- laria su propio misterio personal que la habia Lle- vado a ser reina. Todo esto Mardoqueo se lo hizo entender a Ester en forma de una reflexi6n breve y tajante: —No te imagines que por estar en la casa del rey te vas a librar ta sola de entre todo tu pueblo. Porque si te empecinas en callar en este momento, el socorro y la liberacién para tu pueblo vendran de otra parte; mientras que ta y la casa de tu padre pereceran. ;Quién te dice si no fue precisamente para esto para lo que \legaste a ser reina? Ester comprendié que tenia que jugarsela. Pero se sintié débil. Necesitaba sentir a su lado, también ella, la oracién y el sacrificio de todo su pueblo. Necesitaba el reencuentro con las raices para poder asumir el riesgo de exponer su copa a la tempestad. Y pidid que todo el pueblo se reuniera-y ayunara 88 por ella. También ella y sus siervas ayunarian. Asi preparada, asumiria el riesgo de su intercesién iden- tificandose con el destino de su pueblo. —A pesar de la ley, me presentaré ante el rey; y, si tengo que morir, moriré. LA INTERCESION Toda misién exigente hacia el exterior pide ser comenzada con la concentracién. El que quiere po- nerse en camino con sus rebafios empieza por “pa- rar rodeo”, es decir, por agrupar a los animales. Ester necesitaba que su coraz6n asumiera hon- damente todo el misterio de su pueblo: su historia de promesas e infidelidades, su realidad de castigo y liberacién. Aunque quiz4 ella misma nunca bu- biera sido infiel a su Dios, necesitaba que su co- razon, asumiendo la historia de su pueblo, dijera desde lo profundo: —Hemos pecado en tu presencia y nos has en- tregado a nuestros enemigos, porque hemos hon- rado a sus dioses. jJusto eres, Sefior! Lograrfa asi asumir el dolor de su pueblo hasta llegar a identificarse con él, convirtiéndolo en su propio dolor: —jOh Dios, que dominas todo!: oi el clamor de los desesperados, libranos del poder de los malvados y librame a mi de mi temor. 89 Al tercer dia, acabada su oracién, se vistié de reina. Comenzaria su misién de liberar a su pueblo conquistando el corazén del rey. Sabia que el des- tino profundo de su pueblo anidaba en el coraz6n del rey. Que, en definitiva, era alli donde se jugaba lo decisivo de la historia. Si el corazén del rey es- taba con ella, ;quién podria estar contra ella? Y, en una actitud radicalmente femenina, utiliza todos los recursos de sus encantos a fin de ser acep- tada por el coraz6n del rey. Llega incluso a hacerle gustar por anticipado el dolor que significaria para él su pérdida. Pero, por el momento, no pide nada. Como mu- jer sabe que para conseguir hay que ofrecer. Que para poder disponer tiene que ponerse previamente ella misma en disponibilidad. Su misi6n intercesora exige que ella misma sea aceptada en plenitud. Para eso, el coraz6n del rey, como el de todo hombre, necesita su tiempo. Y Ester respeta ese tiempo. Simplemente pide al rey que acepte que le ofrez- ca un banquete. Y luego, como pago, pide poder seguir estando disponible y tener la oportunidad de ofrecerle un nuevo banquete. En el momento supremo, la stiplica se expresara en una oracién muy breve. Todo Jo grande de la vida se expresa en forma de copla, desde el Ianto del recién nacido hasta el estertor del moribundo. También el deseo y la peticién suprema del amor: —Concédeme la vida, ese es mi deseo; y la de mi pueblo, esa es mi peticién. Hecha Ia siplica, Ester debia entrar en el silen- cio. Habia que esperar que en el coraz6n del rey leudara ese fermento que ponia en ebullicién todos sus sentimientos. ;Quién era el que se atrevia a po- ner en peligro la vida de su reina? Porque para el rey en ese momento la reina ocupaba tal lugar que bajo su sombra bien podia cobijarse un pueblo. Todo el drama de muerte y de vida se habia con- centrado en su persona. La salvacién de Ester era la de su pueblo, de la misma manera que la per- dicién de su pueblo hubiera arrastrado también a ella a la ruina. LA SALVACION Y a Ester se le concedié la vida. Y con ella todo lo dems; es decir, la vida y la liberacién de su pueblo. Y hasta se puso a sus enemigos bajo sus pies. Asi también Cristo, gozando de la intimidad de la vida de su Padre, arriesg6 su vida identificandola con la de los hombres, sus hermanos. Y en una intercesi6n comprometida y dolorosa se la jugé en la brecha por su pueblo, consiguiéndonos para to- dos el don de fa liberacién y de la vida. Y el Padre terminé poniendo a sus enemigos bajo sus pies, haciéndolo primogénito y cabeza de todos los que viven. Desde entonces su pueblo celebra su recuerdo con una fiesta que cada afio se hace memorial, y alimenta la esperanza al comprobar que el Sefior Dios esta de su parte. 