Entre la bruma de alguna ciudad perdida y sin nombre
más allá del crepúsculo dorado nuestras almas se juntarán algún día, será un paraje celta y mágico donde las náyades, advertidas de nuestra presencia furtiva emergerán radiantes y felices de las cristalinas y límpidas aguas del encantado y eterno lago de los sueños.
Un camino grávido de jazmines y lirios blancos
entre colibríes y multicolores mariposas a nuestro paso libre y fresco se abrirá donde la roja rosa de tu sonrisa la flor más agraciada y perfumada será, y la belleza y encanto de tu piel cual níveo resplandor venusino con la blancura de los cisnes se confundirá. Serán la ternura de tu mirada y el armonioso canto del jilguero el sostén de mi poesía…
Llegada la noche, bajo la cornuda luna fulgurante
te declamaré mis versos al sollozo de unas melancólicas notas sublimes de un misterioso y oscuro Gardel…