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SUPREMA CORTE DE JUSTICIA DE MENDOZA MAXIMOS PRECEDENTES __ DERECHO AMBIENTAL DERECHO COMERCIAL DERECHO DE LAS OBLIGACIONES DERECHO DEL CONSUMIDOR CARLOS A PARELLADA ARIEL G. PARELLADA BB iaasees uae] Tienes FX toontss LOT trates he LA LEY SUPREMA CORTE DE JUSTICIA DE MENDOZA MAXIMOS PRECEDENTES > Tomo III DERECHO AMBIENTAL DERECHO COMERCIAL DERECHO DE LAS OBLIGACIONES DERECHO DEL CONSUMIDOR Directores CARLOS A. PARELLADA ARIEL G. PARELLADA Autores FERNANDO AVECILLA- FERNANDO GAMES FABIANA MARTINELLI - FERNANDO PEREZ HUALDE CHRISTIAN PETTIS - MAURICIO PINTO Coordinadora ANGELICA CORREA LA LEY Carlos Alberto Parellada Méximos precedentes : Suprema Corte de Justicia de Mendoza / Carlos Alberto Parellada ; dirigido por Carlos Alberto Parellada. - 1a ed. - Ciudad Auténoma de Buenos Aires : La Ley, 2013. ¥.3, 752 p. ; 24x17 cm. ISBN 978-987-03-2611-3 1, Doctrina. I, Carlos Alberto Parellada, dir. CDD 340 © Carlos A. Parellada, 2013 © de esta edicién, La Ley S.A.E. eT, 2013 Tucumén 1471 (C10SOAAC) Buenos Aires ‘Queda hecho el depésito que previene la ley 11.723 Impreso en ta Argentina Todos los derechos reservados Ninguna parte de esta obra puede ser reproducida © tansmitida en cualquier forma o por cualquier medio electrinico o mecénico, incluyendo fotocopiado, grabacién © cualquier otro sistema de archivo y recuperacién de informacién, sin el previo permiso por escrito del Editor y el autor. Printed in Argentina All rights reserved No part of this work may be reproduced or transmitted in any form or by any means, electronic or mechanical, including photocopying and recording ‘or by any information storage or retrieval system, ‘without permission in writing from the publisher and the author. Tirada: 400 ejemplares ISBN 978-987-03-2611-3 (Tomo III) ISBN 978-987-03-2608-3 (Obra completa) SAP 41545900 SET 41545897 Even DERECHO AMBIENTAL Por Mauricio Pinto L. EL NUEVO PARADIGMA AMBIENTAL Y SU APLICACION JUDICIAL SC Mendoza, 8/3/2005, “Y.P.F. Sociedad Andnima en J° 80.866 ‘Asociacién Oikos Red Ambiental c. Gob. de la Prov. de Mza. p/Acc. de Amp.’ s/Inc. Cas.”, Expte. nro. 78.245. Hechos El Juez de primera instancia hizo lugar a la accién de amparo incoa- da contra el Gobierno de la Provincia de Mendoza por una asociacién ambiental, supeditando la explotacién petrolera autorizada por el Mi- nisterio de Ambiente y Obras Publicas de la Provincia de Mendoza a la efectiva previa delimitacién geogréfica del 4rea natural protegida de- nominada Reserva Faunica Laguna Llancanelo. Apelada la sentencia, la Camara confirmé la misma. Ante este pronunciamiento, la empresa petrolera y el gobierno provincial interpusieron recursos de casacién e inconstitucionalidad, los cuales fueron rechazados por la Suprema Corte de Justicia de la Provincia. Sumarios dp Cabe rechazar el recurso de Inconstitucionalidad deducido contra la sen- tencia que supedita la explotacién petrolera autorizada por el Ministerio de Ambiente y Obras Publicas de la Provincia de Mendoza, a la efectiva previa delimitacién geografica del 4rea natural protegida —en el caso, Reserva Féunica Laguna Llancanelo—, toda vez que la explotacién en dicha zona, la cual aUn no ha sido delimitada, se encuentra prohibida por la ley provincial 6045 (Adla, LIV-A, 1097). . La ley 6045 de la Provincia de Mendoza (Adla, LIV-A, 1097) en cuanto prohibe la explotacién de hidrocarburos en un area declarada como 28 tramite del recurso de Inconstituci nalidad interpuesto a fs. 16/46 vta. de la siguiente manera. Dres. Joa. quin Lépez Revol, en la suma de pe- sos mil seiscientos ($2600); Eduardo Sosa, en la suma de pesos cuatro. Gientos ochenta ($480) y Miguel Es- tanislao José, en la suma de pesos mil ciento veinte ($1220) (Arts, a5 y 32 Ley 3643). 4°) Regular los honorarios por la actividad profesional cumplida en el tramite del recurso de Casacién in- terpuesto a fs, 46 vta./52 vta. dela si- Quiente manera. Dres. Joaquin Lépez Revol, en la suma de pesos mil seis- Gientos ($2600); Eduardo Sosa, en la suma de pesos cuatrocientos ochen- ta ($480) y Miguel Estanislao José, en la suma de pesos mil ciento veinte ($2220) (Arts. 15 y 33 Ley 3642) 5°)Regular los honorarios por la actividad profesional cumplida en el trémite del recurso de Casacién interpuesto a fs, 72/77 vta. de la si- Quiente manera. Dres. Joaquin Lé- pez Revol, en la suma de pesos mil seiscientos ($1600); Eduardo Sosa, en la suma de pesos cuatrocientos ochenta ($480); Rubén E. Sénchez, en lasuma de pesos mil ciento veinte ($1120) y Ricardo Rubén Marino, en la suma de pesos trescientos treinta ¥ Séis ($336) (Arts. a5 y 31 Ley 3642) CARLOS A. PARELLADA - ARIEL G. PARELLADA (DiRECTORES) 6°) Regular los honorarios por la actividad profesional cumplida en el tramite del recurso de Inconstitucio- nalidad interpuesto a fs. 102/113 vta. dela siguiente manera. Dres. Joaquin L6pez Revol, en la suma de pesos mil seiscientos ($1600); Eduardo Sosa, en la suma de pesos cuatrocientos ochenta (6480); Pedro Garcia Espetxe, en la suma de pesos mil ciento veinte ($2220) y Pedro Jaime Sin, en la suma de pesos trescientos treinta y séis ($336) (Arts. a5 y 32 Ley 3642). 7°)Regular los honorarios por la actividad profesional cumplida en el trémite del recurso de Casacion interpuesto a fs. 114/119 de la si- guiente manera. Dres. Joaquin Lé- Pez Revol, en la suma de pesos mil seiscientos ($1600); Eduardo Sosa, en la suma de pesos cuatrocientos Ochenta ($480); Pedro Garcia Espe- txe, en la suma de pesos mil ciento veinte ($1120) y Pedro Jaime Sin, en la suma de pesos trescientos treinta ¥ Séis (336) (Arts. 15 y 32 Ley 3642). 8°) Dar a la suma de pesos ciento Cincuenta ($150), de la que da cuenta la boleta de depdsito obrante a fs. EM el destino previsto por el Art. 47-IV. CPC Notifiquese. Oficiese. Alejandro Pérez Hualde. — Alda Kemelmajer de Carlucci. — Fernando Romano 1 Introduccién La sentencia que motiva este andlisis es uno de los Pronuncia- mientos mas destacados que presenta hasta el momento, desde la Perspectiva propia del estudio y aplicacién del derecho ambiental, la doctrina judicial emanada de la Suprema Corte de Justicia de MAURICIO PINTO - DERECHO AMBIENTAL 2 Mendoza. Seguramente por esa raz6n es que sobre el mismo se han efectuado diversos y muy interesantes comentarios", todos ellos de gran valor e indispensable consulta, y ala vez este precedente ha sido atendido por diversos tribunales para fundar posteriores decisorios®. En el calificado argumento que expone el Dr. Alejandro Pérez Hualde, al fundar el fallo, se adicionan consideraciones de peso en torno a medulares conceptos que conforman el moderno Derecho Ambiental: la aplicacién rectora de los principios especificos de la materia, la constante presencia del interés publico para ponderar las prerrogativas en juego, la clara nocién del orden piiblico am- biental, el acceso a la tutela efectiva de los derechos, son todos ellos elementos que enriquecen el andlisis sobre la naturaleza y alcance de las normas ambientales. Pero ademas, el fallo es una muestra del rol que corresponde a la justicia ambiental, no sélo a través del maximo tribunal provin- (1) Este fallo ha sido objeto, entre otros, de los siguientes analisis doctrinarios: Mou- 8s, ANDRES G,, “Cosas que no tienen repuesto LA LEY, 2005-D, 451; ABALOS, Maria G., “A propésito de la tradicién ambientalista de la jurisprudencia mendocina’ LA LEY, 2005-D, 552; y La Ley Gran Cuyo, 2005, 655; ELIAs, José S., “Supremacfa, argumentacién constitu- cional y proteccién ambiental en una sentencia notable (a propésito del fallo “Oikos"), La Ley Gran Cuyo, 2005, 357; GIORDANO, ALDO L., “Ecologta, politica y petréleo’ La Ley Gran Cuyo, 2005, 236; GascON, SANTIAGO J., “Accién de amparo y derecho ambiental. “Oikos” y las generaciones futuras’ La Ley Gran Cuyo, 2008, 1025; ESAiN, José, “Los principios de conservacién de la integridad del sistema ecolégico y de la proteccién de la biodiversidad en cuanto al desarrollo sostenible en las dreas naturales; Revista de Derecho Ambiental, Buenos Aires, Lexis Nexis, 2005, N° 3, p. 238; Picerrt, Epuanpo A., “El derecho ambien- tal existe’ Diario Judicial, www.diariojudicial.com, martes 29 de marzo de 2005; ZBBALLOS De Sisto, Marfa C., “El sistema de éreas protegidas dela Argentina y las actividades eco- némicas’ Fl Derecho - Diario Ambiental, www.elderecho.com.ar, lunes 25/7/2005. (2) Entre otros: Superior Tribunal de Justicia de la Provincia de Rio Negro, in re “CO. DE.CI de la Provincia de Rio Negro’ sentencia del 16/8/2005, LA LEY, 2006-C, 223. Céma- 1a de Apelaciones en lo Civil y Comercial de Corrientes, sala IV, in re “Cirignoli, Sebastian cc. guerre, Ramén y/o quien resulte responsable y/1 otros’ sentencia del 17/5/2006, La Ley Litoral, 2006, 878; C4mara de Apelaciones en Jo Civil y Comercial de Cortientes, sala IN, in re “Leiva, Bruno c. Forestal Andina SA% sentencia del 25/4/2007, La Ley Online (AR/ JUR/2800/2007). Superior Tribunal de Justicia de la Provincia de Corrientes, in re “Leiva, Bruno c. Forestal Andina SA; sentencia del 26/11/2007, La Ley Litoral, 2008, 40, Camara 1a de Apelaciones en lo Civil, Comercial, Minas, de Paz y Tributaria de Mendoza, in re “Chamorro, Carlos G. c. Municipalidad de Gral. San Martin’; sentencia del 4/7/2007, La Ley Gran Cuyo, 2007, 837. Cémara 2a de Apelaciones en lo Civil, Comercial, Minas, de Paz yTributaria de Mendoza, in re “Dimov, Daniel y otros c. Municipalidad de Godoy’ senten- cia del 18/5/2009, La Ley Gran Cuyo, 2009, 673. Juzgado de 1a Instancia en lo Civil, Comer- cial y Minas Nro, 11 de Mendoza, in re “Aguas Danone de Argentina SA c. Depromin SA y otros’ sentencia del 14/4/2010, La Ley Online (AR/JUR/18928/2010). 