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Anton Chjov
Seores dijo en el momento de los postres, hace dos horas he sido indemnizado por
todos los sufrimientos que esperan al hombre que se ha puesto al servicio, no ya de la
forma ni de la letra, si se me permite expresarlo as, sino del deber. Durante toda mi carrera
he sido siempre fiel al principio de que no es el pblico el que se ha hecho para nosotros,
sino nosotros los que estamos hechos para l. Y hoy he recibido la ms alta recompensa.
Mis subordinados me han ofrecido este lbum que me ha llenado de emocin.
Todos los rostros se inclinaron sobre el lbum para verlo.
Qu bonito es! dijo Olga, la hija de Serlavis. Estoy segura de que no cuesta menos
de cincuenta rublos. Oh, es magnfico! Me lo das, pap? Tendr mucho cuidado con l...
Es tan bonito!
Despus de la comida, Olga se llev el lbum a su habitacin y lo guard en su secreter.
Al da siguiente arranc los retratos de los funcionarios, los tir al suelo y coloc en su lugar
los de sus compaeras de colegio. Los uniformes cedieron el sitio a las esclavinas blancas.
Cols, el hijo pequeo de su excelencia, recort los retratos de los funcionarios y pint sus
trajes de rojo. Coloc bigotes en los labios afeitados y barbas oscuras en los mentones
imberbes. Cuando no tuvo nada ms para colorear, recort siluetas y les atraves los ojos
con una aguja, para jugar con ellas a los soldados. Al consejero Craterov lo peg de pie en
una caja de fsforos y lo llev colocado as al despacho de su padre.
Pap, mira, un monumento.
Serlavis se ech a rer, movi la cabeza y, enternecido, dio un sonoro beso en la mejilla a
Nicols.
Anda, pilluelo, ensaselo a mam para que lo vea ella tambin.