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, el desarrollo de sus culturas; asimism mitos y a los modelos teolégicos que el s ra para entender su origen, el del universo, su dest e debe hacer en cada momento con las cosechas, Ja ¢ uuesto. Desde dicho punto de vista, las religiones y — encia tienen un papel adaptativo, pues ayudan al ser tumano a sobrevivir en un mayor numero de situaciones; asi, prolongan en el plano de la cultura las propiedades biolégicas de ver, oir, olfatear, regular la temperatura, conservar el esta- do de hidratacién corporal, etcétera. Tanto los modelos religiosos como los cientificos son gene- rados por el ser humano, tienen esencialmente el mismo pro- posito y guardan cierto parentesco, pues comparten su genealo- gia; no obstante presentan diferencias fundamentales. A los modelos cientificos se les exige una doble coherencia: una rigi- da légica interna y una concordancia con la realidad. Asi, un modelo puede ser desechado aun antes de someterlo a prueba, porque se le advierten contradicciones internas; en cambio el ajedrez tiene una apabullante logica interna... pero los caba- Mlos de carne y hueso no se mueven dos tantos para adelante y ‘uno hacia el costado ni los obispos caminan de perfil como los alfiles, de modo que fallarian como modelos de realidad. Si al- _ guien suma con una calculadora el dinero que tiene consigo, en casa y en el banco, y constata que el resultado discrepa con la alidad, hace pruebas para averiguar el estado funcional del parato y, de comprobar que falla irremisiblemente, puede lle- irarlo a la basura. Basta una incoherencia para desechar ema; basta una violacién para derrumbar un principio” in decidié no regresar a la Alemania de Hitler y radicar-_ los periédicos nazis anunciaron: “Buenas noticias de Ei blic6 un libro, Cien autores refutan a Bi ei : 197 _(aunc qui Kuhn dirfa que se lo conse: _ paradigma mejor). Esa misma persona, tan inflexible en el 4m- bito de la ciencia, en cambio insistirfa en que la medallita con el simbolo de Capricornio que lleva colgada del cuello y la es- tampita en la cabecera de su cama le traen buena suerte, aun- que se hubiera fracturado una Pierna, chocado su automévil o perdido su billetera. Tampoco nos resulta contradictorio que en los documentales sobre mutilados de guerra, éstos agradezcan la “infinita bondad” del Sefior, de quien, al mismo tiempo, acep- tan que es todopoderoso y que podria evitarles esos sufrimien- tos con sélo desearlo; ni ofr a sacerdotes que aseguran a los cancerosos, a quienes perdieron su casa en un terremoto, a quienes quedaron ciegos en un. incencio, a las mujeres violadas, a los desterrados, que “Dios es amor”, que “Dios es sabio y to- dopoderoso”; incluso no les choca a esos sacerdotes que este ser amante, sabio y poderoso no tienda su mano y, por el contrario, contemple impdvido que esas personas sufran cAnceres, inun- daciones, quemaduras, violaciones y destierros, pues a los mo- delos sagrados no se les exige coherencia y pruebas de vali- daci6n, como a los cientificos. Habitualmente, cuando dos equipos de cientificos advierten que sus resultados discrepan, recurren a intercambiarse mues- tras de sustancias, lotes de células, virus, minerales o se encuentran para discutir, revisar cdlculos, comparar los instru- mentos de medida que han usado. Por el contrario, cuando se encuentran dos religiones, combaten, tratan de extinguirse mu- tuamente, y persiguen a los feligreses de otras creencias. No - por nada el ensayista y escritor George Bernard Shaw aconse- jaba: “jCuidado con el hombre cuyo dios esta en los cielos!” {Qué sucede entonces cuando los modelos explicativos reli- giosos y cientfficos entran en conflicto, afirman cosas que se contraponen, requieren que nuestras practicas culturales y nuestras vidas sigan caminos que divergen abruptamente? En primer lugar, de entrada conviene advertir que todo avance cientifico, técnico 0 estético tiene, a corto 0 a largo pla- zo, una profunda influencia en nuestra vida diaria. Gutenberg cambi6 irreversiblemente a la sociedad al introducir la im- rvaré hasta tener un terado, el cientifico comenté: “;Para qué cien? Si yo estuviera equivocado, con uno serfa