30 CARLOS A.PARELLADA ~ ARIEL G. PARELLADA (DIRECTORES) cial, sino —y en particular— de las instancias inferiores, con ma- gistrados comprometidos en la tutela del valor colectivo, consus- tanciados con el contenido del debate, no solo en su variante juridica sino también técnica, marcando el claro limite que veda al Poder Administrador en aras de la preservacién ambiental. Pero sin que ello implique, a su vez, un desvio hacia el tan cuestionable “gobiernos de los jueces’, sino —siempre— manteniendo un deli- cado equilibrio entre los contrapesos del sistema republicano y las restricciones que ha impuesto el legislador a las actividades econémicas. Rol que —Ilamativamente— ha sido revitalizado casi dos déca- das después de otro célebre pronunciamiento de la justicia local®), también vinculado a disposiciones ejecutivas que desnaturaliza. ban el régimen tutelar dispuesto en la Provincia de Mendoza para salvaguardar el valor natural del humedal que configura la Laguna de Llancanelo. 2. El fallo que se anota y sus antecedentes La Sala Primera de la Suprema Corte de Justicia de Mendoza resolvi6 el 11/3/2005 la causa 78.245 caratulada: F. Sociedad An6nima en j. 80.866 Asociacién Oikos Red Ambiental c. Gob. dela Prov. de Mza. p/Acc. de Amp. s/Inc. Cas”, rechazando los recursos extraordinarios interpuestos por las autoridades Publicas y la em- presa interesada en una explotacién hidrocarburifera que se pro- yectaba en las inmediaciones de la Laguna de Llancanelo. Tal pronunciamiento es la sintesis de un proceso promovido mediante una accién de amparo ambiental por una ONG ambien- talista, cuestionando la legalidad de la aprobacién ambiental otor- gada por Res. ministerial 190/2003 ala explotacién de hidrocarbu- ros en el area de la Laguna de Llancanelo. En tal proceso, el Juez de primera instancia hizo lugar a la ac- cidn de amparo, lo que fue luego confirmado por la respectiva Cé- mara. Ante este pronunciamiento, la empresa petrolera interesada y el gobierno provincial interpusieron recursos de casacién e in- (3) 4° Juzgado Civil, Comercial y Minas de Mendoza, in re “Morales, Victor Hugo y Rinaldi, J. J.c. Provincia de Mendoza p/Accién de Amparo’ sentencia del 2/10/1986, pu- blicada en Revista El Derecho, T° 123, p.539. MAURICIO PINTO ~ DERECHO AMBLENTAL 31 constitucionalidad, los cuales fueron rechazados por la Suprema Corte de Justicia de la Provincia. Dentro de los aspectos objeto del anilisis judicial, se argumenta Ja ponderacién del caracter colectivo de los interese en juego, la im- plicancia del orden piiblico que los regula, la relatividad de los pla- zos que limitan el acceso a la jurisdiccién en casos ambientales, la adecuada aplicacién de la ley 6045 —de Aéreas Naturales Protegi- das— al caso, la resolucién del mismo acorde a los principios am- bientales que surgen del art. 41, CN, entre otros aspectos. 3. Los principios ambientales como contexto paradigmatico de interpretacién y aplicacién del derecho Un tema estructural del andlisis judicial que hemos tomado como disparador para este comentario pasa por la validacién del paradigma ambiental como contexto interpretativo. Con la reforma constitucional de 1994, el derecho al ambiente fue reconocido de manera explicita en el art. 41, CN, junto a la obli- gacién general de preservarlo, siendo una funcién publica proveer al mismo. Como desarrollo de esta prerrogativa, el art. 4° de la ley 25.675 establece ciertos principios juridicos®, integrandolos como parte de un modelo decisorio en el que “la interpretacién y aplicacién de [...] toda otra norma a través de la cual se ejecute la polftica ambiental” esta sujeta al cumplimiento de los mismos. Vergara Blanco entiende que los ambitos juridicos donde mejor se justifica la aplicacién de principios juridicos son aquellos que se caracterizan por carecer de una sistematica codificadora®. Y jus- tamente, el Derecho Ambiental argentino que esquematiza el art. 41, CN —conformado con una inevitable pluralidad de fuentes de origen nacional (presupuestos minimos de proteccién) y pro- vincial (normas complementarias)— excluye la posibilidad de una metodologia codificadora, siendo entonces eficaz la identificacién legal de los principios jurfdicos de la especialidad que ha realizado Ja ley a efectos de facilitar un marco general de hermenéutica que (4) La ley enumera y define los principios de congruencia, prevencién, precautorio, equidad intergeneracional, progresividad, responsabilidad, subsidiariedad, sustentabili- dad, solidaridad y cooperacién. (5) VERGARA BLANCO, ALEJANDRO, El Derecho Administrativo como sistema auténo- ‘mo. El mito del Cédigo Civil como “Derecho Comin", Abeledo Perrot, Santiago de Chile, 2010, p.18 32 CARLOS A. PARELLADA - ARIEL G. PARELLADA (DIRECTORES) encamine la funcién orientadora y de integracién que alos mismos corresponde en el actual Paradigma juridico, Resaltamos que el término “principio” refierea una proposicién de contenido inconcreto que funciona como criterio fundamental © punto de partida de un sistema; mds precisamente, es una Propo- sicién de extensién general y abstracta, que Constituye la base de un sistema de proposiciones, sea Porque funciona como primera Los principios del derecho son fundamentos evidentes del dere- cho, las bases inconmovibles del Tazonamiento juridico; aquellos hitos que no pueden Pasarse por alto al razonar juridicamente, y En este sentido, los principios juridicos ambientales tienen un efecto juridico reestructurante del sistema normativo®: a la vez que son fuentes de las nuevas normas ambientales que mutan el contenido del sistema juridico, permiten ademas reinterpretar e integrar las normas Preexistentes al nuevo paradigma ambiental. Apartir del desarrollo normativo de los referidos principios am- bientales que ha efectuado la ley 25,675, tales méxhane aparecen como pautas obligadas en la interpretacién juridica, imponiéndose (6) Explica Lonenzermy, licanvo, Teoria del Derecho Ambiental, La Ley, Buenos Ai- Geib. P. 63, que uno de los problemas mas complejos en el derecho actual es el rela- cionado con el pluralismo de fuentes, el que se agudiva en materia ambiental haciendo que la coherencia del decimonénicos— sino a posteriori mediante la interpretaci dicatura, siendo para ello fundamental determinar los ctiterios generales que establezca ellegislador, @) Swuru, Juan Cantos, “Caréctes,funcién y relatividad de los principios generales del derecho’, LA LEY, 1981-D, 1203, (8) Gaxusino, STELLA M. y Loprz Musa, Manceio, “Someras reflexiones en torno a ‘os principios generales del derecho, su alcance y aplicacién’; La Ley Patagonia, 2004, 430 (9) Lorenzerm, Ricanpo L,, “La nueva ley ambiental argentina’ LA LEY, 2003-C, 1332, SE eC tet MAURICIO PINTO - DERECHO AMBIENTAL 33 la vigencia de un paradigma ambiental que ha informa el siste- ma jurfdico de forma condicionante para todo operador del Derecho. El enfoque paradigmatico importa que en la labor de los intér- pretes el contexto que brindan las reglas generales adquiere preeminencia por sobre la norma particular, siendo el proce- dimiento habitual subsumir un término legal en un contexto que le da sentido en razén del modelo de decisién adoptado™, en este tema a partir de los principios ambientales dispuestos en la ley 25.675. Esta apreciacién es acorde al pensamiento de Quiroga Lavié, cuando entiende que a partir de 1994 el art. 41, CN ha significado constituir a nuestro pais como un Estado ecoldgico de derecho, lo que implica el necesario apego a la ley, incluso aquella que desde la misma Constitucién y sus normas de desarrollo estatuyen la obligacin de preservar un ambiente sano, equilibrado y apto para un desarrollo humano sustentable. Las autoridades publicas —y entre ellas las judiciales— estén especialmente vinculadas al cumplimiento de tal maxima, no sdlo porque la funcién puiblica no las exime de la obligacién general de tutela ambiental que impone a todo habitante el texto constitucio- nal vigente (art. 41, CN), sino porque ademas ese mismo precepto refuerza esa obligacién con una carga funcional de proveer al dere- cho al ambiente definido en la Carta Magna y a la preservacién del patrimonio ambiental. Enese contexto —como acertadamente resaltan Saux y Miiller— la tarea del juez es mas ardua, pues debe acudir a una estructura juridica que prima facie se antepone a los sistemas tradicionales del derecho y al propio derecho positivo local, siendo necesario para la real vigencia de las derechos ambientales que los magistra- (10) Kus, THOMAS SAMUEL, La estructura de las revoluciones cientificas, Fondo de Cultura Econémica, México, 2002, p. 13, observa que los paradigmas o matrices discipli- nares resultan realizaciones cientificas universalmente reconocidas que, durante cierto tiempo, proporcionan modelos de problemas y soluciones a una comunidad cientifica, Entendemos que la regulacién legal de los principios ambientales en la ley 25.675 ha im- puesto un reconocimiento universal de los mismos como modelo de problemas y solucio- nes, consoliddndose el paradigma ambiental en el Derecho Argentino. (11) Lorenzermi, RicaRvo, Teoria del Derecho Ambiental, cit., ps. 6y ss. (22) Quiroca Lavié, HuMBERTO, "El Estado ecolégico de derecho en la Constitucién. Nacional’, LA LEY, 16/4/1996, p. 1 34 CARLOS A. PARELLADA - ARIEL G, PARELLADA (DireCtores) dos ejerzan dindmicamente todos los resortes que las leyes les con- fieren, dejando de lado concepciones obsoletas'!3), Recordemos en este sentido que —como explica Bobbio— la norma jurfdica ha de estudiarse teniendo en cuenta un “todo mds vasto que la comprende”, entendiendo Por ese todo al conjunto de normas en cuanto