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1 La importancia vital del juego 1. JUGAR, CONDICION INDISPENSABLE DE LA VIDA INFANTIL Sabemos que /os nifios necesitan jugar; mas aun, Somos conscientes de _ que en ciertas fases de su evolucién el juego constituye el contenido princi- palde sUs vidas. Con raz6n, hablamos de! nifo pequefio como del nifio que juega, y de la primera infancia como la edad del juego. Ademas, nos preo- cupa bastante observar a un nifio de esa edad que juega poco y sin entu- siasmo. Un nifo que no juega como deberia hacerlo generalmente tiene problemas. Detras de esta comprobacion se oculta, ademas, el temor de que ese nifio no liegue a ser un adulto “normal”. Porque el juego fecundo que se desarrolla en la nifez es sin duda alguna la mejor base para una adultez sana, exitosa y plena. Los nihos —y no sdlo jos mas pequefies.. aprenden a conocerse a si mismos, alos demas y al mundo.de.jas. cosas que los rodean por medio del juego. Aparte de los conocimientos y hal des ren al jugar, se ejercitan en el uso del material de juego y en su propia actividad. Descubren, por ejemplo, la alegria de estar en actividad, la dispo- sicion de conocer algo nuevo y de poner a prueba todas sus posibilidades de cambiar el mundo circundante en vez de aceptarlo todo tal cual lo encuen- tran. El juego ofrece a los nifios la oportunidad de desplegar su iniciativa, de ser independientes, en lugar de dejarse llevar por. lo que.ya.esta. dado. ActUan de acuerdo con sus necesidades; se realizan a si mismos; tienen ocasién de ser ellos mismos. No se debe subestimar el valor que éstas y otras experiencias ludicras tienen para la formacién de la personalidad, pues todo lo que los nifos aprenden en este sentido por medio de! juego, igual que los conocimientos y habilidades que por él adquieren, luego |o trasfieren a la vida. Si no fuese asi, seria intitil todo intento de solucionar, por medio de terapias de juego, los problemas de adaptacién de algunos nifios El nific se vera privado de muchas experiencias utiles si por alguna razon determinada no puede jugar o se le inhibe su predisposicién al juego. Algunas enfermedades organicas y trastornos psiquicos acarrean una dis- minucién de la alegria y el entusiasmo que produce el juego. En esas ocasiones, los nifios se entregan a una actividad inquieta y desasosegada que muchas veces degenera y se vuelve incontrolabie, o permanecen total- t mente pasivos. Si los nifios sufren algun trastorno que altere su equilibrio Psiquico, esto se manifiesta ante todo en su juego. Para lograr que jueguen los nifios pasivos, que dificilmente reaccionan ante algun estimulo, 0 los particularmente inquietos —los encontramos, par ejemplo, entre los deficientes mentales— son necesarios muchos y pacien- tes esfuerzos. Ahora bien, una vez que empiezan a jugar, se descubre, a Menudo con asombro, que también ellos son capaces de desplegar una actividad propia, aunque limitada. Este es un punto de partida decisivo para lograr encauzarlos hacia un comportamiento independiente. Fuera del juego, cuando tenemos que imponer a esos nifios, debido a sus limitaciones, un comportamiento regido por reglas estrictas, esa actividad propia no Puede manifestarse Para la mayorla de los nifios, son los adultos los que entorpecen su actividad lidicra, aunque a menudo lo hagan con la mejor intencidn. Al subestimar el valor del juego en el desarrollo infantil, éstos no ofrecen a los Pequefnios las oportunidades adecuadas para jugar. La buena disposicién de Jos adultos frente al juego, basada en el justo aprecio de su valor, es una de las condiciones mas importantes para que los nifios puedan aprovechar al maximo los beneficios del juego. Algunos adultos menosprecian el juego porque éste no ofrece ninguna utilidad econémica calculable y tangible. En sus actividades Iudicras los niflos no producen nada que contribuya al dominio inmediato de la vida. Los beneficios que sus juegos representan para su vida futura no se pueden calcular