suficiente,” LA CIENCIA RECHAZADA oe aunque, en su época, apenas el uno 0 dos por cient os europeos sabia leer y, por lo tanto, casi todos er: eee betos; irénicamenite, este hecho se ‘usd como ar; an ae desestimar la utilidad de producir textos en ats = es des. La invencién de la fotografia ha hecho que lenin dae como el observador pierdan interés en el parecido de = tratos, o en la belleza del paisaje como paisaje en sf; nif a Se a érdenes estéticos mas profundos, més > uso permiten una mejor apreciacién de antiguas obras figurativas. Los historiadores suelen encontrar abun- dantes ejemplos de los cambios que ocasioné en el destino de los pueblos el hecho de que sus vecinos de pronto se adelan- taran en la navegacién, o en la fabricacién del acero, o en el uso de la pélvora; también nos demuestran que pueblos enteros se desbarataron porque en un pais remoto alguien desarrollé una fibra sintética, un transistor, un fertilizante o una forma de ha- cer cinematografia hasta entonces desconocidos. Andlogamen- te, los estudios astroriomicos, geoldgicos, biolégicos, hechos por oscuros sabios en la soledad de sus gabinetes, han terminado por minar los credos de sociedades y generaciones. En segundo lugar, para tener una idea de lo que sucede cuando la ciencia y la religién brindan explicaciones dispares, no hace falta otra cosa que analizar la historia de la humani- dad; no haremos aqui dicho andlisis, pero si diremos que en al- guna medida ha violentado el sentimiento mistico del ser humano. Se ha analizado y debatido mucho sobre este senti- miento; teorfas no faltan, pero son muy pocas las personas a quienes las explicaciones racionales que pbrinda la ciencia han dejado intimamente satisfechas. Frustracién que puede dar cuenta de esa dicotomia que tiene una buena parte de Ja comu- nidad cientffica, consistente en aceptar la razon pero seguir sujeta a atavismos supersticiosos. Para decirlo sin ambages: la ciencia es rechazada. Contrariamente a lo que sucede con la justicia humana, en la que alguien es inocente mientras no se demuestre lo contrario, la ciencia es culpable hasta que no demuestre lo contrario... y a veces lo sigue siendo aunque pruebe que tiene razon: . No resulta extrafio entonces que, ades y comodidades que brinda, a pesar encia ¥ constatabilidad de sus mode a pesar de las seguri- de la transparencia, los, a pesar de LA CIENCIA RECHAZADA 199 democracia interna (en el sentido d cualquiera qi [ue pruebe o refute pas muchas veces se: 5 le que, si esté en lo correcto, a a “tener raz6n”), la ciencia 2 | dios, sino como consecuencia de una evolucién biol6gica casi fortuita; no somos el centro del Universo; nuestra muerte no parece ser el umbral de la gloria eterna, sino la desaparicién lisa y Ilana de un fenotipo vulgar entre tantos otros. Justamente, MacFarlane Burnet sostiene que tal vez el problema humano mas importante es la actual remocién de todo apoyo cientifico y filoséfico a la creencia de la persistencia personal después de la muerte. Steven Weinberg lo expresa més dramaticamente: “Cuanto mas se comprende el Universo, menos sentido se le ve,”18 Miguel de Unamuno (Del sentimiento trdgico de la vida) sefiala la existencia de una lucha entre lo que el mundo es, se- gin nos lo muestra la razén cientifica moderna, y lo que quere- mos que sea, segin la fe de nuestra religién. Leyendo esa frase uno corre el riesgo de presuponer que, mientras la ciencia se asienta en descarnados principios y se maneja con légica fle- miatica, nuestras religiones son un dechado de virtudes y bue-, nas intenciones. Pero, json en verdad tan sacrosanto8 los prin- cipios éticos que supuestamente guian a nuestras religiones? De acuerdo con la Biblia, el dios que se adora de modo predo- minante (y a veces oficialmente) en Latinoamérica ha dicho: “Cifiase cada hombre su espada al costado; pase y vuelva a pa- sar de puerta en jiuerta por todo el campamento, y mate cada uno a su hermano, a su amigo, a su pariente” (Ex 32, 27); “Al grande le aumentaréis la herencia y al pequefio se la reduci- 18 The more the universe seems comprehensible, the more it also seems pointless. LA CIENCIA RECHAZADA ~ réis” (Nm 33); “Vale més malda: + mujer.” (Eclesidstico 