exclusivos elementos integrantes del orde- namiento juridico, encuadre en el que sdlo puede hablarse de De- recho cuando hay un sistema de normas que forman un orde- namiento, aunque sea necesario corregir sus antinomias mediante lainterpretacién del conjunto. Y consiguientemente, el régimen vigente no puede analizarse sino en un contexto sistémico que in- volucre el conjunto normativo, imponiéndose una consideracién simultdnea de los preceptos procesales aplicables, incluso los prin- cipios y preceptos especfficos del Derecho Ambiental. De este modo, la realidad paradigmatica que a partir del régi- men vigente condiciona a los operadores del Derecho, tanto en la esfera administrativa como judicial, es un prius interpretativo que limita su discrecionalidad, la que arbitrariamente no puede inter- pretar descontextualizadamente el alcance normativo de los pre- ceptos que aplica, como si nos encontréramos atin en un contexto decimonénico, signado Por una individualidad carente de toda va- loracién colectiva. La ruptura entre el tejido paradigmatico y la interpretacién y aplicacién juridica lleva a razonamientos que —ajenos asu contex. {o— se enajenan de lo juridico, y a pesar de que en lo formal pue- dan responder parcial 0 aparentemente a la norma procesal vigen- te, resultan construcciones falaces: los principios del Derecho Ambiental han reescrito el alcance de los preceptos procesales y sustanciales tradicionales, los que hoy no pueden ser aplicados como si el Estado ecolégico de derecho no hubiera irrumpido en nuestro sistema constitucional. El pronunciamiento de la Corte mendocina que anotamos se enrola claramente en la concepcién paradigmatica que enuncia. mos. No sélo en cuanto entiende que la ley 6045 es la norma espe- cial en materia de dreas naturales protegidas que se impone con la (13) Sdux, Epearpol. Y MULLER, ENRIQUE C., “EI Rol del Juez en materia ambiental’, en Tutela Juridica del Medio Ambiente, Academia Nacional de Derecho y Ciencias Sociales de Cordoba, Cérdoba, 2008, p. 342. (14) Bospi0, NonseRto, Teoria General del Derecho, traduccién de Eduardo Rozo Acuna, Debate, Madrid, 1991, ps. 25, 154, 173 y 181. MAURICIO PINTO - DERECHO AMBIENTAL 35 primacia que le otorga su cardcter de defensa del interés colectivo desde el Derecho Ambiental, haciendo valer la finalidad de tal régi- men por encima del precepto de creacién de la reserva Llancanelo, y advierte en el caso la existencia de un interés piiblico de especial atencién que justifica la continuidad del proceso incluso ante cues- tionamientos sobre la temporalidad de la accién, sino especial- mente en cuanto advierte que el resultado del reclamo en las ins- tancias inferiores se condice tanto con lo dispuesto por la ley 6045, como ademas con los principios que inspiran el art. 41, CN. 4. Los intereses colectivos como fundamento del orden publico ambiental y los limites a los derechos adquiridos Otro elemento de andlisis que el fallo impone, y que es en gran parte una consecuencia necesaria del contexto paradigmatico que observamos en el punto anterior, es aquel que refiere a la preemi- nencia que la faceta colectiva de los intereses ambientales adquiere frente a otros intereses jurfdicamente tutelados, de corte individualistas. Claramente Lorenzetti ha expuesto a partir de la “teorfa de las esferas”, que —al interpretarse la norma— aquellos intereses sig- nados por la individualidad deben ser coordinados de manera tal que se orienten hacia la preservacion del interés colectivo. Frente a la esfera social —que contempla aquellos actos que realiza el indi- viduo situado en la accién colectiva— la proteccién de lo individual es menor, ya que se acttian en el ambito de lo colectivo y tienen prioridad los bienes ptiblicos frente a los que integran la esfera del individuo. Los derechos fundamentales individuales, en esta area, deben ser interpretados de modo tal que no conspiren contra el de- terioro de tales bienes; y de ahi que en la relacién entre derecho de propiedad y medio ambiente, deba reconocerse una “funcién am- biental de la propiedad” en virtud de que la multiplicidad de dere- chos individuales de los propietarios deben coordinarse de manera tal que se orienten en la preservacién del bien colectivo. Como c rolario, en aquellas actividades que se inician existiré una prio! dad de la esfera social que puede importar la negativa a su instala- cién o bien su postergacién hasta el cumplimiento de determinadas exigencias“9), (15) Lorsnzerrr, RicaRpo L., “Reglas de solucién de conflictos entre propiedad y medio ambiente’, LA LBY, 1998-A, 1024. 36 CARLOS A. PARELLADA - ARIEL G. PARELLADA (irectores) En esa orientacién corre el andlisis efectuado por la Corte pro- vincial, pudiéndose advertir répidamente que todo el pronun- Pérez Hualde— el derecho debe adquirir necesariamente manifes- taciones autoritarias, ya que, como demuestra la Praxis, el esponta- nefsmo no ha funcionado®), Y tal preeminencia imperativa nos leva claramente a la nocién de orden ptiblico como conjunto de instituciones y reglas adopta- Atendiendo a que nadie debe dafiar a terceros, ni directamente nia través del ambiente, generalmente el orden publico se presen- tard interesado en la preservacién ambiental. Por ello, se ha con- En esta misma If{nea, desde el derecho positivo la ley 25.675 ha definido su contenido dentro del orden publico. En Mendoza —en forma andloga a otras jurisdicciones— desde 1992 laley5961 yaha- bia dispuesto lo mismo con respecto a las normas de preservaci6n ambiental. Con este sustento, y advirtiendo que el régimen de las dreas na- turales protegidas se engloban en el orden publico referido por DOL., “La decision judicial en casos constitucionales? LA LEY, 2010-F, 702, refiere como un “estado teatral” que expone los problem: decididamente en la complejidad de la ejecucién, siendo importante que se avance en el camino dela efectividad, extendiendo la preocupacién tanto al enforcement como al com- pliance, con mecanismos para que la ‘gente viva el derecho como una realidad habitual y no como una mera amenaza, (17) Busso, Epuarpo, Codigo Civil Anotado, t. 1, Ediar, Buenos Aires, 1958, p. 10 (18) Vauts, Manto, Derecho Ambiental, Del Autor, 1993, p. 129 (19) Bustamante. ALSINA, JORGE, “El orden Ptiblico ambiental’, LA LEY, 1995-E, 916, MAURICIO PINTO - DERECHO AMBIENTAL 37 cluye que la misma se impone sobre las relaciones jurfdicas exis- tentes y descarta la posibilidad de planteos sobre posibles derechos adquiridos relativos a actividades prohibidas; advirtiendo ademas que el desconocimiento de la ley 6045 implica también ignorar la jurisprudencia que ha establecido que la modificacién de las nor- mas por otras posteriores no da lugar a cuestidn constitucional al- guna, pues nadie tiene derecho adquirido al mantenimiento de le- yes o reglamentos, nia su inalterabilidad. En este sentido, cuando se da un cambio regulatorio pueden ocurrir distintas situaciones, en las que si bien ante situaciones consolidadas debe producirse la expropiacién respectiva para afectar los derechos adquiridos, ante situaciones potenciales, que no estén consolidadas, el caso debe regirse por el nuevo orden juridico), En efecto, el art. 3°, CC dice claramente que a partir de su vigen- cia las leyes se aplicaran incluso a las consecuencias de las relacio- nes y situaciones juridicas existentes, y con ello, frente a situacio- nes juridicas preexistentes los efectos que se produzcan con posterioridad a la vigencia de la nueva norma quedaran atrapados en ella, y ello se produce sin vulnerar el principio de irretroactivi- dad, por aplicacién del principio de efecto inmediato, que en reali- dad tiene efecto para el futuro, La Corte mendocina sostiene en este aspecto que la ley 17.711 y el Cédigo Civil han adoptado el sis- tema del efecto inmediato, que consiste en que la nueva ley toma a la relacién juridica o a la situacién jurfdica, en el estado en que se encontraba al tiempo en que es sancionada, pasando a regir los tra- mos de su desarrollo atin no cumplidos, en tanto que los cumplidos se consideran regidos por la ley anterior™, y por ello, las nuevas leyes pueden aplicarse a las causas pendientes, ya que los derechos de las partes recién se reputan adquiridos en el momento en que la decisién ha pasado en autoridad de cosa juzgada, ya que antes, aquéllos no se incorporan al patrimonio titular), (20) Lopez, Joaquin y Morsset Dr Espanés, Luts, Derecho de Aguas. Régimen transi- torioy normas de conflicto, Universidad Nacional de Cérdoba, 1980, p. 15, (21) Morisset Dr Espanés, Luts, La irretroactividad de la ley y el nuevo art. 3° del Co- digo Civil (Derecho Transitorio), Del Autor, 1975, p. 17. (22) Suprema Corte de Justicia de Mendoza, in re “Chivilcoy Gas SA en J° 10.743 Balderas, Amparo y Otros c. Chivilcoy Gas SA p/Despido. s/Casacién’, sentencia del 30/10/2008, L.S. 394-027. (23) Suprema Corte de Justicia de Mendoza, in re “Chubut Compafifa Argentina de ‘Seguros SA en J: Vargas Pedro Petromen SA Ordinario - Casacién’, sentencia del 22/3/1990, LS. 214-011. 38 CARLOS A. PARELLADA - ARIEL G, PARELLADA (Directones) Por otra parte, no debe perderse de vista que no existe un dere- cho adquirido al mantenimiento de un régimen determinado®, y con ello no es posible confundir entre derecho adquirido y mera facultad concedida, ya que esta es la posibilidad que la ley abre a favor de alguien, Pero que hasta el ejercicio de esa Ppotencia, no es sino una eventualidad que no obsta al cumplimiento de la ley que modifique o aniquile esa perspectiva’3), Y justamente en el caso en andlisis, el nuevo régimen dela ley 6045, de orden publico y por ello de cumplimiento inexorable tanto Por administrados como Por las autoridades, vedo toda facultad que estuviera potencialmente per- mitida bajo el viejo dec.