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TRADICION Y TRANSFIGURA EN LOS CAUTIVOS DE MARTIN KOHAN Y EMA, LA CAUTIVA DE CESAR AIRA Richard Astudillo Olivares Pontificia Universidad Catdlica de Chile Universidad Catélica Silva Henriquez Nostalgia de civilizacién y barbarie En el panorama de narvativa argentina reciente es posible distinguir una serie de textos que comparten una fascinacién similar: un affin poco ortodoxo que anhela reformular el sistema de re- presentacién heredado por las clasicas obras sobre la frontera decimonénica.’ Mas alla del culto ala novedad, me interesa indagar en un grupo de novelas que ¢jecutan el ejercicio de permanente rees- critura, caracteristica fundamental de la produccién literaria rioplatense. Aqui, la necesidad irrenun- ciable de afiliarse creativamente a través de la letra nos entrega la perspectiva de una tradicién viva y actualizada mediante la critica de las esfinges sagradas del pasado. La tradicién de textos decimonénicos heredados por los letrados del siglo de las emancipaciones americanas (el Facundo, el Martin Fierro, Una excursion a los indios ranqueles, La cautiva y “El matadero”) no solo ha sido objeto de la canonizacién oficial que ha incluido sus titulos en programas y listas de lectura obligatoria de la ensefianza primaria, secundaria y universitaria, también se ha establecido como foco critico en las obras de destacados narradores y ensayistas del siglo XX, autores que se encargaron de volver una y otra vez a los lindes fronterizos de la literatura rioplatense como pagina de aproximacién revisionista de las letras fundacionales. Un breve listado de quienes se han volcado hacia la frontera no podria dejar de reunir a Ricardo Gliiraldes, Ricardo Rojas, Jorge Luis Borges, Ricardo Piglia, Juan José Saer, Exequiel Martinez Estrada y David Villas.” Mas alla de la ciudad letrada, la tradici6n de frontera ha permeado a otros formatos textuales en su plan de eterni- zarse, incluyendo Ia historieta Inodoro Pereyra de Roberto Fontanarrosa y la saga de novelas rosas 'EI presente articulo forma parte de la tesis doctoral “Cautivas y nuevos gauchos: reescrituras contemporineas de dos figuras fronterizas en la narrativa argentina y chilena”, Los textos literarios, aqui analizados, desarrollan una hiperbélica representacién de dos figuras de la frontera: la cautiva y el letrado. Ema, fa cautiva de Aira leva hasta el limite la pampa orientalizada por Sarmiento y Mansilla. Por su parte, Los cautivos, articula una transfocalizada ficcién de gauchos como respuesta al liberalismo de uno de los creadores de la dicotomia civilizacidmbarbarie: Esteban Echeverria. in articulo y andlisis aparte merece la reescritura de la frontera argentina elaborada por escritoras y criticas literarias entre las que se destacan Maria Rosa Lojo, Susana Rotker, Sara Gallardo, Maria Esther de Miguel, Paulina Movsichoff, entre otras. 23 24 Tradicién y transfigura sobre unos insdlitos ranqueles parisinos de Florencia Bonelli. Actualmente, en la academia y la litera- tura masiva, las figuras de la frontera decimonénica continian reapareciendo con su nostalgia ex- temporinea plagada de cautivas, gauchos y malones imaginarios. La problematica de la reescritura, que nos plantean los textos analizados, esta intimamente ligada a una conceptualizacion modema sobre el fenémeno de lo literario, Una de las definiciones teéricas elaboradas por Roland Barthes* repara en la estabilidad de la literatura como expresidn de un len- guaje que repite modalidades, figuras y ret6ricas originadas en escrituras pretéritas, Ante la pregunta { qué distingue lo literario?, e! semidlogo responde: “El cardcter especifico de una obra literaria [...] es la prdctica [...] de la mimesis de los lenguajes. Esto hace que, cuando la literatura, 0 la novela, se da como escritura literaria, lo que finalmente copia es la escritura literaria anterior” (Barthes 178), En la antropologia. coincidentemente, la situacién de la reescritura es una pregunta fundamental. Claude Levi-Strauss y Hans Blumenberg sostienen que la paraddjica multiplicidad de los mitos es el resul- tado natural de su reproduccién: “La ironia de la pluralidad [del mito}, a su vez, aparte de su relati- vismo, es superada mediante la evidencia de su exhaustividad [...] {Qué se podria decir atin? ,Qué se podria ailadir a estas “versiones” (previas]?" (Blumenberg 669). Bajo estas premisas, la revision de los textos alentadores de mitos no solo es parte integral de la vitalidad de lo literario, sincrénicamente, la repeticién mimética de los signos logra poner en circulacién la critica de los regimenes de repre- sentacién que envejecen aparentemente inmovilizados en los anaqueles y estanterfas de la literatura. Desde este punto de vista, la tradicién opera como una lengua en uso, integrista a la hora de hacerse norma e iconoclasta al momento de ser expuesta fuera del museo. Respecto a la frontera decimond- nica, la literatura argentina pronuncia las siguientes interrogantes: {Qué podemos agregar a los mitos literarios que dan origen a la tradicién de frontera? {Como podemos contradecir 0 versionar las re~ presentaciones estéticas formuladas por los padres de la letra? {Qué aspectos de la tradicién literaria recuperamos o desechamos luego de observarla a través prisma de las teorfas contempordneas de la representacién? Como antecedentes de la labor de reescritura actual, destaco a tres ensayistas, que desde sus proyectos originales, idearon formas particulares de apropiacién de los textos de frontera. El primero es Jorge Luis Borges, autor que buseé por diversas vias intemacionalizar lo gauchesco convirtiendo al Martin Fierro en “una quieta figura de la reptiblica neutral de las letras”. En poemas y ensayos, el autor de Ficciones busco eliminar todo eco de la querella politico-social del personaje con el Estado. En los poemas y cuentos