con exactitud. Por lo tanto, el juego aparece muchas veces como un quehacer inutil, y el tiempo dedicado a é| como tiempo perdido. Para que los nifios se puedan defender en la vida tienen que aprender mucho. Por esa razon, los adultos consideran un deber obligar 4 los nifos a que se desem- pefen en ocupaciones utiles. La ocupaci6n “util” consiste, por lo general, en una actividad que de manera alguna es adecuada a su edad y que les impone, por lo general, un comportamiento que no correspande a su grado de evolucion. En este sentido, cabe mencionar la ensenanza escolar basica que se trata de impartir a pequefuelos de apenas tres aftos de edad; las incesantes exhortaciones al nifio de ocho afos para que lea algo “instruc- tivo" en vez de corretear por ahi con los amiguitos; la advertencia de aban- donar de una vez por todas el juego en la arena y con las mufhecas, “porque ya eres demasiado grande para eso” Se sobreentiende que los nifos también tienen que aprender a ser utiles y a valerse por sf mismos de acuerdo con sus posibilidades. Pero no se debe olvidar que las exigencias exageradas afectan su desarrollo. No solo porque lo que se les pide es demasiado para ellos —incluso la responsabilidad que deben asumir—, sino porque se les priva de todas las experiencias que podrian adquirir por medio del juego. No hay contradiccién alguna entre jugar y aprender. Todo maestro sabe que aquello que los nifios aprenden mediante el juego y por su propia iniciativa constituyé un importante aporte para sus clases. jCuantas cosas extraidas de su juego, donde aprenden sin ninguna direccién pedagdgica, los nifios llevan a la clase! Con un solo ejemplo basta: resultarla muy dificil para el docente tratar con los nifos el tema “agua” si previamente elios no lo hubiesen experimentado tanto en sus juegos. 8 - Los nifios pequefios aprenden especiaimente mientras juegan. La ense- fanza sistematica, tal como se practica, v. gr., en las distintas formas de ejercitacion de nifos muy pequefos, sdlo gradualmente liega a ser un método aplicable con éxito. Por esa razon, todo depende de que se les ofrezca un area de juego que les brinde la oportunidad de aprender |o pedagogicamente deseable y de que se los estimule a enfrentarse con Io ofrecido. La ayuda que debemos brindarles ha de interpretarse como guia de su juego libre mediante ofrecimientos de aprendizaje e incentivos para aprovecharlos. El area de juego no abarca sdlo el juego infantil propiamente dicho. No es suficiente que el adulto se preocupe de que los nifios puedan jugar tranqui- los en su habitacion o que participe ocasionalmente en sus juegos. A través del juego, /os nifios se interiorizan paulatinamente del mundo circundante. Es importante que les posibilitemos e! acceso a ese mundo y les facilitemos su interiorizacion. Esto se logra, ante todo, si los adultos permiten que os nifios Participen en sus vidas en cuanto sea provechoso para ellos. Es lamentable que esta participacién se descuide tantas veces. Para el adulto dedicado a sus Ocupaciones —piénsese, por ejemplo, en el padre que hace alguna reparacién en la casa 6 en la madre dedicada a sus quehaceres domésti- cos— es mucho mas facil confinar al nifio en su cuarto, provisto de abundan- tes juguetes, que admitir su presencia y participacién en esas tareas. Ade- mas, los nihos que juegan necesitan la comprensién de otras personas (incluso extrafias) y éstas muchas veces se la escatiman. La importancia que actuaimente, y cada vez en mayor medida, se asigna a la educacién preescolar, 10s obliga a reflexionar nuevamente sobre la importancia que tiene e/ juego para el nirio pequerio. Sabemos ahora que estos nifos tienen mayor disposicién y capacidad para aprender de lo que, en general, se suponia. Toda la evolucion ulterior de un nifo depende en gran medida dei correcto aprovechamiento de su capacidad de aprender. Debemos tener en cuenta que sera muy dificil o casi imposible recuperar mas tarde aquello que se descuidé en la primera infancia. Los