, el desarrollo de sus culturas; asimism
mitos y a los modelos teolégicos que el s
ra para entender su origen, el del universo, su dest
e debe hacer en cada momento con las cosechas, Ja ¢
uuesto. Desde dicho punto de vista, las religiones y —
encia tienen un papel adaptativo, pues ayudan al ser
tumano a sobrevivir en un mayor numero de situaciones; asi,
prolongan en el plano de la cultura las propiedades biolégicas
de ver, oir, olfatear, regular la temperatura, conservar el esta-
do de hidratacién corporal, etcétera.
Tanto los modelos religiosos como los cientificos son gene-
rados por el ser humano, tienen esencialmente el mismo pro-
posito y guardan cierto parentesco, pues comparten su genealo-
gia; no obstante presentan diferencias fundamentales. A los
modelos cientificos se les exige una doble coherencia: una rigi-
da légica interna y una concordancia con la realidad. Asi, un
modelo puede ser desechado aun antes de someterlo a prueba,
porque se le advierten contradicciones internas; en cambio el
ajedrez tiene una apabullante logica interna... pero los caba-
Mlos de carne y hueso no se mueven dos tantos para adelante y
‘uno hacia el costado ni los obispos caminan de perfil como los
alfiles, de modo que fallarian como modelos de realidad. Si al-
_ guien suma con una calculadora el dinero que tiene consigo, en
casa y en el banco, y constata que el resultado discrepa con la
alidad, hace pruebas para averiguar el estado funcional del
parato y, de comprobar que falla irremisiblemente, puede lle-
irarlo a la basura. Basta una incoherencia para desechar
ema; basta una violacién para derrumbar un principio”
in decidié no regresar a la Alemania de Hitler y radicar-_
los periédicos nazis anunciaron: “Buenas noticias de Ei
blic6 un libro, Cien autores refutan a Bi
ei :197
_(aunc qui Kuhn dirfa que se lo conse:
_ paradigma mejor). Esa misma persona, tan inflexible en el 4m-
bito de la ciencia, en cambio insistirfa en que la medallita con
el simbolo de Capricornio que lleva colgada del cuello y la es-
tampita en la cabecera de su cama le traen buena suerte, aun-
que se hubiera fracturado una Pierna, chocado su automévil o
perdido su billetera. Tampoco nos resulta contradictorio que en
los documentales sobre mutilados de guerra, éstos agradezcan
la “infinita bondad” del Sefior, de quien, al mismo tiempo, acep-
tan que es todopoderoso y que podria evitarles esos sufrimien-
tos con sélo desearlo; ni ofr a sacerdotes que aseguran a los
cancerosos, a quienes perdieron su casa en un terremoto, a
quienes quedaron ciegos en un. incencio, a las mujeres violadas,
a los desterrados, que “Dios es amor”, que “Dios es sabio y to-
dopoderoso”; incluso no les choca a esos sacerdotes que este ser
amante, sabio y poderoso no tienda su mano y, por el contrario,
contemple impdvido que esas personas sufran cAnceres, inun-
daciones, quemaduras, violaciones y destierros, pues a los mo-
delos sagrados no se les exige coherencia y pruebas de vali-
daci6n, como a los cientificos.
Habitualmente, cuando dos equipos de cientificos advierten
que sus resultados discrepan, recurren a intercambiarse mues-
tras de sustancias, lotes de células, virus, minerales o se
encuentran para discutir, revisar cdlculos, comparar los instru-
mentos de medida que han usado. Por el contrario, cuando se
encuentran dos religiones, combaten, tratan de extinguirse mu-
tuamente, y persiguen a los feligreses de otras creencias. No -
por nada el ensayista y escritor George Bernard Shaw aconse-
jaba: “jCuidado con el hombre cuyo dios esta en los cielos!”
{Qué sucede entonces cuando los modelos explicativos reli-
giosos y cientfficos entran en conflicto, afirman cosas que se
contraponen, requieren que nuestras practicas culturales y
nuestras vidas sigan caminos que divergen abruptamente?