-ley 9/1980. En este sentido, hemos entendido que tratandose de situaciones no consolidadas, la nueva norma puede regularlas plenamente, ya que no hay propiedad constituida que pueda ser afectada, sino s6lo expectativas. Tratandose de procesos Judiciales o administrativos en curso, debe atenderse ante todo que si el mismo tiene por objeto situaciones consolidadas —es decir, donde ya estaban reunidos to- dos los elementos para constituir la situacion juridica de la que el reclamante manifiesta ser titular—, las mismas deben resolverse en tal concepto, mientras que si tratan sobre situaciones no conso- lidadas deben resolverse por la nueva ley), 5. El acceso a la jurisdiccién y los plazos en los procesos ambientales Una consecuencia del contexto Paradigmatico y la preeminen- cia de los intereses colectivos que hemos observado se manifiesta en la ponderacién del plazo de caducidad que el orden juridico contempla para interponer las acciones judiciales. (24) Ver al respecto Suprema Corte de Justicia de Mendoza, Sala 1, in re “Heras, Eu- genlo ¢. Municipalidad de la Capital de Mendoza s/A.PA’ sentencia del 1/7/2013, La LAY Gran Cuyo, 2013, 953, con nuestra nota: PivTo, MAURICrO, “La certificacién de fect, bilidad de uso y los derechos adquiridos frente a la modificactén del ordenamiento am- biental del territorio” (25) Suprema Corte de Justicia de Mendoza, en Pleno, in re “Bodegas y Vifiedos Rosario M. Vda. de Rinaudo ¢ Hijos en J: Peralta Juan y otro Bodegas y Vinedos Rosaria, M. Vda. de Rinaudo e Hijos Ordinario - Inconstitucionalidad - Casacin’ sentencia del 7/6/1976, L.S, 142-001. (26) Piv70, Mauricio, “Limitaciones al dominio privado establecidas en interés del dene broteecién de las aguas’ en Derecho y Administracién de Aguas, Zetaeditores, Men- doza, 2007, p. 244, MAURICIO PINTO - DERECHO AMBIENTAL 39 En el caso en andlisis, un punto de discordia entre las partes se planteaba en torno ala produccién del plazo de caducidad para in- terponer la accién de amparo, que el dec.-ley 2589/1975 fija en 10 dias, aduciendo la parte demandada que la a la accién de amparo habria sido interpuesta en forma extempordnea. Aunque en general se ha considerado que la determinacién de un plazo de caducidad no es contradictoria con la via constitucio- nal del amparo, ni con el art. 43, CN —ya que si existe urgencia (ra- z6n que justifica el amparo) no es incongruente establecer un tér- mino para que el remedio se ejerza—®, en el pronunciamiento que se anota la Corte entiende en este tépico que no puede conside- rarse arbitrario el razonamiento de las instancias anteriores al per- mitir el curso de la accin luego de vencido el plazo de caducidad, en tanto y en cuanto han considerado que interviene en el caso un interés ptiblico de especial atencién, recordando el carécter emi- nentemente publico del Derecho Ambiental y a su directa y opera- tiva raiz constitucional expresa en el art. 43, CN cuyo primer parra- fo establece que el amparo se extiende no solamente alo que acaece o acaecié, sino también a lo que pueda acaecer. De esta forma, consolida las pautas fijadas por el Juzgado de Primera Instancia y la Camara actuante, de acuerdo a las cuales la categoria de los daiios que la amparista intenta proteger, justifica que se despejen los obstaculos formales hacia la tutela jurisdiccio- nal, por lo que el argumento resulta suficiente para desestimar la pretensién de los demandados relativa a la extemporaneidad en el ejercicio de la accién. Asimismo, en tales instancias se afirma que la funcion preventi- va que caracteriza al sistema de proteccién del medio ambiente y de resarcibilidad de los dafios supraindividuales —es decir, que tras- cienden la individualidad—, no permiten considerar punto de par- tida para contar el plazo de caducidad —para interponer la accién de amparo— a una actuacién que sdlo compromete individualmen- te a quien luego se hace cargo de reclamar por intereses difusos. Por ende, en el proceso se entendié que el tiempo transcurrido entre el momento en que el amparista tomé conocimiento de la resolucién atacada y la iniciacién de la accién es trascendente al momento de evaluar las exigencias formales cuando se esté frente a un debate de (27) Suprema Corte de Justicia de Mendoza in re “Asociacién Gremial de Empleados + Funcionarios del Poder Judicial en J° 32.120/168,071 Asociacién Gremial - c. Gobierno p/Amparo s/Inc’, sentencia del 6/6/2007, L.S. 378-17. 40. CARLOS A. PARELLADA - ARIEL G. PARELLADA (DIRECTORIES) intereses privados, pero no cuando se trata de encausar el respeto a derechos de la comunidad, debiendo el aspecto temporal concebir- secon idea de pluralidad y multiplicidad de intereses. Bajo este con- cepto, se entendié que mientras exista la posibilidad de impedir el dafio potencialmente colectivo, existira plazo legal para acceder al amparo que se ejerce, por autorizacién constitucional (art. 43, CN) en representacidn de personas indeterminadas. De este modo la Corte mendocina ha abonado la Progresiva tendencia jurisprudencial que entiende que los plazos de caduci- dad de la accion resultan inaplicables en los procesos de amparo ambiental, en base a la consideracién de los intereses colectivos y normas de orden ptiblico que se encuentran en juego”®), premisa que si bien en principio resulta acertada, debe ser atendida a la luz de cada caso y con los limites propios de la naturaleza procesal que presentar el amparo como instituto de tutela urgente, sin perjui- cio de la procedencia de otras vias de defensa jurisdiccional. De este modo, es justamente el orden publico ambiental y la ca- lidad colectiva de los intereses en juego los que han servido de ba- samento a la flexibilizacién de las formalidades para dar lugar ala via del amparo ambiental, admitiéndose tal accién incluso vencido elplazo de caducidad para interponerla, soluci6n plenamente l6gi- ca en el contexto de un proceso donde la legitimacién excede el in- terés individual del ocasional actor por responder a un derecho co- lectivo, de corte social, siendo entonces inapropiado para tal (28) Dentro de esta tendencia, referimos los pronunciamientos de la Cémara Fede- ral de Apelaciones de La Plata, Sala U, in re “Di Dio Cardalana, Edgardo y ots c. Aguas Argentinas y ots; sentencia del 26/10/2004 (publicada en Revista de Derecho Ambiental, N* 1, Enero/Marzo 2005, Lexis Nexis, p. 185, con nota de CAFFBRaTTA, NESTOR A. “Cadi, cidad de instancia en procesos colectivos ambientales”); de la Cémara Civil y Comercial dela Ciudad de Corrientes, Sala 4, sentencia del 10/4/2006, in re “Cirignoll, Sebastian v. Aguerre, Ramén y/o quien resulte responsable y/o quien resulte propietario de la Estancia Rincén de Uguay y/o quien resulte responsable del Instituto Cozrentino del Agua y el Am. biente (ICAA)"; y del Juzgado en lo Contencioso Administrativo n° 1 de Dolores — Buenos Aires, inve “Surfrider Argentina c. Municipalidad de General Madariaga y otros s/medi. Ga cautelar auténoma o anticipada; sentencia del 28/8/2013. En esta misma linea, aunque en relacién al régimen de amparo general, el Tribunal Superior de la Ciudad Autonoma de Buenos Aires, in re “Gil Dominguez, Andrés c. Ciudad de Buenos Aires’ sentencia del 27/12/2007, ha declarado inconstitucional la existencia de un plazo de caducidad para este tipo de proceso. Sobre el tema, ver también Fano, ANiBaL J, Derecho Ambiental, Li. brerfa Editora Platense, 2009, ps. 224/225, (29) Véase en este sentido, por ejemplo, la sentencia de la Cémara 2° de Apelacio- es en lo Civil y Comercial de Cérdoba del 16/9/2008 in re Fonseca, Ricardo y ottos c. PPA, publicada en La Ley Cérdoba, 2008, 1107 con nota de CATALANO, MARIANA, “Sobre la idoneidad en concreto del amparo constitucional para la defensa del ambiente” MAURICIO PINTO - DERECHO AMBIENTAL 41 supuesto el principio dispositivo que rige en la jurisdiccién mera- mente civil, Al respecto, explica Camps que ante derechos no disponibles alcanzados por regulaciones de orden piiblico el principio dispo- sitivo y sus consecuencias se relativizan hasta quedar incluso muy debilitado, pasando el Estado a ubicarse en primer plano, desplazando la importancia del impulso procesal particular para privilegiar a los sujetos publicos®), Por ello, la doctrina refiere que los procesos ambientales presentan una buena dosis de carac- ter inquisitorio,©) En este sentido, y en lo que al tema que nos ocupa refiere, la ju- risprudencia que ha avanzado en dispensar el plazo para interpo- ner las acciones ambientales ha hecho gala del contenido del art. 32 de la ley 25.675, expresando que si bien es cierto que la Ley de am- paro establece un plazo de caducidad para interponer la accién, por expresa disposicién dicha norma, rige el principio de la inexis- tencia de restricciones de ningtin tipo o especie para el acceso ala jurisdiccién por cuestiones ambientales, y tal principio incluye la no obligatoriedad de plazos de caducidad de la accién 9; y que en materia ambiental y en base a las facultades instructorias y ordena- torias que estipula previstas en ese dispositivo, el juez debe instru- (30) Explica Asia, Huo, Tratado Tedrico Préctico de Derecho Procesal Civil y Co- mercial, t1, Ediar, Buenos Aires, 1963, p. 101, que existen fundamentalmente dos tipos de procesos, segtin la posici6n que en el mismo se asigne a las partes y al juez. Por una parte el sistema dispositivo, que confiere a las partes el dominio del procedimiento, no pudien- do el juez iniciar de oficio el procedimiento, ni tener en cuenta hechos 0 pruebas que no sea aportada por las partes, debiendo el magistrado tener por cierto los hechos acordados por las partes y limitar la sentencia a lo alegado y probado, no pudiendo extender su fallo. amés nia otra cosa distinto a lo peticionado, Contrariamente, en el sistema inquisitivo el juez debe investigar la verdad material con prescindencia de la actividad de las partes, pu- diendo iniciar el proceso de oficio, buscar hechos y medios probatorios. Aclara este autor que no existen procesos puramente dispositivos o inquisitivos, sino que s6lo puede ha- blarse de una prevalencia de un sistema sobre el otro. (31) Cans, Cartos Exrigus, “Caducidad de instancia y proceso ambiental” Revis- ta de Derecho Ambiental, n° 9, Enero/Marzo 2007, Lexis Nexis, p. 158. (32) Carrerarta, Nistor A. y Monetto, AuGusto M,, “Procesos colectivos en la ey general del ambiente 25.675;, cit, p. 1265; Jisténnez, EDUARDO PABLO, “Cuando la apli cacién efectiva del Derecho Ambiental se traza en aras del logro del desarrollo sosteni- ble”; LA LEY, 2005-C, 59; Garcia TORRES, MARIANA y CATALANO, MARIANA, “La eficacia del mandato judicial ambiental LA Ley Buenos Aires, 2009, 489. (33) Cémara Civil y Comercial de la Ciudad de Corrientes, Sala 4, in re “Cirignoli, Sebastian v. Aguerre, Ramén y/o quien resulte responsable y/o quien resulte propietario dela Estancia Rincén de Uguay y/o quien resulte responsable del Instituto Correntino del ‘Agua y el Ambiente (ICAA)’ sentencia del 10/4/2006. 