91 Ester seguira participando de esos dias de asam- blea, de alegria, de gozo delante de Dios por todas las generaciones, para siempre, en su pueblo. Tata Dios puso su fuerza en manos de los hom- bres al darles la oraci6n. Guia de lectura Para entender este libro de Ester es bueno tener en cuenta dos cosas: 1. Al texto hebreo se le han afiadido muchos otros pasajes en griego, tratando unas veces de es- piritualizar un poco el drama y otras de explicarlo con mas detalle. Esto es fruto de una relectura pos- terior que se hizo en un ambiente distinto de aquel en el que se escribié el libro. De ello podemos sacar una conclusién practica para nuestra propia lectura. No estamos ante un texto que quiere contar historia, sino hacer vibrar de entusiasmo frente a una liberacién milagrosa obrada por Dios en beneficio de su pueblo en pe- ligro de exterminio. Liberacion que Dios realiz6 por medio de una débil mujer. 2. Este relato fue escrito con una finalidad muy concreta: para ser leido en una fiesta muy popular Yamada Purim. En ella se dramatizaba fo leido en el libro, ahorcdndose nuevamente a Aman (el go- bernador que pretende la muerte de los judios). Por tanto, al leer estos textos, también nosotros necesitamos superar y relativizar las ambientacio- nes, qued4ndonos con lo fundamental y perenne del mensaje. 92 Para el trabajo en grupo * Averigua lo que puedas sobre la fiesta judia de Purim. * {Qué celebran hoy nuestros hermanos judios? {Qué opinas sobre ellos? 93 SUSANA O EL AMOR Y EL TEMOR DE Dios RESISTENCIA Y FIDELIDAD —Aquel dia se salv6 una vida inocente. Esta es la conclusién de una bella historia que se escribe en el pueblo de Dios en una época su- mamente dificil. Fue en plena rebelién macabea. La feroz perse- cucién de la que era objeto el pueblo de Dios habia exasperado los 4nimos y habia dividido a los hom- bres. Hubo quienes se acomodaron a las nuevas cir- cunstancias y apostataron. Otros fueron mas alla y se aliaron con los nuevos duefios del momento, aprovechando para unirse a la persecucién en pro- vecho propio. Un tercer grupo se levant6é en armas y busc6, a su manera, la liberaci6n por la fuerza. Contestando golpe por golpe, y al amparo de una guerra de guerrillas, supo crearse una fuerza regular que finalmente Ileg6 al poder utilizando las riva- lidades y divisiones entre las grandes potencias. Su final, con muy poco de religioso y mucho de po- litico, defraudé a aquellos que habian luchado con ideales mas limpios. 9S Un cuarto grupo opté por la resistencia pasiva. Sin sublevarse violentamente, tampoco claudicaria en su fe. El final para muchos de ellos seria el martirio. En este cuarto grupo estaba el autor del libro de Daniel. Hombre sembrador de esperanza, aliment6 la resistencia pasiva tratando de hacer le- vantar la mira de los perseguidos, a fin de que en- tendieran los designios de un Dios que ciertamente estaba con ellos. Fue un gran predicador de la fi- delidad a Dios y a sus santas leyes. Pero, sobre todo, fue un creyente convencido en la fidelidad de Dios, que al final sabria salvar a los inocentes. En el capitulo 13 -el cual nos ha Ilegado solo en griego- se cuenta la historia de Susana: la “Azu- ss cena”. HACE MUCHO Se comienza como en todas las historias: —Vivia en Babilonia un hombre llamado Joa- quin. Se habia casado con una mujer llamada Azu- cena, que era muy bella y temerosa de Dios. Joa- quin era muy rico y tenia su finca con un parque grande y pileta. Hay también una contrapartida, como en todos los cuentos. Si la virtud se encarnaba en una mujer joven y bella, la maldad se haria presente en dos viejos verdes. Lamentablemente tenian el poder: aquel afio los dos viejos habian sido nombrados jueces. Y, como era de temer, estos dos personajes pu- 96 sieron sus codiciosos ojos en la bella Azucena. Pero, por supuesto, sin darlo a entender. Porque en la vida suelen convivir las pésimas costumbres con los modales mas correctos. Asi como la virtud a veces puede ser inocentemente provocativa y confiada- mente incauta. Ni siquiera los dos viejos se habian confesado sus malos deseos. Un buen mediodia se despidieron con la excusa de que ya era hora de retirarse a comet. Cada uno tomé el camino hacia su casa con la in- tencién de dar un rodeo y regresar al mismo punto de partida, a solas, a fin de espiar a Azucena. Los que se reencontraron fueron ellos. No les quedé mas remedio que confesarse mutuamente sus malas intenciones, y asi convertirse en cémplices de un comin proyecto. EL TEMOR DE Dios Aunque suene feo, tenemos que usar esta expre- sién. La Biblia la trae continuamente. Llega incluso a afirmar que: —EI principio de la sabiduria es el temor de Dios. De muchos hombres y mujeres sencillos, que se distinguieron en el amor, se asegura que eran te- merosos de Dios. Pero es que hay una diferencia entre el temor y el miedo. Este tltimo nace de la oscuridad y de lo que se desconoce. Es algo que paraliza y que, en lo profundo, no tiene objeto ni causa verdadera. 