En primer lugar, de entrada conviene advertir que todo
avance cientifico, técnico 0 estético tiene, a corto 0 a largo pla-
zo, una profunda influencia en nuestra vida diaria. Gutenberg
cambi6 irreversiblemente a la sociedad al introducir la im-
rvaré hasta tener un
terado, el cientifico comenté: “;Para qué cien? Si yo estuviera equivocado, con
uno serfa suficiente,”LA CIENCIA RECHAZADA
oe aunque, en su época, apenas el uno 0 dos por cient
os europeos sabia leer y, por lo tanto, casi todos er: eee
betos; irénicamenite, este hecho se ‘usd como ar; an ae
desestimar la utilidad de producir textos en ats = es
des. La invencién de la fotografia ha hecho que lenin dae
como el observador pierdan interés en el parecido de =
tratos, o en la belleza del paisaje como paisaje en sf; nif
a Se a érdenes estéticos mas profundos, més
> uso permiten una mejor apreciacién de antiguas
obras figurativas. Los historiadores suelen encontrar abun-
dantes ejemplos de los cambios que ocasioné en el destino de
los pueblos el hecho de que sus vecinos de pronto se adelan-
taran en la navegacién, o en la fabricacién del acero, o en el uso
de la pélvora; también nos demuestran que pueblos enteros se
desbarataron porque en un pais remoto alguien desarrollé una
fibra sintética, un transistor, un fertilizante o una forma de ha-
cer cinematografia hasta entonces desconocidos. Andlogamen-
te, los estudios astroriomicos, geoldgicos, biolégicos, hechos por
oscuros sabios en la soledad de sus gabinetes, han terminado
por minar los credos de sociedades y generaciones.
En segundo lugar, para tener una idea de lo que sucede
cuando la ciencia y la religién brindan explicaciones dispares,
no hace falta otra cosa que analizar la historia de la humani-
dad; no haremos aqui dicho andlisis, pero si diremos que en al-
guna medida ha violentado el sentimiento mistico del ser
humano. Se ha analizado y debatido mucho sobre este senti-
miento; teorfas no faltan, pero son muy pocas las personas a
quienes las explicaciones racionales que pbrinda la ciencia han
dejado intimamente satisfechas. Frustracién que puede dar
cuenta de esa dicotomia que tiene una buena parte de Ja comu-
nidad cientffica, consistente en aceptar la razon pero seguir
sujeta a atavismos supersticiosos. Para decirlo sin ambages: la
ciencia es rechazada. Contrariamente a lo que sucede con la
justicia humana, en la que alguien es inocente mientras no se
demuestre lo contrario, la ciencia es culpable hasta que no
demuestre lo contrario... y a veces lo sigue siendo aunque
pruebe que tiene razon:
. No resulta extrafio entonces que,
ades y comodidades que brinda, a pesar
encia ¥ constatabilidad de sus mode
a pesar de las seguri-
de la transparencia,
los, a pesar deLA CIENCIA RECHAZADA
199
democracia interna (en el sentido d
cualquiera qi
[ue pruebe o refute pas
muchas veces se: 5
le que, si esté en lo correcto,
a a “tener raz6n”), la ciencia
2 | dios, sino como consecuencia de una evolucién
biol6gica casi fortuita; no somos el centro del Universo; nuestra
muerte no parece ser el umbral de la gloria eterna, sino la
desaparicién lisa y Ilana de un fenotipo vulgar entre tantos
otros. Justamente, MacFarlane Burnet sostiene que tal vez el
problema humano mas importante es la actual remocién de
todo apoyo cientifico y filoséfico a la creencia de la persistencia
personal después de la muerte. Steven Weinberg lo expresa
més dramaticamente: “Cuanto mas se comprende el Universo,
menos sentido se le ve,”18
Miguel de Unamuno (Del sentimiento trdgico de la vida)
sefiala la existencia de una lucha entre lo que el mundo es, se-
gin nos lo muestra la razén cientifica moderna, y lo que quere-
mos que sea, segin la fe de nuestra religién. Leyendo esa frase
uno corre el riesgo de presuponer que, mientras la ciencia se
asienta en descarnados principios y se maneja con légica fle-
miatica, nuestras religiones son un dechado de virtudes y bue-,
nas intenciones. Pero, json en verdad tan sacrosanto8 los prin-
cipios éticos que supuestamente guian a nuestras religiones?
De acuerdo con la Biblia, el dios que se adora de modo predo-
minante (y a veces oficialmente) en Latinoamérica ha dicho:
“Cifiase cada hombre su espada al costado; pase y vuelva a pa-
sar de puerta en jiuerta por todo el campamento, y mate cada
uno a su hermano, a su amigo, a su pariente” (Ex 32, 27); “Al
grande le aumentaréis la herencia y al pequefio se la reduci-
18 The more the universe seems comprehensible, the more it also seems
pointless.LA CIENCIA RECHAZADA ~
réis” (Nm 33); “Vale més malda:
+ mujer.” (Eclesidstico 42, 14). Los Theor =
encuentran sumamente dificil guiar a sus feligreses esate
normas que, de pertenecer a otra religién, tal vez anenattrecar
inmorales y repulsivas. As{, John Shelby Spong (Rescui: the
Bible from fudamentalism) comenta: “No creo en un Grae
quiso que Jestis sufriera por mis pecados. No creo en un Dios
cuya necesidad interna de justicia se satisface cuando su hijo
es clavado en una cruz.”