nifios a quienes se les brinda la oportunidad de jugar, de dedicarsea sus juegos infantiles y de participar ludicramente en la vida de los adultos pasan aproximadamente 15 000 horas (!) entregados al juego durante sus primeros seis afios de vida. El hecho de que el nifio solo inicia un juego si algo diferente despierta su interés, nos demuestra que las actividades !Udicras le sirven para adquirir nuevos conocimientos. Los chicos se aburren si ocupan su tiempo en algo que ya conocen a fondo, con lo cual nada nuevo pueden experimentar y que ya no les transmite nuevas experiencias. Pero no debe- mos pensar que solo las cosas demasiado novedosas los incitan a jugar. Con la casita de madera que le as tan familiar pues la ha usado en sus juegos anteriores, y cuyo techo encolado se desprendio, el nifto se puede entretener durante mucho tiempo, realizando experiencias diversas. En cambio, un juguete que se sustrae a toda experiencia y expectaci6n, o sea un juguete muy novedoso, deja perplejo al nifto. Esta reaccién a menudo desilusiona a los adultos, que esperaban que el nifio recibiese el juguete con mayor efusividad. Podemos citar como ejemplo al pequefio que se niega obstina- damente a colocarse una mascara, porque él cambio provocado por ella le choca demasiado y hasta le infunde miedo. Si es condicién indispensable para que el juego pueda seguir su Curso que el nifio se enfrente con cosas nuevas para él y aprenda a dominartas, entonces podemos decir que todo juego es siempre un aprendizaje. Sin embargo, las posibilidades de aprender que tienen los nifios depen- den de las oportunidades de aprender jugando que se les ofrezcan. 2. EL JUEGO COMO FORMA BASICA PARA ENFRENTAR EL MEDIO Para que el nifio llegue a ser un adulto sano no solo es importante el juego que se desarrolla en la primera infancia. También necesita jugar e/ nifio en edad escolar, aunque. su juego no sea igual al de los mas pequefos y ya no tenga indiscutida primacia sobre cuaiquier otra actividad. Por otra parte, el juego no solo es importante para el nino y el adolescente. También conserva su lugar en la vida sana del adiulto, porque el juego es una de las formas basicas en que se verifica ef enfrenta- miento del ser humano con su medio. Durante toda su vida el hombre no abandona la edad del juego, ano ser que una parte de su personalidad esté atrofiada. De modo que también el adulto debe seguir jugando, si bien, para guardar su dignidad de tal, a menudo prefiere hablar de su entretenimiento, “hobby” o algo por el estilo. Tiene que haber preservado algo de la manera en que el nifio que juega enfrenta ai mundo. Siel hombre no encara su trabajo como un juego, eso se debe a que se halla bajo la coaccion de una inexora- ble necesidad vital. A diferencia del juego, cualquier trabajo —casi siempre fuente de preocupaciones—, es dirigido hacia un fin inmediato. Pero la vida humana no se agota en la realizacion de aquello que es necesario para satisfacer las necesidades vitales. Todo lo que, a pesar de las preocupacio- nes, hace la vida digna de ser vivida y le da un sentido mas elevado, lo que es capaz de enriquecer nuestra vida mas alla de la mera existencia, no se consigue solo a través de la experiencia del trabajo, sino, precisamente, por la vivencia del juego genuino. Jugando, e! nifo aprende a hacer algo que tiene su fin en si mismo. Como podria comprender mas tarde, sin esa experiencia, que la cultura tiene, también, su fin en si misma, que existen valores ajenos a toda utilidad practica, y que el ser humano puede entre- garse a un ideal? Entonces no comprenderia por qué el sentido de !a vidano se agota unicamente en el rendimiento Por lo tanto, en el juego se halla la raiz de aquello que posibilita al hombre una existencia superior, no pragmatica, y la alegria que produce la vida basada en una actividad libre. Por eso no se justifica hablar con desdén del juego cuando se lo compara con el trabajo. Pues “zqué quiere decir ‘nada mas que un juego’? si sabemos que entre todos los estados del ser humano el juego, y sdlo el juego, lo convierte en un hombre plenio?" (Schiller). Tampoco es posible confinar el juego al cuarto de los nirios y, sobrepasada la nifez, considerar su funcién como terminada, pues se corre el riesgo de Subestimar ol rol do lac actividades Iridicras como factor de formacién y cultura de un pueblo (y no sélo de sus nifos). De todo ello, podemos deducir que una infancia rica en experiencias ludicras crea las bases para formar actitudes que enriquezcan la vida adulta. 