97 El miedo es lo negro que cada uno lleva por dentro y que se manifiesta cuando el coraz6n se arruga y se le entrega. Su reino es la noche. El miedo nos convierte en animales, y todas nuestras actitudes se vuelven descontroladamente despropor- cionadas. Ya no es posible la confianza. No quedan mas que dos alternativas absurdas: la huida o el ataque suicida. El temor, en cambio, nace frente a la luz. Se es plenamente consciente del peligro y se puede elegir la actitud mds concreta y oportuna frente a él. En esta situacién, el hombre puede crecer hasta la cumbre de su humanidad, llegando a aceptar con valor todas las consecuencias de su eleccién, en vis- tas a salvar un bien atin mayor que la misma vida. Muchas veces lo tinico que nos libra del miedo, que paraliza, es tener un sano temor que nos permite elegir y apostar nuestra existencia a la parte mas humana que hay en nosotros. Tener temor de Dios es tomarlo en serio en esos momentos, poniéndolo como juez supremo a quien es preciso obedecer antes que a cualquier otro. Es el deseo de no ofenderle, pero también es la sencilla consecuencia de amarlo con todo el coraz6n y sobre todas las cosas. Azucena se dio cuenta de que se le exigia una decisién. Si se dejaba vencer por el miedo, que- brantaria el temor de Dios. Si respetaba su temor, eligiendo el camino de la luz y de la verdad, caeria en manos de la mentira de los hombres. Y opté por Dios. Sabia que, en definitiva, era el mas fuerte. Aunque en aquel momento parecia in- 98 comprensiblemente ausente, y dejara que la mal- dad humana triunfase cobardemente contra la vida inocente. EL GRITO DEL INOCENTE Azucena se puso a gritar. También los viejos gri- taron. Y al oir aquel clamor se armé un tremendo alboroto. De todas partes acudieron los sirvientes, los familiares, los amigos. Todos habian ofdo. Apa- rentemente, el tinico sordo era el Sefior Dios, ya que no se hizo presente para contrarrestar la men- tira que los dos viejos urdieron contra la joven Azucena. Todos quedaron perplejos y desconcer- tados. Nunca se habia sospechado nada semejante de ella. La mentira seguiria su camino triunfante. Los dos viejos, despechados por el rechazo que la joven hiciera de sus propuestas deshonestas, y teniendo que justificar su propia presencia alli, la calumnia- ron acusandola de haberla encontrado en flagrante delito de adulterio con un joven que se les habia escapado. Este fue el testimonio que dieron contra ella frente a la asamblea de todo el pueblo, que al dia siguiente se reunié para decidir sobre el caso. Los viejos renovaron su mentira, y se les creyé porque eran ancianos, Azucena callaba, esperando una intervencién del Sefior Dios que le hiciera jus- ticia. Mientras tanto, el pueblo pronuncié su sen- tencia: debia ser condenada a muerte y lapidada por todos. Entonces Azucena grité nuevamente. Y su grito 99 Ylegd hasta el trono de Dios, que conoce hasta lo mas secreto. El grito del pobre siempre llega a los oidos del Sefior Dios. Aunque muchas veces prefie- ra esperar su tiempo para actuar, ya que para él mil afios son como un dia que ya paso. Esta vez, cuando ya todo parecia perdido y los dos viejos creian haber triunfado, el Sefior Dios suscit6 su Espiritu en un joven llamado Daniel. También este levanté su grito y sacé la cara jugandosela por Azucena: —jYo soy inocente de la sangre de esta mujer! LA MUERTE DE LA MENTIRA Dicen que la vibora, cuando se siente atrapada y ya no puede huir, se vuelve contra si misma y se inyecta su propio veneno, aniquilandose. No por nada el padre de la mentira se disfraza de serpiente. Todo el pueblo detuvo su marcha hacia el lugar del suplicio y retorné al tribunal. Los viejos fueron separados para ser interrogados. Sus testimonios se contradijeron clamorosamente y esta vez la mentira grit6 contra si misma. Mientras esto sucedia en la tierra, alla en los cie- los el angel del Sefior ya habia recibido la sentencia para ejecutarla. Y los culpables serian partidos por la mitad. Porque, para nuestro autor, la verdad de las