Opina J.F. Revel que la civilizacién occidental gira alrede-
dor del conocimiento, y que todas las demas civilizaciones giran.
alrededor de la occidental. La descripcién parece adecuada
para la historia de los ultimos tres o cuatro siglos, pero no
obstante olvida un componente importante de ese eje de giro: el
smo. Nos parece pertinente agregarlo, porque es esa
ha interactuado (para decirlo con un
eufemismo) con la ciencia a lo largo de la historia; asimismo, es
la que més influencia fuvo y tiene en Ja educacién y el desarro-
llo (o falta de desarrollo) en nuestro subcontinente.
Se trata de una interaccién de larga data, que arranca de
un periodo que, con un alto grado de elasticidad descriptiva,
podriamos Ilamar “teosofico”. Como hemos tratado de resumir
en los primeros capitulos, hace unos 2.600 asios, alla en Milesia,
comienza un esfuerzo por dar explicaciones que no invoquen
poderes sobrenaturales. Eso no quiere decir que los sabios grie-
gos fueran necesariamente laicos, pero s{ que quisieron ver
hasta donde podian entender basandose en la légica que, en ese
momento, ellos mismos estaban inventando. Ellos no serian
laicos, pero la disciplina que fueron desarrollando si.
Los griegos clasificaron los diversos tipos de conocimiento.
Llamaron gnosis al conocimiento (esotérico) que, de acuerdo
con quienes asf lo creen, es revelado por Dios; episteme, al co-"
nocimiento adquirido por aprendizaje u observacién empirica;
1 como la concibieron por
sofia, a la sabiduria, y pistis, a la fe ta
ejemplo los cristianos ortodoxos. Cada uno de esos criterios dio
origen a posiciones diversas (gnésticos, fildsofos, iluministas,
etcétera) que tuvieron sus propios desarrollos —que aceptaron 0
desecharon fuerzas suprasensibles y sobrenaturales-, de los
cuales no nos ocuparemos aqui.
Uno. de los campos que resultaran de ese increfble desarro-
cristianii
religién la que masobra de un ser increfblement
escartes declaraba que él no hacia més q
las leyes con que Dios hab{fa ordenado la naturaleza,
;wton opinaba que la regulacién del Sistema Solar
me el “consejo y dominio de un ser inteligente y pode-
Al comentar en un capitulo anterior el proceso de induc-
on, por el cual extrapolamos lo aprendido en diez ratas a to-
das las ratas del Universo habidas y por haber, decfamos que
se basa en la suposicién de que la naturaleza es homogénea;
Suposicion por la cual creemos que las propiedades de un
atomo de hidrégeno que hoy observamos en la Tierra, también
valen para otro ubicado en una estrella hace dos millones de
anos. Contrastemos esta situacién cotidiana en la ciencia, con
Ta que debi6 afrontar el gedlogo Charles Lyell, cuando argu-
ment6 que los procesos geolégicos que estaba estudiando se
habian Ievado a cabo a lo largo de millones y millones de anos,
y no en los cuatro mil que segun el Génesis biblico tiene el Uni-
yerso: le objetaron que, en el lo, las fu operantes po-
drian haber sido mucho mas poderosas y veloces. Curiosa-
mente, mil quinientos afios antes, el mismisimo san Agustin
labia opinado que los “dias” del Génesis no deberian ser toma-
is literalmente. Otro de los confundidos fue el famoso taxo-
ta sueco Carolus Linnaeus (1707-1778), pues después de
‘ificar tantas especies, se plante6 cémo habrian podido caberLA CIENCIA RECHAZADA
Para bosquejar los aspectos de esa relacién que puedan
“tener interés en este libro, tal vez convenga comenzar por el
segundo siglo de nuestra era, cuando algunos cristianos denun-
ciaban la filosofia como fuente de herejia; cuando otros, en
cambio, intentaban usarla para fundar su visién del mundo y
fortalecer su fe. Entre los primeros destaca Tertulliano de Car-
tago, la ciudad ms importante del Imperio romano después de
Roma, que hizo su famosa pregunta-objecién: “jQué tiene que
ver Atenas con Jerusalén!”; es decir, intentaba mantener sepa-
rados el racionalismo nacido en Grecia, del cristianismo nacido
en Israel. Esta corriente no nos interesa aqui. En cambio, Jus-
tino Martir, el filésofo nacido en Flavia Neapolis (en la zona de
la actual Jordania que ocupa Israel) hacia el afio 100 y muerto
en el martirio ca 168, trata de hacer compatibles la filosofia
griega en la que él era especialista, con el naciente cristia-
nismo, que él acababa de adoptar. Asi, comienza a gestarse el
Ilamado cristianismo platénico, que los pensadores cristianos
enriquecen con conceptos tomados del neoplatonismo, elabora-
do entre otros por Plotino en el siglo mm. Para los neoplaténicos,
el Uno trascendente brota del espiritu o mente (autoconsciente)
de cada individuo. A su vez, el universo emana del Uno, cual si
éste fuera una especie de faro, cuya luz se va debilitando con la .