42, 14). Los Theor = encuentran sumamente dificil guiar a sus feligreses esate normas que, de pertenecer a otra religién, tal vez anenattrecar inmorales y repulsivas. As{, John Shelby Spong (Rescui: the Bible from fudamentalism) comenta: “No creo en un Grae quiso que Jestis sufriera por mis pecados. No creo en un Dios cuya necesidad interna de justicia se satisface cuando su hijo es clavado en una cruz.” Opina J.F. Revel que la civilizacién occidental gira alrede- dor del conocimiento, y que todas las demas civilizaciones giran. alrededor de la occidental. La descripcién parece adecuada para la historia de los ultimos tres o cuatro siglos, pero no obstante olvida un componente importante de ese eje de giro: el smo. Nos parece pertinente agregarlo, porque es esa ha interactuado (para decirlo con un eufemismo) con la ciencia a lo largo de la historia; asimismo, es la que més influencia fuvo y tiene en Ja educacién y el desarro- llo (o falta de desarrollo) en nuestro subcontinente. Se trata de una interaccién de larga data, que arranca de un periodo que, con un alto grado de elasticidad descriptiva, podriamos Ilamar “teosofico”. Como hemos tratado de resumir en los primeros capitulos, hace unos 2.600 asios, alla en Milesia, comienza un esfuerzo por dar explicaciones que no invoquen poderes sobrenaturales. Eso no quiere decir que los sabios grie- gos fueran necesariamente laicos, pero s{ que quisieron ver hasta donde podian entender basandose en la légica que, en ese momento, ellos mismos estaban inventando. Ellos no serian laicos, pero la disciplina que fueron desarrollando si. Los griegos clasificaron los diversos tipos de conocimiento. Llamaron gnosis al conocimiento (esotérico) que, de acuerdo con quienes asf lo creen, es revelado por Dios; episteme, al co-" nocimiento adquirido por aprendizaje u observacién empirica; 1 como la concibieron por sofia, a la sabiduria, y pistis, a la fe ta ejemplo los cristianos ortodoxos. Cada uno de esos criterios dio origen a posiciones diversas (gnésticos, fildsofos, iluministas, etcétera) que tuvieron sus propios desarrollos —que aceptaron 0 desecharon fuerzas suprasensibles y sobrenaturales-, de los cuales no nos ocuparemos aqui. Uno. de los campos que resultaran de ese increfble desarro- cristianii religién la que mas obra de un ser increfblement escartes declaraba que él no hacia més q las leyes con que Dios hab{fa ordenado la naturaleza, ;wton opinaba que la regulacién del Sistema Solar me el “consejo y dominio de un ser inteligente y pode- Al comentar en un capitulo anterior el proceso de induc- on, por el cual extrapolamos lo aprendido en diez ratas a to- das las ratas del Universo habidas y por haber, decfamos que se basa en la suposicién de que la naturaleza es homogénea; Suposicion por la cual creemos que las propiedades de un atomo de hidrégeno que hoy observamos en la Tierra, también valen para otro ubicado en una estrella hace dos millones de anos. Contrastemos esta situacién cotidiana en la ciencia, con Ta que debi6 afrontar el gedlogo Charles Lyell, cuando argu- ment6 que los procesos geolégicos que estaba estudiando se habian Ievado a cabo a lo largo de millones y millones de anos, y no en los cuatro mil que segun el Génesis biblico tiene el Uni- yerso: le objetaron que, en el lo, las fu operantes po- drian haber sido mucho mas poderosas y veloces. Curiosa- mente, mil quinientos afios antes, el mismisimo san Agustin labia opinado que los “dias” del Génesis no deberian ser toma- is literalmente. Otro de los confundidos fue el famoso taxo- ta sueco Carolus Linnaeus (1707-1778), pues después de ‘ificar tantas especies, se plante6 cémo habrian podido caber LA CIENCIA RECHAZADA Para bosquejar los aspectos de esa relacién que puedan “tener interés en este libro, tal vez convenga comenzar por el segundo siglo de nuestra era, cuando algunos cristianos denun- ciaban la filosofia como fuente de herejia; cuando otros, en cambio, intentaban usarla para fundar su visién del mundo y fortalecer su fe. Entre los primeros destaca Tertulliano de Car- tago, la ciudad ms importante del Imperio romano después de Roma, que hizo su famosa pregunta-objecién: “jQué tiene que ver Atenas con