cosas es lo que sucede delante de Dios. Es alla donde se deciden las realidades y donde se constru- ye la historia. En Ja tierra suceden los aconteci- mientos. A veces incomprensibles mientras estan ocurriendo. Pero en los cielos todo tiene su razon 100 de ser, y el Sefior Dios, como el gran director de la escena del mundo, puede dejar que los hombres representen sus papeles, reservandose el juicio sobre su actuar. Lo que luego pasa en la tierra es sim- plemente el reflejo obligado de lo que ya se ha decidido alla arriba, donde se juzgan las cosas y las personas segtin verdad. EI pueblo al que nuestro autor se dirige esta su- friendo una durisima represién. La persecuci6n se cobra cada dia sus mértires y por todas partes se ve cémo triunfa la mentira, la prepotencia y la in- justicia, En circunstancias asi es facil perder la fe y creer que Dios se desentiende de lo que ocurre entre nosotros. El inocente es permanentemente condenado y nadie sale a jugarsela por él. Esta na- rracién tenia como finalidad mostrar que es nece- sario mirar las cosas desde la historia, es decir, des- de Dios, que es quien dice la Gltima palabra. Aun- que esta se haga esperar. Entonces, toda la asamblea clamé a gritos ben- diciendo a Dios, que salva a los que esperan en él. Luego se levanté contra los dos ancianos: ante ella, los dos viejos, gracias a Daniel y por su propia boca, quedaron acusados de falso testimonio, y, para cum- plir la Ley, les aplicaron la misma pena que ellos habian querido infligir a su prdjimo: les dieron muerte, Y aquel dia se salvé una sangre inocente. Guia de lectura El libro de Daniel fue leido y releido muchas veces en la historia del pueblo de Dios. Ni siquiera 101 lo conocemos en su forma original. El texto que [leg6 hasta nosotros entrevera trozos escritos en len- guas diferentes. Parte esta en hebreo y parte en ara- meo. Y a este conjunto se le ha afiadido un final con tres cuentos en griego. Como su inclusién en el texto no fue aceptada por los judios y no se encuentra en la Biblia hebrea, hay muchos que no consideran auténtica esta parte. Esta dentro de los escritos a los que se llama deuterocanénicos, es de- cir, Llegados tarde al canon. Justamente el relato sobre Ja historia de Susana se encuentra en esta parte. Por eso las biblias que no traen estos escritos tampoco contienen los capitulos 13 y 14 del libro de Daniel. Si quieres encontrar este relato tendras que tomar una Biblia catélica, que suele traer a Daniel al final de los tres grandes profetas, después de Isaias, Je- remias y Ezequiel. Los judios, en cambio, no lo consideran un libro perteneciente al grupo de los profetas, sino al de aquellos que llaman genérica- mente “Escritos”. Todas estas divergencias nos indican un posible camino para poder leerlo con provecho. No estamos tanto frente a un relato histérico cuanto a una re- flexién novelada, con raices histéricas, pero contado con una finalidad muy concreta: interpelar y res- ponder a quienes viven momentos especialmente di- ficiles y buscan una respuesta frente al silencio de Dios, que calla. 102 Para el trabajo en grupo * (Qué situaciones actuales parecidas al caso de Susana pueden encontrarse hoy? * Pensando en el joven Daniel, era su obligacién arriesgarse? jQué harias ta? 103 Maria O EL SUENO CUMPLIDO EN PLENITUD La PURA, LIMPIA Y SIN MANCHA El Sefior Dios queria tener una madre para su Hijo. Todo el que tenga un corazén con capacidad de amar quiere tenerla. Y Tata Dios es quien tiene mayor capacidad de amor. Por eso quiso tener la mejor madre. Y se la prepard. Cuando llegé el momento en que Maria debia nacer, el mismo Sefior Dios se hizo presente en su Inmaculada Concepcién, y aparté de ella la impe- tuosa corriente del pecado. Desde el primer mo- mento, Maria quedé llena de la mirada buena del Sefior Dios, y fue pura, limpia y sin mancha. Que- dé Ilena de gracia, sin que alli hubiera nada que corregir, sanar o arreglar. Todos nosotros, en cambio, nacemos medio ave- riados. Inclinados al mal, con un microbio en el coraz6n, algo dormido al principio, pero que nada més despertar nos incita al pecado y a todas las obras del pecado. Necesitamos que por el bautismo se nos siembre adentro el Espiritu de Dios, para 105 que contrarreste las malas consecuencias y la mala direcci6n que nos dejé el pecado originante de nuestros primeros padres. En cambio, Maria nacié con el Espiritu de Dios en su corazon. Fue un regalo que el Sefior Dios le hizo porque era su preferida. La que él se habia elegido desde toda la eternidad porque la sofaba para madre de su