42 CARLOS A. PARELLADA - ARIEL G. PARELLADA (DIRECTORES) mentar por si en forma prioritaria lo necesario para acelerar los términos procesales e impedir la duracién prolongada de estos jui- cios, evitando las presentaciones que busquen retrasar su avance, raz6n por la cual no rige —en el caso— el instituto de la caducidad de instancia®, Estos conceptos, en el régimen mendocino del amparo ambien- tal, encuentran su relacién con las previsiones que la ley 5961 con- templa no slo en torno ala posibilidad de la judicatura de ordenar de oficio las medidas que se consideren necesarias tendientes a cumplir el objeto tuitivo del amparo, en concordancia con el art. 32 de la ley 25.675, sino ademds en cuanto estipula incluso la sustitu- cién del actor cuando la accién interpuesta esté verosimilmente fundada y el juez considere que el mismo carece de legitimacién, debiendo ordenar el impulso del proceso a cargo del Ministerio Pu- blico, alejando todo ello aun més la idea del impulso procesal limi- tado a la actuacién del actor propio del principio dispositivo que fundamenta a la caducidad como instituto®). Por el contrario, en aquellos procesos donde el interés ambien- tal aparece invocado de una manera abusiva, estando en realidad en juego prerrogativas individuales®), no hay justificacién alguna para eludir el plazo de caducidad.®” Sin perjuicio de todo ello, debemos advertir que en realidad la doctrina judicial que hemos referido, aunque marca una tendencia significativa, no ha importado la necesaria eliminacién para todos los supuestos de los plazos previstos en las normas de rito. En este (4) Camara Federal de Apelaciones de La Plata —Sala II— in re “Di Dio Cardalana, Edgardo y ots c. Aguas Argentinas y ots’; sentencia del 26/10/2004. (35) Prvro, Maunicto, “La accion de amparo ante daftos ambientales’ Revista de De- recho Ambiental, n° 30, abril/junio 2012, Abeledo Perrot, p. 253 (36) Hemos observado que la indebida invocaci6n de intereses ambientalistas para utilizar los procesos de defensa de bienes colectivos en aras de intereses particulares ge- nera un indebido desgaste jurisdiccional y un menoscabo social de dichos procesos, que se desacreditan publicamente. Al respecto, PINTO, MAURICIO y ToRcHIA, NOELIA, “Seguri- dad y Justicia Ambiental. Apuntes sobre algunos casos en la Provincia de Mendoza’, Revis- ta de Derecho Ambiental, n° 10, abril/junio 2007, Lexis Nexis, p. 251. (37) Resultan de interés en este tema los decisorios de la Camara 1° de Apelaciones en lo Civil, Comercial, Minas, de Pazy Tributaria de Mendoza, in re “Chamorro, Carlos G. c. Municipalidad de Gral, San Martin sentencia del 4/7/2007, La Ley Gran Cuyo, 2007, 837 y de la Camara 2a de Apelaciones en lo Civil, Comercial, Minas, de Paz y Tributa- ria de Mendoza in re "Dimov, Daniel y otros c. Municipalidad de Godoy’, sentencia del 18/5/2009, La Ley Gran Cuyo, 2009, 673; tales sentencias no excusan el plazo vencido por entender que los derechos en litigio no resultan propios de la categoria que corresponde alos de incidencia colectiva. MAURICIO PINTO - DERECHO AMBIENTAL 43 sentido, con posterioridad la misma Sala de la Corte que ha resuel- tola causa que motiva este andlisis, en ocasién de valorar la tempo- ralidad de un recurso extraordinario interpuesto en un proceso de amparo ambiental, ha rechazado el mismo por haber sido plantea- do vencido el término de leyS®), 6. Leyes ambientales que rigen el cas conservacionismo vs. preservacionismo Guillermo Cano® referfa la existencia de dos clases de conser- vacionismos. Uno de ellos, al que llamaba ortodoxo, procuraba mantener algunos lugares del mundo virgenes de las huellas hu- manas; el otro, al que Ilamaba realista, persegufa el “uso inteligen- te” de los recursos ambientales. Estas dos concepciones se integran hoy en dia dentro de distin- tos tipos de normas ambientales, unas signadas por la misién de preservar el entorno frente al desarrollo de actividades antrépicas que en el mismo se realice —el conservacionismo realista, al decir de Cano—, y otras que procuran conservar —desde la referida perspectiva ortodoxa— muestras representativas de ecosistemas 0 especies silvestres limitando severamente el desarrollo de activi- dades en el entorno. Asi, el régimen general del Derecho Ambiental, de corte pre- servacionista, procura salvaguardar el derecho a un ambiente sano y equilibrado, pero a su vez apto para el desarrollo humano y para que las actividades productivas satisfagan las necesidades presentes sin comprometer las de las generaciones futuras; en ese orden encontramos mecanismos como la evaluacién ambiental estratégica, la evaluacién de impacto territorial y ambiental, y en (38) Suprema Corte de Justicia de Mendoza, in re “Federigi de Ortubia Ana Maria y Ots, en J* 150.933 Ortubia Alberto y Or. C. Dalvian SA y Ot. p/Ord. s/Inc’, sentencia del 23/2/2012, publicada en Revista de Derecho Ambiental, n° 34, abril/junio 2013, Abeledo Perrot, p. 299, con nota de HERNANDEZ, VICTOR GUILLERMO, “Retroceso jurisprudencial en materia de amparo ambiental’ Aun ast, como resalta EISNER, IstDoRO (Dir), Caduci- dad de instancia, Depalma, Buenos Aires, 1995, p. 5, existe una clara diferencia entre la preclusién y la caducidad de instancia, ya que aunque ambas comparten la extincién de ciertas facultades procesales por el transcurso del tiempo, resultan fendmenos de signo contrario: la caducidad aniquila el proceso, y la preclusién lo cristaliza y ampara los tré- mites cumplidos. (38) Cano, Guittenmo, Derecho, Politica y Administracién Ambientales, Depalma, Buenos Aires, 1978, p. 44 44 CARLOS A. PARELLADA - ARIEL G. PARELLADA (DIRECTORES) general, la regulacién de las actividades acorde a la capacidad de carga y fragilidad de los ecosistemas (lo que implica mecanismos como la autorizacién previa, los limites de emisién y los controles policiales). En todos estos casos, la sustentabilidad se presenta compatible con la explotacién productiva y otras actividades antrépicas, tal como se observa en las instituciones regidas por la generalidad de preceptos contenidos en las normas de presupuestos minimos, y ennormas complementarias como las leyes 5961 0 7722 en Mendo- za. Es posible el desarrollo de proyectos que causan cierto nivel de impacto si los mismos se encuentran dentro de ciertos margenes aceptables@9), Sin embargo, también existen normas especificas que ponen énfasis en la conservacién por encima de toda actividad producti- ‘va, y en algunos casos practicamente excluyen la presencia huma- na de ciertos ambientes. Estas normas, encauzadas en estrategias de conservacién in situ de la biodiversidad“, procuran resguardar muestras representativas de ambientes que presentan especiales valores ecosistémicos, en donde el entorno —en general— no ha sido sustancialmente alterado por el hombre, sometiéndose a regi- menes especiales de proteccién, conservacién, restauracién y de- sarrollo), En la esfera nacional, el régimen de la ley 22.351 —so- bre Parques, Monumentos y reservas Nacionales— es propio de este concepto, al igual que la ley 6045 —de Areas Naturales Prote- gidas— en la Provincia de Mendoza. (40) En este sentido, RoDRIGUEZ SALAS, ALDO, ‘Consideraciones sobre la vigencia de las nuevas normas ambientales’ La Revista del Foro de Cuyo, t. 36-1998, Dike, ps. 54y ss., explica que el Derecho Ambiental se caracteriza por encauzar un desarrollo sosteni- ble que atiende las necesidades presentes sin comprometer el futuro, fijando el nivel de modificacién permistble de la naturaleza, con regulaciones desde la perspectiva de la sus- tentabilidad ecol6gica del uso de los recursos naturales, cuyo contenido debe proveer al aseguramiento de las condiciones para mantener el equilibrio ecolégico o la capacidad de carga de los ecosistemas. (41) LopEz ALFONSIN, MARCELO, Derecho Ambiental, Astrea, Buenos Aires, 2012, 1p. 309, explica que el elemento principal de toda estrategia de conservacién de la biodi- versidad es la creaci6n de reas protegidas, las que tienen por funcién salvaguardar los ecosistemas naturales, funcionar como refugio de especies silvestres y mantener los pro- esos ecoldgicos que no son aptos para sobrevivir en entornos con alto grado de interven- cién humana. (42) MorALEs LAMBERTI, ALICIA y Novak, ALDO, Instituciones de Derecho Ambiental, Lerner, Cérdoba, 2005, p. 366. MAURICIO PINTO - DERECHO AMBIENTAL 45 En el caso en anilisis, la distincién entre ambos regimenes se percibe con claridad en la disputa que existfa entre la aplicacién de Ja ley 6045 frente a las exigencias de la ley 5961. En el interés ex- puesto por los demandados, la primera de esas normas debia ser telegada como consecuencia del dec.