borgeanos de filiacién fronteriza, ¢l texto de Hernandez es sefalado como una gran novela en verso que reine disquisiciones y acertijos de naturaleza metafisico-filosdfica, tales como la medida del tiempo, el espacio y la muerte, Otro antecedente valioso, es la obra de Eze- quiel Martinez Estrada, autor que llevé a cabo su proyecto de analisis de las invariantes culturales en el que diluyd la dicotomia entre civilizacion/barbarie (verdadero oraculo de Delfos del continente) y reescribié el ensayo mayor de Domingo Faustino Sarmiento desde una perspectiva contemporanea. Segiin el autor de La cabeza de Goliat, cada uno de los polos de la oposicién sarmientina serfan inclusivos; de este modo, Latinoamérica esconderia bajo su traje de modernidad la persistencia de todas sus edades: la prehispinica y la colonial, en versiones actualizadas de los vicios hereditarios tales como el caciquismo, la repiblica monarquica, la metropoli monopélica y la nacién como es- Barthes se aproxima aqui al principio de intertextualidad de Michel Rifaterre y la relacién trans- textual Iamada hipertextualidad por Gerard Genette. Para Rifaterre el primero corresponde a una facultad del lector quien puede reconocer las relaciones existentes entre una obra particular y otras obras anteriores. Para el autor, la intertextualidad es la que otorga de un significado y sentido parti- cular al texto literario. Para Geneite la hipertextualidad ¢s la relacién entre dos textos donde el texto posterior seria el hipertexto y el anterior el hipotexto. Richard Astudillo Olivares 25 tancia.* Por tiltimo, Angel Rama, en gran parte de su obra, emprende un verdadero examen de la conciencia del letrado decimonénico, precisando su rol de funcionario del discurso oficial en cuanto paradigma de un intelecto burdcrata y arquitecto de superestructuras sociales. Para el critico uru- guayo, los gauchi-politicos, los poetas militantes del XIX rioplatense, constituyen una manifestacién sefiera del fenémeno de transculturacién literaria donde la burguesia vencedora de la revolucién emancipatoria elabora la representacién de su peonada para alentar e imprimir la primera literatura masiva del cono sur: la poesia gauchesca. Estos tres antecedentes pueden ser agrupados en dos procedimientos de reescritura claramente distinguibles. El primero corresponde al modelo borgeano, perspectiva que incluye a las figuras de frontera (gauchos y cautivas) en el diccionario de la literatura occidental.’ El segundo es el modelo de invariantes de Martinez Estrada, perspectiva analitica que hace de la tradicién tn objeto mitico en el que es posible rastrear las atemporalidades politico-sociales de la singular e incompleta modemidad de Latinoamérica. En la misma linea de Martinez Estada, se ubica Angel Rama, autor que singulariza a la poesia gauchesca como expresién adclantada de la ut6pica modemidad letrada del continente. A su vez, el andlisis de la obra de los politicos poetas del siglo XIX, constituye el fundamento que le permitira elaborar una hipétesis de la relacién entre politica y literatura que luego aplicara a los au- tores del “Boom”. Ambas modalidades y procedimientos criticos, la identificacion de las figuras de frontera y el andlisis ideolégico de la produccién decimonénica, coinciden en forma y contenido en Jas novelas de Aira y Kohan seleccionadas. Cautivos por Echeverria o la peonada contra el letrado La frontera mértir de los textos de Esteban Echeverria provee un primer mito de letrado lati- noamericano, Segin Mattalia (en su articulo incluido en Palabra, literatura y cultura), el rioplatense escribe una poesia blanqueadora ampardndose en Ia retérica del romanticismo europeo, cuyos vértices son el exotismo oriental y la exacerbada presencia de un yo mesianico. En medio de su ca- rrera por domesticar la geografia natural, humana y vencer en las querellas politicas, el poeta no puede dejar de auto-inscribirse como protagonista de sus ficciones. No hay mejor juicio del proyecto intelectual del liberalismo rioplatense que la deseripcién creada por Martinez Estrada: El creador de nuevos valores era un producto, por reaccién, de la barbarie. Hizo gue- ra a la guerra, oponiendo el libro a la tacuara: la imprenta a la montonera; el frac al chiripa; a los impetus del instinto y de la inspiraciGn del baquiano [...] la perseveran- cia, la pacieneia y el edleulo [...] Todas sus fundaciones (e] instituciones cientificas son falanges en combate contra la realidad, la afimmacién de “otra realidad”. Quiso violenta, abnegadamente lo que existia en otras partes [...] frente a un estado cuya autenticidad le afligia, adopté la forma de engafarse como sistema. (253) La escritura de Echeverria, fértil provincia del “engaiio” literario, exhibe su sistema que propugna la aniquilacidn de la realidad social y politica dominada por el rosismo (Rosas, el indio de rostro euro- peo, el cacique tirano antropéfago, el obsequio de la pampa a la Atenas del Plata, segiin Sarmiento) Esta ideologia intelectual propia del singular romanticismo del Rio de la Plata, coincide con el destino “En esta misma linea, la critica Rubi Carrefio considera al fundo patronal latinoamericano como matriz que permite leer la produccién literaria chilena contemporanea; ver Violencia y erotismo en la narrativa chitena del siglo XX. ‘La reversibilidad entre la pampa y Europa postulada en el texto “Historia del guerrero y la cau- tiva” constituye la cumbre del proyecto de ficcién intemacionalizadora de Borges en abierta querella contra el color local. 