distancia. De esa mente deriva el alma, que hace de intermedia-
ria entre la esfera del espiritu y la esfera de los sentidos. La
materia informe es, para los neoplaténicos, el producto mas
bajo de esa Suprema Unidad, el mas alejado, el que sdlo recibe-
muy débilmente la luz que emana del Uno y es, por lo tanto, el
dominio potencial del Mal.
San Agustin (354-430), que lleg6 a ser obispo de su natal —
’ Hipona, en la Argelia actual, se incorpora a esa corriente filosé-
fica; pero le hace importantes desarrollos propios, hasta con-
vertirla en una teologia, que él juzga distinta de la filosofia.
Para comenzar, no se contenta con el concepto neoplaténico de
que Dios “emana” (un tanto involuntariamente) y que su luz, al
alejarse, se va debilitando con la distancia hasta que, al llegar
a la materia, deja lugar para una oscuridad en la que impere el.
Mal. Para él, Dios tiene una voluntad, creé todo el Universo
porque asi lo quiso y como-creé todo, sin que se le haya escapa-
do nada y su bondad es infinita, no puede haber creado el Mal.
No obstante, aunque en la materia no impere el Mal, en su sis-0, pues g
0 la forma en la que cada
modo que su destino parece estar entonce
De las ideas de san Agustin queremos res
iguiente aspecto: para él, Dios no se limité a crear al
(0, sino que sigue actuando, interviniendo, otorgando gra-
, haciendo revelaciones. La importancia historica de san
stin consiste en haber vertebrado la teologia europea du
ante muchos siglos. Otro titan del pensamiento escolastico fue
Boecio, nacido en Roma hacia el ano 480, traductor del Orga
hon de Aristételes y administrador de la casa de eodorico, re
Ostrogodo; lo ejecutaron bajo la acusaci6n de tre y ejercici
de la magia, probablemente en Pavia hacia el 524. Mientra
que para san Agustin la filosofia debe ser sirvienta de la f
Boecio expresé tal conviccién en la conjuncién fe/raz6n, q
trato de aplicar la logica aristotélica para resolver problems
teolégicos complejos, e inspiré directa 0 indirectamente a otr
pensadores; entre éstos destaca Anselmo de Canterbury (103
1109), autor del célebre Argumento Ontolégico de la existence
Dios, un intento de probar la existencia de Dios sin acudin
autoridad de la Biblia. El interés de un investigador act
1 pensamiento de aquellos tedlogos es doble: por un la
fue pasando entre ciencia y religion, que pueda ilu
actitudes actuales; por otro, ver como se fue dey
era de conocer que tenemos los cientificos de }LA CIENCIA RECHAZADA.
sus mares, sus bosques y sus cavernas poblados de sospechosos
-cometas, dragones, unicornios, arpias, grifos, uroboros, zara-
tanes, catoblepas, gnomos y gigantes fabulosos; una Europa
infectada de maleantes, transitada por turbas mugrientas de
leprosos, flagelantes y mendigos; una Europa en una situacién
mas terrible que la del tercer mundo actual (aqui te seria muy
instructivo y agradable consultar A distant murror, el libro de
Barbara W. Tuchman). En dicho escenario no tenia mucho sen-
tido desarrollar una ciencia para estudiar la realidad pues, en
primer lugar, la conducta del universo no se rige exclusiva-
mente por leyes fisicas, sino que también obedece a los mila-
gros y a Ja voluntad divina; en segundo lugar, si a Dios le gus-
tara que alguien tuviera esos conocimientos, ya se ocuparia de
revelarselos. De modo que hacia el siglo xm, los europeos eran
Jos subdesarrollados; eran una especie de tercer mundo que
menosprecia la razén, en un planeta en el que el primer mundo
era el Islam.