Hijo. Sabia que tendria que pe- dirle mucho a Maria en su vida. Le iba a pedir todo. Por eso fue generoso y, desde el principio, le dio todo. Le dio su gracia, su carifio y su preferen- cia. Y con eso la capacidad para decir su si. Pero es probable que también la haya podado desde muy pequefia. Nada sabemos de sus padres. Quiza los perdié cuando ain era una nifia. La tra- dicién afirma que se crié en el templo, lejos de los suyos. En todo caso, fue pobre de verdad, habitante de un poblado humilde del norte y comprometida para el matrimonio con un hombre humilde y tra- bajador. Maria no tuvo las oportunidades que el Sefior Dios brindé a muchas otras mujeres del pue- blo de Dios. No fue rica, poderosa ni influyente. Sus decisiones aparentemente no podrian pesar en la historia de su pueblo. Y aunque Ilevaba en su gencalogia sangre de reyes, de hecho pertenecia a la comunidad de los pobres y sin derechos. EL si DE Maria El Sefior Dios la hizo nacer en Nazaret. Para que aprendiera bien el tono galileo con que un dia ten- dria que hablar su Hijo. La region del norte le re- 106 galé sus paisajes de colinas verdes y lagos anchos, con una fuente limpia en cada pueblo. Alli iria, como las demas muchachas de su pueblo, a buscar el agua para cada jornada, con el cAntaro sobre su cabeza y el cuerpo erguido. Con la mirada sobre el sendero y el corazon poblado de suefios. Porque Maria, como toda muchacha de su pue- blo, sofiaba con un hijo. Toda joven que camina erguida y con los ojos en el camino es porque acuna un nifio en su corazon. Y los hombres que las ven pasar, y tienen un corazén hermoso como el de Martin Fierro, piensan opinando para sus adentros: —No se hallar4 una mujer a quien esto no le cuadre: yo alabo al Eterno Padre no porque las hizo bellas, sino porque a todas ellas les dio corazén de madre. Y un dia el Sefior Dios Ilamé al mejor de sus angeles y le encarg6é que fuera a buscar el si de Maria. Quiza fue en el camino de la fuente. No lo sabemos. El lugar del primer si entre enamorados queda siempre en el secreto, y es de ellos dos. —Alégrate, Maria, llena de gracia, el Sefior esta contigo. Maria sintié que la sacaban de su mundo y tuvo una reaccién de sorpresa. Por toda respuesta tal vez le basté con el brillo de sus ojos lindos y el color de la sangre en sus mejillas. 107 —No tengas miedo, Maria, el Sefior Dios te ha preferido. Vas a concebir en tus entrafias y vas a tener un hijo al que le pondras por nombre Jesis. El sera grande, y lo {lamaran Hijo del Altisimo. El mismo Sefior Dios le dara el trono de David, su padre. Reinara sobre tu pueblo y su reino nunca acabara. Maria estaba comprometida con José. No vivian todavia en la misma casa, aunque ella era ya la esposa de José, pese a no tener relaciones como es- posos. Maria, con toda naturalidad y sencillez, se lo dijo al Angel: —{Y cémo, si yo no tengo relaciones con nin- giin hombre? Cuando supo que Dios decidia hacerla madre de su Hijo por obra del Espiritu Santo y no mediante la relaci6n con un hombre, se puso totalmente a disposicién del Sefior Dios y le entregé su si para que Dios lo sembrara en todo aquello que habia venido preparando en ella. Y en ese momento el suefio del Sefior Dios co- menzé a realizarse. El suefio de Dios para Maria y para todo el pueblo. El misterio de la gran libera- cién que el Sefior Dios empezaba a realizar. Su po- der habia desembarcado en la geografia de los hom- bres, y comenzaba la salvacién para todos. Comenzaba en las tibias entrafias de una mu- chacha que habia dicho si al Seftor Dios. Todos los Angeles en el cielo aplaudieron de alegria, y al Se- fior Dios un lagrimén le rodé por Ia cara. Los vie- jos cuentan que fue asi como nacié el lucero de la tarde. 108 También cuentan los viejos que el infierno ni se enteré de lo que estaba pasando. Todo esto fue un secreto entre Dios y esta joven. El mismo Es- piritu Santo se lo revela en un suefio a José, para que se convierta en el guardian de la madre y del nifio, dandole ante los hombres un nombre y un padre. La VIRGENCITA GAUCHA Isabel, la prima de Maria, estaba embarazada ya de seis meses. El muchacho era medio zapateador, y la traia mal a la pobre. Maria puso rumbo al sur, montada en un burrito orej6n, para ir a echar una manita a su parienta. No Ilevaba nada entre sus manos. Lo mismo que en Lujan, Guadalupe, Itati y tantos otros santuarios, Uevaba las manitos juntas, rezando bajito y pensan- do en el hijo que iba creciendo en la ternura de su seno, con pafiales de suefios y caricias de oracién. Alli estaba todo su tesoro. Entre