26 Tradicién y transfigura ficcional de las figuras fronterizas de “El matadero™ y La cautiva, cuyos protagonistas enfrentan con estoicismo el cruento destino del desierto indigena y la camiceria barriobajera. El héroe, segin el poeta, debe mantenerse de pie contra el fatalismo del mestizaje, sorteando la contaminacién de la chusma sin renunciar a su ideal europeizante. Una épica que, segiin Hernan Vidal, conduciria a las ‘dolorosas reptiblicas martianas” en su “peregrinacién hacia la civilizacién” (modelo que permanece, segin Rama, hasta el macondismo y Ia literatura del “Boom"”). Los protagonistas de los textos echeverrianos més reconocidos (la “Marianne guerrera” y el joven unitario inviolable) corresponden a la porcién criolla blanqueada de Latinoamérica que se enfrenta al pasado-presente amerindio va- ciandolo y representandolo tnicamente como paisaje, Al respecto, Beatriz Sarlo (2007) sostiene que los versos “El desierto / inconmensurable, abierto” del poema La cautiva, inauguran la mirada sobre el vacio territorial gue debe ser cubierto por la accién de las politicas inmigratorias, Segtin la autora, la literatura argentina se funda en cl diptico ideoldgico espacial compuesto por el desierto y la mirada permanente hacia Europa. ‘A pesar de la original irrupcién de una escenografia americana, la fuente de La cautiva sigue siendo el Oriente construido en la pintura y la poesia europeas. Siguiendo a Jitrik (1970), el roman- ticismo de Echeverria corresponde a un byronismo a medias, en cuya actualizacién el yo romantico no se funde con la naturaleza, sino que esta titima es concebida como: “el refugio de un atentado permanente contra la cultura [...] una grave amenaza para la civilizacién y un riesgo contra el triunfo de la misién de rescatar el fondo de la naturaleza” (164). La versién rioplatense del romanticismo, en definitiva, se lamenta ante la muerte violenta de las luces importadas, se indigna ante el ataque de los indigenas, del pueblo mestizo iletrado y las achuradoras, El yo poético pronostica la hecatombe de la razén en medio del fuego ritual del desierto, Entre tanto, la autorrepresentacién del joven letrado como un “extranjero”, en el caso de “El matadero”, conocedor de Ia lengua civilizadora de moda, a quien los birbaros no logran comprender y degiiellan, contrasta con la animalizacién de todos los obstaculos que retrasan el desembarco del porvenir. Esta construccién polar de la ideologia liberal romantica rioplatense del poeta Echeverria constituye el niicleo critico de la reescritura novelada de Martin Kohan, Los cauitivos. El exilio de Echeverria (2000) posee dos partes claramente distinguibles. La pri- mera de ellas representa la rutinaria y poco agraciada vida decimondnica de un grupo de peones que ven amargadas sus mateadas con el advenimiento de dos malas nuevas: la Hlegada de un letrado a la casa-hacienda de Los Talos y los deslices de una china local que asiste como musa al poeta recién llegado. Solo por indicios los lectores podemos llegar a conocer la identidad del escritor en cuestis se trata de Esteban Echeverria, famoso unitario que se encuentra redactando una importante obra. Un primer desafio que nos plantea el texto es su clasificacion: la editorial lo ha incluido en una coleccién de narrativa histérica, La novela de Kohan, desde el iftulo, hace suya la ambigtiedad genériea y nominal tributaria de las obras de los letrados del siglo XIX, a medio camino entre el ensayo, ld novela, la biografia, el cuento, la biticora militar, cl atlas geogréfico, el folletin, el panfleto politico y el tratado pseudocientifico. Este contrabando de formas literarias se toma significative a la hora de identificar el solitario dato documentado que es incorporado a la ficcién de Kohan: un pasaje oscuro de la vida del poeta, Entre 1939 y 1940, en la hacienda Los Talas (hoy un sitio de peregrina~ cién turistico-literaria), Echeverria permanecié clandestino presumiblemente componiendo el cuento “El matadero”. A partir de la efeméride, Kohan construye un completo marco de produccién para la histdrica eseritura de una ficcién que alenté a los patriotas unitarios en su lucha contra la tirania de “Susana Rotker (1999) sostiene que la figura de la cautiva es capital para literatura argentina, su presencia integraria varios lugares comunes de la ficcién trasandina: la cita europea, el paisaje ex- otico, la escritura que completa los vacios geogrificos ¢ identitarios y la problematica de la desapa~ ricién de cuerpos en la narrativa y la politica latinoamericana Richard Astudillo Olivares 27 Rosas. Con la ayuda de estas evidencias y recurriendo a la terminologia de Genette, podemos coneluir que la novela corresponde a una transposicién paraliptica o transfocalizacién de una fecha histérica cierta y comprobable en la biografia de Echeverria. Asi, cada capitulo nos entrega un supuesto des- criptivo sobre la humanidad analfabeta que merodeé al escritor en los dias previos al nacimiento del primer cuento moderno de la narrativa latinoamericana. La transposicién también toca a la falsa promesa de novela biografica, ya que, a lo largo y ancho del texto, el personaje escritor se encuentra ausente del mundo narrado. Asi, el poeta mira desde un extendido fuera de campo, mientras el na- rrador de la novela no cesa de describir y detallar la barbarie vital de las figuras de la frontera, repa- rando en su instinto sexual desatado, en su olvido gratuito de las necesidades basicas de la existencia y su sometimiento al pesimismo indigena. El exilio propuesto por Kohan en el texto reporta dos connotaciones. Una: el texto intenta re- componer los dias del poeta en fuga hacia hasta el Uruguay: dos: el exilio corresponde al rol de Echeverria-personaje dentro del texto, figura evocada en cada linea por el discurso de otros, nada menos que una masa encargada de tcorizar sobre los motivos y razones del recién llegado: Era claro que [el escritor] remunciaba a mezclarse o no con la gente de afuuera, porque ya sabia que no lo hacfa, Su duda era otra: si espiaba o no espiaba lo que existia mas alld de la casa [..] Si el hombre estaba escribiendo, no querria perder su tiempo en la contemplacién de la vida de mierda de los que se desparramaban