También la relaciéi entre el Islam y el mundo cristiano de
entonces semeja la que hoy tienen el primer y el tercer mundo
—muchos latinoamericanos la consideran irreversible y desahu-
ciada-, pues los arabes, ademas de un know how superior, cuyo
impacto en el mundo cristiano ya mencionamos en el capitulo
4, desarrollaron un conocimiento aristotélico que, al decir de
los historiadores, estaba a punto de descalabrar a Europa. El
aristotelista mas prominente fue Averroes, un sabio bereber
nacido en Andalucia. Para el tema que estamos discutiendo, tal
vez el punto mas importante es que Averroes, como antes
Platén, por asi decir, sacé a Dios de la escena. Para este musul-
man, Dios cre6 Ja naturaleza, le dio un ordenamiento fisico y
establecié leyes matematicas... y de ahi en mas lo dejé fun-
cionar en libertad, se abstuvo de interferirlo con revelaciones 0
milagros y no intervino mds. Para él, un pensador inteligente
. Puede encontrar y describir esos 6rdenes sin preocuparse por
incluir variables misticas, y sin temor de intromisiones divinas
ni diabélicas.
Ya el mismo Aristételes habia comenzado a usar la razén
Para ordenar intelectualmente la realidad, clasificando los ani-
males, las piedras, los sistemas politicos. El Islam, al retomar a
Aristételes, al despojar a la realidad de dioses y demonios, al
hacer hincapié en la idea de unidad de la naturaleza (estaayudita o una interferen
ien, como sabios inteligentes e
ello al cristianismo. De hecho, los europeos ya habian comenza-
do a gozar de las vent de pensar y producir “al estilo isla-
mico”, de manera que, o bien la Igle presuraba a aggior-
arse y ponerse al frente de quienes ya estaban yendo hacia
otro lado y “liderarlos”, 0 seria rele da a un costado como
mero emporio de Ja supersticion fren adora.
Es en ese momento que aparece Tomas (1224-1274) —el
monje dominico nacido en Roccasecea, hijo de Landolfo, conde
de Aquino-, que adopta el aristotelismo de Averroes casi en su
totalidad. Para Tomas, la razon no esta en cor flicto con la fe
(de modo que se pueden aprovechar sus ventajas), pero no pue-
de entenderlo todo (de modo que debe operar dentro de la fe).
posicion lo enfrenta con los tedlogos tradicionalistas y, sobre
lo, con Buenaventura (1217-1274), un monje franciscano que
Imente podria haber aceptado que, un siglo antes, el fun-
u orden, san Francisco de Asis, no habia conversado
obos. El choque entre ambos pensadores c'
ocurrida en Napoles; la Iglesia adopta
8
nLles egan gloriosamente a
acteristica notable, de la que desgracia
hoy en dia: sus profesores no se restringen a un:
en particular (a la de Bolonia, Paris, Oxford, Praga)
jue cada uno es profesor de todas ellas, y se desplaza de
4 a otra para instruirse y discutir sus argumentos (ius
ubique docendi).
E] uso de la razén dentro de la fe le
me poderio. Provista de |
dio a la Iglesia un enor-
a doctrina de santo Tomas, confiaba
en que por fin le habia la raz6n y podria ma-
nejarla. Pero el cabalto-se le habria de d sbocar, pues a la larga
el uso de la raz6n genero conflictos que la Iglesia no habria de
Superar jamas. La Iglesia desobedecié la advertencia biblica de
Yahveh de no comer del Arbol del Conocimiento... y asi le fue.
Tlustraremos este tipo de conflictos con un ejemplo harto cono-
cido; el del heliocentrismo.
A lo largo de toda la historia, la cronologia césmica estuvo
intimamente relacionada con las concepciones mitolégicas, y
8 Sacerdotes han recurrido a la observacion del cielo para
terminar las fechas exactas en las que se deben celebrar las
tas. Mayor precision siempre ha requerido mejor conoci-
ito de la naturaleza y se interpreté como mejor relacién con
Como todas las religiones, el cristianismo buse6 de-
ntonces el mejor calendario posible y, en el Concilio
ebrado en el aiio 325, determiné la fecha en que
Pascua, tanto en el Santo Imperio Ri
el Occidental. Pero, desde luego, los
sere lade 1582, Ugo Buoncompagni da Bologna, quien ocupé el papado
con el nombre de Gregorio XIII, acept6 las conclusiones de la
comisién reunida en la villa papal de Mondragone, cerca de
Frascati; entonces, introdujo por fin el calendario que usamos
hasta hoy y que llamamos gregoriano en su honor, para lo cual
tuvo que omitir diez dias (del 5 al 14 de octubre de 1582) e in-
troducir una nueva regla para los afios bisiestos, Sin embargo.
la puesta en vigor de este calendario se fue retrasando, pues los
estudios y consideraciones astronémicas de las comisiones de
sabios minaban la doctrina segiin la cual la Tierra es el centro
del Universo.