-ley 9/1980, y consiguiente- mente debia permitirse la explotacién petrolera si era evaluada ambientalmente de acuerdo a la ley 5961; contrariamente, la parte actora invocaba la incertidumbre en cuanto a que !a actividad re- sultara prohibida por corresponder a un rea alcanzada por el régi- men dela ley 6045. El pronunciamiento de la Corte de Mendoza asume esta distin- cion de regimenes, y luego de entender que la ley 6045 es aplicable al caso, concluye que en consecuencia no cabe analizar si es o no posible la explotacién de hidrocarburos en Llancanelo o en cual- quier area natural protegida; eso ya ha sido resuelto por el legisla- dor en sentido contrario. No es juridicamente posible la explota- cién de hidrocarburos en dreas naturales protegidas porque est4 vedado por la ley 6045 que es de plena aplicacién al caso. Para arribar a este encuadre normativo, el fallo se inclina por validar la aplicacién de la ley 6045 tanto por entender que la regu- lacién prohibitiva de la misma —en cuanto norma emanada de la legislatura— es de jerarquia mayor) y posterior al dec. 9/1980, como ademas en base a la merituacién de que la aplicacién del dec.-ley 9/1980 es contrario al fin de las areas naturales regidas por la ley 6045. En este sentido, lejos de privilegiar la especificidad del precepto particular que crea la reserva, la Corte entiende que la ley 6045 es la norma de caracter especial en materia de areas natu- rales protegidas, lo que le brinda preeminencia frente a normas ge- nerales que —como la ley 5961— regulan las actividades de mane- (43) La Corte entiende que por resultar la norma de creacién del érea natural pro- tegida un acto emitido por el Poder Ejecutivo (Decreto) el mismo presenta una menor jerarquia que la ley 6045. No compartimos este argumento, ya que el dec.-ley 9/1980, por imperio de la ley 5217, presentaba igual fuerza y jerarqufa normativa que una ley de jure hasta que fue derogado por la ley 7824 en el alto 2007. Ademiés de ello, tanto la jurispru- dencia local como nacional ha reconocido que la efectividad y el reconocimiento explicito 0 técito por un gobiemo constitucional valida la ley de facto emitida por el Poder Ejecutivo en ejercicio de la potestad legisferante (ver Suprema Corte de Justicia de Mendoza, in re “Mendoza de Campanini Mary c, Provincia de Mendoza p/Accién Procesal Administrati- vai sentencia del 7/11/1995, L.S. 291-136; in re “Jardel Eugenio Enrique c. Poder Ejecutivo de la Provincia de Mendoza p/Accién de Inconstitucionalidad’, sentencia del 15/8/1986, L.S. 195-374. Corte Suprema de Justicia de la Nacién, in re “Pignataro, Luis Angel p/int. arts. 1° y 2° de la ley 14.346 y arts. 25 y 27 de la ley 22.421”, sentencia del 15/10/1991, Fallos 314:1257. 46 CARLOS A.PARELLADA - ARIEL G. PARELLADA (DIRECTORES) ra universal, tanto dentro como fuera de un Area sometida a un estatuto diferencial de conservacién. 7.La precaucién ambiental y la insuficiencia del conocimiento factico: la necesaria delimitacién del drea protegida Un aspecto trascendente en el fallo en analisis lo constituye la aplicacién que en el mismo se realiza del principio precautorio, acorde al contexto del paradigma ambiental vigente. Si bien tal principio no es invocado de manera expresa, su pre- sencia es manifiesta en la medida en que el voto del Dr. Perez Hual- de concluye que la Resolucién impugnada adolece de la ilegalidad manifiesta que exige la normativa basica que hace procedente ala accién de amparo, en la medida en que autoriza una explotacién hidrocarburifera asumiendo el riesgo cierto de quebrantar la pro- hibici6n legal expresa del art. 25 de la ley 6045. La plataforma factica que da lugar a este resultado tiene por base un nivel de incertidumbre en cuanto a los limites del drea na- tural protegida y la eventual ubicacién de la actividad proyectada dentro de tales limites. Indudablemente, la deficiencia de la evaluacién de impacto ambiental tuvo por resultado tal nivel de incertidumbre de aspec- tos basicos en la merituacién del proyecto propuesto, y tal falencia de conocimiento —como expresa el fallo— es fatal para el propo- nente: sin estar absolutamente despejada toda duda acerca de si dicha explotacin se encuentra dentro o fuera de la reserva faunica Laguna Llancanelo la solucién que se impone es el acogimiento de la accién de amparo. Esta conclusién no puede tener otra premisa que el principio de precaucién que regula el art. 4° de la ley 25.675, “, y en base al cual la ausencia de informacién conlleva a un actuar preventivo. Pero ademas, la particularidad del régimen mendocino lleva a igual resultado a partir del art. 5° de la ley 5961, que exige que las normas y los actos de gobierno sean aplicados con criterio ambien- (44) Tal principio, en su definicién legal, implica que cuando haya peligro de dafio grave o irreversible la ausencia de informacién o certeza cientifica no deberd utilizarse ‘como razén para postergar la adopcién de medidas eficaces, en funcién de los costos, para impedir la degradacién del medio ambiente. MAURICIO PINTO - DERECHO AMBIENTAL, 4a talista, conforme con los fines y objetivos de dicha ley. Luego, es completamente arbitrario autorizar una explotacién petrolera sin percibir si efectivamente se encuentra 0 no en contravenci6n al ré- gimen vigente. Esta particularidad en el obrar de las autoridades administrati- vas, que propician y autorizan el desarrollo de actividades que han sido formalmente evaluadas, cuando en realidad la evaluacién sustancial se difiere a una etapa posterior —en el caso, cuando se deslinde el limite del 4rea—, no hace mas que implementar una temible politica de hechos consumados, donde con avances ciertos en la realidad se desarrollan las bases fundamentales de proyectos que no han sido adecuadamente merituados, condicionando Juego los resultados de las futura evaluacién en base a una plataforma factica ya constituida. En diversas ocasiones, la consumacién de hechos ha sido la base para que se limite el tema a la mera mitiga- cién de los daiios o alteraciones subsistentes en base a estudios posteriores, aunque su previa evaluacién hubiera podido evitarlos plenamente“), En relacién a la necesaria delimitacién del 4rea, el fallo observa que el alcance del concepto reserva faunica Laguna Llancanelo no debe equipararse a la delimitacién geografica de la Laguna Llan- canello, destacando que no se trata de una mensura que delimite el inmueble fiscal o de una mensura con todas la formalidades lega- les, sino de la determinacién del area faunica que puede o no coin- cidir con el predio fiscal, ya que puede abarcar propiedades privadas. Este concepto de delimitacién basada en los ecosistemas tute- lados y no en los derechos dominiales sobre el suelo, ademas de responder a las exigencias propias de la materia“, tiene su funda- (45) En este sentido, Suprema Corte de Justicia de Mendoza in re “Calderén, Horacio Placido del Valley ot. c. Municipalidad de Guaymallén y ots’ sentencia del 20/12/2006, pu- blicada en Revista de Derecho Ambiental, Lexis Nexis, n° 11, julio/setiembre 2007, p. 145, con Nota de Torcia, Noztia, “La exigibilidad de la EIA en los barrios con un estado avanzado de construccién’; Tribunal Superior de Cérdoba, Sala electoral, de comp. origi- naria y asuntos constitucionales, sentencia del 23/4/2013, in re “Club de Derecho (Funda- cién Club de Derecho Argentina) y otros c. Municipalidad de Malvinas Argentinas’ publi- cada en La Ley Cérdoba, 2013, 1076, con nota de PINTO, MAURICIO, “La irresponsabilidad organizada: la funci6n simbélica del Derecho Ambiental a partir de la revocacién de una medida cautelar” (46) Ver en este sentido nuestra opinién sobre el ecosistema como ambito territorial apropiado para la gestién del ambiente en Pinto, Mauricio y MARTIN, LiBeR, “La cuenca hidrogréfica como base para la gestién ambiental y de recursos hidricos. Precisiones, al- 48 CARLOS A. PARELLADA - ARIEL G. PARELLADA (DiRECTORES) mento legal en el mismo dec.-ley 9/1980 que configura la Teserva, el que en su art. 4° extendia el alcance dela Teserva a los predios ‘Priva- dos que contornean los inmuebies fiscales inicialmente afectados, Pero ademas, en las hormas que surgen de los arts. 9°y 12, acordea Jos cuales lag estrategias de conservacién no se deben limitar a las dreas Protegidas, sino que deben alcanzar las tierras marginales a las mismas, con apreciacién de la tegién biogeografica. Finalmente, con posterioridad al fallo, el Proceso de delimita: cién del area importé la delimitacion geogrifica de la reserva faunistica Llancanelo a través dela ley 7824. 