en los alrededores. Salvo que estuviese escribiendo sobre eso [..] Si el tema de sus escritos fueran ellos, 0 al menos el mundo en el que ellos existian, se podia suponer que si los contemplaba y mucho, (Kohan 100) La cita ilustra la radical querella representacional con la tradicién que plantea el texto. Si en “El matadero” la voz autorizada del narrador letrado devuelve los insultos a los fanaticos rosistas, en la novela de Kohan, la chusma se encarga de construir sucesivas hipétesis para nominar a la pluma que los denigra y civiliza, en secreto, con equivalente intensidad. La transposicién paraliptica narrativa es cl procedimicnto mediante el cual la novela invierte el sistema de representacion de los textos de Echeverria. Asi, leemos una novela con dos anécdotas, una visible y otra oculta: la vida antiheroica de los gauchos y la angedota del texto escrito por Echeverria en la hacienda. José Marti fue uno de los primeros autores que fantase6 con la posibilidad de un Echeverria enfrentado cara a cara a sus propias figuras ficcionales: [Los gauchos] tienen el apetito del puial, y al “cajetilla” de la ciudad lo ven con odio; pero cuando el poeta pailido andaba por la pampa, el enfermizo Echeverria, no le sa- caban el sombrero, y le ofan hablar de pie, y se ponian en fila para que pasase, y se decian al ofdo: “Este no es cajetilla! {Este es poeta! Buena gente estos gauchos! (53) La novela de Kohan esta escrita a contramano de este supuesto martiano que pronostica la total ar- monia entre el letrado decimonénico y su objeto de ficcién. El abismo de la representacién que nos propone Los caulivos posee una estructura natrativa que intensifica las fisuras a través de un particular procedimiento: el duelo entre dos narradores. La novela cuenta con un primer narrador que describe la vida en barbarie como lo haria el Echevarria de 1840, a este lo acompaiia una segunda voz exégeta, tipogréficamente ubicada entre paréntesis, experta en teorias contemporaneas del discurso cuya misién es relativizar la autoridad del anterior exagerando y distanciandose de los alcances de su lenguaje figurado. Por ejemplo, mientras el narrador echeve- triano de Kohan sostiene que los peones presentan claras seflales de estar sumidos en pensamientos profundos, el narrador experto nos advierte que nosotros, los lectores futuros ¢ ideales, no debemos pensar que este tipo de seres posefan capacidad de abstraccién alguna.’ Otro ejemplo: en un pasaje el ste procedimiento se asemeje al reglén comentado presente el capitulo 34 de la novela Rayuela de Julio Cortézar. En dicho pasaje se transcriben en lineas alternadas el comienzo de una novela de Benito Pérez Galdds y la corriente de conciencia de Oliveira mientras lee dicho texto. 28 Tradicién y transfigura primer narrador sostiene que los gauchos, para alegrar la mafiana, encendieron fuego, mientras el narrador sarcéstico acota: “Si: estos brutos, aunque brutos, tenfan ya conocimiento del fuego y de las técnicas adecuadas para provocarlo” (Kohan 20). Un ultimo ejemplo: el narrador decimonénico sostiene que los peones esperaban pacientemente que el patrén enclaustrado saliera a saludarlos, mientras su contraparte sefiala que esa espera durd meses y que, no obstante, los hombres miserables nunca se dieron cuenta ya que desconocfan las cifras humanas utilizadas para medir el tiempo (un evidente chiste sobre cl afectado gaucho filésofo borgeano). El narrador en relieve y el narrador distanciado, a pesar de su enfrentamiento sostenido, comparten la mirada exotica sobre los peones, uno es cultor del lenguaje roméntico sobre la barbarie, y el exégeta, un narrador cerebral poscolonial, plenamente enterado de los vicios de la representacién ietrada aplicada a la geografia fisica y humana americana. A la hora de identificar a los cautivos anunciados en el titulo de la novela, nos situamos frente de otra ambigiiedad. Recordemos que en la tradicin de frontera un cautivo es el extranjero esclavizado en una tierra desprovista de limites y propietarios definides. El equivoco plural del texto de Kohan tiene su fuente en el poema de Echeverria, cuyo nombre deberia ser el cautivo y no la cautiva, ya que efectivamente es el moribundo “Brian” quien es rescatado por la virginal guerrera que se enfrenta a la barbarie inconmensurable. El enredo de la nominacién repercute en la novela, cuyo texto omite a primera vista un relato de cautivas, y, por contraste, ineluye una abundante peonada sometida a la representacién del primer narrador que “canta” la miseria como lo harfa un poeta del romanticismo rioplatense del siglo XIX, més un segundo narrador, que denigra a los gauchos como eslabén pre- historico y prelingilistico de la civilizacién. Pues bien, Los cautivos de Kohan, en tanto texto de frontera, cuenta con su propio relato enmarcado de cautivas y su protagonista cs “Luciana Maure”, la “china” mds solicitada por los gauchos, que acude a encontrarse por las noches con el poeta unitario en la casa patronal, Mauire comparte el lecho y el escritorio con el autor, quien como recompensa a sus favores la introduce en la alfabetizacién y a literatura. De este modo, Luciana se entera de la novedades editoriales que esperan a los lectores futuros: “{.Qué escribia (¢] hombre de la casa)? Le pregunt6 (el pedn) a Luciana. “Versos”, dijo la muchacha. “Escribe versos. Un largo poema. Y una noche, en el furor de una noche, escribié de un tirén, un cuento” (Kohan 86). La novela fantasea con la posibilidad de una coincidencia poco decorosa. Mientras el cuento “El matadero” es terminado, mientras la peonada es mitificada como modelo inmortal de barbaric, los gauchos solo esperan que el poeta desista de amancebar cada noche a su cautiva sexual favorita, Con la aparicién de la figura de la discordia, Kohan da inicio a su singular versién del poema de Echeverria, ya que. por despecho y