10 3. LA INUTILIDAD DEL JUEGO Desde un punto de vista pragmatico y utilitario, el juego ble. pero cumple también un sinnumero de fines. Jugando, el gilidad fisica, sus sentidos, sus representaciones y su pensamiénto. Al jugar adquiere experiencia de las cosas que toma en la mano y del medio en el que juega. Asi aprende coordinacién y subordinacién al grupo infantil y el sentido de cooperacién con sus semejanies. En el juego halla, por momen- tos, la satisfaccion de ios deseos que la vida le niega. Diversas experiencias desagradables —como, por ejemplo, una intervencién quirurgica doloro- sa— sufridas en la realidad, son reelaboradas activamente y repetidas en ei juego. El juego mismo, empero, por finalista que parezca muchas veces, no Persigue un fin. Es una de “las fuerzas primitivas en el Aambito de lo viviente que con necesidad absoluta determinan el desarrollo de los sucesos, sin corresponder a ningun fin” (Buytendijk). El juego tiene valor como ial también en los casos en que ef educador no puede reconocerle ninguna utilidad evidente. Quien se esfuerce por introdu- cir en el juego intantil, clandestinamente y en todo momento, nada mas que fines educacionales, demuestra no comprender la esencia misma de toda actividad Iudicra. Es una caracteristica del juego que mucho de lo que en él sucede sea "gratuito". También lo es que el resultado con frecuencia no esté en proporcion algunacon el empleo de fuerza y tiempo que el juego requiere. Amenudo, no se busca el éxito por el camino mas corto sino, precisamente, por el mas largo y complicado. Es comprensible que el adulto, | brado a calcular cada movimiento y a contar cada veces én la tentacién de mostrar al nifo el camino mas ¢ embargo, el resulta SU ayuda es Casi siempre » Das ejemplo, le ensena al nino cémo debe colocar los cubos para obtener una consirucéion firme. Si el niho hace caso omiso de las indicaciones del adulto y trafaunay otra vez de erigir su edificio sobre una peiota, y sdlo después de un prolongade esiuerzo abandona y busca otra base para su construccion, entonéés Habra aprendido por “su” experiencia. Aprender con el propio hacer suele Ser mas fructifero que seguir simplemente las indicaciones de otra persona. En éste sentido, las actividades ludicras se distinguen funda- mentaimente del trabajo. Derrochar tiempo, fuerza y material es parte del juego y constituye una condicion previa para la adquisicién de valiosas experiencias. La consecuencia que extraemos de lo antedicho es que de- bemos intervenir en el juego infantil con la mayor prudencia posible, con- fiando en que muchas cosas cuyo sentido por el momento se nos escapa, bien pueden tener valor para el nifio. 4. LA LIBERTAD DEL JUEGO. La libertad proporciona al nifo que juega una intensa sensacion de vitafidad. Ello contrasta con la coacsién a ia cual nos somata al trabajn La vivencia de libertad esta determinada, en primer lugar, por el hecho de queei nifo que juega se deja guiar por su propia necesidad, y sdlo por ella, mientras que el hombre que trabaja obedece a una necesidad que le es 11 impuesta desde afuera. En segundo término, se debe al hecho de que e/ nirio puede “‘derrochar” su energiay su tiempo sin vacilar. Cuaiquier persona que alguna vez recorra placida y reposadamente, como en un dia de fiesta, el camino que to lleva a su lugar de trabajo —que en jornadas laborables suele recorrer a toda prisa para llegar cuanto antes—, experimentara esa diferen- cia entre la estrechez compulsiva