Jerusalén!”; es decir, intentaba mantener sepa- rados el racionalismo nacido en Grecia, del cristianismo nacido en Israel. Esta corriente no nos interesa aqui. En cambio, Jus- tino Martir, el filésofo nacido en Flavia Neapolis (en la zona de la actual Jordania que ocupa Israel) hacia el afio 100 y muerto en el martirio ca 168, trata de hacer compatibles la filosofia griega en la que él era especialista, con el naciente cristia- nismo, que él acababa de adoptar. Asi, comienza a gestarse el Ilamado cristianismo platénico, que los pensadores cristianos enriquecen con conceptos tomados del neoplatonismo, elabora- do entre otros por Plotino en el siglo mm. Para los neoplaténicos, el Uno trascendente brota del espiritu o mente (autoconsciente) de cada individuo. A su vez, el universo emana del Uno, cual si éste fuera una especie de faro, cuya luz se va debilitando con la . distancia. De esa mente deriva el alma, que hace de intermedia- ria entre la esfera del espiritu y la esfera de los sentidos. La materia informe es, para los neoplaténicos, el producto mas bajo de esa Suprema Unidad, el mas alejado, el que sdlo recibe- muy débilmente la luz que emana del Uno y es, por lo tanto, el dominio potencial del Mal. San Agustin (354-430), que lleg6 a ser obispo de su natal — ’ Hipona, en la Argelia actual, se incorpora a esa corriente filosé- fica; pero le hace importantes desarrollos propios, hasta con- vertirla en una teologia, que él juzga distinta de la filosofia. Para comenzar, no se contenta con el concepto neoplaténico de que Dios “emana” (un tanto involuntariamente) y que su luz, al alejarse, se va debilitando con la distancia hasta que, al llegar a la materia, deja lugar para una oscuridad en la que impere el. Mal. Para él, Dios tiene una voluntad, creé todo el Universo porque asi lo quiso y como-creé todo, sin que se le haya escapa- do nada y su bondad es infinita, no puede haber creado el Mal. No obstante, aunque en la materia no impere el Mal, en su sis- 0, pues g 0 la forma en la que cada modo que su destino parece estar entonce De las ideas de san Agustin queremos res iguiente aspecto: para él, Dios no se limité a crear al (0, sino que sigue actuando, interviniendo, otorgando gra- , haciendo revelaciones. La importancia historica de san stin consiste en haber vertebrado la teologia europea du ante muchos siglos. Otro titan del pensamiento escolastico fue Boecio, nacido en Roma hacia el ano 480, traductor del Orga hon de Aristételes y administrador de la casa de eodorico, re Ostrogodo; lo ejecutaron bajo la acusaci6n de tre y ejercici de la magia, probablemente en Pavia hacia el 524. Mientra que para san Agustin la filosofia debe ser sirvienta de la f Boecio expresé tal conviccién en la conjuncién fe/raz6n, q trato de aplicar la logica aristotélica para resolver problems teolégicos complejos, e inspiré directa 0 indirectamente a otr pensadores; entre éstos destaca Anselmo de Canterbury (103 1109), autor del célebre Argumento Ontolégico de la existence Dios, un intento de probar la existencia de Dios sin acudin autoridad de la Biblia. El interés de un investigador act 1 pensamiento de aquellos tedlogos es doble: por un la fue pasando entre ciencia y religion, que pueda ilu actitudes actuales; por otro, ver como se fue dey era de conocer que tenemos los cientificos de } LA CIENCIA RECHAZADA. sus mares, sus bosques y sus cavernas poblados de sospechosos -cometas, dragones, unicornios, arpias, grifos, uroboros, zara- tanes, catoblepas, gnomos y gigantes fabulosos; una Europa infectada de maleantes, transitada por turbas mugrientas de leprosos, flagelantes y mendigos; una Europa en una situacién mas terrible que la del tercer mundo actual (aqui te seria muy instructivo y agradable consultar A distant murror, el libro de Barbara W. Tuchman). En dicho escenario no tenia mucho sen- tido desarrollar una ciencia para estudiar la realidad pues, en primer lugar, la conducta del universo no se rige exclusiva- mente por leyes fisicas, sino que también obedece a los mila- gros y a Ja voluntad divina; en segundo lugar, si a Dios le gus- tara que alguien tuviera esos conocimientos, ya se ocuparia de revelarselos. De modo que hacia el siglo