La evidencia cientifica de que la Tierra gira alrededor del
Sol contradijo la concepcién biblica, de acuerdo con la cual la
Tierra ocupa el centro del Universo, y el Sol y la Luna giran a
su alrededor. Pero como se trataba de correlaciones y argu-
mentos matematicos, la Iglesia acepté sin mucha preocupacién
los desarrollos de Copérnico, Kepler y Galileo. Pero en cambio
consideré una blasfemia que este ultimo sostuviera que el
estudio de toda la realidad es patrimonio de la ciencia, y que
cuando las evidencias cientificas discrepan con las concep-
ciones biblicas, éstas deben tomarse como meras alegorfas. El
hecho de que ademas Galileo perfeccionara el telescopio (lo
llev6 hasta 32 aumentos) y se pusiera a estudiar el Sol y las
estrellas, colm6 la medida. El telescopio fue tildado de “instru-
mento diabélico”, pues con él la raz6n pretendia estudiar cien
tificamente los cielos situados por encima de la Luna. Cuand
Newton propuso que el Sol, la Tierra y todos los planetas s
influyen gravitatoriamente, es decir, que el cielo también obe
dece a leyes de la despreciada materia, el conflicto estallé e1
toda su gravedad.
La Iglesia pas6 a oponerse a la libertad cientifica. En w
esfuerzo por conservar sus esquemas explicativos fue incluyer
do en su Index Librorum Prohibitorum, las obras de los sabio
que fundan nuestra ciencia actual. Si acaso los modelos cient
ficos resultaban-exitosos y la historia seguia su curso si
prestar oidos a las protestas eclesidsticas, la Iglesia relajah
sus puntos de vista y hacia reacomodos interpretativos. Asf, 1:
ideas que Darwin plantea en su Origen de las especies sigui
ron desarrollandose, y luego nacieron la genética y la biolog
molecular, como si el Index y el mismisimo Génesis biblico 1LA CIENCIA RECHAZADA
_ existieran, lo cual por supuesto no quita que siga habiendo gru-
+ Pos creacionistas.
Es como si los cientificos, renunciando Pprovisoriamente a
una totalidad sistematizadora, concedieran: “Muy bien, el Sol y
Ja Luna pueden ser deidades para quienes asi lo crean... pero
permitidnos estudiar sus regularidades.” Trataron de apaci-
guar a la Iglesia y al Estado aseverandoles que, si bien la cien-
cia persigue la verdad, es absolutamente neutra en todo lo que
concierne a valores, a moralidad y a intereses mundanos
(Robert N. Proctor, Value-free science? Purity and power in mo-
dern knowledge). La ciencia de aquel entonces podia hacer esta
aseveracién con toda comodidad, pues aunque la experimen-
tacién ya habfa hecho su entrada al mundo de la investigacién,
las ideas platénicas de separaci6n entre la teoria y la practica
no habjan perdido toda su vigencia.
Pero no todos los pensadores que discreparon gozaron de la
inmunidad que protegié a Darwin. Creo que si le preguntara a
diez universitarios Quién fue Cyrano de Bergerac, al menos
nueve responderian que fue el espadachin pendenciero, enamo-
rado, narig6n y vergonzoso de la obra de Edmond Rostand, lo
cual es rigurosamente cierto. Pero pocos recuerdan o saben que
Rostand se inspiré en el discipulo del filésofo y matematico
Pierre Gassendi, Savinien Cyrano de Bergerac, que en el siglo
xvut habia escrito obras de divulgacion cientifica, algunas de las
cuales bien podrian considerarse de ciencia-ficcién (por ejem-
plo, uno de sus libros, Histoire comique des états et empires de
la Lune, versa sobre el viaje ala Luna y al Sol). Aunque su pro-
pésito principal sea la critica social, Cyrano se atrevidé con te-
mas tan visionarios como Ja teoria atémica y los fonégrafos
tral de sus ataques fueron la autoridad
Mientras tanto, la raz6n no ha aceptado ser limita
da y con-
finada dentro de la fe, sin j
0 que se ha seguido perfeccionando,A RECHAZADA 209
‘ogresando, creciendo, penetrando, invadiendo. Mas aun, la
‘Ciencia ha revertido los papeles: el fenémeno religioso ha catdo
bajo la lupa del investigador. La ciencia ha tomado ja las reli-
giones! como objeto de estudio desde un Angulo laico, al tratar
de entender lo sagrado desde el punto de vista histérico, evolu-
cionista o psicolégico. Es lo que hacen pensadores como Mircea
Eliade (Tratado de historia de las religiones) y Sergio Baga (La
idea de Dios en la sociedad de los hombres) cuando tratan de
explicar, cientificamente, las creencias y los procesos religiosos
de las diversas culturas. :
Qué posicién han tomado cientfficos y religiosos tras se-
mejante encontronazo de la fe con la raz6n?