y la amplitud de vision, dada por una actividad dirigida hacia un fin inmediato y otra carente de finalidad utilitaria. En virtud de esta experiencia y otras similares reconocera también que la relacién con el medio varia totalmente segun esté dada por e! juego o por el trabajo. Quien se dirija a las cosas jugando sera cautivado por ellas de una manera muy peculiar. Las aprehendera de modo muy diferente a cuando —determinado a aicanzar una meta— reflexiona acerca de cada paso que debe dar. Nosotros, los adultos, experimentamos esa entrega de todo nues- tro ser cuando, por ejempio, en un dia estival que pasamos en la playa, jugamos con la arena dejandola escurrir entre los dedos, la echamos sobre nuestro cuerpo, la revolvemos 0 trazamos sobre ella figuras con los dedos de las manos y los pies, Ai hacerio sentimos claramente nuestra entrega total, y tal vez descubramos, con feliz asombro, una faceta nuestra que se estaba atrofiande. Experimentamos ese material —ia arena—, pero también nos experimentamos a nosotros mismos en una armonia que muchas veces habiamos pasado por alto. A menudo, los nifios pequefos nos sorprenden descubriendo en las cosas cualidades que se nos escapaban por completo. Esta es una consecuencia de su entrega incondicional y absoluta alas cosas que manipulan. Asi adquieren variadas experiencias que les seran utiles en sus actividades futuras. En primer lugar, lo que interesa a los nifios es el contacto con las cosas 0 el material que tienen en sus manos; quieren experimentarlos a fondo. Cuando todavia no comprendiamos cabalmente la importancia que tiene para los nifios el garabateo previo al dibujo, tratabamos de disuadirlos de esa actividad ensefandoles a “dibujar bien". Actuaimente, los dejamos expresarse libremente porque reconocemos |a importancia de las experien- cias asi adquiridas. Ademas, hemos comprobado que el garabateo, como experimentacion y prueba de materiales, no se limita al dibujo. También el juego con la arena, arriba descripto, es un “garabateo”. Esas experiencias muchas veces tienen un efecto relajador en quien se entrega a ellas. Sinos dedicamos a experimentar nuevamente un pedacito del mundo, por pequefio que sea, se liberaran muchas de nuestras tensio- nes. Ese nuevo comienzo se vivencia como una renovacién de uno mismo. En el juego volvemos a los hechos primitivos de nuestra vida en toda su amplitud y profundidad. Por io tanto, éste implica la posibilidad de una incesante renovaci6n. Por la libre eleccién de la actividad ludicra a la cual uno quiere entregarse, se pueden poner en accion todas las fuerzas que no noses dado emplear en el trabajo. Ese empleo no esta supeditado amodelos Preestablecidos entre los cuales no habria posibilidad de opcion. Se puede elegir la forma, nero, sabre todo. el juego no exige un éxito inmediato que ofrezca utilidad evidente. Es posible seguir caminos nuevos, aunque el desenlace sea incierto. Esto significa que el juego genera fuerzas producti- vas y creativas. 12 Con frecuencia se dice que el juego beneficia también al trabajo y que es una condicion decisiva para la preservacién de |a salud. Pero, ademas, nunca se debe olvidar que ofrece al ser humano la posibilidad de evolucionar en un espacio de libertad. 5. LA ACTIVIDAD LUDICRA Y EL DESPLIEGUE DE ENERGIAS E! garabateo del nifio es un ejemplo de juego puro. Pero muchos juegos tienen caracteristicas diferentes de esa actividad de garabatear. Si obser- vamos unicamente la accion, percibimos que ésta no se distingue de ias acciones que se realizan en el trabajo. El nino que vaa primer gradotrazasus letras en el pizarrén, quejandose por el duro trabajo. Poco después, lo encontramos “jugando a la escuela” con sus compafieros y representando de muy buen humor el papel ce! alumno-que “escribe” diligentemente en su pizarra. De modo que lo importante no es lo que se hace, sino la actitud intima que se adopta al hacerlo. La actitud de juego es muy aiferente a la de trabajo. Quien juega esta libre; quien trabaja