xm, los europeos eran Jos subdesarrollados; eran una especie de tercer mundo que menosprecia la razén, en un planeta en el que el primer mundo era el Islam. También la relaciéi entre el Islam y el mundo cristiano de entonces semeja la que hoy tienen el primer y el tercer mundo —muchos latinoamericanos la consideran irreversible y desahu- ciada-, pues los arabes, ademas de un know how superior, cuyo impacto en el mundo cristiano ya mencionamos en el capitulo 4, desarrollaron un conocimiento aristotélico que, al decir de los historiadores, estaba a punto de descalabrar a Europa. El aristotelista mas prominente fue Averroes, un sabio bereber nacido en Andalucia. Para el tema que estamos discutiendo, tal vez el punto mas importante es que Averroes, como antes Platén, por asi decir, sacé a Dios de la escena. Para este musul- man, Dios cre6 Ja naturaleza, le dio un ordenamiento fisico y establecié leyes matematicas... y de ahi en mas lo dejé fun- cionar en libertad, se abstuvo de interferirlo con revelaciones 0 milagros y no intervino mds. Para él, un pensador inteligente . Puede encontrar y describir esos 6rdenes sin preocuparse por incluir variables misticas, y sin temor de intromisiones divinas ni diabélicas. Ya el mismo Aristételes habia comenzado a usar la razén Para ordenar intelectualmente la realidad, clasificando los ani- males, las piedras, los sistemas politicos. El Islam, al retomar a Aristételes, al despojar a la realidad de dioses y demonios, al hacer hincapié en la idea de unidad de la naturaleza (esta ayudita o una interferen ien, como sabios inteligentes e ello al cristianismo. De hecho, los europeos ya habian comenza- do a gozar de las vent de pensar y producir “al estilo isla- mico”, de manera que, o bien la Igle presuraba a aggior- arse y ponerse al frente de quienes ya estaban yendo hacia otro lado y “liderarlos”, 0 seria rele da a un costado como mero emporio de Ja supersticion fren adora. Es en ese momento que aparece Tomas (1224-1274) —el monje dominico nacido en Roccasecea, hijo de Landolfo, conde de Aquino-, que adopta el aristotelismo de Averroes casi en su totalidad. Para Tomas, la razon no esta en cor flicto con la fe (de modo que se pueden aprovechar sus ventajas), pero no pue- de entenderlo todo (de modo que debe operar dentro de la fe). posicion lo enfrenta con los tedlogos tradicionalistas y, sobre lo, con Buenaventura (1217-1274), un monje franciscano que Imente podria haber aceptado que, un siglo antes, el fun- u orden, san Francisco de Asis, no habia conversado obos. El choque entre ambos pensadores c' ocurrida en Napoles; la Iglesia adopta 8 nL les egan gloriosamente a acteristica notable, de la que desgracia hoy en dia: sus profesores no se restringen a un: en particular (a la de Bolonia, Paris, Oxford, Praga) jue cada uno es profesor de todas ellas, y se desplaza de 4 a otra para instruirse y discutir sus argumentos (ius ubique docendi). E] uso de la razén dentro de la fe le me poderio. Provista de | dio a la Iglesia un enor- a doctrina de santo Tomas, confiaba en que por fin le habia la raz6n y podria ma- nejarla. Pero el cabalto-se le habria de d sbocar, pues a la larga el uso de la raz6n genero conflictos que la Iglesia no habria de Superar jamas. La Iglesia desobedecié la advertencia biblica de Yahveh de no comer del Arbol del Conocimiento... y asi le fue. Tlustraremos este tipo de conflictos con un ejemplo harto cono- cido; el del heliocentrismo. A lo largo de toda la historia, la cronologia césmica estuvo intimamente relacionada con las concepciones mitolégicas, y 8 Sacerdotes han recurrido a la observacion del cielo para terminar las fechas exactas en las que se deben celebrar las tas. Mayor precision siempre ha requerido mejor conoci- ito de la naturaleza y se interpreté como mejor relacién con Como todas las religiones, el cristianismo buse6 de- ntonces el mejor calendario posible y, en el Concilio ebrado en el aiio 325, determiné la fecha en que Pascua, tanto en el Santo Imperio Ri el Occidental. Pero, desde luego, los sere la de 1582, Ugo Buoncompagni da Bologna, quien ocupé el papado con el nombre de Gregorio XIII, acept6 las conclusiones de la comisién reunida en la villa papal de