sus manos solo habia capacidad de servicio y delicadeza para brin- darlo. Pero, al llevar a Jestis en sus entrafas, ella hacia que el Sefior Dios mirara con carifio todo lo que sus manos tocaban. Ella acercaba a Dios todo aquello a lo que ella brindara su servicio. Cuando su prima Isabel la saludé Iamandola bendita entre todas las mujeres, Maria sintié que su corazén bullia de gratitud hacia el Sefior Dios. Y le entraron ganas de cantar. Un canto sencillo y de versos cortos, nacido de unas manos vacias y de un corazén lleno de Dios: 109 —Al Sefior, que es bueno, le canta mi alma, que, aunque soy pequefia y no valgo nada, él hizo conmigo sus grandes hazafias. Por eso me dicen: jBienaventurada!, porque el Poderoso me dio su mirada, que es misericordia y a todos alcanza. Nos mostré su fuerza dejando sin nada a aquellos que tienen soberbia en el alma. Derribé a los grandes -gente bien montada— y a mi raza humilde la llev6 enancada. Al que estaba hambriento le colmé [as ansias y al rico orgulloso dejé con las ganas. Escuché a su pueblo, que le suplicaba, acordandose de Ja vieja Alianza que con nuestros padres él mismo jurara y que por los siglos mantiene guardada. Maria sentia que por sus venas se estaba alimen- tando la esperanza del Sefior Dios y la vieja espe- 110 ranza de su pueblo humilde. Se sentia bendita entre las mujeres de todas las generaciones, a la vez que entregaba sus manos al servicio humilde de su an- ciana prima, y sus entrafias tibias al Dios hecho nifilo. UN CORAZON PARA LA ESPERANZA EI Sefior Dios tendria que decirle a Maria cosas muy dificiles. Cosas que no Ilegaria a comprender en el momento en que sucedieron. Pero que serian muy importantes para su pueblo. Sucesos que lle- garian a entenderse cuando la historia estuviera ma- dura. Lo mismo que pasa con los suefios, que solo se entienden cuando se realizan. En la noche de Navidad ella no comprenderia por qué los hombres negaban a su nifiito una ha- bitacién decente donde nacer. Al nifio y a ella, que habia tenido que ponerse apresuradamente en ca- mino casi al borde de los nueve meses, dejando alla en Nazaret la cunita que su José habia hecho con tanto carifio. Pero no todas serian penas en medio de tanta pobreza. En la noche, que parecia poblada de cantos y de luz, se arrimaron unos pastores, comentando cosas asombrosas y simples. Hablaban de Angeles y se entusiasmaban pensando en la liberacién y en el Salvador que les habia nacido en los pagos de Da- vid. Maria y José no entendian nada, pero con un corazén admirado y abierto guardaban estas cosas. Lo mismo que cuando unos magos de oriente se arrimaron a ellos para pedirles humildemente per- 111 miso para venerar al nifio, mientras una estrella detenia su viaje sobre la cuna de aquel que las ha- bia puesto a todas en érbita. Doce afios mas tarde, el Nifio se les quedaria en el templo sin avisarles, dejando que lo buscaran an- gustiados durante tres largos dias. Y cuando lo en- contraron, su respuesta parecié mas un aviso de co- sas futuras que una explicacién de lo sucedido. Ma- ria guard6é en su coraz6n abierto a la esperanza aquellas palabras, comprendiendo solo que el Padre atin seguia con sus suefios por realizar. Y como estas, muchas otras cosas mas desde aquella tarde en Cana, cuando Jesis le dijo que su hora atin no habia Ilegado. Maria tendria que ir viviendo realidades que no Ilegaba a comprender y que la dejaban tan desconcertada como cuando el Angel la par6 en el camino a la fuente de su pue- blito natal. jRecuerdos de familia!, podriamos pensar noso- tros. Pero el Espiritu Santo nos asegura que se trata de historia de la salvacién. Porque todo lo que su- cede en la direccién de los suefios de Dios entra a formar parte de la historia. Cosas para nosotros muy importantes que el Sefior Dios no queria que se perdieran. Por eso le regalé6 a Maria un corazon grande, capaz de guardar todos estos acontecimien- tos aparentemente dispersos y sin sentido. De la misma manera, el surco guarda la semilla durante el invierno, para que se la entienda hecha vida en primavera. La parabola de la siembra solo se com- prende durante la siega. Maria era activa en la paciencia. Rumiaba las 112 cosas en su corazon. Intuia, aunque no compren- diera, que todo aquello seria importante para no- sotros, y que algiin dia tendria que entregarnos sus recuerdos madurados y convertidos en parte de la gran historia de la salvacién, que ya habia comen- zado a realizarse. Sabia que el Sefior Dios estaba haciendo grandes cosas a través de todos aquellos pequefios