8. Elrol de los jueces Y sus limites frente ala proteccién ambiental Quizas uno de los més destacados Conceptos que contiene la sentencia, refiere al ro] que le corresponde al Poder Judicial en tor- no a la merituacién de los problemas ambientales, turaleza del Itigio ambiental, por envolver una Variante axiolégica, el juez ésté empujado a salir de su rol pasivo, y asumir de alguna manera, la responsabilidad por Ja “cura” de una telacién docente ene el derecho y la vida, y adoptar un rol activo, de Mela preventiva, continua, eficaz, enérgica, de cardcter anticipatoria, precoz, temprana, dindmica,répida, flexible, vigorosa, levantdndose como un verdadero agente de cambio ocials En este mismo sentido, CasteLLaNo, Manis SIMA, “El rol de los jueces frente a 1a problemética del dano ambiental” heviste ae Derecho Ambiental, n° 19, julio/Setiem. bre 2009, Abeledo Perrot, p. 110, entiende ue ol juez en los procesos ambientales pierde efecthne ttlidad al asumir-un papel proactive que buses Ja verdad real y la proteccién @tectiva del ambiente, siendo por ello tna suerte dc “parte” independiente y objetiva en tales procesos a efectos de impulsar medidas Aunque més bien, como explica Luconts, Narciso |, *Diffcultades para trazar un perfil vais del juez en materia ambiental” Re. vista de Derecho Ambiental, No 12, Octubre/Diciembre 2007, Lexis Nexis, p. 106, on este {ipo de procesos el juez “debe ser no neutre (que serfa una suerte de monstruosidad: un hombre sin valores ni preferencias) pero si neutral: un juez que por un esfuerzo cultural Puedia colocarse frente a las partes para escucherlac any igual atencién y respeto, y que no forme su decision hasta no haber sopesado ef completo discurso de aquelias (al margen de sus deseos, preferencias, temores y de Senttse, a verdad material, mas atraido a priori MAURICIO PINTO - DERECHO AMBIENTAL 49 En este sentido, y revitalizando el rol republicano que corres- ponde a cada Poder estatal, la sentencia descarta del andlisis juris- diccional aquella merituacién que refiere a la conveniencia o no de explotar hidrocarburos en la Reserva Féunica Laguna Llanca- nelo, resaltando que no es a los jueces a quienes les corresponde asumir esa clase de riesgos por minimos que ellos fueran, ya que el Legislador mendocino ha resuelto no asumir riesgo ni posibili- dad alguna de dajio a las reservas naturales, al establecerse en la Ley que no es posible la explotacién de hidrocarburos en las zonas protegidas. Por el contrario, la cuestién que deb{a dilucidarse en la érbita jurisdiccional, es si esta determinado que los pozos autorizados por el Poder Ejecutivo mediante la resolucién impugnada se en- cuentran o no dentro del 4rea natural protegida definida por la ley como reserva faunica Laguna Llancanelo, ya que ello importa- rfa—en su caso— la ilegalidad o arbitrariedad manifiesta que jus- tifica el resultado del proceso. Este esquema de razonamiento expone en el juzgador una cla- ra percepcidn de los roles que a cada rama del gobierno corres- ponde en el marco de sus competencias, distinguiendo claramen- te aquellos casos en que la decisién publica debe descansar en las autoridades ejecutivas, o en las judiciales o legislativas, concep- cién que muchas veces no se encuentra presente en jueces y otros funcionarios“®), por las razones de una de las partes)"; aclarando que el juez es requerido siempre por las referencias valorativas que fija el legislador, y su imparcialidad es frente a las partes, pero sin dejar de tener la actitud tuitiva propia de su ministerio con respecto a las personas, cosas, valores y situaciones que deban ser protegidas. En esta direccién expresa acerta- damente Ropricuez, Cantos AN(BAL, “El papel del juez ambiental en la proteccidn del ambiente’, Revista de Derecho Ambiental, N° 9, Enero/Marzo 2007, Lexis Nexis, p. 150, que en realidad el juez est interesado o comprometido con el ambiente como derecho-deber de todos los habitantes, con lo que desarrolla una verdadera funcién ambiental donde su imparcialidad proviene de su firma conviccién al sentenciar conforme a las pruebas ren- didas en autos de la veracidad de los argumentos de cada una de las partes; afirmando que esta concepcién del juez interesado en la verdad real y en la defensa ambiental es perfec- tamente aplicable en respeto del debido proceso y el principio de legalidad. (48) Ver por ejemplo, el pronunciamiento del Juzgado Federal de Quilmes de fecha 28/3/2011 in re “Mendoza, Beatriz y ot. V. Estado Nacional y ots’ el que analizamos en PINTO, MAURICIO y Mant, LiBeR, “Entre el equilibrio constitucional de poderes y la pro- teccién eficaz del ambiente: declaracién jurisdiccional de una zona critica de proteccién yservidumbre de paso ambiental en la causa Mendoza’, Revista de Derecho Ambiental, n° 27, julio/setiembre 2011, Abeledo Perrot, p. 132. 50, CARLOS A. PARELLADA - ARIEL G. PARELLADA (DIRECTORES) Perder de vista esta distincién, nos conduce indefectiblemente auna distorsidn del régimen republicano, dando como resultado el lamado “gobierno de los jueces”. Por ello, como ha sefialado la jurisprudencia, no basta que la cuestién planteada pueda ser resuelta mediante el procedimiento judicial, ya que de lo contrario, toda la actividad de los otros Pode- res del Estado podria quedar comprendida dentro de la jurisdic- cién, siendo menester respetar las competencias de los otros Pode- res publicos, motivos por los cuales en el marco del amparo sélo en casos de “arbitrariedad 0 ilegalidad manifiesta” (Art. 43, CN) pue- de un 6rgano judicial asumir competencias ajenas para que preva- lezcan los “derechos y garantias reconocidos por esta Constitucién, un tratado o una ley”, conducta judicial que tiene por fuente inme- diata el principio de legalidad (incluida la “divisién de poderes”). De lo que se trata es de aplicar rectamente el derecho, sin caer en un indebido “activismo judicial’, sino ubicdndose equilibrada- mente entre los extremos que van del virtual “gobierno de jueces” hasta la exagerada autorestriccién convalidadora de las afectacio- nes a derechos fundamentales del hombre o abusos del ejercicio del poder por los 6rganos y autoridades publicas, En la materia que nos ocupa, signada por el referido rol activo de la judicatura en la garantia del derecho al ambiente, el maximo Tribunal nacional ha destacado la necesidad de un “ejercicio rigu- roso” de las atribuciones instructorias y ordenatorias que la ley ha- bilita en la jurisdiccién, (49) Cuarta Camara Civil de Mendoza, in re “Alizzi Cecilia y ot s/Direccién de Vias y Medios de Transportes y/o Provincia de Mendoza’, sentencia del 9/9/1999. (60) Corte Suprema de Justicia de la Nacién, in re “Mendoza, Beatriz Silvia y Otros c. Estado Nacional y Ottos s/Daitos y Perjuicios, dafios derivados de la contaminacién ambiental de! Rio Matanza-Riachuelo’ res. del 24/8/2006, donde el maximo tribunal con- sideré que “frente a situaciones como la examinada, el Tribunal debe ejercer con riguro- sidad las facultades ordenatorias del proceso que expresamente le teconoce el art. 32 de Ja ley 25.675, pues la circunstancia de que en actuaciones de esta naturaleza hayan sido morigerados ciertos principios vigentes en el tradicional proceso adversarial civil y, en ge neral, se hayan elasticado las formas rituales, no configura fundamento apto para permitir en esta clase de asuntos la introduccién de peticiones y planteamientos en apartamiento de reglas procedimentales esenciales que, de ser admitidos, terminarian por convertit a este proceso judicial en una actuacién anérquica en la cual resultarfa frustrada la jurisdic ci6n del Tribunal ya satisfaccién de los derechos e intereses cuya tutela se procura’ Con- ceptos que reiteré in re “La Pampa, Provincia de c. Mendoza, Provincia de s/accién pose- soria de aguas y regulacién de usos) resoluucién de 17 de marzo de 2009. MAURICIO PINTO - DERECHO AMBIENTAL St Como afirma Lorenzetti, si bien los jueces pueden tomar deci- siones que avancen e incluso impongan modificaciones en las agendas ptblicas, no pueden sin embargo avanzar sustituyendo la voluntad del pueblo expresada por sus representantes. Este If- mite del obrar judicial, propio de la democracia constitucional, implica que el aporte judicial enriquece la democracia deliberati- va, pero no la sustituye: “Los jueces no pueden corregir decisiones de las mayorfas que consideren incorrectas, o diferentes a lo que ellos opinan. En cambio, deben sostener las reglas de juego insti- tucionales para que las mayorfas se desenvuelvan dentro de la Constitucién” ©, 9. Presupuestos minimos y normas complementarias El fallo analiza ademds la supuesta interferencia entre la ley 6045 y la Ley nacional 25.675 que habia sido invocada por los demandados, quienes sostenfan la necesidad de aplicar arménica- mente tales instrumentos En este sentido, el juzgador se pronuncia en forma desfavorable a tal cuestionamiento, recordando la distribucién competencias que estatuye el art. 41 CN —acorde al cual corresponde a la Nacion dictar las normas que contengan los presupuestos minimos de pro- teccién, y a las provincias, las necesarias para complementarlas, sin que aquellas alteren las jurisdicciones locales—, a cuya luz in- terpreta que la ley 6045 es una norma complementaria de la ley na- cional, pues la realidad local en general, y las zonas naturales pro- tegidas en especial, son materia evidentemente de competencia provincial que de ningtin modo se ve debilitada por la legislacién nacional. Por el contrario, la Corte entiende en esta linea que una aplica- cidn de la legislacin nacional por sobre los presupuestos estableci- dos por la legislacién provincial especifica implicarfa esa altera- ci6n de lajurisdiccién local que elart. 41, CN propone expresamente evitar. En este contexto, debemos resaltar que un anilisis exegético de tal precepto constitucional muestra que nuestra Carta Magna adopta en materia de regulacién ambiental un sistema de compe- (51) Lorenzermi, Ricanpo, Teorfa del Derecho Ambiental, cit. p. 157/158. 