desesperacién, los gauchos se hacen rosistas y denuncian al es critor, delatando su oficio secreto ante la milicia federal. En un rapido movimiento, el poeta huye y “Luciana”, que ha abrazado la fe en las letras, decide ir a su encuentro iniciando una travesia que imita, como hipertexto, las peripecias en el desierto de la protagonista del texto echeverriano, Re- cordemos que La cautiva, el primer poema posrevolucionario de tema americano, narra la inverosimil desventura de “Maria” y su titénica tarea de rescatar a su esposo cautivo. En el poema la guerrera asesina a un indigena violador, carga el cuerpo herido del amante, atraviesa un rio, se salva de un tigre, sortea un incendio y decide morir antes de entregarse a los indios. “Luciana”, la cautiva de Kohan, sigue la ruta de su poeta, no obstante, su busqueda es mundana y antiheroica; “Anduvo mu- cho, y por mucho tiempo. Lo peor no Ie tocé: no le tocé el ataque noctumo de alguna fiera cebada, ni el rapto de una manada de indios que la convirtiera en cautiva, ni el encuentro con viajeros 0 soldados o baqueanos o topégrafos que la vejaran con largueza y luego la abandonaran” (137). En la reescritura de Kohan, la heroina llega tarde al pueblo de la cita., ya que en Colonia ya no hay rastros de Eche- verria, En su desazén, la joven decide buscar a la mujer que durmié por iltima vez con el exiliado. Los pasos la llevan hasta el prostibulo local. En ese espacio enfrenta a su doble, a su semejante; discuten, recuerdan al ausente y terminan enamoradas de su propio abandono e insensatez antes las promesas incumplidas del letrado. Los titulos de los capitulos de esta segunda parte citan torcida- mente la exhaustividad de las fuentes historicas. Cada titulo refiere a una hora determinada de la madrugada, tiempo en el que las dos mujeres descubren que su cautiverio las amarrara hasta la muerte Richard Astudillo Olivares 29 a esa habitacién, a esa casa y al nombre de esa ciudad, Nunea saldran de Colonia y solamente una noche le bastard al narrador para “historizar” su destino: han cambiado Ia barbarie fronteriza por la barbarie de una pequeiia ciudad. El exilio de Echeverria en la novela se mantiene imperturbable y sin concesiones. Incluso en el epilogo, el extraiio narrador reconvertido en historiador nos advierte que los restos del poeta Eche- verria nunea regresaron a Argentina. Su nicho en el cementerio ocasional que lo acogié habria sido vaciado por soldados anénimos mientras resistian la inclemencia del tiempo y de la guerra. El poeta Echeverria, con su muerte en el anonimato, se funde con las figuras miserables de su escritura. Para Elena Vinelli, la novela Los cautivos tensiona la oposicién entre civilizacion y barbarie estimulando la mutua contaminacién de dichos términos. La violencia de la representacion de Echeverria, en Kohan se toma, finalmente, conciencia ante la letra que delimit6 con ansias la frontera en el pasado y continué estabilizandose como tradicién en la literatura argentina. Los cautivos. El exilio de Echeverria es la historia de un fracaso que tiene menos de parodia del siglo XIX y mas de dolorosa constatacién ante el peso de una tradicién irreductible y omnipresente en todo ejercicio de reescritura. Si Sarmiento exhort6 al espiritu de Facundo para luego apoderarse luciferinamente de sus, saberes, Kohan crea un narrador distanciado que opta por “civilizar” a su cautiva llevandola desde el rancho hasta un prostibulo de pueblo. Por tiltimo, si en “EI matadero” para representar la barbarie de los enemigos, e! narrador imita el lenguaje de las achuradoras rosistas, en Los cautivos la transfoca- lizacion narrativa del hipertexto y los dos narradores indagan en la retérica irracional del discurso letrado sobre la barbarie. El narrador que vive entre paréntesis en la novela de Kohan es plenamente consciente de la coincidencia representacional de la estética y politica propia en la obra de Eche- verria, El letrado de hoy, segtin Los cautivos, goza de una estabilidad profesional e independencia que le permite leer a la cautiva ya no como figura de las violaciones de la conquista y emancipacién, sino como maridaje entre el escritor y los fantasmas de la tradicion literaria. Una princesa oriental en una pampa muy causeur Ema, la cautiva (1981) de César Aira narra la vida y fama de una joven esclava liberta de frontera en un lugar perdido del siglo XIX: Pringles, aldea de frontera, fuerte militar y aduana. La protagonista retine en su cuerpo un sin fin de atracciones exéticas; a media mafiana puede ser africana, a media tarde destacan sus rasgos mongoloides. De hecho, sus admiradores dudan si clasificarla como una india negra o una india blanca.’ Contrariamente a los modelos de esclavitud de las cautivas deci- monénicas, Ema no aspira a liberarse ni a comandar ejércitos contra la barbarie. Su intimo deseo es construir una familia, procrear y habitar una casa con muebles seleccionados, sin importarle si el candidato es un militar, un criollo o un noble ranuel. Como Ema Bovary, su hermana gemela lite- raria, la cautiva ain no advierte que la vida matrimonial le parecerd tan aburrida como la paz romana decretada en la frontera. El primor posee varios duefos a lo largo de la novela, capitanes y varios lideres indigenas y, finalmente, cansada de su rol de duefia de casa, conquista la independencia econdmica gracias a su gestién en la crianza de hidrofaisanes exportables a Europa (una emancipa- cién y redencién social a la sud-americana por donde se le mire). El relato de cautivas permite a César Aira edificar una comunidad fronteriza cosmopolita, donde entran y salen etnias y rarezas de todo tipo, un reino abundante en frutos, donde los ciudadanos se dedican al placer y al ocio, con sus respectivos estados de aburrimiento, una fortaleza donde los comandantes han abierto casinos, en los que se apuesta, se fuma y se juega hasta el amanecer. Dicha ‘Aira se adelanta y coquetea con el exotismo representacional a las heroinas fronterizas de una autora de novelas romanticas contemporineas como Florencia Bonelli. 