de Francisco de Quevedo Huye sin percibirse, lento, el da, y la hora secreta y recatada con silencio se acerca, y, despreciada, lleva tras s la edad lozana ma.
La vida nueva, que en niez arda,
la juventud robusta y engaada, en el postrer invierno sepultada, yace entre negra sombra y nieve fra.
No sent resbalar, mudos, los aos;
hoy los lloro pasados, y los veo riendo de mis lgrimas y daos.
Mi penitencia deba a mi deseo,
pues me deben la vida mis engaos, y espero el mal que paso, y no le creo.
Antecedentes Relativos Al Asesinato de Salvador Sanfuentes Ex-Intendente de Concepción I Coronel Del Ejército Leal de Chile, en La Revolución Del 91. (1892)