52 CARLOS A. PARELLADA - ARIEL G. PARELLADA (DIRECTORIES) tencias complejo, que debe ser atendido tanto en el contenido ma- terial como en el alcance sustancial de la potestad delegada™). Enel primero de estos aspectos, entendemos que la delegacién regulatoria no ha sido realizada hacia la materia ambiental en ple- nitud, sino solo en relacién a las normas que contengan presupues- tos “de proteccién”, tal como expresamente refiere el texto consti- tucional. Los aspectos que exceden la proteccién, es decir las normas destinadas a instrumentar la tutela ecosistémica y avan- cen en la explotacién econémica, estan excluidos del poder de po- licfa nacional), La misma ley 25.675 en su art. 6° ha fijado tal concepto, dispo- niendo que se entiende por presupuesto minimo a toda norma que concede una tutela ambiental uniforme o comun para todo el terri- torio nacional, y tiene por objeto imponer condiciones necesa- rias para asegurar la proteccién ambiental. En su contenido —re- glamenta la norma referida— debe prever las condiciones necesarias para garantizar la dindmica de los sistemas ecolégicos, mantener su capacidad de carga y, en general, asegurar la preser- vacién ambiental y el desarrollo sustentable. Otro aspecto que debe atenderse en este tema refiere al grado de regulacién que ha sido delegado al poder nacional o reservado en la potestad local, ya que el texto constitucional distingue entre normas de presupuestos minimos a dictar por la Nacién y normas complementarias que deben ser dispuestas por las provincias. (52) Puvro, Mauricio, “Las competencias ambientales a diez aiios de la ley 25.675" Revista de Derecho Ambiental, n° 31, julio/setiembre 2012, Abeledo Perrot, p. 384. (53) Ropriurz Saas, ALDo, "Consideraciones sobre la vigencia de las nuevas nor- mas ambientales’ cit., ps. 56 y 58, analiza el necesario encuadre de los presupuestos mini- ‘mos en un objeto limitado a la proteccién ambiental, excluyendo de los mismo cualquier intromisién en el régimen de los recursos naturales, con lo que sélo deben asegurar las condiciones basicas para el mantenimiento del sustrato ecolégico, es decir del equilibrio ecolégico o la capacidad de carga de los ecosistemas. En igual sentido, PINTO, MAURICIO, “Consideraciones sobre la pretendida norma de presupuestos minimos ambientales en materia hidrica. A propésito de la ley 25.688’, La Ley, Suplemento de Derecho Ambiental, alo X, n° 2, Buenos Aires, 29 de abril de 2003, ps.1y 2. (64) En este mismo sentido, Corte Suprema de Justicia de la Nacién in re *Villivar, Silvana Noemi c. Provincia del Chubut y otros; sentencia del 17/4/2007, Fallos 330:1791,, consid. 7° del voto de los Dres. Lorenzetti, Fayt y Petracchi, refiere a la normativa de “pre- supuesto minimo comtin de aplicacién obligatoria en todo el territorio de la repiblica para toda actividad susceptible de degradar el ambiente, 0 afectar la calidad de vida de la poblacién de manera significativa’ MAURICIO PINTO - DERECHO AMBIENTAL 33 La determinacién de tal distribucién competencia no es senci- lla, y por eso se ha sefialado que el alcance de la expresion “presu- puestos minimos” conlleva un cierto grado de ambigiiedad que da lugar a distintas posturas doctrinarias®), En este sentido, se ha ex- presado que los mismos pueden entenderse como pautas basicas ®5) que resultan una suerte de legislacién sustantiva comun a todos los argentinos®?), aunque realmente no son equiparables a las llama- das normas de fondo, ya que el Congreso no cuenta con la amplia facultad para legislar en la materia que tiene en los casos que se delegan en el art. 75, CN; conforme el art. 41, CN sdlo puede regular lo minimo®®, En este sentido, Quiroga Lavié explica que “dictar bases no pue- de significar la regulacién completa de la materia, sino los objeti- vos que el legislador quiere proteger (los fines y no los medios), el piso o el techo de algtin tipo de produccién de recursos, o alterna- tivas validas, entre las cuales puede el legislador provincial elegirla mas conveniente a sus necesidades. Pero si el Congreso no dicta bases, sino una regulacién completa de la materia, pues deberd im- pugnarse la constitucionalidad de la ley nacional’ ©), De igual modo, Gelli observa que la competencia ambiental fue delegada ala érbita federal sélo en lo referido a los presupues- tos minimos de proteccién y en todo lo demas las provincias con- servaron atribuciones para complementar y extender el resguardo ambiental. Y ello asi pues, aunque existen necesidades y proble- mas comunes a todo el pais, cada regién requiere proteccién y so- luciones especificas y propias, y por ello la responsabilidad en am- (55) Como muy bien observan Sansay DANIEL y Di Pao, Maria E., “El federalismo ya Nueva Ley General del Ambiente’, Anales de la Legislacién Argentina, LA LEY, 2003-A, 1385, el quantum de la nueva delegacién de facultades desde las provincias a la Nacién no ha resultado de facil determinacién. (56) Sansay, DANIEL y ONAINDIA, José, La Constitucién de los argentinos, Excepar, Buenos Aires, 2000, p. 152. QuiRoGa Lavié, HuMBERTO, “La proteccin del ambiente en la reforma de la Constitucién Nacional’, Revista La Ley, 18/3/1996, p. 1; del mismo autor, “El estado ecoldgico de derecho en la Constitucién Nacional’, cit, p. 1. (67) Dros, RopeRTo y Menem, EDUARDO, La Constitucién Reformada. Comentada, Ciudad Argentina, Buenos Aires, 1994, p. 144. (58) Pivro, Maunicio, “Las competencias ambientales a diez afios de la Ley 25.675" cit, p. 385. (59) Quiroga Lavré, HummEnto, “La proteccién del ambiente en la reforma de la Constitucién Nacional’ cit, p. 1. 34 CARLOS A. PARELLADA - ARIEL G, PARELLADA (DIRECTORES) pliar el régimen de proteccién es primaria y fundamentalmente provincial), Con este esquema competencial, la Nacién dicta un régimen m{nimo de tutela vigente para todo el pais, y cada provincia extien- de tales exigencias acorde a la politica local en la materia, impo- niendo mayores pautas de proteccién. En este sentido, en la citada sentencia in re Villivar, la Corte federal sostuvo que “complementar supone agregar alguna exigencia 0 requisito no contenido en la le- gislacién complementada’”, de modo que la normativa local extien- de el umbral de proteccién por encima de las exigencias minimas que fija el Congreso para todo el pais. En este encuadre, entonces, es claro que la existencia de una norma complementaria que —como la ley 6045— impone un ma- yor estandar de tutela, prohibiendo actividades en ciertas areas en jas que la conservacién reviste trascendente importancia, no im- plica desarmonja alguna con la ley 25.675, sino solo un mayor nivel de tutela por encima del piso que fija esta ultima. 10. Reflexién final Sin lugar a dudas la Corte mendocina ha fijado en este pronun- ciamiento una tendencia que permite ubicarla dentro de lo que Ca- fferatta denomina las Cortes verdes, La diversidad de aspectos que alcanza el fallo nos ha permitido meditar sobre distintos aspectos que hacen a la actual configura- cién del moderno Derecho Ambiental, donde un nuevo contexto reestructura al tradicional sistema normativo a partir de novedo- sos principios de interpretacién y aplicacién de la ley. Este nuevo paradigma ambiental tiene por eje la percepcién del cardcter colectivo de ciertos intereses y el orden ptiblico que los t tela, modulando y relegando otros derechos de corte individuali ta. Y en tal escenario, las reglas juridicas clasicas son replanteadas alos efectos de la tutela efectiva de esos intereses. Y aunque el esquema republicano acota la labor judicial a su justo término, el paradigma ambiental contribuye con principios (60) Getzy, Mania ANGELICA, Constitucién de la Nacién Argentina, La Ley, Buenos Aires, 2001, p. 321. (61) Carreratra, NésToR A., “El tiempo de las ‘Cortes Verdes", LA LEY, 2007-B, 423. MAURICIO PINTO - DERECHO AMBIENTAL ag que imponen prudencia gubernamental ante faltas de certeza en Jas situaciones que son objeto de las relaciones juridicas, evitando- se la consolidacién de situaciones facticas ilegitimas. Todo ello ocurre en un complejo juego normativo formulado a partir de fuentes juridicas cuya génesis se encuentra en diversos érganos nacionales y provinciales, lo que exige en el operador juri- dico atender una delicada complementariedad normativa. II. LA EVALUACION DE IMPACTO AMBIENTAL EN LAS DECISIONES JURISPRUDENCIALES = SC Mendoza, 20/12/2004, “Municipalidad de Lujan de Cuyoc. Gobierno dela Provincia de Mendoza s/Conflicto de Poderes". Sumarios 1. La decisidn de los procesos judiciales esta dominada por todos los prin- cipios generales que regulan el derecho ambiental. 2. Ante el siléncio en la materia, la vigencia temporal de las Declaracio- nes de Impacto Ambiental requiere de una interpretacion sistematica, siendo la regla especifica que al respecto contiene el ordenamiento el art. 23 del decreto reglamentario 2104/1994 de la ley 5962, que regula la correccién posterior a la DIA en el caso de que se dictaren o adoptaren normas de calidad superiores o de mayor rigurosidad a las establecidas enel proyecto aprobado. 3. Siendo la declaracidn de Impacto Ambiental un acto administrativo de complejidad evidente que se encuentra firme por falta de impugnacién oportuna, el que emané de la autoridad legalmente prevista, sélo co- rresponde a ese organismo revocarlo, dejarlo sin efecto, o declarar que perdid vigencia ante una modificacién de las circunstancias preexisten- tes al mismo. 4. Frente al principio de proporcionalidad, que conlleva alcanzar el justo equilibrio entre los intereses en conflicto, las razones ambientales de- nunciadas por el municipio son absolutamente insuficientes para impe- dir la construccién de una carcel que permita cumplir con el mandato constitucional acorde al cual las mismas deben ser sanas y limpias, ya que tal establecimiento no es una empresa altamente contaminante ni produce el tipo de impactos que en otras ocasiones han justificado la paralizacion judicial de obras.

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