30 Tradicién y transfigura sociedad ha decretado la riqueza decadentista como norma de vida, una utopia donde se puede: “disponer de cuantos sirvientes dese, y de muchisimo tiempo libre, sea cual sea su trabajo” (Aira 30). La frontera de Ema no es un infiemo dantesco sino una aldea palaciega donde se convive con el Jauja natural. En dicho marco, hasta las revanchas de las historia tienen su fiesta, ya que millares de cautivas han sido liberadas y han encontrado la estabilidad de un hogar bien constituido. En Pringles, el cruento cautiverio es solo un mal recuerdo que ha devenido en juego infantil practicado por niflas casamenteras en sus picnics diarios: “[Ema] le habia dejado cl nifio a unas pequefias indias, que jugaban a las cautivas todo el dia” (Aira 60). Los indios, por su parte, han desistido de la guerra y solo realizan malones imaginarios mientras recuerdan tiempos heroicos, resistiendo con enajenacién toxicémana el proceso de aculturacién. El tratado de paz de Pringles, obra maestra del genio militar, es producto de la instalacién de una exitosa maquina que emite billetes falsos, plausibles de ser tra~ ficados de un lado a otro de la frontera. La sensatez del método hace que los generales celebren a cada momento la perfeecién de su manejo econémico: no les preocupa la inflacién mientras el chorreo de bienes, alfombras y muebles de caoba Ilegue a todos los caciques y sus parentelas. Como podemos advertir, la heroicidad y enfrentamiento en la frontera ha dado paso al festin de una sociedad del bienestar. De este modo, la frontera de Aira es el pais fértil sofiado por Baudelaire donde la acultu- racién no es un medio de domesticacién sino la viva promesa de la fiesta etema universal. La critica previa ha destacado la sobremodemidad de los textos de Aira en su extenuante tarea de convertir todos los emblemas de la tradicién argentina en iconos pop destinado a las nuevas genera- ciones de lectores domesticados por los medios masivos de comunicacién. Criticos ligados a la his- toriografia como Femando Operé solo observan falencias en el texto: “{La novela Ema, fa cautiva] es una fantasia posmodera que no hace ninguna justicia a la historia [...] lanovela se desenvuelve hacia esferas de una fantasia sin propésito donde los toldos asemejan oasis lujosos y sensuales de la mas ardiente fantasia oriental” (Operé 263). En este juicio se visualiza la incipiente lectura de la novela en tanto documento histérico. Asi, Operé extraiia la cita al archivo de documentos y censos en el proceso creativo de Aira, resintiendo la ausencia de testimonios y bitécoras militares que detallen el ntimero de mujeres que ingresaron a territorio indigena para no volver nunca mas. La novela de Ema omitiria, segiin Operé, las necesarias citas histéricas y, a cambio, repletarfa el texto con citas orientalistas antojadizas y sin sentido. Sin embargo, lo que no ha logrado visualizar el critico es el perfil profun- damente tradicionalista de Aira. La novela, siguiendo la dicotomia del desierto y Europa de Sarlo, expresa la fantasia intercultural del encuentro de las ci aciones donde se practica la comunién: entre los afrancesados letrados decimonénicos y los orgidisticos ranqueles. Las abundantes descrip- ciones plenas de vocabulario orientalista de Emia, /a cautiva nos entregan una coleccién de lecturas poco ortodoxas, hiperbélicas y fragmentarias del Facundo (1845) de Sarmiento y Una excursion a Jos indios ranqueles (1870) de Lucio Mansilla. Precisemos, a continuacién, las matrices representa- cionales reescritas, El nitcleo eritico que Operé ha evitado, en su discusi6n, es la identificacién de las fuentes letradas de la frontera como reino exético donde Europa no deberia extraiar sus ficciones. Dicha tarea lo Hevaria irremediablemente hasta el Facundo. Recordemos que la “sombra terrible de Quiroga” en el ensayo multiforme de Sarmiento es un “Tamerlan”, un “Attila”, un “Mehmet Ali duefo de Egipto”, un “Hanin", “Al-Raschid”, y la pampa barbara en un parpadeo puede plagarse de tiendas del “kalmuko”, de “cosacos”, de “érabes”, y sus llanuras son atravesadas por el “Tigris y el Eufrates”, donde el de- sierto es hermano de un “Ashanty © Dahomay del interior de Africa”, 0 del “Asia tirinica e infemal”, por las sendas de tierra recorren caravanas de carretas con la riqueza de todas “las Chinas”, Sarlo, ha estudiado con detencién este fendmeno a partir de la sentencia sarmientina: “Nuestro Oriente es Europa”, cita que refleja el emperio del escritor por emular la representacion romantica de Oriente siguiendo a los poetas y ensayistas de consulta obligada. En Aira, el orientalismo de Sarmiento se torna equivoco e hiperbélico, ya que la distincién entre lo local y lo exético se disgrega para final- mente cubrir la novela de aves, telas, colores, olores propios de “kamuros”, “faisanes-shogunes” y “tapires” a la usanza del intelectual afrancesado decimonénico. Beatriz Sarlo en Ensayos argentinos. De Sarmiento a la vanguardia (1997) sostiene que la comparacién entre la pampa y oriente presente Richard Astudillo Olivares 31 en el Facundo tiene un objetivo politico. La critica sostiene que el orientalismo del texto posee una doble funcién por un lado apoyar su “tesis doctrinaria” y por otra vincularse con el exotismo romén- tico. La critica afirma que este procedimiento era muy comtn en las ciencias humanas europeas de la época. Por lo tanto, el “oriente riplatense” de Sarmiento es en definitiva el oriente imaginado por las ciencias y la literatura europea. Finalmente, ¢] orientalismo no es mas que el deseo de un intelectual por vincularse con el mundo de la expansién cultural y econémica decimonénica, hacerse parte de un imperio. El rol