Mondragone, cerca de Frascati; entonces, introdujo por fin el calendario que usamos hasta hoy y que llamamos gregoriano en su honor, para lo cual tuvo que omitir diez dias (del 5 al 14 de octubre de 1582) e in- troducir una nueva regla para los afios bisiestos, Sin embargo. la puesta en vigor de este calendario se fue retrasando, pues los estudios y consideraciones astronémicas de las comisiones de sabios minaban la doctrina segiin la cual la Tierra es el centro del Universo. La evidencia cientifica de que la Tierra gira alrededor del Sol contradijo la concepcién biblica, de acuerdo con la cual la Tierra ocupa el centro del Universo, y el Sol y la Luna giran a su alrededor. Pero como se trataba de correlaciones y argu- mentos matematicos, la Iglesia acepté sin mucha preocupacién los desarrollos de Copérnico, Kepler y Galileo. Pero en cambio consideré una blasfemia que este ultimo sostuviera que el estudio de toda la realidad es patrimonio de la ciencia, y que cuando las evidencias cientificas discrepan con las concep- ciones biblicas, éstas deben tomarse como meras alegorfas. El hecho de que ademas Galileo perfeccionara el telescopio (lo llev6 hasta 32 aumentos) y se pusiera a estudiar el Sol y las estrellas, colm6 la medida. El telescopio fue tildado de “instru- mento diabélico”, pues con él la raz6n pretendia estudiar cien tificamente los cielos situados por encima de la Luna. Cuand Newton propuso que el Sol, la Tierra y todos los planetas s influyen gravitatoriamente, es decir, que el cielo también obe dece a leyes de la despreciada materia, el conflicto estallé e1 toda su gravedad. La Iglesia pas6 a oponerse a la libertad cientifica. En w esfuerzo por conservar sus esquemas explicativos fue incluyer do en su Index Librorum Prohibitorum, las obras de los sabio que fundan nuestra ciencia actual. Si acaso los modelos cient ficos resultaban-exitosos y la historia seguia su curso si prestar oidos a las protestas eclesidsticas, la Iglesia relajah sus puntos de vista y hacia reacomodos interpretativos. Asf, 1: ideas que Darwin plantea en su Origen de las especies sigui ron desarrollandose, y luego nacieron la genética y la biolog molecular, como si el Index y el mismisimo Génesis biblico 1 LA CIENCIA RECHAZADA _ existieran, lo cual por supuesto no quita que siga habiendo gru- + Pos creacionistas. Es como si los cientificos, renunciando Pprovisoriamente a una totalidad sistematizadora, concedieran: “Muy bien, el Sol y Ja Luna pueden ser deidades para quienes asi lo crean... pero permitidnos estudiar sus regularidades.” Trataron de apaci- guar a la Iglesia y al Estado aseverandoles que, si bien la cien- cia persigue la verdad, es absolutamente neutra en todo lo que concierne a valores, a moralidad y a intereses mundanos (Robert N. Proctor, Value-free science? Purity and power in mo- dern knowledge). La ciencia de aquel entonces podia hacer esta aseveracién con toda comodidad, pues aunque la experimen- tacién ya habfa hecho su entrada al mundo de la investigacién, las ideas platénicas de separaci6n entre la teoria y la practica no habjan perdido toda su vigencia. Pero no todos los pensadores que discreparon gozaron de la inmunidad que protegié a Darwin. Creo que si le preguntara a diez universitarios Quién fue Cyrano de Bergerac, al menos nueve responderian que fue el espadachin pendenciero, enamo- rado, narig6n y vergonzoso de la obra de Edmond Rostand, lo cual es rigurosamente cierto. Pero pocos recuerdan o saben que Rostand se inspiré en el discipulo del filésofo y matematico Pierre Gassendi, Savinien Cyrano de Bergerac, que en el siglo xvut habia escrito obras de divulgacion cientifica, algunas de las cuales bien podrian considerarse de ciencia-ficcién (por ejem- plo, uno de sus libros, Histoire comique des états et empires de la Lune, versa sobre el viaje ala Luna y al Sol). Aunque su pro- pésito principal sea la critica social, Cyrano se atrevidé con te- mas tan visionarios como Ja teoria atémica y los fonégrafos tral de sus ataques fueron la autoridad Mientras tanto, la raz6n no ha aceptado ser limita da y con- finada dentro de la fe, sin j 0 que se ha seguido perfeccionando, A RECHAZADA 209 ‘ogresando, creciendo, penetrando, invadiendo. Mas