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IBNARABI
IBNARABI
INTRODUCCIN
Lejos de Murcia, su cuna natal, en la ciudad de Damasco, mora en 1240, el
murciano ms universal de todos: Muhidin Ibn-al-Arab, compaero de exilio de Al-Qartayann.
Fue, acaso, el mortal que ms experiencia divina tuvo, dato que pudo corroborar personalmente el
mismsimo Averroes, quien nicamente por la va de su aristotlica razn poda asumir la idea del
nico. Hoy, su tumba de Damasco es lugar de peregrinaciones y congregacin de creyentes en
busca de cura milagrosa o edificacin interior.
Naci en 1164, emigr con toda su familia a Sevilla; una familia en la que ya abundaban los
sabios, los reyes e incluso los msticos. Cas muy joven con Marin, quien le comunic un sueo en
el que Dios le mostraba el camino de los sufes: sumisin divina, fe viva, paciencia, firmeza y
sinceridad. Viaj y vivi por todo el territorio islmico, sufri crcel por anteponer al halago al
poder, el servicio a Dios. En 1198, con ocasin de una de sus ltimas visitas a Murcia, recibi el
encargo divino de ejercer el apostolado. Su vida est llena de hechos portentosos, como el que le
acaeciera en Tnez: el poema que estaba componiendo, a solas, era recitado a la vez en Sevilla por
una joven. Ms tarde, en Buga, nos dice que contrajo matrimonio con todas las letras del Alifato
(Alfabeto rabe), lo que le confiere el secreto de la escritura. En La Meca se enamor de Nizn,
hija del Imn de una mezquita de la ciudad, y nos dej un hermossimo poemario ocasionado por tal
suceso: Tarjumn al-axvaq (El intrprete de los sueos). Se trata de una obra donde lo amatorio y
lo mstico forman un fondo indiscernible, tal cual San Juan de la Cruz, tres centurias despus
volver a escribir. Reedit la obra, aadindole un prlogo de claves, ahora con el ttulo de
Dhakari-al-alaq (Tesoro de los enamorados), ante la interpretacin literal, ertico-amorosa que,
exclusivamente, se haca de sus versos. He aqu una muestra:
TEXTO
Qu dolor en mi corazn!
Qu dolor!
Qu gozo en mi alma!
Qu gozo!
En mi corazn arde la pasin como un fuego.
En mi alma se ha puesto una luna de tiniebla.
Oh almizcle!
Oh luna!
Oh ramos sobre la duna!
Qu verde!
Qu esplendor!
Cunto aroma!
Oh boca sonriente, cuya humedad adoro!
Saliva cuya miel he probado!
Luna revelada, con las mejillas cubiertas
del rojo atardecer!
Desnuda de sus velos,
sera tormento y por ello es esquiva.
Sol maanero que escala los cielos,
ramo de duna en un jardn plantado,
lo contemplo sin pausa, con temor reverente,
y riego el ramo con suave lluvia celestial.