de la cita orientalista en Sarmiento, ademas, logra situar el tema del despotismo en la configuracion politica de la Argentina a través de la comparacion con los regimenes politicos orien- tales, analogias abundantes en la literatura politica pasando por Maquiavelo hasta Montesquieu. Otro de los hipotextos manipulados por Aira es Una excursién a los indios ranqueles, esctito por Lucio Mansilla, un dandy militar que relata las circunstancias de su campafia militar por territorio indigena. La misién, no obstante, se reduce a una serie de reuniones-comida en las que se reparte aguardiante, cigarrillos y conversacion. La mirada del soldado adopta varios registros hedonistas. Por momentos ¢s un critico de modas, un sommelier; en otros, un curador de arte precolombino y con- sejero sentimental de los caciques. Segin David Vilas, el texto de Mansilla mediante estas estrategias diluye todo elemento documental histérico sobre el genocidio para desatar la cita snob a Europa, donde el caracter de espia militar del narrador quedaria reducido: “a su condicién de ameno causeur, “criollo seftoria!” en el Paris finisecular o de sutil y escéptico dandy instalado en alguna escenografia mis 0 menos proustiana” (159). La pampa en el texto decimondnico de Mansilla es una coleccién de almuerzos “de negocios” en tiendas indias. Para el comisionado, su experiencia pampeana no tiene nada que envidiar a las orgias de los salones parisinos. En esta representacién los ranqueles no son barbaros, ya que, obviando su marcado alcoholismo, es posible discutir sobre retorica y elocutio con ellos: “De modo que los oradores de la pampa son tan fuertes en ret6rica como el maestro de gramatica de Moliére” (Mansilla 102), Para el militar, en su rol de linguista, los ranqueles sentaron las bases del francés modemos. Asi, en sus estudios idiomaticos superficiales, llega a concluir que los ranqueles han influenciado al racionalismo de Paris. Esta causalidad poco afortunada explicaria el refinamiento decadentista de los indigenas, su gusto por el tabaco, las cenas, los obsequios, las co- milonas, los caballos bien peinados y las antigiiedades bruiidas. El decadentismo fronterizo de Ema, la cautiva, en definitiva, no es tnicamente el de Baudelaire, como sostiene la critica Sandra Contreras, sino el de la propia tradicion argentina decimonénica que buseé europeizar discursivamente el “vacio” de la pampa a través de sucesivas citas orientalistas. El texto de Aira opera, en término barthesianos, con la mimesis hiperbélica de los lenguajes orientalistas de los letrados del XIX. Ema, /a cautiva es, con justicia, una sucesién de ceremonias extraiias que tributan el estilo de Lucio Mansilla, La cautiva de Aira, segin Graciela Villanueva, seria una cautiva reescrita segtin Flaubert, en su faseinacién por los bienes, cl tiempo libre, el deseo y desprecio por la fecundidad. La autora repara en el carter programatico de Aira, quien convierte a la tradicién ar- gentina en un objeto exético donde la novedad posmodema contemporanea y el hedonismo de las letras del siglo XIX coinciden. Para el autor de Ema, /a cautiva, la reescritura de la tradicion, como resultado final, debe ser necesariamente incomprensible y equivoca, ya que la narrativa de frontera esta dominada por el error indesmentible, la mirada exética sobre “el color local” y la cita sob a las tendencias coloniales. Este carcter, nace precisamente de una lectura afiebrada de la representacién explicitada en textos de la tradicién como el Facundo y Una excursion a los indios rangueles. Aira, finalmente, restituye la hipérbole ficcional y ahistorica de la ensofiacién oriental de los hipotextos de Mansilla y Sarmiento y, con un guiiio carente de credulidad, resiente el caracter excesivamente do- cumental que tuvo la literatura decimonénica en tanto mimesis que construyé la fisonomia y los supuestos de naciones, razas, ethos e identidades fijas. Como sefiala Kurlat, Aira intenta doblegar el sistema de representacién orientalista de Sarmiento pero al intentarlo, insiste en él, llevéndolo a una insospechada version que acumula sus fisuras con pronunciada desproporcion, convirtiendo a los proceres de las letras rioplatenses en precursores (en su sentido borgeano) de la desatada ahistoricidad y hedonismo de las letras contemporaineas posmodernas. 32 Tradicion y transfigura ‘A un romanticismo americano como el de Echeverria, se corresponde un decadentismo del de- roche de Mansilla, Aira articula su propio tributo a los padres afrancesados de las letras, escritores que luego de sus viajes por los libros decidieron trastadar las figuras exéticas a Latinoamérica. Aira en una mueca, no menos ambigua, no solo ha reescrito la figura de la cautiva fronteriza, también ha adoptado el perfil de escritor “tradicionalista’” enmarcado en la repiblica ficcional imaginaria creada por Echeverria, Herndndez, Sarmiento y Mansilla. Para una transfiguracién mimética del lenguaje decimon6nico La nostalgia por la encrucijada civilizacién/barbarie desarrollada por las novelas Aira y Kohan, coincide con los proyectos narratives exhibidos por dichos autores. Contextualicemos sus obras por separado. César Aira (1949) es traductor, novelista, ensayista y dramaturgo, en su extendida carrera se le ha considerado permanentemente como uno de los autores mas inclasificables de la literatura argentina, ha publicado mas de 40 textos, la mayoria corresponde a novelas cortas y textos criticos donde des- tacan Moreira (1975), La liebre (1991), La guerra de los gimnasios (1992), Cémo me hice monja (1993), EY congreso de literatura (1999); los ensayos Copi (1991), Alejandra Pizarnik (1998), Dic- cionario de autores latinoamericanos (2001). Entre sus traducciones mas significativas se encuentra el superventas tedrico The Location of Culture (1994) del autor Homi Bhabha. Como podemos ad- vertir, en Ema, /a cautiva se