Aqui conviene destacar algo que ya hemos mencionado, y
que volveremos a aludir en uno y otro contexto: cuando uno
dice “el hombre de fines del siglo xv descubrié que la Tierra no
es plana; el de principios del siglo xx conocié la naturaleza
cuantica de la energia y, el de 1933, la antimateria”, sélo se es-
tA refiriendo al pequefiisimo numero de personas que tuvo
acceso y pudo comprender tales conocimientos. Dicho de otro
modo: casi todos los habitantes del planeta fueron la excepci6n,
pues los ignoraban... y los siguen ignorando. La ciencia depen-
de de esa infima minoria, de ese pequefio grupo de personas
que en un momento dado la conoce; en cambio las religiones y
las culturas dependen de la aplastante mayorfa que ignora el
conocimiento cientifico, o no lo integra a su weltanschauung, Si
la ciencia no se extingue es por su eficiencia, por las ventajas
materiales que no obstante da tanto a quien conoce como a
quien ignora (un chamén huichol no necesita abjurar de sus
creencias para que le curen una infeccién inyecténdole un an-
tibidtico); sin embargo, el esfuerzo por doblegarla as{ como vol- -
ver a encerrar al genio en la botella es constante y obstinado.
Hasta aqui nos hemos ocupado de la interaccién fe/razén
en Occidente. Una breve descripcién del punto de vista de otras
religiones puede ayudarnos a completar el cuadro.
En el lejano Oriente, el conocimiento siempre se ha rela-
cionado con lo sagrado y con la perfeccién espiritual. Sus feli-
greses se quejan de las explicaciones laicas; arguyen que,
tratar de entender lo sagrado desde afuera, desde lo profano, es
algo asi como tratar de entender el placer sexual analizando la
inatomfa de los genitales, la secrecién de hormonas, la fisio-te las ensefianzas de Aristételes y de Averroes que men-
‘Gionamos anteriormente. El mismo santo Tomés es visto por
algunos fanaticos como lo que en politica se suele llamar “un
" idiota util” por haber abrazado el pensamiento griego y, con
ello, contaminado al mis mo. Es como si les dijeran a los
Cientificos: “Yo sé que Dios existe, pues ademas de la razon,
tengo otros atributoscon los que puedo captar esz sabiduria, y
no tengo por qué rendir cuentas de esos atributos en los térmi-
nos que exige la raz6n. No estoy obligado a definir lo sagrado
en él estilo en que lo haria un cientifico, pues me resulta tan
absurdo como si un dalténico me exigiera que le explique el
70j0, 0 un sujeto andsmico que le defina y justifique el olor de la
madera quemada.”
Llegan a mirarnos (a los cientificos occidentales) como a
yerdaderos enfermos graves de un mal que comenzo con la se-
acion de Ja filosofia y la teologia, de la razén y la fe, del
dual el centro de la realidad; luego,
negar que el intelecto pued
a am‘see a ee a un millar de-sectas fanéticas; —
Be esntres le las religiones tradicionales en cal-
convivencia humana abrir eat ou ie ee
Seaher k a an de mitigar nuestras de-
ee pana ae ae que, desde el punto de vista cientifico, pa-
: pa ee ha observado: “Ta verdad se transforma
eos ar se la objeta.” A su vez, George Bernard
cee que todas las grandes verdades comenzaron como
‘emias. Por desgracia, es precisamente en el tercer mundo
donde Ja tensién y la lucha entre las visiones cientificas ¥ Jas
teolgicas cobran atin numerosas victimas: pueblos enteros.
Risieri Frondizi, filésofo que fue rector de la Universidad de
Buenos Aires, al observar y sufrir en carne propia los resulta-
jos de esta lucha oscurantista, sefiala que:
igiosa agoniza, Ja
tenible. Nacen
ade la religién
verdades de
...] cuando la religién vacila o cuando una forma reli
ension aumenta y finalmente llega a hacerse insos'
sntonces toda suerte de subterfugios para evitar la luchi
on Ja filosofia -la distincién entre verdades de razon Y
‘2— e] alejamiento de Jo racional, la teologia negativa.