acontecimientos. AL PIE DE LA CRUZ Un mediodia, el Sefior cerré a Maria todos los caminos de la tierra. Y la obligé a mirar para arri- ba. Vio alzarse una cruz contra un cielo que se ennegrecia. En ella iba muriendo crucificado su amor: Jesiis. Ella, que en los senderos de Nazaret habia so- fiado con un hijo, lo veia ahora morir en un cerro de las afueras de la capital de su pueblo como si fuera un malhechor. @Dénde estaba lo que le habia prometido el 4n- gel? Se le habia asegurado que el Sefior Dios le daria el trono de David, su padre, y que su reino duraria para siempre. Se habria frustrado el suefio de Dios de la mis- ma manera que se estaban deshaciendo los suyos? (Cémo seria esto posible? De vez en cuando, una palabra le venia desde la cruz. No eran respuestas, sino stplicas: —jTengo sed! —Padre, ;por qué me has abandonado?... 113 Parecia que todo estaba consumado. Que tenian raz6n los que se burlaban invitandolo a que bajara de la cruz para poder creer en él. Realmente, alli parecia no haber nada en qué creer. Habia que ren- dirse a la realidad y desesperarse ante un porqué sin respuesta de Dios ni de los hombres. En ese momento, con los ojos Henos de lagri- mas, Maria volvié a sofiar... GO a ver? Se vio en el Cendculo, esperando con la Iglesia naciente la venida del Espiritu prometido. Se vio en miles de santuarios, ermitas y capillas rodeada de su pueblo humilde y suplicante. Vio un millén de jévenes caminando dolorosamente después de una noche de marcha, con los pies Ilenos de ampollas, que le cantaban: -—jVen con nosotros a caminar, Santa Maria, ven! Y de vuelta vino sobre ella la sombra del Espi- ritu y la Palabra se metié en sus entrafias: —jMujer, ahi tienes a tus hijos! Y desde ese momento nos recibié como suyos. Alli comenzé a Ievarnos a todos en su seno, ali- mentandonos con suefios de ternura y caricias de oracion. RUEGA POR NOSOTROS, PECADORES Ella estaria presente desde entonces en medio de su pueblo humilde y sufriente. Cuando algo dolo- rosamente busque nacer, contara siempre con su 114 presencia maternal, Con sus manitos juntas, trayén- donos al Dios que salva. En 1530, América Latina nacia dolorosamente del encontronazo entre las ra- zas indias y la hispana. Maria estaria alli, presente en Guadalupe, con sus manos juntas y embarazada de Dios, para ayudar, consolar y acompajiar en ese doloroso parto de pueblos. En 1630 se quedaria en la soledad de nuestras pampas, a unas quince leguas de la capital argen- tina, para convertirse, junto al rio Lujan, en la Ma- dre que escucha, comprende y sana los corazones destrozados. Un dia, nuestro padre Juan Pablo ven- dria a reunirse junto a la Madre para invitarnos a mirar nuevamente la cruz, con el coraz6n desaso- segado. Casi gritando, el papa nos aseguraria que algunas cosas solo tienen respuesta desde la cruz. Respuesta que es una invitacién a asumir nuestra propia cruz en beneficio de nuestros hermanos. También para nosotros hay un suefio de Tata Dios que atin espera cumplirse. —Recibeme, Sefior, segtin tu promesa y viviré, que no quede frustrada mi esperanza. Que por mi causa no queden defraudados los que esperan en ti, Seftor Dios. 11s TESTIGOS DEL RESUCITADO Quédate con nosotros Con los ojos como platos, Cleofds y su amigo habian escuchado el largo relato que Jesus les habia hecho vivir al llevarlos por el sendero de las Escrituras. Sentian que esa Palabra les habia ido bajando hasta lo hondo del corazén dolorido, y que alli algo comenzaba a arder. Le estaban empezando a encontrar sentido a todo eso que hasta alli les habia parecido absurdo. Y se entu- Siasmaron. Pero justamente alli acababa el camino de los dos amigos. Jesus hizo como que queria despedirse y seguir. Necesitaba que ahora fueran ellos los que tomaran la iniciativa de invitarlo a quedarse. Y le obligaron a quedarse. Porque a veces tenemos que obligar a Dios a que- darse. No basta con invitarlo. Sobre todo cuando ano- chece. Al revés de lo que hacemos tantas veces: que cuando anochece en nuestra vida y todo se nos hace mds oscuro, en lugar de invitar al Senor mds bien lo rechazamos, nos alejamos de él. Dejamos asi de participar de los sacramentos, de es- cuchar su Palabra, de compartir la mesa de la familia U7 de Dios. Y asi seguimos por el mundo, con los ojos cerrados no viendo mds que la negrura que nos rodea, mendigando un consuelo que solo nos lo dan por ldstima. Al partir el pan Jestis entré para quedarse con ellos. Y, casi sin darse cuenta, los dos amigos recibieron en su casa e invitaron a su mesa al mismo que creian definitivamente perdido