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Amor en Visita
Amor en Visita
y en el olor de la tierra.
Con una flecha en mi costado, cantar.
Y mientras brota de mi carne una vid de sangre,
cantar su sonrisa ardiendo,
sus pechos de pura sustancia,
la curva caliente de sus cabellos.
Beber su boca, para despus cantar la muerte
y la alegra de la muerte.
Dame un torso doblado por la msica, el ligero
cuello de una planta,
donde una llama comienza a florecer el espritu.
A la luz de su cara se movern las aguas,
dentro de su rostro estar la piedra de la noche.
Entonces cantar la exaltante alegra de la muerte.
No siempre me queman el despertar de las hierbas y la estrella
despeada de su rbita viva.
Pero t me incendias siempre.
Olvido el arbusto impregnado de silencio diurno, la noche
imagen pungente
con su Dios vencido y elevado.
Pero no te olvidan mis corazones de sal y de ternura.
Atonta mi aliento con la sombra,
tu boca penetra mi voz como la espada
se pierde en el arco.
Y cuando congela la fuente en su distancia amarga,
la luna marchita, el paisaje vuelve al vientre, el tiempo
se desfibra: invento para ti la msica, la locura
y el mar.
martirizado y vivo.
Para consagrar la noche alzar un violn,
besar tus manos fecundas, y en la madrugada
ofrecer mi voz confundida con la tuya.
Oh teora de los instintos, don de la inocencia,
copa para beber la perturbada intimidad
en que me acoges.
Comienza el tiempo en la insoportable ternura
con que te adivino, el tiempo en que
el incierto dolor envuelve al barro y a la estrella, en que
el encanto ata ave y trbol. Y en su medida
ingenua y cara, lo que presiente el corazn
encaja su contorno de lumbre a la distancia.
Bueno ser el tiempo, bueno ser el espritu,
buena ser nuestra carne presa y morosa.
Comienza el tiempo en que se une la vida
a nuestra vida breve.
Ests profundamente en la piedra y la piedra en m, oh urna
salina, imagen cerrada en su fuerza y pungencia.
Y lo que se pierde de ti, como espritu de msica marchito
en torno a las violas, la muerte que no beso,
la hierba incendiada que se derrama en la ntima noche
lo que se pierde de ti, mi voz lo renueva
en una suerte de plata viva.
Cuando el fruto sostiene un instante toda la eternidad
estoy en el fruto como sol
y deshecha piedra, y eres el silencio, la cerrada
matriz de placer sumo y vivo.
Y las aves mueren para nosotros, los luminosos clices
de las nubes florecen, la resina pinta