retinen la fascinacién aireana por la literatura de vanguardia (europea y argentina), mas la revision afiebrada de los textos del amanecer letrado argentino y mundial. El marco de enunciacién de la sintesis de tan disimiles intereses, resulta ser el ejercicio de traductor. De este modo, el autor asume como extrafia la lengua de una tradicién literaria fundada en la cita oriental, y para acentuarlo apela torcidamente a los padres de la escritura como Sarmiento 0 Mansilla, convir~ tigndolos en precursores de su propia prosa sobrecargada de figuras, equivocos ¢ imagenes exéticas de los medios y literatura masiva. La arqueologia de las representaciones exdticas de la Argentina desarrollada por el narrador tiene un doble propésito, por un lado, extrema el auto exotismo lati- hoamericano en cuanto espacio otro, adjetivacién tan querida para la literatura del Boom; y por otro lado, exhibe una cuota de gracioso escepticismo ante lo rentable que resulta el aplicar las categorias poscoloniales a la creaciOn literaria, en la imperiosa necesidad de producir ofertas de “otredades radicales” latinoamericanas destinadas a los espacios académicos del primer mundo, Martin Kohan (1967), por su parte, ha desarrollado su obra en torno a la compleja relacién entre literatura e historia. El autor es profesor de teoria literaria en la Universidad de Buenos Aires y ha publicado varias novelas y textos criticos.” Como podemos advertir en Los cautivos, el autor percibe a la literatura como indagacién de los espacios vacios y silenciados de la historia como relato fic~ ional, Debemos agregar ademas su constante aproximacién critica al discurso letrado y a las repre- sentaciones ficcionales de la alteridad. Kohan, en la novela examinada, no solo reescribe los textos capitales de Echeverria, también reelabora los procedimientos estéticos y éticos de las letras deci- monénicas, utilizando el recurso del doble narrador distanciado, la desaparicin de las fuentes hist- ricas y la conversion de la tradici6n literaria en movil de la reescritura, Borges sostuvo, en su ensayo “El escritor argentino y la tradicién”, que la querella entre una obra y la filiacién con el pasado nacional se resuelve mediante el simulacro o la apariencia. Es asi como las > ntre las que destacan La pérdica de Laura (1993), El informe (1997), Segundos afuera (2005), Ciencias morales (2007); y los ensayos lindgenes de vida, relatos de muerte, Eva Perén, cuerpo y politica (1998), Zona urbana. Ensayo de lectura sobre Walter Benjamin (2004), Narrar a San Martin (2005). Richard Astudillo Olivares 33 novelas analizadas han adoptado la transfigura como procedimiento para elaborar una representacién plausible de la cautiva y el letrado en contextos hipermodernos o posmodemos. En resumen: un texto transfigurado es aquel que ha logrado mudar el aspecto presuntamente original e inequivoco de una figura exhibida en una obra anterior, Es asi como se ha cumplido el designo barthesiano que singu- lariza a toda expresién literaria en cuanto mimesis de las escrituras previas. No obstante, la repre~ sentacién letrada en la posmodemidad no se puede equiparar al rol del letrado decimonénico, hoy, la literatura no parece interesada en precisar ethos nacionales, muy por el contrario, estabilizada en su condicién de artificio, busca poner en suspenso a las categorias clasicas del pensamiento latinoame- ricano. Las cautivas de Kohan y Aira activan una version transfigurada de la Marianne decimonénica elaborada por Echeverria, Las novelas, en tanto proyecto contemporineo, exageran el sistema de representacién de la frontera heredado por los padres de las letras argentinas: la cautiva guerrera de la raza deviene en cautiva lésbica en Kohan; mientras tanto, la cautiva guerrera se viste con traje de prospera productora de aves asidticas en Aira, Remontando la idea de una deconstruccién de la tra- dicién, La cautiva de Aira propone una lectura hiperbélica y naif de los textos y autores esfinges. El narrador aireano se asemeja a un lector infantil que ha tomado al pie de la letra las fisuras de los textos que dieron forma a su educaci6n literaria. Martin Kohan en Las cautivos (2000), reescribe las obras fundamentales de Echeverria para intentar revertir infructuosamente la representacién ética y estética presente en los textos fundamentales de la tradicion. Ambas novelas comparten un empeiio anunciado por el propio Kohan; “Ia literatura se ha acercado al discurso histérico, no para intensificar sus posibilidades de construir una representacién mas inme- diata de lo real, sino, por el contrario, como una forma de acentuar la mediacién [del lenguaje]” (Kohan 245). Con sus bemoles y diferencias, los textos analizados reniegan de la novela historia cortiente para formular una apropiacién inusitada de las figuras de frontera y sus creadores. Jameson ha llamado a este tipo de novelas: “historiografia posmodema fantistica”; para este ensayo, no obs- tante, constituyen novelas de la tradicién transfigurada que plantean la incertidumbre ficcional para celebrar que la historia ha sido vencida a punta de reescrituras representacionales. El presente articulo comenzé citando una obra reciente de Washington Cucurto, dicho texto nos invita a fantasear con la deschavetada posibilidad de un origen negro para San Martin y la argenti- nidad toda. En el afio del bicentenario de las emancipaciones en América del Sur, pronosticd un asalto sucesivo de la narrativa del cono-sur a las figuras museificadas por la historia y las tradiciones in- movilizadas. Obras citadas Aira, César. Ema, la cautiva. Mérida: El otro el mismo, 2005. Barthes, Roland. Variaciones sobre fa literatura. Trad. Enrique Folch Gonzalez. Buenos Aires: Paidds, 2003. Blumenberg, Hans. Trabajo sobre el mito. Trad. Pedro Madrigal. Barcclona: Paidés, 2003. Bhabha, Homi. 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