para ellos. Fue el hambre de seguir escuchando la Palabra de Dios lo que les permitid cenar con el mismo Jesis sin darse cuenta de ello. Fue el deseo de seguir escuchando a ese Desconocido, que hacia que ardiera su corazén cuando les explicaba las Escrituras. De repente, el Desconocido tomé en sus manos el pan, pronuncié la bendicién y se lo repartid. Y en ese gesto tantas veces visto por ellos cuando Jesus aun vivia, y que en la ultima cena habia estado tan cargado de contenido, ellos descubren finalmente quién es ese Des- conocido. Se les abrieron los ojos y lo reconocieron. Pero antes de que pudieran atinar a nada, Jesus ya estaba ausente. Tenian la absoluta certeza de haberlo visto y de haberle reconocido en ese gesto familiar que es nuestra eucaristia. Y, sobre todo, la certeza se apo- yaba en lo que sentian por dentro en ese momento, y que ya les habia impresionado mientras escuchaban las explicaciones de las Escrituras por el camino. Sentian en el corazon la alegria de la paz. La vida volvia a tener sentido para ellos, 118 Desandando la noche En ese momento se levantaron y se volvieron a Jerusalén, desandando en la noche el mismo camino que los habia traido al atardecer. Volvieron hacia sus hermanos, a los que ya cretan haber abandonado para siempre. Ahora, al haber des- cubierto que el Seftor estaba resucitado, sienten la im- periosa necesidad de ir a reencontrarse con sus hermanos para anuncidrselo. Siempre sucede asi. Cuando un desesperado descubre al Dios que vuelve a dar sentido a su vida, siente por dentro la necesidad de regresar a los suyos para anun- ciarlo. La esperanza, que es fruto de la desesperacion superada, siempre construye una comunidad y la man- tiene unida. —jEs verdad: el Seftor ha resucitado! ;Y se ha apa- recido a Siméon! Ellos cretan haber traido la novedad del anuncio, y se encontraron con que sus hermanos tenian para ellos la misma noticia asombrosa que ellos traian para co- mentarles. Y atin estaban hablando de esto cuando sintieron que Jess estaba alli, entre ellos, anuncidndoles la paz. Pidiéndoles que no tuvieran dudas ni miedo. La mision Sin embargo, el Senor debia irse. La vida de los apostoles no seria un seguir gozando de la presencia del Serior resucitado. Ahora comenzaba para ellos una mision. 119 La de llevar el anuncio a todos los pueblos. Para eso, el Setor les abrié la inteligencia para que comprendieran las Escrituras, y les dijo: —Estaba escrito que el Cristo debia padecer y re- sucitar de entre los muertos al tercer dia, y que en su nombre se habria de predicar la conversién para el perdon de los pecados a todas las naciones, empezando por Jerusalén. Pero Jestis no quiere que partan inmediatamente. Les manda que permanezcan unidos, rezando y alabando a Dios, con Maria y las demds mujeres. Que esperen que el Espiritu Santo los lene con su fuerza, con la fuerza de Dios, que es la unica que puede darnos el coraje para llevar su anuncio hasta los confines de la tierra. —Vosotros sois mis testigos. La esperanza conquistada encierra siempre una mision. 120 INDICE ELISEO Y EL ACEITE DE LA VIUDA © EL AMOR COMO CLARIDAD wees: Amos © LA FE COMO EXIGENCIA OsEas O LA ESPERANZA DE UN ENAMORADO ..., Isaias © EL DIFICIL EQUILIBRIO DE LA ESPE- RANZA serseesseess seeeesee JEREMIAS O LA FE COMO DIALOGO ..... BaRuC © LA ESPERANZA COMO AMBICION wesc. Jupir © EL AMOR COMO RIESGO EsTER © EL AMOR COMO CONQUISTA SUSANA O EL AMOR Y EL TEMOR DE Dios .... Maria © EL SUENO CUMPLIDO EN PLENITUD .... Testicos DEL Resucirapo ... 37 47 57 67 83 9 105 u7 121 JuNTO A CLEOFAS Y SU AMIGO, EL S| Nor JESUS NOS INVITA HOY TAMBIEN A NOSOTROS A RECORRER EL MISMO SENDERO QUE VA A EMAUS, CON UNA FE ESPERANZADA QUE QUIERE IR CRECIENDO A MEDIDA QUE NUES- TROS OJOS SE ABRAN Y QUE NUESTRO CORAZON COMIENCE A ARDER, AL IR ENTENDIENDO EL SENTIDO PROFUN- DO DEL ACTUAR DEL SENOR Dios LA HISTORIA DE NUESTRO PUEBLO, EsTOs BREVES APUNTES DE PERSONA- spy BIBLICOS LLEVAN AUN EL AROMA DE LOS PASTIZALES CRIOLLOS DE LAS LLANURAS DONDE NACIERON. VIENEN DE CAMPO AFUERA Y PRETENDEN IN- TERNARSE CORAZON ADENTRO, DES- PERTANDO EL DESEO DE BUSCAR EN LA EsCRITURA LA VERDAD DE LA EXIS- TENCIA. MAMERTO MENAPACE ES MONJE BE- NEDICTINO DEL MONASTERIO DE Los To.pos (ARGENTINA). RECONOCIDO AUTOR Y NARRADOR, HA PUBLICADO CERCA DE TREINTA LIBROS. EN ESTA MISMA COLECCION HAN APARECIDO CugENTOos oN OO 0. Wa tO) ae CuENTOS DESDE LA CRUZ DEL SUR, QUE EN PO- ee TS aEE UMUC Sieh eC ek NeLe Tey EDICION. ISBN 84-288-1821-5 ON BBS 28981821 | 3 p él

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