Ambrose Bierce aporta su grano de sal: “Religion: una hija
je Esperanza y Temor, que explica a la ignorancia Ja natu-
raleza de lo desconocido.”
Pensadores modernos, tale!
Peacocke, insisten en que las pos’
sas no deberfan entrar en conflicto; pu
mos —segun ellos— tiene una jerarquia
on aumento, estrat
Jes estaria el m
rbour y Arthur
5 como Ian Ba
jciones cientificas ¥ Jas religio-
m del cos-
es la organizaci6
de niveles de complejidad
og fisicos, quimicos, biolégicos, mentales, por
encima de los cual istico. Su consejo seria: “no
mezclemos”. Pero segun L. Lomnitz y J. Fortes (Ideologia yy $0-
eializacion: el cientifico ideal): “Las personas relacionadas con la
creatividad, deben estar preparadas para jugarse la vida inte-
lectualmente a fin de respaldar sus convicciones.” No obstante,
hoy la mayoria de log investigadores ignora el planteamiento, 0
lo esquiva, 0 no tiene la entereza necesaria para analizar y dis-
cutir sin pelearse, sin temerle al bochorno.
Entonces, sigue en pie lo que algunos sefialan como uno de
los grandes problemas del hombre moderno: qué hacer para- el sentido de lo sagrado sin caer en manos de las”
instituciones religiosas, que han hecho de esa necesidad
humana un mercado, o han encontrado en ella un asidero para
dominarlo? (véase J.H. Brooke, Science and religion). ¥
b] El rechazo politico. Es como si se pretendiera este im-
posible: “Suministradme un calendario basado en principios
cientificos, teléfonos, anestésicos, drogas antihipertensivas,
aviones, televisores, audifonos, aire acondicionado, marcapasos
cardiacos; pero no me toquéis mis creencias basadas en los dog-
mas, ni os entrometais con mi posicién politica, basada en el
porquelodigoy6.” La prohibicién del gobierno de la provincia de
Cérdoba, Argentina, de ensefiar matematica moderna, por con-
siderarla de influencia y efectos subversivos (La Nacidn de
Buenos Aires del 26 de noviembre de 1978), asf como la quema
ritual de libros el 30 de abril de 1976, porque segin quienes
perpetraban esas barbaridades se trataba de una “documen:
taci6n perniciosa que afecta al intelecto y a nuestra manera de
ser cristiana”, son un par de muestras, entre tantas, de que s¢
trata de una polémica atroz que atin continua con toda su cru
deza (Sergio Bagu, Universidad y Estado en América Latina).
La versién politica del oscurantismo consiste en fracturar
la ciencia para quedarse con el pedazo que da artefactos y
comodidades, y desechar el pedazo conceptual que derrumbs
nuestras creencias. El oscurantismo -religioso o laico— en la
actualidad no es otra cosa que un harnero que trata de res-
tringir la ciencia basica dejando pasar la tecnologia. Su mayor
anhelo es encontrar la forma de combinar teocracia con tecno-
cracia.
¢] El rechazo ignorante. Es la actitud de quienes tienen una
idea nebulosa y pueril acerca de la ciencia y sus limites. Mi
maestro, el fisidlogo Bernardo A. Houssay, lamentaba: “Pros-
cribir la ciencia por su mal empleo es como proscribir el fuego
porque hay incendios, el agua porque hay ahogados, los cuchi-
llos porque pueden lastimar o los vehiculos porque pueden oca-
sionar accidentes”, pues, como afirma Bertrand Russell: “No es
la Ciencia Ja que va a determinar el] uso de la ciencia. La cien-
Cla, en sf, no puede infundirnos una ética.” Nicanor Urstia dis-
crepa, pues en este tipo de posturas ve el resquicio, la escapato-
a que permite a ciertos cientificos encargarse del desarrollo
de bomtibas, desfoliantes y técnicas de estupidizacién masiva.menta—: la cienci
imiento, no puede aan ae athe sistematizacién del
aneia. suelta, aislada, sola, dando Sei > Pero uquién ‘ha visto
xxiste en los investigadores, en la ptt tas por ahi? La ciencia
ft o tener una ética.” : unidad cientffica, y éstos
or supuesto, no ignor: 3
a poblacién cientffica oath ‘fobrilmente hore Beet =
lo de armas de guerra cada vez mas terribles; tampoco