aun, la ‘Ciencia ha revertido los papeles: el fenémeno religioso ha catdo bajo la lupa del investigador. La ciencia ha tomado ja las reli- giones! como objeto de estudio desde un Angulo laico, al tratar de entender lo sagrado desde el punto de vista histérico, evolu- cionista o psicolégico. Es lo que hacen pensadores como Mircea Eliade (Tratado de historia de las religiones) y Sergio Baga (La idea de Dios en la sociedad de los hombres) cuando tratan de explicar, cientificamente, las creencias y los procesos religiosos de las diversas culturas. : Qué posicién han tomado cientfficos y religiosos tras se- mejante encontronazo de la fe con la raz6n? Aqui conviene destacar algo que ya hemos mencionado, y que volveremos a aludir en uno y otro contexto: cuando uno dice “el hombre de fines del siglo xv descubrié que la Tierra no es plana; el de principios del siglo xx conocié la naturaleza cuantica de la energia y, el de 1933, la antimateria”, sélo se es- tA refiriendo al pequefiisimo numero de personas que tuvo acceso y pudo comprender tales conocimientos. Dicho de otro modo: casi todos los habitantes del planeta fueron la excepci6n, pues los ignoraban... y los siguen ignorando. La ciencia depen- de de esa infima minoria, de ese pequefio grupo de personas que en un momento dado la conoce; en cambio las religiones y las culturas dependen de la aplastante mayorfa que ignora el conocimiento cientifico, o no lo integra a su weltanschauung, Si la ciencia no se extingue es por su eficiencia, por las ventajas materiales que no obstante da tanto a quien conoce como a quien ignora (un chamén huichol no necesita abjurar de sus creencias para que le curen una infeccién inyecténdole un an- tibidtico); sin embargo, el esfuerzo por doblegarla as{ como vol- - ver a encerrar al genio en la botella es constante y obstinado. Hasta aqui nos hemos ocupado de la interaccién fe/razén en Occidente. Una breve descripcién del punto de vista de otras religiones puede ayudarnos a completar el cuadro. En el lejano Oriente, el conocimiento siempre se ha rela- cionado con lo sagrado y con la perfeccién espiritual. Sus feli- greses se quejan de las explicaciones laicas; arguyen que, tratar de entender lo sagrado desde afuera, desde lo profano, es algo asi como tratar de entender el placer sexual analizando la inatomfa de los genitales, la secrecién de hormonas, la fisio- te las ensefianzas de Aristételes y de Averroes que men- ‘Gionamos anteriormente. El mismo santo Tomés es visto por algunos fanaticos como lo que en politica se suele llamar “un " idiota util” por haber abrazado el pensamiento griego y, con ello, contaminado al mis mo. Es como si les dijeran a los Cientificos: “Yo sé que Dios existe, pues ademas de la razon, tengo otros atributoscon los que puedo captar esz sabiduria, y no tengo por qué rendir cuentas de esos atributos en los térmi- nos que exige la raz6n. No estoy obligado a definir lo sagrado en él estilo en que lo haria un cientifico, pues me resulta tan absurdo como si un dalténico me exigiera que le explique el 70j0, 0 un sujeto andsmico que le defina y justifique el olor de la madera quemada.” Llegan a mirarnos (a los cientificos occidentales) como a yerdaderos enfermos graves de un mal que comenzo con la se- acion de Ja filosofia y la teologia, de la razén y la fe, del dual el centro de la realidad; luego, negar que el intelecto pued a am ‘see a ee a un millar de-sectas fanéticas; — Be esntres le las religiones tradicionales en cal- convivencia humana abrir eat ou ie ee Seaher k a an de mitigar nuestras de- ee pana ae ae que, desde el punto de vista cientifico, pa- : pa ee ha observado: “Ta verdad se transforma eos ar se la objeta.” A su vez, George Bernard cee que todas las grandes verdades comenzaron como ‘emias. Por desgracia, es precisamente en el tercer mundo donde Ja tensién y la lucha entre las visiones cientificas ¥ Jas teolgicas cobran atin numerosas victimas: pueblos enteros. Risieri Frondizi, filésofo que fue rector de la Universidad de Buenos Aires, al observar y sufrir en carne propia los resulta- jos de esta lucha oscurantista, sefiala que: igiosa agoniza, Ja tenible. Nacen ade la religién verdades de ...] cuando la religién vacila o cuando una forma reli ension aumenta y finalmente llega a hacerse insos' sntonces toda suerte de subterfugios para evitar la luchi on Ja filosofia -la distincién entre verdades de razon Y ‘2— e] alejamiento de Jo racional, la teologia negativa. Ambrose Bierce aporta su grano de sal: “Religion: una hija je Esperanza y Temor, que explica a la ignorancia Ja natu- raleza de lo desconocido.” Pensadores modernos, tale! Peacocke, insisten en que las pos’ sas no deberfan entrar en conflicto; pu mos —segun ellos— tiene una jerarquia on aumento, estrat Jes estaria el m rbour y Arthur 5 como Ian Ba jciones cientificas ¥ Jas religio- m del cos- es la organizaci6 de niveles de complejidad og fisicos, quimicos, biolégicos, mentales, por encima de los cual istico. Su consejo seria: “no mezclemos”. Pero segun L. Lomnitz y J. Fortes (Ideologia yy $0- eializacion: el cientifico ideal): “Las personas relacionadas con la creatividad, deben estar preparadas para jugarse la vida inte- lectualmente a fin de respaldar sus convicciones.” No obstante, hoy la mayoria de log investigadores ignora el planteamiento, 0 lo esquiva, 0 no tiene la entereza necesaria para analizar y dis- cutir sin pelearse, sin temerle al bochorno. Entonces, sigue en pie lo que algunos sefialan como uno de los grandes problemas del hombre moderno: qué hacer para - el sentido de lo sagrado sin caer en manos de las” instituciones religiosas, que han hecho de esa necesidad humana un mercado, o han encontrado en ella un asidero para dominarlo? (véase J.H. Brooke, Science and religion). ¥ b] El rechazo politico. Es como si se pretendiera este im- posible: “Suministradme un calendario basado en principios cientificos, teléfonos, anestésicos, drogas antihipertensivas, aviones, televisores, audifonos, aire acondicionado, marcapasos cardiacos; pero no me toquéis mis creencias basadas en los dog- mas, ni os entrometais con mi posicién politica, basada en el porquelodigoy6.” La prohibicién del gobierno de la provincia de Cérdoba, Argentina, de ensefiar matematica moderna, por con- siderarla de influencia y efectos subversivos (La Nacidn de Buenos Aires del 26 de noviembre de 1978), asf como la quema ritual de libros el 30 de abril de 1976, porque segin quienes perpetraban esas barbaridades se trataba de una “documen: taci6n perniciosa que afecta al intelecto y a nuestra manera de ser cristiana”, son un par de muestras, entre tantas, de que s¢ trata de una polémica atroz que atin continua con toda su cru deza (Sergio Bagu, Universidad y Estado en América Latina). La versién politica del oscurantismo consiste en fracturar la ciencia para quedarse con el pedazo que da artefactos y comodidades, y desechar el pedazo conceptual que derrumbs nuestras creencias. El oscurantismo -religioso o laico— en la actualidad no es otra cosa que un harnero que trata de res- tringir la ciencia basica dejando pasar la tecnologia. Su mayor anhelo es encontrar la forma de combinar teocracia con tecno- cracia. ¢] El rechazo ignorante. Es la actitud de quienes tienen una idea nebulosa y pueril acerca de la ciencia y sus limites. Mi maestro, el fisidlogo Bernardo A. Houssay, lamentaba: “Pros- cribir la ciencia por su mal empleo es como proscribir el fuego porque hay incendios, el agua porque hay ahogados, los cuchi- llos porque pueden lastimar o los vehiculos porque pueden oca- sionar accidentes”, pues, como afirma Bertrand Russell: “No es la Ciencia Ja que va a determinar el] uso de la ciencia. La cien- Cla, en sf, no puede infundirnos una ética.” Nicanor Urstia dis- crepa, pues en este tipo de posturas ve el resquicio, la escapato- a que permite a ciertos cientificos encargarse del desarrollo de bomtibas, desfoliantes y técnicas de estupidizacién masiva. menta—: la cienci imiento, no puede aan ae athe sistematizacién del aneia. suelta, aislada, sola, dando Sei > Pero uquién ‘ha visto xxiste en los investigadores, en la ptt tas por ahi? La ciencia ft o tener una ética.” : unidad cientffica, y éstos or supuesto, no ignor: 3 a poblacién cientffica oath ‘fobrilmente hore Beet = lo de armas de guerra cada vez mas terribles; tampoco

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