permanece sujeto a la compulsion de la tarea. Los nifios que se dedican a un juego por obligacion pierden la sensa- cidn de libertad que éste les brinda. Y si la actitud y la libertad de juego no existen, tampoco se puede desplegar aquelio que hace al juego genuino. A no dudar, el nifio mayor y el adulto persiguen en sus actividades \Udicras, ciertos fines que se propusieron con anterioridad. Realizan trabajos manua- les de acuerdo con un plan preestablecido; forman colecciones; se dedican al deporte o a la musica; leen o hacen labores, etc. Esas ocupaciones destinadas alos momentos de ocio son, en ultima instancia, juego, porque se realizan con libertad. Nétese la diferencia que existe entre el ejemplo del joven que pasa su tiempo libre jugando al futbol y el futbolista profesional, o comparese al aficionado a la pesca, que se dedica a ese pasatiempo los domingos, con el hombre que se gana la vida pescando. El primero puede Tenunciar a ja pesca deportiva en cualquier momento si otro deporte o Pasatiempo le parece mas atractivo. O, si lo desea, puede pasar la tarde del domingo echado sobre el pasto y contemplando las nubes. En cambio, el otro se tiene que deédicar a su faena y seguir adelante, porque se trata de una tarea objetivamente obligatoria. Las tareas que se realizan durante el juego, por el contrario, sélo son sudjetivamente obligatorias, es decir, que duran mientras el que juega no las abandona con la misma libertad con que las eligio. Asi, pues, podemos decit que el ocio es una forma de aliviar las tensiones producidas por el trabajo o la obligacién cotidianos. En principio, existe aun otra forma de liberar ja tension compulsiva que produce el trabajo: la activi- dad en libertad. Esa actividad libre que produce una abreaccion, se distin- gue del juego en un punto importantisimo: todo juego es, por cierto, una actividad carente de un fin, pero siempre ordenada, en la cual interviene un factor formativo, El movimiento lUdicro es cerrado en si mismo y sigue un determinado desarrollo. Quien observe a algunos nifios que juegan y a otros que se dedican a acciones en libertad, se percaiara de /aS dilerenclas existentes. Las actividades en libertad nos “liberan" dé algo que nos inhibe. Pero es liberacién unicamente y no, como en todo juego, también el co- 13 mienzo de una nueva esiructuraci6n. Mas que para el nifio, la eleccién entre “Juego” o “actividad en libertad” es importante para el adolescente y el adulto. Los jovenes que por jalta de guia educacional en sunifiez carecen de experiencias Iudicras muchas veces no conocen otro contrapeso para la tensi6n del trabajo que una accién sin control, meramente pulsional. Es muy dificil, por cierto, lograr encaminarlos hacia una actitud de juego. Resumen 1. El juego —como medio de liberarse de las tensiones que nos producen las preocupaciones cotidianas, cuidando unicamente de lo que es imprescindi- ble para la conservacién de la vida— es, incluso para el adulto,un enrique- cimiento necesario de la vida. 2. Para el nifio, el juego es, ademas, una oportunidad permanente de apren- der algo, porque sdlo es efectivo cuando se trata de dominar algo nuevo, siempre que esté dentro de sus posibilidades de comprensi6n. 3. Los nifios pequefios aprenden mientras juegan, y a través de sus activida- des lidicras se enfrentan con ellos mismos, con otras personas y con el mundo de los objetos que los rodean. La adquisicion de conocimientos y habilidades es tan importante como la ejercitacién de las actitudes decisi- vas para la formaci6n de la personalidad. 4. Eneljuego en el que ningun educador guia al nifio, éste aprende de manera diversa que en la ensefianza sistematica dirigida por el pedagogo. Ambas formas de aprendizaje se justifican. Mientras los nifos pequefios no sean capaces de seguir una ensefanza, lo mas importante es ofrecerles un campo de juego y aprendizaje que les brinde la posibilidad de aprender lo pedagégicamente deseable.

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